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Brigada Callejera

Raúl Zibechi :: 14.05.20

Hay colectivos humanos imprescindibles. Absolutamente imprescindibles. Porque sin ellos, la vida sería menos, mucho menos. Sin esas personas que ponen el cuerpo y se juegan por las otras, la vida en general, las vidas de las y los de abajo, en particular, sería más áspera de lo que ya es.

Brigada Callejera  

Raúl Zibechi

Desinformémonos

11 mayo 2020

 

(En memoria de Jaime Montejo)

Hay colectivos humanos imprescindibles. Absolutamente imprescindibles. Porque sin ellos, la vida sería menos, mucho menos. Sin esas personas que ponen el cuerpo y se juegan por las otras, la vida en general, las vidas de las y los de abajo, en particular, sería más áspera de lo que ya es.

Brigada Callejera es una de esos colectivos. Formado por seres comunes, como Jaime Montejo y Elvira Madrid, han sido capaces de algo extraordinario, totalmente fuera de lo común: transitar desde la aulas universitarias hasta las calles, arropando con cuerpo y alma a las marginadas, las trabajadoras sexuales de México.

En ese andar hacia el llano, dejaron todo; no sólo sus comodidades materiales, que ya impresiona, sino todo, todo, todo. Sus cuerpos, su salud, su bienestar emocional, esa forma de vida que el sistema coloca como el bien más elevado. ¿Existe acaso algo más conmovedor que aquellos y aquellas que hipotecan su vida, no en un ademán heroico definitivo, sino en pequeños gestos cotidianos, persistentes, durante más de 25 años?

En ese descenso hacia el amor, compartir su vida con las trabajadoras sexuales ha sido parte de una militancia tan guerrera como silenciosa. Emociona verlos trabajando en la clínica del centro de la Ciudad de México, rodeados de mujeres pobres, cuerpos tatuados por la violencia de policías y padrotes, ambos servidores del sistema.

Un sistema al que nunca temieron y al que siempre desafiaron de forma consecuente, sin discursos altisonantes, quizá porque aprendieron de las mujeres de las calles que las tácticas de guerra se hacen, no se parlotean ni se disertan con soberbia.

Las varias veces que tuve el privilegio de encontrarme con Jaime y Elvira, caminaban rumbo a aquellos espacios donde las trabajadoras sexuales desafiaban poderes infinitamente superiores, haciendo suyo el dolor de personas que, a veces, ni siquiera conocían, pero reconocían como dolor y angustia.

Hoy, a la distancia, siento que su vida es una pedagogía de rebeldía y consecuencia. Pero sobre todo de amor. Mientras las políticas sociales estatales se limitan a pasarle algunas migajas a las personas desamparadas, las gentes de Brigada Callejera comparten abrazos, cariño, ternura; porque lo que mata es, ante todo, la soledad y el abandono, antes incluso que los asesinos de uniforme y los virus del capital.

Desde el 5 de abril el mundo de las y los de abajo está más solo. Te echa de manos. Quiero que sepas, queremos que sepas, Jaime, que tu vida es un ejemplo de dignidad y consecuencia. Por eso tu recuerdo no es memoria, tu vida no es ejemplo pasado. Es luz que alumbra esta noche en la que estamos perdidos. Es el tibio amanecer que anuncia la calidez del mundo nuevo.

 


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