El envío a Colombia de una brigada del Ejército estadounidense para ayudar al país en la lucha antidrogas muestra la urgencia de Washington de mejorar los resultados contra el narcotráfico al tiempo que revive temores a un recrudecimiento del conflicto armado interno o a una desestabilización regional.
El anuncio de la llegada a comienzos de junio al país de miembros de la Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB, por sus siglas en inglés) fue recibido con preocupación por sectores que temen una escalada militar como la de hace dos décadas con el Plan Colombia, financiado con cerca de 10.000 millones de dólares por EE.UU., y punta de lanza de la campaña contra narcotraficantes y grupos guerrilleros.
“Yo creo que es un acto de una gran peligrosidad puesto que implica, como lo hemos visto ya, una escalada de acciones que se van sumando y que pueden terminar lamentablemente en un conflicto armado de carácter internacional con Venezuela”, dijo a Efe el senador Iván Cepeda, del partido de izquierdas Polo Democrático Alternativo.
Según Cepeda, que hace parte de la Comisión Segunda del Congreso, que se ocupa entre otros de los asuntos de política internacional y defensa nacional, la llegada de los militares de la SFAB “aumenta el peligro en la región de una confrontación armada” y “es una intromisión que viola la Constitución y la soberanía nacional”.
GOBIERNO DEFIENDE COOPERACIÓN
Ante el revuelo causado por el anuncio, hecho ayer por la embajada de Estados Unidos en Bogotá, el ministro de Defensa de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, aseguró hoy que se trata de una misión “de carácter consultivo y técnico”, producto de la cooperación militar entre los dos países.
“En ningún momento habrá tránsito de tropas extranjeras, ni participarán en operaciones militares”, subrayó el ministro, algo que no convence a Cepeda y a otros críticos del Gobierno.
La SFAB es una unidad especializada del Ejército de EE.UU. “formada para asesorar y ayudar operaciones en naciones aliadas” y, según dijeron a Efe fuentes de la embajada de ese país, el grupo que vendrá a Colombia está compuesto por “aproximadamente 45 oficiales” cuya misión durará varios meses.
“Esto no es ninguna misión de cooperación como lo han intentado presentar, ni son ningunos asesores, son personal militar que viene a cumplir funciones en los territorios”, agregó Cepeda.
ZONAS CLAVE PARA EL NARCOTRÁFICO
La misión de la SFAB se llevará a cabo en las “Zonas Futuro”, cinco regiones que el Gobierno busca intervenir de manera integral, con seguridad, justicia e inversión social, por ser de las más golpeadas por la violencia, la pobreza y el crimen organizado.
En esas regiones están también los mayores cultivos de coca del país, actividad cuyo crecimiento preocupa a la administración del presidente Donald Trump que ha lanzado dardos a Colombia, su principal aliado en la región, por la falta de resultados.
Según la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca (ONDCP, sigla en inglés), los cultivos ilícitos están en expansión en Colombia y en 2019 alcanzaron un récord de 212.000 hectáreas, mientras que la producción de cocaína fue de 951 toneladas.
Por eso no es de extrañar que la misión de la SFAB se centre en regiones productoras como el Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander y limítrofe con Venezuela; la costa del Pacífico en Nariño (suroeste); las regiones del Bajo Cauca y el sur de Córdoba (noroeste); la también fronteriza Arauca (este) y la serranía de Chiribiquete y Parques Nacionales Naturales aledaños, en la Amazonía.
PREOCUPACIÓN DE CAMPESINOS
“Nos parece oportunista e inoportuno ese anuncio en medio de una pandemia que ha cobrado la vida de cerca de 100.000 ciudadanos estadounidenses y colombianos. Plantear lo que no es prioridad hoy en el mundo ratifica el corte militarista del presidente Trump y del presidente Duque”, dijo Juan Carlos Quintero, miembro de la junta directiva de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat).
Según Quintero, ambos Gobiernos “están planteando el reencauche de una política antidrogas fracasada”, y cita el Plan Colombia, con el que EE.UU. se “inmiscuyó con mucha fuerza, con dinero, con hombres y con tecnología, en lo que se llamó la guerra contra el narcotráfico y, al igual que este anuncio, terminó siendo una guerra contrainsurgente”.
La analista política Arlene Tickner, profesora de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, opina que el debate sobre la presencia de la SFAB en Colombia “debe situarse dentro de lo que ha sido una tradición de muy estrecha colaboración y presencia militar estadounidense”.
“Jamás va volver a haber algo de la magnitud del Plan Colombia por parte de Estados Unidos, primero porque no tiene interés en hacerlo; segundo, porque no tiene presupuesto para hacerlo, y tercero porque Colombia ya es otro país”, dijo Tickner.
EL LENTE DE VENEZUELA
Sin embargo, la preocupación va más allá para algunos, como Cepeda y el partido FARC, que han expresado su alarma porque consideran que se ha puesto en marcha “un plan de desestabilización de la paz del continente” y que la situación actual hace “parte de la estrategia de agresión militar del Gobierno de Trump contra Venezuela”.
La desconfianza parte de que en los últimos meses Trump ha intensificado el discurso contra el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, y el pasado 1 de abril ordenó “duplicar” el número de barcos militares y soldados de Estados Unidos en aguas del Caribe y del Pacífico para combatir el narcotráfico, aparentemente con el foco en ese país.
El hecho de que la fronteriza zona del Catatumbo esté entre aquellas a las que irá la SFAB aumenta en algunos la percepción de que el objetivo final es Venezuela y “que el Gobierno colombiano, de manera irresponsable, pone el territorio patrio como cabeza de playa para la estrategia desestabilizadora contra el vecino país y el continente”, según las FARC.
“Todo lo queremos leer a través del lente de Venezuela. No tengo duda de que políticamente hablando, estas son acciones y decisiones que afectan la situación con Venezuela, pero una cosa es decir que la llegada de asesores tiene una intencionalidad relacionada con Venezuela y otra es decir que va a afectar la situación con Venezuela”, explica Tickner.
Para la experta, es indudable que la situación, aunque no trascienda el campo de la asesoría militar contra el narcotráfico, afectará la ya inexistente relación diplomática con el país vecino porque se produce después de la operación naval contra las drogas y de la fallida “Operación Gedeón”, desbaratada por las autoridades venezolanas a comienzos de mes.
“Esto constituye una cadena de hechos que si la hilamos y la conectamos pues genera gran preocupación sobre las intenciones tanto del Gobierno de Colombia como de Estados Unidos”, concluyó la experta.