El arte y la cultura están atrapados por las relaciones mercantiles y algunos sobreviven haciendo negocio virtual. Es hora de redefinir el arte y la cultura partiendo de los nuevos sujetos sociales autónomos en comunidades, barrios, poblaciones y pueblos de tradición agraria.
Teatros y salas de conciertos cerrados, festivales pospuestos incluso a 2021 y proyectos detenidos e inacabados. La poco halagüeña situación actual ha hecho que miles de profesionales del sector cultural paren de manera abrupta su actividad con unas pérdidas económicas que ascenderán a cientos de millones de euros.
En el último balcón de un edificio ruge la voz inconfundible de Camarón: “El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos (…)”. Metafóricamente puede definir el momento de incertidumbre y de encierro que se experimenta desde hace semanas, como si el tiempo (esa variable física tan relativa) fuera una ensoñación cíclica. El artista es conocido, un cantaor irrepetible; el disco también, La leyenda del tiempo es un hito en la historia de la música; Así que pasen cinco años, la obra de teatro de la que el músico recogió esos versos quizá no es de las más conocidas de Federico García Lorca pero tiene cierta notoriedad. La Cultura —con C mayúscula y c minúscula— hace que el confinamiento sea más pasajero, como para ese o esa desde cuyo balcón se fuga la voz del de la Isla, pero la industria cultural en todas sus facetas ha sufrido un golpe bajo en su línea de flotación.
“El brote de coronavirus ha conllevado cambios en todos los sectores de la población y de la sociedad. Teniendo en cuenta que la cultura no se considera de primera necesidad, sino algo lúdico y de entretenimiento, la industria musical y de la cultura será la más afectada, sin duda”, afirma Kiko Salinas de The Borderline Music, agencia de prensa, imagen y comunicación especializada en la industria musical con más de 18 años de experiencia.
Este parón de salas, circuitos, festivales, fiestas de pueblos, es un mazazo para músicos de todo tipo, técnicos, organizadores y gentes que viven por, para y de la música en general. Las pérdidas derivadas de la inactividad se prevén cuantiosas. “El impacto económico que supone la celebración de un festival en una provincia es importante. Festivales en los que hemos trabajado en un determinado momento congregaron 50.000 personas en un fin de semana; en otros festivales en Almería había un tránsito con más de 10.000 personas diarias. Claramente también genera un impacto en la economía de la ciudad. Es lo que llamamos “Turismo de Festival”, explica Salinas.
“Cancelar eventos tan grandes no es fácil. Escucho mucho aplazamiento de festivales a septiembre y octubre, pero solo hay que mirar las noticias para comprender que será muy improbable estar listo para esa fecha. Comparto la decisión que han tomado varios festivales con la cual colaboramos de aplazar hasta el 2021; esto nos permite hacer con calma los carteles y ver el desarrollo de la situación. Independientemente al fin del confinamiento y al estado de Alarma, deberemos esperar un tiempo para volver a los eventos que estábamos acostumbrados. Supongo que tendremos que empezar gradualmente. Mientras se solucionen las condiciones para poderse llevar un festival con todas las garantías que requieren a nivel de seguridad, se pueden beneficiar otros conciertos de pequeños formatos, fomentando lo que antiguamente eran las giras de sala. Algo que se ha perdido hace años ya, independientemente de la pandemia actual”, añade.
A pesar de las pérdidas para el sector y que cada uno de forma individual experimenta de una manera u otra, muchos son los músicos que desde el encierro del confinamiento siguen con su labor. “La promoción musical evidentemente ha tenido un parón de trabajo como toda la industria, pero a pesar de ello, los grupos y/o artistas intentan dar a conocer sus propuestas, avanzar nuevos singles y videoclips para generar interés y seguir dando visibilidad a su proyecto. Creo que esto puede ser un buen momento para trabajar en lanzamiento discográfico tanto físico como digital, pero teniendo una estrategia”, agrega.
“Nadie puede abrir semillas en el corazón del Sueño (…)”, continúa el bramido de Camarón desde el balcón. Tan surrealista puede considerarse la actual coyuntura como Así que pasen cinco años, la obra imposible de Federico García Lorca de la que recogió versos para su disco el genio de San Fernando. El teatro y sus profesionales, acostumbrados a la supervivencia y a luchar como un David a contraluz contra la figura de un Goliat desdibujado, de igual manera se han visto afectados: “A nivel profesional, por el corte que tenemos quienes trabajamos en el mundo del arte, aprovechamos todo, somos recolectores de experiencias. Es un momento de rescatar proyectos paralizados, la edición y montaje de cosas que no se hacían por falta de tiempo, para pararse y pensar. Es la parte positiva del parón, no tener prisas, sin el estrés cotidiano. Llevo bien el encierro, lo he hablado también con otros compañeros, y, salvando por supuesto, la preocupación económica, a nivel artístico está siendo cojonudo. Para la creación, para buscarse, encontrarse…” explica Cristina Carrascosa, actriz, productora (La Frutera Producciones), regidora, performer y profesora de teatro, entre otras facetas, siempre vinculadas al mundo de la cultura y las artes escénicas en Granada.
“Lo negativo: quien vive exclusivamente de bolos a actuaciones no tiene ningún tipo de ayuda complementaria. Al dar clases me salvo de esta situación. Igualmente, en mi caso, los bolos y los ingresos extras son en verano, y es algo que mejor no pensarlo. De una manera o de otra, el sector y los compañeros lo vamos a sufrir de aquí a más de un año, hasta recuperar el punto donde estábamos, los festivales, bolos apalabrados, la cartelera, la programación, si las salas más pequeñas o alternativas tendrán ayudas. Estamos pensando en el fin del confinamiento y claro que hay una preocupación, pero es un sector que siempre ha sido un superviviente”, añade.
Durante este periodo son muchas las compañías y proyectos teatrales que han tratado de seguir a flote, subiendo obras grabadas a sus plataformas, con charlas, talleres, y encuentros virtuales, pero el teatro es una disciplina artística donde la presencialidad forma parte de su idiosincrasia.
Cristina Carrascosa, que atiende a El Salto en su casa antes de la ejecución de su proyecto Raro arte performance junto a Alberto Ysasi, en el festival MUCHO de performance virtual en Instagram con artistas de varios puntos de la geografía española, responde a si las instituciones deberían hacer algo para paliar la situación: “No creo que haya que establecer medidas después del coronavirus, es que simplemente hay que tener medidas y punto: que haya salas municipales que tengan un programador y una cartelera en condiciones; programaciones coherentes y de calidad; que se den los cachés que se deben dar, subvenciones, facilidad a la hora de pedir becas y una información accesible”.
“Parece que hay un paquete de medidas previsto, pero del dicho al hecho es enorme el camino, hay muchos intermediarios para las ayudas. Supongo que de Despeñaperros para arriba funciona todo muy diferente. A Andalucía no llega nada y si llega es a Sevilla o como mucho a Málaga, en Andalucía oriental hay mucho movimiento artístico, pero apenas se reciben apoyos. En la mayoría de festivales son las compañías las que asumen todo, como mucho alguna cesión pequeña del Ayuntamiento. Las grandes subvenciones, o tienes un gran equipo de gestión, o es muy difícil y por eso son muy pocas las que reciben ayudas cuantiosas. Tengo esperanza en el nivel artístico y vital pero no en lo económico, nunca se ha hecho. No tengo claro si una renta básica universal serviría a este sector, pero seguramente sería un principio”, agrega Cristina Carrascosa.
El primer acto de Así que pasen cinco años se desarrolla en una biblioteca, cerradas durante el estado de alarma. Esos templos que atesoran el saber han perdido uno de sus objetivos durante el confinamiento, pero sus primos y hermanos constituidos como negocios aguantan estoicamente el tsunami en forma de enfermedad. Así explica su situación Lucía Fernández, dueña de la pequeña librería Ovni Bazar Bizarro, en pleno centro de Granada: “El impacto sobre todo es económico y social. Normalmente los pequeños comercios vamos muy al día, pagamos impuestos, alquileres, suministros y material con lo mismo que recogimos en el día a día. Y social porque, además de comercios, somos espacios de cultura, de diversidad y de creación. Este parón nos lleva a frenar todas esas iniciativas que sirven de apoyo a artistas y creadores emergentes a los que damos cabida, voz y un lugar. Perdemos los encuentros de clubes de lecturas, exposiciones, debates, charlas, firmas, encuentros e intercambio”.
Preguntada por si esta crisis aumentará el escalón entre multinacionales del libro y pequeñas librerías Fernández afirma con rotundidad: “Por supuestísimo, en todas las crisis siempre pierden los pobres, en las crisis la banca siempre gana. No quiero saber la de librerías pequeñitas que caerán por el camino, o pequeñas tiendas que sólo le faltaba una gota para ahogarse definitivamente. Preveo que como consecuencia habrá cierres, endeudamiento y malvivir durante más tiempo”.
“En cuanto a las ayudas, no se han asignado de manera directa fondos al sector editorial ni a las librerías. Hay ayudas para los autónomos, pero ponen tantas condiciones que dudo de llegar a beneficiarme de esto. Mi verdadera ayuda para empezar va a ser el endeudamiento, pediré un préstamo ICO esperando que los bancos no intenten aprovecharse de la situación. En realidad, eso es lo que harán la mayor parte de los comerciantes que conozco en situaciones similares. De hecho, aunque reciban las ayudas destinadas a los autónomos, es muy improbable cubrir las pérdidas de dos meses de trabajo”, añade Lucía Fernández.
“La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno…”, el rugido de Camarón de repente pasa al de otra fiera del flamenco, la voz de Enrique Morente sustituye a la del de San Fernando en el balcón. La lista musical que continúa con la inspiración lorquiana (en este caso a Poeta en Nueva York) inunda la parte alta del edificio.
Y en Nueva York hay un grafiti de Federico García Lorca realizado por el artista plástico El Niño de las Pinturas, el conocido grafitero granadino que atiende a El Salto en su casa/taller: “Venía en un proceso de meterme un poco a trabajar en el taller, embaucado en los cuadros, sin abandonar nunca la calle que es lo que me atrapa. El tema de los cuadros me ha ofrecido a estas alturas de la vida otra visión de algo que llevo haciendo mucho tiempo, y me interesa mucho sobre todo a nivel técnico. Estoy a gusto a nivel personal porque sigo pintando, pero a nivel profesional es todo más complejo; había ciertos trabajos que ya teníamos preparados que no se van a hacer y muchos proyectos para ir por la ciudad que tampoco”.
Preguntado por sus trabajos, El Niño de las Pinturas explica que “prácticamente todo se ha parado. En un principio se pensaba de algo a corto plazo, pero de repente se han ido cayendo cosas que son en meses. Y depende mucho del proyecto cuando se pueda retomar. Más que el problema que puede suponer el que una persona vaya a pintar al lugar, es el perfil del proyecto.”
“Teníamos uno en un colegio con chavales, otro era un trabajo con hoteles vinculado al turismo. Antes de que empezara el confinamiento, había pintado una segunda estructura para el Teatro La Abadía, para mandarla a una gira internacional y también esto se tuvo que cancelar; imagino que este tipo de compañías con mucha inversión previa se han visto muy afectados. Por otro lado, mis problemas son que no he cobrado algunos de los proyectos ya realizados y que hay que pagar facturas e impuestos”, detalla.
El Niño de las Pinturas: “No he cobrado algunos de los proyectos ya realizados y hay que pagar facturas e impuestos”
Además de dedicarse a la creación plástica, el artista granadino se involucró en algunas de las iniciativas solidarias surgida frente al confinamiento. Entre ellas, una subasta cuya recaudación iría destinada al banco de alimentos de Andalucía y otra a favor del banco de alimentos de Granada. Como él, artistas que se dedican al arte urbano, han seguido creando y buscando plataformas virtuales para seguir en activo en estos días de cuarentena.
Y es que el mundo de la cultura ha acompañado desde sus múltiples facetas a la ciudadanía, haciendo más llevadero el encierro. Pero el sector se ha visto fuertemente azotado y abandonado. Han sido muchos los reclamos desde diferentes sectores que exigen políticas y medidas focalizadas para no hundirse de forma definitiva.
“Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes/Como recién salidas de un naufragio de sangre/ La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno/ La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras(…)” dice Morente mientras su voz se apaga en el balcón una tarde cualquiera de encierro por coronavirus.