La respuesta del pueblo ecuatoriano al paquetazo del gobierno de Moreno, más allá del fallido paro de los transportistas, ha implicado una excepcional resistencia social activada por los indígenas de la CONAIE, los estudiantes, las mujeres de los movimientos feministas, la población en general que paralizaron el país y mantienen la decisión de continuar el Paro Nacional.
Por el establecimiento de Comunas Populares
Alejandro Moreano
Ecuador Hoy
En referencia al presente Paro Nacional, conviene señalar que, como dice Katy Alvarez, no se trata sólo de las medidas económicas, y en particular del alza de los combustibles sino de un modelo económico que pretende someter la economía ecuatoriana a los intereses de las grandes corporaciones y del capital privado. Y, no solo el modelo económico sino el modelo político que ha significado la sumisión total del régimen de Lenin Moreno a la política imperial norteamericana a límites increíbles que ha incluido no solo el caso de Assange sino el alineamiento con Trumph en toda su política, la contención de la integración latinoamericana, la entrega de las Islas Galápagos a una sui géneris base aérea yanqui, la aceptación de tropas norteamericanas en la zona norte de la costa ecuatoriana, la sumisión al TIAR.
La respuesta del pueblo ecuatoriano, más allá del fallido paro de los transportistas, ha implicado una excepcional resistencia social activada por los indígenas de la CONAIE, los estudiantes, las mujeres de los movimientos feministas, la población en general que paralizaron el país y mantienen la decisión de continuar el Paro Nacional.
Una serie de decisiones como la de declarar zonas de control popular a las diversas regiones populares, en especial de los pueblos originarios, y el rechazo a la presencia de tropas en las mismas, con amenazas de aplicarles la justicia indígena, el despliegue de más de 200 puntos de concentración de la protesta y otros hechos nos recuerdan las grandes movilizaciones de antaño, desde el Gran Paro de 1990 a aquellas que condujeron al derrocamiento de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez.
Ahora bien, yo quisiera insistir en un punto. En el derrocamiento de Bucaram, las masas insistían en un gobierno popular pero al final se impuso la tesis del “cambio constitucional” que preservó el orden legal existente y sometió la lucha social al imperio de la institucionalidad burguesa. Lo mismo ocurrió en los casos de Mahuad y Gutiérrez. En las presentes circunstancia, una situación como aquellas consolidaría el poder de las estructuras institucionales –Vicepresidencia, Asamblea Nacional en manos de la derecha-.
Hay una experiencia latinoamericana muy aleccionadora. Fue la del derrocamiento de la dictadura de Menem en la Argentina. Bajo el grito que se vayan todos, las masas populares argentinas formaron Comités Populares en las diversas regiones urbanas –Buenos aires y otras ciudades- y campesinas. Tampoco fructificó un gobierno popular pero la dinámica del poder popular se desarrolló con gran intensidad.
Creo que esa experiencia debería estar presente en la actual movilización, más aún si consideramos que algunas resoluciones de las masas, en especial indígenas, se mueven en esa dirección.