El concepto de desarrollo sostenible es una de las formas con la que los grupos dominantes del mundo legitiman sus prácticas hegemónicas de desarrollo. El concepto de desarrollo sostenible se convierte entonces en un juego del lenguaje y un marketing empresarial e institucional para continuar con la subordinación de las dimensiones sociales y ambientales.
Por Rodrigo Arce Rojas*
14 de diciembre, 2019.- El concepto de desarrollo sostenible apareció como una respuesta a las críticas de un modelo civilizatorio que apostaba al crecimiento económico ilimitado como ideal de progreso. Con la inclusión de las dimensiones ambientales y sociales al crecimiento económico se enviaba un mensaje que pregonaba la integralidad y el equilibrio en el tratamiento del desarrollo. De esa manera el desarrollo apellidado ahora sostenible tenía la legitimación para seguir impulsando sus propuestas que dejarían satisfechos a todas las partes. ¿Realmente sucedió así?
El concepto de desarrollo sostenible fue adoptado entusiastamente por toda la institucionalidad incluyendo gobiernos, organizaciones internacionales, la academia y la sociedad civil y pronto los discursos y la literatura del desarrollo daban cuenta que todos estaban trabajando a favor del desarrollo sostenible. No obstante, a la luz de la historia reciente, es necesario hacer un balance crítico.
Pronto surgieron voces críticas. Un primer elemento refiere al hecho que el concepto es ambiguo, polisémico, contradictorio y se ha hecho uso y abuso del término. Hay quienes señalan que es un concepto a la carta que se acomoda a todo tipo de discursos y posiciones sin que necesariamente haya un compromiso genuino por una sustentabilidad profunda o fuerte.
La contradicción refiere a que los propios elementos de desarrollo y sostenible son incompatibles si es que realmente hay una preocupación por los límites ecológicos de los ecosistemas. En la práctica los conceptos de crecimiento económico, sustentabilidad ecológica y equidad social se repelen. Aunque idealmente quisiéramos que la sustentabilidad aluda al equilibrio y la ponderación en la práctica se impone la primacía del crecimiento económico. Ello más allá de los esfuerzos de enverdecer la economía o ponerle rostro humano (social) a la economía. El desarrollo sostenible no mueve un ápice su marco ontológico de dominar la naturaleza en beneficio del crecimiento económico. En tal sentido mantiene su impronta antropocéntrica.
El concepto de desarrollo sostenible es una de las formas con la que los grupos dominantes del mundo legitiman sus prácticas hegemónicas de desarrollo
El concepto de desarrollo sostenible es una de las formas con la que los grupos dominantes del mundo legitiman sus prácticas hegemónicas de desarrollo. El concepto de desarrollo sostenible se convierte entonces en un juego del lenguaje y un marketing empresarial e institucional para continuar con la subordinación de las dimensiones sociales y ambientales. Las advertencias de los grupos sociales que reclaman por el respeto a los valores de la naturaleza aparecen tildadas como ecologistas/ambientalistas radicales. Los reclamos por derechos aparecen como posturas anti desarrollistas y por tanto sujetas a descalificación moral. La preocupación ambiental es más aparente que real y no se sopesan apropiadamente los límites de los ecosistemas. Consecuentemente, el desarrollo sostenible es más un concepto ideológico y político que un concepto científico.
El desarrollo sostenible se caracteriza por el optimismo tecnológico que señala que no importa cuán graves sean los problemas (sociales, ambientales, socioambientales) porque al final los avances tecnológicos lo superarán todo. No habría por qué preocuparse porque, desde esta perspectiva, la creatividad e innovación humana siempre encontrará respuestas para superar las limitaciones. Así es la secuencia de la relación ser humano y naturaleza sería como sigue: I) Ser humano desde la naturaleza, II) Ser humano en la naturaleza, III) Ser humano con la naturaleza y IV) Ser humano pese a la naturaleza.
el desarrollo sostenible es más un concepto ideológico y político que un concepto científico.
Cierto es que la población humana crece exponencialmente y consecuentemente las necesidades humanas. También es cierto que millones de personas en el mundo padecen los estragos de la pobreza que afectan sus posibilidades de una vida plena. Son retos inevitables, sin duda. Frente a las limitaciones del concepto de desarrollo sostenible se vienen trabajando alternativas al desarrollo en los que se rescata las condiciones tangibles e intangibles para que todos los seres humanos puedan liberar todas sus capacidades, facultades y potencialidades recuperando la complejidad del ser humano y superando largamente consideraciones que solo privilegian al Homo economicus.
Asimismo, está emergiendo el enfoque de desarrollo regenerativo como una manera de superar el modelo insostenible que ha primado hasta ahora. Este enfoque está orientado no sólo busca frenar la degradación ambiental sino la regeneración de las dimensiones económicas, sociales, ambientales, políticas, culturales y espirituales de manera interrelacionada e interdependiente (Müller, 2016, p. 24). Al respecto señalan Mang & Reed (s.f), citados por Teruel (2018: p. 22):
El desarrollo regenerativo es un sistema de tecnologías y estrategias para generar un conocimiento del sistema integral de un lugar y desarrollar las capacidades para el pensamiento sistémico estratégico y el compromiso e involucramiento de los actores que se requiere para asegurar procesos de diseño regenerativo para alcanzar un aprovechamiento sistémico que se auto-organiza y auto-evoluciona.
Como se puede apreciar estos enfoques recuperan el enfoque de la complejidad por lo tanto constituyen aproximaciones más integradoras. Estas propuestas no se quedan en una perspectiva antropocéntrica, sino que ponen la vida, en todas sus manifestaciones, como el eje del accionar humano. De esta manera se pretende avanzar hacia una sustentabilidad fuerte y una sustentabilidad súper fuerte.
Es cierto que los seres humanos necesitamos grandes relatos que nos movilicen positivamente. Asegurémonos de contar con los relatos adecuados, aquellos que implique un profundo respeto entre todos los seres humanos y entre los humanos y la naturaleza. Al final todos somos parte de una misma trama universal y los impactos que causemos a otros seres humanos y no humanos siempre incidirán sobre nosotros.
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*Rodrigo Arce Rojas es Doctor en Pensamiento complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin. Correo electrónico: rarcerojas@yahoo.es