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La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital

Edgardo Lander :: 01.08.19

Estrategias de la industria de los combustibles fósiles y capitales asociados para manipular las políticas ambientales y la opinión pública.

LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA PUESTA EN JAQUE POR EL GRAN CAPITAL
Estrategias de la industria de los combustibles fósiles y capitales asociados para manipular las políticas ambientales y la opinión pública

Edgardo Lander
www.opsur.org.ar

Edgardo Lander es venezolano, doctor en Sociología y profesor de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito. Fellow del Instituto Trasnacional (TNI), Ámsterdam. Involucrado en forma directa en la dinámica de los Foros Sociales Mundiales. En Venezuela, actualmente forma parte de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución.

La humanidad vive una profunda crisis civilizatoria: la crisis terminal del modelo civilizatorio prometeico de la modernidad co-lonial. Es la crisis multidimensional de una civilización que se carac-teriza por ser antropocéntrica, patriarcal, colonial, clasista, racista, y cuyos patrones hegemónicos de conocimiento, ciencia y tecnología, lejos de ofrecer alternativas y respuestas a la crisis, la profundizan. Los dogmas antropocéntricos y patriarcales del progreso y el desa-rrollo, y las fantasías de la posibilidad de un crecimiento sin fin en un planeta limitado están socavando rápidamente las condiciones que hacen posible la reproducción de la vida en el planeta Tierra. Hemos sobrepasado el límite. A pesar de que una cuarta parte de la población del planeta, la mitad de ellos niños y niñas, son pobres, de acuerdo con el Índice Multidimensional de Pobreza del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo y la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford1 (2018), la humanidad, en su conjunto, ya ha superado la capacidad de carga o biocapacidad de la Tierra, esto es, la capaci-dad de los ecosistemas para producir recursos biológicos materiales útiles y para absorber los desechos generados por los humanos. Esto se debe a unos determinados patrones de consumo y a las actua-les tecnologías de gestión y extracción. La civilización de dominio científico-tecnológico sobre la llamada ‘naturaleza’, que identifica el bienestar humano con la acumulación de objetos materiales y con el crecimiento económico sin medida –cuya máxima expresión histó-rica es el capitalismo– tiene el tiempo contado. Sin un freno a corto plazo de este patrón de crecimiento desbordado y una reorientación hacia el decrecimiento, sin la armonía con el resto de seres vivos y 1 United Nations Development Programme (UNDP), ‘Half of world’s poor are children’, 20 de septiembre, 2018. Véase: http://www.undp.org/content/undp/en/home/news-centre/news/2018/half-of-world_s-poor-are-children.htmlLa sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
130¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?sin una redistribución radical del acceso a los bienes comunes del planeta, la continuidad de la vida tal como la conocemos está seve-ramente amenazada. Hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno:2Es tal la magnitud de nuestro impacto en el planeta que el Antropo-ceno podría calificarse como el sexto evento de extinción masiva del mundo. En el pasado, esos acontecimientos tardaron entre cientos de miles y millones de años en verificarse. Lo que hace tan asombroso al Antropoceno es que esos cambios están ocurriendo en periodos de tiempo, en extremo, condensados. Además, el motor de esta transi-ción es excepcional. Es la primera vez que una época geológica po-dría estar determinada por lo que una sola especie Homo sapiens le ha hecho conscientemente al planeta, en oposición a lo que el planeta les ha impuesto a las especies que lo habitan (WWF et al, 2016).De las dinámicas que socavan las condiciones de la reproducción de la vida, la de consecuencias globales más severas es la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esta provoca el ca-lentamiento global, con todas las profundas alteraciones climáticas que lo acompañan. Entre estas alteraciones se encuentra la eleva-ción del nivel de los mares, que amenaza a centenares de millones de personas que viven en ciudades costeras y otros territorios con poca elevación sobre el nivel del mar, como es el caso del delta de los ríos Ganges y Brahmaputra, en Bangladesh, y el estado de Ben-gala Occidental de la India. Otras alteraciones son la acidificación de los mares y, con ello, la destrucción de las barreras de corales que forman parte esencial de las cadenas de reproducción de la vida marina; el derretimiento de los casquetes polares y los hielos 2 Este término se utiliza con frecuencia creciente para destacar que por prime-ra vez en la historia del planeta las transformaciones geológicas fundamentales están siendo producidas por una sola especie: los seres humanos. Sin embargo, por su connotación implícita de que las transformaciones que vive el planeta son el producto de las acciones de ‘la humanidad’, haciendo abstracción de las extraordinarias desigualdades económicas y de poder político que determinan los efectos de la acción humana sobre el planeta, se han propuesto otras denomi-naciones como el ‘capitaloceno’ y la ‘era de la plutocracia’ (Ribeiro, 2016).
131de Groenlandia y su impacto, no solo sobre el nivel de los océanos, sino sobre los efectos de retroalimentación del calentamiento global al reducir las superficies de nieve y hielo capaces de reflejar parte de la energía solar que llega a la Tierra. También se encuentra el avance de los procesos de desertificación, que están destruyendo las condiciones de la producción agrícola y pecuaria de millones de personas, y generando masivos procesos de migración climática; el derretimiento de los glaciares, fuente del agua de la que depende la sexta parte de la población del planeta (Dahr, 2018), y la frecuencia creciente de eventos climáticos extremos como huracanes, tifones, sequías prolongadas, y grandes inundaciones que afectan a millones de personas.No se trata de proyecciones apocalípticas de ciencia ficción sobre lo que podría pasar en un futuro lejano, sino de experiencias vivi-das en el presente por proporciones crecientes de la humanidad. En lo fundamental, ya quedaron atrás los debates sobre la realidad del cambio climático o sobre sus orígenes antropogénicos. Cambio climático: la vida amenazadaEl análisis más exhaustivo a escala planetaria y el más detalladamen-te documentado sobre el cambio climático es el que realiza el Pa-nel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, en cinco sucesivos informes generales desde el año 1990 y un informe especial en el año 2018. Este se concentra en el análisis de qué pasa-ría si la temperatura promedio de la superficie terrestre superase en 1,5 grados centígrados a la existente a comienzos de la Revolución industrial. Estos informes son el resultado del trabajo de centenares de especialistas de todas partes del mundo, en una amplia gama de disciplinas relacionadas con el cambio climático, sobre la base del análisis de prácticamente todos los trabajos publicados en revistas científicas especializadas sobre estos temas y demás informes cientí-ficos, producidos por casi la totalidad de los centros de investigación científica dedicados a asuntos relacionados con el cambio climático en el planeta. En cada uno de los sucesivos informes se presenta una caracte-rización más severa y con mayores niveles de certidumbre sobre las La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
132¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?tendencias climáticas presentadas. Se trata de informes que, lejos de tener intencionalidades alarmistas, tienen un sesgo conservador, ya que cada una de sus afirmaciones no solo requieren elevados niveles de consenso entre los científicos participantes, sino que, adicional-mente, las conclusiones pasan por el filtro de los representantes de los gobiernos de todo el mundo a nombre de los cuales este panel pre-senta sus resultados. Muchos de estos gobiernos, como es el caso de los Estados Unidos, han hecho lo posible por minimizar la severidad de las transformaciones climáticas. Entre las principales conclusiones que presenta el último informe general del Panel Intergubernamen-tal correspondiente al año 2014 (2015), se destacan las siguientes: • La influencia humana en el sistema climático es clara, y las emi-siones antropógenas recientes de gases de efecto invernadero son las más altas de la historia.• El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han teni-do precedentes en los últimos decenios a milenios.• Cuanto mayor sea la perturbación de la actividad humana sobre el clima, mayores serán los riesgos de impactos graves, generalizados e irreversibles en las personas y los ecosistemas, y más duraderos serán los cambios en todos los componentes del sistema climático.• Las emisiones antropógenas de gases de efecto invernadero han aumentado desde la era preindustrial, en gran medida como re-sultado del crecimiento económico y demográfico, y actualmente son mayores que nunca. Como consecuencia, se han alcanzado unas concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, me-tano y óxido nitroso sin parangón en por lo menos los últimos 800.000 años.• En los últimos decenios, los cambios del clima han causado impac-tos en los sistemas naturales y humanos en todos los continentes y océanos. Los impactos se deben al cambio climático observado, independientemente de su causa, lo que indica la sensibilidad de los sistemas naturales y humanos al cambio del clima. […]• Muchos aspectos del cambio climático y los impactos asociados continuarán durante siglos, incluso si se detienen las emisiones antropógenas de gases de efecto invernadero. Los riesgos de cam-bios abruptos o irreversibles aumentan a medida que aumenta la magnitud del calentamiento.
133Si bien hay pleno consenso en las comunidades científicas sobre la gravedad de las transformaciones ambientales y sobre su origen antropogénico, no hay consenso sobre los lapsos con los cuales cuen-ta la humanidad antes de que estos procesos devastadores, sobre todo la continuada producción de gases de efecto invernadero, pro-voquen efectos catastróficos e irreversibles. Es tal la complejidad de estos procesos y sus dinámicas de refuerzo y retroalimentación, que ni siquiera los sistemas de cálculo más sofisticados tienen capacidad para establecer con precisión cuáles podrían ser los puntos de in-flexión a partir de los cuales todo cambiaría. De acuerdo con el Instituto Potsdam de Investigación sobre los impactos del cambio climático y un conjunto de otras instituciones reconocidas que trabajan sobre el tema, el tiempo con el cual se cuenta para tomar medidas drásticas es extraordinariamente reduci-do.3 De acuerdo con estas instituciones, la meta a la cual se llegó en el acuerdo de París para impedir que el aumento en la temperatura promedio global supere los dos grados y, en la medida de lo posible, lograr que no supere un grado y medio sobre los niveles preindus-triales, es necesaria para impedir riesgos incalculables para la huma-nidad. Sin embargo, estas metas solo serían realistas si las emisiones de gases de efecto invernadero llegaran a su máximo a más tardar para el año 2020 y, a partir de ese año, comenzaran a descender. De acuerdo con este informe, de no lograrse esas metas, el planeta corre el riesgo de ir más allá de umbrales a partir de los cuales se desatarían grandes cambios en el sistema terrestre, irreversibles en lo fundamental. Dada la incertidumbre existente sobre las implicaciones de una elevación de temperatura de grado y medio o de dos grados, la COP de París encomendó al Panel Intergubernamental un informe 3 Véase el informe ‘2020. The Climate Turning Point, del Potsdam Institute for Climate Impact Research’ y otros en: https://www.mission2020.global/climate-turning-point/. Son corresponsables de este informe las siguientes or-ganizaciones e individuos: Climate Policy Initiative, Conservation International, International Renewable Energy Agency, The New Climate Economy, Partner-ship on Sustainable Low Carbon Transport, Raíd Detxhon (UN Foundation), We Mean Business y World Resources InstituteLa sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
134¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?exhaustivo sobre las implicaciones que tendría una elevación promedio de 1,5 grados centígrados (2018). Este informe fue presentado en Incheon, República de Corea, en octubre 2018 y aprobado por todos los gobiernos, incluso el de los Estados Uni-dos. De acuerdo con este informe, basado en dos años de análisis de 6.000 trabajos científicos, un incremento de la temperatura de 1,5 grados, que en 2014 se consideraba un riesgo manejable, presenta en realidad severas complicaciones. Concluye que se requieren cam-bios sin precedentes a corto plazo y que se está lejos de tomar las medidas que son indispensables. Afirma que sería necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45 % respecto a los niveles del año 2010 para el año 2030, dentro de 12 años, y llegar a emisiones netas cero para el año 2050, si se desea evitar una catás-trofe climática global que incluiría la destrucción total de los arreci-fes coralinos, la desaparición del hielo del Ártico y la destrucción de las comunidades que viven en islas en diferentes partes del planeta. Respuestas inadecuadasLamentablemente, la precisión y el rigor de estos diagnósticos están divorciados de la posibilidad de dar respuestas adecuadas a los pro-blemas identificados, dadas las estructuras actuales de concentración de la riqueza y el poder en el planeta, y la inexistencia de meca-nismos democráticos globales capaces de conducir a las decisiones requeridas, en función no de los intereses de unos pocos, sino de la humanidad en su conjunto y de la preservación de la vida. Obvia-mente, no es la humanidad en abstracto la que ha sobrepasado la capacidad de carga del planeta. Tanto en términos de quienes pa-decen las peores consecuencias del cambio climático, como en tér-minos de la responsabilidad en este, hay profundas desigualdades. Las soluciones tienen que estar dirigidas, en primer lugar, a limitar las incidencias ambientales de la minoría que genera los impactos mayores, como lo indica Anderson (2018):La responsabilidad de las emisiones globales está fuertemente ses-gada hacia los estilos de vida de relativamente pocos emisores altos: profesores y académicos del clima entre ellos. Casi el 50 % de las
135emisiones globales de carbono surgen de las actividades de alrededor del 10 % de la población mundial, aumentando a 70 % de las emisio-nes de tan solo el 20 % de los ciudadanos. Imponer un límite a la hue-lla de carbono del 10 % superior de emisores globales, [para llevarla al] equivalente a la de un ciudadano europeo medio, podría reducir las emisiones globales en un tercio en cuestión de un año o dos años.Desde los intereses materiales y los dogmas ontológicos y epistemo-lógicos a partir de los cuales gobiernos, empresas y la mayor parte de la comunidad científico-académica miran la crisis del planeta, son pocas las posibilidades de que las causas estructurales básicas de este proceso de devastación sean reconocidas. Ello exigiría estar dispues-tos a cuestionar los fundamentos mismos de la modernidad colonial, sus concepciones antropocéntricas patriarcales de separación suje-to/objeto y su concepción de la llamada naturaleza como un objeto externo, fuente de ‘recursos’ para la apropiación por parte de seres humanos que identifican la felicidad con la acumulación material (véase también el texto de Miriam Lang, Horacio Machado Aráoz y Mario Rodríguez Ibáñez en este libro). Implicaría cuestionar la plena primacía epistemológica de la ciencia y la tecnología moderna colonial sobre los saberes de todas las otras culturas del planeta y las formas de conocer provenientes de las epistemologías feministas. Sin embargo, en las negociaciones internacionales y en las políticas públicas se descartan todas las propuestas que vienen desde aquellos otros, como pueblos indígenas que han vivido durante siglos en ar-monía con su entorno, o la Vía Campesina en relación con las ricas potencialidades que tiene la agricultura orgánica campesina para enfriar y alimentar el planeta. Implicaría reconocer que una cultura que le da prioridad a la acumulación material sobre todos los otros valores de la vida es incompatible con la supervivencia humana. En ausencia de estas necesarias rupturas civilizatorias, solo se proponen soluciones compatibles con las relaciones de poder y los supuestos epistemológicos hegemónicos. Estas soluciones se basan en la misma lógica mercantil y los mismos patrones tecnológicos que han conducido a la humanidad a la situación actual: geoingenie-ría (Grupo ETC, 2010),economía verde (Moreno, 2013; Lander, 2011) y mercados de carbono (Dag Hammarskjöld Foundation,La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
136¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?2009; Transnational Institute y Carbon Trade Watch, 2007). Limitarse a estas supuestas ‘soluciones’ tiene inexorables consecuen-cias para el presente y futuro del planeta, pues saca de la agenda pública las dimensiones propiamente fundantes, estructurales, del colapso ambiental y permite solo aquellos cambios que garanticen que no cambie nada. Se abren nuevos ámbitos de valorización del capital financiero excedente que hoy circula especulativamente por todo el planeta, y se contribuye, con ello, a acelerar la concentración de la riqueza que es un factor determinante de la crisis ambiental. La fe ciega en que se encontrarán respuestas tecnológicas para cada nuevo problema que enfrente la humanidad tiene severas con-secuencias. En la primera década de la industria termonuclear, en el debate sobre qué hacer con los desechos que seguirían siendo al-tamente radiactivos por miles de años, los gobiernos y las empre-sas de dicha industria convencieron a la población de que, a pesar de los riesgos reconocidos, en el futuro se encontrarían respuestas tecnológicas para dar una solución definitiva a la disposición de los desechos y que, por lo tanto, se podía dejar su procesamiento para futuras generaciones. Siete décadas más tarde, no se han encontrado soluciones y estos peligrosos desechos tóxicos siguen acumulándose. De la misma manera, hoy se argumenta que en un futuro no muy lejano existirán tecnologías en gran escala de secuestro y almace-namiento de carbono, con las cuales sería posible continuar con los patrones de generación de gases de efecto invernadero producidos por los combustibles fósiles, la agroindustria, la ganadería en gran escala y la deforestación. A esta búsqueda de la relegitimación del crecimiento económico, se agregan los severos riesgos implicados en la geoingeniería, experimentos destinados a manipular el clima a escala planetaria, cual aprendices de brujo, sin posibilidad alguna de prever las consecuencias de tales acciones. Este texto se propone arrojar algo de luz sobre las fuerzas que empujan la sociedad humana hacia su propia extinción. Analiza cómo las nuevas derechas, que muchas veces llegan al poder por la vía electoral, redefinen radicalmente nuestras relaciones con la natu-raleza. Para ello, se centra en el caso de los Estados Unidos, todavía el país más rico y poderoso del planeta, bajo el gobierno de Donald Trump. EE.UU. no solo es la mayor potencia militar, sino que, con su
136¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?2009; Transnational Institute y Carbon Trade Watch, 2007). Limitarse a estas supuestas ‘soluciones’ tiene inexorables consecuen-cias para el presente y futuro del planeta, pues saca de la agenda pública las dimensiones propiamente fundantes, estructurales, del colapso ambiental y permite solo aquellos cambios que garanticen que no cambie nada. Se abren nuevos ámbitos de valorización del capital financiero excedente que hoy circula especulativamente por todo el planeta, y se contribuye, con ello, a acelerar la concentración de la riqueza que es un factor determinante de la crisis ambiental. La fe ciega en que se encontrarán respuestas tecnológicas para cada nuevo problema que enfrente la humanidad tiene severas con-secuencias. En la primera década de la industria termonuclear, en el debate sobre qué hacer con los desechos que seguirían siendo al-tamente radiactivos por miles de años, los gobiernos y las empre-sas de dicha industria convencieron a la población de que, a pesar de los riesgos reconocidos, en el futuro se encontrarían respuestas tecnológicas para dar una solución definitiva a la disposición de los desechos y que, por lo tanto, se podía dejar su procesamiento para futuras generaciones. Siete décadas más tarde, no se han encontrado soluciones y estos peligrosos desechos tóxicos siguen acumulándose. De la misma manera, hoy se argumenta que en un futuro no muy lejano existirán tecnologías en gran escala de secuestro y almace-namiento de carbono, con las cuales sería posible continuar con los patrones de generación de gases de efecto invernadero producidos por los combustibles fósiles, la agroindustria, la ganadería en gran escala y la deforestación. A esta búsqueda de la relegitimación del crecimiento económico, se agregan los severos riesgos implicados en la geoingeniería, experimentos destinados a manipular el clima a escala planetaria, cual aprendices de brujo, sin posibilidad alguna de prever las consecuencias de tales acciones. Este texto se propone arrojar algo de luz sobre las fuerzas que empujan la sociedad humana hacia su propia extinción. Analiza cómo las nuevas derechas, que muchas veces llegan al poder por la vía electoral, redefinen radicalmente nuestras relaciones con la natu-raleza. Para ello, se centra en el caso de los Estados Unidos, todavía el país más rico y poderoso del planeta, bajo el gobierno de Donald Trump. EE.UU. no solo es la mayor potencia militar, sino que, con su
137industria cultural, fabrica los sentidos comunes de mayor impacto en todo el mundo. El ejemplo de Estados Unidos permite mostrar con qué estrategias la industria de combustibles fósiles y algunos milmillo-narios construyen influencias que ponen en jaque nuestro futuro. El desplazamiento a la derecha y derecha extrema que se ha dado en los Estados Unidos en estos años ha estado acompañado de tendencias similares en muchas partes del mundo. Los gobiernos de Narendra Modi, en la India; Rodrigo Duterte, en las Filipinas, y Viktor Or-bán, en Hungría, son ejemplos de gobiernos de derecha y de extrema derecha, autoritarios y xenófobos, que han contado con un amplio respaldo electoral. En América Latina, el caso de Brasil, que será tra-tado al final de este texto, muestra orientaciones y métodos similares e igualmente peligrosos como los del gobierno de Donald Trump. Estados Unidos: del movimiento ambiental a la mercantilización de la vidaEn el contexto de las transformaciones culturales de la oposición a la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles y la emergencia de la contracultura, fundamentalmente juvenil, entre las décadas de los sesenta y los setenta emerge en los Estados Unidos un movimien-to ambiental, como fenómeno que involucra a amplios sectores de la población y da inicio a una nueva conciencia colectiva en el país sobre las consecuencias de la destrucción ambiental y sobre la nece-sidad de regulaciones públicas para limitarlas. Los libros Silent Spring, de Rachel Carson (1962), sobre la contaminación generalizada pro-ducida por el uso masivo de pesticidas en la agricultura, y Los límites del crecimiento, publicado por el Club de Roma (Medows et al, 1972), que busca demostrar, mediante modelos matemáticos, la imposibili-dad de continuar por la senda del crecimiento sin fin, constituyeron hitos significativos en la emergencia de esta nueva consciencia am-biental. El 22 de abril de 1970 se celebró el primer Día de la Tierra (Earth Day). Se calcula que en torno a 20 millones de personas en EE.UU. participaron en encuentros, movilizaciones, y seminarios. En estos, convergieron quienes estaban involucrados en una amplia gama de asuntos ambientales: pérdida de diversidad biológica, dete-rioro de paisajes naturales, derrames petroleros, contaminación del La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
138¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?agua y del aire, etc.4 Los temas ambientales pasaron a ocupar un lugar destacado tanto en la consciencia colectiva como en el debate político. Se crearon nuevas organizaciones ambientalistas interna-cionales que fueron logrando una extraordinaria capacidad de de-nuncia, divulgación y movilización, entre las que se destacan Amigos de la Tierra (1969) y Greenpeace (1971). Esto coincide con la emergencia de una creciente desconfianza en la ciencia y la tecnología, asociada, entre otras cosas, con las amena-zas representadas por una guerra nuclear y el impacto de múltiples accidentes industriales de gran escala en diferentes partes del mun-do. De acuerdo con las investigaciones de Louis Harris y asociados, y del Centro Nacional de Investigación de Opinión (National Opinion Research Center), el porcentaje de estadounidenses que tenían una ̍gran confianza̍ en la ciencia bajó de 56 %, en 1966, a 37 %, en 1973. Las cifras correspondientes a la medicina para esos mismos años fue-ron de 72 % y 54 %, respectivamente (Etzioni y Nuun, 1976). Esta amplia gama de transformaciones culturales, y las movili-zaciones que estas generaron, incidieron significativamente en los ámbitos partidistas y tuvieron expresión en las políticas públicas. En esas décadas era mucho menor la distancia entre los partidos demócrata y republicano en aspectos medulares de la vida pública que lo que ha llegado a ser medio siglo más tarde, aunque desde hace décadas existen diferencias entre ambos partidos, pues los de-mócratas son más favorables a las regulaciones ambientales. En este nuevo contexto, los primeros pasos de protección ambiental se die-ron durante las presidencias demócratas de Kennedy (1961-1963) y Johnson (1963-1969). Sin embargo, durante el gobierno republicano de Nixon se creó la principal agencia pública de protección ambien-tal (Environmental Protection Agency, EPA). Además, se aprobaron algunas de las principales normas de protección en el país, entre las que se destacan: Ley del aire limpio de 1963 (Clean Air Act); la Ley de control de la polución de vehículos de motor de 1965 (Motor Vehicle Air Pollution Control Act) y la Ley de calidad del aire de 1967 (Air Quality Act). La Ley nacional de política ambiental de 4 Véase: The History of Earth Day, Earth Day Network, 2018, https://www.earth-day.org/about/the-history-of-earth-day/
1391969 (National Environmental Policy Act) es la más significativa de estas normas legales. Es la primera vez que se establece una regula-ción general de protección del ambiente a escala nacional y se inten-ta institucionalizar análisis científicos comprometidos con la protec-ción ambiental dentro de las agencias federales. Los objetivos de la ley se formulan en los siguientes términos:El Congreso, reconociendo el impacto profundo de la actividad del hombre sobre las interrelaciones de todos los componentes del am-biente natural, en particular las profundas influencias del crecimien-to de la población, la urbanización de alta densidad, la expansión industrial, la explotación de recursos y los nuevos y crecientes avan-ces tecnológicos; y reconociendo además la importancia crítica de la restauración y el mantenimiento de la calidad ambiental para el bienestar y el desarrollo del hombre; declara que es política perma-nente del Gobierno Federal, en cooperación con los gobiernos esta-tales y locales y otras organizaciones públicas y privadas interesadas, el utilizar prácticamente todos los medios y medidas, incluyendo la asistencia financiera y técnica, de forma calculada para promover e incentivar el bienestar general, para crear y mantener las condi-ciones bajo las cuales el hombre y la naturaleza pueden existir en armonía productiva y realizar las exigencias sociales, económicas y otras de la presente y futuras generaciones de americanos.5A partir del gobierno republicano de Ronald Reagan (1981-1989) y su cruzada desreguladora, se profundizó la brecha entre los dos partidos en lo referente a la acción pública en la protección am-biental. Como expresión de las concepciones neoliberales que ad-quirieron creciente fuerza en esos años, comenzó una gama de po-líticas ambientales basadas en el mercado. Sustentados en una lógica expansiva de mercantilización que abarca ámbitos cada vez más amplios, se crean nuevos mercados en que el derecho a contaminar se compra y se vende. Empresas que producen más contaminación que la legalmente permitida pueden comprar derechos 5 Congress of the United States of America, National Environment Policy Act of 1969, Public Law 91-190, 1 de enero de 1970, United States Statutes at Large, 1969, Vol. 83, United States Government Printing Office, Washington, 1970, p. 852.La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
140¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?de contaminación excedentes a empresas que producen menos contaminación que la legalmente autorizada. Estos fueron los prime-ros pasos de lo que se convirtió en una de las formas dominantes de la regulación ambiental como el Protocolo de Kioto y otras diversas modalidades de mercados de carbono como REDD y REDD+. Ofensivas de desinformación del gran capitalA partir de la presencia del tema del calentamiento global, tanto en la agenda pública interna como internacional, se produjo un nuevo y significativo hito que radicalizó las confrontaciones partidistas en torno a la protección ambiental en Estados Unidos. Las negociacio-nes del Protocolo de Kioto (1998) produjeron serias señales de alar-ma en las empresas de los combustibles fósiles. Se utilizaron algunos de los mismos argumentos que había empleado la industria tabaca-lera para intentar poner en duda los consensos científicos sobre el calentamiento global. Representativo de este tipo de argumentación fue el discurso ante el Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Re-lations) en octubre 2011 pronunciado por Rex Tillerson, entonces gerente general (CEO) de ExxonMobil, y posteriormente primer Secretario de Estado del gobierno de Donald Trump. De acuerdo con Tillerson, los temores sobre el cambio climático, la perforación para la extracción de hidrocarburos y la dependencia energética son exagerados. Reconoció que la quema de combustibles fósiles contribuye al calentamiento del planeta, pero admitió que estos riesgos se conocen bien y pueden mitigarse. Afirmó, igualmente, que el público es analfabeto en ciencia y tecnología, y que una prensa perezosa y organizaciones de activistas están dedicadas a crear miedo entre la población (Fahey, 2012). Todo esto contradice lo que ExxonMobil y otras empresas sabían desde hacía décadas:6están en marcha demandas por parte de algunas de las principales organizaciones ambientales de dicho país que responsabilizan a la 6 Véase: ‘CO2’s Role in Global Warming Has Been on the Oil Industry’s Ra-dar Since the 1960s’, Inside Climate News, 16 de abril, 2016, https://insidecli-matenews.org/news/13042016/climate-change-global-warming-oil-indus-try-radar-1960s-exxon-api-co2-fossil-fuels
141empresa por haber mentido al público en forma sistemática, con lo cual tuvieron ganancias de miles de millones de dólares a costa de la vida de la gente.7Los fiscales generales de los estados de Nueva York y de Massachusetts están intentando demostrar ante las cortes que ExxonMobil min-tió sistemáticamente en defensa de sus negocios (Hanley, 2017). De acuerdo con documentos internos de la empresa, sobre la base de sus propias investigaciones, desde finales de los setenta, esta reco-nocía tanto el origen antropogénico del cambio climático, como las consecuencias que este tendría para la vida en el planeta. Incluso, calcularon con gran precisión los niveles del calentamiento global en las décadas siguientes. A pesar de haber contribuido tempranamente a la investigación sobre cambio climático, en la década de los ochenta esta empresa cambió de orientación y, durante las décadas siguientes, no solo negó el cambio climático sino que gastó muchos millones de dólares en promocionar información distorsionada destinada a negarlo (Hall, 2015; Cushman, 2017). Una de las vías utilizadas por la ExxonMobil en su campaña de negación de la importancia del cambio climático fue su participación activa en la más importante coalición de organizaciones empresariales. La Coalición de Clima Global (Global Climate Coalition), que estuvo activa entre 1989 y 2001), buscó incidir, en el ámbito internacional, sobre los debates del cambio climático, negando su existencia y oponiéndose a toda regu-lación destinada a reducir la emisión de gases de efecto invernadero.8Entre las instituciones de la derecha que continúan desempeñan-do hasta el presente un papel activo en la producción de materiales y la divulgación de posturas negadoras del cambio climático, está el Heartland Institute, cuya misión es “descubrir, desarrollar y promo-ver soluciones de libre mercado a los problemas sociales y econó-micos”.9 Este instituto ha contado a través de los años con diversas y generosas fuentes de financiamiento individuales y corporativas. Se destacan los aportes de la industria tabacalera, de la ExxonMobil 7 Véase: ‘Who is Rex Tillerson? Exxon knew about climate change half a cen-tury ago…’, exxonknew.org/8 Global Climate Coalition, Wikipedia. 9 Véase: The Heartland Institute, https://www.heartland.org/La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
142¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?y de fundaciones de derecha como la Mercer Family Foundation y la Fundación de los hermanos Koch. En los últimos años, han dejado de divulgar las fuentes de su financiamiento.10 Además de reuniones públicas muy bien financiadas con una amplia divulgación en los medios, su Science and Environmental Policy Project produce ma-teriales mediante los cuales se busca demostrar ‘científicamente’ la falsedad del calentamiento global. Una de las áreas a las cuales este instituto le ha dedicado mayores esfuerzos es a impulsar lo que deno-minan el Panel No gubernamental de Cambio Climático. Se define a este como un panel internacional de académicos y científicos in-ternacionales totalmente independientes de los gobiernos y de toda presión e influencia política. De acuerdo con el Heartland Institute, se diferencia del Panel Intergubernamental de Cambio Climático en que ese sí está patrocinado por los gobiernos, y, por ende, está polí-ticamente motivado y predispuesto a creer que el cambio climático es un problema que requiere una solución por parte de las Naciones Unidas.11 Sintetiza su crítica a las “distorsiones” de los informes del Panel Intergubernamental en publicaciones como Nature, Not Human Activities, Rules the Climate (Singer, 2008), y Climate Change Reconsidered II. Biological Impacts (Idso et al, 2014).Los hermanos Koch: estrategias de incidencia multidimensionales por el propio interésMás allá de este tipo de intervenciones sobre aspectos específicos del debate climático o sobre los debates referidos a la regulación ambiental, ante una creciente preocupación por lo que veían en el horizonte como un peligro, no solo para sus intereses económicos sino igualmente para el futuro del capitalismo, algunos sectores empresariales conservadores desarrollan desde hace décadas una 10Véase: American Legacy Foundation, Heartland Institute and tobacco. s/f, https://www.sourcewatch.org/index.php/Heartland_Institute_and_tobacco; Center for Media and Democracy. SourceWatch, The Heartland Institute, s/f. https://www.sourcewatch.org/index.php?title=Heartland_Institute11Véase: The Nongovernmental Panel on Climate Change, Heartland Institute, http://climatechangereconsidered.org/about-the-nipcc/
143estrategia multidimensional de largo plazo destinada no solo a incidir sobre los procesos de toma de decisiones gubernamentales y sobre el contenido de los medios de comunicación, sino a cuestionar los consensos científicos sobre el carácter antropogénico del calenta-miento global. En términos aún más ambiciosos, llevan a cabo una guerra cultural destinada a alterar los sentidos comunes de la socie-dad. Se trata propiamente de una estrategia dirigida a la creación de una nueva hegemonía en el sentido gramsciano de contenido ‘liber-tario’, de exigencia de un Estado mínimo y de preeminencia plena de las relaciones mercantiles en el conjunto de la sociedad. Como uno de los resultados, en 2018 más de la mitad de los y las ciudada-nas de EE.UU. no creían que les afectaría personalmente el cambio climático (Potenza, 2018).Los esfuerzos más sistemáticos, mejor financiados y, sin duda, más exitosos en esta dirección han estado dirigidos por los hermanos Charles G. y David Koch. Cuentan para ello entre ambos con una de las mayores fortunas del mundo, estimada en más de 100.000 mi-llones de dólares, basada en una amplia gama de actividades econó-micas de las cuales las más importantes están asociadas con los com-bustibles fósiles.12 Han dedicado centenares de millones de dólares durante décadas a financiar universidades, centros de investigación, programas de becas, think tanks ‘libertarios’ y de derecha, como el Instituto Cato y la Heritage Foundation, y medios de comunicación. Han apoyado y han fomentado grupos diversos en temas como la lucha por la prohibición del aborto; la enseñanza de la evolución biológica en la escuela como una teoría más, al mismo nivel del deno-minado creacionismo;13 en contra de la intervención/regulación gu-bernamental en todos los ámbitos de la vida colectiva; en oposición a la expansión del sistema público de salud y en defensa de la libertad religiosa. Han financiado en forma muy amplia campañas electorales 12Véase: Kochtopus, International Forum on Globalization, http://ifg.org/kochtopus/13 Por creacionismo se entiende en general a las doctrinas cristianas fundamen-talistas basadas en interpretaciones literales del génesis de la Biblia; niega la evolución y la edad de la Tierra y del Universo, que ha sido estimada por la ciencia. Afirma que la única explicación válida para la existencia de vida tal como la conocemos es la creación divina.La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
144¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?de candidatos y candidatas en todos los niveles de la estructura del Estado que estuviesen dispuestos a defender sus intereses y su ideolo-gía de libre mercado. De acuerdo con Greenpeace, “los hermanos Koch han enviado por lo menos USD 100.343.292 directamente a 84 grupos que nie-gan el cambio climático desde 1997”.14 Estos esfuerzos sistemáticos y sostenidos comienzan a dar frutos en la arena política nacional, con la emergencia del movimiento conocido como el Tea Party en los márgenes y dentro del Partido Republicano. Este movimiento, que se presenta como una espontánea rebelión populista de base en contra de las élites del país y de la injerencia de Washington en la vida colectiva, contó desde el principio con apoyo político y muy ge-nerosas contribuciones a través de Americans for Prosperity, la prin-cipal organización de activismo político de los Koch, y de otras de la amplia gama de organizaciones operadas por estos, solos o con sus aliados empresariales. A partir de un intenso activismo de base en las elecciones primarias del Partido Republicano en el año 2010, y ape-lando a posturas denominadas ‘libertarias’, antiélite y anti-Estado en todo el país, la llamada revolución del Tea Party condujo a significa-tivos desplazamientos hacia la derecha en el Partido Republicano y profundizó la brecha entre los dos partidos estadounidenses. Una encuesta sobre estos desplazamientos ideológicos realizada por Brad Johnson y su equipo de ThinkProgress indica que “el Par-tido Republicano está ahora dominado por ideólogos financiados por la industria fósil que repiten mitos zombi sobre el cambio cli-mático”. Este estudio constató que 36 de los 85 nuevos integrantes republicanos de la Cámara de Representantes y 11 de los 13 nuevos senadores republicanos electos en 2010 cuestionaban públicamente la existencia del calentamiento global. Encuentra, igualmente, que “no hay republicanos de primer año en la Cámara de Representan-tes o en el Senado, que acepten públicamente el consenso científico de que la contaminación de los gases de efecto invernadero es una amenaza inmediata”.14 Véase: Greenpeace, Koch Industries: Secretly Funding the Climate Denial Machine, https://www.greenpeace.org/usa/global-warming/climate-deniers/koch-industries/
145Uno de los argumentos utilizados en forma más eficiente en esta batalla es afirmar que las políticas de protección ambiental cons-tituyen una expansión de la intervención del Estado, esto es, una injerencia inaceptable en el ejercicio de la libertad de los individuos y las empresas, que amenaza los valores individualistas fundamenta-les de la sociedad estadounidense. Para confrontar las regulaciones ambientales, que usualmente implican costos adicionales para las ac-tividades económicas contaminantes, se ha desarrollado el lengua-je de los ‘impuestos ambientales’. La organización The Tea Party Group Americans for Prosperity ha promovido una fuerte campaña para que ‘cada funcionario electo’, en cada nivel de gobierno de Estados Unidos, firme una declaración en la cual se compromete a no apoyar ninguna iniciativa de protección ambiental que implique un incremento de impuestos o de ingresos gubernamentales.15 De los 85 nuevos representantes republicanos en la Cámara de Repre-sentantes electos en el año 2010, 76 habían firmado este juramento como candidatos, mientras 57 de ellos recibieron apoyo financiero de las organizaciones Koch para su campaña electoral (Holmberg y Fernández, 2013). Corporaciones con derechosTodo esto ocurre en el contexto de un extraordinario incremento en el papel del dinero en el sistema político de Estados Unidos. A partir del insólito supuesto de que las corporaciones tienen los mis-mos derechos que las personas, en enero de 2010 la Corte Suprema anuló restricciones que tenían más de un siglo, así como doctrinas constitucionales que habían sido reafirmadas reiteradamente por dicha Corte y el Congreso, en relación con los aportes financie-ros corporativos a las campañas electorales. Dictaminó que esta-blecer limitaciones al gasto de las corporaciones y de los sindicatos en los procesos electorales constituía una violación constitucional 15Este juramento dice: “Yo _______ juro ante los contribuyentes del estado de ________ y la población americana que me opondré a cualquier legislación relacionada con el cambio climático que implique un incremento en el ingreso fiscal.”, No Climate Tax Pledge, http://noclimatetax.com/La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital

147petrolera en el país se incrementó en un 88 % (Rapier, 2016; Egan, 2016) y se dio una extraordinaria expansión del fracking.17 Sin embar-go, tomó un conjunto de medidas que, si bien fueron consideradas de alcance limitado por las organizaciones ambientales, significaron rupturas importantes con orientaciones que venían prevaleciendo en los años anteriores. Las políticas del gobierno de Obama que generaron más rechazo por parte de las corporaciones energéticas y del partido republicano fueron las nuevas exigencias de eficien-cia y reducción de emisiones de los vehículos automotores; el apoyo financiero a energías limpias; el Plan de Energía Limpia, que im-ponía límites nacionales a las emisiones tóxicas de las plantas de generación de electricidad alimentadas con carbón; la prohibición de explotación de hidrocarburos en las costas del norte de Alaska y en una elevada proporción de la costa Atlántica del país; la firma del Acuerdo Climático de París sobre cambio climático acordado en la COP XXI, y la posterior iniciativa conjunta con China para comprometerse a cumplir con las exigencias de dicho acuerdo y, al final de su mandato, el veto al proyecto de ley que autorizaba al muy polémico oleoducto de Keystone (Nelson, 2010).Estos temas ambientales se convirtieron en uno de los ejes princi-pales de confrontación cada vez más intensa entre los dos partidos.18En su campaña electoral, Trump denunció reiteradamente no solo las políticas ambientales del gobierno de Obama, sino la mayor 17 Véanse: Obama Administration Permitted 1,200 Offshore Fracks in Gulf of Mexico, Center for Biological Diversity, 28 de junio 2016. https://www.biologicaldiversity.org/news/press_releases/2016/off-shore-fracking-06-28-2016.html; VICE News Tonight on HBO. President Obama’s climate change legacy is clouded by his support of fracking, 23 de en-ero 2017, https://news.vice.com/en_us/article/9kdx37/president-obamas-climate-change-legacy-is-clouded-by-his-support-of-fracking18 De acuerdo con el Pew Research Center, durante la campaña electoral del 2016 hubo fuertes desacuerdos entre quienes apoyaban a Hillary Clinton y quienes apoyaban a Donald Trump en aspectos centrales de lo que debería ser la política energética del país. Mientras que la mayoría de los votantes a favor de Trump estaban de acuerdo con la expansión del uso de combustibles fósiles, de la minería del carbón, el fracking y la explotación de gas y petróleo mar afuera, la mayor parte de los votantes a favor de Clinton se oponía al incremento del uso de estas fuentes de energía (Kennedy, 2016).
146¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?de la libertad de expresión, tal como fuera dispuesto en la Primera Enmienda Constitucional. Libertad de expresión que, según esta lógica, aplica exactamente de la misma manera para un ciudadano individual que para una empresa con sede en EE.UU. Dados los exorbitantes costos de las campañas electorales, esta decisión for-taleció aún más el poder de los grupos de influencia para comprar decisiones legislativas y ejecutivas que favorecieran sus intereses. La disposición fue celebrada por la derecha estadounidense como la restauración de los principios básicos de la República (Spakovky, 2010), al tiempo que ha sido calificada como un severo ataque a la democracia por sectores políticos progresistas y liberales.16 Este poder cada vez mayor del dinero para comprar decisiones en el sistema político en función de sus intereses, y contribuir a confor-mar la opinión pública en un mundo cada vez más desigual, no está limitado de modo alguno a los Estados Unidos. Expresa los límites de la democracia en la sociedad capitalista, y ciertamente la incompatibilidad del neoliberalismo con la democracia. El conjunto de condiciones históricas muy excepcionales que hicieron posible la época de oro de la democracia liberal, y el Estado de bienestar so-cial, el momento histórico en el cual la democracia capitalista logró sus máximos niveles de legitimidad, igualdad y participación demo-crática,ha sidocorroído por el poder del dinero y nos ha conducido al actual mundo crecientemente posdemocrático.El gobierno de Donald Trump: desmontaje sistemático de regulaciones ambientalesEstos antecedentes prepararon el terreno para las agresivas políticas de promoción de los combustibles fósiles y de desmontaje de las re-gulaciones ambientales por parte del gobierno de Donald Trump. El legado ambiental del gobierno anterior de Barack Obama (2009-2017) fue ambiguo. Por un lado, durante su gobierno la producción 16 Para un análisis de las enormes consecuencias antidemocráticas de esta de-cisión, véase: Public Citizen, ‘12 Months After the Effects of Citizens United on Elections and the Integrity of the Legislative Process’, Washington, enero 2011, http://www.citizen.org/12 months after
147petrolera en el país se incrementó en un 88 % (Rapier, 2016; Egan, 2016) y se dio una extraordinaria expansión del fracking.17 Sin embar-go, tomó un conjunto de medidas que, si bien fueron consideradas de alcance limitado por las organizaciones ambientales, significaron rupturas importantes con orientaciones que venían prevaleciendo en los años anteriores. Las políticas del gobierno de Obama que generaron más rechazo por parte de las corporaciones energéticas y del partido republicano fueron las nuevas exigencias de eficien-cia y reducción de emisiones de los vehículos automotores; el apoyo financiero a energías limpias; el Plan de Energía Limpia, que im-ponía límites nacionales a las emisiones tóxicas de las plantas de generación de electricidad alimentadas con carbón; la prohibición de explotación de hidrocarburos en las costas del norte de Alaska y en una elevada proporción de la costa Atlántica del país; la firma del Acuerdo Climático de París sobre cambio climático acordado en la COP XXI, y la posterior iniciativa conjunta con China para comprometerse a cumplir con las exigencias de dicho acuerdo y, al final de su mandato, el veto al proyecto de ley que autorizaba al muy polémico oleoducto de Keystone (Nelson, 2010).Estos temas ambientales se convirtieron en uno de los ejes princi-pales de confrontación cada vez más intensa entre los dos partidos.18En su campaña electoral, Trump denunció reiteradamente no solo las políticas ambientales del gobierno de Obama, sino la mayor 17 Véanse: Obama Administration Permitted 1,200 Offshore Fracks in Gulf of Mexico, Center for Biological Diversity, 28 de junio 2016. https://www.biologicaldiversity.org/news/press_releases/2016/off-shore-fracking-06-28-2016.html; VICE News Tonight on HBO. President Obama’s climate change legacy is clouded by his support of fracking, 23 de en-ero 2017, https://news.vice.com/en_us/article/9kdx37/president-obamas-climate-change-legacy-is-clouded-by-his-support-of-fracking18 De acuerdo con el Pew Research Center, durante la campaña electoral del 2016 hubo fuertes desacuerdos entre quienes apoyaban a Hillary Clinton y quienes apoyaban a Donald Trump en aspectos centrales de lo que debería ser la política energética del país. Mientras que la mayoría de los votantes a favor de Trump estaban de acuerdo con la expansión del uso de combustibles fósiles, de la minería del carbón, el fracking y la explotación de gas y petróleo mar afuera, la mayor parte de los votantes a favor de Clinton se oponía al incremento del uso de estas fuentes de energía (Kennedy, 2016).La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
148¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?parte del entramado jurídico institucional de protección ambiental. Ofreció comenzar a desmontarlo tan pronto llegase a la presiden-cia, y que Estados Unidos se retiraría del Acuerdo Climático de París. Aunque posteriormente lo negó, durante la campaña electo-ral una y otra vez envió tuits en los cuales afirmaba que el cambio climático era una farsa o que era un invento de los chinos para hacer que las industrias estadounidenses fuesen menos competitivas (Matthews, 2017). Desde los primeros días de su gobierno, Trump buscó diferen-ciarse lo más radicalmente posible de las políticas ambientales impulsadas por el gobierno de Obama en el ámbito energético y ambiental. El control republicano de ambas cámaras del Congre-so le otorgó un extraordinario margen de libertad para avanzar en esta agenda. En el primer día de su presidencia, la página web de la Casa Blanca anunció que el Plan de Acción Ambiental de Obama sería eliminado por “dañino e innecesario”.19 Poco des-pués de su asunción, firmó la Orden Ejecutiva para Promover la Independencia Energética y el Crecimiento Económico,20 en la cual se define como de interés nacional la promoción y desarrollo limpio y seguro de los vastos recursos energéticos de la Nación, y al mismo tiempo evitar las cargas regulatorias que en forma innecesaria obstaculizan la producción de energía, limitan el desarrollo económico e impiden la creación de empleo. […] El desarrollo prudente de estos recur-sos naturales es esencial para asegurar la seguridad geopolítica de la nación. Se da instrucciones a todos los departamentos gubernamenta-les del Ejecutivo para que revisen a muy corto plazo todas las re-gulaciones que potencialmente puedan limitar la producción de energía, con el fin de “suspender, revisar o rescindir” estas regulaciones. 19Véase: Presidential Climate Action Plan, Wikipedia.20Véase: The White House, Presidential Executive Order on Promoting Energy Indepen-dence and Economic Growth, 28 de marzo 2017, https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/presidential-executive-order-promoting-energy-indepen-dence-economic-growth/
149Igualmente. se rescinde una amplia gama de acciones regulatorias presidenciales referidas a asuntos energéticos y climáticos; entre es-tas la Orden Ejecutiva para preparar a Estados Unidos para los im-pactos del Cambio Climático; la Orden Ejecutiva que fijaba normas para la polución causada por la industria del carbón, y la Orden Ejecutiva sobre Cambio Climático y Seguridad Nacional. Se rescin-de, igualmente, un conjunto de informes que habían sido solicitados durante el gobierno de Obama referidos a asuntos ambientales.En todos los ministerios y demás instituciones gubernamenta-les que tienen alguna relación con temas energéticos y ambienta-les, encomendando las ovejas al lobo, nombró como responsables a quienes compartían esta agenda de acelerada desregulación y apoyo a la industria fósil. Es el caso de Rex Tillerson en el Depar-tamento de Estado;21 Jeff Sessions como Fiscal General; Rick Perry en el Departamento de Energía; Ryan Zinke en el Departamento de Interior, y Scott Pruitt en la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Se tomaron medidas para prácticamente invisibilizar el tema del cambio climático del discurso y los informes de toda la rama ejecutiva del Gobierno. Desaparecieron las referencias al cambio climático y se alteró la forma en que los temas ambientales eran abordados en las páginas webs de estas instituciones gubernamen-tales, comenzando por la Casa Blanca (Leber y Jula, 2017). Muchas páginas webs referidas a estos temas simplemente desaparecieron, lo que impidió el acceso público a la información que aparecía en ellas. En muchas páginas, el cambio climático fue sustituido por “sustentabilidad” o “resiliencia” (Diep, 2018). Después de un año en que Estados Unidos fue golpeado con particular intensidad por desastres naturales asociados al cambio climático, la Agencia Fede-ral de Gestión de Emergencias (FEMA) eliminó al cambio climáti-co de su plan estratégico (Greshko, Parker y Howard, 2018).21Cuando Tillerson fue destituido en marzo 2018, Trump anunció que sería reemplazado por el jefe de la CIA, Mike Pompeo, negador del cambio climáti-co, financiado y aliado por muchos años de los hermanos Koch. Véase: ‘Mike Pompeo: A Koch Brothers Ally Just Became a Global Threat’, The Real News.com, http://therealnews.com/t2/index.php?option=com_content&task=view&id=31&Itemid=74&jumival=21417La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
150¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?De la seguridad energética al dominio energéticoEn junio de 2017, a los seis meses del inicio de su presidencia, Trump lanzó el componente energético de su estrategia global, de-nominada América Primero (America First). Ante una significativa representación de la industria energética, Trump presentó su plan, denominado Desatando la Energía Americana (Unleashing Ameri-can Energy). En esta presentación, detalló sus concepciones sobre las relaciones entre energía y ambiente, y anunció sus principales polí-ticas en el ámbito energético para lograr, no solo la independencia en este aspecto, sino igualmente el dominio energético de Estados Unidos. Dice: Nuestro país está bendecido con una extraordinaria abundancia de energía, que no conocíamos, incluso hace cinco años y, desde luego, hace diez años. Tenemos cerca de 100 años de gas natural y más de 250 años de carbón limpio y hermoso. Somos un importante productor de petróleo y el productor número uno de gas natural. […] Con estos re-cursos increíbles, mi administración buscará no solo la independencia energética estadounidense que hemos estado buscando durante tanto tiempo, sino también el dominio energético estadounidense. Esta vasta riqueza energética no pertenece al gobierno. Pertenece a la gente de Estados Unidos de América. Sin embargo, durante los últimos ocho años, el gobierno federal impuso barreras masivas para matar el trabajo y al desarrollo de la energía estadounidense. Estoy reduciendo drásticamente las restricciones al desarrollo de gas natural. Cancelé la moratoria sobre la autorización para la explo-tación del carbón en tierras federales. Estamos terminando con las regulaciones intrusivas de la EPA que matan empleos […]. Comen-zaremos a reactivar y expandir nuestro sector de energía nuclear.22Estas orientaciones en las políticas ambientales y energéticas del go-bierno de Trump se incorporaron en forma directa a la doctrina de 22Véase: ‘Remarks by President Trump at the Unleashing American Energy Event’, All News U.S. Department of Energy Washington, D.C. Junio 29, 2017,https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/remarks-presi-dent-trump-unleashing-american-energy-event/
151seguridad nacional de su gobierno. El último documento de estrategia de seguridad nacional del gobierno de Obama, de 2015, caracteri-zaba el cambio climático como una de las principales amenazas a la seguridad nacional. El cambio climático es una amenaza urgente y creciente para nues-tra seguridad nacional, contribuye a un aumento de los desastres na-turales, los flujos de refugiados y los conflictos sobre recursos básicos como alimentos y agua. Los efectos actuales del cambio climático se están sintiendo desde el Ártico hasta el Oeste de Estados Unidos. El aumento del nivel del mar y las marejadas amenazan las regiones costeras, la infraestructura y la propiedad. A su vez, la economía mundial sufre, lo que aumenta los crecientes costos de preparación y restauración de la infraestructura. Y dentro y fuera del país, estamos tomando medidas concertadas para enfrentar los peligros que plantea el cambio climático y para fortalecer nuestra seguridad energética.23Destaca este documento el acuerdo entre Estados Unidos y China para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, entendido como un asunto de seguridad nacional. Un aspecto central de esta estrategia es la seguridad e independencia energética, pensada no solo en los Estados Unidos, sino también en sus aliados, para impedir que países como Rusia puedan utilizar la energía como arma política.Este lenguaje y estas prioridades en relación con el cambio cli-mático y la política energética se alteraron radicalmente en el pri-mer documento sobre seguridad nacional del gobierno de Trump de 2017. El concepto de cambio climático no se menciona ni una vez en este documento de 68 páginas, en el que la expansión de la producción energética y el crecimiento económico adquieren plena prioridad sobre la protección ambiental. El concepto de seguridad energética es sustituido en lo fundamental por el de dominio energético.Por primera vez en generaciones, Estados Unidos será una nación dominante en el terreno energético. La posición central de Estados 23Véase: The White House, National Security Strategy 2015, Washington, febrero 2015, p. 1 y 12, http://nssarchive.us/wp-content/uploads/2015/02/2015.pdfLa sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
152¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?Unidos en el sistema energético global como líder en producción, consumo e innovación asegura que los mercados sean libres y que la infraestructura de EE.UU. sea resistente y segura. Se asegura que el acceso a la energía sea diversificado y reconoce la importancia de la administración ambiental.Para lograr estos objetivos, el documento afirma que es necesario en-frentar la agenda anticrecimiento que se ha impuesto y lograr una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero no por la vía de onerosas regulaciones, sino mediante innovaciones tecnológicas. El acceso a fuentes domésticas de energía limpia, asequible y con-fiable apuntala una América próspera, segura y poderosa por las próximas décadas. Liberar estos abundantes recursos energéticos (carbón, gas na-tural, petróleo, energías renovables y energía nuclear) estimula la economía y construye la base para el crecimiento futuro. Nuestra nación debe aprovechar nuestra riqueza en recursos domésticos y la eficiencia energética para promover la competitividad en nuestras industrias.24Como señala Michael Klare (2018), “la expansión de la industria fósil y sus exportaciones han sido transformadas en un componente principal de la política exterior y de seguridad de Estados Unidos”.Desmontando la regulación ambientalNo se trata solo de declaraciones estratégicas y de documentos doc-trinarios. En el primer año del gobierno de Trump se produjo, y posteriormente se siguió produciendo, una muy amplia gama de de-cisiones en un vasto espectro de ámbitos energéticos y ambientales derivados de estas orientaciones doctrinarias. No es posible presentar un listado exhaustivo de estas políticas y modificaciones regulatorias, 24 Véase: The White House, National Security Strategy 2017, Washington, 18 de diciembre 2017, p. 22, https://www.whitehouse.gov/wp-content/up-loads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf
153pues la lista es muy extensa y se le agregan cada semana nuevas decisiones. Basándose en el seguimiento de las decisiones ambienta-les que realizan en forma sistemática dos equipos en la Universidad de Harvard y en la Universidad de Columbia, reporteros del New York Times habían identificado 57 reglas ambientales que ya habían sido anuladas, o estaban en proceso de serlo, hasta finales de enero 2018.25Estas políticas energéticas y ambientales corresponden a una agenda corporativa neoconservadora de larga data. Aunque sus im-pactos son muy desiguales de acuerdo con las diferentes ramas de la actividad económica, hoy cuenta con el apoyo de la mayor parte de las corporaciones estadounidenses, no solo las directamente ligadas a los combustibles fósiles. Tienen el respaldo, igualmente, de una parte significativa de los medios de comunicación corporativos y de una importante proporción de la opinión pública que ha sido con-vencida de que son políticas generadoras de empleo.La implementación de estas políticas energéticas y ambientales tendrá extraordinarios impactos no solo para los Estados Unidos, sino para la vida en el planeta. Al ‘desatar’ la producción energética in-cluso de las fuentes más contaminantes como el carbón y el fracking, y retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París con el fin de lograr el dominio energético global, el Gobierno del país más poderoso del 25Entre estas se destacan las siguientes: propuesta de prohibición de pesticidas potencialmente peligrosos; suspensión de nuevas autorizaciones para explotar carbón en tierras públicas; la no autorización del oleoducto Keystone XI; pro-hibición de explotación de combustibles fósiles en el Atlántico y en el Ártico; inclusión de la emisión de gases invernadero en evaluaciones ambientales; pro-tección de ballenas y tortugas marinas; uso de botellas de agua reutilizables en parques nacionales; mitigación ambiental en proyectos federales; cálculo del ‘costo social’ del carbón; regulación del tratamiento de aguas servidas; regu-laciones a la pesca; regulación del fracking en tierras públicas; protección de pájaros migratorios; control de emisiones en las autopistas federales; límites a las emisiones de metano en tierras públicas; Plan de Energía Limpia; Acuerdo Ambiental de París; normas de eficiencia de combustible en autos y camiones; límites en las descargas tóxicas en las plantas de energía; regulaciones a la per-foración de petróleo y gas en algunos parques nacionales; restricciones a la exploración de petróleo y gas mar afuera por buques flotantes (Popovich, Al-beck-Ripka y Kendra, 2018). La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
154¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?planeta está socavando la viabilidad de los ya en sí insuficientes acuerdos de limitación de emisión de gases de efecto invernadero que se habían acordado en las negociaciones multilaterales. Estas políticas están reduciendo aún más las posibilidades de que pueda impedirse que la temperatura atmosférica supere en más de dos grados al pro-medio existente antes del inicio de la Revolución industrial, umbral más allá del cual se estima que se producirían transformaciones am-bientales planetarias de carácter tanto catastróficas como irreversibles. Los pronósticos difieren respecto a cuánto se podrá avanzar en la consolidación de estas políticas energéticas y ambientales, que enfrentan la resistencia de organizaciones y movimientos ambien-tales, así como de muchas gobernaciones y municipios. Las cortes siguen desempeñando un papel crucial en estas disputas. Son re-chazadas igualmente por la mayor parte del partido demócrata, que, con la mayoría en la Cámara de Representantes luego de las elecciones legislativas del año 2018, mejoró su capacidad para fre-nar el avance de esta agenda. Es poco probable que se logre revi-gorizar a la industria del carbón, ya que muchas de sus plantas son instalaciones viejas que, para continuar operando, requerirían nue-vas inversiones y renovaciones tecnológicas que difícilmente serían rentables. El carbón como fuente de energía comienza a dejar de ser competitivo. Por otra parte, las energías alternativas, renovables o limpias han avanzado a pesar de no contar con apoyo estatal (Berwyn, 2017). Sin embargo, por varias razones, esto no nos debe llevar a pensar que se trata de unas políticas pasajeras que podrán ser revertidas. En primer lugar, la emergencia climática que enfrenta el planeta no es a futuro. Cada año que pasa sin que se tomen medidas drásti-cas que alteren los patrones de consumo y producción dominantes nos acerca más a situaciones en extremo peligrosas. Resultaría muy difícil revertir las milmillonarias inversiones en infraestructuras de gran escala que promueve el gobierno de Trump. Adicionalmente, es más fácil desmontar el complejo andamiaje jurídico-institucional construido durante medio siglo de luchas ambientales que volverlo a reconstruir. A esto se agrega el hecho de que el sistema judicial, la rama más estable de los poderes públicos, con toda seguridad estará
155impactada durante muchos años por jueces nombrados por Trump. En los primeros dos años de su gobierno, Trump nombró de por vida un total de 89 jueces en el sistema federal de cortes, casi todos hombres, blancos y relativamente jóvenes, con el fin de que tengan un máximo de permanencia en el cargo. Esto incluye dos integrantes de la Corte Suprema, con lo cual se consolidó una mayoría con-servadora. Esto produjo un significativo desplazamiento del sistema judicial hacia la derecha, con jueces más favorables a una agenda que tiene entre sus prioridades la desregulación; la restricción o pro-hibición del aborto; la limitación de los derechos de las comunida-des LGTBI; el aval a la influencia del dinero en el sistema político, entendida como libertad de expresión, y la defensa del derecho a portar armas (Tillman, 2018; McCarthy, 2019). Estados Unidos ha estado relativamente aislado en esta apuesta por un crecimiento sin límite de la energía fósil, pero no está solo. En la COP 24 realizada en Polonia en diciembre de 2018, le acompaña-ron en esta postura las delegaciones de los otros dos principales pro-ductores de petróleo, Arabia Saudita y Rusia, e igualmente Kuwait (Henley, 2018). Además, países más pequeños podrían concluir que no vale la pena el esfuerzo y la inversión requerida para intentar fre-nar el cambio climático si el país más rico del planeta no lo hace. Al-gunas de las políticas anunciadas por Trump, como la autorización del oleoducto para trasladar la producción de las arenas bitumino-sas de Alberta en Canadá a refinerías de Estados Unidos; un nuevo oleoducto para llevar combustibles fósiles estadounidenses a México, y el financiamiento y venta de plantas termoeléctricas de carbón en el exterior, destinadas a generar un incremento de la demanda para ‘exportar millones de toneladas métricas’ de este combustible, con-ducirían inevitablemente a incrementar la emisión de gases de efecto invernadero también fuera de Estados Unidos. Todo esto forma par-te de la meta estratégica del dominio energético estadounidense que se propone lograr el gobierno de Trump. Estas políticas ya han tenido un impacto significativo en el in-cremento del financiamiento bancario global para explotar los combustibles fósiles más contaminantes. De acuerdo con el informe del Rainforest Action Network sobre la relación entre el sistema La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital

155impactada durante muchos años por jueces nombrados por Trump. En los primeros dos años de su gobierno, Trump nombró de por vida un total de 89 jueces en el sistema federal de cortes, casi todos hombres, blancos y relativamente jóvenes, con el fin de que tengan un máximo de permanencia en el cargo. Esto incluye dos integrantes de la Corte Suprema, con lo cual se consolidó una mayoría con-servadora. Esto produjo un significativo desplazamiento del sistema judicial hacia la derecha, con jueces más favorables a una agenda que tiene entre sus prioridades la desregulación; la restricción o pro-hibición del aborto; la limitación de los derechos de las comunida-des LGTBI; el aval a la influencia del dinero en el sistema político, entendida como libertad de expresión, y la defensa del derecho a portar armas (Tillman, 2018; McCarthy, 2019). Estados Unidos ha estado relativamente aislado en esta apuesta por un crecimiento sin límite de la energía fósil, pero no está solo. En la COP 24 realizada en Polonia en diciembre de 2018, le acompaña-ron en esta postura las delegaciones de los otros dos principales pro-ductores de petróleo, Arabia Saudita y Rusia, e igualmente Kuwait (Henley, 2018). Además, países más pequeños podrían concluir que no vale la pena el esfuerzo y la inversión requerida para intentar fre-nar el cambio climático si el país más rico del planeta no lo hace. Al-gunas de las políticas anunciadas por Trump, como la autorización del oleoducto para trasladar la producción de las arenas bitumino-sas de Alberta en Canadá a refinerías de Estados Unidos; un nuevo oleoducto para llevar combustibles fósiles estadounidenses a México, y el financiamiento y venta de plantas termoeléctricas de carbón en el exterior, destinadas a generar un incremento de la demanda para ‘exportar millones de toneladas métricas’ de este combustible, con-ducirían inevitablemente a incrementar la emisión de gases de efecto invernadero también fuera de Estados Unidos. Todo esto forma par-te de la meta estratégica del dominio energético estadounidense que se propone lograr el gobierno de Trump. Estas políticas ya han tenido un impacto significativo en el in-cremento del financiamiento bancario global para explotar los combustibles fósiles más contaminantes. De acuerdo con el informe del Rainforest Action Network sobre la relación entre el sistema La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
156¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?financiero global y la industria fósil del año 2018,26 el financia-miento bancario global para explotar combustibles fósiles extremos (carbón, arenas bituminosas, explotación petrolera en el Ártico y a ultraprofundidades en el mar), que había bajado después del acuer-do de París, volvió a subir durante el primer año del gobierno de Trump. El financiamiento de las arenas bituminosas creció en un 11% entre 2016 y 2017 (Nuncombe, 2017).27 Después del Acuerdo de París, el financiamiento de la minería del carbón fuera de China se duplicó tan solo en el año 2017. Tanto los bancos estadouniden-ses como los europeos aumentaron notoriamente el financiamiento de la minería de carbón entre 2016 y 2017. De esta manera, sin consulta alguna, los ahorros y fondos de pensiones de mucha gente son utilizados por el sistema financiero para respaldar actividades que destruyen la vida. Tiene razón Noam Chomsky (cit. en Oppenheim, 2017) cuando afirma que el Partido Republicano, ahora conducido sin mayor re-sistencia por Donald Trump, se ha convertido en la “más peligrosa organización de la historia humana”, y que el mundo nunca ha visto una organización tan profundamente dedicada a la destrucción del planeta Tierra. El comportamiento aparentemente errático de Trump y su uso de tuits a cualquier hora para anunciar nuevas decisiones o atacar a sus enemigos podría llevar a concluir que su gobierno carece de 26 Este informe, que realiza un muy detallado registro de las participación de los principales bancos del mundo en energía fósil, cuenta con el respaldo de nu-merosas organizaciones de diferentes partes del mundo involucradas en luchas de protección ambiental, entre las cuales están: 350.org, Christian Aid, Foun-dation for GAIA, Friends of the Earth Scotland, Friends of the Earth U.S., Greenpeace Japan, Greenpeace USA y Indigenous Climate Action, Philippine Movement for Climate Justice.27 La explotación de las arenas bituminosas de Alberta, ubicadas lejos de las cos-tas, es altamente dependiente de la construcción de oleoductos para transpor-tar el crudo a las refinerías y mercados de consumo en Estados Unidos. La construcción del principal de estos oleoductos, el polémico Keystone XL, que había generado amplias resistencias tanto locales como a escala nacional, se encontraba bloqueada al final del gobierno de Obama y fue autorizada por Trump en marzo 2017.
157visiones y objetivos estratégicos claros. Los hechos ocurridos en sus primeros dos años de Gobierno sugieren lo contrario. Hay que cen-trar la mirada en sus decisiones políticas y las graves consecuencias de estas, más que en los rasgos de personalidad de Trump, o en los tuits diarios. La peligrosa coherencia de la gestión de Trump, a pesar de la permanente imagen de improvisación que transmite, está bien sintetizada por el analista político John Nichols (2017) en los siguien-tes términos: La ideología de Trump, podemos llamarla ‘Trumpismo’, es una va-riación cruda del conservadurismo estadounidense contemporáneo, que a su vez es una variación grosera de lo que el resto del mundo entiende como conservadurismo. El presidente y quienes lo respal-dan […] han combinado estrategias estructurales para redistribuir la riqueza hacia arriba con un programa que busca socavar el cosmo-politismo, la sociedad civil y el funcionamiento básico de la democra-cia. […] El presidente defiende la expansión del complejo militar-in-dustrial en detrimento del gasto en programas sociales domésticos que son esenciales para satisfacer las necesidades humanas. Trump puede haber hecho campaña como un ‘multimillonario populista’, pero ha elegido crear una agenda de gobierno que es de milmillonarios, para milmillonarios, y por milmillonarios. El único populismo se encuentra en su racismo xenófobo, ataques fóbicos a inmigrantes y refugiados, un programa cínico de atacar a la prensa libre como ‘un enemigo del pueblo’, y un programa mucho más ambicioso para disminuir la democracia, al sugerir que los derechos de voto son ejercidos con excesiva libertad en una república donde apenas la mitad de la población adulta participa actualmente en las elecciones presidenciales. Estados Unidos en el sistema mundo de hoy El hecho de que Estados Unidos sea una potencia tendencialmente en descenso relativo la hace más agresiva tanto desde el punto de vista militar, como en sus intentos de preservar su hegemonía econó-mica, aunque para ello tenga que basarse en prácticas cada vez más insostenibles y destructivas de la vida. En las ambiciones de Trump y su cohorte de halcones neoconservadores de recuperar la plena La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
158¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?hegemonía de Estados Unidos en el sistema mundo contemporáneo, los riesgos extremos para la vida que tienen las políticas energéticas y ambientales de este Gobierno son complementadas por el carácter crecientemente agresivo de la política exterior y un extraordinario incremento en el presupuesto militar, hasta elevarlo a 700.000 millo-nes de dólares (Superville, 2018). En momentos en que es cada vez más belicosa su política hacia Rusia e Irán, y se da inicio a una gue-rra comercial con China de impredecibles consecuencias, el nom-bramiento de John Bolton como asesor de Seguridad Nacional, uno de los halcones militaristas más agresivos en el impulso de la guerra contra Irak durante el gobierno de George W. Bush, constituye una severa amenaza para la paz en el planeta, prácticamente una decla-ración de guerra. De acuerdo con el expresidente Jimmy Carter, se trata del error más serio que ha cometido Trump en su presidencia (Sánchez, 2018). En relación con América Latina, reaparece en for-ma explícita la referencia a la Doctrina Monroe: América para los americanos, esto es, para los estadounidenses. Elliot Abrams, prin-cipal operador político del gobierno de Reagan en su políticas de apoyo a los contras en Nicaragua y a los genocidas gobiernos militares de El Salvador, Honduras y Guatemala en la década de los ochenta, ha sido nombrado coordinador de la política de ‘cambio de régimen’ en Venezuela.Brasil: guerra contra la Amazonía y los pueblos indígenasEn América Latina, esta tendencia destructora y de extrema derecha tiene su eco más nítido en el gobierno de Jair Bolsonaro, en Brasil, que llegó a la presidencia en 2018 apoyado por una alianza conserva-dora de militares, ganaderos, agroindustriales e iglesias evangélicas. Además de sus ataques a los derechos de las mujeres, de los trabaja-dores y de las comunidades LGTB, y su estrecha realineación geopo-lítica con los Estados Unidos, sus políticas en relación con los pueblos indígenas y el ambiente tienen efectos potencialmente devastadores.Durante su campaña electoral, Bolsonaro había anunciado que impulsaría políticas que le darían prioridad al desarrollo económi-co (minería, industria maderera, agroindustria) sobre la protección
159ambiental de la Amazonía y los derechos de los pueblos indígenas, rechazando políticas que se habían establecido en Brasil en las déca-das posteriores a la dictadura militar. Consideraba que estas estaban “sofocando al país” (Sengupta, 2018). Con esto creó alarmas tanto nacionales como internacionales sobre los efectos que tendría este renovado asalto a la Amazonía, el denominado pulmón del planeta, y a los pueblos indígenas que habitan en sus territorios (Giacomo, 2019; Watson, 2018). Desde el comienzo mismo de su mandato como presidente, estas amenazas se convirtieron en realidad, al acelerar el debilitamiento de las agencias federales de protección ambiental y las referidas a los pueblos indígenas, que ya venía dándose durante el gobierno de Michel Temer. Un paso importante en el desmantelamiento de la principal institución pública de protección de los derechos de los pueblos indígenas, la Fundación Nacional del Indio (Funai), fue la decisión de pasar una de sus principales competencias, “la identifi-cación, delimitación y demarcación de tierras indígenas”, al Minis-terio de Agricultura, que está en manos de los ‘ruralistas’ que se han opuesto en forma sistemática a reconocer los derechos de los pueblos indígenas, especialmente a demarcar sus territorios (Riesco, 2019). De igual manera, emitió una orden ejecutiva mediante la cual se prohíbe demarcar nuevos territorios indígenas (Schweimler, 2019). Para negarles el derecho a modos de vida diferentes, Bolsaonaro ha argumentado que los pueblos indígenas como tales no existen y que deben integrarse como parte de una sola cultura nacional común. De acuerdo con Survival International, se trata de una declaración de guerra del gobierno de Bolsonaro contra los pueblos indígenas que los amenaza con el genocidio, especialmente a los no contac-tados; además, abre las puertas a una catástrofe ambiental, ya que estos pueblos han demostrado ser los mejores guardianes y conser-vacionistas de su ambiente.28 Una consecuencia inmediata de estas políticas y del clima de impunidad que han promovido ha sido un 28 Véase: ‘President Bolsonaro ‘declares war’ on Brazil’s indigenous peoples - Survival responds’, Survival International, 3 de enero 2019, https://www.surviv-alinternational.org/news/12060La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
160¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?notorio incremento de los ataques contra pueblos indígenas y la ocupación de sus territorios (Moncau y Lazzeri, 2019),29 y de las protestas de estos pueblos contra estas nuevas políticas gubernamen-tales (Alberti, 2019). El Ministro del Medio Ambiente, Ricardo Salle, ha anunciado que Brasil no se comprometerá a nuevas reducciones a la emisión de gases de efecto invernadero, ya que considera que es un país “acree-dor” internacional. Anunció, igualmente, que se revisarían las clasi-ficaciones de las unidades de preservación ambiental para permitir actividades económicas como grandes obras de infraestructura que, de acuerdo con las normas existentes, estarían prohibidas (Oliveira, 2019). Un nuevo y decisivo paso en la dirección de las desregulación ambiental, para establecer una plena prioridad de la actividad eco-nómica sobre toda consideración ecológica, sería eliminar el Conse-jo Nacional del MedioAmbiente (Conama). Este Consejo, confor-mado por casi cien integrantes, entre los que se incluyen empresarios y ambientalistas, sería reemplazado por un nuevo consejo guberna-mental formado por cinco personas nombradas directamente por el Presidente y el Ministro del Medio Ambiente. Está previsto también cerrar el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama),30 agencia a la cual Bolsonaro se ha-bía negado a pagar una multa por pescar en aguas protegidas en el año 2012 (Maisonnave y Valente, 2018). Ante estas tendencias globales, los movimientos y organizacio-nes que en todo el mundo reivindican la democracia y el derecho a la diferencia, que luchan contra el patriarcado y en defensa de la vida, se encuentran a la defensiva. Las formas de dominación que hoy enfrentan, además de económicas y militares, son culturales; se despliegan en el ámbito de los sentidos comunes y en las hegemo-nías prevalecientes en las sociedades contemporáneas. Poblaciones 29También puede encontrarse información en: ‘Brasil: indígenas protestan contra la política ambiental de Bolsonaro’, Nodal. Noticias de América Latina y el Caribe, febrero 2019, https://www.nodal.am/2019/02/brasil-indigenas-protestan-contra-la-politica-ambiental-de-bolsonaro/30‘Gobierno de Bolsonaro estudia polémicos cambios en la política medio-ambiental de Brasil’, Biz! Republic, 8 de abril 2019, http://bizrepublic.com/bolsonaro-cambios-politica-medioambiental-brasil/
161de todo el planeta han estado votando mayoritariamente a favor de políticas que socavan la existencia de la vida. Esto plantea extraordi-narios retos teóricos, políticos y prácticos para lo que ha sido históri-camente conocido como las izquierdas y más ampliamente para los movimientos y luchas anticapitalistas en todo el planeta. ReferenciasAlberti, M. (13 de febrero de 2019). ‘Brazil’s indigenous groups decry Bolsonaro’s escalating attacks’. Aljazeera. https://www.aljazeera.com/news/2019/02/brazil-indigenous-groups-decry-bolsonaro-escalating-attacks-190213205305375.htmlAnderson, K. (8 de octubre de 2018). ‘Response to the IPCC 1.5°C Special Report’. Manchester Policy Blogs: All posts. http://blog.policy.manchester.ac.uk/posts/2018/10/response-to-the-ipcc-1-5c-special-report/Berwyn, B. (16 de octubre de 2017). ‘Why Trump’s Plan to Repeal the Clean Power Plan Isn’t Catastrophic’. Pacific Standard. Carson, R. (1962). Silent Spring. Greenwich: Fawcett Publications.Cushman Jr., J. H. (22 de agosto de 2017). ‘Harvard Study Finds Exxon Misled Public about Climate Change’. Inside Climate News. ht-tps://insideclimatenews.org/news/22082017/study-confirms-exxon-misled-public-about-climate-change-authors-sayDag Hammarskjöld Foundation. (2009). ‘Carbon Trading. How it works and why it fails’. Critical Currents 7. Dahr, J. (4 de junio de 2018). ‘As Glacier-Fed Rivers Disappear, One-Sixth of Global Population Is at Risk’. Truthout. https://truthout.org/articles/as-glacier-fed-rivers-disappear-one-six-th-of-global-population-is-at-risk/Diep, F. (10 de enero de 2018). ‘Climate information is disappearing from Federal websites under Trump’. Pacific Standard. https://psmag.com/environment/climate-information-is-disappea-ring-from-federal-websites-under-trumpEgan, M. (21 de julio de 2016). ‘America’s biggest oil boom came under Obama’. CNN Business. https://money.cnn.com/2016/07/21/investing/trump-energy-plan-obama-oil-boom/index.htmlLa sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
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