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Sin autorganización masiva no hay transformación

Guillermo Almeyra :: 31.08.19

La movilización y autoorganización de los indígenas y los trabajadores, la autonomía de los municipios libres y la autogestión por sus pobladores son, por otra parte, una condición indispensable para lograr la plena vigencia de los derechos democráticos individuales y colectivos y para formar cuadros informados y versados en los asuntos públicos que puedan ser verdaderamente ciudadanos con capacidad de juzgar y decidir.

Sin autorganización masiva no hay transformación

Guillermo Almeyra
Rebelión
31-08-2019

El presidente de la República regañó a un alto funcionario de Gobernación porque éste conversó con dirigentes de autodefensas y sostuvo, además, que las conversaciones sólo eran posibles con quienes están dentro del marco de la Constitución. Luis Hernández Navarro le explicó (LJ, 26/08/19, Actualidad de las autodefensas) que no se puede meter todo en el mismo saco pues, si bien existen autodefensas michoacanas infiltradas por los narcotraficantes, hay muchas otras que son una expresión genuina y sana de la sociedad y que, por último, la posibilidad de organizar policías comunitarias figura en las Constituciones de varios de estados y forma parte de los usos y costumbres y de los derechos indígenas reconocidos por nuestro país.

La movilización y autoorganización de los indígenas y los trabajadores, la autonomía de los municipios libres y la autogestión por sus pobladores son, por otra parte, una condición indispensable para lograr la plena vigencia de los derechos democráticos individuales y colectivos y para formar cuadros informados y versados en los asuntos públicos que puedan ser verdaderamente ciudadanos con capacidad de juzgar y decidir.

Sin la autoorganización popular no es posible aumentar la autoestima, la audacia y capacidad individual y colectiva, elevar el nivel general de conciencia, lograr experiencia colectiva y solidaria de gestión de los asuntos comunes, eliminar cualquier germen de corrupción. Sin plena democracia y experiencia de poder popular ninguna transformación social de fondo es posible. Si no se imponen todos los derechos democráticos es imposible la superación del capitalismo y la misma palabra democracia (gobierno de demos, el pueblo) se convierte en un voz vacía, en una burla.

Ahora bien, la Constitución no puede prever las formas que adoptarán en un proceso incesante los esfuerzos de los trabajadores para obtener su independencia política ni los organismos que ellos crearán en esa lucha. Por eso no puede ser aplicada rígidamente ni servirle a nadie como cachiporra para reprimir una expresión legítima de la sociedad.

La llamada República mexicana es, en realidad, monárquica, con su tlatoani o soberano y sus grandes duques y príncipes y funciona mediante órdenes de ese vértice de la pirámide que “bajan” hasta llegar al último campesino indígena y que se aplican por igual en todos los rincones del reino. Esa realidad debe ser radicalmente eliminada si queremos la democracia y una transformación social.

El “pueblo” no está para aplaudir, votar lo que le presentan ni acatar el “orden” porque los trabajadores y oprimidos de todo tipo partiendo de sus necesidades deben crear su propio orden nuevo, presentar múltiples opciones de desarrollo discutidas libremente en asambleas populares, hacer sus propias experiencias de gobierno.

México es un país capitalista dependiente que vive en un mundo capitalista unificado y está junto a un imperio decadente y agresivo que tiene ganas de anexarlo. En el gobierno mexicano hay gente honesta y valiosa mezclada con mucha lacra emigrada del PAN, PRI, PRD, de las sectas evangelistas y otras yerbas malas. Ese gobierno pretende dirigir el Estado, que se rige por las leyes económicas del capitalismo y, en realidad, es manejado por las grandes fuerzas económicas y por las fuerzas armadas que toleraron de mala gana a AMLO y su gobierno y esperan que éste haga el trabajo sucio y desmoralice y desorganice a las decenas de millones de personas que habían comenzado a levantar a cabeza y rebelarse. La otra parte del Estado –los oprimidos, que podrían hacer de contrapeso a esas “fuerzas vivas” de la conservación y la opresión- no cumple ese papel porque, o es adormecida por el gobierno, o es cachiporreada por los militares bautizados Guardia Nacional, o es reprimida por AMLO con sus tomas de posición, como en el caso de Huexca y Samir Reyes o en el de las conversaciones con las autodefensas. Recordemos que en nombre de la Constitución Madero reprimió a Zapata apoyándose en el Estado porfirista y el resultado fue la dictadura de Huerta preparada en la embajada de Estados Unidos…

Tampoco puede haber un rincón anticapitalista en una región de México o para una parte de su población si no se lucha por un cambio de sistema en todo su territorio en el combate por la eliminación del capitalismo en todo el planeta. O sea, si no se unen las fuerzas anticapitalistas, si éstas no crean un sistema de comunicaciones radiales, televisivas e impresas que sea independiente del Estado y abierto a todas las fuerzas revolucionarias y si no se hace política educando, analizando cada medida del gobierno, cada noticia económica, cada acontecimiento importante en escala mundial.

El autismo político o indigenista es el camino seguro al aislamiento y la derrota. Por eso es urgente que los anticapitalistas se reúnan en una Convención y se organicen si quieren influir sobre los votantes anticapitalistas de MORENA que están mordiendo el freno


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