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Chile, marzo, mes de transformación: De la movilización generalizada a la construcción por barrios.

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 13.02.20

El gobierno y la oposición han conseguido instalar un calendario institucional que intenta orientar las luchas en su terreno: todos en la batalla de si o no a la constituyente, por más o por menos constitución, si constitución por arriba o constitución por abajo.
El sindicalismo burocrático dirigidos por la CUT, Colegio de Profesores y No+AFP muestran la hilacha despegándose de los movimientos como el feminista, del agua y los secundarios, consiguiendo con ello confundir y dividir aún más las filas populares, siendo claro que entre los primeros se mueven los partidos que defienden la continuidad y entre los segundos los partidos que desde ópticas revolucionarias aspiran a la toma del poder del estado e instalar gobiernos centralizados como el de Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela.

Chile, marzo, mes de transformación:

De la movilización generalizada a la construcción por barrios.

 

El gobierno y la oposición han  conseguido instalar un calendario institucional que intenta orientar las luchas en su terreno: todos en la batalla de si o no a la constituyente, por más o por menos constitución, si constitución por arriba o constitución por abajo.

 

El sindicalismo burocrático dirigidos por la CUT, Colegio de Profesores y No+AFP muestran la hilacha despegándose de los movimientos como el feminista, del agua y los secundarios, consiguiendo con ello confundir y dividir aún más las filas populares, siendo claro que entre los primeros se mueven los partidos que defienden la continuidad y entre los segundos los partidos que desde ópticas revolucionarias aspiran a la toma del poder del estado e instalar gobiernos centralizados como el de Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela.

 

La mayoría de la población apoya las luchas sociales y participa en la explosión social sin inmiscuirse ni dejarse llevar por esas diferencias partidarias y más bien rechaza tanta pelea interna de diferentes izquierdas que cada vez queda más claro que no se van a unir y que sus apetitos de vanguardia van a destruir la fuerza propia del pueblo.

 

Es la fuerza popular la que constituye el paño de fondo de las movilizaciones de marzo, que cada uno moldea y titula a su manera, pero que todos saben que allí vamos todos sin falta pues no estamos dispuestos a echar pie atrás.

 

Pero después de marzo viene el 26 de abril con el plebiscito que dirá si o no a la nueva constitución y quienes la redactarán, si la mitad parlamentarios o si todos independientes. Eso quiere decir que nuestras movilizaciones se van a desinflar y quedarán como saludo a la bandera para ser llevados en masa por el año electoral que nos pondrá a todos a debatir si esto o aquello, si es redondo o cuadrado o si tiene pelos en la piel y nos caerá encima la lluvia de propaganda institucional a la que se sumará la prensa, las empresas, etc. y en medio de todo ello algunos seguirán llamando a las calles para ganar adeptos y reclutar nuevos militantes para las “nuevas estrategias”.

 

Por eso el sistema no parece preocupado y los milicos están guardados para situaciones más jodidas. Al sistema no le afecta que sigan las movilizaciones, en realidad no se les mueve un pelo, aunque está claro que los más agresivos están atacando cuarteles de policía y quemando buses, cosa que sólo puede dar resultado si se suma a ello el conjunto del pueblo, que es para eso que están guardados los milicos y bien preparados para aplastar una asonada como en Colombia, donde la movilización popular fue administrada por los sindicatos dirigidos por los partidos y las guerrillas llevan casi 60 años sin avanzar ni un milímetro, a diferencia de Ecuador donde la movilización popular fue seguida por la construcción de los parlamentos populares regionales que están organizando las formas del autogobierno por localidades y los milicos de allí se han quedado con las ganas.

 

De allí que en Chile no podemos seguir con el programa estatal de adecuaciones a sus procesos de recomponer las instituciones que están por el suelo, pero tampoco podemos seguir con movilizaciones a la espera de que caiga el gobierno, que está muy débil y sin apoyo en la población, pero con todo el apoyo de las instituciones, las empresas y los partidos que nos envuelven en sus luchas por el poder. Podemos y debemos seguir movilizados y apoyando en la calle las causas justas, pero eso no basta, pues los sectores de los partidos que se integran al sistema van a arrastrar una considerable cantidad de población ilusionada con la esperanza de ganar sin más esfuerzos que votar por ellos, los lindos que salvarán la patria.

 

Por eso hay que ganar a la población para que no apoye a quienes prometen el futuro esplendor de un gobierno de trabajadores, sino que aprenda a ser sujeto de su destino, administrador de su vida, sin delegar la soberanía popular en los vendedores de pomadas, sino quedándose con ella sin pasársela a los llamados “representantes del pueblo”, ejercer la soberanía popular en sus territorios, aprender a administrar el barrio desde los propios vecinos y vecinas desde la cotidianeidad de sus modos de vida y de relaciones de amistad, confianza y cariño.

 

Ante la estrategia sistémica de recomponer su estado en crisis, levantemos la estrategia de construir decenas, cientos y miles de barrios administrados por los propios vecinos. Cambiemos el mapa y la cartografía social de los territorios controlados por el estado chileno generando una vasta red de barrios y comunidades que transformen las municipalidades en municipios autónomos que se coordinen horizontalmente con la Alianza Territorial Mapuche y demás organizaciones de los pueblos originarios como el aimara,  rapa-nui y todos los que existen y puedan crear en conjunto una confederación democrática de naciones que sustituya y cumpla las funciones del antiguo estado –el caballo de Troya que nos dejaron los invasores europeos-, que ya podremos enviar al museo de la historia.

 

De allí que marzo es el mes de movilizaciones de todos nosotros en todas partes. Llenemos las plazas y calles de todos los territorios administrados por el estado chileno. Ocupemos todos los espacios y mostremos nuestro deseo del cambio apuntando la propaganda, carteles y dibujos hacia el barrio, que todos sepan que después de cada marcha está el barrio, pues si la caridad comienza por casa, entonces el cambio comienza en el barrio, de la casa y la familia al barrio y de los barrios a la comuna. Llevemos carteles que indiquen que la movilización continúa en cada barrio mediante la preparación  de los vecinos para administrar el barrio construyendo su autoorganización desde lo cotidiano.

 

Antes de salir a la primera movilización de marzo converse con dos o tres vecinos, o con su cabildo, asamblea o comunidad, seleccionen un lugar de reunión después de movilizarse y hagan propaganda invitando a salir a manifestar para luego reunirse y conocer la propuesta de administrar el barrio, que tendrá que ser simple para ir aunando voluntades y generando creatividad, pudiendo partir con temas sencillos como economía local y salud comunitaria. Puede solicitar gratuitamente el modelo flexible de economía y salud autónoma para el barrio en unlibre@gmail.com

 

Por un mes de marzo de movilización y construcción

A la calle!

Y después, al barrio!

 

unlibre@gmail.com


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