México D.F. Lunes 2 de febrero de 2004
Asamblea en Milpa Alta
Tlalnepantla, Mor., 1º de febrero. Aproximadamente mil personas desplazadas de la comunidad indígena de Tlalnepantla realizaron una asamblea en la delegación Milpa Alta, en el Distrito Federal, en la que ratificaron su negativa a instalar mesas de diálogo con el presidente municipal Elías Osorio y el gobierno del estado, por considerar que éstos “no tienen la voluntad política” para ello. Mientras, la vigilancia policiaca se intensificó en el poblado.
Inconformes con Osorio que al momento habitan en municipios morelenses, como Tlayacapan, Yautepec y Tepoztlán, llegaron a San Lorenzo, en Milpa Alta, citados por el concejo autónomo popular de Tlalnepantla y por la Comisión de Pueblos y Barrios, las cuales informaron de los resultados de las últimas reuniones con comisionados de la Secretaría de Gobernación.
Benjosef Lagunas explicó que el gobierno federal insiste en que se reinicie el diálogo con las autoridades municipales constitucionales y el gobierno estatal. Añadió que se ofrecieron garantías para instalar mesas de negociación.
Sin embargo, los desplazados acordaron por mayoría rechazar sentarse con Elías Osorio y representantes del gobierno de Sergio Estrada Cajigal, a quienes responsabilizaron por la situación que prevalece en el municipio.
Destacaron que las instancias municipal y estatal carecen de “calidad moral” para hablar de reconciliación o tregua, pues su discurso y acciones no han cambiado al inculpar del homicidio de Gregorio Sánchez Mercado a Benjamín Medina Barrera, quien en la incursión policiaca del pasado 14 de enero resultó gravemente herido en el pecho, además que estaba a más de 30 metros del occiso y sin arma alguna.
Destacaron que la autoridad federal “se ha visto poco eficaz” para resolver el conflicto. “¿Qué más necesitan para entender que la mayoría del pueblo de Tlalnepantla no quiere como autoridad a Elías Osorio Torres?”, dijo un miembro del concejo autónomo. “Buscaremos que intervengan organismos internacionales, como la ONU”. (LA JORNADA MORELOS)
Abuso policial
México D.F. Lunes 2 de febrero de 2004
Desde el 14 de enero se han dado abusos y arbitrariedades de los distintos efectivos, indican
El actuar de la policía en Tlalnepantla viola los derechos humanos: observadores
Entrevistaron a un hombre de 65 años que fue herido de bala en una pierna
El informe de la Misión de Observación en Derechos Humanos en el municipio de Tlalnepantla, Morelos -donde el 14 de enero la fuerza pública desalojó al concejo municipal autónomo, inconforme con las autoridades constitucionales-, que realizaron el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz), Paz con Democracia, Incide, CILAS, Magdalena Gómez y Carlos Payán, entre otros organismos y activistas, destaca que “desde el primer día del conflicto en ese lugar, la actuación de la policía ha sido violatoria de los derechos humanos”.
Las diez organizaciones sociales y civiles que el pasado 26 de enero realizaron una visita de observación a ese municipio, indicaron: “Constatamos que en el pueblo hay una tensa calma, temor, decenas de casas vacías y ausentismo escolar. Hay una fuerte división y polarización comunitaria y, por ende, la fragmentación del tejido social.
“Si la comunidad estaba confrontada, lo ocurrido el día 14 agravó aún más la situación y se violaron los derechos al trabajo, a la alimentación, a la salud, a la educación, a la libertad, a la seguridad jurídica y a la integridad personal, física y sicológica. Además de derechos humanos consagrados en tratados internacionales”, indicaron las organizaciones que integraron la comisión de observación.
En el documento señalaron que “desde el momento en que incursionaron diferentes efectivos de seguridad pública en Tlalnepantla -el 14 de enero-, se registraron diversos abusos y arbitrariedades. El más grave de ellos fue el cometido en contra del señor Gregorio Sánchez Mercado, quien perdiera la vida después de haber recibido un disparo de arma de fuego en la boca.
“Esa misma noche fueron heridas más personas y, pese a que a la fecha no se puede constatar el número exacto de lesionados, sí podemos afirmar sobre la existencia de lesionados por armas de fuego, presumiblemente de alto poder. Ejemplo de ello es el testimonio de un señor de 65 años, quien resultó herido en la pierna izquierda por dos disparos de arma de fuego la madrugada del día 14. Dichas lesiones nos fueron mostradas y han sido atendidas en su casa, toda vez que el señor teme salir, a pesar de que la herida no está sanando correctamente”, indicaron.
Un hombre de 30 años relató a la misión de observación “el momento en que vio a un policía subir al campanario de la iglesia y desde ahí disparar. La policía recogió los casquillos, sin que hasta la fecha se hayan apersonado agentes del Ministerio Público para realizar la investigación de los hechos”.
Otros testimonios recabados por las organizaciones civiles dieron cuenta de que “se pintaron las fachadas de las casas y taparon los hoyos de las balas. Nosotros constatamos que en la pared y cortina de un comercio que se encuentra casi enfrente al palacio municipal, hay impactos de bala e, incluso, la cortina está perforada. La hermana del dueño -del comercio- nos mostró que en el interior la bala había rebotado en el cristal de uno de los refrigeradores, rompiéndolo y dejándolo inservible”.
La misión de observación destacó que en el pueblo prevalece una “tensa calma. Muchas casas no han sido habitadas desde el día 14 de enero. El pueblo se aprecia prácticamente sin gente en la calle. En las casas no se observa mucho movimiento, pero nos percatamos que las personas se escondían por temor a ser vistas. Los comercios están cerrados, excepto unos cuantos que están ubicados en el centro y el molino. Un repartidor de refrescos nos comentó que de las 15 tiendas en las que habitualmente surtía, sólo cuatro estaban abiertas”.
Subrayaron los observadores que “existe un profundo temor, especialmente entre los niños, quienes tienen mucho miedo y no quieren ir a la escuela, incluso sus madres tampoco los quieren llevar a clases. Los menores dicen que les dan miedo los policías, pues dispararon sus armas y se pasean con ellas por el pueblo. Incluso su temor se traducía en la negativa a platicar con nosotros, a proporcionar sus nombres, a ser fotografiados o filmados”.
La directora de la escuela primaria dijo a los observadores que “la comunidad era muy participativa, los padres acudían a colaborar en la escuela, y que ahora escuchan que los niños comentan lo que los padres opinan, y temen que haya confrontaciones en las juntas de padres. Después del tiroteo, los días 14 y 15 no pudieron entrar a la escuela. El día 19 sólo llegaron 19 menores, y más tarde se incorporaron otros cuatro, de un total de 346 niños y niñas. El día 26 sólo acudieron 117 alumnos, esto es, 34 por ciento de la matrícula”.
También entrevistaron a una señora, quien se quejó de que en Tlalnepantla “no hay trabajo, pues los campos de nopal están sin actividad, no contratan peones. Las nopaleras se están enyerbando y no hay quien las fumigue, pues muchos de los dueños salieron de la comunidad”.
Gente entrevistada por separado coincidió en que hay temor a los policías porque han maltratado a la población, amenazan a transeúntes, se han metido a casas y andan armados.
Concluyen que el miedo aún paraliza la vida social, cultural y económica de la población. “Las condiciones de gobernabilidad no están dadas y no se vislumbra que a corto plazo puedan darse de manera espontánea”.
Añaden que les preocupa “el arbitrario y desmedido uso de la fuerza pública como vía para la solución de conflictos y demandas de los pueblos, descartando la vía del diálogo y la negociación”.
De igual manera, los observadores pidieron investigar los hechos sucedidos el 14 de enero pasado, para identificar y sancionar a los responsables materiales e intelectuales; reparar integralmente a las víctimas y, ante la falta de elementos probatorios contra los ahora procesados, así como por las evidentes irregularidades en arrestos, se absuelva a los involucrados.
Apuntaron: “Se requiere detener las demostraciones de poder de uno y otro grupo para abrir un proceso de reconciliación, pues actualmente pareciera como si cada grupo estuviera tratando de atraer la atención y el apoyo externo hacia su causa, y eso produce enojo, encono del conflicto, y aleja las posibilidades de solución”.