Un lugar ignorado por el radar mediático se está convirtiendo en el epicentro de la guerra contra Pekín. Baluchistán es un enclave altamente estratégico en el que se juega gran parte de la reconfiguración del orden mundial.
Baluchistán ¿Es esta la “zona cero” en la guerra con China?
Un lugar ignorado por el radar mediático se está convirtiendo en el epicentro de la guerra contra Pekín. Baluchistán es un enclave altamente estratégico en el que se juega gran parte de la reconfiguración del orden mundial.
Karlos Zurutuza
Público
20/08/2019 08:50
Ocurre cada cierto tiempo, y siempre sin aviso previo. Los icónicos autobuses de dos pisos londinenses circulan por la capital británica con un mensaje escrito sobre su carrocería: #FREEBALOCHISTAN, Save the Baloch people (”Baluchistán libre, salva al pueblo baluche”). No se trata de una fiebre grafitera, sino de una campaña perfectamente organizada en la que la publicidad deja espacio a la denuncia.
“El desinterés de la prensa en general por nuestra situación nos lleva a hacer cosas como esta”, explica Faiz Baloch, un activista de 38 años residente en Londres; uno más de entre la miríada de baluches que tuvieron que abandonar su casa para salvar su vida. Lejos de abandonarse a la inercia del olvido, Baloch sigue luchando a su manera y gestiona una página web de noticias sobre su tierra.
Hablamos de un territorio de la superficie Francia pero dividido por las fronteras de Afganistán, Pakistán e Irán; un erial cuyo subsuelo esconde enormes reservas de gas, petróleo, uranio, oro y otros regalos envenenados para los que, en teoría, deberían ser sus legítimos dueños.
Baluchistán, bajo control de Islamabad , es la provincia más grande del país pero también la más pobre
Fue el 11 de agosto de 1947 cuando, tras la retirada británica de la región, los baluches de Pakistán declararon su independencia, tres días antes de que lo hiciera Pakistán. Tras la retirada de la potencia colonial, el pez grande siempre se come al pequeño, desde el Sahara Occidental hasta la remota isla de Papúa. En esta parte del mundo Islamabad acabaría anexionándose el territorio en marzo de 1948. Hoy, Baluchistán bajo control de Islamabad es la provincia más grande del país así como la más pobre, la más despoblada, la de mayor tasa de mortalidad infantil y analfabetismo…
Campaña de denuncia en el transporte público londinense | World Baloch Organization
Campaña de denuncia en el transporte público londinense | World Baloch Organization
Ni siquiera sus tesoros subterráneos y una estratégica situación que incluye una línea de costa de más de mil kilómetros a las puertas del golfo Pérsico la pone en el foco mediático internacional. Las razones tras el desconocimiento oscilan desde el veto y acoso a periodistas extranjeros a la autocensura entre los locales; una cuestión de mera supervivencia para estos últimos. Así, en una lista de “agujeros negros” informativos, la región competiría por el primer puesto con Corea del Norte.
“Justicia para Baluchistán” se leía sobre el cielo de Leeds (norte de Inglaterra) el pasado 29 de junio. Era una pancarta desplegada desde una avioneta que sobrevolaba la final de la Copa del Mundo de cricket entre Pakistán y Afganistán. Otra acción tan sorpresiva como desesperada para romper el silencio.
Y es que el veto no es exclusivo a los informadores. El grupo de trabajo de la ONU que documenta desapariciones forzosas y/o involuntarias pisó el terreno por primera vez en septiembre de 2013, pero no pudo reunirse con ninguno de los oficiales pakistaníes responsables de un mal que parece endémico en la región.
Reconocidas organizaciones internacionales llevan años acusando al Gobierno pakistaní de impulsar una campaña de secuestros y desapariciones forzosas
Reconocidas organizaciones internacionales como Human Rights Watch o Amnistía Internacional llevan años acusando al Gobierno pakistaní de impulsar una campaña de secuestros y desapariciones forzosas. La Voz para los Desaparecidos Baluches habla de más de 18.000 desde el año 2000. “Es una política sistemática de ‘matar y desechar’ que llevamos sufriendo desde los años 50, aunque entonces nadie sabía lo que ocurría realmente. Hoy, cuando matan y descuartizan los cadáveres para provocar el terror entre la gente, han llegado a decir que ha sido la inteligencia india. Ni siquiera saben cómo mentir”, denuncia Hyrbyair Marri, quien es el quinto hijo Khair Bakhsh Marri, uno los líderes históricos del pueblo baluche.
Tras verse forzado a abandonar Pakistán, a finales de los 90, Islamabad le acusó de liderar el BLA (Ejército de Liberación de Baluchistán en su acrónimo inglés), una organización armada de entre aproximadamente media docena de grupos similares aún activos en la región. Marri defiende el “derecho legítimo a la autodefensa de todo pueblo ocupado” a la vez que niega ser el líder del BLA. Hoy se presenta como Presidente del Movimiento por la Libertad de Baluchistán, un partido político no reconocido en Pakistán.
Frontera afgano-iraní en Zaranj (Afganistán) | Reuters
Frontera afgano-iraní en Zaranj (Afganistán) | Karlos Zurutuza
Aguas profundas
Marri es un habitual en las constantes protestas frente a la embajada china en Londres y no desaprovecha una nueva oportunidad de denunciar la “cada vez más apabullante” presencia de Pekín en Pakistán. La construcción del CPEC (Corredor Económico China-Pakistán) atraviesa su tierra, y proyecta unir la provincia china de Xinjiang con el puerto de aguas profundas en la costa baluche. Este último es una infraestructura cuya inversión supera los 60.000 millones de euros y que también se nutre de capital saudí.
El primer convoy llegado desde China fue desembarcado en 2016, año en el que también se inauguró la vía férrea que une al gigante asiático con Karachi, el principal puerto pakistaní. Donde Islamabad habla de “desarrollo” los baluches solo ven una bomba de relojería demográfica que atraería gente del resto del país convirtiendo a la población autóctona en minoría. Actualmente suman entre ocho y diez millones de los casi 200 que roza la población de Pakistán, pero a nadie se le escapa que Karachi pasó de tener 200.000 habitantes en 1947 a los más de 25 millones de hoy.
Por el momento, muchas de las aldeas cercanas al puerto han sido evacuadas o, simplemente, destruidas, algo que ha provocado el desplazamiento forzoso de decenas de miles de personas. Rostros visibles de todo el espectro político, social y tribal baluche han mostrado su preocupación por dicha infraestructura, desde comandantes insurgentes hasta aquellos líderes locales más acomodados en el establishment pakistaní.
“Gwadar es una sentencia de muerte”, trasladaba a este periodista Allah Nazar, comandante del Frente de Liberación Baluche (BLF) en 2015. Es uno de los grupos insurgentes más activos de una red de grupos que comparten un ideario que gira en torno a la libertad de su pueblo al margen de cualquier adscripción religiosa.
Desde el BLA, el comandante Baloch Khan hablaba en las mismas líneas sobre Gwadar, e iba aún más allá: “La comunidad internacional debe entender que Pakistán es una amenaza para el mundo civilizado”, cerraba Khan una entrevista conducida en la frontera entre Pakistán y Afganistán.
Hora del rezo en un stand de venta inmobiliaria en Gwadar | Karlos Zurutuza
Hora del rezo en un stand de venta inmobiliaria en Gwadar | Karlos Zurutuza
Partida endiablada
Los ataques contra intereses chinos en la zona se han encadenado desde la pasada década, siempre con operaciones que han tenido como objetivo tanto las infraestructuras como los trabajadores: desde los que echan asfalto a los ingenieros chinos detrás del proyecto, pasando por los que lo protegen.
El pasado mes de mayo, un comando baluche asaltaba un hotel de lujo en Gwadar con el objetivo de atentar contra un grupo de militares pakistaníes allí alojados. El ataque se saldó con un oficial de marina y cuatro trabajadores del hotel muertos según fuentes pakistaníes. Los cuatro atacantes también murieron. Precisamente, fue esa misma facción insurgente la que había reivindicó el ataque contra el consulado chino en Karachi, en noviembre de 2018.
A pesar de repetidas llamadas de teléfono y e-mails, oficiales pakistaníes rehusaron hacer declaraciones sobre Gwadar o ningún otro asunto relacionado con la cuestión baluche.
Mercado callejero en la ciudad de Iranshar, en la provincia iraní de Sistán y Baluchistán.
Mercado callejero en la ciudad de Iranshar, en la provincia iraní de Sistán y Baluchistán.
La tensión en la zona ha escalado un nuevo peldaño desde que India revocara el estatus especial a la región de Cachemira
La tensión en la zona ha escalado un nuevo peldaño desde que India revocara el estatus especial a la región de Cachemira a principios de este mes. Que China no haya tardado en cerrar filas junto a Pakistán ante la crisis es algo que ya no sorprende a nadie. Mehrab D. Sarjov, analista internacional y experto en relaciones tribales recuerda un precedente muy reciente, pero que pasó prácticamente desapercibido para la comunidad internacional.
“El pasado febrero, Islamabad revocó de igual forma el estatus de su región de Gilgit Baltistan (en disputa con India) incluyéndola en Cachemira. Gilgit es un punto de paso en la carrera de China hacia el Índico a través de Pakistán”, apunta Sarjov desde su residencia en Londres. Este baluche de Irán recuerda que, a diferencia de Baluchistán, Cachemira nunca se declaró como un Estado independiente. En cualquier caso, continúa, ambos son flecos de un proceso de descolonización fallido; sendos episodios de una historia de muchos volúmenes. Y parece que aún quedan otros tantos por escribir:
“Los americanos están negociando su salida de Afganistán y eso abrirá aún más las puertas a la expansión de China por la zona. ¿Qué va a hacer Rusia al respecto?¿Y Nueva Delhi ante la mayor influencia de Pakistán sobre Kabul? ¿Y Teherán?”, se pregunta Sarjov, antes de subrayar lo más obvio: “Un error de cálculo puede desencadenar una reacción en cadena fatal. Piense que Baluchistán está justo en el centro del tablero de esa partida endiablada”.