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El encierro pandémico

Posta Porteña :: 07.05.20

Es innegable que la izquierda parlamentaria, vive muy cómoda, con un discurso poco comprometido con los obreros, porque cada vez más se alejan de la cultura del trabajo productivo y carecen de vocación para una responsable toma del poder, por lo que no tienen ni deseos o ganas de instaurar la dictadura del proletariado y proceder en consecuencia, a la eliminación de la burguesía como clase, pero también la de vagos y mal entretenidos pequeños burgueses y lúmpenes.

EL ENCIERRO PANDÉMICO
Por Alejandro

Posta Porteña

06.MAY.20

Parece fuera de discusión que el virus COVID-19 fue creado por el hombre en un laboratorio y se les escapó. Aunque esto no fuera cierto y resultara una mutación de la naturaleza, el efecto es el mismo. Tampoco resulta relevante que el virus como cualquier otro mata mucha o poca gente, porque lo concreto es han aprovechado para mantener encerrada a la población del mundo.

A la vez tal encierro puede ser eficaz o por el contrario absolutamente anodino, lo real es que en forma fulminante, perdimos la libertad de locomoción, la de trabajar, la de enseñar y aprender, la de practicar libremente un culto, la de reunirse, la de ejercer el comercio, etc. Ahora la novedad, es que a cuenta gotas, nos irán dando de a poquito algunas de estas “libertades” suspendidas.

Aparece entonces como gran reivindicación política y motivo de lucha, recuperar las “libertades” democráticas y luego ir a casa a descansar.

Se hace necesario recordar algunas cosas que por obvias parecen olvidadas. Lo que la sociedad burguesa llama “libertades”, es un invento de mecanicistas analíticos, separa la cuestión por partes para impedir ver el todo, dado que la libertad es una sola. O se es libre o esclavo.

De la noche a la mañana algunos han descubierto, que las libertades democráticas otorgadas graciosamente por la burguesía liberal son una maravilla y que nos liberan de la opresión.

Peor aún, parecería que una constitución liberal y oligárquica debe ser restaurada a pleno porque nos permite gozar una vida casi aceptable o tal vez muy aceptable para muchos. Entonces cuando vuelvan a funcionar a pleno las libertades democráticas, los militantes “revolucionarios de izquierda” festejarán con algarabía el retorno al imperio del orden clasista imperante: el burgués. ¡Claro que será como siempre!

Unos pocos por ejemplo invocando la propiedad privada seguirán sacando su dinero –producto muchas veces de la corrupción o la usura- para depositarlo en bancos extranjeros aunque estén ocupando cargos en el gabinete económico, sean ministros, jueces o legisladores. Al mismo tiempo el salario de los trabajadores seguirá siendo injusto, y continuarán robándole la plusvalía, al par que para otros y a costa del Estado percibirán una remuneración escandalosa como los diputados tanto los de izquierda, como los del populismo o la derecha, también será privilegiada para jueces, directores del PAMI y otros organismos del Estado, y seguirá funcionando este capitalismo de estado con la carterización de la obra pública para los amigos.

La jubilación será paupérrima para la mayoría y escandalosamente privilegiada para pocos, al igual que con los niños donde amplios sectores tienen el derecho a un solo plato de comida al día y unos escasos a un festín sin límites.

Es claro que después de esta pandemia –supuesta o inventada- no está en el retorno a la democracia burguesa la solución de la lucha de clases, por eso fuimos advertidos.

El neo-feudalismo plutocrático

Dice un economista, “Si se me pregunta como veo la economía mundial, ya sea en los países de habla alemana, en los europeos o anglosajones, mi respuesta es clara “Bussines as usal!”( Negocios como siempre ). Con eso no me refiero a las atestadas mesas de carísimos restaurantes del distrito financiero de Nueva York, o a las bonificaciones concedidas más o menos en secreto a los directivos de todo el globo. Cierto es que la amplia cólera popular –absolutamente justificada- se enardece contra esa reiteración de la exhibición descarada de la opulencia. ¡Pero hay algo mucho más importante en juego! El auténtico escándalo tiene lugar en un plano totalmente diferente, a la luz del día, ante nuestros ojos, y nadie lo ve… Los fundamentos y representaciones legales de nuestra sociedad civil son quebrados abiertamente. Nos hemos alejado de la economía social de mercado y nos encontramos ante el capitalismo depredador de una nueva economía feudal. Lo que trato de dilucidar en este libro son los mecanismos de esta nueva sociedad feudal…”

Más adelante propone que “frente a la amenaza que pende sobre nosotros, los ciudadanos, pequeños empresarios, defensores del medio ambiente y socialista democráticos o demócratas sociales debemos cerrar filas, ya que los fundamentos del derecho en los que nos hemos educado se ven socavados a fondo por los funcionarios de un nuevo orden económico y social sometido a los intereses de las grandes empresas, de los políticos y de los grupos de presión…”

Y adelantándose a la pandemia afirma: “Todavía está por llegar la auténtica crisis, no sólo económica sino política, educativa, sanitaria y social en general, a la que puede dar lugar el virus de la desinformación…”porque en nuestra sociedad hay determinadas fuerzas muy interesadas en convertir la información en desinformación ¡No vivimos en una sociedad de la información, sino en una sociedad de desinformación!”

Con una forma muy ilustrativa, enseña este autor “En un arroyo transparente, un pez acosado siempre puede eludir el anzuelo, pero en aguas revueltas se pesca más fácil, como saben no sólo los pescadores aficionados, sino también los gerifaltes poderosos y dominantes. Desfigurar, dar datos falsos, minimizar las circunstancias agravantes con mensajes positivos pero inanes, desorientar deliberadamente, soliviantar o aturdir, exagerar…todo eso pertenece al repertorio de la desinformación y en nuestra sociedad es, desde hace mucho, más que corriente. En una democracia real los políticos tendrían que ocuparse de que el agua esté medianamente limpia y clara…”

“Sin querer adelantarme demasiado, -dice- avanzaré no obstante con uno de mis temores: que de hecho con el capitalismo actual, nos hallamos más cerca de lo que piensa la mayoría del “estado natural” descripto por Hobbes y que más bien nos hemos alejado, no sólo de las ideas socialdemócratas sobre la igualdad de oportunidades, el estado de derecho y la sostenibilidad sino de las democracias a secas…” Es decir ¡el hombre es lobo para el hombre!

“El mercado es hoy en muchos sentidos un espacio propicio para saqueos de todo tipo, dominado por los más fuertes y los más rápidos…” “En la sociedad feudal, caracterizada por una economía agraria, las riquezas eran propiedad de unos pocos y la gran mayoría de la población estaba sometida económica, social y políticamente a esa minoría de poderosos, lo mismo sucede hoy de nuevo; observándose una gran desproporción entre el poder de los grandes consorcios y el de los consumidores, de modo que el supuesto equilibrio entre las fuerzas del mercado no es más que una ilusión…” ”Las empresas –especialmente los grandes consorcios multinacionales, que disponen de bienes por valor de decenas de miles de millones de dólares- van ampliando su influencia. Ya son tan fuertes que el Estado no puede hacer nada contra ellas. Ya no es ni siquiera posible una regulación. Leyes enteras son escritas por los grupos de presión o por despachos de abogados contratados por ellos, y del mismo modo que en la Edad Media un príncipe ampliaba sus dominios –incluyendo siervos, campesinos, comerciantes y artesanos- haciendo la guerra a los demás o mediante hábiles políticas matrimoniales, hoy se practica mediante las “adquisiciones hostiles” o “fusiones o absorciones” más refinadas, un neofeudalismo que no se ve frenado por ningún tipo de valores civiles o democráticos”. Frente a esto y si no hay freno institucional, para el moderno feudalismo me pregunto ¿para qué sirven las instituciones burguesas y el elevado costo que ocasionan los políticos?

“…El tipo de liberalismo que se basa en la suposición de que los intereses individuales y comunes siempre se ajustan mutuamente por desgracia ha fracasado. Las consecuencias del cuidado desmedido de los intereses privados y propios sin respeto del bien común son muy claras”.

El autor mencionado es Max Otte, de filiación liberal, (-“soy liberal a carta cabal”- reconoce) Doctorado en Princenton, actualmente es profesor de Ciencia Aplicadas de Worms. En el 2006 publicó un interesante libro con el que alcanzó fama internacional, titulado “¡Que viene la crisis!”, donde profetizó el derrumbe financiero mundial. En el 2010 lanzó otra obra “El crash de la información”, donde sacamos las anteriores cita.

¿Es necesario que un liberal venga a explicarnos que las instituciones de la burguesía NO sirven? ¿La izquierda argentina y latinoamericana  en general y la parlamentaria en particular claman por el retorno al armazón jurídico político de este neofeudalismo de los banqueros?

Supuestamente la izquierda, marxista leninista, trotskista y demás , debería tener como destino la destrucción de la sociedad burguesa y remplazarla en una primera etapa por la dictadura del proletariado, con el fin de eliminar a las clases enemigas. Para ello necesita TOMAR EL PODER POR ASALTO.

Para asaltar el poder, es necesario ver si están dadas las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas

Pues bien, sin lugar a dudas las condiciones objetivas ocurridas en estos momentos, son maravillosas y difícilmente vuelvan a repetirse hasta dentro de cien años. Como una fruta madura el poder burgués está listo para caer del árbol.

Lo que hace falta es que el proletariado reúna las condiciones subjetivas. Es decir el partido revolucionario del proletariado, el Estado Mayor que nos conduzca con su hegemonía clasista, hacia una nueva sociedad para vivir en auténtica libertad y justicia social. Pero si el partido no existe, ni tiene el proletariado un Estado Mayor ni una estrategia, es innegable que no se puede tomar por asalto al poder, ni ahora ni en el próximo siglo.

Llegado a este punto debemos hacernos algunas preguntas ¿Por qué no existe el partido de la vanguardia del proletariado? Innegablemente no existe porque se tomó el camino equivocado del parlamentarismo reformista y no el de la proletarización.

¿Qué han logrado reformar? ¿Cuál es la estrategia para el asalto al poder?

 ¿Es acaso reclamar las banderas del Partido Demócrata de EEUU y sus banqueros? Tales como, droga libre, aborto gratuito, casamiento entre homosexuales, incorporar el idioma inclusivo para que “todes” se sientan no discriminados, instalar un solo baño sin distinción de sexos? ¿Es acaso el camino a la revolución, peticionar subsidios para los lúmpenes, tal como impusieron en Londres los conservadores británicos en 1780?

Reivindicaciones todas ellas que al parecer se han convertido en las banderas esenciales de los que se dicen representar los intereses de clase proletaria. Si este es el camino y aunque usen alguna remera con la cara del Che, o con una estrella roja, no parece que conduzca a ninguna toma de poder. No pueden argumentar tampoco y a estas alturas, que están empeñados en un desgaste del poder como planteaba Gramsci. El poder acaba de colapsar.

Entonces y repito ¿Cuál es la estrategia?

¿Será tal vez oportuno aprovechar favorables condiciones objetivas con alzamientos insurreccionales como “El Cordobazo”, “El Vivorazo”, “El Rosariazo” o “El Correntinazo”?¿Será quizás levantamientos armados como las protagonizados por Hipólito Irigoyen o el play boy Marcelo Torcuato de Alvear? ¿Es que los radicales de principios del 1900 tenían más vocación revolucionaria que la izquierda parlamentaria y sus otros aliados? ¿Querrán a lo mejor proponer una huelga por tiempo indeterminado para paralizar al país? ¡No!!

 Es cierto, ahora recuerdo que eso lo está haciendo el gobierno populista al cual ellos siguen mansamente, en virtud a la cuarentena sanitaria. Creo que es hora de dejar de llamarlos militantes de izquierda y pasen a denominarse progresistas del Partido Demócrata y sus banqueros malthusianos, que es a quienes hacen progresar.

 Es innegable que la izquierda parlamentaria, vive muy cómoda, con un discurso poco comprometido con los obreros, porque cada vez más se alejan de la cultura del trabajo productivo y carecen de vocación para una responsable toma del poder, por lo que no tienen ni deseos o ganas de instaurar la dictadura del proletariado y proceder en consecuencia, a la eliminación de la burguesía como clase, pero también la de vagos y mal entretenidos pequeños burgueses y lúmpenes.

Estos supuestos revolucionarios tampoco puede ser considerados opositores dentro del sistema, como lo fue con más éxito el legislador socialista democrático y utópico Alfredo Palacios, más bien son seguidores falderos del populismo.

Por el contrario, se los reconoce como diletantes, que llevan al pueblo –eso sí, bancarizado- a una mejor obediencia y a la sumisión del moderno feudalismo oligarca-financiero. Pero lo más grave es que por su nefasto transitar no experimentan rubor ni sienten vergüenza

No veo pues en el retorno a las libertades democráticas, ninguna herramienta de liberación, ni mucho menos funcional a un proceso revolucionario, si aparece nítidamente una reformulación de la opresión al pueblo trabajador ¡tratemos de no ser cómplices de la plutocracia!

Alejandro -  5 mayo 2020


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