Itzel Silva Monroy es abogada litigante en Fundar de casos de defensa de tierra y territorio, incluyendo el juicio contra el Proyecto Hidroeléctrico Puebla 1 que aquí se menciona, y que es litigado junto con Diana Pérez, joven abogada del Consejo Tiyat Tlali.
Sin las mujeres, la defensa de la tierra y el territorio no sería posible. En mi experiencia de trabajo con comunidades indígenas, han sido sobre todo las mujeres quienes nos han mostrado el profundo arraigo y respeto al territorio, así como la conexión especial que mantienen con él; han sido ellas quienes de manera persistente buscan recuperar y mantener la memoria, las celebraciones tradicionales y todo aquello que fortalece su identidad. Han sido las mujeres las que más se han empeñado en que las tierras no sean vendidas a las empresas que llegan haciendo falsas promesas; son ellas quienes mantienen el más fuerte sentido de comunidad y de familia, por lo que la defensa que hacen de los bienes naturales es también por las generaciones futuras.
Algo que hace evidente este vínculo con el territorio es la defensa del agua, por ser uno de los elementos principales que mueve a las mujeres y las compromete con la defensa, no sólo por la importancia que tiene en su vida cotidiana, al seguir siendo las encargadas de los hogares y responsables del uso —en muchos casos suministro— del agua, sino por el valor real y simbólico que le reconocen para el desarrollo de la vida en el territorio. Casos como el de la lucha por el agua de las mujeres mazahuas, en el Estado de México, que conformaron el Ejército Zapatista de Mujeres en Defensa del Agua, o el de las mujeres de la colonia Ampliación Tres de Mayo, en Morelos, son muestra del compromiso de las mujeres por proteger ese elemento de vida en las comunidades.
En el caso contra el Proyecto Hidroeléctrico Puebla 1, litigado por Fundar y por el Consejo Tiyat Tlali en acompañamiento a tres comunidades totonacas de la Sierra Norte de Puebla, son también las voces de las mujeres quienes dan fuerza a la lucha por la vida. En el cauce del río Ajajalpan pretende construirse la hidroeléctrica que el Estado Mexicano autorizó mediante la emisión de una serie de permisos y cuya energía será destinada de manera exclusiva para el autoabastecimiento de empresas privadas, entre ellas Nueva Walmart de México, Vips y Suburbia.
Manuela, mujer perteneciente al pueblo tutunaku de la comunidad de San Mateo Tlacotepec, y quien con el resto de su comunidad es parte del litigio contra la hidroeléctrica, lleva incienso al río junto con su madre, y en su idioma, emocionada hasta llegar a las lágrimas, le habla al Ajajalpan:
“¡Agua, de ti es que vivimos!. Nosotros sólo somos pasajeros en esta vida, caminamos por ti, si no fuera por ti no tuviéramos vida. Nadie te puede destruir, nadie te puede llevar. Tú no eres de ayer, eres de hace muchos años. Tú le diste vida a nuestros antepasados. Nosotros caminamos hasta donde nos alcanza la vida, pero tú nunca te acabes porque este es tu lugar”.
Teresa, joven mujer también de San Mateo Tlacotepec, demuestra la valentía de las mujeres en la defensa del territorio y su convicción en la lucha:
“¡No vamos a permitir que otros se lleven nuestra agua, ni que se roben el territorio que nos dejaron nuestros antepasados!”.
Como ellas, son muchas las compañeras de las comunidades que resisten a diario y de manera directa la imposición de los megaproyectos; pero además, en la defensa del territorio participan otras mujeres a partir del trabajo que cada una ha elegido desarrollar. Así, en el litigio de los casos en concreto, son mujeres quienes lo realizan, abogadas convencidas de la exigencia de justicia cuando los derechos han sido violados; son mujeres quienes acompañan a las comunidades con trabajo de fortalecimiento comunitario, y mujeres investigadoras que con sus análisis aportan información útil para la defensa. Todas, de una u otra manera, están presentes.
El fuerte vínculo de las mujeres indígenas con el territorio es lo que las hace fuertes en su defensa y un pilar que las sostiene, por lo que es fundamental resaltar esa conexión, como lo es visibilizar y reconocer el papel que ellas y otras mujeres tienen en la lucha. Manuela, Teresa y cientos de mujeres defensoras del territorio defienden la tierra, pero sobre todo defienden la vida misma.
* Itzel Silva Monroy es abogada litigante en Fundar de casos de defensa de tierra y territorio, incluyendo el juicio contra el Proyecto Hidroeléctrico Puebla 1 que aquí se menciona, y que es litigado junto con Diana Pérez, joven abogada del Consejo Tiyat Tlali.