El crédito del conservador primer ministro australiano, Scott Morrison, se agota. Su negacionismo climático se ha topado con la dramática ola de incendios y fenómenos extremos que vive el país oceánico.
Por Thomas Klikauer
El Salto
Ecuador Today
Justo antes de Navidad y en secreto, el primer ministro australiano, Scott Morrison, conocido como Scomo, intentó escapar de la pesadilla de incendios forestales que dejaba atrás. Scomo voló 8.000 km hasta Hawái. Mientras tanto, la tormenta de fuego estaba arrasando Australia. Imprevisible para Scomo y su entorno, una tormenta de Facebook estaba también arrasando su valoración. De ahí que, de forma reacia y quizás bajo consejo de sus asesores políticos, Scomo volvió a Sydney.
Una vez de regreso en Australia, el antiguo manager y asesor de márketing y relaciones públicas intentó recuperar el terreno perdido. Fingió preocuparse, tanto como se preocupa un primer ministro que se fue a Hawái en medio de los peores incendios forestales preveraniegos que Australia ha visto nunca. A su vuelta, Scomo visitó brigadas anti incendios pero, solo días después, se le vio nadando en Bronte, una de las playas favoritas de Sydney. Poco después, intentó un apretón de manos con una joven embarazada y un bombero, quienes le rechazaron. Quienes estaban en la línea de fuego habían experimentado de primera mano la financiación insuficiente (y neoliberal).
Incluso la propaganda de Rupert Murdoch se vio obligada a mostrar el rechazo de los bomberos a Scomo. En un verdadero despliegue de relaciones públicas, Scomo llegó con seis coches de su entorno mediático y de seguridad para obsequiar con una bolsa de galletas a los supervivientes para la foto en los medios. Mientras Scomo visitaba la ciudad golpeada por el fuego de Cobargo, la gente local lo insultaba mientras caminaba por el pueblo envuelto en polvo. “No eres bienvenido, imbécil”, gritó una mujer.
Mientras resplandecían los fuegos artificiales de Año Nuevo, el miedo, la desolación y la furia reinaban en muchas partes de Australia. Durante la muestra de fuegos artificiales, se recogieron cerca de dos millones de dólares para apoyar a los bomberos, eclipsando los 100.000 millones que Scomo y su banda estaban gastando en submarinos para defender Australia contra un enemigo que no existe.
En otras palabras, los conservadores de Scomo están gastando 50.000 veces más del dinero que la gente recogió en Nochevieja. Esto significa que por cada dólar que los australianos han recogido, Scomo y sus esbirros están gastando 50.000 en equipo militar, dinero de los impuestos australianos que va a submarinos injustificados, no a los incendios forestales y la prevención del calentamiento global. Los submarinos no ayudan a la gente que perdió sus casas y seres queridos en los incendios forestales.
En el último día del año, los incendios avanzaron como nunca antes en Australia. Al mismo tiempo, la brecha entre una parte cada vez mayor de la población y los activistas climáticos por un lado y el Gobierno en el otro se estaba agrandando. Scomo se ha encerrado en el lado de la negación del calentamiento global. El hombre se había hecho un nombre cuando llevó un pedazo de carbón al Parlamento de Australia para mostrar a los australianos que “el carbón no es peligroso” y que quizá “el cambio climático es una completa chorrada” como dijo una vez su socio ideológico Tony Abbott.
Scomo pasó la Nochevieja en Kirribilli House, su mansión de Sydney, celebrando con seguidores y disfrutando de grandes vistas del puerto y los fuegos artificiales. Más de un cuarto de millón de ciudadanos habían pedido cancelar el espectáculo de fama mundial. También donaron dinero a las víctimas de los incendios. Al mismo tiempo, el comportamiento de Scomo y la devastación del fuego combinados con temperaturas desorbitadas estaban alimentando una mayor conciencia del calentamiento global. Cada vez más australianos acusan ahora a Scomo de haberles fallado. Hace tan solo unos meses, Scomo ganó las elecciones con un programa anti impuestos y anti ecologista.
Hoy, la gente demanda que se dé voz a aquellos australianos que dicen que el Gobierno ha subestimado totalmente —incluso ignorado— la escala del desastre así como el calentamiento global. Mientras tanto, Scomo, un creyente religioso, considera los incendios forestales como obra de dios. Mientras viaja de acá para allá y da conferencia de prensa tras conferencia de prensa, su mensaje es que esto es un desastre natural. Para Scomo y su entorno, los incendios forestales no están vinculados al cambio climático. Cada vez más, y enfrentada a la evidencia diaria en sentido contrario, la gente ve el vínculo entre los incendios forestales y el calentamiento global con sus propios ojos.
Al mismo tiempo, más de 3.000 bomberos voluntarios, apoyados por bomberos del exterior, llegados rápidamente para ayudar a la mal preparada Australia, están luchando contra el infierno. En el Boxing Day [26 de diciembre] y el viernes posterior, dos barcazas de desembarco de la Armada suministraron agua y comida a las personas atrapadas en las playas de ciudades costeras en los Estados de Victoria y Nueva Gales del Sur. Helicópteros militares, así como un barco y helicóptero noruegos sacaron a los heridos de la ciudad costera de Mallacoota, desbordada por el fuego. Una lancha policial llevó agua y diésel para generadores.
Mientras tanto, un área total de más de cuatro millones de hectáreas —mayor que los Países Bajos— cayó víctima de los incendios. Miles de personas están atrapadas en muchos pueblos porque arterias principales como Princess Highway y numerosas carreteras rurales están cerradas. El recuento de víctimas ha aumentado a cerca de 20, incluido un tercer bombero que murió recientemente. Un camión de bomberos fue lanzado al aire por un tornado de fuego. Al menos siete personas han perdido sus vidas en el fuego desde el 30 de diciembre. Muchos más están desaparecidos.
AIRE TÓXICO CATALOGADO INCORRECTAMENTE COMO NIEBLA
En Mallacoota, cerca de 3.000 turistas y sus más de mil vecinos en peligro se han salvado después de correr hacia la playa. Cientos también huyeron hacia la playa al sur del resort de vacaciones de Batemans Bay. La bahía es un importante destino de vacaciones para la capital de Australia, Canberra. La gente local escapó de las llamas. Personas, caballos y perros también escaparon de las llamas yéndose a Malua Beach. Muchos llevaban máscaras respiratorias contra el penetrante humo, que también se cierne sobre la capital, a hora y media de distancia.
También Sydney estuvo cubierta de humo durante días sin parar. La versión oficial llama “niebla” al humo de los incendios forestales. La contaminación del aire ha alcanzado incluso Nueva Zelanda.
Durante los dos últimos días de 2019, Scomo disfrutó de un tiempo relativamente bueno en Sydney. Al mismo tiempo, los niveles de aire en la capital Canberra cayeron a su peor nivel el día de año nuevo. Canberra tuvo esos días la peor calidad del aire a nivel mundial. La visibilidad bajó a alrededor de cien metros. Los habitantes se quedaron en casa, en restaurantes, en cines para escapar del agrio humo de los incendios. Más tarde, el Gobierno fue obligado a advertir del “aire tóxico”. La contaminación mediante finas partículas alcanzó los 5.000 microgramos por metro cúbico de aire. La categoría más alta —llamada tóxica— es cualquier cosa por encima de una concentración de 200. Para Scomo todo esto es simplemente un desastre natural no relacionado con el calentamiento global.
A lo largo de la costa donde muchos residentes de Canberra pasaban sus vacaciones de Navidad, hubo un apagón. La gente se escondía tras dunas de arena junto al mar para protegerse de las temperaturas extremas en el bosque adyacente. En muchas casas en ciudades de la región, los cilindros de gas usados para cocinar explotaron por el calor. Más de 5.000 personas esperaban a ser rescatadas en Bermagui, al sur de Canberra. La tormenta cambió de dirección en Mallacoota, creando muchas horas más de ansiedad.
Con apenas recursos desde hace años, la ayuda lleva tiempo. En pánico, el Gobierno de Scomo desplegó barcos de la Armada. Mientras tanto, los rescatadores locales luchan contra el agotamiento. Debido a la mala preparación de Australia, tienen que acudir equipos canadienses y estadounidenses de rescate. Con una ola de calor tras otra y “el día más caluroso del que hay registros” que se rompe al día siguiente con otro día más caluroso del que hay registros, de forma lenta pero segura los australianos están siendo obligados a despertarse ante las realidades del calentamiento global. Por toda Australia, las temperaturas han aumentado a niveles récord de más de 40 grados. La sequía extrema de los años recientes ha convertido a los árboles en cerillas secas. El bosque es madera seca. Se han anunciado restricciones de agua. Las centrales de energía carecen de agua de refrigeración y los depósitos están en niveles bajos.
TORMENTAS Y PODER
Mientras tanto, los expertos en desastres están advirtiendo de tormentas de fuego. Éstas construyen su propio clima y son casi imposibles de tratar. Sus altas torres de llamas atraen cada vez más oxígeno y aceleran los fuegos incluso más. Todo esto lleva a tormentas volátiles y combustiones súbitas. Causa velocidades del fuego significativamente más altas que llevan a los fuegos en direcciones impredecibles. Las tormentas de fuego resultantes son como un hongo atómico, similares a una nube después de un volcán. Estas nubes pueden subir hasta la estratosfera. En ese punto, se encuentran con partículas de hielo de diferentes temperaturas. El resultado es el desastre. Este es un infierno contra el cual la gente sobre el terreno es impotente.
Tras una ligera caída de la temperatura el 1 de enero, los bomberos crearon nuevas vías preventivas para detener los nuevos fuegos que se esperan para el próximo fin de semana. El 4 de enero, las temperaturas aumentaron a 48,9 grados en Penrith, localidad a cerca de 60 millas del centro de Sydney. En ese momento, era el lugar más caluroso de la Tierra. Se ha declarado el estado de emergencia para Nueva Gales del Sur.
Con una temperatura media de 41,9 grados, Australia registró uno de los muchos días más calurosos de la historia a mediados de diciembre. Mientras tanto, el dogmático religioso Scomo reza por la lluvia aunque en realidad eso no ha funcionado desde la invención de los rezos hace 5.000 años.
La semana pasada, Scomo se vio obligado a pedir perdón por sus mentiras sobre sus vacaciones hawaianas. Desde entonces, Scomo intentó recuperar terreno político. Le gusta que le fotografíen junto a una manguera contra incendios y finge estar activo en estaciones de control de misión y durante vuelos de helicóptero. Mientras tanto, su compañero de partido y ministro para desastres, David Elliott, disfrutaba de unas vacaciones en Europa. El también se vio obligado a volver temprano ya que la rabia de la gente se derramó por internet.
El comportamiento de Scomo y su entorno atestiguan una división cada vez más profunda en Australia. Surtidos con actitudes de negación del cambio climático por la prensa de Murdoch que domina Australia, muchos granjeros han empezado a ser la prueba de la desaparición del apoyo con el que contaba Scomo.
EL CALENTAMIENTO GLOBAL MUERDE A LA IDEOLOGÍA NEOLIBERAL
Siguiendo su propia ideología al pie de la letra, los ministros de Scomo describen a quienes hacen campaña sobre el calentamiento global como lunáticos que viven en las ciudades interiores. Pero quienes hacen campaña sobre el calentamiento global en Australia y los Verdes no han creado el calentamiento global. Mientras tanto, Scomo y su entorno han hecho todo lo que pueden para sabotear los intentos de luchar contra el calentamiento global.
La reciente cumbre medioambiental en Madrid fue otro momento triste para el posicionamiento internacional de Australia. Mientras tanto, la barrera de coral, un lugar de Patrimonio Mundial bajo la protección de Naciones Unidas, se está muriendo. Grandes zonas de bosque también están protegidas por la Unesco. Estas zonas están cayendo víctima de las llamas. Anteriormente, algunos de ellos habían sido víctimas de desmonte de tierras legal e ilegal —la destrucción deliberada y dirigida de los bosques. La aniquilación del hábitat está acelerando la extinción de los animales.
Junto al desmonte de tierras —una deforestación dirigida—, Scomo promueve el carbón como lo que él llama “oro negro”. Fue ridiculizado por ello por los críticos. La extracción de combustibles fósiles acelera el calentamiento global. Uno de los proyectos favoritos de Scomo es una mina de carbón a construir en Queensland por el Grupo Adani de India. Será una de las minas de carbón más grandes del mundo. Simultáneamente, cada vez más líderes empresariales están pidiendo a sus propios gobiernos que cambien su fracasada política ante el calentamiento global.
Más recientemente, el ministro de Energía australiano aún estaba defendiendo la política energética insostenible del Gobierno. Los esbirros de Scomo se obstinan con que Australia no se retirará de su posición anti-calentamiento global. Para afrontar la autoinfligida crisis energética, el entorno de Scomo está manteniendo en funcionamiento las viejas centrales de carbón. Mientras tanto, el mundo va en la dirección contraria. La demanda global de carbón está en declive. Al generar electricidad mediante carbón, Scomo no alcanzará los objetivos sobre protección climática. Mientras tanto, reza para que llueva.