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Cómo mirar o no mirar la revolución social en Rojava, Kurdistán sirio

Fernando Moyano :: 20.07.19

La tesis central de este trabajo, precisamente, es que no es la ideología la que crea la práctica social sino al revés, la práctica social -dentro de las condiciones de su existencia real y conflictiva en tanto expresa la lucha de una época- la que crea la superación de las ideologías en tanto falsa conciencia. Así, mi móvil principal es la crítica al dogmatismo “marxista” (de eso algo sé, y recordemos que Marx siempre dijo no ser “marxista”), pero no una crítica desde otra ideología sino desde la superación por la práctica de las luchas de los pueblos en nuestra época.

19.JUL.19 | Posta Porteña 2035
Cómo mirar o no mirar la revolución social en Rojava, Kurdistán sirio
Por Fernando Moyano

“Si los hechos no se corresponden con mi teoría, peor para los hechos”

PRIMERA PARTE

(Ponencia ante el II Congreso Internacional de anarquismos [*])

Fernando Moyano

De qué vamos a hablar
“No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”

En los últimos años viene ocurriendo en el Kurdistán sirio, Rojava, un proceso de transformación social, en medio de una de las guerras más sangrientas de nuestro tiempo. No es un modelo, quiero verlo como proyecto o “experimento” como lo llama un artículo de Rachel Evans: “Rojava revolucionaria: un experimento poliétnico, feminista y anticapitalista”. A la pregunta sarcástica, peleando por otro mundo posible, de: “Y eso que vos decís ¿DÓNDE existe?”, no diría “existe en Rojava” sino “quiere nacer en Rojava”. Y eso significa una distancia entre lo que se quiere y lo que se consigue, y un aprendizaje.
Más que “etiquetado” ideológico importa mirar los hechos, no para acomodarlos a una teoría previa sino poniendo todas en cuestión, precisamente por la importancia de la teoría como clave en el proceso de transformación social; toda teoría que no quiera morir se construye y reconstruye en confrontación con los hechos

Rojava ha suscitado polémicas, si responde o se aparta de tal o cual vertiente. Ojalá. Una revolución enfrentada a un fundamentalismo sanguinario no debe caer en fundamentalismos. Si se “desvía” de esas teorías, bien hecho. No hay desviación cuando no hay camino, no hay camino si te toca abrir camino. Lo nuevo desbordará, desobedecerá la vieja forma en que se lo pensó porque transgrede los límites del pensamiento social previo, que surge de la experiencia de la lucha social, y por ende toda doctrina es incompleta

Hay mucho para ver y discutir: una nueva forma de organización estatal, papel de la mujer, sociedad sustentable, economía de cooperativas, etc. Veremos aquí solamente un punto: una desviación virtuosa del “sentido común” de nuestra época: el paradigma del estado-nación, y el argumento que supuso que el desarrollo de las fuerzas productivas, si es insuficiente para construir una sociedad igualitaria, debe pasar previamente por una sociedad desigualitaria en la forma de un Estado burgués capitalista.

Cada 15 de enero el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) convoca en Berlín una manifestación al cumplirse años -esta vez fueron 100- del asesinato de Rosa Luxemburgo. Lo señalamos porque fue ella precisamente una que en su tiempo planteó una idea alternativa al paradigma del estado-nación.

La “venganza” del pueblo sin patria, no habrá patria para nadie
“Los proletarios no tienen patria”

La revolución en marcha en el Kurdistán sirio y turco puede mirarse desde la historia del pueblo kurdo, fragmentado por el reparto imperialista. Kurdistán son 400 mil kilómetros cuadrados y 40 millones de habitantes: sudeste de Turquía, norte de Irak, noreste de Siria y noroeste de Irán; 2 millones en Europa, Transcaucásica y América del Norte. Nuestro foco hoy, Rojava, noreste de Siria, son 12 mil kilómetros con 2 millones. Los kurdos son un antiguo grupo étnico en Medio Oriente con historia registrada desde el siglo III ac. Buscaron su estado independiente desde el Imperio Otomano, con varios levantamientos sofocados. Su historia moderna comienza hace unos 100 años

Luego de la Primera Guerra Mundial el Tratado de Sevres en 1919 les concede regiones autónomas o países independientes en el este del Éufrates, pero fue luego desconocido por las concesiones de las potencias imperialistas a Turquía. También Rusia soviética apostó a la modernización capitalista de Turquía.

Al fin de la Segunda Guerra la independencia de Kurdistán fue moneda de cambio para EEUU y la URSS compitiendo por esferas de influencia en Medio Oriente. Así surge en 1945 el régimen de Mustafá Barzani en el Kurdistán iraní e iraquí, interrumpido por sus derrotas en guerras contra las dinastías dominantes en esos países, reconstruyéndose con las revoluciones republicanas, pero como una dictadura reaccionaria que reprimió corrientes socialistas y democráticas. Barzani muere exiliado en EEUU en 1979, lo sucede su hijo Masood Barzani actual gobernante reaccionario del Kurdistán iraquí. Luego de una guerra con Saddam y otra con los kurdos sirios más a la izquierda, llegan en 1998 al “Acuerdo de Washington” y forman “un estado dentro de otro estado” bajo el amparo de una “zona de exclusión aérea” impuesta por EEUU, Gran Bretaña, Francia y Turquía en el norte de Irak.

Hoy hay en la región una crisis del dominio imperial directo y disputas entre los subimperialismos turco y saudí, o “candidatos” como Rusia. Es resultado de la decadencia general de la era capitalista. Siria, como antes Irak y Afganistán, sufre una sangría sin fin, y el nuevo “empate estratégico” es cada vez peor.

El Estado Islámico (ISIS) se formó como instrumento yanqui para socavar rivalidades emergentes que iban desarmando su control imperial. El invento trató de matar al inventor, como otras piezas desprendidas que salen de control: Saddam ayer, hoy al-Assad, o Turquía, un subimperialismo empujado a agenda propia por sus propia crisis. El ISIS trajo consecuencias que ni él ni su inventor querían. Fue necesaria una guerra conjunta contra ese desborde, pero las enemistades entre quienes querían ganar la guerra cada uno por su parte más que ganarla, llevaron al desastre. Siria se desgajó.

En 1978 se funda en Turquía el PKK liderado por Abdullah Öcalan, de ideología nacionalista y socialista y cierta inspiración maoísta, buscando un Kurdistán independiente y unificado; ese planteo cambia luego por el confederalismo democrático, autogobierno de regiones autónomas dentro de los estados existentes (Turquía, Siria, Irak, Irán), y una nueva organización social. Se crean las Fuerzas de Defensa del Pueblo (YPG) y Ejército de Liberación Femenino (YPJ). En 1984 lanzan contra el gobierno turco una guerra de guerrillas en Turquía, Irak, Siria e Irán, y las montañas de Qandil (norte de Irak) como retaguardia estratégica. Por reveses en la guerra Öcalan va a Siria, y estando en Kenia en 1999 es secuestrado por agentes turcos y encerrado y aislado en una prisión en Turquía. En el PKK asume una dirección colectiva.

A la caducidad de las alternativas nacionalistas dentro del capitalismo se suma además la bancarrota financiera de Turquía de impacto impredecible sobre Europa (con los precedentes Grecia, Ucrania, etc.). También impredecible es la evolución interna de Turquía y su lucha de clases

En ese contexto cobra primera importancia la revolución de Rojava, que se suma a la guerra civil turca de décadas contra su propio Kurdistán. Como toda guerra, la siria ha forzado situaciones contradictorias. Una que ha despertado controversias es la alianza circunstancial contra el ISIS (2016 hasta 2018) de las fuerzas kurdas y la intervención estadounidense

La guerra siria
Tratando de salvarse de su aniquilamiento el Imperialismo lleva la propaganda de la omnipotencia de las armas. En la guerra el factor decisivo es y será el hombre, las masas populares son y seguirán siendo las forjadoras de la historia. Nguyen Vo Giap (1911-2013)

El overstrech (sobre expansión estratégica) militar yanqui en el mundo es un fenómeno contradictorio. Las guerras imperialistas son necesarias al complejo militar-industrial, y éste, para sostener su economía capitalista. Los costos que el Estado traslada a toda la sociedad son cada vez menos soportales. A la larga, las guerras son derrotas. Luego de la ofensiva EEUU no puede sostener un estatus permanente de control imperialista. Provoca el caos, costos humanos, políticos y materiales. Y al final el obligado repliegue trae nuevos problemas. El militarismo es parte de la decadencia de la hegemonía yanqui, en comercio, producción industrial, productividad, finanzas, liderazgo político; su papel es compensar esa decadencia. Pero al final la agrava.

La retirada de Siria anunciada por Trump, pese al discurso triunfalista, enfrenta esas contradicciones y está en ese panorama. Quiere delegar a Turquía el papel de gendarme en la región, pero es un tema sin resolver. Para la guerra en la que su infantería nunca ha estado en el combate directo, “guerra a distancia” matando con bombardeos, suministro de armamento pero que arriesguen su vida otros, los yanquis necesitaban alguien que lo hiciese. Apoyar a al-Asad era lo que menos querían, intentaron la “oposición islamista moderada” pero no resultó. La carta kurda con su proyecto revolucionario era impensable en lo estratégico, pero en lo táctico un socio débil sin desarrollo ni respaldo internacional, fue un “úselo y tírelo”. La guerra contra el ISIS la ganaron las milicias populares originalmente kurdas y hoy ampliadas a otros pueblos. Y son esas milicias el objetivo de Erdogan.

La militancia del PKK creó esas milicias conocidas mundialmente cuando en 2015 derrotaron al ISIS en la batalla de Kobane, ciudad fronteriza con Turquía. El avance salvaje y destructivo del ISIS por toda la región trajo un desastre humanitario. Las milicias hicieron posible evacuar más de cien poblados. El ISIS sitió Kobane pero las milicias resistieron, rompieron el cerco, y en los meses siguientes lo expulsaron de la región, prácticamente solas, con la única ayuda de combatientes voluntarios que vencieron el cerco de Turquía que colaboraba con el ISIS. La ayuda de EEUU era puramente nominal.

Se formaron las Fuerzas Democráticas Sirias, una alianza que incluye varios pueblos y orientaciones políticas, unos 80 mil combatientes. Y luego la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS). La constitución se aprobó en 2014: “Nosotros, los pueblos de la Región Democrática Autónoma de Afrîn, Cizîrê y Kobanî, una confederación de kurdos, árabes, siríacos, arameos, turcomanos, armenios y chechenos, declaramos y establecemos libre y solemnemente esta Carta. En la búsqueda de la libertad, la justicia, la dignidad y la democracia y liderados por los principios de igualdad y sostenibilidad ambiental… los pueblos de las regiones autónomas nos unimos en el espíritu de reconciliación, pluralismo y participación democrática”

La autonomía fue producto de sus victorias. Hay hoy 4 millones de personas, y crecen con los que abandonan otras partes de Siria devastadas por la guerra para buscar refugio allí. Su producción es el 55% del PIB total de Siria.

Ercan Ayboga en “Revolución en Rojava: Autonomía democrática y Liberación de la mujer en el Kurdistán sirio” (2015), dice que en esta “Tercera Guerra Mundial con Siria como centro” hay tres sistemas de fuerzas: el imperialismo internacional, EEUU y Rusia disputando entre sí; el status quo regional entre Turquía, Irán y Arabia Saudita de características imperialistas; y las fuerzas revolucionarias y democráticas lideradas por la Revolución de Rojava y el PKK: “Estas tres fuerzas están luchando entre sí y el resultado se complica con coaliciones y conflictos armados en constante cambio… No es suficiente un enfoque ideológico y político como hacen muchas organizaciones izquierdistas y socialistas, un enfoque organizativo y militar es crucial”

En 2016 las fuerzas del gobierno de Damasco expulsan al ISIS de Aleppo en un combate prolongado sangriento y destructivo con actuaciones muy cuestionadas. Cuando en octubre de 2017 las FDS recuperan el último bastión y capital proclamada del “califato”, Raqqa, ya había sido fuertemente bombardeada por Francia en 2015, y el gobierno de Damasco intentó capturarla en 2016 y fracasó. A diferencia, el triunfo final de las FDS se hizo con el criterio de minimizar las bajas humanas

¿Cómo ocurrió todo esto? Por el alzamiento revolucionario de los pueblos del norte de Siria. Sólo un proyecto de transformación social radical puede levantar esa energía del pueblo y conducirlo al triunfo. A su vez se necesita de una “puesta a punto”, un nuevo tipo de proyecto revolucionario

“Nuestro objetivo esencial es negociar con el gobierno central y obtener un cierto estatus para las áreas que liberamos. Estamos dispuestos a entablar un diálogo con el gobierno central de Bashar al-Ásad”, dijo Mazlum Kobane, comandante en jefe de las FDS en una entrevista con el periódico Al-Monitor. “Conocí a Apo [Öcalan] cuando él vivía en Siria. Llegó a conocer a casi todas las familias kurdas aquí. En Aleppo, Damasco, Afrin, el liderazgo de Apo es una realidad que no puede ignorase. Es una filosofía, una ideología… No podemos reducir Rojava a un solo movimiento. Hay todo tipo de personas… quienes apoyan al líder del Kurdistán iraquí Massoud Barzani, al régimen de Assad. Pero los simpatizantes del PKK son mayoría. Y aquí hay árabes que quieren aprender sobre la filosofía del líder Apo y la aceptan. Hay miles de nuestra gente que fueron martirizados luchando en las filas del PKK. Pero Rojava no está compuesto únicamente por simpatizantes del PKK. Somos responsables de las áreas de mayoría kurda y mixta que gobernamos bajo el liderazgo de la FDNS, así como para las áreas que recientemente liberamos… El PKK brindó mucho apoyo, contribuyó significativamente. Pero la fuente más importante de nuestro éxito es la propia gente de Rojava… La coalición anti-ISIS comenzó a proporcionarnos armas sólo recientemente. Antes de que llegaran los estadounidenses liberamos muchas áreas con nuestros Kalashnikov y el apoyo de nuestra gente. El éxito aquí es su fuerza”

La autonomía dentro de una Siria federal, además de inobjetable como derecho de los pueblos, es la única salida política sensata para terminar con el derramamiento de sangre de esta guerra sin sentido, una vez derrotado el ISIS.

Afrin, parte del proyecto autonómico del norte de Siria, ha sufrido ahora el ataque de Turquía con una milicia islamista de 10000 efectivos, tanques suministrados por Alemania, aviones por Estados Unidos, y aprovechando que Rusia eliminó su cobertura aérea. Trajo la muerte de miles y el desplazamiento de 350 mil. Sólo las milicias defienden a la población civil. Casi todos los gobiernos del mundo hicieron la vista gorda, a nadie le importa, ni al gobierno sirio “soberano”. Débilmente armadas, incapaces de resistir el ataque, las fuerzas de las FDS se retiraron, posponiendo la lucha para el futuro.

Ahora que las tropas yanquis se retiran, la polémica en la izquierda tal vez no desaparezca del todo. Para muchos, la nueva realidad de las milicias sin apoyo aéreo ni antiaéreo, ni suministro de armas ni alianzas con países de importancia en la región ni en el mundo y la larga guerra con enemigos declarados, hará que no puedan continuar.

Recordemos que el PKK, Partido de los Trabajadores de Kurdistán, adoptó su nombre por el Partido de los Trabajadores de Vietnam. Aunque la realidad ha cambiado desde ese tiempo y el PKK cambió también su concepto de revolución y de socialismo, algo sigue igual.
“No somos lo suficientemente fuertes -decía Giap- como para expulsar a medio millón de tropas estadounidenses, pero ese no es nuestro objetivo. Buscamos romper la voluntad de guerra prolongada del gobierno… (Que) se equivocó al confiar en su poder de fuego superior para aplastarnos. Nuestros compañeros soviéticos y chinos tampoco pudieron captar nuestra resolución… cuestionaron el número de divisiones que teníamos en comparación con las tropas estadounidenses, artillería estadounidense o ataques estadounidenses. Estamos llevando a cabo la guerra popular al estilo vietnamita: una guerra integral, una fuerza total en la que cada hombre, cada mujer, cada unidad grande o pequeña se mantiene en el todo del pueblo movilizado. Las armas estadounidense sofisticadas, los dispositivos electrónicos y cosas así son inútiles. Han calculado mal las limitaciones de su fuerza. En la guerra solo hay dos elementos: las personas y las armas. Al final, sin embargo, las personas siguen siendo el factor decisivo. La gente”

Palabras casi idénticas a las que vimos de Mazlum Kobane.

Para todo proyecto revolucionario hay que aprender de las experiencias. Lo que en aquel tiempo emergía en el criterio de minimizar los costos humanos (que Giap impulsaba a contracorriente) hoy ha ganado su lugar. Tampoco están hoy los “compañeros soviéticos y chinos” ni ningún otro gobierno “compañero” de la revolución Rojava. El realismo dice que es una gran desventaja, porque mejor mal acompañado que solo. Giap no estaría de acuerdo

(Continuará…)

(*) Nota aclaratoria:

Los días 11, 12 y 13 de julio de 2019 se realizó en Montevideo el II Congreso Internacional de Investigadores sobre anarquismo(s), con presencia de participantes argentinos, brasileños, chilenos, mexicanos, etc., y casi cien ponencias y presentaciones en los más diversos temas. Esta ponencia fue presentada el sábado 13 ante medio centenar de asistentes con los cuales tuvimos luego un intercambio y debate. En el mismo se me señaló, por ejemplo, que omití mencionar la influencia ideológica, en el proceso de Rojava, del anarquista ecologista estadounidense Murray Bookchin (1921-2006). Ni yo soy anarquista ni el Congreso era exclusivamente de anarquistas sino abierto a los aportes y al diálogo, que es mi opinión su gran riqueza. Y en materia de anarquismo soy “como Sócrates”. No he leído a Bookchin ni a prácticamente ningún teórico anarquista, y mal podría referirme a ellos. Traté de aprovechar el Congreso para aprender algo, pero lo que vi sería tema de otro comentario.

La tesis central de este trabajo, precisamente, es que no es la ideología la que crea la práctica social sino al revés, la práctica social -dentro de las condiciones de su existencia real y conflictiva en tanto expresa la lucha de una época- la que crea la superación de las ideologías en tanto falsa conciencia. Así, mi móvil principal es la crítica al dogmatismo “marxista” (de eso algo sé, y recordemos que Marx siempre dijo no ser “marxista”), pero no una crítica desde otra ideología sino desde la superación por la práctica de las luchas de los pueblos en nuestra época.

Cuando invitamos a Uruguay a Alan Freeman lo presenté en la radio como un “economista marxista”; me interrumpió diciendo que él no se caracteriza como marxista sino “estudiante de Marx”. Si esa superación es lo que veo en la revolución de Rojava, señalarlo es lo que puede aportar un estudiante de Marx.


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