Pareciera con la idea zapatista de no aspirar a un país propio, que es la misma idea de los kurdos, de los nasas y de los amazónicos
ARGELIA PROTESTAS
Ni la represión ni “la caza de brujas” frenan las protestas en Argelia
EFE
Argel
21 jun. 2019
Miles de argelinos volvieron a salir hoy a la calle, como cada viernes desde hace cuatro meses, para exigir la caída total del régimen que lideró Abdelaziz Bouteflika, en una marea que no cesa pese a la renuncia del mandatario, la creciente represión y la “caza de brujas” contra la corrupción.
Desde primera hora de la mañana, la Policía detuvo a un número indeterminado de personas en los alrededores de la plaza de la Grande Poste, en la capital, epicentro de un movimiento de protesta multitudinario que retumba desde el pasado 22 de febrero en todo el país.
“Hubo varios arrestos, no puedo decir cuántas personas fueron detenidas, pero la Policía metió a varias en sus camiones”, explicó a Efe un comerciante de la vecina avenida Pasteur.
Según su relato, la actuación policial desencadenó pequeños forcejeos entre grupos de manifestantes y agentes, que incluso llegaron a lanzar gases lacrimógenos en algunas calles.
Horas después se replegaron y dejaron que la multitud comenzara a concentrarse de nuevo.
Después de que hace dos meses forzara la renuncia de Bouteflika y se convirtiera en el hombre fuerte del país, el principal objetivo de la ira de los manifestantes es el jefe del Ejército y antiguo socio del mandatario, general Ahmed Gaïd Salah.
El oficial, que fue nombrado por el propio Bouteflika en 2004 y fue pieza fundamental en su estructura de poder, puso en marcha en abril una campaña contra la corrupción convertida en una “caza de brujas” que ha llevado a prisión a antiguos compañeros de gabinete.
En concreto a los dos últimos primeros ministros de Bouteflika: Ahmed Ouyahia, que fue asimismo su jefe de gabinete, y Abdelamalek Sellal, que fue su jefe de campaña durante los controvertidos comicios de 2014, en los que fue reelegido, pese a su ya muy grave estado de salud.
La campaña, que se ha centrado en varios empresarios millonarios pero también en cuadros militares y políticos de la oposición, como la líder del Partido de los Trabajadores, Louise Hanoun, ha alcanzado incluso al hermano del expresidente, Said Bouteflika, al que durante años se consideró el poder en la sombra.
Sin embargo, no ha servido para atemperar la determinación de los argelinos, la mayor parte de los cuales creen que se trata de una maniobra de Gaïd Salah para desviar la atención y tratar de desvincularse de un régimen acusado de corrupto en el que siempre fue una figura destacada.
“Debemos continuar la lucha y la resistencia unidos” hasta lograr “un cambio radical”, aseguró a Efe Louisette Ighil Ahriz, una mujer que muestra con orgullo el título de “muyahida”, otorgado a que aquellos “combatientes” que lucharon en la guerra de independencia de Francia (1956-1962).
Lina, una manifestante de 45 años, se quejó por su parte de la rudeza de la Policía, que registraba a la gente en busca de banderas “amazigh” o “bereberes”, cuya ostentación prohibió el jueves el general Gaïd Salah.
“He visto cómo se la quitaron con violencia a una mujer anciana y cómo la trataron de una manera salvaje. No tienen derecho. Hoy están muy agresivos, nos provocan para que el pueblo reaccione, pero nosotros somos pacíficos”, afirmó.
“La bandera nacional es de nuestro país y la bandera amazigh representa nuestra identidad. Continuaremos así, bajo la lluvia o el sol hasta que se larguen todos, hasta que esta mafia desaparezca”, dijo la mujer, infografista de profesión.
A su lado, decenas de manifestantes gritaban consignas como “Cabil y árabe hermanos, Gaid con los traidores”, “Gaid adulador de los emiratíes”, “Protesta pacífica, Estado terrorista” o “Pueblo educado, Estado delincuente”.
“Basta de dictadura y represión, la solidaridad es nuestra arma”, se leía en algunas de las pancartas, junto a la frase “Limpiar la corrupción significa empezar desde arriba”.
Las protestas han abocado al país a la incertidumbre, con una gobierno y un jefe de Estado interino y un desarrollo político incierto, después de que fueran suspendidas las elecciones presidenciales previstas para el 4 de julio.
Los comicios habían sido convocados por el presidente del Senado, Abdelkader Bensalah, de acuerdo a los preceptos de la Constitución, que sin embargo no contemplaba una alternativa en caso de que estos no se celebraran.