Bajo la aparente bendici?n de transferencias financieras a los pobres, se fomenta esa otra corrupci?n, de efectos particularmente perversos. Se inserta a los despojados en un consumismo insensato que los hunde a?n m?s en la condici?n atroz en que se encuentran, ahora dependientes de un subsidio estatal que puede desaparecer en cualquier momento. En vez de atender el fondo del asunto, el despojo de todo lo que tienen, territorios lo mismo que derechos, en vez de aliarse con los despojados para fortalecer su defensa y su construcci?n de una vida digna, un gobierno que se pretende de izquierda se al?a con los despojadores y les garantiza su operaci?n.
La otra corrupci?n
Gustavo Esteva
La Jornada
Fue una queja extra?a. Parec?a inspirada en la simple man?a de criticar.
En el Istmo, tanto organizaciones empresariales como agrupaciones sociales denunciaron un efecto peculiar de las tarjetas de bienestar: la repentina prosperidad de cantinas y table dance, y la venta masiva de celulares. Mientras los empresarios exig?an prohibir el uso de las tarjetas en el comercio informal, para proteger el suyo, las organizaciones denunciaron las consecuencias del reparto precipitado de las tarjetas, antes de que el Presidente visitara la zona para promover el Corredor Trans?stmico. Las cantinas alrededor de las escuelas, como el Bachilleres de la ciudad de Mat?as Romero, se llenaron de j?venes, incluso vestidos de uniforme, haciendo uso de su reci?n adquirida capacidad econ?mica, declar? Carlos Beas, coordinador de la Uni?n de Comunidades Ind?genas de la Zona Norte del Istmo (La Jornada, 10/5/19).
Las transferencias masivas a los pobres constituyen uno de los programas m?s populares del nuevo gobierno. Hay efectos dram?ticos que conmueven. Una familia en la extrema miseria que tiene dos viejitos y un joven inscritos en los programas cambi? sustancialmente su condici?n. Empieza a respirar. No cabe condenar remedios a la situaci?n atroz de millones de familias, aunque se usen escopetas cuando hace falta el tiro de precisi?n. Pero es importante poner el asunto en su contexto.
En 1994 los zapatistas aludieron a los desechables. La llamada poblaci?n sobrante, los marginales y los desempleados, cumpl?a en el pasado una funci?n clara para el capitalismo: eran el ej?rcito industrial de reserva. Se cre? ahora una nueva clase social con las personas que el capital no usar? ni ahora ni nunca. Y esos desechables est?n siendo desechados.
En 1995, en el hotel Fairmont de San Francisco se organiz? el Foro sobre el Estado del Mundo, al que asistieron alrededor de 500 de las personas m?s poderosas y prominentes del mundo. El tema principal fue qu? hacer con 80 por ciento de la poblaci?n del mundo, que resultar?a superflua porque bastar?a 20 por ciento para ocuparse de la producci?n. Se atribuye a Zbigniew Brzezinski, ide?logo neoliberal, el vocablo entetanimiento ?tittytainment? (ver Wikipedia). Como el superfluo 80 por ciento entrar?a en creciente frustraci?n, sin empleo ni oportunidades, habr?a que darle el tratamiento que da la madre al beb?: teta y distracciones. Se encomend? al Banco Mundial el dise?o de esta pol?tica y la izquierda la implement? con entusiasmo. Lula se sent?a muy orgulloso de haber tra?do a 35 millones de brasile?os al consumismo clasemediero y vino a felicitar al presidente Pe?a Nieto y al gobernador Velasco por hacer en M?xico lo mismo que ?l: mantener pasivos, individualizados y consumistas a los superfluos, los desechables. El dispositivo pod?a tambi?n utilizarse como arma de contrainsurgencia.
Los llamados gobiernos progresistas de Sudam?rica cumplieron fielmente los nuevos preceptos neoliberales. Un amplio sector de la izquierda latinoamericana los vio como correctivo del ajuste estructural y mecanismo de nivelaci?n social. La izquierda brasile?a, por ejemplo, aplaudi? el programa de Lula y su alianza con empresarios y corporaciones desarrollistas, lo mismo que su Bolsa Familia. Para Lula, sus pol?ticas eran todo lo que la izquierda so?aba que se hiciera (Proceso, 1770, 3/10/10).
Como ya mencion? en este espacio, Rogelio Jim?nez Pons, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, argument? en defensa del Tren Maya: Somos un gobierno de izquierda que m?s que otra cosa est? instaurando un verdadero capitalismo ( Animal Pol?tico, 2/15/19). Era tambi?n la postura de Lula: Un obrero metal?rgico est? haciendo la mayor capitalizaci?n de la historia del capitalismo (Proceso, 1770, 3/10/10).
Parece claro que L?pez Obrador no caer? en la patolog?a de la corrupci?n en la que se sumergieron todos los gobiernos progresistas de Am?rica Latina. Pero es claro tambi?n que se entrega con entusiasmo a la patolog?a de un r?gimen profundamente inmoral, que genera injusticia sistem?tica y destruye todo a su paso, la naturaleza lo mismo que el tejido social, la subsistencia aut?noma lo mismo que capacidades creativas que pueden florecer en armon?a con el ambiente.
Bajo la aparente bendici?n de transferencias financieras a los pobres, se fomenta esa otra corrupci?n, de efectos particularmente perversos. Se inserta a los despojados en un consumismo insensato que los hunde a?n m?s en la condici?n atroz en que se encuentran, ahora dependientes de un subsidio estatal que puede desaparecer en cualquier momento. En vez de atender el fondo del asunto, el despojo de todo lo que tienen, territorios lo mismo que derechos, en vez de aliarse con los despojados para fortalecer su defensa y su construcci?n de una vida digna, un gobierno que se pretende de izquierda se al?a con los despojadores y les garantiza su operaci?n.
La circunstancia es nueva. Exige cambiar, desde abajo, la manera de cambiar.
gustavoesteva@gmail.com