Todo ello antes en vísperas de la gran marcha indígena, que pretende irrumpir el miércoles con fuerza en la capital ecuatoriana. La dirigencia indígena no busca en principio un cambio de Gobierno, pero sí exige al primer mandatario la derogación del polémico decreto que ha eliminado las subvenciones a los combustibles.
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Crisis en Ecuador
Los indígenas toman la Asamblea Nacional de Ecuador al grito de “¡fuera Lenín Moreno!”
DANIEL LOZANO
El Mundo
Martes, 8 octubre 2019 - 21:53
La sede se encuentra cerca de un parque que servía de lugar de concentración a unos 10.000 miembros de colectivos indígenas y algunos de ellos han tirado abajo las verjas de seguridad del edificio
Ecuador, el país de los volcanes, sufre una nueva erupción política y social, que ha obligado al presidente Lenín Moreno a trasladar la sede gubernamental desde Quito hasta Guayaquil, la segunda ciudad del país. Una huida tan sorprendente como las protestas, disturbios, saqueos y asaltos a entidades públicas, el último esta misma tarde, cuando un grupo de indígenas ha tirado abajo las verjas de la Asamblea Nacional (Parlamento) y ha entrado en el edificio al grito de “¡fuera Moreno fuera!”.
Todo ello antes en vísperas de la gran marcha indígena, que pretende irrumpir el miércoles con fuerza en la capital ecuatoriana. La dirigencia indígena no busca en principio un cambio de Gobierno, pero sí exige al primer mandatario la derogación del polémico decreto que ha eliminado las subvenciones a los combustibles.
La sede gubernamental asaltada se encuentra cerca de un parque de Quito que sirve de lugar de concentración a unos 10.000 miembros de colectivos indígenas.
Este martes, Moreno ha ofrecido “un diálogo” a los indígenas antes del “gran levantamiento” de mañana, que fue anunciado el lunes por las comunidades indígenas. “Hay diálogo para los hermanos indígenas que lastimosamente tienen necesidades, y en eso estamos completamente de acuerdo”, ha dicho ante los medios.
Los tradicionales bloqueos en las carreteras, todo un clásico en un país que vio caer a ocho presidentes durante una década, se acompañan en esta ocasión de ataques contra comercios y asaltos contra sedes gubernamentales, fuera del guión y realizados por personas ajenas al movimiento indígena. La más sorprendente tuvo lugar en Quito en la noche del lunes, cuando un numeroso grupo de encapuchados tomó a la fuerza la sede de la Contraloría, que se encarga de investigar los numerosos casos de corrupción ocurridos durante los 10 años de presidencia de Rafael Correa, antiguo jefe político de Moreno y hoy su archienemigo. El líder de la ‘revolución ciudadana’ permanece en Bruselas, alejado de las acusaciones de corrupción que han llevado a la cárcel a varios colaboradores muy cercanos, incluido su ex vicepresidente, Jorge Glas.
“Lo que ha sucedido estos días no es una manifestación social de descontento frente a una decisión de Gobierno. No, los saqueos, el vandalismo y la violencia demuestran que aquí hay una intención política organizada para desestabilizar el Gobierno y romper el orden democrático”, acusó Moreno en su comparecencia al país tras llegar a Guayaquil. En una alocución televisiva rodeado de la cúpula militar y que denotaba el momento crucial que vive el país, donde el poder pende de lo que ocurra en las próximas horas, Moreno apuntó a “individuos externos pagados y organizados”, que serían parte del “intento de golpe de Estado” y “atentado contra la democracia” orquestado durante el viaje a Caracas de su predecesor.
“El sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización, los corruptos que han sentido los pasos de la justicia cercándolos”, puntualizó Moreno.
“Nuestra lucha es por la salida del FMI”
Los rumores corren en Quito ante la deriva que ha tomado la situación del país, que vive una nueva crisis económica y se queja de un Gobierno débil. “Están instrumentalizando a algunos sectores indígenas, aprovechando su movilización para saquear y destruir a su paso. Es con los recursos que se robaron que están financiando las agresiones y los saqueos, son ellos los que no quieren la institucionalidad democrática”, precisó el primer mandatario en una nueva referencia a quienes también formaron parte de su partido, Alianza País.
Lo más paradójico es que los líderes indígenas de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) no dudaron en señalar al propio Correa y anunciar su deslinde de la “plataforma golpista del correísmo”. “Nuestra lucha es por la salida del FMI (Fondo Monetario Internacional) del Ecuador”, añadió el movimiento indígena.
La sexta jornada de estado de excepción presenció cómo los primeros indígenas ya están en Quito, cuatro días después de que los transportistas dieran por terminado su paro. Colegios y escuelas volvieron a cerrarse mientras el alcalde de Guayaquil y líder opostitor, Jaime Nebot, llamaba a luchar por la democracia, convertido además en el anfitrión del presidente. Los representantes de los distintos poderes del Estado (judicial, electoral y de control social se reunieron hoy con el presidente en Guayaquil, quien también estuvo rodeado de sus ministros.
En Quito, el alcalde Jorge Yunda declaró en emergencia a la capital tras los desmanes de las últimas horas. “No generemos una guerra fratricida, reunámonos, que prime la sensatez entre los gobernantes”, apostó el primer edil, que hizo un llamado a todos los alcaldes del país para que actúen como mediadores.
“Ahora nos llaman golpistas, cuando los que destrozaron la Constitución y la democracia fueron siempre ellos”, se defendió desde Europa Correa, quien reconoció su error con Moreno, “el mayor farsante de nuestra era”. “Hemos tenido dos años de la peor persecución política. Los conflictos en democracia se resuelven en las urnas y es precisamente lo que pedimos, que permitan adelantar elecciones en caso de grave conmoción social”, insistió el dirigente.
El correísmo reclama nuevas elecciones de forma urgente, antes de que los tribunales actúen contra su líder. En su partido sopesan la posibilidad de que Correa concurra como vicepresidente u ocupando algún cargo destacado. Alejado de su país desde hace dos años, Correa se olvidó de los volcanes para vanagloriarse de que acertó con su predicción, el despertar del pueblo “con la fuerza de un huracán para recuperar la patria”.