Ecuador: dos caminos después del levantamiento
Raúl Zibechi
Desinformémonos
10 de febrero 2020
Pasados cuatro meses del magnífico levantamiento indígena y popular, que paralizó el país del 3 al 13 de octubre, puso contra las cuerdas al presidente Lenin Moreno y consiguió echar abajo el paquete de medidas inspiradas y dictadas por el FMI, el panorama político empieza a despejarse. Para bien y para mal.
Por el lado del poder, se están cerrando las chances abiertas en octubre. Buena prueba de ello son las compras masivas de material antidisturbios que está realizando el Ejército ecuatoriano, aunque parezca fuera de lugar. Se trata de cien mil bombas lacrimógenas, setenta mil cartuchos con balas de goma, mil escopetas para disparar esas balas y mil doscientas máscaras antigás.
El argumento de los uniformados para realizar semejantes adquisiciones, es bien simple: se trata de material para “operaciones contra disturbios, motines y contrainsurgencia porque permite disuadir a grupos de manifestantes que pretenden alterar el orden público” (). En síntesis, el poder considera que las manifestaciones populares deben ser tratadas con mano militar.
Para eso se propone formar más de 200 equipos de combate, integrados por 20 soldados cada uno, con un total de 4.000 militares antidisturbios para combatir lo que el ex director de Inteligencia militar denomina “terrorismo urbano y sedición”. Esa es la respuesta del gobierno de Lenin Moreno al levantamiento de octubre.
Por su parte, el movimiento popular sigue en su tarea de tender puentes entre sectores desde que se creó el Parlamento Indígena y de los Movimientos Sociales, en las postrimerías del levantamiento, más conocido como Parlamento de los Pueblos. Ahora coordina unos 200 movimientos y está sesionando en diversos lugares de la Amazonia recogiendo las opiniones de los habitantes de Loja, Zamora y Morona Santiago.
Uno de los temas centrales es el análisis colectivo del extractivismo, que en esa región se presenta en su vertiente de explotación de hidrocarburos y de minería a cielo abierto. Además se está socializando el programa económico que el parlamento había elaborado colectivamente el año pasado.
Jaime Vargas, presidente de la CONAIE, dijo que no habrá más diálogo con el gobierno de Lenin Moreno, luego de que la organización de los indígenas amazónicos denunciara que la sede de la Federación de Centros Shuar había sido atacada por cerca de 80 desconocidos que la saquearon y dejaron guardias heridos.
A mi modo de ver, la consolidación del Parlamento de los Pueblos sería la principal conquista estratégica de los indígenas y sectores populares del Ecuador, y a ella deberían consagrar sus principales esfuerzos. Es la única instancia que puede cambiar la relación de fuerzas a favor de los de abajo en el largo plazo.
Dentro del campo popular, vale registrar la creación del Parlamento Plurinacional de Mujeres y Organizaciones Feministas, que lanzó una fuerte crítica a declaraciones misóginas de Lenin Moreno, destacando que “el machismo, es histórico y estructural, no episódico” (https://bit.ly/3891mjM). El parlamento fue convocado por Ecuarunari, organización quichua de la sierra, en el que participan varias colectivas urbanas, movimientos de mujeres populares, afroecuatorianas y estudiantes.
El tercer aspecto a analizar, gira en torno a las dirigencias de los movimientos populares, tanto indígenas como sindicales, que se están volcando masivamente al escenario electoral. En efecto, el 28 de febrero de 2021 habrá elecciones presidenciales y los partidos y movimientos políticos de izquierda como Pachakutik y Unidad Popular, están buscando junto a las organizaciones sociales como la CONAIE y el FUT la creación de candidaturas.
El debate está centrado en los candidatos, mucho más que en las estrategias de largo aliento y en programas concretos. Por la experiencia del pasado inmediato, es muy difícil que consigan consensuar candidatos únicos. Pero lo más graves, es que se pretende llevar al terreno electoral todo el prestigio acumulado en las jornadas de octubre.
El movimiento indígena será el núcleo de cualquier confluencia electoral, pero las divisiones internas son enormes, tanto como los personalismos que se acentúan cuando se habla de candidaturas. Parafraseando una conocida sentencia, puede decirse que todo lo sólido que muestra el movimiento popular, se disuelve en las urnas.
Como señaló estos días una feminista, “esperamos que este proceso de Parlamentos pueda superar las fisuras de las elecciones que históricamente tenemos”.