Amodio comenta partes del libro de Clara Aldrighi y Mauricio Rosencof. Siendo opiniones distintas la idea es conocer, aprender y superar, no repetir o copiar. El proceso uruguayo tiene aún muchas cosas oscuras que aclarar, pero eso le corresponderá al sujeto autónomo comunitario autogobernante, no a las actuales y venideras burocracias autodenominadas de izquierda.
22.JUL.19 | Posta Porteña
Memorias de la Insurgencia/ comenta Amodio
Por AMODIO
Memorias de la insurgencia: historias de vida y militancia en el MLN-Tupamaros 1965-1975
Autores: Clara Aldrighi, Mauricio Rosencof Editor, Ediciones de la Banda Oriental, 2009
En “Memorias de la insurgencia”, Clara Aldrighi aporta según ella lo expresa, nuevos elementos de juicio al análisis y la interpretación de la génesis y el desarrollo de la actividad de la guerrilla en Uruguay, que se desenvuelve, entre la reivindicación de la actividad revolucionaria, la supuesta autocrítica y la reflexión constructiva; y en donde Mauricio Rosencof, coautor, aparece como protagonista de hechos que no son tales. Esta es la interpretación de Héctor Amodio Pérez que hace cometarios sustancioso de dicho libro junio- julio de 2019
Amodio: En este libro, Mauricio Rosencof se adjudica una relevancia particular que nunca tuvo, refiriéndose en primera persona a hechos y circunstancias que fueron fruto de la aportación de varios compañeros. Esa tendencia a adjudicarse responsabilidades y a arrogarse participación en acciones en las que su aporte fue meramente anecdótico o circunstancial, no impide reconocer que Rosencof fue uno de los llamados a reconstruir el MLN que había sido desmantelado tras la caída de Almería. Integró el comité Ejecutivo desde finales de setiembre de 1970 hasta que fue detenido en mayo de 1972. Durante agosto y setiembre de 1970, pese a ser uno de los más antiguos integrantes del MLN en libertad, no fue cooptado para integrar el Ejecutivo, por su tendencia a no valorar suficientemente los aspectos organizativos. Hasta marzo de 1972 compartió los distintos organismos de dirección con Adolfo Wassen, Donato Marrero, Henry Engler y Arquímedes Píriz Budes, compañeros que provenían de la columna 15 y con Fructuoso Berreta, de la columna del Interior.
Rosencof: Sobre la base de una metodología específica y de un programa establecido en líneas generales que por supuesto apuntaba al socialismo, dábamos cabida dentro de la organización a gente de distintas procedencias: nacionalistas, socialistas, comunistas y también una fuerte corriente cristiana. Dentro de estas características, actuamos fundamentalmente como foco armado operante, con la particularidad de que la propuesta de tomar por asalto el poder con las armas estaba presente, tal vez, en nuestras conversaciones, pero no en nuestras definiciones. No era nuestra propuesta ni nuestro planteo. Desarrollábamos fundamentalmente la propaganda armada. Era una manera de sacudir a la izquierda uruguaya, que de alguna manera se encontraba –no quisiera decir anquilosada porque es una palabra que no sería correcta– con un “techo” de difícil levantamiento. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 24
Amodio: En el contexto en que se basan estas palabras, -los inicios del grupo Tupamaros- creíamos en la toma del poder mediante la lucha armada. Es cierto que nunca especificamos el cómo, por la sencilla razón de que lo dábamos por sobreentendido. Era por la lucha armada y quien no participara de esa idea no tenía sitio en el grupo Tupamaros y luego en el MLN Esto queda meridianamente claro desde 30 preguntas a un Tupamaro, documento escrito por Sendic y publicado inicialmente en el semanario Al Rojo Vivo, en 1968. Decir que no era ni nuestra propuesta ni nuestro planteo solo se explica por el revisionismo que se ha hecho de la historia. La propaganda armada fue solo un aspecto táctico del planteo estratégico de fondo, la toma del poder. Si no fue así, ¿entonces, para qué nos organizamos? ¿Y acaso la propaganda armada no tenía como objetivo el desgaste del sistema? ¿Y qué fin tenía ese desgaste sino la toma del poder?
La lucha armada fue el hecho diferencial con las otras organizaciones, a las que considerábamos mucho más que anquilosadas. Recordar lo que decíamos y lo que hacíamos. El mismo Rosencof se contradice a continuación, cuando dice “Mientras que en el país existía gente en una situación de pobreza tan extrema, que no podía plantearse esperar varias décadas la llegada de un cambio”. Ese mismo argumento fue uno de los empleados para la justificación de la lucha armada, en contraposición a la línea de las otras organizaciones políticas de izquierda.
Rosencof: Desde mi punto de vista, y el de mucha otra gente, el gran crecimiento que se produjo en la organización se debió a la fuerte presencia del movimiento cañero, organizado por Raúl Sendic, que reclamaba“tierra para trabajar y la expropiación de una estancia cimarrona de 30.000 hectáreas”.Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 24
Amodio: Efectivamente, la presencia de los cañeros en Montevideo fue un revulsivo en el panorama sindical, no solo por su presencia, sino por la combatividad de sus actos. Es real la influencia que tuvo Sendic en su desarrollo, como también lo será en el distanciamiento que se produjo a partir del asalto al banco por parte de Vique, Santana y Castillo, tres de sus más connotados militantes, asalto organizado por Sendic y Manera, a espaldas del Coordinador, para mostrar el camino que se preconizaba. Si bien la consigna de UTAA era “Por la tierra y con Sendic”, su apoyo nunca fue mayoritario y quedó reducido a la incorporación de varios “peludos” a título individual. Decir que el crecimiento vino por la “fuerte presencia del movimiento cañero”,es faltar a la verdad. El MLN creció y se desarrolló fundamentalmente en Montevideo, y en el interior en las principales ciudades. Otra cosa es que se pretendiera incorporar a los trabajadores rurales, lo que no se consiguió nunca.
En esos momentos, influidos por la “literatura revolucionaria”, creíamos que no era posible la revolución sin el campesinado. Todavía no sabíamos que el campesinado, como clase, no existía en el Uruguay de entonces. Quienes pensaban lo contrario, ya en 1971, Sendic, Zabalza, Picardo y Mansilla elaboraron el Plan Tatú para, entre otros dislates, “politizar el campo”. Rosencof, al igual que el resto del Ejecutivo, se oponía al plan Tatú y sostenía que en el supuesto que se decidiera instalar el Segundo Frente en el interior, primero había que organizar las ciudades, tal como Wassen planteó durante su paso por Punta Carretas. Wassen tuvo el atrevimiento de negar, estadísticamente, el “apoyo campesino” al MLN. Para intentar sacarlo de “su error”, los compañeros del interior organizaron un censo entre sus presos, en el que figuraron como “campesinos”, bancarios, peluqueros, maestros, comerciantes y quedó en claro que “los peludos” auténticos no llegaban a la docena. Cuando el apoyo al Frente Amplio, el MLN intentó que UTAA fuera su representante en el aparato legal, a lo que UTAA se negó, y entonces hubo que crear el 26 de Marzo
Rosencof: La propaganda armada había calado, el tipo de acciones que hacíamos despertaba un gran interés: la Financiera Monty, las libras de Mailhos –un oro entrado ilegalmente al país– el Casino San Rafael, la toma de una ciudad como Pando, fueron generando una adhesión muy grande hacia la organización. Empezamos en cierto momento a sentir algunas debilidades. Influyó también el hecho de que en este país no existiera servicio militar obligatorio. Desde el punto de vista militar, cuando hablábamos de columnas o de aparato armado, hablábamos de algo muy débil. Aparentemente muy poderoso, pero en la práctica muy disminuido.Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 25
Amodio: Efectivamente, la propaganda armada nos era rentable. Sin embargo, tras la fuga de Punta Carretas, Huidobro y Sendic encabezaron un movimiento para dejarla de lado, con el argumento de que el MLN debía “elevar el nivel de los enfrentamientos” Pando se inscribe en otra dinámica, la del Doble Poder. Cuando dice que las columnas eran muy débiles, es necesario decir que eso se correspondió con el desarrollo irregular de las columnas, que fue irregular porque el concepto de trabajo fue diferente en cada columna. Decir que la 15 era una columna débil, es faltar a la verdad. Tenía un aparato armado muy eficaz para la línea de acción que tenía encomendada: la propaganda armada. Surge entonces la pretensión de adjudicarle a la 15 y a mí, por lo tanto, el sambenito del militarismo y de la acción por la acción misma. Para eso se oculta que la 15 nunca actuó por sí misma, sino que todas las acciones que realizó, estuvieron avaladas por el Comité Ejecutivo, incluso cuando esos Ejecutivos los integraban Sendic y Fernández Huidobro, a los que la historia oficial ha pretendido adjudicarles la categoría de líderes políticos, cuando ellos fueron los creadores de los planes que llevarán al MLN a autodestruirse.
Sigue diciendo “cuando expropiamos los 170 fusiles del CIM, la Marina y el Ejército estaban alertas para ver qué haríamos con ellos. Y no sabíamos qué hacer. Es decir, no teníamos hombres preparados para manejarlos”. Vamos a ser claros: la acción del CIM fue espectacular como propaganda, pero desde el punto de vista del armamento incautado, fue ineficaz. El MLN era una guerrilla urbana, y unos fusiles que medían metro y pico y pesaban más de cinco kilos, la única función que podían cumplir era la de apoyo en algunas acciones. Lo que necesitábamos eran armas cortas, a lo sumo, metralletas. Es cierto que no teníamos hombres preparados para manejarlos, como tampoco los teníamos cuando se lanzó el Segundo Frente, un plan descabellado que el mismo Rosencof apoyó y cuando de los 170 fusiles no quedaba ni la quinta parte y las municiones, mal conservadas, estaban inservibles
Rosencof: Existían además debilidades de otro orden. Entre ellas, en la formación de la gente. Una columna operativa no podía detenerse y hacer asambleas, porque llamaba la atención, podía ser allanada y detenida. Entonces propusimos y desarrollamos algunas cosas. En primer lugar, en 1970 y 1971, la creación de la columna política, la 70. Era una columna de formación. En ella se discutían los documentos de la organización y los militantes recibían una instrucción básica. Estaba constituida por agrupaciones que funcionaban en organismos de masa, en un triple frente: estudiantil, barrial y obrero. Contaba con una importante presencia de dirigentes estudiantiles, teníamos prácticamente la dirección de la mayoría de los centros. Era muy fuerte también el frente barrial y había una buena presencia del sindical. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 25-26.
Amodio: Pese a todo lo que se diga, la 70 no era el MLN, aunque fuera el MLN quien la dirigía y controlaba. La 70 se formó para conseguir infraestructura: casas, coches, dinero. Si ocasionalmente se conseguía un posible militante, estupendo. Además, era el lugar de encuadre para mucha gente que no tenía lugar en el sector operativo. Lo que pasó fue que quienes la dirigieron, para justificar la presencia de la columna, que fue muy cuestionada en su momento, comenzaron a trasegar gente descompartimentada entre sí, lo que facilitó las labores represivas a partir del 14 de abril de 1972. El mismo Rosencof lo dice más adelante: “toda la columna era un gran aparato informativo y un medio de obtención de infraestructura vehicular o edilicia”
Pero a continuación pretende hacernos creer que realizó acciones muy importantes, y pone como ejemplo El Tejazo, acción que él organizó y que a punto estuvo de provocar la detención de algunos de los fugados la noche del Abuso, porque el sector militar que organizó la evacuación desconocía que El Tejazo se iba a producir y tuvieron que modificar algunos recorridos sobre la marcha
Aldrighi: ¿Cómo se desenvolvía entonces la discusión interna, la resolución de los conflictos políticos, la consideración de las opiniones de la base?
Rosencof: Las discusiones y resoluciones de la dirección se transmitían a las columnas. La dirección no podía tener más de cuatro o cinco miembros (tres en algunas oportunidades o en determinado momento en que fue casi un coordinador de columnas). Pero también hay que pensar que los miembros políticos más capaces de la dirección cayeron presos, sobre todo los particularmente politizados y de mayor proyección, como Sendic en primer lugar, o como el Pepe Mujica, Candán, el Ñato Fernández Huidobro. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 54
Amodio: Nunca se estableció un número máximo de miembros del Ejecutivo, dependiendo el número de las condicionantes de cada momento, pero los de cuatro miembros son mayoría. Las resoluciones y consultas, que las hubo por centenares, para no parecer exagerado y hablar de miles, el Ejecutivo las realizaba a través de los comandos de columna. Precisamente Sendic fue el que menos realizó ese trabajo de información, discusión, aportación, como forma de formación de los integrantes de su columna. Y eso fue así, aunque parezca una paradoja, porque Sendic nunca valoró el trabajo de formación política, que no era, pese al calificativo de política, la lectura de textos teóricos.
Rosencof: Era difícil controlar si en una columna como la 15, que finalmente tuvo una desviación accionista -las acciones por las acciones en sí, sin un fundamento político que las justificara- transmitía o no las discusiones políticas que nosotros hacíamos en la dirección. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 54
Amodio: Mucho se habla del accionismo de la columna 15, al mismo tiempo que se reconoce el valor de quienes la integraron, entre ellos quienes acompañaron al mismo Rosencof en su andadura como miembro de la Dirección. Pero al mismo que se pone en duda la fundamentación política de las acciones que esos mismos hombres comandaron, planificaron o ayudaron a planificar. Todos se abstienen de decir cuáles fueron esas acciones sin fundamentación política.
En su empeño por adjudicarle a la columna 15 y por consiguiente a quienes ayudamos a dirigirla la responsabilidad de la derrota, confunden “accionismo” con el número de acciones realizadas, todas siguiendo la línea política y ajustada a la estrategia surgida desde la Dirección del MLN.
Rosencof: Era también muy difícil proponerse llegar a una columna, porque eso constituía un contacto horizontal. La característica de nuestras columnas era que, si todas caían y quedaba una sola, contaba con el aparato necesario para su funcionamiento. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 54
Amodio: Esa era la teoría que se elaboró a partir del plan de descentralización que Alicia Rey, Alfredo Rivero y yo planteamos en 1968 y que fue parcialmente puesto en marcha en setiembre de ese año y que yo impulsé a partir de mi incorporación al Ejecutivo en octubre, en sustitución de Julio Marenales. Finalmente, la única columna que alcanzó cabalmente ese objetivo, fue la 15, la que llegó a monopolizar el accionar durante gran parte de 1970 y 1971, mantuvo los servicios en funcionamiento y el sector político siguió reclutando a nuevos militantes.
El Ejecutivo siempre tuvo los canales de comunicación abiertos con las columnas, pasando, lógicamente, los contactos a través de los respectivos comandos. Y eso no eran contactos horizontales. Contactos horizontales eran los que se realizaban entre miembros de grupos que debían estar compartimentados entre sí, tal como rezaban las normas de funcionamiento y que algunos miembros de la Dirección, entre ellos Sendic y Fernández Huidobro, dejaron más de una vez de lado.
Rosencof: Discutir se discutía. Para quienes procedíamos de los Partidos Comunista y Socialista, donde el tiempo dedicado a la discusión era el que ocupaba la mayor parte de tu militancia -las tareas militantes se limitaban siempre a repartir un boletín, vender un diario o salir de pegatina- el MLN revertía todo eso. No podía prolongarse tanto una sesión de discusión que hubiera que pasar a una segunda. Tampoco se podía estar discutiendo durante horas, porque caía la cana y se terminaba la discusión. Era muy tonto hacerla. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 54
Amodio: Esta es otra falsedad. La seguridad de los locales no dependía del tipo de reuniones que se realizaran, sino de la cobertura de los mismos. Todavía viven testigos de las reuniones maratonianas que mantuvimos en el Ejecutivo y en el comando de la columna 15 en la calle Felipe Sanguinetti, en Avenida Italia y Sevilla e incluso en un hotel de Malvín, hoy demolido, en el que Alicia y yo estuvimos viviendo durante meses, figurando como profesores del liceo del barrio
Rosencof: En la organización hubo gente que quiso -inclusive lo planteó- hacer un periódico de discusión por columna. Eso hubiera llevado indefectiblemente a caer mucho antes de lo que caímos. Pero se llegó a sacar un boletín de columna. Que condujo al “microfraccionalismo”. El surgimiento de la “microfracción” fue muy importante, era justamente ese sector el que quería un aumento de la discusión. Una fracción tiene sus propias autoridades; acata o no, acepta o distorsiona las resoluciones de la dirección general. Teníamos adentro una “microfracción”, que violentaba todas las normas de seguridad. Porque tenía cuadros en todas las columnas, que mantenían contactos horizontales.
Aldrighi: ¿Sus integrantes se conocían del movimiento de masas?
Rosencof: Sí, del movimiento estudiantil. Además se plantearon una política de reclutamiento de gente que ya estaba en el MLN, en otro frente. Querían predominar en la organización Cuando lo detectamos, mantuvimos unas discusiones ideológicas en las que participé.
Les explicamos nuestras críticas: primero, entraban a una organización que ya existía y funcionaba, que tenía determinadas normas y criterios. ¿Querían cambiarlos? Podían ser compatibles o no, pero entonces debían crear su propia organización. No se trataba de expulsarlos. La solución a la que apunté fue la de que constituyeran su propia organización. Que terminaran con la política de reclutamiento de cuadros, que al final nos había llevado a tener un caballo de Troya en un comando de columna, que respondía a la dirección de la “microfracción”. Eso era peligrosísimo. Tuvimos con ellos una discusión muy tensa. Se había creado una estructura paralela, con toda esa cosa estudiantil de discusión, de inteligencia, de culturita (no lo digo en forma despectiva).
Amodio: Rosencof evita decirnos que ese sector del movimiento estudiantil fue reclutado masivamente por Huidobro, sin ningún criterio organizativo claro. En sus planteamientos revivió la discusión ya zanjada en enero de 1966 a propósito de la conducción de la lucha armada. La microfracción, como lo había hecho el MIR entonces, preconizaba la formación de un partido que sería quien dirigiera la lucha. Unos dirigían: el partido y otros ponían lo demás, incluso sus vidas. Decir que para cambiar los criterios debían formar su propia organización y de que no era necesario expulsarlos, era darles carta de constitución. Decir que el principal objetivo de la “microfracción” era el aumento de la discusión, es falso. Lo que pretendían era el cambio de la estrategia del MLN, ya que tenían como objetivo fundamental la formación de la organización política, “el partido”, a cuyo servicio debía supeditarse la acción armada.
Leyendo a Rosencof parece como que la microfracción, “la micro”, como la llamábamos, apareció con Rosencof en el Ejecutivo, en septiembre de 1970, y eso no es así. Se puso en evidencia después de Pando, cuando en el Ejecutivo se decidió liberar a Pellegrini Giampietro y los del local donde estaba secuestrado, de la llamada entonces columna 5, bajo la responsabilidad de Fernández Huidobro, se negaron a entregarlo a la Dirección, con la excusa del levantamiento de la huelga bancaria. Incluso pensaron ejecutarlo, tal como narro en Palabra de Amodio.
En esos momentos sólo tenían relación con la columna 25, formada también por estudiantes y también bajo la responsabilidad de Fernández Huidobro. Después de muchas discusiones y enfrentamientos con los integrantes de los comandos de ambas columnas, conseguí que Pellegrini nos fuera entregado y proceder a su liberación, previo acuerdo con la dirección de Seusa, la empresa editora de La Mañana y El Diario. Liberado Pellegrini, propuse al Ejecutivo la expulsión de los integrantes de ambas columnas, lo que hubiera supuesto un trabajo de investigación y de seguridad interna muy exhaustivo. Por esas mismas razones, el resto del Ejecutivo, Mansilla, Sendic y Efraín Martínez Platero se opusieron, por lo que se optó por sancionar a los comandos y disolver las columnas integrando a sus militantes en las demás columnas montevideanas, con lo que se consiguió, como era de prever, contagiar a todas las columnas de “microfraccionalismo”. Fue como hacer transfusiones con sangre contaminada.
Rosencof: Constituyeron entonces su organización. Les hicimos varios ofrecimientos: si tenían problemas de sanidad se los solucionábamos, si no podían hacer documentos para los clandestinos se los hacíamos, si debían salir del país se lo facilitábamos. Absolutamente todo. No se fueron expulsados, pero tampoco se fueron voluntariamente. Creamos esa situación en la que dentro de la organización no podían seguir, pero les facilitábamos todo para que crearan su propia estructura. ¿Por qué? Porque dentro del MLN había un nivel de discusión que tenía un punto final. Y el punto final no tenía vuelta. No íbamos a estar arriesgando nuestros locales, familias, compañeros, hijos, etcétera, por un grupo de gente que se planteaba una respuesta distinta y que de alguna manera estaba creando un tembladeral dentro de la organización. Les garantizamos su seguridad, ellos garantizaban la nuestra. Quedaban con armas y las cosas que ya tenían. Manteníamos sobre ellos un cuidado solidario, hasta que lograran autosuficiencia. Formaron una organización e hicieron acciones. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 54-55.
Amodio: Pese a lo que Rosencof asegura, fueron expulsados, y se quedaron con las armas, los locales, las libras recuperadas de la chacra de Pando y con todo ello constituyeron el FER. Cuando la debacle del MLN, se vieron arrastrados por los coletazos que su integración al MLN habían provocado. Según Rosencof y hasta el momento nadie lo ha desmentido, el MLN prohijó la formación de una organización que lo enfrentaba en lo ideológico proveyéndola de armas, locales y dinero. Nada dice Rosencof del intento de la micro de ejecutar a los miembros el Ejecutivo del MLN, ni del secuestro por parte del MLN de uno de los dirigentes de la micro expulsados, Rodríguez Larreta, para acordar el statu quo que señala. Rosencof mismo fue el encargado de informarnos en diciembre de 1970 de la expulsión y de los pormenores que ahora oculta. La existencia del FER fue efímera y la mayoría de sus integrantes solicitó su reingreso al MLN. De manera inexplicable, el MLN los admitió.
Aldrighi: Cómo se explicó la derrota del MLN en 1972?
Rosencof: No me gusta mucho la expresión “derrota”. Inclusive si leés detenidamente Literatura carcelaria, verás que es un tema que trabajé literariamente, y pongo inclusive un ejemplo: ¿el Che es un derrotado? ¿Artigas lo fue? ¿Jesús es un derrotado? Parto de la base de que la derrota y la victoria no existen, no hay un punto final, todo es camino. Fijate lo que significa hoy para el país la conciencia del tupamaro. No sólo de los compañeros que están en la Cámara o que se manifiestan públicamente, sino de los que estamos desparramados en todas partes. Hay un cierto respeto. Pero en aquel momento, al salir de Punta Carretas en 1971, el Ñato trae una elaboración, la de prepararnos para una ofensiva. Fue apenas salió del Abuso, al día siguiente, cuando me reuní con él y con Manera.
Había una disociación entre la contundencia y lucidez de la propuesta y la realidad de la organización. Si partíamos de la base de que teníamos cinco columnas, podíamos -simplificando un poco- ponerlas sobre un tablero de ajedrez: aquí avanza una, aquí la otra, aquí ésta ataca o asalta. Pero ocurría que nuestras columnas militares no eran tan militares. Algo que ha sido recurrente en nuestra conversación es el hecho de que como en Uruguay no había servicio militar obligatorio, podíamos expropiar 170 fusiles del cuartel de la Marina y no tener diez compañeros que supieran manejarlos. Nuestra debilidad no se notó frente a la Policía, pero cuando entró brusca y brutalmente el ejército en todos los frentes, ahí lo sentimos. Mauricio Rosencof, Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 58-59.
Amodio: Como dice el dicho popular, no se conforma el que no quiere. Rosencof mismo, en el curso de la entrevista para Memorias de insurgencia, apunta como una característica fundamental para ser tupamaro la honestidad. Esa era la condición sine qua non, afirma con razón. Ser honesto significa, además de practicar normas de honradez, reconocer los propios errores, no intentar enmascarar la realidad con palabrería inútil y sobre todo, no intentar echarle la culpa a otros de los errores propios o de los circunstanciales aliados.
Los planes que Fernández Huidobro, “el Ñato” en boca de Rosencof, expuso al día siguiente del Abuso, “contundentes y lúcidos” según sus palabras, chocaban con la realidad del MLN, ya que su estructura estaba pensada y desarrollada para practicar acciones de guerrilla, de propaganda armada y no de enfrentamiento total, ni con la policía y menos con las FF.AA., tal como en esos planes se ponía de manifiesto.
Esos mismos planes ya se habían enviado desde Punta Carretas y el Ejecutivo los había rechazado, siendo Rosencof miembro de ese Ejecutivo. En la reunión en que esos planes se expusieron nuevamente, estuve presente, junto con Wassen, Marenales, Sendic, Manera, Huidobro y Rosencof. Al ser rechazados nuevamente, motivaron el “pase a la base” de sus promotores, tal como Fernández Huidobro reconoce en el mismo Memorias de insurgencia, en la página 78, como podrá verse en su momento.
Sin embargo, el mismo Rosencof los apoyará en marzo de 1972, sin que las condiciones que seis meses antes los hacían inviables hubieran sido modificadas, lo que dará el pistoletazo de salida a una crisis que se venía gestando ya desde fines de octubre de 1971 continuara