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Desmontar el mandato de masculinidad

Ra?l Zibechi :: 11.06.19

La persistencia y la permanencia permiten no s?lo cambios en las relaciones, sino comprender a las y los otros, sus dolores y frustraciones, esas rabias y heridas que el patriarcado y el machismo han cincelado en el alma y en el cuerpo de las mujeres, pero tambi?n de los varones.

Desmontar el mandato de masculinidad
Ra?l Zibechi
10 junio 2019

Rita Segato relata que el concepto de mandato de masculinidad lo formul? en Buenaventura, puerto de la costa del Pac?fico de Colombia, cuando mujeres negras le preguntaron c?mo se hace para poner fin a la guerra y la violencia. ?Desmontando el mandato de masculinidad?, fue su respuesta.

La ?ltima semana de mayo tuvimos la oportunidad de compartir y debatir en el marco del ?Congreso Resiste? convocado por la Universidad Iberoamericana y la revista Concilium, en Ciudad de M?xico, para luego hacerlo en el Cideci, en San Crist?bal de las Casas, y en los espacios La Reci y la librer?a La Cosecha de esa ciudad.

Los debates fueron intensos y convocaron cientos de personas, participaron ponentes de varios continentes, incluyendo miembros del Congreso Nacional Ind?gena y del Concejo Ind?gena de Gobierno. En uno de los debates, adem?s de Rita y quien escribe, particip? el madrile?o Amador Fern?ndez-Savater, quien afirm? que en la izquierda (se refer?a al espa?ol Podemos), se registra un ?deseo monote?sta? que se concreta en los objetivos de capturar del poder y uniformizar los movimientos.

Aunque me resulta imposible sintetizar en un par de cuartillas la riqueza de los debates, quisiera recoger la importancia de la participaci?n de las mujeres, que mostraron un profundo esp?ritu cr?tico y autocr?tico, que incluye al propio movimiento feminista.

As?, Elsa y Rebeca de la Asamblea Nos Queremos Vivas Neza, del estado de M?xico, explicaron c?mo se vive en ?una sociedad atravesada por la violencia?, en la que no se aplican las pol?ticas p?blicas porque el Estado no funciona y es, apenas, ?una estructura patriarcal?. Dibujando un puente con los pueblos originarios, explicaron que ?no partimos de un feminismo ortodoxo que impone cosas, sino del autocuidado de las mujeres?.

Mar?a Macario del CIG enfatiz? en la necesidad del trabajo conjunto de varones y mujeres en estrecho contacto con el medio natural, al punto que de destacar que ?la tierra se siembra en nosotras?. Explicando sus sentimientos al comprobar los desastres que el capitalismo genera en la madre tierra, dijo: ?Estoy dejando de ser mujer porque el arroyo se est? acabando?.

Siobhan Guerrero, fil?sofa de la ciencia, licenciada en biolog?a y activista trans en temas de g?nero, analiz? el papel de las iglesias evang?licas en Am?rica Latina y c?mo la ideolog?a de g?nero de las nuevas derechas se inserta en un discurso de derechos humanos, lo que las potencia. Destac? la complementariedad varones-mujeres y llam? a desarrollar formas de conciencia no mediadas por el Estado. ?Es un problema que el movimiento de mujeres se piense en t?rminos de derechos liberales?, concluy?.

Los intercambios con Rita giraron en torno a su concepto mandato de masculinidad y mostr? sinton?a con los debates que propone el zapatismo al criticar una pol?tica centrada en el enemigo, a la que considera fascista, ?porque en ese caso es el enemigo el que nos mancomuna?.

En los intercambios pudimos constatar varias confluencias. La primera fue que el mandato de masculinidad no se desmonta desde el Estado, con leyes y procesos institucionales, sino en el trabajo directo con las personas, varones y mujeres, que pasa por cambios personales y de personalidad, por el modo como se establecen los v?nculos en los espacios de la vida cotidiana.

En este aspecto, adivino dos procesos simult?neos: la organizaci?n de las mujeres que potencie movimientos y acciones, y a cada una de ellas; y los necesarios cambios entre nosotros, los varones, que pasan por perder los privilegios que tenemos, algo que es imposible procesar sin atravesar una crisis profunda porque se trata de cambiar nuestro lugar en el mundo. En lo personal, puedo decir que no se trata de ?una? crisis puntual y acotada en el tiempo, sino un proceso ininterrumpido y continuo, sin final o con final abierto, para ir asumiendo, en la mejor hip?tesis, una configuraci?n interna otra que permita relacionarnos desde un lugar de sencillez y humildad naturales.

La segunda es que el mandato de masculinidad se desmonta en plazos muy largos, lo que requiere pensar y actuar en t?rminos de larga duraci?n. La persistencia y la permanencia permiten no s?lo cambios en las relaciones, sino comprender a las y los otros, sus dolores y frustraciones, esas rabias y heridas que el patriarcado y el machismo han cincelado en el alma y en el cuerpo de las mujeres, pero tambi?n de los varones.


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