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En memoria de Immanuel Wallerstein. Selección de sus mejores artículos

Ana Esther Ceceña :: 02.09.19

Immanuel Wallerstein es uno de los más grandes intelectuales de nuestros tiempos. Referencia ineludible en el estudio del capitalismo como sistema general de organización, como sistema-mundo, modificó el modo de pensar desde las ciencias sociales. Rebelde por naturaleza, no sólo revolucionó los modos de pensar el mundo sino que se comprometió con la causa. Fue uno de los pilares del pensamiento crítico y compañero de movimientos y esfuerzos encaminados a abrir posibles bifurcaciones sistémicas, que alentaba con la generosidad que le era consustancial.

In Memoriam

Immanuel Wallerstein es uno de los más grandes intelectuales de nuestros tiempos. Referencia ineludible en el estudio del capitalismo como sistema general de organización, como sistema-mundo, modificó el modo de pensar desde las ciencias sociales. Rebelde por naturaleza, no sólo revolucionó los modos de pensar el mundo sino que se comprometió con la causa. Fue uno de los pilares del pensamiento crítico y compañero de movimientos y esfuerzos encaminados a abrir posibles bifurcaciones sistémicas, que alentaba con la generosidad que le era consustancial. Su gran y valiosa obra escrita, no obstante, no debe impedir resaltar su calidad humana y la modestia, que aun desde su altura intelectual, le permitía acercarse y escuchar los reclamos de los pueblos, de los jóvenes y de todos aquellos que se aproximaban a él. La rebeldía, el inconformismo y la búsqueda constante de rutas emancipatorias guiaron tanto su obra intelectual como su compromiso social y político. Su compromiso con la vida que él mismo, en su último comentario, nos invita a seguir: “…pienso que hay una lucha crucial, que es la lucha de clases, entendiendo clase en su sentido más amplio. Lo que puedan hacer quienes vivan en el futuro es luchar consigo mismos para que este cambio sí sea uno real.“

Yo que tuve el privilegio de conocerlo, de trabajar y convivir con él durante la última década, que aprendí de su sabiduría y su bondad, sé que el tiempo nos seguirá haciendo descubrir lo profundo y sustancial de sus aportes.

Todos los integrantes del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, profundamente consternados, le rendimos un homenaje al hombre, al luchador y al intelectual.

Ana Esther Ceceña
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Marcos, Mandela y Gandhi

Immanuel Wallerstein
La Jornada
México D.F. Jueves 9 de octubre de 2003

El presente texto fue escrito por el sociólogo estadunidense Immanuel Wallerstein, colaborador de La Jornada, cuando tuvo lugar la marcha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional rumbo a la ciudad de México, en marzo de 2001. El trabajo, hasta ahora inédito en forma de libro, es parte del volumen Immanuel Wallerstein: crítica del sistema-mundo capitalista, realizado por Carlos Antonio Aguirre Rojas para Ediciones Era, que comienza a circular esta semana y que ofrecemos a nuestros lectores como una primicia.

En los últimos 200 años, ha habido muchas clases de movimientos revolucionarios o antisistémicos. Si miramos atrás en la historia, algunos de estos movimientos estuvieron comprometidos en acciones militares en contra de las fuerzas en el poder, y en algunas ocasiones tuvieron éxito y en otras no. Pero la acción militar, aun cuando sea de naturaleza guerrillera, no siempre es posible, por muy diferentes razones.

Ha habido tres ejemplos notables en los cuales estos movimientos realizaron campañas en contra de opositores fuertes y que tuvieron éxito sin una real acción militar. Ellos sustituyeron esta acción militar, a veces por necesidad o a veces por elección, con una campaña política que movilizó lo que podríamos llamar una hegemonía moral. Las tres campañas en las cuales estoy pensando son las del Congreso Nacional Hindú (CNH) y Gandhi, la del Congreso Nacional Africano de Africa del Sur (CNA) y Mandela, y la del EZLN y su más famoso vocero, el subcomandante Marcos.

Gandhi también condujo una Marcha, la famosa Marcha de la Sal. En 1930, Gandhi inició con 78 personas una marcha de 241 millas hacia el mar, para violar la ley recogiendo sal sin pagar el impuesto. El objeto era obtener la independencia completa respecto del dominio británico. Al escribirle al virrey por anticipado contándole sus planes, le dijo: ‘’A pesar de que, de cualquier forma, yo sostengo que el dominio británico es una maldición, no intento lastimar a ningún inglés en particular…” Después de que Gandhi violó la ley, otros hicieron lo mismo en todo el territorio de India, y entonces las cárceles se llenaron. Y de este modo, los británicos sintieron el impacto de la desobediencia civil, el uso de la manipulación simbólica como un arma.

Unos 30 años después de la Marcha de la Sal, en Sudáfrica, el CNA consideró que el gobierno del apartheid estaba mentalmente preparado para enfrentar la desobediencia civil, y que era insensible a esa manipulación. El CNA decidió entonces volcarse hacia la guerra de guerrillas. Pero no fue tan fácil, y pronto varios líderes clave del CNA fueron arrestados, juzgados, y sentenciados a largas condenas en la prisión de Robben Island. Y allí permanecieron durante unos 20 años. Pero entonces el CNA convirtió, primero el juicio y luego la prisión de Robben Island, en sus símbolos de resistencia. A partir de estos símbolos, movilizaron a la opinión pública mundial, y a pesar de su debilidad militar, el CNA fue capaz de obligar a un régimen ferozmente enemigo, a que liberara a los líderes prisioneros, negociando con ellos y celebrando elecciones libres en las cuales el CNA llegó al poder y Nelson Mandela fue electo presidente.

Unos 30 años después del lanzamiento de la campaña de la guerrilla del CNA, en 1994, un movimiento hasta entonces desconocido de pueblos indígenas, en la remota provincia de Chiapas en México anunció una campaña de guerrilla, llamándose a sí mismo el EZLN, con el objetivo de la autonomía y los derechos para los pueblos indígenas. La violencia real fue muy pequeña y breve. Pero su fuerza potencial era muy grande. Y el gobierno mexicano fue obligado a negociar una tregua, que fue utilizada durante los siguientes seis años en el esfuerzo de abrogarla. Mientras tanto, el EZLN empleó esos seis años para movilizar a la opinión pública mundial, aunque ahora mediante ciertos instrumentos avanzados como el Internet. Y en 2000, el mismo gobierno que buscaba romper la tregua fue vencido en las elecciones nacionales, y el nuevo presidente dice que es su prioridad resolver las alternativas planteadas por el EZLN.

No cabe duda de que, vistas desde la perspectiva del sistema-mundo como un todo, estas tres campañas -la del CNH en India, el CNA en Sudáfrica y el EZLN en México- son los tres movimientos que más apoyo han obtenido de parte de la opinión pública mundial, logrando por tanto lo que podría llamarse una hegemonía moral. Hegemonía moral que además han utilizado de manera consciente como su más poderosa arma de presión frente a los poderes en contra de los que estaban luchando. Gandhi, Mandela, y ahora también Marcos, se han transformado en una suerte de hé-roes morales mundiales, un hecho que ha servido muy bien a sus respectivas causas.

Vale además la pena observar un elemento que ha sido clave en la conquista de esta hegemonía moral. Los tres movimientos, y los tres héroes, pusieron un gran énfasis en su universalismo, en el hecho de que ellos no eran los voceros de ningún estrecho interés de grupo. Gandhi y el CNH insistieron en que querían una India secular, no una India hindú, y lucharon por mantener a los musulmanes dentro de su visión de lo que sería una India libre. Gandhi fue asesinado por un fanático hindú, debido justo a esta razón. El CNA y Mandela insistieron en que peleaban por una sociedad no racista, y no por una Sudáfrica negra. El CNA tuvo, y tiene, no sólo miembros blancos en su seno, sino también en sus consejos interiores. Y el EZLN y Marcos han insistido en que ellos pelean por los derechos no sólo de los pueblos indígenas, sino de todos los mexicanos, porque ellos son indígenas mexicanos. Marcos mismo no es un indígena mexicano, por lo cual él es el subcomandante, junto a múltiples comandantes indígenas. Ya que la hegemonía moral no se compagina bien con los particularismos étnicos.

Los tres movimientos han insistido en ser portadores de visiones sociales amplias, y esta amplitud de sus contenidos se ha ido expandiendo a lo largo del tiempo. Así, hoy tenemos a la comandante Esther del EZLN, enfatizando la centralidad de las mujeres indígenas para la lucha porque, dice ella, ellas sufren de ‘’la triple explotación por su condición como personas indígenas, como mujeres y como pobres”. El comunicado del EZLN nos dice que ésta es la “Marcha de la Dignidad Indígena, la marcha de la gente del color de la tierra”. Y Marcos, en una entrevista, ha afirmado que ‘’el EZLN tiene armas […] pero no practica el terrorismo, y nunca ha cometido un ataque asesino”. Además, agrega que el EZLN no está buscando la conquista del poder del Estado, porque el núcleo del poder no se encuentra ya más en los Estados: ‘’No se logra nada conquistando el poder”. Por eso, lo que el EZLN persigue es más bien una ciudadanización de la política, la que al ser conquistada hará desaparecer al propio EZLN, lo mismo que, dice él, a la propia ‘’figura de Marcos”.

Cuando, en una reunión en algún punto del camino de la marcha, un líder local le preguntó a Marcos cuáles eran las órdenes de los organizadores de la marcha, la respuesta de este último fue muy notable. Marcos respondió: ‘’Vamos a la ciudad de México con usted y con muchas otras personas… y vamos para obtener el reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indios. Y para que nunca más recibamos órdenes de nadie”. E insistió en que ‘’los pueblos indígenas son los guardianes de la historia”.

Gandhi y el Congreso Nacional Hindú hicieron valer los derechos de los hindúes para liberarse del dominio colonial exterior. Mandela y el CNA hicieron valer los derechos de 80 por ciento de la población no blanca para liberarse del yugo colonial interno ejercido por los colonizadores europeos. Y Marcos y el EZLN están haciendo valer los derechos de los ‘’pueblos indígenas” para liberarse del dominio colonial encubierto de aquellos que se han considerado a sí mismos como socialmente superiores. Cuando India conquistó su independencia en 1948, dejó establecido un modelo que impactó a lo largo del Asia y de Africa, acelerando el fin del colonialismo en todas partes. Cuando el EZLN obtenga el reconocimiento de la dignidad de los pueblos indígenas en México, esta conquista tendrá el mismo impacto a lo largo de todas las Américas e inclusive de cualquier otro lugar en el mundo.
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La izquierda latinoamericana se mueve a la derecha
Immanuel Wallerstein
La Jornada
Viernes 10 de julio de 2015

En más o menos los últimos 15 años hemos visto la ocurrencia de un importante viraje en la orientación política de América Latina. En un gran número de países los partidos de izquierda llegaron al poder. Sus programas han enfatizado la redistribución de los recursos para auxiliar a los segmentos más pobres de la población. Han buscado también crear y fortalecer aquellas estructuras regionales que incluyeran a todos los países de América Latina y el Caribe, pero excluyendo a Estados Unidos y Canadá.

De inicio, estos partidos tuvieron el logro de reunir a múltiples grupos y movimientos que buscaban apartarse de los partidos tradicionales orientados a la política de derecha y a los vínculos cercanos con Estados Unidos. Buscaron probar, como afirma el lema del Foro Social Mundial, que “otro mundo es posible”.

Los iniciales entusiasmos colectivos comenzaron a desvanecerse en múltiples frentes. Elementos de la clase media comenzaron a sentirse más y más perturbados no sólo por la rampante corrupción en los gobiernos de izquierda, sino también por los modos más y más ásperos en que estos gobiernos tratan a las fuerzas de oposición. Este viraje a la derecha de algunos simpatizantes iniciales de un “cambio” de izquierda es normal, en el sentido de que es común que esto ocurra en todas partes.

No obstante, estos países enfrentan un problema mucho más importante. Hay, y siempre ha habido, esencialmente dos izquierdas latinoamericanas, no una. De ellas, una está compuesta por aquellas personas y aquellos movimientos que desean remontar los más bajos estándares de vida en los países del Sur, utilizando el poder del Estado para “modernizar” la economía y, por tanto, “ponerse al corriente” respecto de los países del Norte.

La segunda, bastante diferente, está compuesta por aquellas clases más bajas que temen esa “modernización”, que no mejorará las cosas sino que las pondrá peor, al incrementar las brechas internas entre los más acomodados y los estratos más bajos del país.

En América Latina, este último grupo incluye las poblaciones indígenas, es decir, aquellas cuya presencia data de antes de que varias potencias europeas enviaran sus tropas y sus colonos al hemisferio occidental. También incluye a las poblaciones afrodescendientes, es decir, a quienes fueron traídos de África como esclavos por los europeos.

Estos grupos comenzaron a hablar de promover un cambio civilizatorio basado en el buen vivir. Estos segmentos sociales arguyen en favor del mantenimiento de modos tradicionales de vida controlados por las poblaciones locales.

Estas dos visiones –la de la izquierda modernizante y la de quienes proponen el buen vivir– pronto comenzaron a chocar, a chocar seriamente. Así, si en las primeras elecciones que ganó la izquierda las fuerzas de izquierda contaron con el respaldo de los movimientos de las capas empobrecidas, eso ya no fue cierto en las subsecuentes elecciones. ¡Muy por el contrario! Conforme transcurrió el tiempo, los dos grupos hablaron más y más acremente y dejaron de comprometerse unos con otros.

El resultado neto de esta partición es que ambos grupos –los partidos de izquierda y las clases más bajas– se movieron a la derecha. Los representantes de las clases más bajas se vieron aliados de facto con las fuerzas derechistas. Su demanda central comenzó a ser el derrocamiento de los partidos de izquierda, sobre todo del líder. Esto fue algo que podría haber resultado, con toda claridad, en el advenimiento al poder de gobiernos derechistas que no están más interesados en el buen vivir que los partidos de izquierda.

Entretanto, los partidos de izquierda promovieron políticas desarrollistas que ignoraron en grado significativo los efectos ecológicos negativos de sus programas. En la práctica, sus programas agrícolas comenzaron a eliminar a los pequeños productores agrícolas, que habían sido la base del consumo interno, en favor de las estructuras megacorporativas. Sus programas comenzaron a semejar, de muchas maneras, los programas de los previos gobiernos de derecha.

En resumen, el progreso de la izquierda latinoamericana, tan notable en años recientes, se está desbaratando por la amarga lucha emprendida entre las dos izquierdas latinoamericanas. Aquellas personas y grupos que han intentado alentar un diálogo significativo entre las dos izquierdas han constatado que no son bienvenidos por ninguno de los dos bandos. Es como si ambos lados dijeran, están con nosotros o están contra nosotros, pero no hay camino intermedio. Es muy tarde, pero tal vez no sea demasiado tarde para que ambas partes revaloren la situación y rescaten de la destrucción a la izquierda latinoamericana.
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Los zapatistas: 20 años después
Immanuel Wallerstein
La Jornada
Sábado 10 de mayo de 2014

El primero de enero de 2014, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZ- LN) celebró el aniversario 20 de su levantamiento en Chiapas. Este año emprende una autoevaluación. En abril, en la ventana oficial del EZLN, Rebeldía Zapatista, el subcomandante insurgente Moisés publicó un editorial acerca de la “guerra contra el olvido”. Ahí dice que durante los 19 años anteriores la lucha del EZLN ha toreado el malvado sistema que ha estado oprimiendo a los pueblos indígenas por 520 años.

¿Cuál ha sido el logro del EZLN? ¿En qué sentido se puede decir que ha sido un éxito? El EZLN ha sido objeto de burla no sólo de la derecha mundial, sino también de ciertos elementos de la izquierda en el planeta que alegan que ha sido en gran medida irrelevante para la lucha global contra el imperialismo y el neoliberalismo. ¿Qué es lo que han logrado?, preguntan los críticos. ¿Acaso su trayectoria es algo más que un show de relaciones públicas?

Este tipo de crítica yerra por completo el punto del levantamiento. Su primer logro es haber sobrevivido contra un ejército mexicano irritado por no poder destruirlos en estos 20 años. Los zapatistas lo han logrado mantener a raya no con desempeño militar (no podemos compararlos con el Ejército mexicano), sino por su fuerza política –tanto interna con los pueblos indígenas de Chiapas, como en lo externo en el resto del mundo. Es esta fortaleza lo que ha reducido los esfuerzos del Ejército mexicano a un mero hostigamiento (algunas veces un hostigamiento asesino) en los márgenes de sus comunidades autónomas.

¿Cuál fue el múltiple mensaje del EZLN al gobierno mexicano y al mundo cuando se levantaron el primero de enero de 1994? Primero que nada, estaban reclamando la dignidad de los pueblos indígenas oprimidos, al renovar su exigencia de que sus comunidades se gobernaran a sí mismas, colectiva y democráticamente. Segundo, estaban diciendo que no tenían interés alguno en tomar el poder del Estado en México, lo que desde su punto de vista sería únicamente cambiar unos opresores por otros. Por el contrario, exigieron que el gobierno mexicano reconociera su autonomía formal y sinceramente.

Tercero, el EZLN escogió la fecha porque marcaba la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Al escoger esta fecha, reafirmaron su rechazo al papel imperialista de Estados Unidos en México y en todo el mundo.

Cuarto, decían que –lejos de enfocarse en la estrechez de la lucha en Chiapas– estaban respaldando las luchas de todos los pueblos y clases que sufren opresión por todo el mundo. Enfatizaron esto convocando en Chiapas lo que llamaron encuentros intergalácticos y se rehusaron a excluir a participantes sólo porque otros hubieran querido que no vinieran.

Quinto, buscaron compartir estos puntos de vista ante otros pueblos oprimidos en México mediante el Congreso Nacional Indígena.

El levantamiento del EZLN fue el comienzo de la contraofensiva de la izquierda mundial contra los relativamente breves éxitos de la derecha mundial entre la década de los 70 y 1994. La combinación del impacto político y económico del Consenso de Washington y el aparente triunfo que significó el colapso de la Unión Soviética permitieron que la derecha mundial cacareara que había logrado la dominación permanente del sistema-mundo. Lo que los zapatistas hicieron fue recordarles (a ésta y a la izquierda mundial) que había, de hecho, una alternativa, aquella de un mundo relativamente democrático y relativamente igualitario.

El primero de enero de 1994 el EZLN pavimentó el camino para las exitosas protestas de Seattle en 1999 y en otras partes, y para la fundación del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre en 2001. La continuada lucha del FSM y lo que hoy se conoce como el Movimiento de Justicia Global fueron posibles gracias al EZLN.

Por supuesto, como el subcomandante insurgente Moisés nos recuerda, “no hay descanso, hay que darle duro al trabajo”. Supongo que éste es el mensaje más acabado del EZLN. No puede haber descanso para ninguno de los que creemos que “otro mundo es posible”.


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