En el capitalismo del siglo xxi –y en el marco de los debates actuales–, resulta necesaria una ampliación de las categorías de extracción y extractivismo para delinear algunos rasgos fundamentales de la lógica que caracteriza los procesos de valorización y acumulación contemporáneos. «Extracción» y «extractivismo» no son sinónimos, pero están íntimamente ligados. Este proyecto de ampliación del concepto de extracción se conecta, además, metodológica y políticamente con una larga historia de luchas y elaboraciones teóricas que expandieron el concepto mismo de explotación. Asimismo, resulta importante volver críticamente sobre conceptos como «acumulación por desposesión», que marcan el pensamiento crítico y radical actual.
Para una crítica de las operacionesextractivas del capital
Patrón de acumulación y luchas sociales en el tiempo de la financiarización
Verónica GaGo / Sandro Mezzadra
Verónica Gago: doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (uba). Es do-cente en la Facultad de Ciencias Sociales de la uba y en el Instituto de Altos Estudios Sociales (idaes) de la Universidad Nacional de San Martín (unsam). Sandro Mezzadra: doctor en Historia de las Teorías Políticas por la Universidad de Torino. Es docente en la Universidad de Boloña.
En el capitalismo del siglo xxi –y en el marco de los debates actuales–, resulta necesaria una ampliación de las categorías de extracción y extractivismo para delinear algunos rasgos fundamentales de la lógica que caracteriza los procesos de valorización y acumulación contemporáneos. «Extracción» y «extractivismo» no son sinónimos, pero están íntimamente ligados. Este proyecto de ampliación del concepto de extracción se conecta, además, metodológica y políticamente con una larga historia de luchas y elaboraciones teóricas que expandieron el concepto mismo de explotación. Asimismo, resulta importante volver críticamente sobre conceptos como «acumulación por desposesión», que marcan el pensamiento crítico y radical actual.
Más allá de la transición
Hace ya cuatro décadas que la dis-cusión crítica sobre el capitalismo se mueve en el interior de la narrativa de una transición. El desacople del dólar respecto del patrón oro en 1971 y la cri-sis del petróleo de 1973 marcan las fe-chas del inicio del fin de una época que en Occidente ha sido celebrada como «los 30 años gloriosos» –la época del llamado«fordismo» y de la compleja geopolítica de conflictos, guerras frías y calientes, revoluciones, insurgencia y contrainsurgencia que la acompa-ñó a escala mundial–. En América La-tina ese calendario puede conectarse con otro: el del golpe contra Salvador Allende, también en 1973, así como la secuencia iniciada con las diversas dictaduras y reformas financieras que remodelaron el continente. Un segun-do momento en esa serie puede fe-charse en 1989, año que para muchos marcaba un primer fin de la transi-ción e inauguraba otro cierre: el llama-do «fin de la Historia». El Consen-so de Washington se difundía como síntesis de reescritura de una época. La aparente estabilización conseguida en la década de 1990, sin embargo, fue breve: los primeros años del siglo xxise vieron conmovidos a escala plane-taria por guerras, turbulencias e insu-rrecciones. El derrumbe financiero de 2007-2008 corona una serie de crisis y reabre dramáticamente la pregunta acerca de la dirección de la transición.Para nosotros, esta pregunta está vincu-lada prioritariamente a un intento de entender las condiciones de vida y de lucha que hacen de la crisis una si-tuación de inestabilidad y de apertu-ra de perspectivas en un sentido pro-fundo. A partir de estas premisas que nos orientan y organizan, tanto me-todológica como políticamente, abor-damos temas claves que están en el centro de la discusión crítica sobre la transición, aún actual, del capitalismo. En particular, desplegando la cues-tión de una transformación radical de la lógica del régimen de acumulación más allá del paradigma industrial y planteando el problema de la organi-zación global de esta nueva fase. El neoliberalismo se convirtió en una de las narrativas más difundidas para dar cuenta de estos procesos. Desde hace más de una década, en América Latina se lo discute, se lo combate y, en los últimos años, aparece en la re-tórica de varios gobiernos como una rémora arcaica, como parte de un pa-sado ya superado. La crisis global de 2007-2008 fue vista como una opor-tunidad para el continente, frente a la evidencia del declive de Estados Unidos y Europa. Las imágenes aso-ciadas a los bric (Brasil, Rusia, la In-dia y China) se popularizaron como una alternativa en el mapa mundial. Sin embargo, el continente no estu-vo blindado frente a la crisis. Brasil y Argentina muestran las consecuen-cias de ese impacto, que no es solo económico sino también político, en la medida en que cuestiona la fuen-te de la propia legitimidad de los go-biernos «progresistas». Al mismo tiempo, se evidencia el modo restringido bajo el cual se carac-terizó el neoliberalismo como una se-rie de medidas inspiradas en la ideolo-gía de los organismos internacionales de crédito y como políticas macroeco-nómicas de privatización y ajuste, con la meta de lograr un retroceso del Es-tado. Más allá de la crisis de legitimi-dad política del neoliberalismo puesta en evidencia por las insurgencias po-pulares que lo cuestionaron y abrieron un espacio de posibilidad para otro tipo de gubernamentalidad, queda aún pendiente su caracterización en términos de producción de subjetivi-dades vinculadas a las modificaciones estructurales ya acontecidas en las dé-cadas pasadas. Esto es algo que per-manece impensado cuando se nombra el momento actual como «neodesarro-llismo», contraponiéndolo de modo li-neal al neoliberalismo.Pero también frente a uno de los diag-nósticos más difundidos sobre la eta-pa presente, que se expresa en la idea de un neoextractivismo que pondría a la región ante una remozada forma de dependencia y primarización de su economía. La novedad, frente a otros momentos históricos, provendría de la forma en que el Estado es capaz de direccionar cierta parte de la renta ex-traordinaria de los recursos naturales. Una fórmula con que se sintetiza esta escena regional es la que habla de un pasaje: del Consenso de Washington al Consenso de los Commodities1. Una serie de explotaciones vinculadas a re-cursos primarios generalmente no re-novables, que van de la megaminería al agribusiness, pasando por reservas hidrocarburíferas y la frontera fores-tal y pesquera (con las infraestructu-ras logísticas articuladas), recoloca a las economías latinoamericanas en su clásico papel de proveedoras de mate-rias primas, solo que esta vez dirigi-das principalmente a China. Uno de los referentes de los gobiernos progresistas, el vicepresidente boli-viano Álvaro García Linera, defiende este modelo haciendo referencia a una supuesta rigidez absoluta del mercado mundial y de la división internacional del trabajo, que limitaría estructural-mente las posibilidades de los países latinoamericanos. Pero agrega que el neoextractivismo funcionaría como vía posible de superación de la hegemonía financiera tal como se desarrolló du-rante la década de 19902. Sin embargo, a pesar de ser contrapuestas (una mirada es crítica y la otra celebratoria del mo-mento actual), ambas argumentaciones comparten un supuesto: el extractivis-mo aparece diferenciado del momento financiero. Nos interesa, entonces, ra-dicalizar la noción misma de extracti-vismo para, por un lado, señalar su re-lación orgánica con las finanzas y, por otro, ir más allá de su sectorización en las materias primas. Una ampliación del concepto de extracción puede ayu-darnos a definir de una manera más sistémica rasgos fundamentales de la lógica de funcionamiento del capita-lismo actual, más allá de la recurren-te definición negativa (lo que ya no es), pero también de su inacabada transi-ción (un infinito post).Mientras que la crítica del neoextrac-tivismo3 es muy eficaz para subrayar
1. Maristella Svampa: «‘Consenso de los Commodi-ties’ y lenguajes de valoración en América Lati-na» en Nueva Sociedad No 244, 3-4/2013, pp. 30-46, disponible en <www.nuso.org/upload/articulos/3926_1.pdf>.2. A. García Linera: Geopolítica de la Amazonía, Vicepresidencia del Estado, La Paz, 2012.3. Por neoextractivismo nos referimos a las características que combinan modalidades extractivas de materias primas (con larga tradi-ción en el continente), con políticas que postu-lan la inclusión social y, por tanto, la interven-ción del Estado, aun si ya no se produce bajo el modelo industrialista de desarrollo.
continuidades en el patrón de desa-rrollo, y por tanto para obligarnos a abrir un espacio para la búsqueda de alternativas, nos resulta problemáti-ca su perspectiva política inmediata. Por una parte, porque tiende a dejar de lado las complejas economías po-líticas de los territorios periféricos su-burbanos, enfocándose en los sitios específicos de las actividades extrac-tivas, de modo tal que termina por desconectar ambos espacios y ambas economías. Por otra parte, al enfocar como único conector entre ellas los subsidios estatales, la crítica del neo-extractivismo contribuye a una pa-sivización de las poblaciones pobres urbanas que funciona en paralelo a una tendencia a la victimización de las poblaciones rurales afectadas. En esta modalidad de análisis, en la que conceptos como desposesión y des-pojo se vuelven centrales, se opaca por un lado la categoría misma de explotación y, por otro, se desconoce la producción de valor de esas po-blaciones que las propias finanzas ya consideran como no marginales. Hay que agregar que nuestro pro-yecto de ampliación de la idea de ex-tracción se conecta metodológica y políticamente con una larga historia de luchas y elaboraciones teóricas que ampliaron el concepto mismo de explotación.
■■■operaciones extractivas
Hay algunas imágenes conceptuales que podemos tomar como punto de parti-da para abrir el significante «extrac-ción». La primera es, a simple vista, más clásicamente asociada a una va-riante neoextractiva: la nueva semi-lla de Monsanto denominada Intac-ta rr2 Pro y propagandizada como parte de una nueva generación de se-millas cuya misión es permitir la ex-pansión de las oleaginosas incluso en áreas «cada vez más marginales»4. Esa expansión que busca colonizar nue-vos territorios está vehiculizada por un complejo juego entre patentes, in-sumos tecnológicos, instrumentos fi-nancieros y una dinámica concreta de producción y apropiación de conoci-miento. Al mismo tiempo, ese avance territorial es imposible sin unas for-mas específicas de violencia política sobre las tierras para volverlas «dispo-nibles», una condición que no es para nada natural. De modo tal que la ex-tracción aquí se basa en una dinámica que antecede a la semilla, a la vez que la presupone: la producción del terri-torio mismo y, por tanto, del proceso de valorización en el que se inscribe. Esta imagen puede también funcio-nar como metáfora de un proceso más amplio en el cual el capital ocupa es-pacios marginales para convertirlos en suelo de sus operaciones. La segunda imagen nos lleva al mun-do de la minería pero en un sentido
4. Daniel M. Cáceres: «Accumulation by Dis-possession and Socio-Environmental Con-flicts Caused by the Expansion of Agribu-siness in Argentina» en Journal of Agrarian Change, 2/2014.
tradicional: a lo que se podría lla-mar una forma de «minería digital».En algunas regiones de China, pero también en otras partes del mundo,miles de jóvenes migrantes trabajan jugando. Pasan horas y horas en ta-lleres-galpones frente a computado-ras y bajo control de sus patrones. Se especializan en diferentes juegos de rol multijugador masivos online, en los que se trata de acumular puntos o bienes virtuales –por eso se denomi-na a esta actividad gold farming (c ult i-vo o recolección de oro)–, que luego son vendidos por dinero a jugado-res de países desarrollados: acumu-lar para sus personajes esos bienes o puntos, que les dan poder, suele de-mandar mucho tiempo, del cual nor-malmente esos jugadores carecen, y por eso están dispuestos a pagar por ellos5. Esta imagen nos parece espe-cialmente importante porque pone de relieve la cuestión del trabajo en la actualidad, de su organización y explotación. Además, la problemá-tica de la «minería digital» deja ver de modo directo el papel clave que juegan las operaciones extractivas en el llamado «capitalismo digital». Lo que se conoce como data mining (minería de datos) es, otra vez, una condición preliminar necesaria, para la valorización del capital en espa-cios empresariales que todos usamos cotidianamente, tales como Google o Facebook. La forma en que se ins-trumenta esa extracción es a través de algoritmos cada vez más sofistica-dos, no tan distintos de aquellos que arman la producción de perfiles (de consumo, de salud, de conductas) y de aquellos que organizan las ope-raciones financieras en el tiempo del high-frequency trading6.Por último, en los cordones de la peri-feria de Buenos Aires están las finan-cieras montadas en los mismos locales en los que se vende ropa deportiva o electrodomésticos. A distancia de una escalera, se ofrecen los créditos para el consumo que se van a destinar a com-prar en ese mismo espacio físico. A su vez, esos créditos de dinero inmediato se consiguen por medio de una acre-ditación muy precisa: el número de beneficiario de quien recibe un plan social o subsidio estatal. La extracción financiera se organiza sobre sectores que no tienen una capacidad de sol-vencia dada por el mercado de trabajo tradicional pero que, sin embargo, al ser reconocidos como población sub-sidiada, pueden acreditar una inscrip-ción bancaria que fue gestionada por el Estado. Así, las financieras extraen literalmente valor de un conjunto de actividades, formas de cooperación y de obligaciones de laboriosidad a fu-turo, con garantía del Estado.
5. Nick Dyer-Witheford y Greig de Peuter: Ga-mes of Empire: Global Capitalism and Video Games, University of Minnesota Press, Minneapolis, 2009; Moritz Altenried: «The Digital Factory: On the Political Economy of Informational Capita-lism», tesis de doctorado, Goldsmith University, Londres, 2014. (Agradecemos al autor por com-partir con nosotros un capítulo de su tesis de doctorado, aún en proceso).6. Matteo Pasquinelli (comp.): Gli algoritmi del capitale, Ombre Corte, Verona, 2014.
Empezamos a ver, de este modo, cómo la extracción, tomada en un sentido amplio, delinea rasgos preponderan-tes de las operaciones del capital en sectores estratégicos de su desarrollo actual –de lo territorial a lo digital, pasando por lo financiero–. La pri-mera imagen nos habla en particular de la importancia que toma, tanto li-teral como simbólicamente, la expan-sión de las fronteras del capital hacia espacios y sujetos construidos como marginales y periféricos7. Por el mo-mento, podemos singularizar tresrasgos salientes del concepto amplia-do de extracción que, nos parece, es-tán en juego en las imágenes que aca-bamos de presentar. a) En primer lugar, la extracción no puede reducirse a operaciones vincu-ladas a materias primas devenidas commodities a escala global. Por un lado, porque la dinámica de lo digital y de lo financiero tiene un papel fun-damental incluso en las operaciones de extracción de materias primas, en la organización de la logística de su circulación y hasta en la determina-ción de alzas y bajas de precios en las bolsas internacionales. Esto im-plica complejizar la imagen misma de América Latina y de su posición en la llamada «división internacional del trabajo». Por otro lado, porque la extracción no puede ser confinada a materias inertes. Esta se vincula tam-bién a la extracción de fuerza de tra-bajo, en un sentido tal que permite ampliar y complementar la noción misma de explotación. Si la extrac-ción es un rasgo constitutivo de las operaciones actuales del capital, hace falta plantear el tema de cómo el ca-pital mismo se relaciona con lo que en términos tradicionales se puede llamar trabajo, y que sin embargo toma cada vez más la forma de una cooperación social compleja y alta-mente heterogénea. b) Desde este punto de vista, el con-cepto de extracción supone cierta ex-terioridad del capital frente al trabajo vivo y a la cooperación social. La re-lación extractiva se presenta bastan-te diferente de la relación de explota-ción que se conforma en una fábrica a partir de la estipulación de un con-trato de trabajo asalariado. Mientras que el contrato introduce al trabaja-dor en un espacio que está directa-mente organizado por el capital, en casos tan distintos como las finanzas populares (vía créditos al consumo) o de Facebook (por medio de una empresa que extrae valor de las inte-racciones de datos) nos encontramos con actores capitalistas que no orga-nizan directamente la cooperación social que explotan. En este sentido hablamos de cierta exterioridad. Pero es necesario complejizar y cuestionar la idea de exterioridad, por lo menos en dos sentidos. Por un lado, si bien los actores capitalistas de los que hablamos no organizan directamen-te la cooperación de los sujetos, esta cooperación está lejos de ser libre: en el caso de Facebook, está permeada por las operaciones del algoritmo; en el caso de las finanzas populares, se desarrolla bajo el signo de la deuda. Por otro lado, en esta cooperación actúan otros actores capitalistas, en-tre los cuales se encuentran también los más clásicos empresarios indus-triales. De todas maneras, es esta coordenada compleja entre afuera y adentro la que abre un campo de ba-talla en el sentido de una disputa por apropiaciones, codificaciones y posi-bilidades de liberación. c) En tercer lugar, el extractivismo no puede asociarse unilateralmente al paisaje rural o no urbano. Por lo ya señalado –porque no se trata solo de materias primas y porque no esta-mos frente a una exterioridad total–, es necesario subrayar los circuitos en los cuales las operaciones extracti-vas toman forma y velocidad, desar-mando el binarismo campo-ciudad. Pero a menudo, cuando se hace no-tar ese vínculo, se lo hace criticando el populismo como momento políticoque se adosa a un modelo económi-co de tipo extractivo. Como intenta-mos marcar, esta división despoli-tiza otras formas extractivas en las que, de modos precisos, se activa la extracción de valor de una vitalidad popular crecientemente endeudada pero nunca totalmente sumisa. Esta ciudad, que aparece formateada por el dinamismo urbano de las perife-rias, es también diferente a la ciudad gentrificada con la que se vincula la renta extractiva hablando de «ex-tractivismo urbano»8. Las lógicas ex-tractivas cruzan en este sentido el gobierno de la pobreza, producien-do violencia e hibridándose con las mismas lógicas y retóricas de inclu-sión planteadas por el discurso de la ciudadanía. Bajo esta perspectiva, creemos, se logra también una lec-tura de las nuevas conflictividades sociales que permite mapear la tra-ma del agribusiness, las finanzas, las economías ilegales y los subsidios estatales según lógicas a la vez com-plementarias y en competencia. Son estas lógicas, al mismo tiempo, las que permiten correrse de la imagen victimista que la narración del des-pojo tiende a resaltar.
■■■Extractivismo financiero y finanzas populares
Lo que nos parece más importante subrayar respecto del momento ac-tual es una posición de lo financiero extremadamente singular tanto en su escala como en su intensidad. Desde el punto de vista de la pregunta que planteamos al comienzo de este ar-tículo sobre la persistencia o no del paradigma industrial en el capitalis-mo actual, es necesario resaltar que justamente las mismas actividades
8. Gabriela Massuh: El robo de Buenos Aires, Sudamericana, Buenos Aires, 2014, pp. 55-60.
industriales aparecen subordinadas a la lógica y a la racionalidad finan-ciera. Nos encontramos entonces en una situación radicalmente distinta de la descripta en los debates clásicos sobre el imperialismo de principios del siglo xx, como son las posiciones, por ejemplo, de Rudolf Hilferding y Lenin. En análisis recientes propues-tos por autores como Christian Ma-razzi y Randy Martin, lo financiero emerge como momento de mando y de articulación unitaria del capita-lismo contemporáneo9. Por un lado, la interdependencia a escala global, con las turbulencias y los conflictos que la atraviesan, es regulada prin-cipalmente a través de los mercados financieros. Por otro, lo financiero es caracterizado hoy por una tendencia hacia la penetración intensiva en la vida social, convirtiéndose en la me-diación cotidiana tanto del consumo como de las múltiples formas de em-pleo, así como en la condición bajo la cual se redireccionan los llamados «derechos sociales» –desde las jubi-laciones hasta la vivienda–10.Una mención aparte merece la cues-tión de los derivados, que jugaron un papel sobresaliente en la reorgani-zación de las finanzas, sea en su di-mensión extensiva (en la articulación de la interdependencia global), sea en su dimensión intensiva (en la penetra-ción de lo social). Como señala Mar-tin, la difusión y la sofisticación cada vez mayor de estos instrumentos fi-nancieros produjeron una profunda alteración en la naturaleza misma de la mercancía. Otra vez, el contraste con lo industrial es llamativo: don-de la línea de montaje junta todos los elementos en un lugar para construir una mercancía integrada, la ingenie-ría financiera invierte el procedimien-to, «desmontando la mercancía en sus elementos variables y constituyentes y dispersando sus atributos para ser conectados con elementos de otras mercancías de interés para un merca-do global orientado por el intercam-bio bajo la lógica del riesgo»11. Hay que subrayar que esta lógica puede ilustrar la dinámica de los commoditiesasociados al extractivismo, remarcan-do su vinculación íntima con las lógi-cas de las finanzas. Desde otro ángulo, analizando la crisis de las hipotecas subprime en eeuu, Sas-kia Sassen pone de relieve la tenden-cia de las finanzas a la incorporación de economías no financiarizadas. En esta expansión continua de las fronteras de la valorización financiera a través de la «colonización» de territorios socia-les ajenos a su mando, aparece paula-tinamente una dimensión extractiva de las operaciones financieras. Haciendo
9. C. Marazzi: Capital y lenguaje. Hacia el gobier-no de las finanzas, Tinta Limón, Buenos Aires, 2014; R. Martin: Financialization of Daily Life, Temple University Press, Filadelfia, 2002.10. V., entre otros, Colin Crouch: «Privatised Keynesianism: An Unacknowledged Policy Regime» en The British Journal of Politics and International Relations vol. 11, 2009, pp. 382-399.11. R. Martin: «After Economy? Social Logics of the Derivative» en S oc i al Te xt vol. 31, 2013, p. 89.
hincapié en la ola de ejecuciones hi-potecariasy desalojos que siguió a la crisis de 2007-2008, Sassen destaca el momento de la expulsión como rasgo distintivo del capitalismo contempo-ráneo. Mientras que esta autora plan-tea una oposición binaria entre ex-pulsión e incorporación12, nos parece más productivo pensar la hipótesis según la cual lo que está en juego en la expansión de las operaciones ex-tractivas de las finanzas es el despla-zamiento y el continuo replanteo de la propia frontera entre incorpora-ción y expulsión13. ¿Cómo afectan estos procesos de fi-nanciarización a la región latinoame-ricana? Esta financiarización aparece bajo una paradojal doble negación. Por un lado, porque desde los llama-dos «gobiernos progresistas», como ya señalamos, la hegemonía de las finanzas parece ser una cuestión limitada a la década de 1990. Sin embargo, en el actual momento de desaceleración del crecimiento en países como Argentina y Brasil, las formas en que se vuelve a pensar la relación especialmente con el crédi-to externo, pero en forma más gene-ral con el desarrollo mismo, repone varias de aquellas premisas que pa-recían del pasado14. Por otro, por-que la combinación entre finanzas e inclusión social, bajo la fórmula de una financiarización de los derechos sociales, remarca especialmente en las retóricas oficialistas su dimen-sión inclusiva y deja en las sombras los instrumentos financieros con los que esta se operativiza.Las finanzas, sin embargo, no dejan de desocultarse y evidenciarse por aba-jo. Un escenario en el que estos des-plazamientos exhiben una velocidad sorprendente es el mercado inmobi-liario informal, producido por secuen-cias que van de la ocupación de tierras (expansión horizontal) al crecimiento vertical de las villas, favelas o slums(ocupación intensiva del espacio). En Buenos Aires, en particular, esta di-námica popular no es ajena a la lógica financiera y lo hace de un modo que nos obliga a pensar cómo las finanzas se sumergen y no solo capturan desde arriba las economías vitales. Se abre así un terreno más promiscuo que con-juga de manera variable incorporacio-nes, expulsiones, pero también formas diferenciales de acceso a la vivienda y disputa por la tierra en contextos urba-nos. El mercado inmobiliario informal, además, expresa una combinación que no es tenida en cuenta por la lógica ex-clusión/inclusión en términos absolu-tos: la vinculación orgánica entre pro-greso económico y crecimiento de las
12. S. Sassen: Expulsions: Brutality and Comple-xity in the Global Economy, Harvard University Press, Cambridge, 2014, p. 211.13. S. Mezzadra y B. Neilson: «Operations of Capital» en South Atlantic Quarterly vol. 114 No1, en prensa. 14. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal): «Integración regional. Ha-cia una estrategia de cadenas de valor inclusi-vas», Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2014, disponible en <www.cepal.org/publicaciones/xml/5/52745/Integracionregional.pdf>.
villas, favelas o slums y asentamientos, clásicamente pensados como lo otrodel desarrollo. La mixtura de tempo-ralidades, que desbordan el progreso en su sentido lineal pero que no de-jan de tener en cuenta esa noción y de disputarla, también puede verse en el mundo del trabajo. El crecimien-to de modalidades de empleo formal es inescindible de una proliferación y multiplicación de espacios informa-les, ilegales, que no funcionan como un mundo aparte sino conectándose, también de maneras variadas, con el llamado «crecimiento económico»15. Es en este terreno promiscuo donde las finanzas se concretizan, tocan el piso y aparecen de manera a la vez violenta y seductora, abriendo una serie de disputas y tensiones. Las lógicas de consumo a través del en-deudamiento de los sectores popu-lares no solo ponen de relieve su di-mensión de sometimiento16, sino que nos obligan a pensar cómo promue-ven formas de inclusión que ponen en cuestión el término mismo. Es el «polimorfismo» que caracteriza al neoliberalismo el que desplaza esas fronteras y avanza sobre el modo en que son incorporadas economías pe-riféricas a una dinámica de valoriza-ción financiera, extrayendo valor de una cooperación y una vitalidad so-cial que no contribuyen a organizar.
■■■¿afuera del capital?
Lo que acabamos de argumentar so-bre la relación que el capital finan-ciero despliega con la cooperación social que explota nos lleva a desa-rrollar de una manera más fina la cuestión de la exterioridad que pare-ce pertenecer al concepto mismo de extracción. Nos encontramos así con un problema clásico en el análisis del capitalismo: ¿qué constituye el afue-ra del capital si es que podemos sos-tener que existe? Dicho de otra ma-nera, ¿el capital logra y hasta necesita totalizar el conjunto de las relaciones sociales? Desde distintas perspecti-vas, tanto Rosa Luxemburgo17 como Karl Polanyi18 plantearon estos inte-rrogantes y concluyeron que el ca-pitalismo necesita algo así como un afuera constitutivo, capaz de proveer recursos de renovación permanente. En un ensayo reciente, Nancy Fraser, como parte de su propuesta de «una concepción ampliada del capitalismo», argumenta que la mercantilización y monetarización de las relaciones so-ciales nunca ha sido ni es completa. Más bien, por el contrario, el capital dependería «para su misma existencia de zonas no mercantilizadas»: emerge
15. V. Gago: La razón neoliberal. Economías barro-cas y pragmática popular, Tinta Limón, Buenos Aires, 2014 y «Financialization of Popular Life and the Extractive Operations of Capital: A Perspective from Argentina» en South Atlantic Quarterly vol. 114 No 1, en prensa.16. Maurizio Lazzarato: La fábrica del hombre endeudado, Amorrortu, Buenos Aires, 2013.17. R. Luxemburgo: La acumulación del capital [1913], Grijalbo, México, df, 1967.18. K. Polanyi: La gran transformación: los orí-genes políticos y económicos de nuestro tiempo [1944], Fondo de Cultura Económica, México, df, 2003.
así lo que ella llama «enfrentamientos por los límites»19. Aun si este planteo resulta sugeren-te e interesante, queremos propo-ner otra vía de entrada al problema del «afuera» del capital. Retomando el análisis marxista de la acumula-ción originaria, hay que subrayar que si aceptamos la hipótesis de su continuidad a lo largo y a lo ancho del desarrollo del capitalismo, es di-fícil considerar la existencia de zo-nas no mercantilizadas en el presen-te. Mientras que el análisis de Karl Marx se concentraba en el momento de la transición hacia el capitalismo, el uso contemporáneo de la categoría misma de acumulación originaria se refiere a transiciones en el interior del capitalismo y, más en general, a momentos constitutivos del accionar del capital. Cercamientos, violencia extraeconómi-ca, apertura del mercado mundial: es-tos procesos destacados por Marx como característicos de la acumulación origi-naria se representan de forma distin-ta en el momento en que el problema ya no es la «colonización» de espa-cios geográficos y sociales no capita-listas, sino la violenta reorganización de espacios y sociedades ya sumidos a la lógica de la valorización capita-lista. En los Grundrisse, Marx escribe que «la tendencia a crear el mercado mundial está dada directamente en la idea misma del capital. Todo límite se le presenta como una barrera a supe-rar»20. Si bien en este pasaje Marx su-braya la dimensión extensiva de la ex-pansión de las fronteras del capital, nos parece que la dialéctica entre «lí-mite» y «barrera» es extremadamente sugerente también para analizar la di-mensión intensiva de la misma expan-sión. Es la combinación precisa entre las dos dimensiones lo que permite al capital reproducirse, aun cuando se haya completado su expansión geo-gráfica. Al mismo tiempo, si bien hay una tendencia totalizante que perte-nece al «concepto mismo de capital» en cuanto modo de producción, el encuentro con el «límite» sigue sien-do un recurso fundamental para su desarrollo. Y en el momento en que no hay más límites en un sentido li-teral, los límites son producidos por el propio capital a través de dinámicas que recuerdan las dinámicas de la acumulación originaria21.Entre estas dinámicas juegan un pa-pel sobresaliente los procesos de des-posesión vinculados a operaciones ex-tractivas. En este sentido, el concepto de «acumulación por desposesión» propuesto por David Harvey permi-te desprender a la acumulación origi-naria de su vinculación únicamente con el «origen» del capitalismo, para
19. Nancy Fraser: «Tras la morada oculta de Marx. Por una concepción ampliada del capi-talismo» en New Left Review No 86, 2014, p. 70. 20. K. Marx: Elementos fundamentales para la crí-tica de la economía políticaii, Siglo xxi, México, df, 1989, p. 360.21. S. Mezzadra: En la cocina de Marx, Tinta Li-món, Buenos Aires, 2014.
reconectarla con cada momento de crisis y relanzamiento de la acumu-lación22. Es notable la difusión par-ticular que este concepto alcanzó en América Latina durante los últimos años, como idea capaz de explicar las dinámicas neoextractivas. La despo-sesión o el despojo se convirtieron así en un vocabulario también dis-ponible para muchas experiencias de resistencia que parecían ser aquellas que emergían tras «el fin del trabajo» y las luchas asociadas a aquel ciclo. Nuevamente, nos resulta una transi-ción problemática, ya que ese pasaje del conflicto ligado al empleo y, más precisamente, al desempleo, hacia lo que se ha denominado «giro ecote-rritorial» de las luchas23, deja de lado –en su argumento secuencial– las formas en que la explotación se re-configura justamente en paralelo a las formas desposesivas. El propio Harvey ha contribuido a este énfasis: mientras que su concepto de despo-sesión resulta novedoso y atractivo, su concepto de explotación queda re-legado a una definición tradicional, se convierte en el otro de la despose-sión y queda vinculado a la realidad del trabajo asalariado, definida por una esfera de la producción pensada bajo el paradigma industrial.Creemos que resulta fundamental destacar que en el análisis de Marx de la acumulación originaria hay un enfoque muy fuerte sobre lo que hoy podemos llamar «producción de sub-jetividad». La desposesión, en este análisis, es justamente la separación de los productores de los medios de producción, el presupuesto de la po-sibilidad misma de la explotación. Lo que hay que agregar es que el propio Marx trabajaba con la hipótesis de que esta explotación, en el capitalis-mo plenamente desplegado, operaba bajo la norma del trabajo asalariado «libre». Esta hipótesis se tornó insos-tenible frente al desarrollo de los es-tudios históricos (por ejemplo, de la llamada «historia global del trabajo»), y también de luchas que cuestiona-ron categorías binarias como trabajo productivo e improductivo, manual e intelectual, así como la frontera entre producción y reproducción. Es esta ampliación de las categorías mismas de trabajo y explotación lo que vuelve a poner en el centro la cuestión de la subjetividad, ya no únicamente bajo el canon de la interpretación de la proletarización como impulso hacia el trabajo asalariado «libre». El hecho de que, como señalan muchas investi-gaciones en distintas partes del mun-do, los procesos contemporáneos de acumulación originaria no desembo-can en una absorción de los «despo-seídos» en las fábricas nos pone fren-te a la necesidad de abrir el concepto de explotación a las maneras en que el trabajo se multiplica bajo modali-dades informales, ilegales, serviles,
22. D. Harvey: El nuevo imperialismo, Akal, Ma-drid, 2004.23. M. Svampa y Enrique Viale: Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo, Katz, Buenos Aires, 2014.
incluso en momentos que no dejan de ser caracterizados como de progreso y desarrollo24. Esta ampliación inclu-ye dispositivos de explotación finan-ciera que operan bajo modalidades extractivas como las que menciona-mos más arriba.
■■■lo común en disputa
La propuesta de ampliación de las ca-tegorías de extracción y extractivis-mo que desarrollamos apunta a deli-near algunos rasgos fundamentales de la lógica que caracteriza los proce-sos de valorización y acumulación en el capitalismo contemporáneo. Extrac-ción y extractivismo no son sinónimos pero están íntimamente ligados. Por un lado, el extractivismo está referi-do a un tipo de actividad que hemos intentado descentrar de sus imágenes más usuales. Por otro, la extracción, en nuestro argumento, refiere a una ope-ratoria abstracta que usualmente se vincula a la hegemonía de las finanzas y que, sin embargo, aquí intentamos describir desde sus aterrizajes territo-riales. Este planteo permite combinar ambos niveles de análisis, con el ob-jetivo de ampliar, como venimos di-ciendo, tanto la noción misma de ex-tractivismo (en términos de recursos, modalidades y conflictos) como la de finanzas (en términos de su capilari-dad pero también de sus sentidos más allá del sometimiento unilateral). Esta ampliación no se propone redu-cir el capitalismo contemporáneo al extractivismo o a lo financiero (re-leído a través de la categoría de ex-tracción), sino que más bien apunta a subrayar la relevancia de un conjun-to de operaciones extractivas dentro del capitalismo entendido como cam-po heterogéneo de articulaciones. Ese campo heterogéneo no implica com-prender la ampliación que propo-nemos en términos puramente abs-tractos, sino más bien enraizar las dinámicas del capitalismo global en coordenadas espaciales y temporales cada vez más diferenciadas. Las ope-raciones que llamamos extractivas se articulan, por un lado, con otras ope-raciones del capital, que se desarro-llan bajo una lógica distinta de la ex-tractiva; mientras que, por otro lado, tienen que articularse con un tejido complejo de actividad y trabajo, de formas de vida y de cooperación. Queremos subrayar que el conjun-to de estas operaciones extractivas configura un patrón de valorización muy distinto deaquel que era hege-mónico en las condiciones del capita-lismo industrial, reproduciendo una suerte de prototipo que se multiplica en distintas escalas y bajo diversas modalidades, y que en tanto tal juega un papel sobresaliente en la organi-zación del marco global del desarro-llo capitalista actual. La importancia estratégica del momento articulatorio
24. Kalyan Sanyal: Rethinking Capitalist Develop-ment: Primitive Accumulation, Governmentality and the Post-Colonial Capitalism, Routledge, Londres, 2007.
exige, entonces, la versatilidad de los dispositivos de financiarización que funcionan como formas de traduc-ción de realidades crecientemente heterogéneas, intentando sincroni-zarlas hacia la valorización y plan-teando una relación novedosa y pe-culiar con lo social en general, bajo distintas modalidades de explotación de lo vital. Lo novedoso es que el pro-totipo financiero permite una relación directa entre el capital y la extrac-ción de valor, produciendo la imagen de un fin de las mediaciones y hasta de una producción de dinero a través del dinero que no necesitaría pasar por una relación social con el otro del capital: es decir, para retomar una ca-tegoría de Marx, con el «trabajo vivo». El devenir renta de la ganancia25 nos lleva a recordar que el propio Marx, hablando de la renta del suelo, argu-mentaba que el capital desarrolla en este caso un poder de «apropiarse» y aprovecharse de «valores creados sin su intervención»26. Queda claro que nuestro trabajo so-bre extracción y extractivismo nos conduce a abrir otra perspectiva so-bre un problema clave del debate contemporáneo: ¿cómo pensar lo co-mún? En América Latina, esta dis-cusión está directamente asociada a la discusión sobre el extractivis-mo y, aun antes, a la emergencia de los movimientos indígenas y los di-versos planteos políticos y epistémi-cos que se coagularon en la fórmu-la del «buen vivir»27. Sin embargo, nos parece clave no cristalizar lo común como sinónimo de bienes naturales ni como prácticas solidarias incon-taminadas ni caricaturizar el Nor-te como el continente sin cuerpo, de trabajo puramente inmaterial. Creemos que la manera en que lo común emerge del análisis concep-tual del cruce entre extractivismo li-teral y finanzas populares permite, por un lado, ver el dinamismo y las temporalidades disímiles asociados a esa sincronización que producen las finanzas, también en la organiza-ción de los ritmos de la extracción y apropiación de «recursos naturales»; por otro, lo común aparece como un campo cruzado por subjetividades en disputa, más allá de la clasifica-ción entre incluidas y excluidas. Hay una dimensión productiva y creativa de lo común que exige no ser ideali-zada, aunque sin embargo es en ella donde se plantean «principios ope-rativos» de organización de la coope-ración social28. En esos principios se operativizan formas de construcción
25. Ver Pablo Míguez: «El desarrollo y los bie-nes comunes en América Latina. Una mirada desde las tesis del capitalismo cognitivo», tra-bajo presentado en las ii Jornadas de Pensa-miento Crítico para el Cambio Social, Univer-sidad Nacional de La Plata, La Plata, 3 y 4 de octubre de 2013.26. K. Marx: El capitaliii. El proceso global de la acumulación capitalista, Siglo xxi, México, df, 1981, p. 822.27. Alberto Acosta y Esperanza Martínez (comps.): El buen vivir. Una vía para el desarrollo, Abya Yala, Quito, 2009.28. Raquel Gutiérrez Aguilar: Los ritmos del Pa-chakuti, Tinta Limón, Buenos Aires, 2008.