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Caminos de verdad

Gustavo Esteva :: 17.06.19

Un indígena añú de Venezuela, acotó en talleres y conversatorios un camino que se aparta por igual de Maduro y de Guaidó. Lo caminan desde abajo pueblos originarios y muchas otras personas que están haciendo emerger un nuevo nosotros, desde abajo. No forman partidos ni movimientos sociales. Son expresión de lo que Zibechi llama sociedades en movimiento.

Caminos de verdad
Gustavo Esteva
La Jornada

¿Cómo sobrevivir en la era de la posverdad? El término es ya escandaloso. Que se emplee para aludir al estado de cosas dominante es insoportable.

Acabamos de experimentarlo. Los espectáculos montados a ambos lados de la frontera para ocultar lo que pasaba no cumplieron bien sus funciones. Mucha gente descubrió la desnudez de los emperadores, aunque quedó abierta una puerta muy ancha para la especulación.

A lo largo de esta semana, en Oaxaca, José Ángel Quintero Weir, un indígena añú de Venezuela, acotó en talleres y conversatorios un camino que se aparta por igual de Maduro y de Guaidó. Lo caminan desde abajo pueblos originarios y muchas otras personas que están haciendo emerger un nuevo nosotros, desde abajo. No forman partidos ni movimientos sociales. Son expresión de lo que Zibechi llama sociedades en movimiento.

Una y otra vez José Ángel habló de la mano. El dedo primero alude a la responsabilidad, a la forma en que cada quien asume la suya, aunque los asuntos no parezcan concernirle. El segundo a la verdad: es preciso decirla, aunque no convenga hacerlo a quien la dice. El tercero a la confianza, porque hace falta inspirarla y poder confiar en otras personas. El cuarto es de la autonomía, entendida como capacidad propia al servicio de otros; como se dice en la Sierra Norte de Oaxaca, lo propio no es lo que se atesora sino lo que se comparte. Y el pulgar es la conciencia sabia, la que se acumula cuando uno es responsable, verdadero, confiable y autónomo…

El sábado 15 se reunieron en el parque comunal de San Ysidro, California, Estados Unidos, artistas, activistas sociales, académicos, defensores de derechos humanos, científicos y otras muchas personas, algunas de las cuales portaban representaciones de especies migratorias. Poco después empezó una caminata silenciosa que invocaba la tradición de Gandhi y la necesidad de la no violencia. En la garita del cruce internacional los recibieron integrantes de pueblos originarios con una ceremonia que recibía simbólicamente, en forma hospitalaria, a las especies migratorias.

Es una ofrenda a lo sagrado de la migración porque todos somos migrantes. Todas las especies y todos nosotros tenemos nuestro corazón unido por reconocernos como una familia de la tierra, explicó Sonia de Otto, quien representa a la Universidad Gujarat Vidyapith, fundada en 1920 por Mahatma Gandhi.

Finalmente, en el Centro Cultural Tijuana se conformó la primera Asamblea de Pueblos, Barrios y Comunidades de la Región San Diego-Tijuana para realizar un programa de acción por la no violencia.

No pudo llegar a la asamblea Pancho Ramos, mexicano indocumentado que desde hace décadas realiza su activismo sin documentos y sin miedo. Había caminado ya 500 millas (804 kilómetros), desde Oakland: era un Camino Hacia una Familia de la Tierra. A lo largo de su recorrido muy distintas personas le dieron hospitalidad y un abrazo compañero para seguir en la lucha por los migrantes. Se unió en San Ysidro a la caminata y cruzó con ella la frontera. Por convicción, Pancho no llevaba documento alguno. Con ese pretexto lo detuvo la policía mexicana y lo entregó a las autoridades estadunidenses. No se sabe aún qué harán éstas con un mexicano deportado a Estados Unidos por la policía mexicana.

¿Los pasos de Gandhi, hoy, no están ya fuera de lugar?

En 1949 George Orwell reflexionaba sobre Gandhi en los siguientes términos: “Debemos considerar culpables a los santos hasta que se pruebe su inocencia, pero las pruebas para demostrarla no son las mismas en todos los casos. En el de Gandhi, las preguntas que uno se siente inclinado a formular son: ¿en qué medida la vanidad lo impulsaba –por la conciencia de sí mismo como un viejo humilde y desnudo, que se sentaba en una estera de rezar y sacudía imperios con su simple poder espiritual– y en qué medida comprometió sus propios principios al participar en la política, que por su propia naturaleza es inseparable de la coerción y el fraude?” (http://www.orwell.ru/library/ reviews/gandhi/english/e_gandhi)

¿Cómo participar en política, en la actualidad, cuando está siempre cubierta de un manto insoportable de mentira? ¿Có­mo sobrevivir al continuo acoso de la propaganda que construye las mentiras cotidianas para el ocultamiento continuo de la verdad insoportable? ¿Cómo ser responsable, verdadero, confiable, autónomo y consciente en esas circunstancias?

Parece que es caminando el camino. El resultado no está claro. A la vista, por lo contrario, hay la amenaza de violencia constante; el repertorio de arriba se re­du­ce cada vez más a ese último instrumento de coerción. Sin miedo, poniendo abiertamente en peligro nuestra conveniencia, con clara conciencia del riesgo y del fraude y de la opresión, aunque el objetivo inmediato no parezca muy claro ni tenga el acotamiento habitual de políticos y elecciones, hace falta caminar el camino de la política otra, la que en vez de comprometer nuestros principios los afirma.

gustavoesteva@gmail.com


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