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La universidad en casa desde la filosofía de Edgar Morin

Ramón Eduardo Azócar Añez :: 16.05.20

Un buen profesor en Venezuela dedica sus reflexiones actuales a la teoría de la complejidad de Edgar Morin con bastante acierto.
Nosotros sólo agregaríamos que nos parece adecuado combinar con las reflexiones de Ranciere sobre el Maestro Ignorante y las experiencias práctico-vivenciales de las autonomías comunitarias, como los zapatistas y los kurdos.

 

Alquimia política

La universidad en casa desde la filosofía de Edgar Morin

DEDICO: A los docentes de la UNELLEZ, que han asumido

con estoicismo y vocación, darle prosecución a la actividad

académica en tiempos de pandemia…

 

La llegada del coronavirus al mundo planetario (ese civilizado que tiene instituciones y escuelas), trajo consigo un cambio radical de nuestros hábitos de vida. Desde la acción expresiva y cariñosa de los europeos ibéricos, hasta los espontáneos y expresivos habitantes del continente Americano. Cambiaron los hábitos pero no así la vida; la vida ha tenido que desdoblarse y ampliar sus horizontes. Uno de los efectos colaterales de esta pandemia mundial (desde comienzos de marzo del 2020 inició el calvario), ha sido la prosecución escolar en todos los niveles del Sistema Educativo. Por primera vez se recurrió a la idea de llevar a la aplicación aquellos siete saberes de la Educación del Futuro que en 1999, propusiera el pensamiento de Edgar Morin, auspiciado por las Naciones Unidas. La idea de Morin, iba orientada, antes que nada, a abrir los “ojos” ante el proceso educativo que cure la ceguera del conocimiento, con el argumento de que el conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión, por ello se hace un conocimiento humano que fortalezca su fragilidad y que no esté expuesto a las alucinaciones propias de quienes manipulan el saber para presentarse como las autoridades del mismo; Morin, nos advierte de eliminar los errores de percepción o de juicio que terminan por distorsionar cultura, y crea condiciones para construir hábitos de estudio arropados por el conformismo, y la falta de un criterio de búsqueda de la verdad, cuando los nuevos tiempos nos exigen enseñarles a las nuevas generaciones a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por ellas.

Otro paradigma que vino a imponerse, en este proceso de cambio radical de los hábitos del mundo planetario, fue que los Sistemas Educativos asumieran la responsabilidad no solamente de una educación para todos, sin exclusión, sino una educación que garantice el conocimiento pertinente. La educación, expresa Morin, debe promover una inteligencia general apta, la cual es aquella que se da en un contexto global, multidimensional y de interacción compleja, construyendo los conocimientos existentes y de la crítica de los mismos; en este punto, Morin introduce una pertinente distinción entre la racionalización (construcción mental que solamente atiende a lo general) y la racionalidad, que atiende simultáneamente a lo general y a lo particular.

Es bajo estos términos de Morin que esa educación que despierte la búsqueda de saberes verdaderos le toca enfrentarse con lo que debería ser el verdadero aprendizaje de los seres humanos: la condición humana. Se hace necesario que los seres humanos reconozcan su humanidad común y la diversidad cultural inherente a esa humanidad; conocer el ser humano es situarlo en el universo y separarlo de él.

En este sentido, el conocimiento humano es y se desarrolla en bucles: cerebro- mente- cultura; razón — afecto — impulso; individuo — sociedad —especie. Esto significa comprender al hombre como conjunto de todos estos bucles y a la humanidad como una y diversa; la educación debe mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos en el Planeta.

Por otro lado, Morin suma a esa condición humana, la necesidad de enseñar la identidad terrenal, es decir, reconocer la naturaleza del planeta y su vinculación con la vida y con las acciones que el hombre hace en esa vida; acuña Morin el término Patria, el incluye referencias afectivas tanto paternales como maternales; se le debe dar importancia al bucles: paterno- materno- filial, a escala planetaria como extensión de una gran conciencia antropológica, ecológica, cívica y espiritual.

Al lograrse modelar esa la idea de humanidad y de la Tierra como expresión planetaria amalgamada a través del sentimiento de identidad Patrio, es necesario enseñar a las nuevas generaciones a defender su condición humana y su identidad planetaria, ante inmensas incertidumbres sobre la validez del conocimiento; como expresa el propio Morin: “…existen algunos núcleos de certeza, pero son muy reducidos. Navegamos en un océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certezas, no viceversa”.

Entendida la incertidumbre como un camino sombrío que se debe pasar y superar, se llega a una nueva necesidad de enseñanza para la humanidad: enseñar la comprensión. La educación tiene que abordar su necesidad de comprender los saberes de manera directa, desde la base de dos sentidos: 1.- la comprensión interpersonal e intergrupal y 2.- la comprensión a escala planetaria. Para llegar a la comprensión es fundamental desaprender cosas, sobre todo las que año a año en la prosecución de los Sistemas Educativos del mundo capitalista salvaje, se ha encargado en fijar y hasta pulir en la conciencia de las gentes: el egoísmo, el etnocentrismo y la percepción socio centrista de los valores políticos, económicos, sociales y culturales; enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano a una o varias de sus cualidades que son múltiples y complejas.

Y una vez que el ser humano ha aprendido las estrategias para comprender su razón de ser en el Universo y en el Planeta Tierra, es indispensable fijarles valores, principios y nuevos hábitos de conducta hacia sus semejantes, la sociedad y las instituciones activas en esa sociedad. Es un saber de la ética del género humano que implica el bucle individuo-sociedad, donde aparece el deber ético de enseñar la democracia, los consensos y la aceptación de reglas de juego político que respeten al ciudadano desde la esencia de su modo de pensar y expresarse.

En estos días de reflexión planetaria, específicamente en una entrevista concedida al Le Monde, Morin ha dejado su cotidiana vida de ermitaño de biblioteca, para expresar algunas palabras con respecto a esta época de pandemia que exige el uso de un modelo educativo que esté más afianzado con el ser humano y con sus necesidades de aprendizaje. Morin y su compañera de vida, la socióloga Sabah Abouessalam, viven la cuarentena social voluntaria a causa de la contingencia sanitaria del covid-19, en la rue Jean-Jaques Russeau de Montpellier, en un apartamento de planta baja, atendiendo entrevistas a la prensa, la radio o la televisión, a través del Skype, u otras plataformas de las redes sociales.

Según Morin, lo que está sucediendo es algo inesperado, pero que estaba entre las posibilidades de la incertidumbre, porque el hecho de que la “…tragedia que el pensamiento fragmentario y reduccionista rija de manera suprema en nuestra civilización y prevalezca en las decisiones en materia política y económica…En mi opinión, las carencias de la forma de pensar, aunadas a la hegemonía incuestionable de una sed desenfrenada de lucro, son responsables de innumerables desastres humanos, incluidos los que ocurrieron a partir de febrero de 2020…Los conocimientos se multiplican de una manera exponencial, de golpe, desbordan nuestra capacidad de asimilación, y sobre todo lanzan el desafío de la complejidad: cómo confrontar, seleccionar, organizar esos conocimientos de manera adecuada al momento de conectarlos y de integrar la incertidumbre. Para mí, esto revela una vez más la carencia del modo de conocer que se nos ha inculcado, que nos hace fragmentar lo que es indivisible y reducir a un solo elemento aquello que conforma una unidad integral que es a la vez diversa. En efecto, la revelación fulminante de los trastornos a los que estamos sometidos es que todo aquello que parecía separado está unido, porque una catástrofe sanitaria se vuelve una catástrofe en cadena que afecta la totalidad de todo lo que es humano”.

En cuanto a la situación de aislamiento en la cual el hombre se ve urgido de asumir para garantizar su supervivencia, Morin expresa que la “…cuarentena se vuelve más llevadera, a pesar de todo, si empiezas por tener claro que hay personas que no se pueden quedar en casa porque no tienen casa. Que hay muchas más que no pueden trabajar en casa porque su trabajo es forzosamente presencial y, además, si no trabajan hoy, no comen mañana. La pandemia deja al desnudo nuestra realidad. La cuarentena en este contexto es más un privilegio que una imposición”.

Ahora bien, este tiempo de cuarentena y de aislamiento social traerá consigo implicaciones en el vivir cotidiano en la era global: “Espero que la excepcional y mortífera epidemia que vivimos deje en nosotros la conciencia no solamente de que estamos siendo arrastrados al interior de la increíble aventura de la humanidad, sino que también vivimos en un mundo a la vez incierto y trágico. La convicción de que la libre concurrencia y el crecimiento económico son panaceas sociales atenúa la noción trágica de la historia humana que ahora se ha visto agravada…La epidemia mundial del virus ha desencadenado y, para nosotros, agravado terriblemente una crisis sanitaria que ha provocado un confinamiento asfixiante de la economía, transformando un modo de vida extrovertido, volcado hacia el exterior, en uno introvertido, al interior de la casa, y ha puesto a la globalización en una crisis violenta. La globalización había creado una interdependencia, pero sin que ésta estuviera acompañada de solidaridad”.

Ahora bien, se pregunta Morin: ¿qué quedará en nosotros, los ciudadanos, y qué quedará en las autoridades públicas de la experiencia del confinamiento? ¿Tan sólo una parte? ¿Todo será olvidado, minimizado o folclorizado? ¿La salida del confinamiento será el fin de la mega-crisis o su agravación? ¿Boom o depresión? ¿Enorme crisis económica? ¿Crisis alimentaria mundial? ¿Repunte de la globalización o repliegue a la autonomía nacionalista? ¿Tras la sacudida, el neoliberalismo retomará sus órdenes de compra? ¿Las grandes naciones buscarán imponerse más que en el pasado? Los conflictos armados, más o menos atenuados por la crisis, ¿se intensificarán? ¿Se impulsará un fondo internacional para la cooperación? ¿Habrá un progreso político, económico y social, como después de la Segunda Guerra Mundial?…” Preguntas que solamente el tiempo, asegura Morin, podrán ir respondiéndose y quizás de esas respuestas surjan un centenar de nuevas preguntas más.

Morin es preciso en su percepción del mundo volátil actual: “…No se puede saber si, después del confinamiento, las conductas e ideas innovadoras se mantendrán con su impulso, revolucionarán la política y la economía, o el orden se restablecerá después de la sacudida. Podemos tener el gran temor de la regresión generalizada que ya se llevaba a cabo durante los primeros veinte años de este siglo (crisis de la democracia, triunfo de la corrupción y la demagogia, regímenes neo-autoritarios, iniciativas nacionalistas, xenófobas, racistas). Todas estas regresiones (y en el mejor de los escenarios, estancamiento) son probables en tanto que no aparezca la nueva vía política-ecológica-económico-social guiada por un humanismo regenerado. Esta nueva vía multiplicaría las verdaderas reformas que no se reducen a reducciones presupuestarias, sino que son reformas de civilización, sociedad, vinculadas a las reformas de la vida”.

A todas estas, el Morin que en el 2021, llegará a su centenio de edad es optimista; piensa que esta crisis de salud que desatará una “caja de Pandora” en lo económico una vez que se vaya aplanando la curva de contagios y de fallecimientos, renacerá una generación más fuerte, más combativa, menos temerosa. Había una minoría antes de la pandemia que según Morin veían la posibilidad, entre los cuales se incluye él, del triunfo del círculo vicioso tecno-económico, con sus degradaciones de la biosfera y de la sociedad misma, que causaría una implosión hacia sus propias fuentes vitales de energía que llegarían a producir el caos y la catástrofe; pero la previsión de una catástrofe viral no fue percibida de manera inminente por Morin, él afirma que reconoce que “…Bill Gates, en una conferencia de abril del 2015, anunció que el peligro inmediato de la humanidad no era nuclear, sino sanitario. Él vio en la epidemia de ébola, que por suerte pudo ser dominada rápidamente, el anuncio de un posible virus cuyo alto poder de expansión, pondría al mundo en riesgo, exhibiendo las medidas de prevención necesarias, incluyendo un equipo de hospitalización adecuado. Pero, a pesar de ese anuncio público, no se tomaron precauciones ni en Estados Unidos de Norteamérica, ni en ningún otro lugar. Porque el confort intelectual y el hábito, ven con horror los mensajes desagradables”.

En la realidad de Venezuela, los que desde hace más de veinte años hemos venido laborando en las Universidades bajo condición de presencialidad, nos hemos visto en la necesidad de reorientar nuestras estrategias pedagógicas de trabajo hacia la modalidad de la educación virtual y a construir una filosofía del trabajo en el aula encaminada a tomar los principios de esa educación comprensiva y respetuosa de la condición humana de Morin, para brindar condiciones de resignificación a los contenidos programáticos de las distintas carreras y disciplinas de profesionalización del país. ¿Cuál ha sido la postura de algunas Universidades Autónomas y Privadas? Cruzarse de brazos y dejar pasar el tiempo sin reaccionar ante un tiempo de crisis que se muestra valioso para implementar nuevos mecanismos de acercamiento a los saberes y por ende, nuevas fórmulas desde donde enseñar un conocimiento que sea más oportuno y pertinente.

¿De qué acusan a los docentes universitarios que nos hemos sumado a la Universidad en Casa? Que somos unos “jalabolas”, seres con un nivel ínfimo de respeto hacia la academia y hacia el conocimiento; que somos cómplices de un Gobierno que “se las está inventando” para quedar bien en el plano internacional como una de las pocas sociedades que minimizó el riesgo de contagios y se mantuvo activa en varias áreas de su existencia productiva. Pero de lo que no se dan cuenta estas voces críticas es que hasta la autoridad académica e intelectual de Morin, ha calificado este tiempo de pandemia como “perfecto” para adelantar cambios radicales en la manera y forma de cómo hemos entendido la educación hasta ahora y cómo debemos concebirla después de esta dura experiencia que nos deja el coronavirus.

En mi caso particular y desde el sitial de jefatura de Estudios Avanzados (postgrado) de la Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, Vicerrectorado de Producción Agrícola del estado Portuguesa (UNELLEZ-VPA), bajo la orientación del Rector Dr. Alberto Quintero, la dirección de la Dra. Ana Iris Peña, el liderazgo del Vicerrector de la UNELLEZ-VPA, profesor Héctor Montes, estamos articulando la Universidad en Casa desde diversas estrategias y escenarios. Antes que nada se hizo necesario asumir una postura de prevención y llamados a la toma de conciencia a los estudiantes y docentes, acerca del covid19, para destacar la importancia que esta pandemia tiene en vida cotidiana y en la institución universitaria de nuestra sociedad.

Por otra parte, se asumió el compromiso de garantizar el acceso a la educación, para lo cual se está empleando las herramientas disponibles en la institución (Aula virtual, plataforma Moodle), así como otras plataformas o redes sociales que permitan complementar las sesiones síncronas o asíncronas; la prosecución académica bajo este formato ha permitido que los estudiantes continúen su actividad formativa sin mayores obstáculos que los propios de la contingencia eléctrica y de internet que se han venido presentando en Venezuela desde hace algún tiempo para acá.

Es importante hacer una distinción precisa acerca de las modalidades sugeridas por el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, una es la Educación a Distancia, la cual se hace vía virtual y con actividades puntuales de presencialidad. Esta modalidad, en el caso de algunos subproyectos de Estudios Avanzados, se dicta bajo la figura virtual (que tiene características específica que ya se explican en el aparte de Educación Virtual) y la presencialidad, se ha redefinido como “presencialidad documentada”; es decir, hay subproyectos que no pueden prescindir de las actividades de campo, por lo cual amerita la demostración del dominio de habilidades y destrezas para el cumplimiento de los objetivos instruccionales, acá el docente imparte (vía sms, Whatsapp, llamada telefónica, entre otras) las instrucciones y el estudiante las aplica y genera un documento descriptivo (escrito o visual, a través de un video), la ejecución o puesta en práctica de las indicaciones para ser sometido a la valoración respectiva por parte del docente. Esto se hace en los subproyectos que ameritan estrictamente actividad de campo como complemento del proceso de aprendizaje.

Por otro lado, está la modalidad virtual, concentrada en actividades exclusivamente vía online, las cuales se han redefinido, para el caso de la realidad de los estudiantes de Estudios Avanzados de la UNELLEZ-VPA, como el desarrollo de “Portafolios de trabajo académico”, esta herramienta se viene a dar a través de la conjunción de la relatoría descriptiva de cada uno de los temas abordados en el contenido programático de cada Subproyecto. Es un archivo en Word tipo “diario de clase”, donde se refleja todo el proceso de aprendizaje emprendido, este sería enviado al correo electrónico del docente y se complementa con la comunicación activa y en tiempo real por la vía de la telefonía alámbrica e inalámbrica, y las redes sociales, según disponga las posibilidades de tiempo y de conectividad el docente del Subproyecto.

A grandes rasgos, el cambio de la modalidad de Educación Presencial a las modalidades de Educación a Distancia o/y Educación Virtual, ocurre bajo una condición especial de emergencia sanitaria, no es un hecho que se dé por una moda o una nueva política educativa universitaria, por lo tanto la manera de adecuación y de operatividad se da en tiempo de emergencia y en razón de acciones de emergencia que permitirán equilibrar los procesos de enseñanza-aprendizaje en el contexto de condiciones de incertidumbre que se necesita enfrentar y avanzar.

Como bien lo explica un documento de la Universidad Autónoma Metropolitana de México en el 2017, aun cuando la Educación a Distancia implica una alta responsabilidad, dedicación y atención, es una excelente alternativa de formación académica, entre sus principales ventajas están: las horas de estudio generalmente pueden adaptarse a los horarios de cada estudiante; los estudiantes cuentan con la oportunidad de tomar un papel activo, en nuestra formación sin limitarnos a ser únicamente un ente receptor y tienen acceso a la enseñanza, incluso aquellos que no puedan acudir cotidianamente a clases por motivos de trabajo, o distancia; la calidad del aprendizaje puede verse enriquecida gracias al uso de ayudas didácticas y a la riqueza de los medios que hoy tenemos a nuestro alcance; se genera un ahorro, tanto para el estudiante como para la institución, en cuanto a la movilización de este contingente de actores educativos a un centro piloto de trabajo (se ahora en transporte, comidas y potenciales situaciones de contingencia, como accidentes y hasta atentados a la seguridad personal); el estudiante recibe una instrucción más personalizada que en la modalidad presencial, permitiendo contender de manera significativa las barreras de lugar y tiempo, características de la educación tradicional.

En un aspecto puntual, cada estudiante puede realizar sus participaciones de forma meditada gracias a la posibilidad de trabajar online, teniendo retroalimentación de información, de manera que el profesor conoce si el estudiante responde al método y alcanza los objetivos fijados inicialmente. Es una experiencia que ofrece ventajas a los distintos métodos de enseñanza y medios didácticos tradicionales, evitando los inconvenientes de los mismos, y motivando el trabajo colaborativo apoyado por las tecnologías actuales.

En fin, esta experiencia descrita es lo que se puede hacer teniendo como apoyo la voluntad académica y un sentido agudo del deber. Atacar las iniciativas innovadoras, vilipendiar a quienes con sacrificio y vocación estamos pateando las calles de un pueblo más de este Planeta para mantener activo el espíritu de estudio y de formación de quienes han confiado en nuestra Universidad y quienes hoy, con pandemia y todo, tienen el derecho de avanzar, no es más que la vil reacción de un grupo de seudo-académicos que han perdido su rumbo hacia los valores excelsos de una sociedad que cambió y ellos aún no se han dado cuenta; sin embargo, esta fuerza y espíritu de trabajo nos hace participes en la creación de un nuevo bucle: persona/especie-comprensión/identidad-patria/democracia-libertad/independencia.


Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com 

 

 

Alquimia política

La planetariedad de Morin

Uno de los últimos trabajos de Edgar Morin (Paris, 1921), “La Vía: para el futuro de la humanidad”, del 2011, plantea una cartografía de la crisis económicas, medioambientales y sociales que están provocando manifestaciones populares en múltiples lugares de nuestro planeta y más en concreto países latinoamericanos que aún confunden la mundialización con la globalización; es necesario y urgente, expresa Morin contestarnos: ¿hacia dónde conduce la vía que estamos siguiendo? ¿Cuáles son las medidas políticas, económicas, ecológicas, sociales que hay que tomar para reorientar el rumbo? Morin traza en este texto, las diferentes vías reformadoras que se podrían adoptar para conducirnos a una metamorfosis de la sociedad tan asombrosa como la que engendraron la sociedad que pasó de cazadora a recolectora; la gigantesca crisis planetaria es la crisis de la humanidad que no logra acceder a la humanidad.

En la obra “La Vía”, es una tarea inmensamente compleja; hay muchos detalles que van quedando y que haría falta desarrollar con mayor profundad; en la medida que se va identificando el tejido teorético de Morin, se da con nuevos nudos y con infinitas proyecciones de ideas y de conceptos. Pero se hace necesario concentrar en temas puntuales el amplio aporte de un texto que va creciendo por sí solo, en la medida que los lectores lo van descubriendo. Hay cuatro categorías que delatan la intencionalidad de Morin en su construcción de un discurso crítico y reflexivo.

En este aspecto, la globalización, la cual identifica como la segregadora de miseria y destrucción con la ayuda del capitalismo y las redes de consumo de la sociedad industrial. A ella contrapone la desglobalización, que no es más que la multiplicidad de procesos culturales de comunicación y mundialización que al presentarse permitiría un resurgimiento de una conciencia universal más genuina y de carácter Tierra-Patria, donde se promueva el desarrollo local dentro de lo global.

Como categoría emergente aparece el crecimiento que ha sido una idea equivocada de progreso. Se ha visto que si todo crece y aumenta hay bienestar, lo cual es ficticio e irreal. Lo que se impone es el decrecimiento que es apreciar la calidad y utilidad de las cosas que necesita una sociedad para vivir en pleno confort y no proyectados en cantidades sino en cualidades de una vida cultivada por la cooperación y la solidaridad. Morin desarrolla la evolución de bienes materiales, su contraposición, la involución, viene a denotar la satisfacción de las necesidades interiores, fomentando las aptitudes para una plena comprensión del mundo de vida y del ritmo de la sociedad en una época y especio determinado.

Por último, el autor explica la conservación, la cual no implica más que respetar las tradiciones de las civilizaciones e imponer un rasgo característico a cada grupo étnico; a esto se contrapone la transformación, y esta significa combinar el alcance tecnológico con la herencia del conocimiento práctico de como tomar de la naturaleza lo necesario, y sólo lo necesario, para una vida plena y productiva. Para Morin es necesario “enunciar”; hay que empezar definiendo las vías que podrían conducir a la Vía.

Es importante, destaca Morin, no olvidar la visión planetaria de la actual civilización global, la cual se enfrenta a una aventura loca que empezó hace ocho mil años, llena de crueldad y de grandeza, de apogeos y desastres, de servidumbres y emancipación; hoy hay seis mil millones de seres humanos que necesitan reorientar su rumbo. Morin se pregunta: ¿Cómo no sentir que, en esta crisis y a causa de ella, se recrudece la formidable lucha entre las fuerzas de la muerte y las de la vida? La respuesta que se da Morin es lapidaria: “Las unas y las otras no solamente combaten entre sí, sino que se retroalimentan, ya que la descomposición de la muerte hace posible el renacimiento y la metamorfosis, pero también los asfixia”.

 

La postura de Morin, es de “evolución”; una de las afirmaciones más aguda de Morin acerca del pensamiento complejo es que éste no existe como explicación o como fundamento para “dar una explicación”, sino que señala “una dificultad para explicar”. Un pensamiento complejo, de existir como lo resalta Morin, no es un pensamiento capaz de abrir todas las puertas, sino de identificar nudos constantes de dificultades que en la medida que son despejadas y abordadas surgen nuevas y más complejas dificultades. Es un espiral constante e infinito, pero a su vez alcanza ciertos niveles de lucidez que permiten a las personas comprehender y aprehender de los cambios y dinámicas del universo y de la civilización humana.

En este sentido, el concepto de complejidad se ha formado de la periferia al centro de los objetivos o metas de estudio de las personas; devino de un macro-concepto ligado en sí mismo, de allí en más, el problema de las relaciones entre lo empírico, lo lógico, y lo racional. Morin expresa que en la complejidad se puede destacar dos polos: el empírico, en el cual lo que ocurre en el mundo es producto de constantes interacciones y transferencias de estímulo que hacen posible materializar hechos o situaciones que influyen en la dinámica universal; y el lógico, que se refiere a la insuficiencia del pensamiento racional de dar respuesta a las reacciones del sistema de pensamiento y surgen las contradicciones como emergencia para crear múltiples alternativas que despejen algunas de las dificultades propias de la dinámica de pensar.

En un aspecto puntual, Morin enfatiza que tanto el “todo” como la “parte” tienen elementos comunicantes que le son afines, pero sin que esto corrompa la autonomía de la parte; somos singulares, expresa Morin, puesto que el principio el todo está en la parte no significa que la parte sea un reflejo puro y simple del todo; cada parte conserva su singularidad y su individualidad pero, de algún modo, contiene el todo. Un ejemplo de esto es el ser humano, el cual pertenece a un todo que es la sociedad humana, pero a su vez es independiente en su parte como ser humano individual, con personalidad e intereses relativos.

Ahora bien: ¿qué somos como seres humanos en la actualidad según Morin? Somos portadores de un pensamiento disyuntivo, reductor; en el cual buscamos la explicación de un todo a través de la constitución de sus partes y aspiramos eliminar el problema de la complejidad, la cual vemos como un obstáculo, pues obedece al arraigamiento de una forma de pensamiento que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización; y el mundo de los expertos y especialistas maneja cada vez más nuestras sociedades… Pero esta manera de pensar es irreal, su fundamento está construido sobre la base de falsedades, de superficialidades y de un desconocimiento total de lo que es el hombre y lo que es la sociedad. Para ello Morin da variados ejemplos que ocurren en el sistema biológico y/o físico, demostrando que los límites de las interacciones y reacciones en el mundo, tanto entre objetos y cosas como viceversa, son altamente complejos y por muy variada que sean las explicaciones, no terminan de ser explicaciones, puesto que materializar un pensamiento completo acerca de algún evento de estudio, es infinitamente imposible.

A todo esto Morin llama “dialógica del orden y desorden”; dialógica en el sentido de que las interacciones y reacciones en el mundo humano y físico son totalmente heterogéneas, por lo cual se concentra en un intercambio de información y retro-alimentación que hace posible avanzar sobre algunas dificultades pero no sobre todas las dificultades; el orden y desorden, es una dinámica propia de las organizaciones existentes en el universo; Morin expresa que el todo ha nacido a través de encuentros aleatorios y por ello, del orden aparente, ese que existe en las antesalas de la existencia, hasta las reacciones que generan desorden y caos, son producto natural del proceso de creación en esta realidad universal que reconocemos. Es ante tan evidente realidad que se hace necesario reorientar nuestro pensamiento racional y llevarlo hasta límites de profundidad que tenga como objeto de estudio esas reacciones heterogéneas, aleatorias y de incertidumbre, que es donde encontraremos respuesta acerca del lugar que ocupa el hombre en el universo y, ¿por qué no?, del lugar que ocupa el universo en el pensamiento complejo humano.

Ese pensamiento complejo humano está anclado en la propuesta que en su obra “La Vía” nos ha presentado recientemente Morin; allí aprecia a la sociedad como una organización, la cual está ligada a un sistema, que es un todo constituido de elementos diferentes ensamblados y articulados, los cuales requieren ser reformados. Para Morin el todo tiene una cantidad de propiedades y cualidades que no tienen las partes cuando están separada; a esto podemos llamarlo cualidades que nacen a nivel del todo, dado que emergen, que llegan a ser cualidades a partir del momento que hay un todo; ese todo, por lo tanto, es más que la suma de sus partes. Ahora bien: ¿cómo entender ese asunto del orden y desorden en la construcción de una nueva vía que en el ámbito de la sociedad moderna ha creado mecanismos artificiales para aminorar el desorden y tener mayor control sobre el medio y sus relaciones? Morin comprende esta situación y responde a ella explicando que las sociedades humanas toleran una gran parte del desorden, y utilizan el desorden como un elemento necesario en los procesos de creación e invención, pues toda invención y toda creación se presentan inevitablemente como una desviación y un error con respecto al sistema previamente establecido.

Por último, el problema teórico que arroja obra “La Vía”, es vencer la incertidumbre y complejidad de la posibilidad de comprehender el origen de esas incertidumbres; la dificultad no está sólo en la renovación, sino que está en revertir las perspectivas epistemológicas del sujeto, que no es más que el observador científico; lo científico hasta hoy es eliminar la imprecisión, la ambigüedad, la contradicción; hace falta aceptar la imprecisión, no solamente en los fenómenos, sino también en los conceptos, de allí que Morin nos llame a estudiar el azar y la incertidumbre involucrada en los problemas neurálgicos de la humanidad.

 


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