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La persecusión en Irán a las minorías: el caso del pueblo baluchi

Global Voices :: 16.08.19

La represiva política de las autoridades iraníes con respecto a las minorías étnicas y religiosas ha estado inserta en el ADN de la República Islámica desde su origen. En este juego que ya lleva décadas, miles de baluchis han sido transformados, pero no en ciudadanos de segunda clase, sino prácticamente en seres invisibles.

Los niños invisibles de Irán

https://es.globalvoices.org/2019/08/16/los-ninos-invisibles-de-iran/
16/08/2019 6:00 GMT

Hay más de un millón de indocumentados en Irán, y un significativo número son niños. Una de las principales razones para esta inhumana situación es una antigua ley que priva a las mujeres iraníes en matrimonios mixtos del derecho de transmitir su nacionalidad a sus hijos. Un futuro funesto quedó sellado para miles de niños iraníes incluso antes de su nacimiento. Estos niños no tienen acceso a la educación, servicios de salud y sus nombres no están incluidos en la base de datos nacional.

Muchos en el país celebraron en mayo de 2019 cuando el Majlis de Irán (Parlamento) reformó la discriminatoria ley. El Consejo de Guardianes, ente que revisa toda legislación aprobada por los parlamentarios, aprobó la reforma, pero agregó que se podrían usar “problemas de seguridad” como base para retener la concesión de la nacionalidad.

Pero el cambio de ley no borrará toda la discriminación que enfrentan los niños “sin nombre”. Por ejemplo, los más de dos millones de la minoría balochi en Irán que viven en la zona subdesarrollada cerca de la frontera con Pakistán y Afganistán han sido víctimas de tremenda discriminación en manos de las autoridades iraníes, cuyas políticas impiden que muchos baluchis accedan a una nacionalidad plena.

Nasser Boladai, portavoz del Partido Popular de Baluchistán y presidente de la Organización de Pueblos y Naciones Subrepresentadas (UNPO), dijo a Global Voices:

Aunque hay algunos niños baluchis con padres extranjeros a quienes se ha negado la nacionalidad, la mayoría de niños baluchis son hijos de padre y madre baluchi —es decir, iraníes— cuyos padres han vivido en la provincia de Baluchistán u otras partes de Baluchistán que ahora son parte de las populosas provincias de Kerman y Hormozgan.

El Gobierno estima que los niños cuyos padres son baluchis y que no cuentan con cédulas de identidad nacional son cerca de 40 000, mientras otros estimados de fuentes locales calculan que son el doble —cerca de 80 000 a 100 000.

Testimonios de baluchis revelan la profundidad del sufrimiento: desde madres cuyo mayor sueño es enviar a sus hijos a la escuela, a mujeres que cuestionan por qué las autoridades han confiscado sus cédulas de identidad iraní, con lo que han quedado desvalidas.
Burocracia kafkiana

Una razón por la que los niños baluchis no tienen cédulas de identidad iraní es que sus padres viven en zonas remotas y, por ser analfabetos, nunca han tenido cédulas propias y nunca las solicitan para sus hijos.

Otros quedaron atrapados en la burocracia kafkiana de Irán. En algunos casos, se les pide pruebas de ADN, cuyo precio es imposible para muchos. En otros casos, las cédulas de identidad nacional existentes son confiscadas, supuestamente para verificar su autenticidad. Algunos activistas políticos y de la sociedad civil consideran esos actos como parte de una política discriminatoria contra algunos grupos étnicos, sobre todo suníes y baluchis.

Boladai dijo que en algunos casos las autoridades iraníes han confiscado o anulado los certificados de nacimiento de baluchis cuando solicitan la renovación de sus documentos o solicitan cédulas de identidad. Algunos baluchis creen que estas medidas están diseñadas para castigar a miembros de la comunidad que no han aceptado la propaganda del régimen. Boladai también cree que los usan como un “pretexto de desarrollo para cambiar la demografía de la región, para hacer de los baluchis una minoría en su patria”. Según Boladai, para lograr este objetivo, el Gobierno planea mover entre dos a cinco millones de personas por la región costera de Baluchistán, a las provincias de Sistane-Baluchistán y Hormozgán.

“No contar con una cédula de identidad significa que es difícil tener reconocida a una persona y la identidad colectiva en la sociedad”, dijo a Global Voices Azadeh Pourzand, investigadora de derechos humanos y directora ejecutiva de la Fundación Siamak Pourzand. “En consecuencia, se deben tener en cuenta los muchos desafíos emocionales y psicológicos que enfrentan los niños baluchis privados de cédulas de identidad”. Sin documentos de identificación, las personas no pueden acceder a servicios gubernamentales, como salud y educación. “Una de las principales razones —aunque no la única— detrás de miles de niños baluchis privados de escolaridad”, dice Pourzand, “es que no tienen cédula de identidad —realidad que hasta los funcionarios han planteado en prensa y medios auspiciados por el Estado. De todas maneras, se hace muy poco para poner fin a la complicada situación de los niños baluchis”.

Aún cuando los niños logran ir a la escuela, dice Pourzand, lo hacen en edificaciones tan deficientemente construidas y mal conservadas que los ponen en riesgo de que los “techos y muros de las escuelas caigan sobre sus cabezas en cualquier momento. De manera similar, el acceso al agua limpia, energía para asegurar una temperatura saludable en la escuela y en casa, y consideraciones sanitaras afectan a esta empobrecida zona del país”.

“Dados los antecedentes de la República Islámica de discriminación contra las minorías étnicas y religiosas”, dijo Pourzand, “y persecuciones dirigidas a estos grupos, esta falta de infraestructura, negligencia económica y la profundidad de la pobreza parece intencional y, por lo tanto, una forma de discriminación que también lleva a otras formas de discriminación”.
Éxodo

Según Nasser Boladai, idealmente los baluchis deberían poder quedarse en sus aldeas y participar en sus prácticas tradicionales de agricultura o ganadería, pero debido a la falta de instalaciones y la dificultdad de cultivar la tierra, muchos se ven obligados a abandonar sus aldeas. Como los baluchis se han trasladado a las afueraas de ciudades como Chahbhar, Zahidan y hasta Teherán para trabajar como jornaleros, su situación ha llegado a la atención pública. “Muchas veces son acosados o golpeados y obligados a dejar sus hogares y encontrar otro lugar donde vivir”, dijo Boladai. “Hay indicadores de que la cantidad de apátridas baluchis aumenta en vez de disminuir”.

La represiva política de las autoridades iraníes con respecto a las minorías étnicas y religiosas ha estado inserta en el ADN de la República Islámica desde su origen. En este juego que ya lleva décadas, miles de baluchis han sido transformados, pero no en ciudadanos de segunda clase, sino prácticamente en seres invisibles.
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Los baluchis (بلوچ; también balochis, beluchos o beluchi), son miembros de un grupo de tribus iranias que hablan el idioma baluchi, que es un idioma iranio del noroeste. Habitan en la provincia de Baluchistán en Pakistán, además de algunas áreas vecinas de Irán, Afganistán, Baréin y el Punyab (India).

Habitan principalmente terrenos montañosos, que les han permitido mantener una identidad cultural distintiva y resistir la dominación por gobernantes vecinos. Los beluchi son predominantemente musulmanes, la mayor parte pertenecen a la escuela hanafí de pensamiento del sunismo, pero también hay un número significativo pertenecientes a la escuela de pensamiento chiita en Beluchistán. Cerca del 70% de la población total de beluchi, vive en Pakistán. Alrededor de un 25% se encuentra en la contigua región del sureste de Irán. La población beluchi se estima en alrededor de 8,800.000 personas. “En Pakistán, el pueblo beluchi está dividido en dos grupos, los sulaimaníes y los makraníes, separados entre sí por un bloque compacto de tribus brahui.”6​

Baluchs es comparable a los sami de Suecia y Rusia. Baluchere es originalmente tamil y originario de Sri Lanka, que se estableció en las fronteras de algunos países a fines del siglo XIX.

Hay muchas similitudes entre la vida y la cultura de Baluchan y Sami.

Demografía

La población de habla beluchi se estima que está entre 20 y 30 millones. Sin embargo, el número exacto de beluchi y de aquellos que dicen que tienen ascendencia beluchi es difícil de determinar.

Es posible que haya más beluchi que simplemente aquellos que reclaman el beluchi como su lengua materna. Esto, sin embargo, suscita la cuestión de quién es beluchi y quién no pues muchos pueblos que los rodean dicen ser de ascendencia beluchi, pero no hablan el idioma. Los brahui, que han vivido cerca de los beluchi, han absorbido una mezcla lingüística y genética de los beluchi y en muchos casos son difíciles de distinguir. A pesar de que hay muy pocas diferencias culturales con los beluchi, los brahui aún son considerados un grupo separado debido a la diferencia idiomática. El número de población más alto para los beluchi puede sólo ser posible si un gran número de “beluchi” son incluidos que hablan otro idioma diferente, como los saraikis, sindhi y brahui, quienes a menudo reclama tener ascendencia beluchi. Muchos beluchi fuera de Beluchistán son también bilingües o de unos antepasados mixtos debido a su proximidad con otros grupos étnicos incluyendo los sindhis, brahui, persas, saraikis y pastunes. Hay también un gran número de beluchi que han emigrado o viven en provincias vecinas del Beluchistán durante siglos. Además, hay muchos beluchi ubicados en otras partes del mundo, con el grueso de ellos viviendo en los países del Golfo pérsico. Hay una población significativa de beluchi en países occidentales como Suecia y Australia. Se sabe que muchos beluchis se asentaron en Australia en los años 1800 y ahora hay una cuarta generación de beluchis viviendo aún en Australia, principalmente en Perth.

La región de Beluchistán está dividida en tres partes: el pakistaní, el iraní y las partes meridionales del Beluchistán afgano. Se ha realizado investigación por varios autores, que los antecesores beluchis se remontan a la época del Imperio Medo, cuando las tribus beluchis o las tribus kurdas fueron enviadas a proteger las fronteras del Imperio medo en las regiones de Makrán y Torán


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