Cuando el 16 de mayo de 1944 los 6.000 gitanos encerrados en el Zigeunerlager ?la secci?n donde reten?an a los prisioneros de esta etnia? del campo de concentraci?n de Auschwitz-Birkenau supieron que aquella noche ser?an gaseados, tomaron una determinaci?n: evitar?an a toda costa su exterminio. A tal fin se pertrecharon de todo lo que encontraron para preparar su levantamiento contra las SS y as?, insurgiendo, lograron escapar.
Antigitanismo: memoria hist?rica y reparaci?n
El 16 de mayo, D?a de la Resistencia Roman?, se recuerda la noche de 1944 en la que las gitanas y gitanos confinados en la secci?n roman? de Auschwitz-Birkenau se enfrentaron a las SS para evitar ser gaseados. Pero el holocausto gitano de la Segunda Guerra Mundial no es el primer genocidio que diezma a este pueblo. Activistas apuntan a recuperar la memoria hist?rica del exterminio y la persecuci?n para avanzar hacia la reparaci?n.
SARAH BABIKER
El Salto
2019-05-16 06:00:00
Cuando el 16 de mayo de 1944 los 6.000 gitanos encerrados en el Zigeunerlager ?la secci?n donde reten?an a los prisioneros de esta etnia? del campo de concentraci?n de Auschwitz-Birkenau supieron que aquella noche ser?an gaseados, tomaron una determinaci?n: evitar?an a toda costa su exterminio. A tal fin se pertrecharon de todo lo que encontraron para preparar su levantamiento contra las SS y as?, insurgiendo, lograron escapar.
No fue por mucho tiempo. Aunque menos conocido que el genocidio jud?o, el holocausto del pueblo gitano ?al que se ha llamado Samudaripen o Porraimos? supuso la aniquilaci?n de hasta 800.000 roman?es. De hecho, pocos meses despu?s de aquel 16 de mayo, la noche del 2 de agosto de 1944, 4.000 gitanos murieron en las c?maras de gas del mismo Auschwitz-Birkenau por orden del comandante en jefe de las SS Heinrich Himmler. Aquella matanza se recuerda como ?La noche de los gitanos?.
La persecuci?n al pueblo gitano no es monopolio de los nazis. ?El primer genocidio gitano que ocurre en la historia no es el de la segunda guerra mundial?, remarca Celia Montoya integrante de las organizaciones Rromani Pativ y Ververip?n. Esta activista recuerda c?mo casi dos siglos atr?s, el 30 de julio de 1749, miles de gitanas y gitanos fueron capturados en la pen?nsula, en un episodio que ha quedado registrado como ?La gran redada? o ?La prisi?n general de gitanos? y que supuso un salto adelante en un proceso iniciado dos siglos y medio atr?s, cuando en 1499, bajo el reinado de los Reyes Cat?licos, se decretaron las primeras leyes contra el pueblo Roma. As?, aquel 30 de julio de 1749, relata Montoya, ?decidieron que nos quer?an exterminar f?sicamente y borrarnos del mapa?.
El Marqu?s de la Ensenada fue quien orden? La gran redada, ?un dirigente al que se estudia hoy en d?a en los libros de texto como el gran modernizador del estado espa?ol?, denuncia por su parte Cayetano Fern?ndez de Kale Amenge. ?Separaron a los ni?os mayores de siete a?os de sus madres, a quienes apresaron y aislaron con el fin de impedir la reproducci?n de nuestro pueblo. Mientras, los hombres fueron encadenados y forzados a trabajar levantando los puertos de Ferrol, Cartagena y la Carraca?, describe.
Como los gitanos retenidos en Auschwitz-Birkenau, en aquella ocasi?n las mujeres se resistieron a los planes de exterminio, cuenta Montoya: ?En Zaragoza, en el Palacio Pignatelli ?que ahora curiosamente es la sede de la diputaci?n? metieron presas a las mujeres y a los ni?os gitanos. Ellas hicieron una resistencia brutal con lo ?nico que ten?an que eran sus cuerpos y sus manos, se desnudaban para llevar al infierno a esos monjes que las ten?an prisioneras?.
El plan de exterminio del Marqu?s de la Ensenada continu? durante 14 a?os m?s, hasta que en 1563 se dictaminara la puesta en libertad de las gitanas y los gitanos presos. Fue la resistencia la que permiti? que el pueblo gitano sobreviviera. Siglos despu?s, los descendientes de aquellas personas cazadas y apresadas durante a?os a?n pueden leer el nombre de quien plane? su extinci?n en las placas de las calles: ?Imag?nate la violencia simb?lica: la sede del Consejo General del Poder Judicial est? en la calle Marqu?s de la Ensenada?, denuncia I?aki V?zquez, tambi?n de Rromani Pativ y Ververip?n, ?cada vez que se nos cita ah? porque tenemos interlocuci?n para aclarar temas judiciales se nos revuelve el est?mago?.
Han pasado 75 a?os desde aquel 16 de mayo, 270 desde La gran redada y el antigitanismo sigue manifest?ndose en Europa y en Espa?a. Siguen frescas en la memoria propuestas como la del censo de gitanos de Salvini, o la gran deportaci?n que Sarkozy puso en marcha en el 2010. Mientras, en los pa?ses del este, se escuchan discursos expl?citamente antigitanos, como los que provienen del gobierno del Jobbik en Hungr?a, liderado por el actual presidente Viktor Orban.
SOBRE LA INCLUSI?N
En Espa?a, durante las ?ltimas d?cadas la cuesti?n gitana se ha abordado desde la ?ptica de la integraci?n o la inclusi?n, con iniciativas lideradas durante mucho tiempo por organizaciones cuyas integrantes, o dirigentes, eran personas payas. Actualmente cada vez m?s gitanas y gitanos realizan este trabajo. ?Las personas payas, con buena voluntad, pero que vienen de servicios sociales, tienen una mirada m?s caritativa. Siendo ellas quienes ejecutan, la mirada va a ser siempre una mirada paya, nosotros marcamos diferencia porque la junta es gitana aunque el equipo es mixto: somos 20 gitanas y 10 payos?, cuenta Isabel Gim?nez, trabajadora social e integrante de la Asociaci?n Gitana por el Futuro de Gipuzkoa. Las actividades de esta organizaci?n van desde la lucha contra los prejuicios a la colaboraci?n con servicios sociales. Respecto a estos ?ltimos reconoce que ?hay cierto control, no s? si esa es la palabra, entendemos que del mismo modo que la hay en la sociedad en general, hay una mirada muy acusada sobre las familias gitanas. Aqu? muchas familias dependen de ayudas y la contraprestaci?n es que servicios sociales hace un seguimiento muy exhaustivo?.
Para I?aki V?zquez el marco de las pol?ticas de inclusi?n tiene un trasfondo problem?tico: ?Cuando hablan de incluirnos habr?a que pensar d?nde quieren incluirnos. Quiz?s no nos queremos incluir e integrar ah?. Esa palabra lleva impl?cita una parte de p?rdida de identidad y eso no lo queremos. Lo que s? que queremos es convivir y mezclarnos, intercambiar?. M?s all? de lo err?neo del punto de partida, para este activista, este marco ha mostrado su ineficacia: ?despu?s de 40 a?os de pol?ticas de integraci?n la situaci?n de los gitanos no ha cambiado sustancialmente, no en proporci?n a la cantidad de recursos p?blicos y esfuerzos realizados?, concluye este activista. ?Son realidades complejas pero lo que atraviesa a esta situaci?n es el antigitanismo, el racismo estructural antigitano?.
?Nosotros pensamos que la integraci?n ha sido una ideolog?a que ha servido a veces para controlar a nuestro pueblo, una zanahoria que pones delante del burro?
?Nosotros pensamos que la integraci?n ha sido una ideolog?a que ha servido a veces para controlar a nuestro pueblo?, apunta Fern?ndez, ?una zanahoria que pones delante del burro?. El problema para Kale Amenge es que la agenda, el camino, ?siempre ha sido la agenda del payo, siempre se ha entendido que los gitanos ten?amos un problema de adaptaci?n?. Se habla de convivencia, se habla de integraci?n, prosigue, pero ?nadie habla de racismo, ni siquiera cuando hay una larga tradici?n de pogromo en el estado espa?ol?.
A la cuesti?n de la integraci?n le sigue la de la representaci?n. Para Montoya y V?zquez se trata de una cuesti?n clave: se preguntan por qu? se destina m?s del 80% de los que se dedican al pueblo gitano a ?una organizaci?n de la Iglesia Cat?lica gobernada por un cura miembro de la Conferencia Episcopal? y que adem?s, apuntalan, usa el dominio gitanos.org, circunstancia de fuerte carga simb?lica. Pero tambi?n plantean que, a?n habiendo cada vez m?s gitanos en las asociaciones, son pocas en las que estos ocupan espacios de toma de decisiones y de interlocuci?n ante el poder: ?En el Parlamento espa?ol, las Cortes llaman al presidente de esta gran organizaci?n para hablar en nombre de los gitanos pero los gitanos tenemos voz, tenemos voces diversas?, defiende V?zquez.
Como las voces de las personas que integran Kale Amenge, que ponen en el centro del debate lo que denominan antirracismo pol?tico ?que apunta al racismo como estructura? frente al antirracismo moral ?que presupondr?a que el racismo es algo no deseable que se supera con m?s educaci?n. ?Cuando formamos Kale Amenge lo hicimos con una dimensi?n pol?tica porque entendemos que el antigitanismo es un problema pol?tico y que necesitamos herramientas pol?ticas para confrontarlo?, explica Fern?ndez.
El colectivo parte de una doble frustraci?n, la que sus integrantes sienten respecto al asociacionismo gitano que acaban identificando como una parte del sistema incapaz de generar un cambio y por otro lado, la que les queda tras su paso por organizaciones de la izquierda blanca: ?Todos al final compart?amos esa frustraci?n de ver que no se entend?a realmente la lucha gitana, que la izquierda buscaba referencias en Palestina, en Chiapas que son luchas evidentemente muy loables en s? pero que eran incapaces de entender la violencia que se genera contra el pueblo gitano que en muchos casos est? enfrente de su casa?, explica Fern?ndez.
UNA MEMORIA HIST?RICA M?S AMPLIA
Los activistas entrevistados proponen ensanchar el debate sobre la Memoria Hist?rica, pues hallan l?mites en su temporalidad y en su sujeto. Para empezar los represaliados durante la guerra civil y el franquismo tambi?n fueron gitanos, para continuar, el solo hecho de ser gitanos ya constitu?a un motivo de persecuci?n. As? lo explica Montoya: ?En el pueblo gitano hab?a mucha gente con ideolog?a revolucionaria republicana: hablo de mi abuelo que era sargento republicano y decidi? coger las armas y defender a su familia, las mujeres gitanas durante la dictadura actuaban como mensajeras con la gente que estaba en el monte para llevarles comida?. Por otro lado estaban las leyes antigitanas, como la Ley de Vagos y Maleantes ?que no solo persegu?a a los cal?s, pero que les nombraba de manera expl?cita. ?Mis abuelos me han contado?, explica Montoya, ?que si un guardia civil durante el franquismo decid?a que una familia ten?a que irse de un pueblo, pues ten?an que irse. Su palabra era ordeno y mando en ese momento en el que cualquiera que tuviese el m?s m?nimo roce con alguien podr?a ver se?alada a toda una familia?.
?Nuestra batalla por la memoria hist?rica es doble, pues se trata de decidir que se reconozca esa memoria hist?rica, pero tambi?n de criticar los marcos blancos donde se ha discutido, no para confrontar, pero s? para ampliarlos?
Fern?ndez coincide con la izquierda blanca en la necesidad de que se afronte la memoria hist?rica del franquismo, pero en su opini?n es necesario ir m?s all?. Considera que el antigitanismo constituye la identidad espa?ola desde 1499, cuando, por v?a de las primeras leyes antigitanas, se oblig? al pueblo roman?, que hasta entonces ten?a libertad de movimiento y capacidad de autogobierno, a sedenterizarse y someterse a los Reyes Cat?licos, los mismos que expulsaron a jud?os y musulmanes en la b?squeda de una identidad unitaria, al tiempo que invad?an el continente americano.
La invisibilizaci?n de la historia del pueblo gitano y del antigitanismo se pone de manifiesto en las escuelas e institutos: ?Lo que se estudia es muy frustrante, una historia donde los gitanos no existimos, como tampoco se habla de la venta de esclavos negros aqu? en Espa?a, ni de las barbaridades de la colonizaci?n?, denuncia Fern?ndez. ?Hay una batalla por delante respecto a la memoria hist?rica, pero nuestra batalla aqu? es doble, pues se trata de conseguir que se reconozca esa memoria hist?rica, pero tambi?n de criticar los marcos blancos donde se ha discutido esta memoria, no para confrontar, pero s? para ampliarlos?.
DEL RECONOCIMIENTO A LA REPARACI?N
El pasado 8 de abril se conmemor? el D?a Internacional del Pueblo Gitano. Ayuntamientos y otras administraciones se sumaron a los actos de conmemoraci?n, luciendo banderas roman?es ?como en Zamora? o iluminando el consistorio con los colores de la bandera ?como se hizo en Madrid?. Tambi?n se celebr? la Ceremonia del R?o en numerosas ciudades, un ritual de ofrenda en el que se depositan p?talos de flores en el agua en memoria de los ancestros perseguidos. Pocas semanas antes la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, promovi? una petici?n institucional de perd?n al pueblo gitano. Un a?o antes, el gobierno hab?a reconocido sus s?mbolos: la bandera, el himno, y el d?a internacional del 8 de abril. Se dir?a que hay en marcha indicios de reparaci?n simb?lica.
Si bien los activistas valoran positivamente estos gestos, urgen a ir m?s all?, lo que demandan es un aut?ntico ?proceso de la verdad?: ?Igual que se ha hecho con otros pueblos como con el pueblo jud?o, o en Sud?frica tras el apartheid?, explica V?zquez: ?En este caso deber?a empezar con un proceso de reflexi?n no s?lo hecho por personas gitanas, sino en general, en el que haya reconocimiento, por ejemplo, de las m?s de 200 leyes expresamente antigitanas que hubo en Espa?a,? propone. A partir de ah?, evaluar el da?o hecho al pueblo y que las pol?ticas p?blicas pivoten desde ese eje, para no centrarse solo en pol?ticas contra la pobreza. Un ejemplo de pol?tica p?blica necesaria ser?a contribuir a la recuperaci?n de la lengua, plantea Montoya: que en Espa?a se haya perdido el roman?s ?tiene que ver, no con una incapacidad nuestra, sino con que se prohibi? hablar nuestra lengua bajo pena de cortar las orejas a quien lo hiciera?.
Por todo esto, se?ala V?zquez, ?trabajar lo simb?lico es muy importante pero queremos pol?ticas concretas de reparaci?n: el tema de la lengua, el de la falta de referentes, quitar del nombre de las calles a quienes han sido nuestros verdugos, poder contar nuestra historia no solo a las gitanas y gitanos sino para que toda la poblaci?n la conozca?.
?El reconocimiento simb?lico ayuda a sanar esa herida colonial del pueblo gitano. Pero lo simb?lico debe ir acompa?ado de la materialidad?, opina por su parte Fern?ndez. ??Qu? pasa con los beneficios econ?micos de esos puertos que est?n construidos sobre la sangre y el dolor de nuestros antepasados? Tambi?n habr?a que hablar del fracaso del sistema educativo hacia el pueblo gitano y pensar c?mo cambiar eso, que pasar?a por la inclusi?n de nuestra historia y nuestra cultura como materia de estudio, de cuotas en las universidades, o de sistemas de becas que nos ayuden a remontar esas brechas?.
Antigitanismo policial
Del eslogan a la pura realidad: el antigitanismo es siempre institucional
En las elecciones generales del pasado 28 de abril, cuatro personas de etnia gitana accedieron a un esca?o: Juan Jos? Cort?s del PP, Beatriz Carrillo del PSOE, Sara Gim?nez por parte de Ciudadanos e Ismael Cort?s proveniente de En Com?. El dato es hist?rico, hasta ahora hab?a sido testimonial la presencia de personas gitanas en las instituciones. Sin embargo, no est? claro que una mayor presencia de gitanas y gitanos en el Congreso se traduzca autom?ticamente en avances en la lucha contra el antigitanismo y en la mejora de las condiciones de vida del pueblo gitano.
De hecho, recuerda V?zquez, ?hay gente que habla de cupos como los que ya existen en los pa?ses balc?nicos ?aunque la situaci?n de los gitanos en esos pa?ses no ha cambiado mucho siendo incluso m?s dram?tica?, pero tambi?n hay otra que habla de una autonom?a pol?tica gitana como una especie de parlamento gitano auton?mico pero no territorial?. El problema viene de que un proyecto as? implicar?a tener un censo, algo que despierta muchas resistencias. ?Es un debate que est? absolutamente abierto, pero lo que s? que es cierto es que en una posible reforma constitucional o un proceso de repensar Espa?a el tema gitano tiene que estar encima de la mesa?.