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Habla Juan Villoro, considefrado hoy uno de los principales intelectuales mexicanos

Juan Villoro :: 14.08.19

Ante la crisis ambiental global, junto con la pérdida de soberanía nacional que atraviesa un México debilitado por el crimen organizado y el capital internacional, la solución puede estar más cerca de lo que parece: en las comunidades indígenas.

Miércoles 14 de Agosto, 2019

Pondera Villoro organización indígena
Israel Sánchez
Agencia Reforma

La organización comunitaria de pueblos originarios puede ser la clave para atender problemáticas nacionales, estimó el autor Juan Villoro.

Ante la crisis ambiental global, junto con la pérdida de soberanía nacional que atraviesa un México debilitado por el crimen organizado y el capital internacional, la solución puede estar más cerca de lo que parece: en las comunidades indígenas.

Así lo planteó el escritor Juan Villoro este martes en la conferencia “¿Y los pueblos originarios?” dentro del Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México, donde evocó el sendero independiente de María de Jesús Patricio, “Marichuy”, hacia las elecciones presidenciales del año pasado.

Como vocera y representante de los pueblos originarios, “Marichuy” aseguró que su lucha era por la vida, lo cual, lejos de ser un discurso religioso, era una consigna de autopreservación de las comunidades -habitualmente despojadas de sus tierras y amenazadas por el narcotráfico-, e incluso un llamado de alerta ecológico ante la pérdida de especies y ecosistemas.

“Ante esta amenaza global de destrucción del planeta, la propuesta indígena es: Salvemos la biodiversidad, y sólo si salvamos la biodiversidad nos salvamos a nosotros mismos”, expuso Villoro.

“Ahora, ¿cómo nos salvamos a nosotros mismos? Con una gestión diferente de la tierra, con una gestión colectiva”.

De acuerdo con el autor, quien apoyó la candidatura de “Marichuy” -aunque no consiguió el registro como independiente-, esta gestión diferente implicaría, cual hacen los pueblos originarios, priorizar la comunidad por encima de la sociedad.

Esto quiere decir optar por una democracia no representativa, sino directa y de consensos, de escuchar todas las voces, más que de elegir representantes individuales para votaciones divisionistas.

“Pasar a una organización comunitaria, donde el problema de uno es problema de todos, y donde no se puede tomar una decisión en lo individual”, detalló Villoro, autodefinido como cronista y testigo de la causa indígena a partir del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, y por los propios estudios de su padre, el filósofo Luis Villoro.

A decir suyo, fue por esta misma forma de organización social, junto con las trabas puestas desde el principio a “Marichuy”, por lo cual los pueblos originarios no estaban del todo convencidos de querer llegar a la boleta, y se cuestionaban la conveniencia real de participar en la elección.

“Para muchos, el hecho de estar en la boleta, simple y sencillamente iba a legitimar un proceso político inequitativo”, dijo. “(Pensaban): ‘Llegar a la meta significa pactar con algo en lo que nosotros no vamos a poder participar en términos de igualdad’”.

De ahí que lo más importante para ellos fuera aprovechar la ocasión para establecer un diagnóstico real de las comunidades indígenas, de sus predicamentos, y crear una red que las articule, lo cual ocupó buena parte de las acciones de “Marichuy”.

“La prioridad era articular el territorio por distante, disperso y distinto que fuera, y escuchar las voces y los agravios que nos tenían que comunicar (los indígenas); es decir, hacer un mapa real. Esto era lo más importante, y creo que se logró en muy buena medida”, subrayó el escritor.

Aunque dicho mapa es grave, con una situación de violencia y despojo territorial importante, situaciones de emergencia, como la que provocó el sismo del 19 de septiembre de 2017, son prueba de que la participación comunitaria y de consensos es posible. Y sólo así se logrará tanto la inclusión real de los indígenas como la salvaguarda de la soberanía mexicana.

“Las soluciones están mucho más cerca de lo que aparentan: entre los pueblos originarios que no han dejado de luchar”, concluyó Villoro.


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