Tamaña expresión de rechazo y repudio acumulado no alcanzó para dar la talla nacional que todo el país esperaba, y prefirió replegarse a la atención de los problemas urgentes que le agobian. Es decir, que antes de encarar el liderazgo nacional que se perfilaba en defensa y la recuperación de la democracia, Santa Cruz decidió encapsularse para priorizar los asuntos que les aquejan.
Parece claro que las elecciones nacionales que es donde finalmente el Cabildo de Santa Cruz ha dirigido y señalado como el momento donde se podría dilucidar la encrucijada en la que nos encontramos, no parece ser el lugar donde se cumpla dicho propósito, habida cuenta (entre otros factores), de aquella descarada maquinaria de fraude montado que ellos mismos se encargan de denunciar. En otras palabras, las elecciones no muestran en absoluto las condiciones básicas mínimas que se necesitan para dilucidar las fuerzas en conflicto que se encuentran enfrentadas, y que NO son precisamente las candidaturas en disputa.
El cabildo de Santa Cruz
Arturo D. Villanueva Imaña
Bolpress
8 octubre, 2019
Tamaña expresión de rechazo y repudio acumulado no alcanzó para dar la talla nacional que todo el país esperaba, y prefirió replegarse a la atención de los problemas urgentes que le agobian. Es decir, que antes de encarar el liderazgo nacional que se perfilaba en defensa y la recuperación de la democracia, Santa Cruz decidió encapsularse para priorizar los asuntos que les aquejan.
Para ello, sacó del baúl y despertó antiguos odios y viejas consignas, dejando de lado y encubriendo a sus propias autoridades complacientes y a sectores empresariales cómplices del desastre que ahora desesperadamente quieren abordar; aunque no necesariamente para resolver, cuanto para liberarse de culpa y encontrar una absolución de su pueblo.
La impresionante marea humana que indudablemente dio cuenta del tamaño del rechazo y el enorme repudio que Santa Cruz expresa contra el gobierno y sus medidas ecocidas; al mismo tiempo de quedar en la memoria como estruendoso testimonio que reafirmó la voluntad y decisión ya expresada el 21F de 2016, sin embargo, no alcanzó (o no quiso) para que la misma pueda traducirse en una decisión más contundente, contra el abuso, la burla, el desacato y al imposición anticonstitucional y antidemocrática del gobierno.
De esa manera, habiendo adquirido la forma multitud y fuerza social movilizada, el Cabildo terminó diluyéndose, dispersando y devolviendo a cada individuo su decisión, cuando muy bien pudo aprovechar semejante manifestación movilizada. Ya llegará el tiempo para establecer si lo que predominó fue improvisación, indecisión, imposición de determinados intereses, chatura de perspectivas, complicidad, dispersión, choque de visiones, etc.
En todo caso, puede señalarse que tal acumulación fue desperdiciada y el gobierno, que indudablemente tiene y debe haber quedado muy preocupado ante tamaña multitud; ahora, al no haberse traducido en otro tipo de medidas, debe estar respirando algo de consuelo.
En el fondo, sucede que ha sido la Chiquitania que ha desnudado trágicamente los verdaderos “resultados” del desarrollismo y el extractivismo salvaje que los cruceños miraban absortos como la niña de sus ojos. El modelo “ejemplar” del que no solo se sentían orgullosos, sino que pretendían “exportar”, ahora (a ojos de lo que trágicamente sufren), debería ser puesto en el banquillo de la crítica y una rigurosa revisión. Sin embargo, por ahora y atendiendo las decisiones adoptadas en el Cabildo, se ha limitado a poner plazos, condiciones y amenazas, como si tan grande asunto que entraña a su futuro y a lo que ellos mismos perfilan como su horizonte de realización, se redujese al régimen agrario, o la expulsión de los avasallamientos y los asentamientos ilegales.
La anulación de las medidas que originaron semejante desastre es indispensable y urgente, pero será insuficiente a la hora de evaluar el modelo económico salvajemente extractivista que lo soporta, pero sobre todo para imaginar el verdadero Santa Cruz que esperan construir, sabiendo que ello NO parte de la esplendorosa como ilusoria imagen que se insiste en posicionar en el imaginario cruceño, sino de las cenizas, la destrucción y la muerte que ha dejado y queda en la Chiquitanía.
Desde esta perspectiva, la nueva agenda impuesta por las circunstancias tan trágicas para Santa Cruz, ha desplazado a la causa democrática que era su principal preocupación. Es decir, ésta queda en una especie de limbo, hasta que nuevamente sean otras fuerzas y otros impulsos los que vuelvan a despertarla. Parece claro que las elecciones nacionales que es donde finalmente el Cabildo de Santa Cruz ha dirigido y señalado como el momento donde se podría dilucidar la encrucijada en la que nos encontramos, no parece ser el lugar donde se cumpla dicho propósito, habida cuenta (entre otros factores), de aquella descarada maquinaria de fraude montado que ellos mismos se encargan de denunciar. En otras palabras, las elecciones no muestran en absoluto las condiciones básicas mínimas que se necesitan para dilucidar las fuerzas en conflicto que se encuentran enfrentadas, y que NO son precisamente las candidaturas en disputa.
(*) Sociólogo, boliviano. Cochabamba, Bolivia. Octubre 7 de 2019.