Sería sólo el fin de una mala película si no hubiese muertos. Pero los hay, muchos de ellos civiles, y esta es la razón por la que los supervivientes han dicho adiós a los soldados estadounidenses en Siria bombardeando sus blindados con verduras podridas. Durante el fin de semana pasado, las tropas de Washington han realizado una de las mayores maniobras de repliegue que se conocen en la región, pero su destino sigue siendo incierto: los bandazos de su presidente no ayudan a despejar dudas.
Hace justo un lustro, las fuerzas del Tío Sam fueron recibidas con vítores en el norte sirio. La aviación de la coalición internacional que capitanearon fue la clave que permitió a las milicias kurdas contener el asedio que el autodenominado Estado Islámico infligió a Kobane. Esa derrota de los extremistas fue el punto de partida de la cooperación militar sobre el terreno, hombro con hombro, que acabó arrebatando al IS su bastión en Raqqa y, a principios de este año, derrotó su pseudocalifato en Siria.
De aquellos abrazos a estos tomates podridos. En un vídeo que ha trascendido este lunes, un grupo de chavales sirios lanza exabruptos, piedras e incluso tomates podridos a los soldados estadounidenses en retirada, a su paso por la población de Qamishlo. En otro vídeo, difundido por medios locales, puede verse a otros jóvenes, en este caso en la capital kurdoiraquí de Erbil, emprendiéndola a pedradas con vehículos blindados que ondean la bandera de barras y estrellas.
Aunque no todas las reacciones han sido tan furibundas. “Gracias a la gente de EEUU, pero Trump nos traicionó”, puede leerse en algunas de las pancartas que un grupo de vecinos mostraron al paso de uno de los convoyes norteamericanos, según un vídeo difundido por el portavoz de las milicias kurdosirias. “No nos matéis a través de manos turcas”, reza otro de los carteles, también en inglés, que kurdos de Siria mostraron a los soldados estadounidenses.
No se aprecia respuesta de los soldados de EEUU. En una fotografía trascendida se ve cómo un militar estadounidense luce el escudo de las YPG/J la rama kurdosiria de la guerrilla PKK y razón expresa de la invasión turca. Algunos periodistas en contacto con los soldados han dado cuenta de la frustración de algunos por su repliegue, particularmente de quienes entablaron relaciones cercanas con los combatientes kurdosirios. Una reacción similar a la que se vive estos días en Washington.
Estas reacciones adversas, la mayoría contrarias a la decisión de Donald Trump de replegar todas sus fuerzas en Siria, parecen ser la razón del atolladero en que se encuentra la Casa Blanca. Y de ahí la reciente cadena de decisiones en una y otra dirección, tuits altisonantes y llamadas contradictorias que culminaron en la explosiva carta, filtrada a los medios de comunicación, en la que Trump espetaba a su homólogo Recep Tayyip Erdogan “no seas duro, ¡no seas tonto!”, y le invitaba a negociar por Siria.
Si el pasado diciembre Trump ordenó la retirada total de sus 2.000 soldados estacionados en Siria, poco después se echó atrás, para acabar ordenando que sólo mil de sus efectivos permanecieran en el país. En un giro inesperado, el pasado nueve de octubre, el dirigente ordenó la retirada de los soldados apostados en la frontera con Turquía, lo que dio luz verde a una ofensiva turca, apoyada por milicias sirias, que ha desencadenado una vorágine con decenas de civiles muertos y decenas de miles de desplazados.
Durante los últimos días, las tropas estadounidenses han consumado su retirada del oeste de la franja siria que controlaban sus aliadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), donde se integran las milicias kurdas. Soldados del ejército sirio y efectivos de la policía militar rusa han empezado a rellenar el hueco dejado por EEUU en sitios como Manbiy y Kobane. Y aunque Trump no ha dejado de insistir en que sus soldados vuelven a “casa”, un giro de última hora puede, de nuevo, cambiarlo todo.
Según publica este lunes el New York Times, ahora el presidente de EEUU baraja el dejar al menos 200 militares de las fuerzas especiales en Siria. El objetivo es mantener bajo control los pozos de petróleo y gas situados en el este de Siria y frenar el avance de Rusia y el Gobierno sirio -a quienes, contradictoriamente, Washington abrió la puerta al abandonar a los kurdos, forzándolos a pactar una alianza con Damasco y su puntal. Otra razón sería despejar las críticas recibidas en los últimos días.
Aunque son un recurso vital para las finanzas nacionales, las reservas energéticas de Siria no son notables, en comparación con otros países del vecindario. Sin embargo, a lo largo del conflicto, los dividendos obtenidos de la extracción de gas y crudo han servido para llenar las arcas de todas las fuerzas que los han ocupado. Diversas investigaciones han demostrado que el negocio de los hidrocarburos ni tan siquiera ha entendido de frentes y rivalidades.
Que Trump, como mínimo, se plantea seriamente esta opción se desprende de uno de sus tuits recientes. “Hemos asegurado el petróleo”, se congratuló el inquilino de la Casa Blanca. Si se queda este pequeño contingente en Siria, ¿qué será del resto de tropas replegadas? El Departamento de Defensa ha dicho a los medios que los soldados permanecerán en bases estadounidenses situadas en el oeste de Irak, desde donde, eventualmente, podrán penetrar en suelo sirio para combatir a los remanentes del IS.