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El gran juego de Sud?n o como los estados rapaces se reparten los estados en conflicto

El Pa?s :: 07.06.19

Rusia, China y sobre todo Arabia Saud? buscan mantener su influencia en el pa?s tras la ca?da de Al Bashir.

El gran juego de Sud?n
Rusia, China y sobre todo Arabia Saud? buscan mantener su influencia en el pa?s tras la ca?da de Al Bashir

JOS? NARANJO
El Pa?s
7 JUN 2019 - 21:28

Viernes, 24 de mayo. Dos hombres hablan amistosamente en una de las lujosas salas del Royal State Palace de Yeda, en Arabia Saud?. Discuten el futuro inminente de Sud?n. Son el general Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemeidti, n?mero dos de la Junta Militar en Jartum, y el todopoderoso pr?ncipe saud? Mohamed Bin Salm?n. Ambos son j?venes, ambiciosos e implacables. El primero, al frente de las temibles milicias Janjawid, fue el brazo ejecutor de numerosas masacres en Darfur; el segundo es el responsable de los feroces bombardeos en Yemen y se le acusa de haber ordenado la tortura y asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

Lunes, 3 de junio. En respuesta al llamamiento del Sindicato de Profesionales Sudan?s, los trabajadores del aeropuerto de Jartum est?n en huelga. Sin embargo, los hombres de la Fuerza de Apoyo R?pido (RSF) de Hemeidti van a buscar a los operarios a punta de pistola y los obligan a reabrir las instalaciones para que tres aviones saud?es cargados de blindados, armas y munici?n aterricen en la capital sudanesa. Al mismo tiempo, las calles de Jartum viven un ba?o de sangre. Los miembros de esta unidad militar reciben la orden tajante de desalojar la acampada de protesta en torno al cuartel general y se lanzan a la tarea sin miramientos.

J?venes ensangrentados que se desvanecen en plena calle, cad?veres recogidos del r?o Nilo, ciudadanos marchando en fila india bajo la atenta mirada de militares armados. Pese al corte de Internet, las im?genes de la sangrienta represi?n que vivi? Sud?n ese lunes 3 de junio afloran en las redes sociales. Es dif?cil esconder a decenas de muertos, a centenares de heridos. Esta es la batalla visible, la m?s evidente, en la que miles de j?venes sudaneses que se echaron a las calles por la subida del precio del pan y acabaron forzando la ca?da del dictador Omar al Bashir el pasado 11 de abril sufren ahora la represi?n de los militares que se hicieron con el poder.

Sin embargo, entre bambalinas, Sud?n se ha convertido en el ?ltimo cap?tulo del viejo serial del expansionismo saud? en ?frica. Los profesionales sudaneses organizados en sindicatos y las fuerzas de oposici?n combaten, en realidad, a un poderoso enemigo, uno de los pa?ses m?s ricos del mundo dirigido por una ?lite sin demasiados escr?pulos en materia de Derechos Humanos que no quiere perder el control de otro pa?s, Sud?n, que est? desde hace tiempo en su ?rbita. Los grupos islamistas que controlan los resortes del poder desde hace a?os y la propia junta militar se sienten seguros en sus brazos.

De la mano de Riad, Egipto y Emiratos ?rabes Unidos tambi?n han expresado su apoyo sin fisuras a la nueva Junta Militar sudanesa. Arabia Saud? movi? ficha con celeridad. A los pocos d?as de la ca?da de Omar Al Bashir anunciaba una inversi?n de 3.000 millones de d?lares para ?estabilizar? al pa?s, de los que 500 millones ya han sido inyectados. La maniobra persigue garantizarse la fidelidad sudanesa, pa?s que apoya a los saud?es en la guerra de Yemen con soldados de Hemeidti sobre el terreno, pero tambi?n marginar a Qatar e Ir?n, sus rivales regionales.

Tanta es la influencia saud? que el subsecretario de Asuntos Pol?ticos del Departamento de Estado estadounidense, David Hale, telefone? al viceministro de Defensa del pa?s ?rabe, Jaled Bin Salm?n, para pedirle que ordenara el cese de la represi?n contra los manifestantes. Hasta ese punto se considera que Riad est? detr?s de los movimientos de la junta militar. Sin embargo,

pese a las reiteradas declaraciones de condena de su embajador y a su insistencia en pedir el traspaso a un poder civil, Washington parece estar a la espera de que la Uni?n Europea d? un primer paso m?s all? de los comunicados de rechazo a la violencia.

Aunque por ahora mantienen perfil bajo, a Rusia y China tampoco le interesan demasiado los sobresaltos. En noviembre de 2017, un Al Bashir perseguido por la Corte Penal Internacional se reun?a sin aparente problema con Vlad?mir Putin en el Kremlin para negociar, entre otras cosas, la apertura de una gran base militar rusa en el Mar Rojo. A la semana de ser derrocado el dictador sudan?s, el viceministro de Exteriores ruso, Mijail Bogd?nov, se trasladaba a Jartum para comprobar que todo estaba en orden. ?Tenemos una larga historia de relaciones y la esperanza de no perder los avances alcanzados?, dijo.

El proyecto segu?a adelante y la junta militar se garantizaba el apoyo de Mosc?. Al igual que Rusia, China ha sido uno de los grandes suministradores de armas a Sud?n incluso en los peores tiempos del embargo. De hecho, Pek?n tiene un acuerdo con Jartum para fabricarlas in situ. El pasado martes, 24 horas despu?s de la masacre en la capital sudanesa, Rusia y China bloqueaban una declaraci?n de condena de la violenta represi?n en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El respaldo de ambos a la junta militar se mantiene intacto. Por ahora.

Tambi?n ha mantenido un perfil prudente la Turqu?a del presidente Recep Tayyip Erdogan, con unas excelentes relaciones con el depuesto Al Bashir. En diciembre de 2017, el propio Erdogan, primer mandatario turco en viajar a Sud?n, firm? con Al Bashir un gran acuerdo de cooperaci?n valorado en 650 millones de d?lares. La estrella de este pacto fue la renovaci?n de la isla de Suakin, antigua perla del imperio Otomano. El pasado 4 de junio y tras la represi?n en las calles de Jartum, Ankara difundi? un comunicado en el que se limit? a expresar su ?profunda preocupaci?n? por lo sucedido, al tiempo que pidi? continuar con las negociaciones a trav?s del consenso y m?todos pac?ficos.

La suspensi?n de Sud?n por parte de la Uni?n Africana podr?a escorar la balanza, dado que Pek?n mantiene suculentas inversiones en casi todo el continente. Con un Ej?rcito dividido en al menos cinco facciones lideradas por ex se?ores de la guerra o generales con ambiciones, Arabia Saud? insuflando ox?geno a la junta militar, los manifestantes que reclaman democracia y el traspaso del poder a un Gobierno civil a?n movilizados en la calle, pero tambi?n repartidos en m?ltiples grupos de distinto signo y sin un l?der claro, y los halcones del antiguo r?gimen de Al Bashir e islamistas todav?a manejando los resortes del poder, la ecuaci?n para resolver el futuro de Sud?n depende de m?ltiples variables. Pero muchas pasan por Riad.


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