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M?xico: Nos va a llevar… el tren. Impactos sociales del Tren Maya

Giovanna Gasparello :: 24.05.19

El reordenamiento social que implica el desarrollo de la industria tur?stica es especialmente peligroso porque impulsa el tr?nsito de actividades primarias, como agricultura y pesca, hacia el ofrecimiento de servicios (si hay capital) o mano de obra no calificada (si no lo hay). Luis Hern?ndez Palacios, titular de la Procuradur?a Agraria, explica bien el alcance del desarrollo por goteo: ?? para que la gente pueda participar en la comercializaci?n de sus productos en las estaciones del tren o sean considerados para la venta de sus servicios?.

Nos va a llevar… el tren. Impactos sociales del Tren Maya
Giovanna Gasparello*
La Jornada

El megaproyecto denominado Tren Maya prev? la construcci?n de mil 500 km de l?nea f?rrea a trav?s de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucat?n y Quintana Roo, y la operaci?n de un tren alimentado a biodisel para transporte de carga y pasajeros. El proyecto contempla el reordenamiento territorial y social de la pen?nsula con el objetivo de con-solidar la Regi?n Maya a partir del impulso a la industria energ?tica, la agroindustria y el desarrollo tecnol?gico, principalmente en funci?n de la industria tur?stica. Asimismo, prev? la creaci?n de numerosos centros de poblaci?n y la ampliaci?n de aquellos ya existentes, sin un claro plan urban?stico. El aspecto m?s promocionado de este proyecto, y por el cual muchos empresarios locales y corporaciones trasnacionales manifestaron su apuro de subirse a ?l, es que ser? un detonante para el desarrollo tur?stico de zonas hoy marginales en la industria que tiene la costa cara?bica como fulcro. Esta apuesta conlleva distintos riesgos.

La exigua informaci?n a?n disponible en la p?gina www.tren-maya.mx muestra que cada parada prev? una zona de desarrollo ubicada entre la estaci?n y el n?cleo urbano. De tal manera se planea la emergencia de nuevos centros de poblaci?n o el desarrollo de zonas conurbadas como efecto de la presencia del tren. El impulso a la urbanizaci?n y al consumo de suelo representa un elevado riesgo, pues la recurrente carencia en la planeaci?n urban?stica da pie a la generaci?n de asentamientos urbanos espont?neos que se convierten en cinturones de marginaci?n y precariedad social, m?s que en zonas de desarrollo.

Este reordenamiento territorial alrededor de enclaves tur?sticos ya es conocido en la pen?nsula y en los otros destinos de esparcimiento construidos como planes de gobiernos a partir de los a?os 60. Es emblem?tico el caso de Canc?n, impulsado desde el gobierno federal como centro integralmente planeado. Observando la situaci?n de la ciudad y su entorno 40 a?os despu?s, es inevitable preguntarse qu? era lo que estaba planeado. La urbe en constante crecimiento es un sistema que gira alrededor de la exclusi?n e incluso de la segregaci?n, esto es, lo opuesto a la integraci?n y la supuesta derrama de desarrollo que el bienestar de los exitosos empresarios provocar?a en el conjunto de la poblaci?n. Estados que incluyen importantes destinos tur?sticos como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz, a?n no se benefician de la ansiada derrama: la pobreza estructural alcanza entre 60 y 70 por ciento de sus habitantes, cuyos sueldos son insuficientes para adquirir la canasta b?sica alimentaria, seg?n cifras de 2017 del Coneval.

Aunque lo niegue, con el empecinado impulso a megaproyectos como el Tren Maya o el Corredor Trans?stmico, la 4T refrenda su lealtad al dogma neoliberal seg?n el cual el enriquecimiento de unos cuantos beneficiar?a tambi?n a los dem?s, aunque sea por goteo ocasional de la mencionada derrama. Treinta a?os de neoliberalismo en M?xico ense?an que desarrollo y progreso, misiones del Tren Maya, no surgen por generaci?n espont?nea del libre mercado. Lo que ?ste genera es desigualdad, por la cual M?xico s? es campe?n.

En los destinos tur?sticos de clase mundial, el aumento de la violencia y la criminalidad, el flujo poblacional y migratorio de campesinos e ind?genas empleados en trabajos no calificados ni calificantes, precarios y sin ninguna garant?a, muestra el desarrollo de un sistema basado en explotaci?n laboral y discriminaci?n ?tnica y cultural. Es una constante en el pa?s, el drama de comuneros y ejidatarios, campesinos y pescadores, que fueron expropiados o vendieron sus tierras a las promesas de desarrollo y fuentes de empleo, y en cambio obtuvieron posibilidad de trabajar como alba?iles, lavaloza y veladores en hoteles y mansiones veraniegas.

El reordenamiento social que implica el desarrollo de la industria tur?stica es especialmente peligroso porque impulsa el tr?nsito de actividades primarias, como agricultura y pesca, hacia el ofrecimiento de servicios (si hay capital) o mano de obra no calificada (si no lo hay). Luis Hern?ndez Palacios, titular de la Procuradur?a Agraria, explica bien el alcance del desarrollo por goteo: ?? para que la gente pueda participar en la comercializaci?n de sus productos en las estaciones del tren o sean considerados para la venta de sus servicios?.

La urbanizaci?n y la terciarizaci?n de la econom?a local implican el decrecimiento de actividades productivas agr?colas y tradicionales, y su p?rdida de sentido para la poblaci?n m?s joven. La denigraci?n del trabajo campesino, efecto producido por las promesas de prosperidad ofrecidas por la urbanizaci?n o el empleo en los servicios tur?sticos, son un proceso que redunda en la p?rdida de conocimientos y saberes tradicionales, arraigados y, finalmente, en el despojo cultural y epist?mico que es evidente en el medio rural actual.

Las organizaciones ind?genas y campesinas de Yucat?n y Quintana Roo nos recuerdan que, m?s all? de los destinos tur?sticos y comerciales, la pen?nsula es una regi?n con vocaci?n principalmente agr?cola ?lo que el actual gobierno interpreta como atraso y subdesarrollo. Hay valiosos procesos organizativos con a?os de trayectoria y una profunda conciencia de los agricultores que hacen milpa (sistema multicultivo) sobre el cuidado de las semillas criollas, y de los apicultores sobre la producci?n org?nica, en notable incremento. Las organizaciones del campo entienden desarrollo y progreso como la dignificaci?n del trabajo campesino y el fortalecimiento de su modo de vida que les permita vivir bien en su pueblo y en su tierra, decidiendo en autonom?a sobre su futuro. Nada que ver con el desarrollo por goteo de la narrativa institucional: son planes que corren, ahora s?, en dos rieles paralelos.

* Investigadora del DEAS-INAH


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