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Pandemias postnormales: porqué el Covid-19 requiere una nueva perspectiva sobre la ciencia

ruptura.org :: 24.05.20

El nuevo contrato social, aún en ciernes, nos llama a hacer una pausa en nuestra desesperación chillona por hacer que la estaca cuadrada de la ciencia normal se ajuste a un agujero redondo para el cual nunca fue concebida, y a dar nueva forma a nuestras actividades para que se adecúen a la nueva realidad. ¿Qué tal si sentimos, esta vez, más que antes, que no tenemos el control? ¿Estamos condenados a hacer «más de lo mismo» por siempre hasta que los acontecimientos nos obliguen a probar algo distinto (debido a un colapso)?

Pandemias postnormales: porqué el Covid-19 requiere una nueva perspectiva sobre la ciencia

David Waltner-Toews, Annibale Biggeri, Bruna De Marchi, Silvio Funtowicz, Mario Giampietro, Martin O’Connor, Jerome R. Ravetz, Andrea Saltelli y Jeroen P. van der Sluijs

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Para enfrentar la pandemia, la ciencia nunca ha parecido más necesaria y útil, y a la vez más limitada e impotente. El contrato existente entre la ciencia y la sociedad se está desmoronando. Se necesita con urgencia un nuevo acuerdo para navegar el futuro próximo.

El 19 de mayo de 1986, The Guardian publicó un ensayo titulado “Disasters bring the technological wizards to heel: Chernobyl, Challenger, and the Ch-Ch Syndrome”. (Los desastres ponen a prueba a los magos tecnológicos: Chernobyl, Challenger y el síndrome Ch-Ch). En aquel momento, los autores del ensayo, dos de ellos coautores del presente artículo, escribieron que no era «ya factible que las élites gobernantes contrataran expertos para convencer al público de que sus políticas son beneficiosas, correctas, inevitables y seguras. El Síndrome Ch-Ch equivale a un golpe mortal a la fundamentación científica de la legitimidad del Estado mega-tecnológico moderno. Un nuevo contrato social de experticia está tomando forma en la actualidad.”

Poco después, en 1993, Silvio Funtowicz y Jerry Ravetz publicaron un paper que marcaría un hito, presentando lo que denominaron Ciencia Post-Normal (PNS por su sigla en inglés), una nueva comprensión de la ciencia para situaciones “en las que los hechos son inciertos, lo que pone en juego es muy alto, los valores están en disputa y las decisiones son urgentes.» La perspectiva de la PNS -ni libre de valores ni éticamente neutral-, es epistemológica tanto como práctica y metodológica.

Pero después de la enfermedad de la vaca loca, la aftosa, la gripe H1N1 y toda una serie de otros desastres similares que parecían ser exactamente el tipo de situaciones para cuyo abordaje había sido diseñada la PNS, luego de intensos debates en conferencias académicas y revistas de renombre, ¿qué ha sido de ese golpe mortal? En medio de la pandemia del COVID-19, ¿dónde está aquel nuevo contrato social?

El «golpe mortal» parece haberse transformado en una lenta agonía, pero aún no la muerte. A pesar de la movilización verdaderamente histórica de la ciencia, nuestro conocimiento en áreas cruciales todavía está sumergido en la ignorancia, especialmente sobre las fuentes del virus, pero también sobre su evolución y consecuencias a futuro. La experticia en que se basa el asesoramiento sobre políticas relativas al COVID-19 corresponde, en el mejor de los casos, a suposiciones especulativas acerca del virus mismo y sobre hasta qué punto es posible controlar y predecir cómo se comportarán las personas. Reconocidos expertos hacen visibles divergencias irresueltas de perspectiva con respecto a la utilidad, límites y peligros de tales especulaciones (por ejemplo. Ioannidis, Crane, Taleb), avivando la memoria del público sobre otras experiencias de improvisación y cacofonía.

Lo que se sabe que no se sabe incluye, al momento en que escribimos esto, elementos clave de epidemiología, como la prevalencia real del virus en la población, el papel de los casos asintomáticos en la rápida propagación del virus, el grado en que los humanos desarrollan inmunidad, las vías de exposición dominantes, el comportamiento estacional de la enfermedad; y también factores sociales clave, como el tiempo que se tardará para disponer a nivel global de una vacuna o cura efectiva; y, sobre todo, las respuestas no lineales (potencialmente caóticas) de individuos y colectivos, en todas las escalas, a las tensiones y confusiones asociadas con: las intervenciones de distanciamiento social; la sobrecarga de las capacidades hospitalarias y de los servicios de salud pública; la reducción, cierre o desaparición de empresas y empleos …

Formalmente, podríamos hablar de inestabilidades en el complejo sistema de comunidades interconectadas a través de múltiples escalas, con muchos puntos de inflexión y bucles de histéresis, lo que implica que las sociedades pueden no ser capaces de recrear algo parecido al estado en el que se encontraban antes de la irrupción del coronavirus. Estas profundas incertidumbres hacen que las predicciones cuantitativas sean especulativas y poco confiables. De allí que comentaristas reflexivos denuncien el carácter profundamente contrastante de los escenarios que se proyectan como futuros plausibles para la humanidad.

No hay respuesta numérica

Vemos aquí un patrón que quienes practican la PNS conocen bien. Las predicciones que supuestamente «movieron a la acción a los Estados Unidos y al Reino Unido” provienen de modelos matemáticos que producen números precisos, aun cuando estos números han sido obtenidos solo a costa de comprimir artificialmente las incertidumbres asociadas. «No hay una respuesta numérica a su pregunta«, estalla un enojado experto médico ante el político que trata de forzarlo a que se expida con un número.

Y, sin embargo, el ejemplo de Taiwán muestra que el modelo post-normal en el que la ciencia se despliega en la sociedad, en el que la confianza, la participación y la transparencia son cuidadosamente alimentadas frente a indeterminaciones cuya profundidad es reconocida, puede cumplir con lo que promete.

La posibilidad de colapso económico, con el quiebre social asociado, es real, y en la actualidad es (a fines de marzo de 2020) cuestión de comentario día tras día, si no hora tras hora, en todos los medios de comunicación. Y, de hecho, con tantas proezas tecnológicas y de gobernanza como tenemos, parece que estamos lejos de ser sociedades capaces de garantizar la predicción absoluta y el control sobre cualquier tipo de perturbación que podamos experimentar en el futuro. Dado esto, probablemente sería mucho más efectivo que nuestras sociedades fueran orientadas a actuar en búsqueda de resiliencia y no bajo el supuesto de que nuestros recursos deberían asignarse de acuerdo a una estrategia de predicción y control.

En todas partes, asistimos a un quiebre del consenso epistémico que se requiere para hacer que la ciencia normal «funcione». Esto está sucediendo no solo en los campos en que era esperable: psicología conductual, sociología y ética, sino también en virología, genética y epidemiología. En otras palabras, cuando los «científicos aplicados» y los «consultores profesionales» ya no están en sus zonas de confort, sino que se encuentran en un contexto «post-normal», cambia el significado de lo que es ser adecuado al propósito. Hoy, incluso en los campos establecidos, es imposible ocultar los desacuerdos (o imponer el consenso) al público general: por lo tanto, abundan la disidencia y la controversia en torno a la pregunta: ¿las actuales medidas draconianas están justificadas o no?

Más datos (incluso «datos confiables») y mejores modelos predictivos no pueden resolver la «distribución del sacrificio» que involucra, entre otras cosas, el arbitrar los conflictos y dilemas que surgen en todas las escalas. Esconderse detrás de alguna noción general de ciencia, o detrás de la «falta de datos», como si los datos tuvieran el poder de resolver estos dilemas, es irresponsable, endeble y confuso.

¿Cómo es que ayudan las diferentes perspectivas?

La Ciencia Normal ha demostrado un gran poder en lo que atañe a la identificación de las estructuras virales, los sitios de enlace y los mecanismos patogénicos. Todo ello es esencial para el diagnóstico médico y los regímenes de tratamiento. Sin embargo, a lo hora de responder preguntas relacionadas con el manejo de estas tecnologías -incluida la asignación de prioridades cuando, por ejemplo, los respiradores y las camas de hospital alcanzan su límite-, y de identificar maneras de reorganizar las estructuras institucionales, la Ciencia Normal no ofrece guía alguna.

El diseño de una campaña, con equilibrio de costos y beneficios imponderables, comprometerá una variedad de perspectivas y valoraciones legítimas; se requiere liderazgo político para elegir entre las políticas resultantes. Los efectos dominó a través de niveles tanto de política como de conciencia, bien pueden volverse mucho más severos que los peligros iniciales. ¿Cómo refractarán las tensiones sociales existentes, entre las élites y las anti-élites, a través de esta crisis?

El nuevo contrato social, aún en ciernes, nos llama a hacer una pausa en nuestra desesperación chillona por hacer que la estaca cuadrada de la ciencia normal se ajuste a un agujero redondo para el cual nunca fue concebida, y a dar nueva forma a nuestras actividades para que se adecuen a la nueva realidad. ¿Qué tal si sentimos, esta vez, más que antes, que no tenemos el control? ¿Estamos condenados a hacer «más de lo mismo» por siempre hasta que los acontecimientos nos obliguen a probar algo distinto (debido a un colapso)?

En respuesta a esta difícil pregunta, la PNS sugiere tomar en consideración una nueva objetividad, obtenida (nos atrevemos a decir «construida») atendiendo a diferentes relatos y puntos de vista. El diagnóstico de la PNS pide más, no menos, democracia deliberativa. Pide movilizar e involucrar en una ‘comunidad de pares extendida’ a todos los que se ven afectados por una situación de crisis, promoviendo la agencia individual y colectiva para el aprendizaje social, en lugar de intentar optimizar tecnocráticamente la acción de personas a las que se ha despojado de poder con el fundamento de una realidad virtual que arroja proyecciones de modelos cargados de presuposiciones de profunda ignorancia y diseñados en base a un conjunto muy limitado de formas de experticia institucionalmente privilegiadas.

En condiciones post-normales, el conocimiento de base tendría que ser pluralizado y diversificado de manera de incluir la gama más amplia posible de conocimientos y fuentes de sabiduría de alta calidad, relevantes y potencialmente utilizables, sin imponer como única la voz de la ciencia. «Aquí ante todo se procura la robustez en la estrategia política y no en el conocimiento de base: qué políticas son útiles independientemente de cuál de las interpretaciones científicas divergentes de ese conocimiento sea correcta«. Una ilustración de este enfoque en el contexto de la presente discusión se produjo cuando el Consejo de Europa impugnó oportunamente las evidencias y la política de la Organización Mundial de la Salud en relación con la gripe H1N1 que, según algunos investigadores, se apoyó en un análisis informado por la perspectiva postnormal. Las políticas de la OMS fueron luego consideradas desaconsejables y posiblemente sesgadas por la visión de los actores que provenían del sector industrial.

¿Cómo se ve un enfoque post-normal?

La inevitabilidad de los accidentes y las epidemias constituye un «conocimiento incómodo». Hacerles frente es a la vez un acto moral y una decisión política. Mediante la PNS, imaginamos estrategias fundadas en el monitoreo y la anticipación inteligente que se obtiene a partir de una combinación de percepciones no equivalentes sobre nuestra interacción con la naturaleza.

Esto no puede ser provisto solo por la inteligencia artificial, los algoritmos y los modelos, ni pueden los aspectos distópicos de estos últimos ser redimidos por los resultados de la respuesta china al COVID-19. Necesitamos buscar una adaptabilidad que tome en cuenta las «señales débiles», preservando la diversidad y la gestión flexible.

Hasta ahora, la ciencia ha sido usada para mejorar la calidad de vida de algunos grupos sociales, proveer cierta ventaja sobre los competidores (a algunos grupos sociales y países) y reemplazar la religión como fuente de legitimación del poder (ídem). Se ha hecho evidente que grupos sociales específicos que hasta ahora han disfrutado del paseo están luchando con todas las armas políticas y económicas posibles para recuperar el control y dirigir la narrativa.

Sin embargo, esta pandemia ofrece a la sociedad la oportunidad de abrir una discusión renovada sobre si ahora necesitamos aprender a hacer ciencia de una manera diferente. Los científicos conscientes y los ciudadanos comprometidos no pueden dejar pasar esta oportunidad.

En la PNS, el mundo entero se convierte en una comunidad de pares extendida, ya que el comportamiento y las actitudes apropiadas de los individuos y las masas se vuelven cruciales para una respuesta exitosa frente al virus. Esta comunidad de pares extendida es lo opuesto a una estrategia de decisión tecnocrática, basada en números y modelos. Es una comunidad donde todos los interesados tienen una voz, desde los expertos de diversas disciplinas científicas hasta los actores sociales, los que presentan denuncias, los periodistas de investigación y la comunidad en general.

Autores

Waltner-Toews, profesor emérito, Department of Population Medicine, Universidad de Guelph, Guelph (Canadá). https://davidwaltnertoews.wordpress.com/ https://www.researchgate.net/profile/David_Waltner-Toews

Biggeri, profesor de Estadística Médica, Università degli Studi di Firenze (Italia). https://www.researchgate.net/profile/Annibale_Biggeri

De Marchi, Centre for the Study of the Sciences & the Humanities (SVT), Universidad de Bergen (Noruega). https://www.researchgate.net/profile/Bruna_De_Marchi Twitter : @BDMarchi

Funtowicz, Centre for the Study of the Sciences & the Humanities (SVT), Universidad de Bergen (Noruega). https://www.uib.no/en/persons/Silvio.Oscar.Funtowicz Twitter: @SFuntowicz

Giampietro, Universitat Autònoma de Barcelona, e Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), Barcelona (España). http://www.icrea.cat/Web/ScientificStaff/Mario-Giampietro-423 https://www.researchgate.net/profile/Mario_Giampietro

O’Connor, presidente y Director de programas, L’Association ePLANETe Blue (Francia) y Escuela de Graduados BASE, Université de Paris Saclay (Francia). https://www.researchgate.net/profile/Martin_OConnor

Ravetz, Institute for Science, Innovation and Society, Universidad de Oxford (Reino Unido). www.jerryravetz.co.uk https://www.researchgate.net/profile/Jerome_Ravetz

Saltelli, Universitat Oberta de Catalunya (España) y Centre for the Study of the Sciences & the Humanities (SVT), Universidad de Bergen (Noruega). www.andreasaltelli.eu Twitter: @andreasaltelli

J.P. van der Sluijs, Universidad de Utrecht (Países Bajos) y Centre for the Study of the Sciences & the Humanities (SVT), Universidad de Bergen (Noruega). https://www.uib.no/en/persons/Jeroen.P..Van.der.Sluijs Twitter: @Jeroen_vdSluijs

Este artículo fue publicado por primera vez en el blog del Centro ESRC STEPS . La versión actual difiere ligeramente de la versión original de STEPS pues ha sido actualizada con algunos enlaces temáticos adicionales. Traducción: Cecilia Hidalgo (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Publicado en DemocraciaSur, el 6 de abril 2020. Se puede reproducir libremente citando la fuente.


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