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Zapatismo y mujeres que luchan noviolentamente

Pietro Ameglio :: 11.01.20

Uno de los movimientos sociales mundiales que más han reproducido y construido formas noviolentas de vida social, en lo que Gandhi llamaba el “Swaraj” (autogobierno) o “Programa Constructivo”, son las comunidades indígenas mayas zapatistas en Chiapas. Acaban de cumplir 26 años de construcción de lo que ellos llaman autonomía (“Tenemos un proyecto de vida”: comunicado 26 aniversario), buen gobierno o resistencia civil. La originalidad y nivel de resistencia de su lucha dan una dimensión temporal y territorial muy grande a su experiencia comunitaria, humilde e invaluable para los avances de humanización de nuestra especie.

Zapatismo y mujeres que luchan noviolentamente

Pietro Ameglio

El inicio de cada año, en la cultura de la acción y filosofía de la resistencia noviolenta, nos recuerda a dos grandes personajes de esta forma de lucha, uno de la primera mitad del siglo pasado, y otro de la segunda. Ambos con un gran poder moral y capacidad estratégica, lo que ha hecho que históricamente -sin desearlo ellos- fueran poco valoradas las grandes masas que lucharon con ellos y que constituyeron el cimiento de su real fuerza material y moral. En este mes, ambos son rememorados por acontecimientos opuestos, pero que en los estudios y prácticas de las resistencias son complementarios e inscindibles en la necesidad de conocimiento al respecto: la vida y la muerte; la guerra y la paz; la violencia y la noviolencia. Martin Luther King nació el 15 de enero de 1929, y Gandhi fue asesinado por un fanático de su propia religión hinduista el 30 de enero de 1948.

Nos parece que es mucha la actualidad de estos dos grandes movimientos sociales, liderazgos y formas de resistencia y lucha. En Estados Unidos, desde mayo del año pasado, bajo el liderazgo del reverendo William Barber II, se ha reactivado una gran campaña que King promovió en 1968 -poco antes de que lo asesinaran el 4 de abril de ese año-, llamada “Campaña de los pobres: llamado nacional para un renacer moral”, que se propone “Desafiar los males del racismo sistémico, la pobreza, la economía regida por la guerra, la devastación ecológica y la distorsión en los valores de la nación”. Ha habido ya numerosas acciones ecuménicas noviolentas de desobediencia civil, con arrestos, por todo el país.

A su vez, como señalábamos en nuestro artículo del 11 de octubre, el gran movimiento hindú gandhiano Ekta Parishad (Foro de Unidad), lidereado por Rajagopal y comprometido con los “adivasis” -pueblos originarios de la India- y los Sin Tierra, ha iniciado el 2 de octubre pasado -con motivo de los 150 años del nacimiento del Mahatma- una gran marcha mundial (“Jai Jagat”: Victoria para el Mundo), que recorrerá diez países asiáticos y europeos por un año recogiendo y compartiendo una gran cantidad de experiencias de resistencias sociales y civiles, para llegar a la sede de la ONU en Ginebra el 25 de septiembre y organizará allí por semanas unos grandes foros y protestas contra las mayores violencias sociales y económicas actuales.

Ambos movimientos tienen como puntos de partida determinantes -uno inicial de sus campañas en el caso de King y otro para comenzar la radicalización de la lucha independentista en Gandhi- una acción de desobediencia civil, algo muy significativo desde la comprensión de la necesidad de un mensaje claro al adversario respecto a la inevitable proporcionalidad de fuerza moral y material de la noviolencia frente a la violencia que se combatía. La desobediencia civil –última etapa de la lucha noviolenta- puede ser ejercida por acciones individuales o colectivas, ambas con características diferentes y, según Gandhi, éstas acciones pueden dividirse también en defensivas y ofensivas (“Las de tipo agresivo, positivo u ofensivo son la desobediencia noviolenta y deliberada de las leyes estatales cuya violación no implica un comportamiento inmoral, actuadas como manifestación de revuelta contra el Estado”).

La desobediencia civil sitúa la confrontación más allá de lo legal, en el terreno de la legitimidad y la conciencia, y promueve como un deber inalienable individual y ciudadano la violación ante leyes opresivas. Se busca así construir un “desarme moral” del adversario y su aparato de poder.

La acción de desobediencia civil que inició el movimiento por los derechos civiles y políticos de la lucha de la población afroamericana en Estados Unidos, fue individual, duró unas horas y fue realizada por la costurera Rosa Parks el 1° de diciembre de 1955 en Montgomery, Alabama, al negarse a dar su asiento en un bus a un pasajero blanco -como era obligatorio por ley-. Fue arrestada enseguida, pero esta situación provocó una reacción de la comunidad afroamericana que organizó una campaña de nocooperación, encabezada por el joven pastor Martin Luther King, con un boicot a los autobuses que duró más de un año y terminó con la derogación de esa ley segregacionista.

A su vez, la acción masiva de desobediencia civil que inició la segunda gran etapa de la lucha noviolenta gandhiana en la India fue la “Marcha de la Sal”, que duró como marcha del 12 de marzo al 5 de abril de 1930 recorriendo casi 400 kms., pero como campaña de desobediencia civil donde gran parte de la población hindú hacía sal -ilegalmente- con sus propias manos, se extendió por casi un año hasta la firma del Pacto de Delhi el 5 de marzo de 1931, entre Gandhi y el virrey Irwin.

Ambas acciones de desobediencia civil, individuales y masivas, de horas y un año, fueron tremendamente emblemáticas y desencadenantes de una toma de conciencia masiva, que posteriormente en más de una década de lucha noviolenta permitieron lograr los objetivos principales de ambos movimientos sociales: los plenos derechos civiles, sociales y políticos para la población afroamericana en Estados Unidos; la fundación de la India y Paquistán como naciones independientes de la Corona británica.

EZ: ¡26 años! Mujeres que luchan

Hemos reflexionado y escrito por años, cómo creemos que uno de los movimientos sociales mundiales que más han reproducido y construido formas noviolentas de vida social, en lo que Gandhi llamaba el “Swaraj” (autogobierno) o “Programa Constructivo”, son las comunidades indígenas mayas zapatistas en Chiapas. Acaban de cumplir 26 años de construcción de lo que ellos llaman autonomía (“Tenemos un proyecto de vida”: comunicado 26 aniversario), buen gobierno o resistencia civil. La originalidad y nivel de resistencia de su lucha dan una dimensión temporal y territorial muy grande a su experiencia comunitaria, humilde e invaluable para los avances de humanización de nuestra especie.

Como forma de conmemoración de estos muchos años, realizaron en el caracol de Morelia (“Torbellino de nuestra palabra”), el Segundo Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, en el que colectivos feministas de 49 países con unas 4 mil mujeres, intercambiaron sus experiencias de resistencia y propuestas frente a la violencia de género. Nos parece un gran acierto haber convocado a esta reunión masiva de una de las mayores resistencias sociales y civiles actuales del mundo que enfrenta múltiples formas milenarias de violencias de género, en un aniversario y territorio tan emblemáticos de la no-cooperación y desobediencia civil universales.

Retomamos la reflexión de Roxana Romero, una mujer joven que lucha, miembro de Nos Hacen Falta y la colectiva de Paz y Noviolencia de Filos-Unam, sobre el Encuentro:

“Durante el 27, 28 y 29 de diciembre tuvimos la oportunidad de encontrarnos miles de mujeres en territorio zapatista convocadas por un sólo tema ¿cómo detener la violencia contra las mujeres?. Este segundo encuentro era de alguna forma rendir cuentas de qué habíamos hecho para cumplir nuestro primer acuerdo que fue “vivir”. Las compañeras zapatistas nos compartieron que en sus comunidades no había sucedido ni un sólo feminicidio, cifra que contrasta con la cifra nacional de 9 feminicidios diarios, definitivamente esta cifra sólo se puede alcanzar con el nivel de organización que mantienen como comunidades autónomas.

Sin embargo, las mujeres del resto del mundo no teníamos tan buenas noticias cuando llegamos con cientos de nombres de mujeres que nos hacen falta, con denuncias que desbordaron los tiempos y los corazones. Parecía que la pregunta de cómo luchar para mantenernos vivas es un universo tan amplio e inconmensurable, que pareciera no tener respuesta o tener tantas que no sabemos qué hacer. A pesar de que este año fue muy importante para las movilizaciones feministas en México y otras latitudes, fue evidente que nuestras capacidades organizativas no responden al nivel de violencia que estamos enfrentando. Por una parte el espacio de denuncias se volvía interminable y en momentos con poca escucha, mientras que las mesas de propuestas parecían no aterrizar en un qué poder hacer concreto, tangible y en un plazo de tiempo determinado.

Al mismo tiempo el espacio nos sirvió para escuchar otras luchas, tomar ejemplos y sobre todo encontrarnos. De lo más valioso fueron los microencuentros dentro del encuentro, esos espacios donde madres de victimas de feminicidios y desaparición se conocieron, que nos compartieron las formas en las que se han organizado. Microencuentros donde compañeras han podido encontrar y tejer esfuerzos para seguir luchando. Regresamos con tres acuerdos y muchas preguntas de cómo hacer posible nuestro acuerdo base el mantenernos vivas. A esa tarea tan grande quizá habría que irla traduciendo a otras palabras, cómo construimos la verdad, la justicia, la reparación, la libertad, la memoria para las que ya no están y cómo regresamos a sus hogares a las que nos hacen falta.”

Queremos concluir con una noticia esperanzadora respecto al actual conflicto para detener la violencia de género en la Unam, y particularmente en la facultad de Filosofía y Letras. Las autoridades de la facultad y las Mujeres Organizadas han acordado tener un diálogo público y abierto a la comunidad, a partir de un orden del día muy concreto respecto a las demandas de las Mujeres Organizadas y las respuestas de la Dirección. Es una acción que responde a un “principio de realidad” muy importante para de veras resolver de fondo -en los tiempos sociales e institucionales que cada petición requiere- y cuanto antes las violencias de género en la facultad: sólo en la co-operación “entre iguales” de toda la comunidad se podrá avanzar en esta dirección. Y para comenzar desde ya a actuar esa indispensable co-operación de más actores sociales en la transformación positiva del conflicto, será clave irnos involucrando todas y todos en la preparación del diálogo durante estos días previos, en la realización del mismo el mero día y en el proceso que continuará como consecuencia de él. No debemos seguir ‘hipnotizados’ y pasivos viendo a dos partes tomar acuerdos en nombre de 12 mil personas.

El diálogo además será el 15 de enero, aniversario de Martin Luther King, lo que es un buen augurio también.

 


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