En el conflicto minero en torno a Las Bambas, sobresalen dos cuestiones. Por un lado, 500 comuneros tienen procesos abiertos por haber participado en protestas contra la empresa minera. Tres campesinos purgar?n m?s tiempo de prisi?n por cortar la ruta que el ex presidente por robarse millones. El mes pasado, los abogados asesores de la comunidad fueron sentenciados a tres a?os de prisi?n preventiva tras ser acusados mediante la figura legal de ?organizaci?n criminal? que ?extorsionaba a la empresa minera?. Pero la represi?n es apenas una cara del conflicto. Las consecuencias m?s profundas de la presencia minera pueden resumirse en el desmembramiento de las comunidades por la desarticulaci?n del tejido comunitario que provocan los emprendimientos.
21-05-2019
En el corredor minero peruano
Quinua de cien colores
Ra?l Zibechi
Brecha
Protestas frente al proyecto minero de Las Bambas en la regi?n peruana de Apur?mac, en setiembre de 2015 / Foto: Afp, Observatorio de Conflictos Mineros en el Per?.
desde Cusco y Apur?mac.- La luminosidad del Cusco lacera la vista. Pero tambi?n retiene la atenci?n, seduce la mirada que se va posando ingenua sobre las piedras incas, primero, y tuerce hacia las monta?as m?gicas, poco despu?s. Los suaves valles cusque?os van dando paso, carretera arriba y abajo, a profundas gargantas tapizadas de los m?s variados cultivos seg?n los diferentes pisos ecol?gicos que recorremos. Las tierras altas y fr?as, a m?s de 3.500 metros, pobladas por pastores de alpacas, llamas y ovejas, dialogan e intercambian con las tierras bajas y c?lidas, productoras agropecuarias y de frutos tropicales.
La despiadada geograf?a del Ande, en uno de sus nudos centrales, permite contemplar, en una sola mirada, desde la profundidad del valle hasta las cumbres nevadas. La regi?n de Apur?mac es crucial por lo abrupta y extrema. La llegada a Andahuaylas, la ciudad m?s poblada, con 100 mil habitantes, implica bajar casi dos mil metros en apenas diez kil?metros de carretera. Una ca?da vertical, con mil vericuetos, desde el p?ramo hasta un valle c?lido y h?medo a poco m?s de dos mil metros sobre el nivel del mar. Por algo el ge?grafo Antonio Raimondi compar? la regi?n con un papel arrugado.
Recorriendo el ca??n del r?o Apur?mac, que nace a 5 mil metros y se vierte en el Amazonas, trepamos por laderas verticales pinceladas de parcelas verdes y amarillas, aferradas a las pendientes, donde las familias comuneras cultivan en condiciones s?lo explicables por la obstinaci?n que exige la sobrevivencia. All? arriba s?lo papas y habas desaf?an el fr?o y las ventiscas; en la zonas templadas intermedias, las espigas de trigo van mudando del verde al ocre, anunciando la inminente cosecha; m?s abajo, en la calidez de la hondonada, el ma?z generoso y la infinita variedad de frutas, mangos, granadillas, aguacates y papayas.
En alguna vuelta del camino, en general cerca de las decenas de caser?os que bordeamos, los pisonays majestuosos se yerguen frondosos, ostentando un tapiz de flores coloradas. En peque?os grupos, emergiendo de improviso, con cierta timidez, islotes de quinuas destacan por la multiplicidad de colores, desde el verde marcial hasta un verdoso que chilla cuando lo ilumina el sol en las alturas, pasando por morados brillantes, rojos fren?ticos y ocres amarillentos de m?ltiples variantes, tan bien retratados por el poeta nacido en Andahuaylas: ?Las cien flores de la quinua que sembr? en las cumbres hierven al sol en colores?.
Abuso minero
El llamado ?corredor minero? atraviesa tres regiones: Cusco, Apur?mac y Arequipa. Son 500 quil?metros desde la mina de cobre Las Bambas, a 4 mil metros de altura, hasta el puerto de Matarani en el Pac?fico, por donde se exporta el mineral con destino al continente asi?tico. La carretera atraviesa 215 centros poblados en los que viven 50 mil personas; est? militarizada porque cualquier alteraci?n del transporte tiene costos millonarios para la empresa.
Apur?mac es el coraz?n del corredor, la regi?n m?s pobre del pa?s y la que cuenta con el mayor porcentaje de quechuahablantes. Campesinos humildes de manos arrugadas y pies encallecidos, pero no tan pobres como sus elites, que reci?n se avinieron a crear universidades, en la capital Abancay y en Andahuaylas, hace poco m?s de una d?cada para calmar a las mujeres del mercado que reventaron las calles para demandar educaci?n terciaria para sus hijos.
Entre febrero y marzo de este a?o, la carretera estuvo cortada durante 68 d?as por los comuneros de Fuerabamba, la comunidad m?s cercana a una de las mayores minas del mundo, que produce 140 mil toneladas diarias de cobre. La mina est? a 75 quil?metros al sur de Cusco y comenz? a operar en 2015, pero los primeros pasos para su instalaci?n se dieron una d?cada atr?s de la mano de la minera suiza Xstrata Copper, que en 2014 la vendi? a la estatal china Minerals and Metals Group (Mmg).
Cuando la minera china compr? Las Bambas, decidi? modificar el proyecto que ya contaba con el permiso ambiental. Lo m?s grave fue el abandono del mineroducto destinado a transportar el cobre hasta Espinar, Cusco, donde ser?a procesado por el traslado del mineral en camiones. Es el principal motivo de conflicto, ya que todos los d?as pasan por las comunidades y pueblos 600 camiones articulados que se desplazan en convoyes de 35 unidades, levantando impertinentes nubes de polvo.
Los campesinos se quejan de que las chacras fueron invadidas por el polvo, que ya no pueden sacar su ganado y que el ruido que hace ?el gusano de tr?ilers? les impide conversar con los vecinos. Peor aun porque la carretera de la empresa atraviesa sus tierras, sin la autorizaci?n de los comuneros. Adem?s, pasan decenas de cisternas con combustibles, por lo cual la carretera se convirti? en un verdadero peligro.
El anterior presidente de Per?, Pedro Pablo Kuczynski, actualmente en prisi?n preventiva por lavado de activos, ocup? la presidencia del directorio de Servosa, una empresa que en la actualidad cuenta con 400 camiones y tiene el monopolio del transporte del mineral de Las Bambas. El economista, empresario y banquero presidente jug? fuerte a favor del proyecto minero, escondiendo sus intereses en el transporte del mineral. En 2015, el congresista Justiniano Apaza denunci? que Kuczynski recib?a financiamiento de la minera y que su empresa obtuvo ?sin licitaci?n el cien por ciento del transporte del mineral en varias zonas del sur del pa?s?. Al a?o siguiente, fue elegido presidente sin que nadie investigara las denuncias.
Comuneros sin comunidades
La l?gica del modelo extractivo es implacable. Para hacer posible la explotaci?n de Las Bambas, las 450 familias de la comunidad Fuerabamba debieron ser trasladadas, porque viv?an justo encima de una fabulosa riqueza que supuso la mayor inversi?n minera del mundo, con 11 mil millones de d?lares para poner en marcha la quinta mina del mundo. El nuevo asentamiento fue levantado con viviendas ?estilo suizo? y se compens? a los comuneros con elevadas cifras, y en el nuevo asentamiento (a dos quil?metros del original, a 3.800 metros de altitud) se construyeron un centro de salud, instituciones educativas y hasta un cementerio, completamente trasladado del sitio original.
Pero ya no cultivan la tierra, se sienten ?como palomas encerradas? en la nueva localizaci?n y los ancianos no saben qu? hacer sin sus ovejas; deambulan sin norte entre las modernas viviendas en hileras que parecen prisiones. Sin embargo, sobrellevan el dolor y el abandono en silencio, porque en Per? uno de los ep?tetos m?s dif?ciles de aceptar es el de ?antiminero?.
En la regi?n minera, el 80 por ciento de la poblaci?n es pobre y la mitad de los menores de 5 a?os padece desnutrici?n cr?nica. La capital del distrito donde se asienta Las Bambas, Challhuahuacho, a dos quil?metros de la mina, creci? de dos a 16 mil habitantes en pocos a?os, un verdadero tsunami demogr?fico con hondas consecuencias sociales. Seg?n Ruth Vera, de Derechos Humanos Sin Fronteras, ahora ?abundan los problemas de violaciones, violencia dom?stica y delincuencia que fueron desencadenados por la presencia minera?.
La mayor?a de los varones prestan servicios a empresas que operan para la mina y acceden a cantinas y bares, lo que trastoca la vida familiar y comunitaria, en una sociedad profundamente patriarcal en la que la violencia cuenta con amplia legitimidad social.
El otro problema es la represi?n estatal. Seg?n la Ong CooperAcci?n, las 50 mil personas que viven cerca de la carretera ?tienen suspendidos sus derechos a la libertad y seguridad personales, la inviolabilidad de domicilio y la libertad de reuni?n y de tr?nsito en el territorio?, por la aplicaci?n del estado de emergencia cada vez que se produce alg?n conflicto.
El corredor vial se ha convertido en pieza estrat?gica en Per?, ya que incluye cinco grandes unidades mineras en explotaci?n (entre ellas, Las Bambas) y conecta no menos de cuatro proyectos exploratorios importantes. En ese marco, la Polic?a Nacional firm?, en secreto, 31 convenios con empresas mineras para la protecci?n de sus negocios. Los polic?as se trasladan en camionetas de las empresas y tienen bases en los campamentos de las mineras, lo que los convierte en una guardia privada empresarial. Estos mecanismos permiten hablar de un ?gobierno minero? en la regi?n, en el que participan el Estado y las empresas.
En el conflicto minero en torno a Las Bambas, sobresalen dos cuestiones. Por un lado, 500 comuneros tienen procesos abiertos por haber participado en protestas contra la empresa minera. Tres campesinos purgar?n m?s tiempo de prisi?n por cortar la ruta que el ex presidente por robarse millones. El mes pasado, los abogados asesores de la comunidad fueron sentenciados a tres a?os de prisi?n preventiva tras ser acusados mediante la figura legal de ?organizaci?n criminal? que ?extorsionaba a la empresa minera?. Pero la represi?n es apenas una cara del conflicto. Las consecuencias m?s profundas de la presencia minera pueden resumirse en el desmembramiento de las comunidades por la desarticulaci?n del tejido comunitario que provocan los emprendimientos.
La utop?a de seguir siendo
Apur?mac es la regi?n donde nacieron Micaela Bastidas (esposa de T?pac Amaru) y Jos? Mar?a Arguedas, dos grandes de la lucha social y de las letras de este continente. En casi todas las plazas de Abancay, la tierra natal de Micaela, hay alguna estatua blanca que la recuerda, con sus trenzas largas y una mano alzada al cielo. La tumba de Arguedas fue erigida en una plaza en la que se re?nen, desde tiempos remotos, los campesinos que llegan al mercado de Andahuaylas, donde naci? un siglo atr?s.
El martirio de Bastidas deber?a haber sido motivo de alguna compasi?n por los herederos de la conquista. Fue llevada junto con sus hijos, Hip?lito, de 18 a?os, y Fernando, de 10, y su esposo, a la plaza de armas de Cusco, luego de ser torturados, para ejecutarlos de uno en uno. Micaela fue obligada a presenciar la muerte de su hijo mayor, al que primero le cortaron la lengua por hablar mal de los espa?oles. La estrangularon en p?blico, le dieron garrote y la remataron a patadas.
Ser?a excesivo decir que el episodio es s?lo historia, a la luz de los relatos de la antrop?loga quechua Gavina C?rdova, nacida en Ayacucho y residente en Andahuaylas. La miner?a a cielo abierto actualiza el hecho colonial o, por mentar al m?s importante soci?logo latinoamericano, An?bal Quijano, refuerza la ?colonialidad del poder?, que permaneci? intacta pese a la desaparici?n de la colonia. El derecho de pernada sigue funcionando en la sierra, ya sea como abuso sexual, o bien adaptado a las nuevas relaciones laborales, que permiten, por ejemplo, que los patrones no paguen el salario durante los primeros meses de ?prueba? de los nuevos trabajadores.
Pero el colonialismo tiene una cara m?s f?tida aun: la que muestran las propias organizaciones sociales y pol?ticas que resisten a la miner?a, pero tambi?n los partidos de izquierda. El periodista Jaime Borda, presidente de Derechos Humanos Sin Fronteras, asegura que ?desde 2006 hasta 2014 la mayor?a de los dirigentes comunales han terminado mal su mandato, con acusaciones de aprovechamiento del cargo, de malos manejos econ?micos y de negociar s?lo a favor de sus familiares?. Las empresas mineras operan con cuantiosos recursos para que las comunidades elijan personas afines a sus intereses, lo que hace que los cargos de direcci?n sean ferozmente disputados.
En muchos casos, asegura el periodista, ?la comunidad ya no reacciona como un grupo coherente, sino como una suma de individuos que velan cada uno por sus propios intereses?. Por su parte, C?rdova destaca que los terrenos comunales se est?n parcelando y se titulan como propiedad privada, porque para la empresa minera es m?s f?cil negociar con las familias que con la comunidad.
La simbiosis entre modernidad y miner?a, entre desarrollo y colonialidad del poder est? provocando mayores da?os que los ya cuantiosos enhebrados por la colonia y la rep?blica durante cinco siglos. Poco m?s de medio siglo despu?s de haber escrito ?Llamado a algunos doctores?, un desgarrador poema de Arguedas en el que denunciaba la discriminaci?n de la cultura quechua, la ?quinua de cien colores? que amaba y celebraba se ha convertido en mercanc?a altamente estimada en los restaurantes de los pa?ses centrales, pero se ha convertido en lujo inalcanzable para las familias comuneras.
?Siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son tambi?n mi alma, mis infaltables ojos?, versea el poeta. Arguedas no vivi? para ver la destrucci?n de sus sue?os regeneradores, prefiri? marcharse por propia voluntad, antes que contemplar impotente la destrucci?n del mundo que amaba.
Fuente: https://brecha.com.uy/