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Reino de España: Este no es un Gobierno de izquierdas; el progresismo es una cosa y la izquierda otra

Xosé Manuel Bairas :: 21.01.20

Xosé Manuel Beiras, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, es el más destacado dirigente de la izquierda nacionalista gallega. Profesor de economía en la Universidad de Santiago de Compostela, ha sido uno de los políticos más sólidos, imaginativos e independientes de las izquierdas durante la Transición política en el Reino de España.

Reino de España: “Este no es un Gobierno de izquierdas; el progresismo es una cosa y la izquierda otra”. Entrevista


Píblico

18/01/2020

El histórico dirigente gallego, aunque escéptico, ve la reciente investidura como algo esencial desde su óptica antifascista. Se muestra crítico con algunas decisiones de Unidas Podemos pero augura que si el gobierno de coalición resulta exitoso, el partido de Iglesias se verá reforzado. Le entrevistó para Público Héctor Juanatey

“La experiencia de Alternativa Galega de Esquerda fue clave como precedente de lo que ocurrió después. […] Después de dejar el BNG, Beiras había estado en los foros sociales y había estudiado mucho, había leído mucho y había sabido olfatear muy bien un nuevo ambiente político”. De esta forma se refería hace unos días el secretario general de Unidas Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, sobre su experiencia como asesor en la coalición entre Anova e Izquierda Unida en las elecciones gallegas de 2012.

La izquierda política y social gallega siempre ha estado en el pensamiento de Pablo Iglesias como referente para lo que quería hacer a nivel estatal con su formación, Unidas Podemos. Lo demostró en 2017 durante un discurso en el Parlamento: “El movimiento Nunca Máis representó ese espíritu del 15-M anticipado, sirvió para prender la mecha de un espíritu de rebeldía que después se ha podido transformar en alternativa de gobierno”. Aquel día Iglesias quiso homenajear la figura de Xosé Manuel Beiras, “una figura irrepetible”.

Xosé Manuel Beiras, a sus 83 años, está hoy fuera de la primera línea política pero no por ello significa que la haya abandonado. El histórico dirigente del BNG y después de Anova sigue militando en este último partido y, como él defiende, con la cabeza puesta más en la izquierda social que en la política. Beiras habla con Público sobre el nuevo Gobierno de coalición que acaba de constituirse, las izquierdas, el fascismo, Catalunya, o el papel de la monarquía.

Esta semana tomaron posesión de sus cargos los ministros y ministras del nuevo Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos. ¿Estamos ante un hecho histórico?

A mí me parece que al menos hay un hecho muy relevante y es que por primera vez hay un Gobierno de coalición por la izquierda. Hasta ahora, y mientras funcionaba el bipartidismo, era imposible. Es gracias a la ruptura del bipartidismo en las elecciones de 2015 que cambia el escenario que permite esta novedad. De todos modos, hubo un momento en la historia del régimen en el que pudo existir ya un Gobierno de coalición. Fue en el año 1996, cuando Aznar acaba como presidente del Gobierno. En ese instante había una oportunidad para un acuerdo entre PSOE, IU y el apoyo de grupos nacionalistas como CiU y el PNV, que ya habían apoyado a Felipe González. Pero la animadversión de este por Izquierda Unida lo imposibilitó.

En la época de Galeusca [Galeusca-Pueblos de Europa fue una coalición electoral entre BNG, CiU, PNV, BLOC y PSM para presentarse a las elecciones europeas de 2004] yo hablé con Jordi Pujol y me dijo que él mismo había llamado a Felipe González para ofrecerle su apoyo pero, según él, González le dijo que no, que pactasen con el Partido Popular. Volviendo al día de hoy, yo creo que lo más importante ocurrió el día 7, el día de la investidura. Se jugaba una situación límite. Si no conseguían investir a Pedro Sánchez la situación podía ser catastrófica con el fascismo de las tres caras enfrente: el fascismo calvosoteliano del PP, el fascismo joseantoniano de Ciudadanos y el fascismo nazi de Vox. Todo estaba pendiente de un hilo. Lo que sí lamenté fue que un pequeño grupo, las CUP, no apoyara la investidura.

Yo no soy un votante del espacio del PSOE y actualmente también estoy distante de Podemos, pero soy de una generación que todavía mantiene la cultura antifascista y sé que todo espacio democrático es primordial. Desde el punto de vista antifascista, era lo más importante. Lamento, no obstante, que desde mayo se entrara en una escenificación de la famosa fábula castellana de los galgos y los podencos. Se perdió entonces una ocasión extraordinaria al no llegar a un acuerdo y permitir el ascenso de Vox en las últimas elecciones.

¿Le ve posibilidades de futuro al nuevo Gobierno?

Soy muy escéptico. Por mi experiencia, primero desde la clandestinidad, luego en el fraude de la Transición y después viendo la evolución perversa del régimen en los últimos años, sobre todo desde el Aznarato que decía José Luis Sampedro… Estoy convencido de que este régimen, aunque en descomposición, se mantiene absolutamente férreo y reaccionario y va a poner las cosas muy difíciles. Me preocupa sobre todo el poder judicial. Lo que está haciendo, al menos su cúpula, es gravísimo. Es absolutamente reaccionaria y golpista y ahora hasta están en rebeldía frente al Tribunal de la Unión Europea.

Me recuerda a lo que sucedió en Alemania cuando se firmó la Constitución de Weimar. Se diseñó una independencia judicial muy ambigua, no hubo una depuración real de la Alemania guillermina y al final la Policía y la magistratura fueron factores muy importantes para permitir el ascenso del nazismo en los años 20. Es cierto que aquí ocurre de otra manera y en un contexto histórico muy distinto. Pero la realidad es que no van a poner las cosas fáciles. Además, por otra parte, este Gobierno nace con los corsés impuestos por la Unión Europea, que todavía no quiere reconocer que las políticas neoliberales lo agravan todo, la economía, los servicios públicos, el Estado del Bienestar… Sus políticas solo dan oxígeno a la emergencia de los fascismos en Europa.

¿Cómo ve las perspectivas de Unidas Podemos dentro del Gobierno? ¿Cree que podrán llevar adelante todo lo que han prometido o, al menos, programado?

Los veo excesivamente optimistas. Ojalá logren inclinar el Gobierno hacia la izquierda. Aunque es un Gobierno más bien progresista que de izquierda. Pero ya es una diferencia. Este Gobierno está en la política del Gobierno de lo posible y no tanto en hacer político lo necesario.

Unidas Podemos tendrá que lidiar con muchas contradicciones compartiendo Gobierno con el PSOE.

Para empezar que este no es un Gobierno de izquierdas. De hecho, Pablo Iglesias habla de Gobierno progresista. El progresismo es una cosa y la izquierda otra. El objetivo de la izquierda es transformar a fondo el sistema, ir a la raíz de los problemas y para ello está la vía revolucionaria o la vía de la socialdemocracia de, por ejemplo, Olof Palme, que no consiste solo en poner parches sino en avanzar paso a paso hacia una transformación. Por eso asesinaron a Olof Palme. Podemos ya renunció a mucho de lo que era, a su ideario y diseño programático iniciales, los del 15-M, las plazas, etc. No estamos ante el Podemos que hablaba de una alternativa de gran coalición de izquierdas en las elecciones de diciembre de 2015.

Entonces, solo en Galicia habíamos conseguido nada menos que seis actas en el Congreso y dos en el Senado. En aquel momento se hablaba de la defensa del derecho a la libre decisión y se vislumbraba un horizonte rupturista, y no una ruptura caótica y de inmediato, sino con pequeños pasos que iban en esa dirección. La brújula marcaba el camino hacia el cambio del régimen que yo llamo bubónico. Pero se renunció a todo en otoño de 2017 y se derivó hacia la acomodación en lo posible. Aun así, si lees de nuevo el discurso de Sánchez de la investidura no puedes evitar preguntarte cómo van a hacer todo eso. ¿De dónde saldrán los presupuestos para hacer los cambios que dicen que harán en el plano social, la economía, los derechos sociales, servicios públicos, etcétera? La ministra de Economía sigue siendo Nadia Calviño, una garantía para la Unión Europea. No van a romper los acuerdos con Europa ni los corsés.

Una cosa es el progresismo respecto a los derechos y libertades como los que sacó adelante Zapatero, que son cambios que no exigen modificaciones en los Presupuestos ni condicionan la deuda, la fiscalidad, etc. Además, ¿cómo van a hacer todo lo que dicen sin derogar la reforma del artículo 135? Esa reforma se cargó la soberanía de las Cortes. Los Parlamentos nacieron a finales del siglo XVIII para dos cosas: que todos los súbditos fuesen ciudadanos y que estos debían mantener con sus impuestos el Estado. La prioridad eran los ciudadanos. El 135 se cargó eso. Sí hay una posibilidad y es la de sacar asignaciones de recursos de un sitio para destinarlos a funciones o destinos que ahora son prioritarios. Pero eso supondrá enfrentarse al poder económico, a la oligarquía. Encima tendrán la barbarie, con un poder judicial tratando de sabotearlo todo. Por eso lo veo muy difícil. Pero es verdad que solo es imposible aquello que no se intenta.

¿Qué se juega la izquierda?

Algo muy peligroso. Uno de los problemas del último periodo de relaciones entre las instituciones y la ciudadanía, digamos desde otoño de 2016, fue la derrota de la alternativa de la izquierda debido al golpe de Estado de los esquiroles [en octubre de 2016 Mariano Rajoy fue investido presidente del Gobierno con la abstención de todos los diputados del PSOE excepto quince]. Si la izquierda política tiene un sentido es el de representar a la izquierda social, y desde ese momento hay una deriva paulatina de renuncias. Yo no discuto si la prioridad es estar en el Gobierno o no, pero, con el acuerdo de gobierno, Podemos ha renunciado a cosas muy importantes. ¿A qué da lugar? A la orfandad de la izquierda social más agredida. A partir de este momento no tienen representación en el Congreso de los Diputados. Luego hay otra cosa complementaria y es el hecho de que Podemos implique en el Gobierno a todos sus cuadros políticos más importantes. Eso puede provocar que si falla el Gobierno quemen a toda la organización. Pero por otro lado, si aciertan, eso puede fortalecerla.

La apuesta, en definitiva, es la de llegar al Gobierno, al poder, aunque eso implique tener que asumir determinadas renuncias para adaptarse al PSOE.

Yo ya tengo bastante con hacer política para meterme a decirles a los demás lo que tienen que hacer, pero esa opción, esa apuesta que se ha ido repitiendo en los últimos meses de que hay que entrar en el Gobierno sí o sí, no veo que tenga antecedentes positivos en la historia. No puedes estar al mismo tiempo en el Gobierno y en la calle. O estás en el Gobierno o estás en la calle. O, al menos, estás en el Gobierno pero tienes cuadros en la calle. Me preocupa la gente. Confío en que dentro del Gobierno no se den luchas por pactos de poder, por crecimiento de carreras personales… El combate debe mantenerse en su sitio. Solo así podrán salir adelante.

Cuando el BNG gobernó con el PSdeG-PSOE en Galicia, usted alertaba de que las disputas entre ambos partidos no podían llegar a la Xunta de Galicia.

Anxo Quintana [líder del BNG entre 2002 y 2009 y vicepresidente de la Xunta de Galicia entre 2005 y 2009] quería ser un presidente bis y eso era fatal. Tanto él como Touriño [Emilio Pérez Touriño, PSdeG-PSOE, presidente de la Xunta durante el bipartito] dieron pie a que los enemigos comenzasen a hablar de que en realidad había dos Gobiernos distintos.

¿Teme que también en este nuevo Gobierno de coalición se produzca esa dualidad gubernamental?

Depende de si aplican aquello de hacer de la necesidad virtud. Son conscientes de que están en un estado de sitio mediático y del poder judicial. Si son conscientes de esto, de los corsés de la Unión Europea, y de un sistema mundo paranoico con un presidente peligrosísimo como Donald Trump, que es un provocador irresponsable, aparcarán [Sánchez e Iglesias] sus diferencias. Hay un síntoma favorable y es que ni Pablo Iglesias ni Podemos dijeron nada cuando Sánchez tomó la última decisión de añadir una cuarta Vicepresidencia. Por ahora hablan de Gobierno de unidad, con muchas voces y un solo mensaje.

Entendiendo que la opción de ruptura del Gobierno siempre está abierta, como ocurrió por ejemplo en Andalucía cuando PSOE e Izquierda Unida gobernaron juntos, ¿cómo sentaría a la izquierda social esta ruptura?

Si hubiera sido un pacto de legislatura solamente, tienes margen. Si el partido del Gobierno cumple, le apoyas; si no, no. Pero cuando estás en el Gobierno la responsabilidad es colegiada. No puedes decir que si algo sale mal es solo culpa de los otros. La prioridad es que trabajen en la sociedad. Si se queman, siendo los máximos líderes de la organización [se refiere a Podemos] chamuscan a toda la organización. Este lunes dijeron que necesitaban el apoyo de la gente y que esta siguiese siendo crítica y reivindicativa. Bien, pero para tener ese apoyo sabes que tienes que hacer lo que piden. Si no lo logras y a mitad de legislatura rompes el acuerdo de Gobierno, eso puede ser una catástrofe. Supongo que si entraron en el Gobierno fue porque miraron a Portugal, donde el Bloco de Esquerdas y el Partido Comunista apoyan al Partido Socialista pero desde fuera del Ejecutivo. Y es verdad que al final quien gobierna es quien capitaliza las victorias. Pero tú puedes seguir manteniendo tu credibilidad. Quien capitaliza siempre corre el riesgo de derechizarse… Esto es lo que está en juego.

¿Es en última instancia este Gobierno el último bloque de contención del fascismo?

Claro, es que esta es la principal responsabilidad que tienen. Por suerte, al final rectificaron. Yo estaba desesperado cuando no llegaron a un acuerdo la primera vez. Le vieron las orejas al lobo cuando muchos ya las habíamos visto hace tiempo. Después de las últimas elecciones, ya no eran las orejas lo que se veía, sino los dientes. Si este Gobierno no funciona en lo indispensable para que la izquierda social considere que obtiene cosas, al menos tienen que ir dando pasos en esa dirección. Si es así, funcionará.

¿Qué papel jugará Catalunya y cómo se articularán las diferencias políticas respecto al proceso independentista?

Yo entiendo que Pedro Sánchez mantenga su opinión de cara a su espacio para no dar más munición a la derecha facha y a los poderes reaccionarios y anticonstitucionales, pero lo que no se puede negar es que el derecho a la libre decisión está reconocido en Europa y figura en el pensamiento de la izquierda desde Marx y Lenin. Un marxista, en términos marxistas reales, que defiende la libertad de género, clase, etc., no puede no defender las libertades de los pueblos a emanciparse. Es algo que no pueden ignorar. No importa que no lo creas, existe. En este punto, ERC está mostrando una gran lucidez y muchísima generosidad. A pesar de las provocaciones de la Junta Electoral Central, Oriol Junqueras era el primero en decir que había que seguir negociando. Da buena cuenta del nivel moral de un hombre que lleva preso dos años y medio y sabiendo que además quien se aprovecha de esto es Carles Puigdemont.

Si ERC logra avances pequeños que dan credibilidad a su estrategia dentro de Catalunya, tienen camino para poder ser hegemónico allí. Pero si el PSOE comienza a marear la perdiz, a caer en el donde dijo digo digo Diego, no será sostenible. En el PSOE tienen que ser conscientes de que un asunto así no puede tratarse diciendo solo que se resolverá dentro del marco de la Constitución, porque estamos hablando de un pueblo que se quiere independizar. Hay que negociar, apostar por la dialéctica política. Y, sobre todo, desjudicializar el conflicto. La Fiscalía podía haber hecho algo que no ha hecho, y eso ya lo escribía Pérez Royo antes de las vistas orales. Era muy simple: la Fiscalía podía retirar la denuncia y dejar al Tribunal sin materia. Pero no se atrevieron. Hay que actuar con energía sobre todo si el PP bloquea la reforma del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo, del Consejo General del Poder Judicial… Para que no sigan siendo instituciones a sueldo de los fachas reaccionarios. Con este régimen es muy complicado dar pasos adelante.

Habla de que el régimen está, sin embargo, en descomposición, pero no parece salir de la fase de putrefacción. ¿Vislumbra una segunda Transición hacia un nuevo régimen?

El problema es que, además de que se aplazaron los horizontes rupturistas, hubo un retroceso. Por ejemplo, en la Transición había una mayoría que votaría en un referéndum contra la Monarquía, por eso Suárez no lo convocó, pero es que ahora estamos peor que después de la Transición.

¿Por qué motivo?

Porque hay en marcha una contrarrevolución. El régimen político está carcomido y ya había empezado con pies de barro. Entonces, ¿cuál fue la reacción de los poderes? Comenzar a atacar, sabotear, hacer lo necesario para no perder sus privilegios. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que el monarca no diga nada de los viva el rey que se gritaron durante la investidura? Solo Aitor Esteban respondió y de manera maravillosa. ¿Pero que el rey no diga nada? Hasta algunas víctimas de ETA salieron diciendo que no se las utilizara. ¿Y el rey? Si no lo hace es porque sabe que son esos quienes le mantienen ahí. Está secuestrado.

¿Qué debe hacer, en su opinión, la izquierda política para no quedar atrapada en este final en descomposición?

Recuperar la sintonía con la izquierda social. Todo comenzó ahí, cuando se vieron todas las situaciones de emergencia en los servicios públicos, etc. Empezó con el Nunca Máis, con las Mareas… La gente comenzó a decir que no se les estaba haciendo caso y reclamaron su protagonismo. Ese fue el inicio de las mareas gallegas, de Podemos. Los partidos iban a ser motores auxiliares para que la gente fuera la protagonista. Porque es la izquierda social la que lucha, la que de verdad está inmersa en un proceso deconstituyente. La izquierda política ya ha entrado en el juego del régimen. Lo único que pueden hacer es sacar adelante lo suficiente para seguir alimentando la esperanza en la izquierda social. Tienen que ser muy decisivos, porque no les van a dejar mover ni un milímetro. El sabotaje será muy importante.

miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, es el más destacado dirigente de la izquierda nacionalista gallega. Profesor de economía en la Universidad de Santiago de Compostela, ha sido uno de los políticos más sólidos, imaginativos e independientes de las izquierdas durante la Transición política en el Reino de España.

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