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Ecuador. 1990: 30 años del Primer Gran Levantamiento Indígena

Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador Conaie :: 05.06.20

Después de 30 años del levantamiento indígena de 1990, las demandas de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador permanecen, Lenín Moreno y su gobierno han radicalizado las imposiciones del FMI y promovido la acumulación del capital en grupos monopólicos que evaden impuestos en favor de sus ganancias y propician la fuga de capitales a paraísos fiscales; como en el pasado, los grandes terratenientes, la oligarquía y la burguesía nacional se han declarado enemigos de los indígenas, de la clase trabajadora, de los campesinos, de los estudiantes, al amparo de un gobierno cómplice y partícipe de actos de corrupción graves, frente a este escenario queda la unidad y solidaridad de clase entre los indígenas, campesinos, los trabajadores, los desempleados, los estudiantes, los empobrecidos del campo – ciudad y de todos los sectores afectados por las malas decisiones del gobierno, la lucha va porque va.

1990: 30 años del Primer Gran Levantamiento Indígena

Tierra, Cultura y Libertad 

¡Viva el Levantamiento Indígena Nacional!

¡Viva la unidad de los sectores populares por una causa justa!

(Mandato de junio de 1990)

A 30 años del Levantamiento del Inti Raymi de 1990 el movimiento indígena es un actor político fundamental en el Ecuador, con plena conciencia de su identidad cultural, política e histórica y consecuente con un proyecto político nacional que busca cambiar las estructuras del poder, a través del tiempo, en las diversas luchas ha promovido y logrado reivindicaciones al sistema social y económico en beneficio de los  pueblos y nacionalidades indígenas y de todos los explotados, como la tenencia y defensa de la tierra, territorios indígenas y recursos naturales, los derechos colectivos, la Educación Intercultural Bilingüe, la Salud Intercultural, el reconocimiento del carácter plurinacional de nuestra sociedad y del Estado.

En la memoria colectiva del Ecuador, a partir de los años noventa, la estructura organizativa del movimiento indígena se constituye en un referente de los movimientos, organizaciones y colectivos sociales, la historia demuestra que en junio de 1990 se logra la unidad, fortalecimiento organizativo-político y su postura de clase en razón de la trascendental influencia de militantes de izquierda en la consolidación de cuadros dirigenciales, estructura y programa político, fundándose como un paradigma de lucha social y reivindicativa por los derechos del pueblo ecuatoriano.

En 1990 las acciones de resistencia se inician el 28 de mayo con la toma pacífica de la iglesia de Santo Domingo en Quito, los días siguientes y con más fuerza se activan movilizaciones de impresionante convocatoria desde el lunes 4 de junio, a partir de entonces las acciones fueron incontenibles en las provincias de Cotopaxi, Tungurahua, Bolívar, Chimborazo, Imbabura y Pichincha, posteriormente se unirían las organizaciones de bases de Azuay, Cañar, Loja y de la región Amazónica, el levantamiento indígena así demostraba su poderío.

Tierra, Cultura y Libertad fue la voz de lucha del levantamiento indígena en 1990 entre el 28 de mayo y el 11 junio, la lucha indígena se articuló en base al “Mandato por la defensa de la vida y los derechos de las nacionalidades indígenas:

Debemos tener presente que, agotados los esfuerzos por la vía legal, el pueblo tiene la palabra. Por esta razón exigimos el cumplimiento de este mandato por parte del gobierno; de no ser así, tenemos la obligación moral e histórica de ejecutarlo por nosotros mismos” 

(RICCHARISHUN Boletín No. 2. Levantamientos indígenas. ECUARUNARI, Quito).

Las demandas fundamentales del movimiento indígena de 1990 giraban en torno a:

  • Solución y legalización en forma gratuita de la tierra y territorios para las nacionalidades indígenas;
  • Agua para regadío, consumo y políticas de no contaminación;
  • Reforma del Art.1 de la Constitución, que declare el Estado Plurinacional.
  • Exigir la entrega inmediata de los fondos presupuestarios para las nacionalidades indígenas, a través de un proyecto de ley presentado por la CONAIE, discutido y aprobado por el Congreso Nacional.
  • Obras prioritarias de infraestructura básica de las comunidades indígenas.
  • Protección y desarrollo de los sitios arqueológicos, por parte de la CONAIE y sus organizaciones filiales.
  • Expulsión del Instituto Lingüístico de Verano (ILV)
  • Ejecutar la legalización y financiamiento por el Estado a la medicina indígena.

De esta manera los acontecimientos de 1990 se insertan en la historia del Ecuador como un enorme proceso de lucha legítima del movimiento indígena, para las actuales generaciones presupone una gran responsabilidad para actuar en consecuencia con los procesos de trascendencia social y política, más aún en las presentes condiciones que atraviesa el Ecuador, la lucha de antes y de ahora es en contra de los gobiernos serviles al FMI y el capitalismo, por la defensa de los derechos colectivos de pueblos indígenas, los derechos laborales y estudiantiles, pues “no se construye el presente, sin conocer el pasado”, hoy más que nunca se necesitan agrupar procesos unitarios de lucha con el campo popular entre el sector indígena, campesino, colectivos, movimientos, organizaciones sociales y empobrecidos del campo y la ciudad del país para hacer frente a la radicalización neoliberal y de un gobierno sumiso que arremete contra los sectores más vulnerables, la producción comunitaria, la clase trabajadora, a quienes obliga con su fuerza de trabajo a pagar la crisis. 

En 1990 la estructura del movimiento indígena logró ser visible y convertirse en un actor político desde su poder organizativo, de convocatoria de sus bases y desde el pensamiento político-económico, para generar y presentar propuestas alternativas al modelo imperante, es así que por las grandes jornadas de lucha se han logrado victorias y reivindicaciones, disputando con los poderes políticos y el mismo Estado. Históricamente la CONAIE con sus regionales: Confeniae, Ecuarunari y Conaice, junto a sus organizaciones de base y gobiernos comunitarios se movilizan por la defensa de la tierra, los territorios, los recursos naturales, la cultura y saberes ancestrales, los derechos de participación política y toma de decisiones, el reconocimiento de políticas públicas y derechos constitucionales, sin embargo, la lucha sigue.

En octubre del 2019 el poder del movimiento indígena sumado a las fuerzas sociales del sector sindical, estudiantil, barrios y colectivos sociales frenaron el decreto 883 y las pretensiones nefastas direccionadas por el FMI y más organismos de crédito multilateral, se puso un alto a un gobierno impopular – antipopular y sumiso a los grupos económicos y financieros. En octubre de 2019 se demostró la verdadera unidad del pueblo ecuatoriano desde el campo y la ciudad y se convirtió nuevamente en un referente de lucha para Latinoamérica. Sin embargo, la lucha y protesta social debe continuar. En Ecuador, Lenín Moreno, luego de un desastroso manejo de la pandemia, aprovechó el contexto Covid-19, la declaratoria de emergencia sanitaria y el estado de excepción para radicalizar las medidas de ajuste neoliberal dictados por el FMI, grupos de poder hegemónicos nacionales y la banca privada, que descaradamente trasladaron el peso de la crisis a la clase trabajadora, donde también confluyen los indígenas y campesinos, empobreciendo aún más a miles de familias.

Lenín Moreno con su ministro Richard Martínez aprovecharon la pandemia para burlar al pueblo ecuatoriano, con la mal llamada Ley Humanitaria se perjudica enormemente a la clase trabajadora, 150 mil despidos, inestabilidad, precarización y flexibilización laboral, con vía libre para que las empresas asfixien a los trabajadores y se permitan abusos e irrespeto a los derechos laborales conquistados por décadas, la clase media y popular sobre sus hombros debe asumir las malas decisiones de un gobierno empapado en corrupción. El descontento social aumenta por las políticas que empobrecen al país, por esto es necesario radicalizar la unidad del pueblo, de los más empobrecidos del campo y la ciudad. El movimiento indígena de forma progresiva irá siendo parte en estas nuevas jornadas de resistencia, con su estrategia organizativa, unidad y respaldo social y con propuestas consecuentes con su agenda y proyecto político.

Después de 30 años del levantamiento indígena de 1990, las demandas de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador permanecen, Lenín Moreno y su gobierno han radicalizado las imposiciones del FMI y promovido la acumulación del capital en grupos monopólicos que evaden impuestos en favor de sus ganancias y propician la fuga de capitales a paraísos fiscales; como en el pasado, los grandes terratenientes, la oligarquía y la burguesía nacional se han declarado enemigos de los indígenas, de la clase trabajadora, de los campesinos, de los estudiantes, al amparo de un gobierno cómplice y partícipe de actos de corrupción graves, frente a este escenario queda la unidad y solidaridad de clase entre los indígenas, campesinos, los trabajadores, los desempleados, los estudiantes, los empobrecidos del campo – ciudad y de todos los sectores afectados por las malas decisiones del gobierno, la lucha va porque va.

Jaime Vargas

Presidente de la CONAIE

 


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