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Sudeste asi?tico: Reg?menes cada vez m?s autoritarios

Europe Solidaire :: 22.04.19

Las derechas siguen avanzando y consolid?ndose. Los pueblos han quedado desguarnecidos toda vez que las izquierdas asumen abiertamente el capitalismo extractivista. La esperanza est? ahora en el despliegue de la potencia de los pueblos y su autoorganizaci?n aut?noma, en tanto la izquierda debe abandonar la lucha por el poder y poner su capacidad te?rica y organizativa a disposici?n del mandar obedeciendo de los autogobiernos de los de abajo.

Sudeste asi?tico: Reg?menes cada vez m?s autoritarios

Por Pierre Rousset
Europe Solidaire

A partir, sobre todo, de mediados de la d?cada de 1980, la ca?da de las dictaduras militares (Indonesia) y otros reg?menes de ley marcial (Filipinas) en el Sudeste Asi?tico ?como sucedi? asimismo en Am?rica Latina? abri? un periodo de supuesta democratizaci?n. Hoy, en lo esencial, este ciclo est? cerrado. La tendencia dominante apunta ahora a un ascenso del autoritarismo, acompa?ado de atentados crecientes contra los derechos humanos, incluidos los m?s elementales.

Esta tendencia no es exclusiva de esta parte del mundo, ni mucho menos, y tiene causas m?ltiples. Adopta formas diferentes seg?n el pa?s. En efecto, el Sudeste Asi?tico es una regi?n particularmente diversa y compleja por su geograf?a y su historia. Si tratamos de analizar la evoluci?n pol?tica en curso desde un punto de vista de conjunto, corremos el riesgo de no ir m?s all? de generalidades a veces enga?osas, concentr?ndonos en el efecto de los factores internacionales. Aqu? procederemos a la inversa: seleccionar cierto n?mero de pa?ses que, cada uno a su manera, ilustra una faceta espec?fica de la crisis de la democratizaci?n, que dar? lugar bien al retorno, bien a la continuidad de reg?menes autoritarios o dictatoriales.

Filipinas y la quiebra de una democracia elitista

La tradici?n parlamentaria es m?s importante en Filipinas que en cualquier otro pa?s del Sudeste Asi?tico. Tom? forma bajo la colonizaci?n estadounidense, antes de la independencia (decretada en 1946). Vaciada de contenido bajo la ley marcial de Ferdinando Marcos (1972-1986), se restableci? despu?s del derrocamiento de la dictadura.

La Constituci?n adoptada despu?s del levantamiento de 1986 es la m?s democr?tica de la historia del pa?s (y de muchos otros). Las elecciones a la Asamblea Nacional se realizan por circunscripci?n, son muy costosas y est?n dominadas por las ?lites. A partir de entonces, una minor?a de diputados y diputadas ser? elegida, en r?gimen proporcional, en listas nacionales cuya funci?n es asegurar la representaci?n de los sectores populares y marginados de la sociedad. Sin embargo, cuando se agot? la din?mica transformadora iniciada por la Revoluci?n de febrero, las organizaciones pol?ticas tradicionales tomaron el control a trav?s de formaciones pol?ticas instrumentales. Hoy, solo los movimientos apoyados por el PC (mao?sta, clandestino) logran obtener a?n representantes electos.

Se reanud? la vida parlamentaria de antes de 1972. Los partidos tradicionales no tienen un programa que defienda los intereses de las grandes familias ricas establecidas en las provincias: clanes o dinast?as pol?ticas. El clientelismo es la regla, as? como la reversi?n de las alianzas en favor del clan que gana la elecci?n presidencial. Se gasta mucho dinero en la campa?a electoral y esta inversi?n debe ser rentable para quien gane. Bajo Benigno Aquino III (presidente de 2010 a 2016), los excesos de este sistema, marcados por el peque?o mundo de las ?lites, aumentaron. Los pobres no se beneficiaron de la democraciani del desarrollo econ?mico. Las clases medias se revolvieron contra una presidencia demasiado incompetente y corrupta.

Fue la quiebra de la democracia elitista lo que allan? el camino a la inesperada victoria de Rodrigo Duterte, el actual presidente, quien pertenece a un clan regional, pero no se hab?a integrado en los c?rculos de poder. Jug? con esta marginalidad pol?tica y geogr?fica (fue alcalde de Davao, en la isla meridional de Mindanao), con su oratoria populista, con las redes sociales, haci?ndose pasar por el hombre fuerte que actuar?a liberado de las ataduras del sistema.

A pesar de su demagogia populista, Duterte arremete contra los pobres de muchas maneras. Son m?s bien las clases medias las que lo apoyan activamente. La guerra contra las drogas le ha permitido imponer la arbitrariedad y la impunidad como una nueva norma. Los asesinatos extrajudiciales cometidos por la polic?a, los (para)militares y secuaces forman parte de la vida cotidiana. En dos a?os ya hab?an causado, seg?n estimaciones, de 7.000 a 20.000 v?ctimas, aunque la cifra real est? sin duda cerca de la parte superior del rango. ?C?mo calificar este r?gimen? Algunas corrientes de la izquierda filipina piensan que es fascista, otras no (o todav?a no), pero eso depende de la definici?n muy variable que cada una hace del fascismo. Ante esta situaci?n, se ha constituido un amplio frente de defensa de la democracia y la justicia social en el marco de la coalici?n iDefend.

Cuando la poblaci?n pierde toda esperanza en las instituciones (pol?ticas, judiciales, administrativas?), el cambio a un r?gimen abiertamente autoritario y arbitrario puede ser particularmente brutal.

Tailandia y la democracia estrangulada

Desde la d?cada de 1950, los militares han controlado la sociedad tailandesa y la monarqu?a ha fortalecido notablemente su poder (incluido el econ?mico, al parecer se ha convertido en la familia real m?s rica del mundo). La fase de democratizaci?n comenz? en 1992 con la adopci?n de una Constituci?n relativamente progresista, destinada a la modernizaci?n institucional del pa?s. El multimillonario Thaksin Shinawatra gan? las elecciones por primera vez en 2001. No era antimon?rquico, sino que representaba el ala modernizadora de la burgues?a tailandesa. Obtuvo un amplio apoyo popular gracias a la implementaci?n de programas sociales. Este exteniente coronel de la polic?a justific? las ejecuciones extrajudiciales en nombre de la guerra contra el crimen y contra el irredentismo musulm?n en el sur del pa?s; sin embargo, con ?l las elecciones adquirieron un papel efectivo y se ampli? el espacio democr?tico al permitir que las demandas populares fueran escuchadas incluso en el ?mbito electoral. Los movimientos sociales cobraron fuerza y visibilidad, la izquierda recuper? su capacidad de expresi?n pol?tica dentro de la heterog?nea movida de los camisas rojas, que aglutinaron su apoyo entre la poblaci?n (especialmente en el norte, el noreste y la regi?n de Bangkok).

La elecci?n de Thaksin (y despu?s de su esposa Yingluck, una vez que ?l se vio obligado a exiliarse) desemboc? en un periodo de inestabilidad y crisis aguda. La popularidad de Shinawatra se confirm? tres veces en sendas elecciones (2001, 2005, 2011). Sin embargo, todos los poderes establecidos, incluido el poder judicial y la Corte Suprema, se negaron a reconocer el veredicto de las urnas. Las ?lites conservadoras no pudieron aceptar que el populacho viniera a alterar el juego electoral, que se reconociera la legitimidad de las demandas sociales y que se impusiera una figura de autoridad ben?vola en competencia con el rey. Acusado de corrupci?n (un mal muy extendido en Tailandia), Thaksin fue objeto de dos golpes de Estado judiciales. Adem?s, un viento reaccionario sopl? sobre las clases medias de la capital, quienes so?aban con prohibir que los pobres voten con el argumento de que se dejan arrastrar por los demagogos. Los camisas blancas, realistas, en gran parte reclutados entre las clases medias de la capital, se movilizaron contra los camisas rojas, que fueron v?ctimas de una verdadera masacre a manos del ej?rcito en Bangkok en 2010. Se declar? la ley marcial. En 2006 se produjo un primer golpe de Estado, y luego un segundo en 2014. Este ?ltimo puso fin a la apertura democr?tica, y el ej?rcito impuso una Constituci?n militar interina que le otorgaba poderes excepcionales.

El restablecimiento del orden militar ha sido radical. Representado por el general Prayuth Chan-ocha, el ej?rcito se encontr? nuevamente en el centro del poder. Tras la muerte de su padre, el pr?ncipe heredero Vajiralongkorn, un hombre temperamental (nombr? a su caniche al frente de la Fuerza A?rea), voluble, considerado cruel, ascendi? al trono con el nombre de Rama X de la dinast?a Chakri (en vez de su hermana, la princesa Sirindorn, que sin embargo es m?s racional). El delito de lesa majestad y la invocaci?n de la seguridad nacional se utilizan para sofocar toda oposici?n pol?tica y los movimientos sociales. La amenaza de represalias cruza las fronteras hasta llegar a Francia y toda Europa, especialmente contra los miembros de la Red Internacional de Tailandeses por la Democracia. Sin embargo, en la propia Tailandia se observa un rebrote de las movilizaciones sociales y democr?ticas.

El proyecto de Rama X es imponer una monarqu?a absoluta. Quiere romper a su favor el tradicional equilibrio de poder entre los militares y el palacio real. Despu?s de numerosos aplazamientos, acaban de convocarse elecciones legislativas para el 24 de marzo de 2019. La votaci?n tendr? lugar bajo el estado de excepci?n. Aunque se permite de nuevo hacer campa?a a los partidos, tendr?n muy poco tiempo para prepararse, a diferencia del ej?rcito, que ha preparado el escenario. Cualquiera que sea su resultado, los verdaderos centros de poder estar?n fuera del parlamento.

En Birmania, la democracia imposible

En 2015, el regreso al poder de la Liga Nacional para la Democracia parec?a indicar que todav?a era posible un gran progreso democr?tico. En 1988, el ej?rcito impidi? que este partido plasmara su victoria electoral. Su figura principal, Aung San Suu Kyi, hab?a pasado unos 20 a?os bajo arresto domiciliario. Encarna la resistencia a la dictadura militar, la disidencia obstinada. Hab?a recibido el Premio Nobel de la Paz.

Hab?a que poner fin r?pidamente a cualquier ilusi?n. No ha habido democratizaci?n real. El r?gimen permaneci? bajo el control constitucional del ej?rcito, esta vez con el respaldo de Aung San Suu Kyi. Peor a?n, Birmania ha sido escenario de una de las operaciones de limpieza ?tnica m?s vastas de los tiempos modernos, con el exilio forzado de unos 700.000 rohiny?s, una poblaci?n predominantemente musulmana que vive en la regi?n costera de Arakan. Esta vez, nuevamente, Aung San Suu Kyi ampar? el crimen con el manto de su autoridad, no porque fuera reh?n de los militares, sino porque pertenece y se identifica con el grupo ?tnico dominante en Birmania, y porque hab?a en juego grandes intereses econ?micos: se trataba de despejar el camino para grandes inversiones, entre ellas las relacionadas con la construcci?n de un corredor que comunique China con el oc?ano ?ndico.

El Premio Nobel de la Paz de Suu Kyi ha sido revocado. Fue un trago muy amargo para las asociaciones y para todos aquellos y aquellas que se hab?an movilizado en su defensa durante a?os. Fundada en 1996, Info-Birmanie garantiza en Francia un seguimiento solidario de este pa?s y pone a nuestra disposici?n una extensa documentaci?n. A nivel internacional, el Instituto Transnacional (TNI, ?msterdam) hace lo mismo, en ingl?s, en particular con respecto a los derechos de muchas minor?as ?tnicas.

Indonesia, el legado de la dictadura y el ascenso del islamismo

La apertura democr?tica en Indonesia se remonta a la ca?da de la dictadura de Suharto (1998), que fue una de las m?s sangrientas de la historia contempor?nea. Permiti?, al a?o siguiente, la elecci?n a la presidencia de la Rep?blica de Abdurrahman Wahid, llamado Gus Dur. Este dirig?a la gran asociaci?n musulmana Nahdlatul Ulama (m?s bien laica, muy alejada del islamismo actual) y se posicionaba en la izquierda. Emprendi? reformas e intent? resolver la crisis en Timor Oriental, a?n bajo la brutal ocupaci?n militar indonesia. R?pidamente se top? con el ej?rcito, que en 2001 rode? el palacio presidencial. Destituido por la Asamblea Nacional, Gus Dur fue reemplazado por Megawati Soekarnoputri, hija del Padre de la Independencia, que permanecer? en el cargo hasta 2004.

Desde entonces, el espacio democr?tico en Indonesia se ha reducido debido a la debilidad de las fuerzas de izquierda, al peso del ej?rcito (nunca depurado tras el cambio de r?gimen), al legado pol?tico de la dictadura y al auge de los movimientos islamistas. Los principales candidatos presidenciales han sido a menudo miembros del partido del dictador Suharto, Golkar, u ocuparon importantes cargos civiles o militares del r?gimen. Las sucesivas reformas electorales han dificultado cada vez m?s las candidaturas independientes de los principales partidos nacionales, regionales o locales.

La elecci?n presidencial de 2014 suscitaba muchas esperanzas. Solo hab?a dos candidatos enfrentados: por un lado, Prabowo Subianto, figura de la dictadura de Suharto, que era multimillonario y hab?a sido miembro de unidades militares culpables de muchas masacres; por otro lado, Joko Wido, tambi?n llamado Jokowi, gobernador de Yakarta, ajeno a todo clan pol?tico y a los grandes c?rculos empresariales, que cultiva un perfil tecnocr?tico liberal y efectivo.

Jokowi gan? la contienda electoral. Sin embargo, estaba rodeado de hombres de la dictadura, como el exjefe del servicio secreto indonesio o el general Wiranto. Este ?ltimo se situ? en 2016 al frente del ministerio que controla los servicios de seguridad, lo que provoc? una en?rgica protesta de Amnist?a Internacional, no en vano un tribunal patrocinado por la ONU lo hab?a acusado de cr?menes contra la humanidad.

El ascenso conjunto del racismo y de un radicalismo islamista que rompe con las tradiciones dominantes del islam indonesio, condiciona desde entonces los resultados de las elecciones. En 2017, los movimientos musulmanes conservadores ocuparon masivamente las calles para oponerse a la reelecci?n de Basuki Tjahaja Purnama (llamado Ahok) porque era cristiano y chino, acus?ndole de blasfemia. A pesar de ello, para 2019, Jokowi ha elegido como candidato a la vicepresidencia a Ma?uf Amin, uno de los l?deres de la campa?a de difamaci?n contra Ahok.

La represi?n contra los opositores se endurece. La discriminaci?n contra las religiones minoritarias, los y las homosexuales, las mujeres, la libertad de expresi?n y de comportamiento est? aumentando. La situaci?n var?a seg?n los lugares en este enorme archipi?lago, pero, cada vez m?s, los poderes administrativos ceden a las demandas de los movimientos intolerantes que quieren eliminar del espacio p?blico todo lo que no sea musulm?n (en su definici?n sectaria del t?rmino).

Cunde la desilusi?n porque los c?rculos progresistas esperaban que con Jokowi al menos se preservar?a el espacio democr?tico, aunque no se expandiera.

En Malasia, ?un tirano arrepentido?

Desde 1957 (fecha de la independencia) hasta 2018, Malasia ha estado gobernada por la misma coalici?n, primero con el nombre de Alianza, luego, desde 1973, con el de Barisan Nasional (Frente Nacional). Fundada sobre una base confesional, comprend?a tres partidos: la UMNO (Organizaci?n Nacional de Malasia), la MCA (Asociaci?n China de Malasia) y el MIC (Congreso Indio de Malasia), siendo la UMNO el partido dominante en esta coalici?n.

La principal figura pol?tica de la Malasia independiente es Mahathir Mohamad, cinco veces primer ministro electo desde 1981 hasta 2003. Popularmente llamado Dr. M., este exm?dico, promotor del nacionalismo malayo, se ha convertido en una figura carism?tica y autoritaria. Habiendo recuperado el poder en 2018, despu?s de formar otra coalici?n, ahora aparece como un ?tirano arrepentido?, seg?n expresi?n del periodista Bruno Philip 1/.

Mahathir gobern? Malasia con pu?o de hierro durante 22 a?os. Persigui? a sus oponentes, incluido Anwar Ibrahim, quien fue encarcelado varias veces por corrupci?n y sodom?a. Si la homosexualidad no est? criminalizada como tal a escala federal, el ultraje al pudor con otro hombre s? lo est?, adem?s de la sodom?a (homosexual o heterosexual); un legado de la legislaci?n colonial brit?nica. Anwar siempre ha afirmado haber sido v?ctima de acuerdos pol?ticos. Condenado a nueve a?os de prisi?n en 2000, fue puesto en libertad en 2004, despu?s de que el Tribunal Supremo lo absolviera de todos los cargos. Acusado de nuevo en 2008, finalmente fue sentenciado en 2015 a cinco a?os de prisi?n, pero fue puesto en libertad en 2018 tras la victoria de un bloque de oposici?n liderado por? el propio Mahathir.

A partir de 2013, el pa?s estuvo gobernado por Najib Razak, elegido primer ministro dos veces. Despu?s de la partida de Mahatir en 2003, el r?gimen no se hab?a democratizado, ni mucho menos: la vida pol?tica estaba salpicada de arreglos de cuentas, asesinatos sin resolver, encarcelamientos arbitrarios. Una ley promulgada en 2018 contra las noticias falsas podr?a usarse para atacar a?n m?s sistem?ticamente la libertad de expresi?n de la oposici?n. Sin embargo, el regreso de Mahathir Mohamad, quien gan? las elecciones de mayo de 2018 al frente de la Alianza de la Esperanza, Pakatan Harapan (PH), una nueva coalici?n de cuatro partidos, marca un nuevo punto de inflexi?n a favor de m?s democracia.

Anwar Ibrahim ha sido puesto en libertad. Para simbolizar sus nuevas virtudes democr?ticas, Mahathir lo ha nombrado sucesor suyo: si todo sale como est? previsto, Anwar deber?a sucederle en 2020. Otro oponente encarcelado dos veces en el pasado, Lim Guan Eng, ha sido nombrado ministro de Finanzas: es el primer miembro de la minor?a china nombrado para ese puesto en 44 a?os.

Mahathir propone la abolici?n de la pena de muerte, restablecer la libertad de prensa y anuncia una pol?tica m?s igualitaria entre los miembros de las diversas comunidades religiosas y ?tnicas. En el momento de escribir estas l?neas es demasiado pronto para predecir qu? suceder? con sus compromisos. La ambivalencia de la situaci?n la ilustra el informe presentado a finales de 2018 por la coalici?n de defensa de los derechos humanos Suaram 2/: por un lado, publica una larga lista de exigencias democr?ticas sobre las que el primer ministro guarda silencio; por otro lado, reconoce que el a?o pasado fue el de una gran inflexi?n, ya que el cambio de gobierno ofrece la oportunidad de que florezcan las aspiraciones de la poblaci?n.

Vietnam y el capitalismo de connivencia

En los pa?ses de Indochina, el desarrollo del capitalismo ha sido impulsado de forma autoritaria por los partidos gobernantes y, a su vez, ha fortalecido las tradiciones burocr?ticas preexistentes, sometiendo a las poblaciones a nuevas formas de dependencia. Este es el caso en Vietnam donde, a semejanza de China, el r?gimen impulsa el desarrollo de un nuevo capitalismo, pero sin poner en tela de juicio el sistema de partido ?nico. Esta transici?n autoritaria provoca muchas resistencias sociales y nacionales, lo que plantea la cuesti?n del respeto de los derechos formalmente garantizados por la Constituci?n.

Se lanz? un proyecto de ?unidades administrativas y econ?micas especiales?, que provoc? protestas callejeras sin precedentes3/ en muchas ciudades del pa?s en junio de 2018. En efecto, la concesi?n de estas zonas francas deb?a entregarse a China, pese a que Hanoi a?n se encuentra casi en estado de guerra con Pek?n por el control de los archipi?lagos del mar del Sur de China; pero los negocios son los negocios y corrupci?n obliga? Los manifestantes portaban pancartas con lemas como ?No al alquiler de tierras a China durante 99 a?os, ni siquiera por un d?a?. A menudo, los cortejos estuvieron encabezados por mujeres, especialmente veteranas de la guerra de liberaci?n. Las autoridades denunciaron la manipulaci?n de los sentimientos patri?ticos por ?saboteadores y perturbadores? (sic).

Las Zonas Econ?micas Especiales ofrecen a los inversores extranjeros la oportunidad de incumplir las leyes laborales, emplear a funcionarios p?blicos, disfrutar de exenciones fiscales, emplear mano de obra extranjera durante 180 d?as sin necesidad de permiso, la apertura de casinos (cabe preguntarse si todo ello no promueve la expansi?n de la prostituci?n).

En 2014, Vietnam hab?a conocido una ola de manifestaciones y disturbios que afectaron al menos a 22 provincias. De hecho, las luchas sociales urbanas y rurales forman parte del panorama pol?tico. Hay muchas huelgas de trabajadores y actos de resistencia campesinos, especialmente en contra del acaparamiento de tierras. La represi?n puede ser brutal (hay muertes y casos de tortura), a cargo de la polic?a o de matones a sueldo. La justicia condena a los manifestantes, m?s que protegerlos.

En esta situaci?n se acent?a la represi?n pol?tica. ?ltimamente, la bloguera Me Nam ha sido condenada a 10 a?os de prisi?n por escribir art?culos en Facebook. El profesor Chu Hao, editor de Tri Thuc [Conocimientos], una de las editoriales m?s abiertas y populares del pa?s, est? amenazado de sanciones. La politizaci?n de la justicia en Vietnam no es nueva. La novedad es que ahora est? al servicio de un capitalismo de connivencia y ya no tan solo de una burocracia de partido-Estado.

Laos y la cuenca del Mekong

En Laos, otro pa?s de Indochina, la actual puesta en valor de la cuenca del Mekong ilustra la amplitud del problema. En julio de 2018 hab?a 51 presas construidas y 46 m?s estaban en construcci?n, una operaci?n de gran envergadura que atrae a empresas transnacionales de muchos pa?ses, incluida Francia. Proyectos que pueden ser respaldados por el Banco Mundial, que asegura que se toman todas las precauciones para garantizar la preservaci?n del medio ambiente y los derechos de la poblaci?n local (algunas de las cuales est?n condenadas a ser desplazadas o privadas de sus recursos alimenticios). ?C?mo garantizar algo como esto cuando el impacto afecta a todo el curso del Mekong, mientras que el r?gimen reprime toda expresi?n democr?tica y controla estrictamente la informaci?n, cuando el objetivo de los socios econ?micos de cualquier nacionalidad es el beneficio y la influencia de Pek?n ahora es dominante?

No estamos hablando de peligros hipot?ticos: los incidentes y las incidencias ya son m?ltiples. Uno de los accidentes m?s graves fue la rotura de una presa el 23 de julio de 2018, que probablemente caus? cientos de v?ctimas, por no decir un millar. Seis mil personas tuvieron que abandonar sus hogares. Se derramaron 5.000 millones de metros c?bicos de agua, que fluyeron al r?o Sekong (un afluente del Mekong), y muchas aldeas quedaron anegadas r?o abajo. El desastre 4/ era perfectamente previsible.

?Qu? ha pasado con Sombath Somphon? La desaparici?n forzada de este activista en Laos representa una amarga experiencia para la solidaridad Europa-Asia. Probablemente fue secuestrado por un servicio policial despu?s de desempe?ar un papel fundamental en 2012 en la organizaci?n del Foro Popular Asia-Europa (AEPF) en Vientian. Este foro se celebra cada dos a?os paralelamente a la Reuni?n Intergubernamental Asia-Europa (ASEM). Fundador del Centro para el Desarrollo Participativo, bien conocido y reconocido por su compromiso con los agricultores, Sombath era el principal interlocutor de la sociedad civil con las asociaciones implicadas en el Foro Popular y con los gobiernos participantes en la ASEM. En la sesi?n de apertura, su papel fue aclamado por el viceministro laosiano presente en la tribuna.

Sin embargo, dos meses despu?s, el 15 de diciembre, Sombath fue v?ctima de una desaparici?n forzada. Desde entonces, el gobierno de Laos se ha negado a dar informaci?n sobre lo que le ha sucedido. Hay razones para creer que Sombath molestaba a una fracci?n del partido ?nico gobernante. Su secuestro provoc? un esc?ndalo diplom?tico y fuertes protestas de la Uni?n Europea y Estados Unidos (sin venir acompa?adas de sanciones concretas). Cada a?o, por su parte, las asociaciones involucradas en el Foro de los Pueblos emiten una declaraci?n exigiendo que las autoridades de Laos informen de su paradero. En cada nueva reuni?n del Foro, su esposa, Shui Meng Ng, es invitada a hablar y testificar. Sombath 5/ no cae en el olvido.

Camboya y las ambiciones din?sticas de Hun Sen

El tejido social de Camboya se vio particularmente afectado por el alcance de los bombardeos estadounidenses durante el periodo final de la guerra de Indochina y, a?n m?s profundamente, por el r?gimen terrorista de los Jemeres Rojos bajo el liderazgo de la facci?n de Pol Pot. Durante mucho tiempo, la suerte de la poblaci?n no dej? de ser un problema secundariofrente a los factores geopol?ticos, pues Washington y las potencias occidentales se aliaron con Pek?n y Nom Pen contra Hanoi.

Fueron los vietnamitas quienes derrocaron el r?gimen de Pol Pot en 1979, pusieron a Hun Sen a la cabeza del pa?s y luego se retiraron. Hun Sen es un antiguo miembro de los Jemeres Rojos, pero no pertenec?a a la facci?n de Pol Pot (que liquidaba toda disidencia interna). Hab?a roto con la organizaci?n en 1977. Hoy sigue siendo el primer ministro.

Tras la firma de un acuerdo de paz en 1991, el pa?s se benefici? de una ayuda internacional masiva, pero esta se desvi? en gran medida en favor de intereses privados, clanes pol?ticos y un capitalismo salvaje ?ntimamente asociado a numerosos tr?ficos (a trav?s de la frontera tailandesa en particular). La econom?a se ve impulsada ahora por la fiebre inversionista, especialmente china. El r?gimen pol?tico se cierra: la oposici?n est? disuelta, sus l?deres en prisi?n o en el exilio. Las redes sociales, libres ayer, est?n bajo control, al igual que la prensa y numerosas ONG. Hun Sen se enfrenta a una crisis de legitimidad.

Para la generaci?n que vivi? la guerra de Indochina y el terror polpotiano, gozaba de legitimidad, dadas las dificultades. Este ya no es el caso de la generaci?n posterior, que juzga la evoluci?n del pa?s y mide el contraste entre el desarrollo econ?mico, por un lado, y el aumento de la desigualdad social, por otro, y la omnipresencia de la corrupci?n, el nepotismo y la creciente restricci?n de las libertades.

Hun Sen responde a esta situaci?n exaltando la identidad jemer, promoviendo valores tradicionales e identific?ndose con la naci?n. Desde la muerte del antiguo rey Norodom Sihanuk (que abdic?) en 2012, trata de construirse una legitimidad real. Seg?n la acad?mica Astrid Noren-Nilsson 6/, se trata de proporcionar ?a la deriva autoritaria del r?gimen una legitimidad divina e introducir la noci?n de sucesi?n din?stica?. La ofensiva ideol?gica viene acompa?ada de medidas concretas, como la adopci?n en febrero de 2018 de una ley de lesa majestad, inspirada en el modelo de la existente en Tailandia, que se suma a un arsenal represivo que ya es temible.

Los a?os 2013-2014 registraron un auge de las movilizaciones. La oposici?n pol?tica pudo entonces salir a la calle, se llevaron a cabo manifestaciones masivas con una notable participaci?n de huelguistas (del sector textil en particular). En julio de 2016, un analista pol?tico muy influyente, Kem Ley, fue asesinado despu?s de publicar un art?culo sobre la enorme fortuna del clan Hun Sen. M?s de un mill?n de personas asistieron a su funeral. Hoy, sin embargo, la capacidad de resistencia popular parece debilitada.

En el trasfondo, un giro autoritario mundial

El auge del autoritarismo en el Sudeste Asi?tico no es un fen?meno ex?tico. El problema se plantea en todos los continentes, incluida Europa. Las estructuras de la Uni?n Europea son autoritarias en muchos aspectos, ya que los parlamentos estatales no tienen derecho a tomar decisiones sustantivas contrarias a los reglamentos y tratados vigentes sin que el Consejo, la Comisi?n y el Banco Central les planten cara con toda su artiller?a pesada (como en el caso de Grecia a partir de 2010).

En muchos pa?ses occidentales, la tendencia tambi?n apunta al autoritarismo. En Francia, el verticalismo presidencial y la falta de representatividad (social y pol?tica) de la Asamblea Nacional son objeto de denuncia a ra?z de la crisis que abri? el movimiento de los chalecos amarillos, desde noviembre de 2018. En Estados Unidos, Donald Trump no es el ?ltimo en expresar todo su desprecio por los derechos humanos. En Brasil, el presidente Bolsonaro afirma abiertamente su apego a la dictadura y sus pr?cticas mort?feras. En (casi) todas partes, el ejercicio de los derechos civiles est? restringido en nombre de las pol?ticas de seguridad y los sistemas de vigilancia se vuelven cada vez m?s intrusivos.

Que lo haya merecido o no en el pasado, la democracia occidental ha perdido su aura. El modelo chino de Xi Jinping se beneficia de ello: el modo de desarrollo capitalista que preconiza (y la financiaci?n que ofrece) corresponde a las expectativas de una parte significativa de las clases dominantes de la regi?n, aunque esto venga acompa?ado de pr?cticas pol?ticas autoritarias. Las libertades de asociaci?n, expresi?n y manifestaci?n est?n encorsetadas y en muchos pa?ses las ONG nacionales est?n sometidas cada vez m?s al control del Estado, y la ayuda que reciben de sus socios internacionales est? siendo gravada, vigilada, incluso prohibida. El riesgo es ver criminalizada la solidaridad internacional, un riesgo que se materializa en algunos pa?ses.

Pierre Rousset es responsable del sitio web Europe Solidaire Sans Fronti?res (www.europe-solidaire.org) y dirigente de la IV Internacional

http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article47638

Traducci?n: viento sur

Notas:

1/ http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article47313

2/ https://www.suaram.net

3/ http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article45174

4/ http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article45666

5/ https://www.sombath.org/e

6/ http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article45013


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