Índice de esta tercera parte:
EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS: OKUPAS EN LAS REDES
La comunicación como parte de la acción colectiva
Historias de okupas y de redes: ubicando la okupación y la telemática en su contexto histórico
Acercamiento empírico: un breve vistazo al mundo telemático de la okupación
De “okupas” a “hackers”: reconversión y puentes entre movimientos.
De los centros sociales a los Hackmeetings y Hacklabs
El CSO El Laboratorio, un caso de referencia obligada
Casa Encantada: un nuevo modelo de interés
Virtudes y vicios de la comunicación telemática en los movimientos sociales
LA REPRESIÓN AL “MOVIMIENTO DE LAS OKUPACIONES”: DEL APARATO POLICIAL A LOS MASS MEDIA
CAPÍTULO 9
LA BATALLA DE LOS MEDIOS: LA DEFINICIÓN DE LA PROBLEMÁTICA OKUPA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS*
JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
LA IMAGEN PÚBLICA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN1
El estudio de la relación entre los movimientos sociales y los medios de comunica-
ción en el contexto español ha experimentado un importante desarrollo desde
mediados de la década de los noventa2. Sin embargo, se trata de una disciplina de la
que no se tiene todavía un conocimiento exhaustivo y, por lo tanto, que demanda pro-
fundizar en las investigaciones. A este respecto y en consonancia con el resto de los
aspectos tratados en este libro, la escasez de análisis rigurosos acerca del tratamien-
to del MOK por los medios de comunicación españoles es especialmente patente.
Desde su criminalización en el Código Penal que entra en vigor en mayo de
1996, la visibilidad en los medios de comunicación del Movimiento de Okupación
(MOK) ha estado vinculada a los desalojos de los centros sociales okupados, así
como a las consecuencias judiciales derivadas de los mismos. En todos estos pro-
cesos, resultan clave las imágenes que de este conflicto llegan a la opinión pública,
de modo que se produce una verdadera batalla por influir en su formato y conteni-
do3. De hecho, podría argumentarse que, en gran medida, las protestas que no
salen en los medios no existen.
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La dependencia de los movimientos con respecto a los medios incide de
manera específica en la naturaleza de su interacción con las autoridades (Gamson,
1990; Tarrow, 1998). Por un lado, prácticamente todos los aspectos de la moviliza-
ción —desde la incorporación de activistas/socios y los formatos organizativos a las
tácticas de protesta— se ven crecientemente afectados por la presencia (real o
potencial) de los medios. Por otro lado, la mediatización de la acción colectiva
afecta a la forma de la respuesta de las autoridades, alterando, entre otras cuestio-
nes, la eficacia de la represión encubierta frente a la abierta —el recurso a la fuerza
física—. Ello conecta con un tercer aspecto, el aumento del papel del público y la
intervención de terceros —aliados, mediadores, oponentes, etc.— (Gamson y
Wolsfield, 1993; Molotch, 1977).
Este proceso reclama de los investigadores mayor atención, aún si cabe, a la
faceta simbólica de la confrontación social. En gran medida, la suerte de los MS se
decide en el proceso de construcción de las definiciones de la realidad, en la que
los medios constituyen una arena central. En este contexto, los discursos de los
distintos actores están orientados a la definición de la identidad pública de los pro-
pios movimientos. El concepto de identidad pública, frente al carácter interactivo
central en la idea de identidad colectiva, atiende al proceso mediante el cual los MS
persiguen imponer una imagen de sí mismos en lucha con la que le intentan atri-
buir otros actores incluidos los medios4. Como resultado de este proceso, la ima-
gen pública dominante del movimiento determinará su legitimidad social y
capacidad de movilización (Minkoff, 1997). En definitiva, la idea de identidad
pública captura la imagen que el público ajeno al movimiento tiene de este (y sobre
la que basará sus decisiones de adhesión, rechazo, etc.), pero también atiende a la
propia visión interna del movimiento (y sus aliados potenciales) y a las pautas de
interacción interorganizativas.
Desde esta perspectiva, el éxito de los MS depende de la medida en que son
percibidos por el público como cargados de razón a la hora de definir una situación
como problema de interés general, identificar causas y proponer alternativas
(Alabart, 1999), como interlocutores representativos de los afectados y de la
sociedad en general, y con métodos de protesta considerados legítimos (lo que
habitualmente implica ser no violento). Además, en el caso del MOK existen
variables específicas a considerar. Por un lado, el valorar las actividades que rea-
lizan en los centros sociales resulta fundamental a la hora de emitir un juicio
más o menos positivo sobre el movimiento. Por otro, y dada la (reciente) tipifi-
cación de la okupación como delito5, resulta especialmente relevante atender
a la posición de la opinión pública al respecto, es decir, si consideran legítimo el
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Código Penal en este punto, o bien si el movimiento se halla criminalizado injusta-
mente.
A efectos analíticos podemos, pues, atender a seis dimensiones o elementos
discursivos sobre los que es posible esperar que gire el proceso de configuración de
la identidad pública del MOK en los medios: su naturaleza pacífica/violenta, el fun-
damento de sus demandas, su representatividad, la difusión de sus actividades
sociales y culturales, su identificación como movimiento genuinamente positivo, y
la denuncia (o apoyo) al proceso de criminalización del que es objeto.
Pero los medios no se limitan a describir los eventos acaecidos y transcribir el
discurso emitido por sus protagonistas. Los medios deben ser analizados no sólo
como arenas en las que se reproduce la confrontación de terceros, sino como un
actor crucial más que, en función de sus intereses, genera su propio discurso al
mismo tiempo que favorece a unos actores y discursos frente a otros (Page, 1996:
116)6. En definitiva, los medios son fundamentales en el proceso de acción colec-
tiva; no sólo porque otorgan visibilidad a unas protestas frente a otras, sino, ade-
más, porque pueden incidir sobre el propio proceso de movilización y son
decisivos a la hora de definir la naturaleza (legítima) de la protesta y sus protago-
nistas. En el caso analizado, ello es extremadamente relevante dado que los media
han elevado a la categoría de “fenómeno social” un acto de desobediencia civil
colectiva como es la okupación con fines políticos (AA.VV., 1998).
El análisis de la relación MS-medios se ha beneficiado ampliamente de las
aportaciones desde la perspectiva del newsmaking (fabricación o construcción de la
noticia), al incorporar consideraciones relativas a la incidencia de las prácticas
rutinarias de elaboración de la noticia y la tendencia ideológica de cada medio (Van
Zoonen, 1992; Kielbowicz y Scherer, 1986). En concreto, en el contexto de este tra-
bajo, atendemos a dos aspectos de la lógica periodística que inciden en el sesgo de
selección de las noticias. En primer lugar, la utilización predominante de fuentes
oficiales o institucionalizadas (y, por tanto, el acceso privilegiado del discurso
establecido). Incluso cuando un MS es noticia, o entra en la agenda de los medios,
la lógica que rige el trabajo periodístico privilegiará como portavoces a los sec-
tores más institucionalizados del mismo o a elites políticas simpatizantes. Es decir,
las demandas de un MS recibirán mayor atención cuanto más se articulen como
objeto de confrontación política entre actores institucionalizados; aunque esta
situación no garantice su control sobre el discurso (sobre lo que de él o sus deman-
das se dice en los medios).
En este sentido y desde una perspectiva teórica, se espera contrastar las conclu-
siones de trabajos previos (Sampedro, 1997) que vinculan la visibilidad mediática
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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de los MS a su capacidad de interpelación e interlocución con actores políticos ins-
titucionalizados, así como a su encaje en la línea editorial dentro de los apoyos
mediático-partidarios.
En segundo lugar, el análisis es consciente de la primacía informativa de lo
excepcional, y en especial, el valor informativo de los eventos que implican violen-
cia o problemas de orden público (Snyder y Kelly, 1977; Hug y Wisler, 1998; Hocke,
1998; Jiménez, 2002). El empleo de métodos disruptivos (o la amenaza de usarlos)
aumenta la probabilidad de recibir cobertura informativa. Sin embargo, esta cir-
cunstancia también puede alimentar un discurso que imponga una imagen violen-
ta del MS, generando así una dinámica de pérdida de apoyos y restando capacidad
de incidencia.
EL ANÁLISIS DE NOTICIAS DE PRENSA
Las apreciaciones anteriores presuponen que las realidades políticas se construyen
con el discurso y por medio de él. Entre las diversas funciones atribuibles al dis-
curso, el presente análisis continúa la perspectiva teórica de un trabajo previo
(Jiménez y Alcalde, 2003). Así, se centra en la función estratégica de legitimación
de dicho discurso, partiendo del supuesto de que la interpretación política del
MOK reflejada en el discurso de los distintos actores o emisores puede considerar-
se como parte coherente de una estrategia política más amplia hacia este, como
explicita la siguiente cita:
La delegada en el Gobierno en Cataluña previó desde el primer momento
que el desalojo podía suponer un serio desgaste de imagen para la policía y se
propuso evitarlo como fuera. Para ello, en las fechas previas a la operación,
aconsejó extraoficialmente a instituciones ciudadanas que destacaran el lado
más negativo de la presencia de los okupas, como quejas de vecinos, denuncias
ante el juez y problemas de higiene. La Federación de Vecinos de Barcelona dejó
ayer en mal lugar esos anhelos, al hacer un encendido elogio de los okupas y
pedir la dimisión de la delegada del Gobierno (La Vanguardia, 31-10-1996)7.
Para ello, en este estudio se utiliza una metodología similar a la de Jiménez y
Alcalde (2003), que consiste en un análisis del discurso a nivel semántico. La uni-
dad principal de análisis será la noticia de prensa concebida no como una mera
traslación más o menos fiel de la realidad, sino como un marco a través del cual se
construye el mundo social de forma rutinaria (Van Dijk, 1996)8.
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En concreto, se entenderán por noticias sobre el Movimiento de Okupación
(NMOK) aquellas noticias en las que aparezca de forma directa o indirecta el movi-
miento de okupación y/o sus actividades9. Sin embargo, por la especial idiosincra-
sia del término okupa, también han sido incluidas en la muestra aquellas noticias
en las que aparece dicho término pero no están directamente relacionadas con el
MOK, entendiendo que pueden formar parte de los procesos de definición de la
problemática y de construcción de la identidad pública del movimiento.
El medio elegido para el análisis es El País, como principal periódico de refe-
rencia en el Estado español y, en concreto, en Madrid. Esta decisión obedece tanto
a las características propias del medio (calidad, audiencia, número de lectores,
etc.)10, como a la posibilidad de comparar el análisis con otros que han utilizado
también este diario11. Sin embargo, y en aras de minimizar los errores en la inter-
pretación de los resultados, es necesario conocer los sesgos del periódico, así como
su tendencia ideológica12. Respecto al sesgo de selección de El País, M. Jiménez ha
hallado respecto al movimiento ecologista: a) una sobrerrepresentación de las pro-
testas que reflejan un alto nivel de conflicto, sobre todo las que suponen una
amplia movilización o implican problemas de orden público; b) sobrerrepresenta-
ción también de tópicos informativos, lo que implica centrarse en la recurrencia
informativa de determinados casos de conflicto; c) mayor cobertura de informa-
ciones y actuaciones ligadas a determinados actores y fuentes; y d) desigual cober-
tura geográfica, producto de la desigual presencia organizativa del periódico y/o
desigual flujo de información entre redacciones/reporteros locales (Jiménez,
2002: anexo).
Además, el presente estudio tuvo que enfrentarse a un sesgo específico deri-
vado del mecanismo de selección de NMOK: el buscador electrónico de El País. Así,
el empleo de “okup*” como patrón de búsqueda suscitó problemas de fiabilidad de
la representatividad de la muestra, por lo que esta búsqueda fue completada con
una veintena más relativas a los nombres de las principales okupaciones lleva-
das a cabo en Madrid, y algunas más especialmente relevantes en Barcelona y
Valencia13. Así, la muestra comprende 326 NMOK aparecidas en edición diaria
de la versión electrónica de El País entre 1985 y 2002, incluyendo las secciones de
la edición estatal así como las locales. De ellas, algo más de la mitad (155) apa-
recieron publicadas en la sección madrileña. En definitiva, se trata de una
muestra bastante sistemática en el caso de Madrid, complementada por un alto
número de noticias de otras secciones seleccionadas al azar, con el doble objetivo
de permitir la comparación entre ediciones e identificar singularidades propias de
la sección madrileña.
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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Pese a no ser objeto primordial del capítulo hacer una caracterización extensa
del MOK —para lo que pueden consultarse otras partes del libro—, sí resulta con-
veniente introducir algunas notas sobre sus actividades en Madrid.
EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN EN EL ESTADO ESPAÑOL
En España, al igual que ocurre en otros países, el MOK se caracteriza por una gran
heterogeneidad entre regiones, entre distintos tipos o configuraciones de okupas,
entre los centros sociales de un mismo tipo de okupas en una misma región e inclu-
so pueden existir variaciones en el interior de cada uno de ellos. En este sentido y
para los propósitos de la investigación, la heterogeneidad que adopta el movimiento
en cada región hace imprescindible el tratamiento particularizado del MOK. Por este
motivo y pese a que (en aras de contextualizar la muestra) se ha procedido a codificar
noticias de otras secciones —tanto locales como de difusión estatal—, en este estudio
se utilizarán las páginas de la sección de Madrid para el análisis más sustantivo.
España. Entre ellas cabe el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre en otros luga-
res, en nuestro país un gran número de las okupaciones se llevan a cabo con el objeti-
vo de hacer visible reivindicaciones socioeconómicas o políticas, mientras que en
otros lugares están orientadas a conseguir la propiedad pública de las viviendas y su
cesión a los ocupantes; es decir, que existe un mayor énfasis en la okupación de
Centros Sociales Autogestionados (CSA) que de viviendas (de forma similar a como
ocurre en Italia). Del mismo modo, no suelen estar protagonizadas por familias pobres
(como ha ocurrido y ocurre en otros países), sino que una gran parte de ellas tiene una
composición social principalmente de cohortes jóvenes de distinta clase social, pero
con el denominador común de poseer un alto capital cultural. En este sentido, la cons-
tante producción cultural autogestionada en los centros sociales contribuye a dotar al
movimiento de una identidad colectiva reconocible pese a su heterogeneidad formal.
En el caso específico de Madrid, y siguiendo el esquema o tipología de Hans
Pruijt (en este mismo libro), se trataría principalmente de entrepreunial squatters
(u okupas emprendedores), si bien en gran parte de las ocasiones resulta extrema-
damente complejo aislar este tipo de okupas de los okupas políticos o de los que
realizan okupaciones como estrategia de vivienda alternativa14. Respecto a la oku-
pación conservacionista o que tiene como objeto la conservación del paisaje rural
o urbano, se han dado casos en los ochenta, pero a partir de los noventa pierde peso
relativo respecto a los otros tipos de configuraciones. Por último, cabe destacar la
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importancia de la okupación basada en la pobreza durante los años setenta y
ochenta, sobre todo en Madrid (i.e. en Vallecas). Sin embargo, y como veremos más
adelante, este tipo de okupación pierde también relevancia en los años analizados.
Un último aspecto esencial para comprender el devenir reciente del movimien-
to okupa y las situaciones de conflicto que ha protagonizado con las instituciones es
la reforma del Código Penal llevada a cabo por el último gobierno socialista en 1995 y
que entró en vigor en 1996. Con este nuevo Código Penal, la ocupación pacífica de
bienes inmuebles en desuso pasó a ser considerada un delito, dejándose de tramitar
por la jurisdicción civil y pasando directamente a la penal, status que solamente había
tenido una sola vez (con la dictadura de Primo de Rivera) desde 1870. Esta circuns-
tancia, como se muestra más adelante, ha contribuido notablemente al aumento de la
intensidad del proceso de configuración de la imagen pública del MOK.
LA EVOLUCIÓN DE LA COBERTURA INFORMATIVA DEL MOVIMIENTO
DE OKUPACIÓN
En primer lugar, presentamos los resultados sobre la evolución de la cobertura
informativa del MOK, así como de los principales temas sobre los que versa cada
una de las noticias en las que aparece. Nuestro interés se centra en valorar la pre-
sencia del MOK y sus demandas en El País.
GRÁFICO 1
EVOLUCIÓN SEMESTRAL DEL NÚMERO DE NMOK EN
EL PAÍS
(1985-2002) TOTAL Y EDICIÓN MADRID
233
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
50
40
30
20
10
0
1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001
Número de NMOK
Total
Madrid
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El Gráfico 1 refleja la evolución del número de NMOK en la muestra anali-
zada. Pese a todos los posibles sesgos que pueda tener la muestra, parece claro
que tanto en la sección local madrileña como en el total de noticias, el año
1997 marca un punto de inflexión en cuanto a volumen de informaciones se
refiere. Antes, solamente existieron mínimos picos informativos en ocasión
de desalojos sonados, especialmente en Madrid, como refleja la superposi-
ción de las dos líneas en algunos momentos. Por el contrario, en 1997 la
cobertura informativa se incrementa exponencialmente, llegando a niveles
particularmente elevados durante 1998 y 1999. En Madrid ello está estrecha-
mente relacionado con la okupación emblemática del Laboratorio, cuyos oku-
pantes sabrán jugar hábilmente con los medios. En los últimos semestres de la
muestra se aprecia un descenso de la atención mediática dedicada al MOK por
parte de El País, debiendo destacarse un repunte del volumen de noticias a
principios de 2002, aunque más suave y breve que el ocurrido a finales de la
década de los noventa.
TABLA 1
¿DÓNDE APARECE EL MOK EN LAS PÁGINAS DE
EL PAÍS?
TEMAS POR NÚMERO DE NOTICIAS Y EXTENSIÓN
TEMAS NÚMERO TOTAL Y POR CIENTO DE NMOK EXTENSIÓN (SUMA PALABRAS
EN LAS QUE SE TRATA EL TEMA* DE NMOK EN QUE SE TRATA
EL TEMA COMO PRINCIPAL)
Total Madrid Total Madrid
MOK u otros MS 184 (56,4) 95 (61,3) 34.456 19.187
Acción represiva (i.e. desalojo) 144 (44,2) 73 (47,1) 21.390 10.378
Proceso judicial 104 (32,9) 52 (33,6) 23.657 13.274
Políticas de vivienda y juventud 64 (19,6) 35 (22,6) 3.342 1.005
Delincuencia/terrorismo 43 (13,2) 21 (13,5) 9.913 2.713
Palabra “okupa” descontextualizada 42 (12,9) 5 (3,2) 14.893 1.130
Violencia okupa 29 (8,9) 16 (10,3) 3.268 2.855
Cultura 29 (8,9) 9 (5,8) 12.912 4.289
Urbanismo 28 (8,6) 19 (12,3) 4.698 3.676
Crónica política y social 27 (8,3) 12 (7,7) 12.831 5.187
Ocupación de viviendas 17 (5,2) 13 (8,4) 4.251 3.377
Violencia ultraderecha 14 (4,3) 8 (5,2) 3.541 1.295
Total temas 725 (223,4) 358 (231,0) 149.152 68.366
Total noticias 326 155 326 155
* SE HAN CODIFICADO HASTA TRES TEMAS POR NMOK. LAS CIFRAS ENTRE PARÉNTESIS SON PORCENTAJES SOBRE EL TOTAL DE NOTICIAS.
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Esta evolución en el volumen de la cobertura informativa resulta coherente
con la evolución de los eventos de protesta del MOK en estos años (Martínez, 2002;
Adell en este libro). Así, los picos informativos coinciden con desalojos como los
de La Guindalera en Madrid, el cine Princesa en Barcelona y el teatro Princesa en
Valencia15. Ahora bien, no en todas las noticias se tratan los mismos temas.
La Tabla 1 muestra la frecuencia de los principales temas tratados en las NMOK
(columna 1). En cada noticia se codificaron hasta tres temas diferentes. Las distintas
categorías temáticas han sido ordenadas en orden descendente según el porcentaje de
NMOK en las que son tratadas. Los valores en la columna 2 indican la extensión total,
medida en palabras, de las NMOK en las que cada tema aparece como el principal16.
Como era de esperar, dada la definición escogida de NMOK, el propio MOK
aparece como uno de los tres temas principales en más de la mitad de las noticias,
seguido por las acciones represivas y los procesos judiciales17. Cabe subrayar la quin-
ta posición en esta lista de los asuntos relativos al terrorismo y la sexta, de noticias en
las que aparece la palabra “okupa” sin referencia explícita al MOK. Otros temas a
mencionar son los de crónica política y social (donde se desarrollan parte de los
eventos de protesta) y las acciones de violencia de grupos de ultraderecha contra
colectivos okupas, un tema que no siempre se menciona al hablar del MOK.
Respecto a las diferencias entre las cifras del total de noticias y las relativas a la
sección de Madrid, cabe destacar cuatro temas en los que parece existir una atención
mediática mayor en la sección local: los movimientos sociales, las políticas de vivien-
da y juventud, las políticas de urbanismo y la okupación de viviendas (generalmente
llevadas a cabo por familias en una situación económica delicada). Por el contrario,
los okupas logran mayor visibilidad mediática en noticias relativas a cuestiones cul-
turales en las otras secciones (especialmente en las de difusión estatal), en las que,
por otro lado, hay un número creciente de noticias en las que se usa el vocablo
“okupa” sin un contenido específico o sin relación con el MOK (en gran parte de las
cuales es usada de forma despectiva o para descalificar al adversario)18.
En tercer lugar, si atendemos a los temas que (en términos relativos) más espa-
cio ocupan en la muestra analizada, vemos que (además de los que se situaban en los
tres primeros lugares) existen otros que deben destacarse. Así, las crónicas políticas
y sociales, los actos culturales y las noticias donde aparece el vocablo “okupa” de
forma descontextualizado, los cuales estarían sobrerrepresentadas, en comparación
con su situación en las columnas de la izquierda, especialmente en las páginas de
difusión estatal. En la sección de Madrid, en cambio, las noticias clasificadas temáti-
camente como “palabra okupa descontextualizada” y “violencia ultraderecha” ocupan
un espacio relativamente menor que en el conjunto del total.
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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Estos resultados sugieren que la presencia mediática del MOK, al menos en El
País, incluye sólo en parte el conflicto social concreto más relacionado con las
demandas centrales del movimiento: la problemática de la vivienda, la especula-
ción inmobiliaria y, en definitiva, las políticas de reestructuración urbana —en la
tabla, políticas de juventud, vivienda y, hasta cierto punto, urbanismo—. En este
sentido, Martínez (2002) señaló el crecimiento de los precios inmobiliarios en las
dos últimas décadas, así como el aumento del desempleo y la precariedad laboral
como factores que habrían incidido básicamente en la juventud, parte de la cual
habría optado por organizarse en el MOK, con base a la denuncia política y pública
que se hace a partir de las okupaciones.
Por otro lado, y atendiendo a la diferenciación de Herreros (1999) en cuanto a las
actividades del movimiento, los resultados indican que los medios de comunicación
tienden a recoger en mucha mayor medida las que se produce en condiciones extraor-
dinarias (i.e. desalojos) que aquellas que el MOK desarrolla de forma cotidiana, a pesar
de que estas segundas abarcan mucho más tiempo que las primeras.
Según el esquema de Pruijt, los datos apuntan a que, a rasgos generales, los
okupas más numerosos en el Estado español son los entrepreunial squatters.
Aparece también la okupación de viviendas —que sería la más relacionada direc-
tamente con la okupación basada en la pobreza—, aunque alejada de lo que serían
los núcleos del MOK. El resto de configuraciones tiene una representación
mínima, al menos en las páginas de El País.
Por otro lado, la atención prestada a los eventos de protesta, las acciones
represivas, los procesos judiciales derivados de las mismas y los temas de delin-
cuencia y terrorismo, no sólo constata el valor informativo de las cuestiones de
orden público, sino que también señala el modo inicial de acceso del MOK a la opi-
nión pública (i.e., la naturaleza del terreno sobre el que construye su imagen). Su
consolidación en los medios es discutible, ya que, pese a que existe un número
apreciable de noticias centradas en el MOK, sus demandas no aparecen de forma
clara. Además, el hecho de que el MOK aparezca en noticias sobre terrorismo y
delincuencia sugiere la existencia de una dimensión de criminalización en el pro-
ceso de configuración de su imagen. Por último, la importancia de las noticias en
las que aparece la palabra “okupa” descontextualizada sugiere que, de un modo u
otro, el término sí ha entrado en la agenda mediática y en el vocabulario común de
una gran parte de la población.
En el siguiente apartado, el análisis de las NMOK permitirá discernir las dimen-
siones en las que se centran los discursos acerca de la identidad del movimiento, así
como la naturaleza y posicionamientos de los actores que participan en este proceso.
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LA CONFIGURACIÓN MEDIÁTICA DE LA IDENTIDAD PÚBLICA DEL MOK
Las menciones al MOK o a sus actividades de protesta no van siempre acompaña-
das de un discurso acerca de su naturaleza. No obstante, en un significativo 70,5
por ciento del total de noticias (i.e., 230 NMOK) y un 74,8 por ciento de la sección
de Madrid (116 NMOK) han sido identificados elementos de construcción de la
imagen del MOK o de la definición de su problemática. Los siguientes epígrafes
detallan e interpretan los principales resultados.
EVOLUCIÓN EN EL TIEMPO
Evolución temporal de la configuración mediática de la imagen pública
del MOK
El proceso de construcción de la identidad pública del MOK en las páginas de El
País no es uniforme en el tiempo, sino que presenta cambios notables en su
intensidad:
GRÁFICO 2
EVOLUCIÓN SEMESTRAL DE NMOK CON ELEMENTOS DISCURSIVOS
Como puede apreciarse en el Gráfico 2, la evolución de las noticias con ele-
mentos discursivos relativos a la naturaleza del MOK sigue un patrón similar a la del
número total de NMOK (véase Gráfico 1). Así, mientras en los ochenta y primera
década de los noventa la frecuencia de NMOK es mínima y se concentra alrededor
237
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
40
35
30
25
20
15
10
5
0
1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Total Madrid
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de determinados casos (cine Princesa en Barcelona, La Guindalera en Madrid, tea-
tro Princesa en Valencia, los Laboratorios en Madrid…), a partir de 1997 crece
exponencialmente, alcanzando el cenit entre 1998 y 1999, decreciendo en el 2000
y 2001 para volver a repuntar algo el primer semestre de 2002. La tendencia actual
parece ser a decrecer. Por otro lado, también se observa una diversificación de las
ediciones donde aparecen desde mediados de 1998 respecto a los años anterio-
res, en los que las NMOK parecían ubicarse casi exclusivamente en las páginas
locales19.
entrada en vigor del nuevo Código Penal el incremento de la represión poli-
cial, así como de su visibilidad pública y mediática y, paradójicamente, la expan-
sión del movimiento con un incremento exponencial de las okupaciones y de
las manifestaciones de apoyo al mismo. A la luz de los datos presentados en
esta sección, parece confirmarse la correlación temporal entre la cobertura
mediática del MOK y la intensidad del proceso de configuración de su imagen
pública.
La evolución de otros indicadores presentes en la siguiente sección refuerza la
interpretación de estos resultados, que señalan los años posteriores a 1996 como
los de mayor visibilidad, así como la recurrencia a casos concretos por parte de
El País.
Evolución temporal de algunos datos contextuales
En cuanto al tipo de noticia, la muestra no permite encontrar patrones concretos
respecto a su evolución temporal, más allá del hecho ya comentado de la acumula-
ción y concentración alrededor de los casos recurrentes. Así, en general, existen
algunas épocas —que coinciden con determinados casos de conflicto— donde hay
más informaciones, predominando siempre las noticias clasificadas como
“corrientes”20.
Y lo mismo ocurre con las distintas fuentes, donde el predominio es de las
noticias firmadas por redactores o periodistas concretos21. En este punto, hay que
destacar una variación temporal importante, ya que si bien en los años ochenta El
País firmaba genéricamente un 72,2 por ciento de las noticias frente a un 27,7 por
ciento de redactores, en los últimos tres años (2000-2002) se diversifican las
fuentes, invirtiéndose así la tendencia22.
Respecto a la dimensión de la violencia, y pese a que esta se estudiará con
mayor profundidad en una sección posterior, debe destacarse su importancia
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JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 238
para la muestra analizada, así como la identificación de una serie de tendencias
longitudinales.
En primer lugar, la distribución de frecuencias de las noticias que inclu-
yen información sobre acciones de protesta coincide, en términos generales,
con la de las NMOK que hablan de eventos de protesta, menos en 1997, donde
aparecen más eventos de protesta que acciones represivas. En la interpreta-
ción propuesta, el aumento de las okupaciones habría sido más importante
que el incremento de la represión, tras la entrada en vigor del Código Penal
de 199623. Además, el efecto de violentos desalojos como el del cine Princesa
o La Guindalera —que habrían sido percibidos como actuaciones muy despro-
porcionadas por parte de la opinión pública24— se habría traducido en un
aumento de los apoyos del MOK, así como del interés de la prensa en el tema
de la okupación, haciendo más costosa la represión abierta para las institu-
ciones25.
Por otro lado la cuestión de si se produce o no violencia por parte de la
policía es relevante en los ochenta, dado el escaso número de noticias en
general; muy importante en los noventa (sobre todo en los años 97-98) y casi
inexistente en los tres años siguientes. En el caso de la violencia ejercida por
parte de los okupas ocurre un patrón similar, pero siendo siempre menos
numerosas que las noticias en las que se menciona la violencia policial.
En un 49 por ciento de las NMOK se menciona a las Fuerzas de Seguridad
(FFS), por un 36,1 por ciento de las menciones a las instancias judiciales. Sin
embargo, debe señalarse que mientras el primero de estos datos se mantiene
constante en el tiempo, el segundo empieza a surgir con fuerza a finales de
1996, incrementando su intensidad de forma clara a partir de ese momento.
Y lo mismo ocurre con la variable “elementos de construcción de la imagen
pública del MOK”, siendo más relevante entre 1997-1999.
Por último, se han contabilizado aquellas noticias que informan de que el
inmueble en cuestión se hallaba abandonado (o vacío desde hacía años) hasta
la okupación. La evolución temporal es similar a las anteriores, siendo poco
mencionado en los ochenta, más en los noventa, mientras que en los últimos
años de la muestra casi siempre se menciona.
Es de destacar que no existen diferencias apreciables respecto al tipo de
propietario de los inmuebles okupados: público el 38,6 por ciento; privado un
54,6 por ciento y mixto un 6,8 por ciento.
239
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 239
La importancia de quién escribe la noticia
Respecto a quién firma la noticia, existen algunas diferencias remarcables entre si
son noticias realizadas por periodistas o redactores concretos (RC) o, por el con-
trario, las firma genéricamente El País (EP)26. En primer lugar, en estas noticias
genéricas, los emisores de otros movimientos sociales, artistas, intelectuales, y
colectivos de vecinos —todos ellos potencialmente aliados del MOK— no consiguen
encontrar espacio.
Por otro lado y como cabía esperar, en las noticias firmadas por RC se recuer-
da y se anuncian más eventos, acciones y ocurrencia de violencia en sus distintas
versiones que en las genéricas, fruto de la mayor investigación que conlleva el pri-
mer tipo de noticias las cuales tienden, pues, a ofrecer más puntos de vista. A este
respecto, sirva de ejemplo el porcentaje de NMOK en las que se nombra a otras
organizaciones sociales, siendo un 65,7 por ciento las firmadas por un periodista
concreto, frente a un 13,3 por ciento de las genéricas.
En esta mayor riqueza de detalles destacan dos aspectos directamente relacio-
nados con la imagen pública del MOK: a) cuando se menciona al propietario (75,0
por ciento RC por 22,2 por ciento EP) y b) cuando se informa de que el inmueble
estaba abandonado (75,4 por ciento RC por 36,4 por ciento EP). Así, cabe pensar
que el hecho de omitir esta información perjudica la valoración favorable del movi-
miento, puesto que puede dar lugar a interpretaciones erróneas acerca del objetivo de
las okupaciones. Por ello, el mayor detalle de las noticias realizadas por periodis-
tas concretos supone un (potencial) aliado para el MOK.
Finalmente, cabe destacar las menciones a las FFS y a las instancias judiciales.
Mientras en las primeras no han podido hallarse diferencias significativas, las
segundas aparecen con mucha mayor frecuencia en las RC (65,7 por ciento) que en
EP (28,6 por ciento).
Por último, debe señalarse la concentración de NMOK en la sección de
Madrid en una sola redactora (43 por ciento de NMOK, por 57 por ciento del
resto)27. De la comparación entre las noticias firmadas por periodistas sensibles a
las demandas del MOK cabe concluir que aparecen menos actores institucionales
(en concreto, el PSOE o la policía) y más protagonistas directos de la noticia (como
los vecinos o los propietarios de los inmuebles), tal y como corresponde al perfil de
los periodistas “de calle”, que se han dedicado siempre a “lo social” (entrevista con
Begoña Aguirre). Se trata, pues, de personas con experiencia en cubrir asuntos
relativos a movilizaciones sociales. En este sentido, las diferencias en cuanto a los
temas pueden interpretarse del mismo modo. Así, en las noticias firmadas por
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periodistas conocedores de la problemática okupa hay más eventos de protesta,
acciones represivas y procesos judiciales derivados de los mismos y menos actos
institucionales, en las que se usa la palabra “okupa” de forma descontextualizada,
sobre la crónica social y política, y en las que se relaciona al MOK con acciones o
grupos terroristas.
En suma, 1996 marca un punto de inflexión en cuanto a la cobertura informa-
tiva se refiere. Hasta la entrada en vigor del nuevo Código Penal, las noticias versan
casi exclusivamente sobre eventos de protesta y/o acciones represivas (desalojos y
cargas en las manifestaciones, básicamente), sin entrar en demasiados detalles.
Por otro lado, tal y como sugieren muchos indicadores, no hay una cobertura com-
pletamente paralela a la dinámica de okupaciones y (desalojos) del MOK, sino que
se concentra en casos recurrentes, de especial impacto, como los tres señalados en
Barcelona, Valencia y Madrid. La magnitud de la represión de los tres casos
marcaría un antes y un después para el MOK en cada una de esas ciudades, tanto en
su relación con las instituciones y la respuesta de ellas, como en la cobertura
mediática de sus acciones. En concreto, en la sección de Madrid, a partir de 1997
se produce un punto de inflexión en Madrid con el violento desalojo de La
Guindalera, lo que conllevó que hubiese un mayor interés por parte de El País hacia
el tema de la okupación, tanto por la parte social, como por la parte de orden públi-
co28. Respecto a las diferencias entre secciones, cabe suponer que los redactores de
las secciones locales están más sensibilizados con los temas sociales y locales, ya
que son quienes más los cubren. La okupación no es un tema de Nacional, a no
ser que conlleve una alteración del orden público muy importante.
Por último, que quien escribe la noticia sea un redactor concreto o no, impor-
movimiento y más preocupados por dar una versión lo más ajustada posible a la
realidad y, como veremos, también por incluir mayor número de actores y puntos
de vista sobre la problemática okupa en sus noticias.
ALIADOS POTENCIALES DEL MOK EN LA CONSTRUCCIÓN DE SU IDENTIDAD
PÚBLICA
El MOK no suele caracterizarse por una estructura organizativa estática y rígida. En
este sentido, en sólo un 9 por ciento de las NMOK de la muestra se mencionan
organizaciones concretas identificadas con el MOK29. Por otro lado, frecuente-
mente se ha señalado que el MOK mantiene una estrecha relación con amplios sec-
tores de la sociedad civil30. Para contrastar esta afirmación, se contabilizaron todas
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 241
las organizaciones que aparecían mencionadas en las noticias de la muestra (Tabla
2). Un total de 374, de las cuales 202 pertenecen a la edición de Madrid, otorgan
una media de 2,48 (2,64 en Madrid)31. Si desagregamos por redactores, la media
en los artículos firmados por periodistas conocedores de la problemática okupa es
de 3,1, por 2,1 del resto de periodistas de la edición madrileña. Los siguientes
subepígrafes detallan e interpretan estos resultados.
TABLA 2
ORGANIZACIONES, MOVIMIENTOS Y COLECTIVOS SOCIALES EN LAS NMOK1
TIPO DE ORGANIZACIÓN TODAS LAS EDICIONES EDICIÓN MADRID
Ayuda a los presos 1 (0,7) 1 (1,3)
Apoyo a los inmigrantes 19 (12,5) 14 (18,4)
Antifascista 7 (4,7) 2 (2,6)
Antiglobalización (MRG…) 11 (7,3) - -
Antirracista (SOS racismo…) 4 (2,7) 4 (5,3)
Desarrollo (Oxfam…) 4 (2,7) 1 (1,3)
Ecologista (Aedenat, Ecol. en Acc…) 20 (13,1) 17 (22,4)
Estudiantes 10 (6,7) 4 (5,3)
Feminista 6 (4,0) 5 (6,6)
Gays/Lesbianas 1 (0,7) 1 (1,3)
Hackers 1 (0,7) 1 (1,3)
Independentista 7 (4,7) - -
Madres contra la Droga 7 (4,7) 6 (7,9)
Pacifista y antimilitarista232 (21,1) 21 (27,6)
Parados 8 (5,2) 5 (6,6)
Pro Derechos Humanos 4 (2,7) 2 (2,6)
Trabajadores Sociales 3 (2,0) 3 (3,9)
Vecinos 45 (30,5) 29 (38,1)
Abogacía y judicatura39 (5,8) 6 (7,9)
Artistas e intelectuales 24 (15,9) 21 (27,6)
Cáritas 3 (2,0) 1 (1,3)
CiU 3 (2,0) - -
CGT 6 (4,0) 3 (3,9)
CNT 3 (2,0) - -
ERC 5 (3,3) - -
GRAPO 5 (3,3) 2 (2,6)
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TIPO DE ORGANIZACIÓN TODAS LAS EDICIONES EDICIÓN MADRID
Izquierda Unida/IC 35 (23,0) 23 (30,2)
Izquierda Abertzale426 (17,1) 7 (9,2)
PSOE 10 (6,7) 2 (2,6)
Terra Lliure 2 (1,3) 2 (2,6)
Tribus Urbanas54 (5,2) 4 (5,3)
Ultraderecha 19 (12,5) 8 (10,5)
Otros630 (19,8) 6 (7,9)
Total 374 (248,4) 202 (264,4)
A UGT, AL BNV, A COLECTIVOS DE APOYO A LA REBELIÓN ZAPATISTA DE CHIAPAS, COLECTIVOS URBANISTAS, AL DEFENSOR DEL PUEBLO, ETC.
El papel de los vecinos
Los vecinos siempre hablan a favor de l@s okupas y en contra de la poli-
cía. La cosa tiene explicación sencilla. El vecino tiene que convivir con el delin-
cuente, que va a volver; en cambio, al policía no le verá más el pelo. En
consecuencia, denuncia al ‘poli’ que se va para que no se enfade el gángster que
se queda (ABC, “Editorial”, 31-10-96)32.
Los chicos que llevaban el centro eran muy majos, pero cuando organi-
zaban conciertos la gente que venía de fuera se pasaba mucho. […] A diario
no había problemas, pero lo de los conciertos era horrible: nuestra calle aca-
baba llena de botellas rotas, meados y basura (El País, “Un vecino”, 5-10-
1996).
Se observa en la Tabla 2 cómo los colectivos vecinales son los que más veces
aparecen relacionados con el MOK: 29 en Madrid y 45 en el total de las edicio-
nes analizadas. En el caso específico de Madrid, ello supone un porcentaje cer-
cano al 40 por ciento de las noticias en las que aparece mencionada alguna
organización.
Sin embargo, esta relación no siempre refleja una alianza sólida y sin fisu-
ras. En este sentido, se han hallado también noticias en las que los vecinos cri-
tican los comportamientos de algunos miembros del MOK. En concreto, 9
243
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 243
—todas en Madrid—, lo que significa que un 27 por ciento de las veces que en las
páginas de El País se recoge el apoyo de vecinos a determinados colectivos
okupa, se hace lo propio con sus quejas (a modo de ejemplo, véase la segunda
cita con la que se encabezaba este subepígrafe).
Los otros movimientos sociales
Tal y como se comentó en un apartado anterior, gran parte de los miembros de
colectivos okupas suelen pertenecer también a otros movimientos sociales33.
La Tabla 2 refleja bien esta situación. Así, han sido contabilizadas hasta 145
menciones, lo que supone un porcentaje del 96,2 por ciento o, lo que es lo
mismo, en cada NMOK en la que aparece mencionada alguna organización,
una media de 0,96 veces se halla citado algún movimiento social34. Para la
edición de Madrid, son 86 las organizaciones mencionadas correspondientes
a movimientos sociales, lo que representa una media de 1,14 por noticia.
Entre ellos, los más relacionados con el MOK resultan ser los objetores e
insumisos, el movimiento ecologista y las asociaciones de apoyo a los inmi-
grantes, siendo todos ellos más importantes en Madrid que en el resto de sec-
ciones.
Actores institucionales e instancias mediadoras
Los partidos de izquierda, así como los nacionalistas autonómicos, también son
potencialmente aliados del MOK —sobre todo (y casi exclusivamente) cuando
son oposición en los distintos municipios—. En este sentido, destaca el papel de
IU y, en mucha menor medida, el del PSOE. En Cataluña, ERC tiene una aporta-
ción destacable, y también se registran menciones de CiU y BNV en la
Comunidad Valenciana.
Respecto a los sindicatos, debe señalarse la presencia relevante de los
dos de corte anarquista (CGT y CNT), existiendo también alguna mención de
UGT.
Por último, resulta apreciable las menciones de organizaciones de sectores
que podríamos denominar progresistas de la judicatura y la abogacía, como la
Asociación Libre de Abogados, Jueces por la Democracia y otras instancias
que podríamos calificar como mediadoras, como el Defensor del Pueblo, las cua-
les se revelarán especialmente importantes en la configuración de aliados y
opositores del MOK.
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El papel de la cultura
La relación con sectores de la vida cultural es extremadamente notable en
Madrid, donde sus 21 menciones se traducen en que, como mínimo, en una de
cada cuatro noticias en las que aparece mencionada alguna personalidad u orga-
nización en las páginas de El País, se cita la presencia de algún artista o intelec-
tual. En el resto de ediciones dicha presencia es también significativa, aunque
algo menor.
Otras organizaciones
Además de los potenciales aliados del MOK, en la Tabla 2 aparecen organizaciones
que habitualmente se perciben como vinculadas de un modo u otro con el terroris-
mo, especialmente en las secciones de difusión estatal. Nos referimos, como
supondrá el lector, a las englobadas en la izquierda abertzale, al GRAPO y a Terra
Lliure, que suman apariciones en un 21,5 por ciento de las noticias. Además, en
más de un 10 por ciento se mencionan organizaciones de ideología neonazi o de
ultraderecha —gran parte de las cuales hace referencia a agresiones al MOK—. Por
último, debe destacarse en esta amalgama de organizaciones la presencia de tribus
urbanas —particularmente punkies— que contribuyen a aumentar la confusión
sobre quién compone el MOK35.
En resumen, los resultados que ofrece la Tabla 2 sugieren una relación
intensa y en algunos casos estrecha del MOK con las organizaciones de la socie-
dad civil que le rodean36. Ello ha sido consecuencia, en parte, de que determi-
nados sectores del MOK hayan dedicado tiempo y esfuerzos a ello, de una forma
creciente desde 1997, como una vía de respuesta ante su criminalización en el
Código Penal37.
Por otro lado, se han identificado potenciales aliados en los ámbitos de la cul-
tura, la política y la judicatura. En tercer lugar, la presencia de organizaciones cri-
minales en las noticias donde se habla del MOK puede indicar un intento de
criminalización desde los poderes políticos y mediáticos, como se ha destacado en
la literatura especializada38.
El análisis de la construcción de la identidad pública desarrollado en las
siguientes secciones matizará estas impresiones, desvelando en qué medida cada
uno de los actores deviene en mayor o menor medida aliado (u opositor) del MOK
en este proceso.
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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LOS ACTORES EN EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD PÚBLICA
DEL MOK
Esta sección analiza quién participa en el proceso de construcción de la imagen
pública del MOK a través de las páginas de El País. Para ello, la Tabla 3 presenta los
distintos tipos de emisores clasificados en doce categorías. Respecto a los emiso-
res del propio diario, bajo la etiqueta de El País se incluyen los casos en los que los
propios periodistas o redactores de El País emiten juicios valorativos sobre el MOK
(sin tratarse de transcripciones más o menos literales de declaraciones de otros
actores), mientras en la categoría de Opinión se recogen los juicios realizados en
artículos, columnas de opinión y cartas al director. Por otro lado, la categoría de
actores políticos institucionalizados aparece desagregada de acuerdo a su adscrip-
ción partidista. Existe también una categoría de emisores denominada “instancias
mediadoras” que incluye actores ligados a la Administración de justicia y al
Defensor del Pueblo. Los resultados en las dos columnas reflejan la distribución
porcentual de los emisores en todas las ediciones (columna 1) y sólo en la edición
de Madrid (columna 2).
La Tabla 3 refleja el distinto acceso de cada uno de los actores participantes en
el proceso de construcción de la identidad pública del MOK. En primer lugar, debe
subrayarse la participación activa del periódico —a través de redactores y colum-
nistas—, en el proceso de configuración de la imagen del movimiento, circuns-
tancia esta frecuentemente destacada en la literatura del newsmaking. En un 32
por ciento de estas noticias es el propio periodista quien actúa como emisor de
enunciados acerca del MOK y la definición de su problemática, porcentaje que
aumenta si añadimos la actividad de columnistas y lectores, ligados, informal o
formalmente a El País (y, por tanto, dentro de la línea editorial del mismo). En
segundo lugar, los resultados también constatan el acceso privilegiado de actores
institucionalizados frente a los vinculados al sector de los MS, que apenas alcanzan
un 20 por ciento39.
Y, entre aquellos, las voces del PSOE frente a las de otros partidos como IU.
Sin embargo, los emisores dentro de la categoría de actores políticos institu-
cionalizados no llegan nunca a constituir más de una cuarta parte del total.
Estos resultados sugieren que el discurso mediático sobre el MOK no ha
entrado (¿aún?) en el terreno de la confrontación política con la misma fuer-
za con la que lo ha hecho, por ejemplo, el discurso del movimiento antiglobali-
zación40.
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TABLA 3
ACTORES INVOLUCRADOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD PÚBLICA DEL MOK*
TIPO DE EMISOR TODAS LAS EDICIONES EDICIÓN MADRID
El País (staff) 143 (30,8) 78 (33,5)
MOK (miembros y simpatizantes) 86 (19,2) 46 (19,5)
PP 36 (8,0) 23 (9,9)
Instancias mediadoras 28 (6,2) 14 (5,9)
PSOE 27 (6,0) 9 (3,9)
Opinión (firmas y cartas al director) 25 (5,6) 8 (3,4)
Policía 21 (4,7) 9 (3,9)
IU/IC 19 (4,2) 13 (5,6)
Propietarios 13 (2,9) 7 (3,0)
Artistas e intelectuales 11 (2,4) 9 (3,9)
Vecinos 5 (2,2) 6 (2,6)
Otros 35 (7,8) 11 (4,9)
Total 449 (100,0) 233 (100,0)
* LAS CIFRAS ENTRE PARÉNTESIS SON PORCENTAJES Y SE REFIEREN AL TOTAL DE EMISORES. SE HAN CODIFICADO HASTA CINCO POR NMOK.
Respecto a las especificidades de la edición de Madrid, cabe destacar el mayor
acceso del PP en detrimento del PSOE. Este resultado resulta lógico si tenemos en
cuenta que el MOK suele entrar en conflicto principalmente con instancias muni-
cipales, dado que la mayoría de las noticias se refieren al ayuntamiento de Madrid
en una época en la que estaba gobernada por el PP, mientras que en el resto de las
ediciones se incluyen ayuntamientos socialistas, especialmente los catalanes41.
Entre los emisores que tienen un mayor acceso a la edición local, debe seña-
larse a IU, los colectivos de artistas e intelectuales y los de vecinos. Por el contrario,
tanto a la policía como a los sectores de la judicatura y abogacía se les reduce el acce-
so en Madrid respecto al conjunto de todas las ediciones y, especialmente, las de
difusión estatal. También se constata el surgimiento de nuevos emisores, agrupa-
dos en la categoría otros, ante la diversidad de ediciones.
Si procedemos a comparar la Tabla 2 y la Tabla 3, hallamos resultados que con-
firman el acceso privilegiado de los actores institucionalizados frente a los poten-
ciales aliados del MOK. Así, pese a salir mencionados en gran parte de las noticias,
las opiniones de los colectivos de vecinos y de artistas e intelectuales sobre el MOK
solamente consiguen un acceso mínimo a las páginas de El País. En el mismo sen-
tido, la facilidad que encuentra el PSOE contrasta con las dificultades de IU para
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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conseguir difusión mediática de sus valoraciones sobre el MOK, especialmente en
las ediciones locales donde el PSOE gobierna en los principales ayuntamientos.
También las instancias mediadoras tienen un mayor acceso que el que tendrían en
función de su número de menciones (Tabla 2).
Ello confirma las predicciones de la literatura politológica o sociológica acer-
ca del sesgo mediático hacia las fuentes oficiales, en detrimento de actores ligados
a los MS o elites políticas simpatizantes. Ahora bien, no todos los actores hablan de
los mismos temas con relación al MOK. La siguiente sección analiza en profundi-
dad esta cuestión.
¿SOBRE QUÉ HABLAN LOS QUE HABLAN DEL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN?
La propuesta de estudio del proceso de construcción (conflictiva) de la identidad
pública del MOK en la prensa se centra en el análisis del discurso de distintos acto-
res (o emisores) con relación a las siguientes dimensiones: su naturaleza violen-
ta/pacífica, el grado de representatividad de sus integrantes, el fundamento de sus
demandas, la existencia de actividades en los centros sociales, su valoración nor-
mativa explícita y el proceso de criminalización del MOK. Algunas de ellas resulta-
ron estar presentes con mayor frecuencia que otras en los pronunciamientos sobre
el MOK recogidos en la muestra. Así, un 26,2 por ciento de los emisores valoraron
la actuación de las Fuerzas de Seguridad —variable considerada como proxy o apro-
ximada a la primera dimensión analizada: la naturaleza violenta/pacífica del
MOK—, es decir, uno de cada 4 actores que utilizó las páginas de El País para opinar
acerca del MOK, emitió un juicio de valor acerca de la actuación de las Fuerzas de
Seguridad en las acciones represivas contra el movimiento42. Por otro lado, un 36,1
por ciento de los emisores manifestaron su opinión acerca de su representatividad
y un porcentaje similar (30,5 por ciento) trató la cuestión del fundamento de sus
críticas y/o alternativas y opinó acerca de si realizan o no actividades sociales y cul-
turales (28,3 por ciento). Un 9 por ciento emitió un juicio de valor explícito a favor
o en contra del MOK. Por último, un 23,6 por ciento participó en el discurso de
denuncia (o apoyo) de un proceso de criminalización del movimiento.
Dado el diferente nivel de acceso de los distintos tipos de emisores, este
resultado sugiere que no todos ellos han tendido a centrar su discurso en las mis-
mas facetas de la identidad pública: en qué medida es un movimiento violento,
representativo, fundamentado, activo, legítimo y criminalizado. Un análisis más
detallado mostrará más adelante en qué medida ha habido diferencias y similitu-
des entre los distintos actores.
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En las siguientes páginas, se presentan los resultados del análisis sobre los
posicionamientos que los diferentes emisores mantuvieron con relación a las
dimensiones sobre la identidad pública en las que se centra el estudio. En cada una
de las tablas, las dos columnas de la derecha ofrecen el número de emisores que
tratan en su discurso cada dimensión y su porcentaje con relación al total de emi-
sores dentro de cada categoría. Este porcentaje indica, en qué medida los distintos
emisores tratan en su discurso (registrado por El País) las dimensiones en las que
se centra el proceso de construcción de la identidad pública del MOK. Las colum-
nas de la izquierda presentan la distribución porcentual de los emisores entre los
distintos posicionamientos posibles.
Violencia
A la hora de estudiar la dimensión violenta/pacífica de la identidad pública del
MOK en las páginas de El País hallamos diversos problemas metodológicos. En
primer lugar, resultó imposible presentar una tabla acerca de la valoración de la
naturaleza violenta del MOK, con valores como “el MOK es pacífico”, “el MOK
es violento”, “existen minorías violentas dentro del MOK”…, ya que los emiso-
res registrados no desarrollan en este aspecto un discurso lo suficientemente
explícito.
Otra posibilidad radicaba en valorar las distintas opiniones acerca de la solu-
ción a las okupaciones, con valores como “la solución es el desalojo” o “se apela al
diálogo”. Sin embargo, ello tampoco resultó demasiado revelador, habida cuenta
que todos los partidos políticos, como el MOK y sus potenciales aliados e incluso la
mayor parte de las instancias mediadoras que trataban el tema, insistían sistemá-
ticamente en la cuestión del diálogo, sin ser posible discriminar los distintos sig-
nificados que cada actor otorgaba a dicha expresión a través de las páginas de El
País43. Dada esta situación, esta variable tampoco sirve para observar el proceso
real de construcción de la imagen pública del MOK en torno a la cuestión de la vio-
lencia.
Una tercera opción consistía en observar la evolución de distintos indicadores
contextuales, algunos de los cuales se presentan en la Tabla 4. Pese a que no per-
miten discriminar por emisores, sí ofrecen algunas tendencias de la cobertura de
esta dimensión por parte de El País. Así, el hecho de que sea mayor el porcentaje
de NMOK donde se recuerdan eventos de protesta, acciones represivas y detenidos
puede interpretarse como una confirmación de la idea de la recurrencia de deter-
minados casos de conflicto. Por otro lado, el menor número de heridos recordados
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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haría referencia a que las noticias que relatan hechos recién sucedidos lo hacen con
mayor detalle que las que lo recuerdan. Por último, se relatan más eventos de pro-
testa que acciones represivas, pero estas son más recordadas y más anunciadas, lo
que refleja una atracción por los sucesos que conllevan una alteración del orden
público.
TABLA 4
DATOS CONTEXTUALES RELATIVOS AL DISCURSO SOBRE LA REPRESIÓN DE LA PROTESTA1
RECUERDA RELATA ANUNCIA
Eventos de protesta 30,6 23,6 (2,53)212,9
Acción represiva (i.e. desalojos) 40,7 18,7 (1,24)317,4
Violencia policial 4,6 21,2 -
Violencia okupa (y de otros MS) 2,9 14,0 -
Existencia de heridos 5,2 7,9 -
Existencia de detenidos 25,8 7,0 -
La ambigüedad de El País es manifiesta a la hora de referirse a las situacio-
nes de violencia protagonizadas por el MOK u otros MS. Así, mientras en algunas
noticias se habla de ello como un hecho probado, en otras se distingue el nivel de
veracidad de la información con expresiones como “según fuentes policiales” o
contrastando distintas versiones. Ello es especialmente patente cuando se trata de
noticias publicadas en secciones de difusión estatal, en donde el acceso del MOK
pasa inexorablemente por alteraciones graves del orden público44.
Empíricamente, se pensó que resultaría posible analizar el discurso de los
distintos actores acerca de la definición de la problemática okupa en lo relativo a la
represión de la protesta. En este sentido, se codificaron las opiniones de los emi-
sores en lo referente al desarrollo de las acciones represivas, es decir, si los des-
alojos habían sido violentos o pacíficos, si había habido resistencia del MOK, si
esta había sido pasiva, activa o incluso violenta. Pese a que en ocasiones no se espe-
cifica el origen de la violencia y a que el hecho de que se valore como pacífico un
desalojo pueda tener distintos significados45, sí ha sido posible identificar algunas
tendencias.
Así, los resultados reflejan que los emisores de El País se mueven en la indefi-
nición, hablando a menudo de “batalla campal”, sin explicitar un discurso con
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JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 250
respecto a la naturaleza violenta o pacífica de los okupas. A este respecto, cabe
señalar que en los años ochenta —lo que se corresponde con la primera etapa del
MOK (Martínez, 2002)—, y probablemente debido a la novedad del fenómeno
okupa en nuestro país, la atribución de responsabilidades por parte El País era más
explícita que en los noventa46.
En general, el interés del periódico no se centra en esclarecer la naturaleza
pacífica o violenta del MOK, ni en argumentar sobre la legitimidad o no de las
estrategias de resistencia no-violenta o de desobediencia civil que configuran su
repertorio de protesta47 (Martínez, 2002). En este sentido y aunque de forma más
o menos ambigua según los periodos, un objetivo del periódico (o de los redacto-
res encargados de cubrir el tema) residiría en atribuir al gobierno conservador una
actitud negativa hacia un movimiento que goza de creciente popularidad y acepta-
ción social, con un discurso que identifica claramente al MOK en su conjunto con
la violencia y el desorden público. Contrarios a esta visión El País sitúa al resto de
los emisores cuyo discurso participa de esta dimensión. Por otra parte, las posicio-
nes polarizadas entre las instancias mediadoras sugieren la extensión del proceso
de construcción de identidad a quienes deben sopesar la legalidad de los actos de
protesta y de las medidas represivas.
Finalmente, se procedió a medir la valoración que realizan los distintos acto-
res de las acciones (represivas) de las Fuerzas de Seguridad, lo cual se reveló como
la variable más cercana para precisar el discurso de los emisores con relación a la
dimensión de la violencia (Tabla 5), brindando pues, un análisis particularmente
fructífero.
Que haya una carga no es noticia. Se tendrían que cambiar las leyes para
evitar tantas manifestaciones que entorpecen el tráfico (J. I. Echeverría, con-
cejal del Ayuntamiento de Madrid)48.
Los antidisturbios se han convertido en un grupo de provocación social y
el delegado del Gobierno parece incapaz de controlarlos (Juan Ramón Saiz,
diputado de IU)49.
De la observación de la Tabla 5 cabe deducir que el tema de la actuación de las
FFSS a) resulta extremadamente relevante para el MOK, el PP, el PSOE, la policía y
la sección de opinión del diario analizado; b) los actores más críticos con las FFSS
se hayan muy diversificados, como refleja el elevado número de emisores agrupa-
do en la categoría “otros”50; c) resulta un tema espinoso para los emisores de los
251
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 251
sectores de la abogacía y la judicatura, que, sin embargo, también participan de
este discurso.
TABLA 5
PROMOTORES DEL DISCURSO DE VALORACIÓN DE LA ACTUACIÓN DE LAS FFS
Emisores (% de fila) % que critica % que aprueba Número de % emisores
su actuación su actuación emisores en cada categoría
Movimiento de okupación 100,0 - 17 37,8
PP 27,3 72,7 11 47,8
PSOE 100,0 - 8 88,9
Opinión en El País 66,7 33,3 6 75,0
Policía - 100,0 6 85,7
Instancias mediadoras 50,0 50,0 2 26,6
IU 100,0 - 2 14,9
Artistas e intelectuales 100,0 - 1 12,3
Otros 86,7 13,3 8 7,0
Total 73,5 26,5 61 26,2
Por otro lado, pese a que los resultados también muestran la ausencia del
principal emisor (los periodistas y redactores de El País), el sesgo positivo de 73,5
por ciento frente a 26,5 por ciento en cuanto a las críticas a la actuación de las FFS
confirma el rol del periódico y su interés en participar en esta dimensión, la cual
se sitúa, en gran medida en un terreno de confrontación partidista entre
PP/Oposición (básicamente PSOE). Por último, la tabla también refleja el acceso
privilegiado de las fuentes institucionales (i.e policía) en contraste con los poten-
ciales aliados del MOK (i.e. artistas e intelectuales), aunque ello depende, como
vimos, de quién escribe la noticia51.
Representatividad
En cuanto a la representatividad, el sesgo de El País en la selección de discursos
positivos sigue siendo relevante. Así, un 83,3 por ciento de los emisores que parti-
cipa en la configuración de la imagen del MOK en esta dimensión subraya el carác-
ter representativo de sus demandas, mientras un 16,7 por ciento expresa un
discurso negativo en este sentido (presentándolo, por ejemplo, como minoría
marginal). De nuevo, el discurso del gobierno del PP refleja su estrategia de
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JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 252
deslegitimación del MOK. En una ocasión este discurso es compartido por colabora-
dores de El País y, en otra, por un representante de las instancias judiciales. No obs-
tante, pese a que su discurso no sea perfectamente uniforme, El País (sobre todo en la
sección de opinión) aparece como principal impulsor de la imagen del MOK como
representativo, dando legitimidad a su causa. Las afirmaciones en este sentido de
emisores del PSOE, IU o del propio MOK son recogidas con menor frecuencia.
TABLA 6
VALORACIÓN DE LA REPRESENTATIVIDAD DEL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN
EMISORES “EL MOK NO TIENE “EL MOK ES “EL MOK SE NÚMERO DE % EMISORES POR
(% DE FILA) REPRESENT.” REPRESENTATIVO” COMPONE EMISORES CATEGORÍA
BÁSICAMENTE
DE JÓVENES”
El País 13,3 86,7 92,5 67 85,9
Opinión - 100,0 25,0 4 50,0
PP 100,0 - - 2 8,7
PSOE - 100,0 100,0 1 11,1
IU - 100,0 50,0 2 15,4
MOK - 100,0 50,0 4 8,9
Instancias
mediadoras 50,0 50,0 50,0 2 14,3
Otros - 100,0 100,0 2 4,9
Total (o promedio)* 16,7 83,3 82,1 84 36,1
* LOS PORCENTAJES DE LAS DOS PRIMERAS COLUMNAS ESTÁN CALCULADOS SOBRE EL TOTAL DE 24 EMISORES QUE EXPRESAN UN DISCURSO CODIFICABLE EN
ALGUNA DE LAS DOS, DADO QUE LA UNA SE CONTRAPONE A LA OTRA. LOS DE LA TERCERA, POR EL CONTRARIO, ESTÁN CALCULADOS SOBRE EL TOTAL
DE 84 EMISORES QUE HABLAN, EN ALGUNA DE LAS TRES FORMAS PROPUESTAS, DE LA DIMENSIÓN DE LA REPRESENTATIVIDAD DEL MOK.
Se ha procedido a contabilizar en la tercera columna a aquellos emisores que
destacan como una característica que podríamos calificar de inherente al MOK, el
hecho de estar formado por jóvenes52. En este sentido, la presencia de los redac-
tores y periodistas de El País es abrumadora, utilizando en numerosas ocasiones la
expresión joven okupa o incluso la de joven como sinónima de okupa.
Atendiendo al porcentaje de emisores de cada categoría que tratan esta cues-
tión (columna de la derecha) se observa cómo la cuestión de la representatividad
no supone uno de los principales ejes alrededor del cual se articulará el proceso de
construcción de la identidad pública de MOK. En este sentido, debe remarcarse la
actitud de El País, ya comentada, tanto en lo que se refiere a los periodistas como a
los articulistas.
253
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 253
Fundamento de sus demandas
TABLA 7
VALORACIÓN DE LAS CRÍTICAS Y PROPUESTAS DEL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN
“EL MOK PLANTEA ALTERNATIVAS
EMISORES …QUE NO ESTÁN …A LAS POLÍTICAS …PARA EL CAMBIO NÚMERO TOTAL % EMISORES EN
(% FILA) CLARAS” DE VIVIENDA SOCIAL Y POLÍTICO” DE EMISORES CADA CATEGORÍA
Y JUVENTUD”
El País 3,8 84,6 34,6 26 33,3
Opinión - 40,0 60,0 5 62,5
PP 50,0 50,0 - 2 8,7
PSOE - - 100,0 1 11,1
IU - 100,0 25,0 4 30,8
Movimiento
de okupación - 76,5 23,5 17 37,8
Artistas e
intelectuales - 66,7 33,3 3 33,3
Vecinos 33,3 66,7 - 3 50,0
Instancias
mediadoras - 60,0 60,0 5 35,7
Otros 20,0 80,0 40,0 5 19,2
Total (o promedio)* 5,6 74,6 33,8 71 30,5
* EL PORCENTAJE TOTAL DE LAS TRES PRIMERAS COLUMNAS ESTÁ CALCULADO SOBRE EL TOTAL DE 71 EMISORES QUE PARTICIPAN DEL DISCURSO ACERCA
DE LA IDENTIDAD PÚBLICA DEL MOK EN ESTA CATEGORÍA. EL HECHO DE QUE NO SUMEN EL 100 POR CIENTO ES DEBIDO
A QUE LAS OPCIONES SEGUNDA Y TERCERA NO ERAN EXCLUYENTES.
La identidad pública del MOK se dirime también en torno a una tercera dimen-
sión: el grado de fundamento que sostiene sus demandas (sus críticas a las políticas
de vivienda y juventud por un lado, y al sistema capitalista por otro, y/o sus propues-
tas alternativas). La Tabla 7 recoge la frecuencia y posición de los 71 emisores (30,5
por ciento del total de emisores registrados) que trataron este tema en El País.
De acuerdo con los porcentajes en las columnas segunda y tercera, la presen-
cia de emisores parece estar sesgada a favor de posiciones que tienden a conside-
rar fundamentada la crítica del MOK53. Sólo una minoría mantiene posiciones
antagónicas.
Dentro de las posiciones positivas, el emisor más activo en afirmar el funda-
mento del MOK vuelve a ser el propio periódico, seguido de los portavoces del propio
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JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 254
MOK y de otros MS. En este debate, las pocas opiniones que recoge El País de los
partidos políticos vuelven a reflejar la inexistencia de un enfrentamiento gobierno
(PP)-oposición (PSOE e IU), donde, según los datos que ofrece la Tabla 7, lo único
destacable resulta ser la postura siempre favorable de IU.
El hecho de que dentro del MOK algunos de sus miembros subrayen sus pro-
puestas en cuanto a políticas de vivienda y juventud, mientras otros prefieren des-
tacar su potencial como motor del cambio social y político, sería un indicador más
de la pluralidad de visiones y la heterogeneidad existente en su interior. Y algo
similar parece ocurrir con los colectivos vecinales. Así, pese a que la mayoría con-
sidera fundamentadas las críticas del MOK, ello no sucede siempre, lo que redun-
daría también en el argumento ya presentado acerca de la ambigua relación del
MOK con este sector de la sociedad civil.
Actividades
TABLA 8
VALORACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DEL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN
EMISORES (% DE FILA) EL MOK REALIZA EL MOK NO REALIZA NÚMERO DE % DE EMISORES
ACTIVIDADES EN ACTIVIDADES EMISORES POR CATEGORÍA
LOS CENTROS SOCIALES O
SOCIALES CULTURALES EN
LOS CSA
El País 100,0 - 40 51,3
Vecinos 100,0 - 2 33,3
MOK 100,0 - 11 24,4
IU 100,0 - 3 23,1
Artistas e intelectuales 100,0 - 1 22,2
PSOE - 100,0 1 11,1
Instancias mediadoras 50,0 50,0 2 14,3
Opinión 100,0 - 1 12,5
Otros 100,0 - 1 2,0
Total (promedio) 96,8 3,2 63 28,3
A la luz de los datos que ofrece la Tabla 8, difícilmente puede sostenerse que el
MOK no realiza ningún tipo de actividad social o cultural en los Centros Sociales
Autogestionados. Así, solamente se han codificado dos emisores contrarios a este
discurso, que es apoyado por un 96,8 por ciento de quienes participan de esta
dimensión. Destaca la categoría del propio periódico, con 40 emisores y la del MOK
255
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 255
(principalmente familiares y simpatizantes)54. Otros actores que participan del
discurso acerca de las actividades del MOK son los miembros de colectivos vecina-
les e IU. Las demás casillas de la tabla no permiten extraer conclusiones, por no ser
lo bastante representativas. Por último, debe subrayarse la ausencia de emisores
del PP en esta dimensión.
Estos datos vienen a confirmar la tesis de M. Martínez (2002), según la cual, los
okupas habrían construido una cultura específica creativa y crítica, que movilizaría
y proporcionaría recursos y que serviría como “imán de atracción social” a los cen-
tros sociales, legitimándolos ante potenciales miembros y simpatizantes del MOK55.
Legitimidad
Pese a que solamente un 9 por ciento de los emisores expresan una opinión acerca de
esta dimensión, se ha considerado necesario su inclusión en el estudio al entender
que se trata de una de las dimensiones que más claramente crean o configuran la ima-
gen pública de un movimiento social. En este sentido, cabe subrayar que esta es la
dimensión donde los actores o emisores expresan un discurso menos positivo en las
páginas de El País, declarándose un 35,0 por ciento de ellos abiertamente en contra
del MOK. Entre ellos, cabe destacar a los 4 del PP, a uno del colectivo vecinal —que de
nuevo, parece albergar visiones favorables y contrarias acerca del MOK— y a dos fir-
mados por el propio periódico (uno por un redactor y otro por un articulista).
TABLA 9
VALORACIÓN EXPLÍCITA DE LA LEGITIMIDAD DEL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN
EMISORES (% DE FILA) A FAVOR EN CONTRA NÚMERO TOTAL % DE EMISORES
DE EMISORES POR CATEGORÍA
El País - 100,0 1 1,3
Opinión 80,0 20,0 5 62,5
PP - 100,0 4 17,4
Vecinos 50,0 50,0 2 33,3
IU 100,0 - 3 23,1
Artistas e intelectuales 100,0 - 2 22,2
Instancias mediadoras 100,0 - 1 7,1
MOK 100,0 - 1 2,2
Otros 100,0 - 2 5,7
Total (o promedio) 65,0 35,0 20 9,0
256
JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 256
Es de destacar la ausencia total del PSOE en esta dimensión, lo que una vez
más demuestra que el enfrentamiento partidista en este terreno es mucho menos
acusado que lo que sucede con otros movimientos sociales56, y se concentra en los
años 97-9957.
Entre las opiniones positivas, las firmas son esta vez quienes más participan
de este discurso —aunque no siempre en el mismo sentido—, apareciendo tam-
bién el MOK (en este caso se trata del padre de un okupa) y actores considerados
como potenciales aliados, como IU o los agrupados en la categoría de artistas e
intelectuales.
Criminalización
TABLA 10
PROMOTORES DEL DISCURSO DE LA CRIMINALIZACIÓN DEL MOK
% DE EMISORES EN CADA CATEGORÍA…
EMISORES …QUE DENUNCIA LA …A FAVOR DE LA NÚMERO TOTAL % EMISORES
( % DE FILA) CRIMINALIZACIÓN CRIMINALIZACIÓN DE EMISORES POR CATEGORÍA
Movimiento de okupación 100,0 - 19 42,2
Instancias mediadoras 91,9 9,1 11 78,5
IU 100,0 - 6 46,2
Artistas e intelectuales 100,0 - 4 44,4
PP - 100,0 4 17,4
Opinión en El País 100,0 - 3 37,5
Vecinos 100,0 - 2 33,3
PSOE 100,0 - 1 11,1
Otros 100,0 - 5 5,1
Total (o promedio) 91,9 9,1 55 28,2
Los okupas son delincuentes comunes. Tienen montado todo un
negocio de fiestas satánicas y antifascistas con todo tipo de drogas y alco-
hol. Son delincuentes porque se meten en la casa de otro y se hacen fuertes
en ella dedicándose a quemar coches y a atracar (Fernando Martínez
Vidal)58.
Estamos ante un colectivo organizado y revolucionario, tal como lo
prueban los gritos de ‘Gora ETA’ (Julia García Valdecasas)59.
257
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 257
La dimensión de la criminalización adquiere en el caso del MOK una relevan-
cia muy particular, habida cuenta de que es un movimiento social (como lo fue en
su día el de objeción de conciencia) cuyas prácticas son, desde mayo de 1996, cons-
titutivas de un delito que ha de juzgarse a través de la vía penal. En este contexto,
debe subrayarse cómo esta dimensión adquiere relevancia sobre todo a partir de
esta fecha y en el discurso de muchos y muy variados actores60.
A diferencia de las tablas anteriores, El País no es esta vez quien más intervie-
ne con relación a esta crucial dimensión de la opinión pública del MOK, lo que
considerando que es el principal emisor en la muestra, confiere una importancia
mayor a ese 23,6 por ciento61. Por el contrario, son en este caso el MOK, sus fami-
liares y simpatizantes, los principales impulsores de un discurso que señala la
existencia de un proceso de criminalización del movimiento. Tras ellos, el papel de
algunas asociaciones de la abogacía y de la judicatura, así como del Defensor del
Pueblo, se revela especialmente trascendente en una dimensión que les implica
(en muchas ocasiones) personalmente. Sin embargo, es de destacar que las opi-
niones de esta categoría no son unánimes. Por otro lado, tanto IU como las perso-
nalidades ligadas al mundo del arte y la cultura y, en menor medida, los colectivos
vecinales, tienen un discurso inequívocamente positivo de cara al MOK y a la
denuncia de su situación legal. El PSOE, aunque también participa de este discur-
so, sigue siendo menos activo que los otros actores en cuanto a creación y configu-
ración de la imagen pública del MOK se refiere.
En el lado opuesto, debe subrayarse también la existencia de actores que
manifiestan su acuerdo con la existencia de leyes que consideran la actuación del
MOK como criminal. En este punto, es constante la opinión y actitud del PP, pero
también la de algunos juristas, los cuales tienen que sopesar la legalidad de los
actos de protesta y/o de las medidas represivas en la interpretación del Código
Penal de 1996.
En resumen, el proceso de configuración de la identidad pública del MOK
revela una menor instrumentalización política que en el caso de otros MS, entre
otras razones debido a que no se trata de un tema clave para los principales parti-
dos políticos, ni para El País (entrevista con Begoña Aguirre)62. Así, solamente ha
podido identificarse con claridad en las dimensiones de la violencia y de la crimi-
nalización. En cada una de ellas, la no participación de El País como un actor por sí
mismo aumenta si cabe la importancia relativa del número de emisores de cada
categoría que enfatizan estas dimensiones en su discurso. Sin embargo, la creación
de imagen pública es más difusa que explícita, confundiéndose en ocasiones con la
definición de la problemática okupa. En cualquier caso, dicha politización implicaría
258
JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 258
la alianza (coyuntural) de actores institucionalizados (PSOE e IU) y sus aliados
(junto a El País) frente a la imagen del MOK que promueve el PP, como un movi-
miento violento y legítimamente criminalizado, que justificaría las medidas repre-
sivas. Hay que situar este análisis en un contexto madrileño de delegados del
gobierno frecuentemente cuestionados por la actuación de las FFS y, en distintos
momentos, de creciente movilización social contra las políticas conservadoras.
Por emisores, el discurso del MOK a través de las páginas de El País se centra
en hacer públicas las actividades que lleva a cabo en los centros sociales, en las crí-
ticas al sistema capitalista y a las políticas urbanas y, sobre todo, en la denuncia de
la criminalización mediática, política y legal existente63. Sus familiares valoran
positivamente y de forma explícita al movimiento, denunciado también la inclu-
sión de sus prácticas en el Derecho Penal. Estos últimos no tienen un gran acceso
al periódico, pero cuando aparecen, su discurso suele participar de casi todas las
dimensiones.
Los articulistas que deciden escribir un artículo de opinión o una carta al
director en El País enfatizan también la dimensión de la valoración explícita, la
representatividad y sólo en parte las críticas del movimiento. En este sentido, los
mismos periodistas que cubren las noticias son conscientes de que en muchas
informaciones no se cuenta qué es lo que se pretende en última instancia o qué es
lo que se critica:
En conclusión, que cuando dicen que a veces nos quedamos en la anécdo-
ta de la información, creo que tienen razón. O sea, que es una crítica con fun-
damento, que muchas veces se queda en que el edificio era una antigua fábrica,
que ha entrado la poli, que ha salido, que les han recibido con gritos… (entre-
vista con Begoña Aguirre).
Dos actores que partían como potenciales aliados del MOK, los englobados en
artistas e intelectuales e IU han confirmado su respaldo al movimiento, centrando
su discurso en la denuncia de la criminalización y, en menor medida, apoyándolo
explícitamente. IU además participa en las dimensiones de las actividades y de las
demandas expresadas desde el movimiento. Por otro lado, los vecinos enfatizan la
dimensión de las actividades, pues son quienes más de cerca las conocen. Sin
embargo, tanto su juicio explícito como su valoración de las demandas refleja un
variado contenido de opiniones, albergando así posturas negativas entre una ten-
dencia esencialmente positiva.
Los emisores del PP se han revelado en Madrid como los más críticos con
el movimiento, valorándolo explícitamente como negativo y apoyando como
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 259
consecuencia la consideración de sus actividades como objeto de procesamiento
penal. Su participación en el discurso del resto de dimensiones ha sido menor.
Las instancias mediadoras, por su parte, hablan principalmente del proceso
de criminalización política, mediática y, especialmente, legal del MOK.
Por último, la categoría de emisores englobada en El País se revela fundamen-
tal, ya que representa un tercio de la muestra. Así, el análisis de cada una de las
dimensiones cambia radicalmente cuando este actor participa o no de su discurso.
En este sentido, debe destacarse el rol de El País a la hora de comentar las activida-
des del MOK, legitimar su representatividad, describir su composición en térmi-
nos de cohortes jóvenes y, en último lugar, la difusión, en parte, de sus demandas.
RECAPITULACIÓN
El caso de Madrid ofrece una buena oportunidad para examinar la presencia del
MOK okupación en los medios de comunicación y, en concreto, analizar los pro-
cesos de definición de su problemática y de construcción de su identidad pública.
Los resultados sugieren que la presencia mediática del MOK, al menos en El
País, incluye sólo en parte el conflicto social concreto más relacionado con sus
demandas centrales: la problemática de la vivienda, la especulación inmobiliaria y,
en definitiva, las políticas de reestructuración urbana. Por el contrario, se halla
estrechamente ligado a la dimensión de la violencia y a las alteraciones del orden
público (acciones represivas, procesos judiciales, presuntas conexiones con orga-
nizaciones terroristas).
En este sentido, resulta clave en todo el proceso de configuración de la iden-
tidad pública del MOK el nuevo Código Penal, que los considera delincuentes. Según
todos los indicadores analizados, los años 1997-1999 son los años de mayor inten-
sidad del movimiento, mayor represión y, particularmente relevante para los pro-
pósitos del capítulo, mayor cobertura mediática, confirmando así las intuiciones
de la literatura64.
Como preveíamos, un actor fundamental en dicho proceso, ha resultado ser el
propio medio analizado, El País. Moviéndose entre la indefinición y la ambigüedad
en términos generales, en ocasiones ha tratado el tema con interés y precisión, lo
que, según la interpretación propuesta, ha estado directamente relacionado con
la sensibilidad y especialización del periodista concreto que escribía la noticia, la
lejanía de la sección donde aparecía publicada —local vs. estatal—, la apuesta per-
sonal de ciertos redactores (o incluso directores) y la importancia que recibía el
260
JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 260
tema de la okupación según el momento, ya que dicho tema no se reveló como un
núcleo importante del periódico.
En este sentido, los datos confirman la existencia de un conjunto de actores
que se comportan en las distintas dimensiones que componen su discurso mediá-
tico como aliados u opositores del MOK. Entre los primeros —más diversificados,
como corresponde a un movimiento en creciente interrelación con sectores diver-
sos de la sociedad civil—, cabe destacar a colectivos vecinales —aunque con excep-
ciones—, otros MS, a personalidades del mundo de la cultura, a partidos políticos
de la izquierda parlamentaria (principalmente IU; el PSOE sólo cuando es oposi-
ción), a sectores progresistas del ámbito jurídico y a una gran parte de quien desde
el propio medio ha cubierto las informaciones sobre el MOK.
Por otro lado, el PP se revela siempre como un adversario del MOK en su dis-
curso, al que se suman, en ocasiones, las Fuerzas de Seguridad, los colectivos de
propietarios, los sectores jurídicos más conservadores, el PSOE en el gobierno y
algunos vecinos, mostrando todos ellos un apoyo al Código Penal vigente, que cri-
minaliza a los okupas.
En este sentido, el proceso de criminalización mediática corre en paralelo a su
criminalización política y legal. Tres hechos de carácter empírico indican la rele-
vancia de esta dimensión: a) la cantidad de noticias acerca de temas sobre terroris-
mo y/o delincuencia; b) la cantidad de menciones a organizaciones cercanas a la
izquierda abertzale (i.e. Jarrai); y c) el discurso explícito sobre la criminalización,
del que participan de forma frecuente casi todas las categorías de emisores, refle-
jando una (relativa) instrumentalización política de la problemática okupa65,
especialmente a la hora de valorar las actuaciones de las FFS en las acciones
represivas.
Los resultados del análisis sugieren también que la creación de imagen públi-
ca del MOK es más difusa que explícita, confundiéndose en ocasiones con la defi-
nición de la problemática okupa, en la medida en que su existencia se desprende de
la acumulación de aspectos más concretos. En este sentido, el tratamiento de la
dimensión de la violencia es paradigmático. Así, no se habla demasiado de si el
MOK es básicamente violento o pacífico, sino del modo en el que han tenido lugar
sus eventos de protesta y las acciones represivas (i.e. okupaciones, manifestacio-
nes y desalojos).
Respecto a cuestiones de carácter metodológico, el estudio pone de mani-
fiesto la necesidad de corregir los sesgos del buscador de El País. Por otro lado, la
definición de NMOK utilizada muestra la utilidad de incluir noticias en las que apa-
rece la palabra okupa sin referirse explícitamente al MOK, dado que ha permitido
261
LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 261
identificar procesos de estigmatización del mismo ligados a la faceta sensaciona-
lista de la noticia, así como confirmar la entrada de dicho vocablo en la agenda
mediática y en el léxico común para una gran parte de los ciudadanos.
En tercer lugar, y de cara a futuras investigaciones, resultados como la conti-
nua apelación al diálogo por parte de las instituciones sugieren que este tipo de
análisis debería sofisticarse y considerar también los procesos de configuración
de la imagen pública de los actores enfrentados a los MS. También es preciso seña-
lar que la cuestión de la violencia resulta fundamental, ya que es el punto clave de
deslegitimación del MOK en sus primeros tiempos, aunque luego es parcialmente
superado. Por todo ello, merecería un análisis específico, inexistente en el capítu-
lo por falta de espacio.
Otro problema, al menos en el caso español, lo encontramos a la hora de tra-
tar de forma diferenciada —como recomiendan algunos autores— la cobertura
mediática de la okupación basada en la pobreza con la okupación de centros socia-
les, puesto que la primera está numéricamente muy poco representada, al menos
en las páginas de El País.
Para el MOK, las conclusiones son pesimistas desde el punto de vista de la
identificación de numerosas e importantes trabas para un tratamiento mediático
objetivo; no obstante, un halo de optimismo surge al reconocer también la existen-
cia de rendijas en los medios que pueden favorecer la estructura de oportunidad
mediática existente. En este sentido, el conocer cómo funciona un medio grande se
revela fundamental. En concreto, en El País, los resultados sugieren que en algunas
secciones (i.e. cultura) el acceso de los MS es más sencillo debido a su menor ins-
trumentalización política. Del mismo modo cabe entender el hecho de que deter-
minados temas (los considerados de interés general, los que representan una
novedad en el ámbito de lo social, los que se refieren a cuestiones de orden públi-
En conclusión, ¿cuál es la posición de los medios de comunicación acerca del
tratamiento del MOK y la problemática okupa? La respuesta es que no mantienen
una posición unívoca y clara, combinándose informaciones precisas y opiniones
de los protagonistas (como los vecindarios que los acogen), con una sobrerrepre-
sentación de los desalojos y de las fuentes institucionales. Ahora bien, el que la
cobertura sea mayor o menor y más o menos favorable dependerá del periodista en
cuestión, de su jefe de sección y (dado que respecto al interés social parece haber
perdido novedad) de que se prevean importantes alteraciones del orden público o
que se cree un movimiento de apoyo muy fuerte en apoyo de CSOA con amenaza de
desalojo.
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JAVIER ALCALDE VILLACAMPA
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NOTAS
* Este capítulo se ha beneficiado de los comentarios de Manuel Jiménez e Igor Sádaba.
Jiménez y Alcalde, 2003.
sobre el movimiento para el desarrollo; M. Jiménez sobre el movimiento ecologista (2002), M. Jiménez y
siempre así. Por el contrario, el que los medios de comunicación de masas jueguen un papel clave en los
procesos de acción colectiva es un hecho contemporáneo, histórico y contingente.
legitimidad de sus acciones (AA.VV., 1998).
prensa escrita en los estudios sobre MS, mass media y procesos políticos se halla en Alcalde, 2003.
quedan incluidos los artículos evaluativos (de fondo) y de opinión (incluidas las cartas al director). Sobre
la noticia como discurso y su estudio, véase Van Dijk, 1996.
Españoles (AA.VV., 2002).
diendo de las secciones y de la época concreta (Espantaleón, 2002).
ciones, también deben ser consideradas cuestiones relacionadas con las peculiaridades de las distintas
redacciones y el distinto nivel de acceso de los representantes del MOK en cada caso.
vivienda), la okupación como estrategia de vivienda alternativa, la okupación entrepreunial o empre-
sarial (centrada en los centros sociales y espacios liberados), la okupación conservacional (del
espacio natural) y la okupación política o en base a demandas de cambios económicos y político-
sociales.
teatro Princesa en octubre de 1999.
cionar el tema principal y los restantes se fundamentó en las valoraciones del investigador sobre la exten-
sión dedicada y su mención en los titulares.
por ciento de las noticias hacen referencia a eventos de protesta (okupaciones, manifestaciones…),
mientras el otro 37 por ciento son noticias sobre el MOK en sí y sus actividades cotidianas.
o el titular: “Recuenco llama ‘okupa’ a la Generalitat por instalarse en un edificio del patrimonio sindical”
(El País, 9-11-99). A modo de insulto, “La escalada de la tensión ha sido progresiva desde los primeros
insultos con los que desde el PP se agigantó el verano pasado la fratricida operación de acoso al presiden-
te del Principado, Sergio Marqués. ‘Okupa’, ‘pirata’, ‘golpista’, ‘vanidoso’, ‘incompetente’, ‘torpe’…” (El
País, 15-3-99).
ralizarse esta afirmación señalando que hasta la segunda mitad de la década de los noventa, las noticias
sobre el MOK muy difícilmente logran difusión estatal, quedando ubicadas en su gran mayoría en la edi-
ción local de Madrid y el resto de ediciones locales, como Cataluña. Por el contrario, a partir de ese
momento y específicamente en los tres casos citados, logra acceder a las páginas de difusión estatal en las
secciones de España, Sociedad y también Cultura.
por ciento como reportajes, otro 3,2 por ciento como artículos de opinión, otro 3,2 por ciento como car-
tas al director y el último 1,9 por ciento hace referencia a entrevistas.
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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cias, un 81,3 por ciento por redactores o corresponsales, un 3,9 por ciento por “firmas”, un 11,0 por cien-
to por el genérico El País y un 0,6 por ciento por otros.
un 4,3 por ciento para lectores y otro 4,3 por ciento para firmas, durante este periodo 2000-2002.
okupación es un factor que explica el aumento y expansión de estos movimientos” (El País, 22-7-2001).
causar alguna reprimenda a los respectivos delegados del Gobierno, como responsables de los mismos.
en muchos casos de elemento de acercamiento y cohesión entre grupos de diferente ideología” (El País,
22-7-2001).
cartas al director o firmas, siendo marginal su representación en la muestra analizada. Por esta razón, la
comparación se ha hecho entre RC y EP.
culistas y cartas al director. Por este motivo, dada su importancia relativa entre las distintas fuentes de la
muestra, se realizó una entrevista en profundidad semi-estructurada a Begoña Aguirre, de 70 minutos de
duración, el 4-3-2003 en Madrid.
nión pública. Pero el interés también venía de saber “si al siguiente desalojo se iba a montar otro lío igual
de grande, un posible problema de orden público o una manifa con cargas” (entrevista con BA).
menciones a organizaciones del propio movimiento son muy abundantes (i.e. antiglobalización, Jiménez
y Alcalde, 2003). En el caso del MOK, ocurre que hay pocas organizaciones, suelen constituirse alrededor
de centros sociales concretos, obteniendo muy poca difusión. Tampoco las Asambleas de okupas de Madrid
o Barcelona logran más de tres menciones en la muestra. En ocasiones, aparecen también Coordinadoras
o Plataformas en las que se integran determinados colectivos okupas.
han subrayado en numerosas ocasiones: “’Un centro público se supone que es del pueblo y nosotros lo
abrimos para el pueblo directamente’, señala Lola Gómez, una de las jóvenes okupas. Los jóvenes asegu-
ran que con su iniciativa han dado cabida a muchos colectivos que no conseguían locales del
Ayuntamiento y han ofrecido alternativas para el ocio al margen de los bares de copas” (El País, 19-12-97).
noticias en las que aparece mencionada alguna organización. Aquellas en las que no se cita ninguna han sido
excluidas del cálculo.
mientos sociales tienen como “prioridad estratégica el ejercicio simultáneo de un poder de resistencia a
dominaciones globales (o transversales: en espacios económicos, ecológicos, políticos, culturales, etc.)”.
el subepígrafe anterior.
semana social: rompamos en silencio”, en junio de 2000, emulando las acciones de los parados france-
ses.
“famoso vinculado al MOK”. En este sentido, “siempre que aparece un famoso que tiene un pasado okupa,
se destaca. Se ha convertido en algo glamouroso. Ahora, decir en una entrevista que has sido okupa de
joven parece que le da calidad de algún tipo al entrevistado” (entrevista con BA).
tenecientes a otros MS, los cuales en ocasiones forman parte de varios movimientos a la vez. Además, el
propio periódico no suele distinguirlos cuando los trata como emisores. Por ello, en aras de la simplifi-
cación y claridad en la exposición todos ellos han sido agrupados en esta amplia categoría de miembros y
simpatizantes del MOK, que incluye también a familiares de los mismos.
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propiedades en desuso y a su responsabilidad en los desalojos, además de las críticas evidentes desde el
MOK a las políticas urbanísticas y de juventud.
26,2 por ciento”, dado que la codificación sólo ha tenido lugar cuando el juicio era formulado de modo
explícito. Es decir, resulta un cómputo conservador que con otras codificaciones más flexibles a buen
seguro hubiese sido mayor.
ciones debían llegar a su fin y el único modo para ello era el desalojo de todas ellas.
de la violencia antisistema”, que lleva como subtítulo “‘Okupas’, independentistas y libertarios confluyen
en la reiterada explosión de enfrentamientos callejeros en Barcelona” (El País, 21-10-2001).
menos se produce la situación en que la policía avisa al MOK “el día D a la hora H, desalojo”, por lo que las
concentraciones y la resistencia es cada vez menor. También el número de detenidos y el de heridos ha
descendido de forma muy considerable.
cial contra la protesta por el desalojo del edificio de Lavapiés” (El País, 13-11-1985); “Siete heridos en la
carga policial contra una sentada por el desalojo de Lavapiés” (El País, 14-11-1985); “La policía dispersó a
los manifestantes con una espectacularidad que barrió las calles” (El País, 14-6-1986).
dimensiones de la identidad pública analizadas en esta sección.
suceso: “Al menos cuatro personas fueron atendidas de golpes por el Samur. Entre ellas, el fotógrafo de El
País, Cristóbal Manuel, quien presentó anoche una denuncia en la comisaría de la calle de la Luna. El parte
policial indica que estas lesiones se debieron a una caída. La versión del fotógrafo, corroborada por varios
testigos, es que se dio la vuelta cuando corría, enseñó la cámara a los policías y estos le respondieron a
porrazos y patadas. El delegado del Gobierno, Pedro Núñez Morgades, aseguró ayer que ‘se investigará
hasta sus últimas consecuencias’” (El País, 26-5-1998).
movimientos sociales y, especialmente, al MOK, véase Martínez (2002).
recimiento de los precios de la vivienda: “El fenómeno de las ocupaciones de viviendas deshabitadas que
empezó a principios de la década de 1980 ha ido en aumento y en paralelo al encarecimiento del precio de
la vivienda” (El País, 22-7-2001).
en los CSOA. Así, por ejemplo, una única mención se ha hallado al Encuentro contra el Neoliberalismo que
tuvo lugar en el Estado Español (siendo Madrid la sede principal) entre el 26-07 y el 3-08 de 1997, que fue
la siguiente: “Durante esta semana pasada ha servido de sede para el II Encuentro Intercontinental por la
Humanidad y Contra el Neoliberalismo, y ha acogido a un centenar de personas de otros países que han
acudido a esta especie de cumbre alternativa” (El País, 4-8-1997). Este Encuentro también fue silenciado
en Cataluña (AA.VV., 1998).
de los CSOA, aunque no la única. El extenso abanico de actividades desarrolladas en los CSOA abarcaría
desde proyecciones de cine y vídeo, charlas y debates, comedores populares, distribuidoras de informa-
ción y música, edición de revistas y fanzines, radios libres, asesorías jurídicas y laborales, cooperativas de
trabajo y consumo… (Martínez, 2002). En El País, por ejemplo: “Los okupas estuvieron en este edificio
de la calle de Olite tres meses, y llevaron a cabo en él actividades de todo tipo, como talleres —inglés,
malabares, matemáticas y teatro— o pases de vídeo, disponían de una biblioteca, además de que organi-
zaban fiestas para recaudar dinero para otros colectivos” (El País, 1-7-1998).
la objeción de conciencia, véase Sampedro (1997).
respuestas las formulan los candidatos del PP, PSOE e IU a la alcaldía de Madrid y la presidencia de la
Comunidad de Madrid. Las distintas visiones sí reflejaban entonces una (parcial) confrontación partidista
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LA BATALLA DE LOS MEDIOS…
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a causa de este tema: “No acepto ningún tipo de ‘okupación’”; “no considero delito ‘okupar’ casas vacías”;
“sólo si tiene un carácter cultural”; “sí, en casos de necesidad”; “nadie debe incitar a la ‘okupación’”; “en
un edificio público desocupado”.
debate – Vivienda, pobreza, rebelión: ¿Debe despenalizarse la ‘okupación’” y como subtítulo “Los dueños
defienden las penas para los ‘okupas’ y estos dicen que no van contra la propiedad” (El País, 22-7-2001).
centaje resultante es del 35,5 de actores que participan del discurso de la criminalización. Además debe
recordarse el hecho ya subrayado de que la gran mayoría de emisores que tratan en su discurso esta
dimensión lo hacen en noticias posteriores a 1996, por lo que de hacerse el cálculo sólo contando las noti-
cias desde ese año, su peso relativo sería todavía mayor.
nalizado (¿todavía?). Así, no existe en El País ni en ningún otro medio de comunicación de masas, ningu-
na sección de okupación, a modo de Medio Ambiente, y sus periodistas ambientales. Por otro lado, debe
también señalarse la propia resistencia del MOK a relacionarse con los medios de comunicación de
masas, lo que contribuye a reducir su presencia en los medios.
declaraciones a la prensa por miedo a ser utilizados” (El País, 19-7-1988).
crecimiento y entrada en la agenda pública”; Martínez (2002) subraya la “conflictividad” de 1996-1999.
miento partidista, es que dicho enfrentamiento en el terreno político no haya cristalizado todavía, el cual
se revelaría particularmente favorable con la regeneración de las elites políticas: “Todas las juventudes de
los partidos políticos catalanes se acercan con mucha más comprensión que sus mayores al movimiento
okupa. Asuntos que generan controversia en el conjunto de la sociedad concitan un alto grado de unani-
midad entre las juventudes. Así sucede con el MOK, que despierta las simpatías de la mayoría de estas for-
maciones y hace converger en el mismo camino a organizaciones distantes en el terreno ideológico. El
diálogo es visto como la mejor vía para dar salida a las demandas de los okupas, según la práctica totalidad
de los líderes juveniles” (El País, 13-5-1998).
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CAPÍTULO 10
EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS:
OKUPAS EN LAS REDES1
IGOR SÁDABA RODRÍGUEZ Y GUSTAVO ROIG DOMÍNGUEZ
TONY JUNIPER, DEL GRUPO ECOLOGISTA BRITA´NICO AMIGOS DE LA
TIERRA, CALIFICA A INTERNETCOMO “EL ARMA MA´S PODEROSA DE LA RE-
SISTENCIA”. PUEDE MUY BIEN SER ASI´, PERO LA RED ES MA´S QUE UN INS-
TRUMENTO DE ORGANIZACIO´N; HALLEGADO A SER UN MODELO PARA ESOS
PROPO´SITOS, UN MANUAL PARA LA ADOPCIO´N DESCENTRALIZADA PERO
COOPERATIVA DE DECISIONES. FACILITA EL PROCESO DE DIFUSIO´NDE
INFORMACIO´N HASTA TAL PUNTO QUE MUCHOS GRUPOS PUEDEN TRABAJAR
AL UNI´SONO SIN NECESIDAD DE ALCANZAR UN CONSENSO MONOLI´TICO.
Klein, 2001: 456-457
INTERNET FUE CREADO POR EL PENTA´GONO COMO UN INSTRUMENTO
MILITAR. UTILIZADO CIVILMENTE, SINQUE NINGÚN ESTRATEGA LO PUDIE-
RA PREVER, HA SERVIDO TAMBIE´N PARA GENERAR UN ESTADO DE OPINIO´N
MUNDIAL QUE POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA SE PUEDE MANIFESTAR
GLOBALMENTE DE FORMA SIMULTA´NEA HASTA CONVERTIRSE EN UN
EXPLOSIVO PLANETARIO.
Manuel Vicent, “Pulso”, El País, 16-03-2003
LA COMUNICACIÓN COMO PARTE DE LA ACCIÓN COLECTIVA
Es un lugar común y un tópico repetido en algunos análisis sociológicos contem-
poráneos estudiar la interacción o influencia mutua entre los movimientos socia-
les y los medios de comunicación. Se observa, particularmente, el tipo de acciones
colectivas o intervenciones políticas que se realizan (como variable dependiente)
en función del abanico de posibilidades que las tecnologías o los medios de comu-
nicación permiten (como variable independiente). De esta manera nos encontra-
mos cómo se han llegado a vincular (con grados variables de evidencia empírica) la
consolidación del movimiento obrero, la extensión de movimientos religiosos o
los nacionalismos con la aparición de la cultura impresa2y la propaganda (ver, por
ejemplo: Vázquez Montalbán, 1985: 54-107; Tarrow, 1994: 93-115; Gellner, 1994:
caps. 2, 3 y 8). Idénticamente, se ha insistido en la influencia de la radio (con una
capacidad de penetración en la población enorme, que llega incluso a los analfabe-
tos funcionales y no distingue clases sociales) en la cristalización de ciertos movi-
mientos populistas y de masas como los fascismos3o la revolución iraní de 1979
que derrocó al Sha de Persia. También se ha advertido el papel de otros artefactos
comunicativos y dispositivos tecnológicos como frenos que obstaculizan las
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demandas de cambio y transformación, a la cabeza de los cuales está, sin dudar-
lo, la televisión como blanco de todas las iras (en su papel de apuntalador ideo-
lógico, garante del ciclo de consumo fordista, anestesiante de conciencias,
vocero mediático de los lobbies empresariales, difusor de la “versión oficial”,
etc.). De alguna manera, todos estos análisis se han fundamentado en una mira-
da posterior e histórica sobre esos fenómenos, en un estudio “a toro pasado” de
lo ocurrido.
Por ello, sería excesivamente arriesgado e ingenuo (por determinista, poco
fiable y poco productivo) hacer con Internet y las TIC4lo mismo y suponer una
relación unívoca, lineal y exacta entre la naturaleza del mundo electrónico-vir-
tual y los “Novísimos Movimientos Sociales” (NMS) de manera que fijásemos
unas consecuencias y propiedades necesarias para estos últimos. Se podría
decir que estamos todavía en pleno cambio, observando los influjos y las muta-
ciones que van, progresivamente, operándose en los grupos políticos por la
entrada e implantación masiva de las nuevas tecnologías de la información,
la telemática y los “entornos de redes distribuidas” (expresión típicamente
anglosajona). A estas alturas de la película, en plena trama, nos queda todavía
todo el desenlace sobre las implicaciones de la adopción de las TIC. Dentro de
las familias sociológicas, la escuela norteamericana se ha preocupado más de las
formas de instrumentalización de las tecnologías y los medios de comunica-
ción, entendidos estos como recursos organizativos de sujetos “calculadores”
(elecciones racionales y evaluación de costes y beneficios). Por otro lado, la
“perspectiva europea” ha puesto el énfasis en los procesos de identidad y de
creación de códigos culturales compartidos a través de lo tecnológico y lo comu-
nicativo. Ambos funcionan como “tipos ideales” o polos antagónicos en la
interpretación de las tecnologías comunicativas dentro de los ciclos de protes-
ta social.
En cualquier caso, aparcando la cuestión sobre el tipo de modulación que las
técnicas comunicativas (y, por tanto, organizativas) que un medio como Internet
tiene sobre la acción colectiva, vamos a intentar abordar un caso concreto5.
Entraremos a diseccionar brevemente el ejemplo del movimiento de okupación y
su interacción con las primeras estrategias políticas que pivotan sobre estos nue-
vos medios. El análisis de los usos sociales de Internet por parte del movimiento de
okupación es un ejemplo de la reconversión de la participación colectiva, el con-
flicto social y la intervención política ante (o a causa de) las nuevas tecnologías de
la información. Y, por tanto, también de sus éxitos y fracasos, de sus conquistas
y de sus desengaños.
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IGOR SÁDABA RODRÍGUEZ Y GUSTAVO ROIG DOMÍNGUEZ
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Partimos necesariamente del reconocimiento del mayor protagonismo y peso
del factor comunicativo en la vida política y social de los movimientos ciudadanos
contemporáneos, apareciendo nuevas estrategias comunicativas de los NMS para
adaptarse al hecho de que el ruedo político se haya vuelto un espacio para la “lucha
de frases”, las “batallas de papel” o los “combates multimedia” (ver, por ejemplo:
Sampedro, 1997; Ibarra y Tejerina, 1998; Melucci, 1996; Bourdieu, 1997; Klein,
2001 y Alcalde y Jiménez, 2002) en donde cada actor refleja su competencia políti-
ca en función de su capacidad y habilidad para manejarse en un mundo cada vez
más mediatizado y comunicacional (sería necesario avisar de que este desplaza-
miento de los conflictos al lado “simbólico” o comunicativo no debe hacernos per-
der la materialidad de los mismos ni su enraizamiento en relaciones cotidianas con
sujetos de carne y hueso para evitar caer por la pendiente de un postmodernismo
semiótico intangible).
HISTORIAS DE OKUPAS Y DE REDES: UBICANDO LA OKUPACIÓN
Y LA TELEMÁTICA EN SU CONTEXTO HISTÓRICO
Cuando se habla de okupación se entiende que se apunta a un fenómeno juvenil de
reivindicación política6en el que lo más importante no es tanto vivir en un espacio
“okupado” como participar de prácticas comunitarias y dinámicas políticas con-
cretas. En ese sentido, podríamos atrevernos a asegurar que el moderno movi-
miento de okupación7despunta en los años ochenta y alcanza su cenit o se asienta
a principios o mediados de los noventa. A partir de entones, se percibe una peque-
ña bajada y aminoramiento de su intensidad que vendría marcado por: 1) una
mayor represión en todos los frentes (policial, judicial, mediático, etc.), especial-
mente a partir del nuevo Código Penal que entra en vigor en 19968; 2) la disolución
dentro de movimientos más fuertes o masivos (la okupación es un afluente más del
Movimiento Antiglobalización que, actualmente, lo eclipsa casi todo9); y 3) no
haber sido capaz de avanzar de lo contracultural estricto hacia lo social amplio, es
decir, de poner en el centro de su actividad y de su discurso el problema de la
vivienda y el de la gestión de los espacios urbanos, de buscar aliados en esta estra-
tegia o de incorporar al movimiento a otra fuerzas políticas, sindicales, a otras
generaciones y grupos sociales. El “nacimiento” del movimiento estuvo presidido
por el desolador panorama de la izquierda española en la segunda mitad de los años
ochenta: resaca de la derrota en el referéndum de la OTAN, captación de los líde-
res del movimiento vecinal por el PSOE, crisis del modelo sindical ante la ofensiva
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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neoliberal (primeras reconversiones industriales, primeras reformas del mercado
de trabajo, precarización laboral, etc.), conflictos internos dentro de las organiza-
ciones de izquierda10, caída del muro y pérdida del referente soviético, etc.
Por las mismas fechas, finales de los ochenta, comienza a penetrar la tecnolo-
gía digital (acceso a primeros ordenadores) en ciertos sectores de la izquierda
radical europea, de manera fundamental en Italia (la European Counter Network o
ECN11, precisamente vinculada a centros sociales okupados), en Holanda (el grupo
Hacktic y la De Digitale Stand, embrión de XS4All)12 y en Alemania (el Chaos
Computer Club)13 hasta consolidarse a mediados-finales de los años noventa. Son
los primeros momentos en los que las redes están asociadas a extraños obsesos con
artilugios y cachivaches, míticos hackers visionarios y locos fanáticos del New
Age. En ciertos casos (Italia y Alemania) estas redes están muy politizadas y se ubi-
can en los márgenes o entornos de ciertos movimientos sociales. En otros
(Holanda), los sueños de comuna digital acaban en empresa.com alternativa y cre-
cimiento “desmesurado” (XS4All). En España, no obstante, hasta mitad de los
noventa no hay mucho rastro del fenómeno. El embrión o la semilla de la “telemá-
tica alternativa” son las primeras BBS14 (HELP en Barcelona, Revolware y Altercom
en Madrid, las BBS basadas en Fido, etc.) que con tecnologías relativamente rudi-
mentarias (en comparación con las actuales) comienzan a explotar las posibilida-
des del mundo neotecnológico y a profetizar un desplazamiento gradual al lado
ciber15. FidoNet16, que era una red de BBS interconectadas entre sí desde 1983,
formada por entusiastas de la nueva informática reticular funcionando como
comunidad a nivel mundial. Cabe señalar también que el “imaginario” de las nue-
vas tecnologías penetra justamente en la opinión pública de nuestro país como dis-
curso contra la “crisis económica” y el desempleo masivo de la mano del gobierno
del PSOE durante esos años.
Lo que nos interesa subrayar es que, desde las coordenadas temporales
anteriores, parece obvia una coincidencia histórica y un solapamiento cronoló-
gico parcial del movimiento de okupación en España (desde principios de los años
ochenta) y el boom de las redes telemáticas (desde principios-mediados de los
años noventa). Más allá de una explicación totalmente causal en la que uno deter-
mina al otro, parece que el azar colocó a ambos elementos en el mismo escenario
histórico17. Pero, como veremos, la coincidencia de ambos ciclos (uno de protesta
y otro comunicativo/tecnológico) ha permitido el intercambio y la coinfluencia
mutua hasta mimetizar ambos fenómenos. El encuentro es accidental, pero el
“matrimonio” entre ellos ha funcionado y la alimentación recíproca ha existido.
Interacción, pues, sobre la que versa este capítulo.
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IGOR SÁDABA RODRÍGUEZ Y GUSTAVO ROIG DOMÍNGUEZ
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La relación, además, ha pasado por diversas fases y por distintas maneras de
acoplar o encajar los elementos. No hay intención de temporalizar o trazar lapsos
históricos bien definidos pero pueden observarse algunas tendencias claras. Así,
por ejemplo, el primer conjunto de okupaciones era medianamente ajeno a lo tec-
nológico y mantenía una postura bastante hermética y reticente debido a que: 1) el
fenómeno telemático estaba todavía incipiente y poco extendido (sin mostrar su
auténtica potencia aún) y 2) el progresismo clásico siempre ha sido bastante ten-
dente y aficionado a los discursos tecnófobos18. No obstante, según pasa el tiempo,
otros sectores del movimiento de okupaciones no sólo comienzan a ser más abier-
tos a estas tecnologías, sino que incluso se posicionan y participan dentro de acti-
vidades y debates concretos sobre su utilización (politizando su uso). La afinidad a
la crítica tecnológica se tornará entonces en una posición más meditada y recepti-
va a ciertos usos de la técnica. Esta evolución cambiante será clave para poder des-
cifrar el uso que de Internet hacen los movimientos sociales. Es cierto además que
el cambio no es global y que será el sector “postmoderno” de la okupación el que se
vuelque más abierta y decididamente a Internet, superando usos clásicos e instru-
mentales y desarrollando todo un discurso acerca de la técnica, las máquinas, los
cuerpos, las identidades, las redes, la cooperación, etc.
Todo ello se ve mediado también por el crecimiento formidable del uso de
Internet en la población española general (no hay datos sólo para movimientos
sociales). En unos pocos años, desde 1996 a 2001, el crecimiento ha sido especta-
cular, multiplicando desorbitadamente el número de usuarios19 (un 27,49 por
ciento, de 277.000 a 7.079.000)20. Definitivamente, Internet irrumpe en el movi-
miento en la misma medida y en el mismo momento en que se instala en la socie-
dad como fenómeno de consumo de masas (a partir del año 98). El movimiento de
okupación no es pionero en este sentido, no se adelanta al mercado en el uso de la
red y se incorpora a ella al calor de la publicidad y el asalto que desde las empresas
de comunicación se hace sobre la sociedad y sobre los consumidores.
ACERCAMIENTO EMPÍRICO: UN BREVE VISTAZO AL MUNDO TELEMÁTICO
DE LA OKUPACIÓN
Metodológicamente hablando, uno de nuestros objetos de estudio se constituye,
principalmente por la idiosincrasia del medio a estudiar, en el mosaico de pági-
nas web producidas por el movimiento de okupaciones21. Dichos documentos son
unidades electrónicas de información y noticias que combinan texto e imagen
271
EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 271
(e incluso sonido o imagen en movimiento) y que están escritas en un determina-
do lenguaje (el Hyper Text Markup Language, HTML). Con ellas en mente atende-
remos a cuatro dimensiones: 1) la presencia en la red del movimiento; 2) la
evolución de esa presencia; 3) la visibilidad de esa presencia y 4) los usos con-
trainformativos de la misma22.
1) Presencia en la red: las primeras webs relacionadas con el movimiento de
okupación (casas okupadas, asambleas de okupas o movimientos por la
okupación de viviendas) son de difícil datación debido al carácter efímero
y temporal de muchas de ellas23. Si la casa okupada desaparece (es desalo-
jada, mayormente, o se abandona, en algún caso) también lo suele hacer su
página en la red (pierde su sentido a veces), correlato de una vida nómada
y en constante alternancia. Aun así nos atrevemos a proponer que fue por
los años 1996-1997 cuando comenzaron las primeras páginas que se dedi-
caban o referían íntegramente a este fenómeno (Lavapiés 15 en Madrid y la
Kasa de la Muntanya en Barcelona, por ejemplo).
Lo que es cierto es que la ubicación de las webs relacionadas con el movi-
miento de okupaciones suele concentrarse en unos pocos servidores o
proveedores de servicios: o aquellos que se definen como “alternativos”24
o en los gratuitos (las dos tendencias mayoritarias). La cantidad aproxima-
da de webs también varía considerablemente por ser este un medio emi-
nentemente dinámico y por el carácter efervescente y fluctuante de los
NMS. Si tomamos Sindominio (como el servidor en el que más centros
sociales okupados tienen su página web) encontramos 11 casas okupadas25
sobre un total de 95 colectivos (febrero 2003), una presencia de un 11,6 por
ciento sobre el total de colectivos y organizaciones políticas. En Nodo50, el
segundo lugar donde buscar, encontramos sólo tres centros sociales oku-
pados26 sobre un total de 624 (febrero 2003) organizaciones, en torno al
0,5 por ciento del total. Respecto al resto de páginas que están albergadas
en servidores gratuitos existe una dispersión total que dificulta su ubi-
cación27.
La tipología de webs encontradas es relativamente escasa. A pesar de la
variabilidad estética y la versatilidad de las presentaciones multimedia,
la mayoría posee unas características estructurales comunes: presentación
e historia (donde se explicitan las reivindicaciones específicas y la biogra-
fía de la casa o edificio), convocatorias de actividades (una agenda de “lo que
se mueve” en esa okupa), información sobre los desalojos (datos sobre la
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represión, cronología de los litigios y el futuro “posible” de ese espacio),
textos y documentos (archivo de escritos recomendados o producidos en la
casa okupada), enlaces a otras páginas (menú seleccionado o tour guiado
por “lo más” en Internet, por aquello que es afín, por las redes de “paren-
tesco político”), etc. El “discurso electrónico” es bastante similar en todo
el movimiento pero es distinto a los discursos encontrados en otros
medios (papel, radio, etc.): hay un predominio de los mensajes cortos y
directos, de iconos cromáticos, de las “narraciones saltarinas” que provo-
can los constantes enlaces28 y de cierta interactividad (formularios, envíos,
correos electrónicos, posibilidad de colocar información, acceso a listas de
correo o foros, etc.).
2) La evolución temporal de esas webs es también complicada de estimar
debido a la permanente sustitución de unas páginas por otras y de unas
okupaciones por otras. Como los propios movimientos, las webs no des-
cansan. Lo cierto es que, acorde con la evolución de la ocupación, se ha
producido una reducción del número de páginas dedicadas exclusivamen-
te a dicho tema. Si se accede a la página de organizaciones de Sindominio
del 3 de enero de 200029 se observa la cantidad de 11 webs sobre okupas
que han desaparecido en este tiempo30, un lapso de tres años (de 2000 al
2003). En Nodo50 ocurre algo parecido aunque no tan drástico31.
Lo que sí podemos constatar más claramente es la evolución funcional o la
metamorfosis organizativa de las páginas: se ha pasado de las informacio-
nes concretas asociadas a un único centro social o de las páginas indivi-
duales a los weblogs (sistemas de noticias, de “posteo” anónimo y con
formato periódico, por ejemplo, los Indymedias) y páginas más colectivas.
Hay una tendencia a la baja de páginas únicamente dedicadas a un tema
concreto y solitario en contraposición a la multiplicación de espacios de
encuentro mixtos y combinados donde la miscelánea de noticias es la tóni-
tema más” de los tratados y debatidos en algunos foros, páginas de noveda-
des o tablones de noticias; al igual que el propio movimiento se inserta e
integra en conglomerados antiglobalización mayores o movimiento de
movimientos. Es una sección, como otra cualquiera, emparentada con el
resto, que sólo se activa cuando la realidad lo provoca, cuando las circuns-
tancias lo hacen pasar a primera plana. A esto hay que sumar una segunda
evolución: de páginas inicialmente estáticas y unidireccionales (una “car-
telera” o expositor de contenidos) a conjuntos de herramientas horizontales,
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 273
interactivos y de participación colectiva (foros, debates, publicación abier-
ta, etc.).
3) Cuando hacemos uso de un término tan ambiguo como visibilidad nos esta-
mos refiriendo a la posibilidad de medir y contar el número de accesos32 a
una página web (y por tanto comparar). Los “contadores de visitas” o las
“estadísticas de acceso” proporcionan una medida, siempre aproximada y
relativa, de la incidencia de un sitio web33. Nos encontramos, sin embar-
go, conque no todas las webs llevan este “medidor” incorporado y que no
sabemos desde cuándo están computando visualizaciones. Hay casos en
que sí; por ejemplo, el Ateneu Llibertari de Cornellà informa en su página
inicial de tener 729 visitas desde el 24 de diciembre de 2002 (una media de
unas 9,9 visitas diarias, 729 en 73 días). La Casa Encantada muestra 22848
visitas a su página de inicio que lleva desde, por lo menos, el 28 de marzo
de 200234 (lo que nos da unas 66,4 diarias). La Gasteizko Gaztetxea indica
10.141 visitas desde por lo menos el 30 de abril de 200135 (lo que propor-
ciona unas 15 visitas diarias). A diferencia de los índices de audiencia clá-
sicos estos datos (calculados muy grosso modo) no permiten conclusiones
aventuradas, tan sólo comparaciones parciales y limitadas entre ellas
(dentro de un mismo contexto).
4) La contrainformación en Internet: en este apartado pretendemos recoger
los principales usos y utilidades de esas webs mencionadas y que pueden
resumirse o sintetizarse en los siguientes bloques clasificados a partir de la
observación del material encontrado:
puestas y discursos donde se clarifican y exponen las razones de los
diversos centros okupados. Obviamente, se mantiene siempre la pers-
pectiva propia del movimiento o de la casa, intentando apuntalar la
legitimidad política para la reapropiación de ese espacio. Dicha mani-
festación pública de opciones políticas es lo que permite fijar y forjar,
también, la identidad política y las propuestas programáticas del movi-
miento36.
cos para participar e intercambiar información entre diversos grupos
que formen parte del movimiento. Este “asamblearismo virtual”, al
margen de toda mediación institucional o exterior, permite mantener
actualizado y vivo el movimiento, facilitando formas de democracia
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participativa en lugares de reunión inmateriales. Son una suerte de
foros virtuales, lugares de “conversación electrónica” o arenas de deli-
beración colectiva orientados hacia el interior del movimiento, hacia la
construcción de la estructura interna de coordinación y organización.
Ello incluye no sólo los foros o famosos weblogs (Indymedia a la cabeza
con su “periodismo de código abierto” u open publishing y algún PHP-
Nuke o PostNuke)37 sino también las listas de correo, los chats, los wikis,
etc. Estos sistemas de registro (son las “bitácoras” del movimiento), al
estar disponibles en todo momento y desde diferentes localizaciones,
permiten generar órganos de conexión entre militantes y coalición
entre grupos. Facilitan que personas dispersas de regiones distintas
estén al corriente de sus respectivas actividades, superando grandes
divisiones geográficas38.
conjunto de actividades públicas en general que se pueden realizar en
un centro social okupado. Debido a la falta de canales informativos
estables y del poco acceso a los medios oficiales e institucionales, se
opta por publicar en web todo anuncio o llamada como estrategia de
visibilización de lo ocurrido o lo que se va a realizar. Por su carácter ins-
tantáneo y por la facilidad de difusión, algunas convocatorias son inclu-
so más efectivas vía Internet que por papel o por radio ya que, en ciertos
casos, el tiempo entre la decisión o preparación del evento y la realiza-
ción del mismo es muy corta y no hay tiempo para pasar por imprenta o
por las ondas39.
medio electrónico se focaliza en responder o reaccionar contra las
dinámicas represivas40 de las instituciones ante dicha okupación (des-
alojos, amenazas, juicios, actuaciones policiales, redadas, acosos, mon-
tajes, detenciones, sentencias y recursos, etc.). Lo que conduce a una de
las paradojas de los movimientos sociales: en algunos casos, son más
visibles cuanto más represión sufren (Martínez, 2002). Todo ello cons-
tituye una auténtica crónica periodística al uso al hacer hincapié en
acontecimientos, sucesos, noticias, datos, etc., y al denunciar los abu-
sos o agresiones externas41.
De alguna manera sería posible decir que, si no fuera por la efímera vida de
las páginas web y su existencia tan caótica y fugaz, se podría recuperar el hilo de una
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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crónica telemática del movimiento de okupaciones a través de ellas. La auto-
narración fragmentaria que estos documentos electrónicos van construyendo
permite seguir la vida del movimiento, su biografía accidentada y cambiante. Si
hacemos una comparativa con el resto de medios clásicos (prensa, panfletos
impresos, radios, etc.) percibimos que las cuatro novedades fundamentales que
introducen las páginas web son, en nuestra opinión: a) el mayor peso de las con-
vocatorias debido a su urgencia, celeridad y facilidad de difusión masiva; b) el
aumento de las presentaciones multimedia con la combinación de múltiples
formatos (fotos, vídeos, grabaciones sonoras, música, etc.); c) la posibilidad, en
algunos casos, de participación e interacción colectiva en su realización (coope-
ración en la elaboración o publicación de información); y d) la naturaleza
conectiva, vinculante, difusora e intermediadora de las webs gracias a los links o
enlaces entre documentos (saltos constantes de una a otra página, lazos de una a
otra casa okupada y de uno a otro movimiento) que diluyen muchas veces las
fronteras borrosas entre grupos, colectivos, organizaciones, luchas o movi-
mientos.
Mencionar finalmente que, aunque nuestra intención era circunscribirnos
al territorio español, obviamente, por las características de la red no tiene
mucho sentido el hablar de lo nacional en este tipo de cuestiones. Existen
numerosos ejemplos internacionales42 que pululan o circulan por Internet y
que sirven como prueba de la vinculación existente entre los squatters y las nue-
vas tecnologías43.
DE “OKUPAS” A “HACKERS”: RECONVERSIÓN Y PUENTES ENTRE
MOVIMIENTOS. DE LOS CENTROS SOCIALES A LOS HACKMEETINGS
Y HACKLABS
A modo de sugerencia podríamos intuir una continuidad o duplicidad de los suje-
tos de la acción colectiva, un trasvase o pluri-militancia entre los sectores más cen-
trados en la okupación y los más involucrados en la extensión de las redes
telemáticas por los movimientos sociales. Muchos movimientos se solapan, pisan
o intercalan compartiendo militantes y activistas. Nos referimos al engarce que
existe, a veces, entre diversas demandas y resistencias y que, en este caso, se expre-
sa en una singular correspondencia o complicidad entre algunas casas okupadas y
ciertas posturas políticas sobre el uso de Internet. Se pasa del edificio o del barrio
como unidad de acción al espacio comunicativo y virtual como trampolín para la
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misma. Okupas, en uno, y hackers44, en otro, mantienen una estrecha y peculiar
relación.
Ambos pueden leerse como figuras sociales con cierto parecido, como tipos
en los “márgenes del sistema”, sujetos rebeldes que comparten su lucha contra la
propiedad privada del suelo (y la especulación) o contra la propiedad privada de
la información o los modelos hegemónicos de propiedad intelectual (y la manipu-
lación o la monopolización). En definitiva, son resistencias sociales que se oponen
a los monopolios de propiedad o a la comercialización del mundo y que pasarían de
la reapropiación de los espacios inmobiliarios a la reapropiación de los espacios
virtuales y comunicativos. Des-mercantilizar las áreas urbanas o los espacios tec-
nológicos y expresivos pueden ser vistas como actividades complementarias.
Ambas realizan una inversión de valores de cambio (precio del suelo, precio de la
información y del Software) por valores de uso (habitar y dotar de actividades a ese
suelo; utilizar, compartir y difundir esa información). Uno y otro encuentran inco-
herente la existencia de espacios vacíos (sin habitar, sin utilizar, sin comunicar) y
la lógica apropiativa e individualista de los mismos, oponiéndole un discurso de la
“cooperación social” (moral y técnicamente mejores. Ver Himanen, 2001) patente
en centros sociales o en fenómenos como el Software Libre45 y el sistema operati-
vo GNU/Linux46. El suelo es de quien lo habita y la información es libre para su
intercambio. Hay que recuperar ambas cosas, hacerse con esos espacios de socia-
lización (tanto real como virtual). El cuestionamiento que desde el movimiento de
okupación se hace sobre los conceptos de propiedad y de trabajo, tiene su correla-
to en el terreno de la producción inmaterial (producción de conocimiento o, más
concretamente, programación de Software) en el movimiento hacker: hacktivistas y
militantes políticos acaban cuestionando las relaciones de poder y propiedad que
atraviesan todos los niveles de la vida en un sistema reorganizado sobre la base de
la mercantilización y privatización del mundo, material o no, ambos reales, al fin y
al cabo47. La filosofía de un movimiento que nace ligado al mundo del software y al
desarrollo de las redes choca desde un primer momento, igual que el movimiento
de okupación, con dos dinámicas: la del Estado, que impone su necesidad de regu-
larizar el nuevo fenómeno (todo nuevo fenómeno), y la del mercado, que pre-
tende hacer valer en el terreno de la creatividad y la investigación científica sus
principios de propiedad y su pulsión mercantilizadora de todo nuevo ámbito de
producción.
Esta relación íntima también se ha expresado en la práctica en España48 en
diversos encuentros de hackers. Los famosos Hackmeetings49 se han realizado inva-
riablemente durante tres años consecutivos en casas y centros sociales ocupados.
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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Esas tres grandes reuniones del sector “politizado” del “mundo hacker” y del “soft-
ware Libre” español han estado repetidamente unidas al mundo okupa y a los espa-
cios autogestionados. Las tres versiones pueden encontrarse en: http://www.
sindominio.net/hmbcn00/, http://www.sindominio.net/hmleioa01/ y http://
www.sindominio.net/hackmeeting/.
En octubre de 2000 se reúne en Barcelona, y por primera vez en nuestro
Estado, un colectivo amplio y heterogéneo de activistas y hackers en lo que se cono-
ce como el primer Hackmeeting del Estado español50. Los vasos comunicantes entre
el mundo de los centros sociales y la nueva cultura hacker son evidentes. Se com-
parten repertorios de acción, posturas y prejuicios51. Un año más tarde, entre el 21
y el 23 de septiembre, se celebra el segundo Hackmeeting, esta vez en el Gaztetxe de
Leioa, en el que el debate y las iniciativas se balancean desde las ponencias y talle-
res eminentemente técnicos a sesudas reflexiones teóricas sobre la técnica, el
poder y la autoorganización. Se marcha cada vez más decididamente en la senda
del hacktivismo, como práctica de intervención técnico-política sobre el con-
junto de problemáticas derivadas de la conflictividad social52. El tercer, y hasta
ahora último encuentro, se organiza en Madrid, entre el 3 y el 5 de octubre de
2003 en el Centro Social Ocupado El Laboratorio 0.3 (desalojado el 9 de junio
de 2003). Este tercer Hackmeeting se prepara y se lleva a cabo en un ambiente
caldeado por la inminente entrada en vigor de la LSSI (Ley de Servicios de la
Sociedad de la Información) y lo que se presuponía como un recorte a la liber-
tad de expresión y el fin de la privacidad de las comunicaciones en Internet. De
estos encuentros anuales — físicos, presenciales— entre gente que a lo largo del
año se conoce y se coordina desde la red en multitud de iniciativas “cibersub-
versivas”, irán cristalizando proyectos organizativos más o menos estables,
colectivos de personas que vinculados a los centros sociales asumen esta línea
de intervención social. Así, nacen varios Hacklabs53 en diferentes ciudades del
Estado como materialización permanente y localizada territorialmente que
surge de la experiencia adquirida en la red y el contacto personal en los
Hackmeetings. Toma cuerpo, pues, un nuevo movimiento social, muy vinculado
física y políticamente con el movimiento de okupación y de los centros sociales
más desarrollados de las grandes metrópolis que le permite superar, en el ámbi-
to de los movimientos urbanos antagonistas, esa percepción un tanto esquizoide
que ha arrastrado la izquierda sobre las nuevas tecnologías y que pendula entre la
tecnofilia y la tecnofobia. Las prácticas de ciberactivismo que se dan hoy en día en
el entorno de lo Centros Sociales Ocupados se complementan con dichos Hacklabs.
La mayoría utiliza, nace o se inserta en Centros Sociales Okupados, como es el caso
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de Kernel Panik de Barcelona, que se reúne en el Centro Social Les Naus. En el
Gaztetxe de Udondo (Leioa), en el área metropolitana de Bilbao, se reúne como un
grupo de trabajo del Centro Social, el Metabolik Bio Hacklab. En marzo de 2003
organiza unas Jornadas sobre wireless y redes ciudadanas libres, junto a
BilboWireless y MadridWireless54. Iniciativas dentro del mismo movimiento encon-
tramos también en Madrid, en pleno centro de la capital se reúne el Wau Holland
200155 y el Vallekas Hacklab56 que funciona como un grupo de trabajo dentro del
Centro Social Okupado Seco57. En Zaragoza el Downgrade Hacklab58 se reúne en
el Centro Social Autogestionado La Trama, en Santiago, es un grupo de trabajo
dentro de la Casa Encantada59 y en Alicante se llama La Cuca Albina60 y se reúne en
el Centro Autónomo Autogestionado El CAU61 (estos dos últimos centros sociales
no están okupados).
EL CSO EL LABORATORIO, UN CASO DE REFERENCIA OBLIGADA
Hablar de Internet y del movimiento de okupación nos obliga a detenernos en
la experiencia del CSO Laboratorio, en su web y su Área Telemática. En estos
momentos, junto a la Casa Encantada (Santiago de Compostela), es uno de los
centros sociales que más ha avanzado en su trabajo en la red, en su reflexión
sobre lo técnico y en su proyección sobre este nuevo territorio de intervención
colectiva que es el ciberespacio. Su web ha mutado en tres diferentes versiones
(una por cada uno de los emplazamientos físicos por los que ha pasado el cen-
tro) y refleja en su estructura, su organización y diseño, la evolución del pro-
yecto al que ha acompañado desalojo tras desalojo, okupación tras okupación.
En su versión más actualizada se asiste a un despliegue estructural que cubre en
la práctica varios objetivos: canonización del discurso formal del proyecto, sis-
tematización de la publicidad de su agenda, definición estratégica de su imagen
ante la Administración (interlocutor obligado en los procesos de negociación
que se abren tras cada nueva okupación en el centro de Madrid) y presentación
del proyecto ante su entorno social, las redes en las que se habita y de las que se
nutre.
El website actual se organiza sobre 27 secciones62 e intenta dar fe del conjunto
de áreas de trabajo, talleres, espacios y microproyectos que conforman el centro
social. En conjunto, la web transmite la idea y la imagen de un proyecto experi-
mental, en estado de ebullición y creación permanente, en sintonía natural con
el “hacktivismo social”. En cada una de las secciones se capta esta postura a mitad
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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de camino entre el esteticismo y la militancia, entre la experimentación creativa
y la intervención política, desde donde se entiende perfectamente un taller de
fotografía en el que se lee lo que Walter Benjamin63 escribió sobre arte y marxismo,
un proyecto wireless64 de construcción de redes ciudadanas inalámbricas para
generar redes comunitarias o un Espacio de Artes Plásticas en cuya presentación
para la web hay más ética hacker contenida que en la propia definición del Área
Telemática65.
Queda patente en la web la capacidad que ha tenido esta tercera edición de
un proyecto de centro social, que ha cristalizado en su agenda y en una buena
parte de las iniciativas y propuestas que comenzaron a experimentarse desde las
redes sociales anticapitalistas madrileñas en el seno de las campañas contra la
presidencia española de la UE (2002) o las multitudinarias movilizaciones con-
tra la guerra de Irak. Internet, comunicación horizontal, experimentación polí-
tica y técnica y desobediencia colectiva se entretejen en un website y en un
proyecto que rompe con la tradicional precariedad política de un movimiento
que hasta la fecha habitaba en las catacumbas de la marginalidad política y el
aislamiento social.
En la versión 0.266 de la web del centro podemos acceder a la primera ver-
sión de la pagina del Área Telemática del Laboratorio67. Ya en 1997 el Centro
Social Okupado Laboratorio constituye un grupo de trabajo especifico en el que
participa gente interesada en proyectos informáticos o al menos en proyectos o
actividades en los que se utiliza la informática. Su intención inicial fue la de
poner en marcha algunas tareas específicas en el propio centro social (red local,
diseño de la web, instalación de un servidor Linux, etc.) y la relación con otras
gentes y otras experiencias similares. Desde el Área Telemática se gestionaba el
correo y la web del centro, se establecía contacto con proyectos en el extranjero
o con otros servidores españoles. De este núcleo nace y madura el proyecto de
un servidor de Internet vinculado a los centros sociales okupados y a las prime-
ras prácticas de hacktivismo social. Tras alguna que otra Velada Telemática68 y
algún Encuentro Estatal de Contrainformacion69, organizados desde este área
de trabajo, se pondrá en marcha un proyecto de autogestión telemática vincula-
do a los centros sociales y a la nueva cultura hacker del Estado español que se
conoce como Sindominio.net.70.
Desde el principio el Área Telemática apuesta por el sistema operativo
GNU/Linux y el uso y la difusión del Software Libre sobre el que despliegan una
doble línea de defensa: sus bondades técnicas por un lado y la corrección política
de un fenómeno que se defiende como “icono de referencia antimonopolistíca
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frente a Microsoft y al poder económico de la industria del Software propietario”.
Sin llegar al desarrollo de un discurso tan depurado como el de los actuales
Hacklabs, desde esta Área Telemática ya en 1997 se inicia un proceso de acerca-
miento al proyecto GNU/Linux que dará como resultado la amplia aceptación polí-
tica del nuevo sistema operativo y el revolucionario proyecto de cooperación que lo
ha hecho posible en el ámbito de los centros sociales.
Llama la atención el ejercicio reflexivo sobre el conjunto de tareas que traba-
jan; por ejemplo, el análisis de la web como herramienta, las luces de su potencial
y las sombras de sus limitaciones. Así, se destaca la capacidad comunicativa del
hipertexto (la lectura no lineal, rizomática), del multimedia (imagen, sonido) y
sobre todo la facilidad con que desde la WWW se garantiza la visibilidad de las luchas
y sujetos sociales. De la misma manera, se defiende que la web no es ni mucho
menos el servicio más interesante de Internet, por ser quizá la que más se acerque
a los dispositivos clásicos de flujo unidireccional de datos “dentro de un esquema
más o menos pasivo de navegación/consulta que podría llegar a parecerse en oca-
siones al zapeo televisivo”71. El empeño del área es precisamente explotar y mate-
rializar ese potencial que permite superar desde la web las barreras técnicas y
políticas de lo que hasta la irrupción de Internet se entendía como contrainforma-
ción y no garantizaba la interactividad, la multidireccionalidad de la comunicación,
la horizontalidad y la no mediación. Lo que en el año 1997 era un dispositivo nove-
doso lleno de posibilidades ha demostrado ser el medio de comunicación por exce-
lencia de las redes antiglobalizadoras que, a través de un esqueleto mundial de
webs dinámicas (el proyecto Indymedia)72, han conseguido poner en pie un medio
independiente, horizontal, democrático, masivo y de capacidad movilizadora glo-
bal, sin referente inmediato en la historia de la comunicación y el desarrollo téc-
nico contemporáneo.
En esta línea y en este momento, el CSO El Laboratorio da cabida a una de las
experiencias más avanzadas en cuanto al uso político, militante, de las tecnologías
de la comunicación, de Internet. Al calor de las movilizaciones actuales contra la
guerra de Irak y con la participación de hackers, militantes y activistas de medios
independientes, se ha creado un centro de medios de comunicación con el propó-
sito de coordinar diferentes iniciativas de comunicación y contrainformación que
surgen desde los movimientos sociales de Madrid. Basado en herramientas libres,
conexión local wireless, ADSL hacia el exterior, recepción de televisión vía satélite,
un dispositivo de teléfonos móviles en contacto con las movilizaciones, se puso en
marcha una emisora de radio por Internet que cubrió la contrainformación de las
jornadas de movilización antibélicas en Madrid73.
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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CASA ENCANTADA: UN NUEVO MODELO DE INTERÉS
La Casa Encantada de Santiago de Compostela ha asumido desde hace tiempo la
necesidad de formalizar su presencia en Internet. Si bien durante algún tiempo
la web (http://www.casaencantada.org) se ha limitado a informar sobre las acti-
vidades del centro social y sus áreas o grupos de trabajo, posteriormente la web
se ha ido transformando en un centro de recursos informativos sobre la activi-
dad de los movimientos sociales de Santiago y de Galicia. La casa albergaba
(desalojada el 17 de junio de 2003) a diversos colectivos que poseen espacio pro-
pio en la web74.
Lo realmente innovador en la relación entre la colectividad y lo técnico es el
doble salto que ha dado el proyecto telemático del centro social. En un primer
momento su equipo técnico, organizado en el HackLab de la casa, decide montar un
servidor propio, sobre GNU/Linux y conectado a la red permanentemente a través
de una línea ADSL. La web y el correo electrónico de las diferentes áreas del pro-
yecto, que hasta el momento estaban alojadas en Nodo50, irán migrando progresi-
vamente hacia su propia máquina de forma que ahora toda la web y el correo se
autogestionan de manera autónoma sin la asistencia de los proveedores de servi-
cios tradicionales de la izquierda alternativa y los movimientos sociales: Nodo50 y
Sindominio.
En esa misma línea y en una segunda vertiente de gran interés político,
desde el servidor de La Casa Encantada se comienza a dar servicio de alojamien-
to web a otros colectivos gallegos, como es el caso de la Mocidade Galega Pola Paz
(http://causaencantada.org/mocidadepolapaz/) o el dominio del colectivo
Ultreia (http://www.ultreia.org/). Durante algunas semanas también alojaron la
versión en pruebas de lo que hoy es Indymedia Galiza (http://galiza.indyme-
dia.org). Este paso hacia la autogestión técnica a través de un servidor propio es
una de las primeras experiencias de apropiación directa de las Nuevas
Tecnologías de la Información, por encima de la intermediación de proveedo-
res, ni siquiera de aquellos que como Nodo50 han sido levantados desde los
propios movimientos sociales. La propia expansión del mercado de la conecti-
vidad y la apropiación de lo técnico como elemento de liberación y confronta-
ción política abren con la experiencia de La Casa Encantada un nuevo modelo de
autogestión técnico-política que tiene bastantes posibilidades de consolidarse
como otra posibilidad, alternativa, a la provisión tradicional de servicios de
Internet.
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VIRTUDES Y VICIOS DE LA COMUNICACIÓN TELEMÁTICA
EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Las nuevas tecnologías han acompañado en la reactivación de todo un nuevo ciclo
de luchas y protestas sociales. Además, dichas tecnologías permiten conceptualizar
a los NMS más como redes que como organizaciones formales y en las que la
mediación tecno-comunicativa se convierte en otra “forma de instituir” la acción
colectiva. Esta faceta también demuestra que hay algo más que comportamiento
instrumental en los NMS y que los nudos de solidaridad pueden descifrarse tam-
bién en clave cultural y comunicativa. Los elementos no humanos (recursos, tec-
nología, artefactos técnicos, herramientas, soportes, etc.) tienen además un papel
crucial en la organización de la protesta (Diani, 2000). Ello ha permitido entramar
nuevas formas de sociabilidad y de expresión política muy potentes, fortaleciendo
algunos de los puntos más frágiles de los grupos políticos (por ejemplo, la infraes-
tructura y los recursos). Esas “comunidades invisibles de discurso” (Tarrow, 1994)
le deben mucho al rol agregador y aglutinador de los medios de comunicación elec-
trónicos y a las TIC (Scott y Street, 2000). A lo que hay que sumar que dichas tec-
nologías facilitan el terreno a aquellos movimientos que aspiran a ejercer efectos
globales desde actividades locales. Otro elemento sugerente es el papel poroso y
difuso de movimientos como el de okupación: en esta forma de conexión federati-
va, los enlaces virtuales de una web pueden ser vínculos reales en los movimientos.
Un mecanismo relacional en donde lo único común es un protocolo (unas reglas
para entenderse y comunicar) y a través de experimentación e inmediatez se rein-
venta lo político.
Las estrategias de comunicación de los movimientos sociales son absoluta-
mente imprescindibles para sobrevivir hoy día, formando parte de su bagaje y de
su aptitud política en sociedades informacionales y mediatizadas. Coordinación,
visibilidad, protagonismo, legitimidad, cohesión, identidad, etc., dependen en
gran medida de sus capacidades y habilidades comunicacionales. Frente a actores
institucionales (Estado, partidos, etc.) que monopolizan los espacios públicos y los
mass media clásicos, movimientos como el de okupación desarrollan sus propios
medios de competencia simbólica gracias a tecnologías accesibles como Internet.
A su vez, estas estrategias van metamorfoseando y recombinando algunos de sus
rasgos esenciales, adaptando gran parte de sus recursos a la potenciación de sus
interacciones comunicativas. Es decir, el movimiento evoluciona al encuentro de
técnicas y tecnologías que le son necesarias para subsistir frente a correlaciones de
fuerzas desventajosas. Es, en este sentido, que cobra significación el paso de okupas
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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a hackers. Un proceso que da lugar a un nuevo movimiento social, muy vinculado
física y políticamente con el movimiento de okupación y de los centros sociales
más desarrollados de las grandes metrópolis. Poco a poco se va introduciendo en
este escenario de activismo telemático la reflexión sobre lo social como algo previo
a lo técnico, disipando ilusiones sobre la posibilidad de que el potencial liberador
de lo técnico supere por sí mismo (en un plano independiente) limitaciones
y desequilibrios estructurales. Se perfila, pues, una imagen del hecho técnico y
comunicativo como fundamentalmente político y la tecnología como un elemento
sistémico, tanto de dominio (en la producción, la educación o la guerra) como de
la liberación (de la producción, de la educación, de la guerra) como ya avisara
Marcuse. En este universo conceptual se estructura el puente sobre el que desde el
movimiento de okupación se trasvasan inquietudes, militancias, conocimientos,
infraestructuras hacia ese nuevo espacio de hacktivismo político que traduce a la
esfera de la producción inmaterial, a la generación de conocimiento social, el ima-
ginario político de un movimiento que le precede y que cuestiona radicalmente
relaciones de producción, de propiedad y de mando en el mundo material. El trán-
sito de okupas a hackers podría entenderse como la proyección hacia el ciberes-
pacio de un movimiento insurgente, de corte radicalmente contracultural y
subversivo, que se define en el rechazo y la superación de las relaciones socia-
les de dominación que imperan en las calles y se imponen en las redes.
Por otra parte, mientras el movimiento obrero o los grandes movimientos de
masas del siglo XIX y la primera mitad del XX materializaban sus avances políticos
en el terreno electoral o territorial (el reparto de zonas de influencia urbanas y
control político y social de barrios, fábricas, universidades, etc.), los NMS urbanos
apuestan por un juego político desterritorializado, mutante y simbólico. En ese
sentido, el espacio preferente es la Red, manifestándose en y a través de ella, que
actúa como medio de comunicación y al mismo tiempo como modelo organizativo
en el que se construyen identidades con mucha más facilidad y eficiencia que con
los medios políticos tradicionales, ya que Internet consigue superar en gran medi-
da las limitaciones territoriales y la verticalidad de los media clásicos.
Sin embargo, no podemos olvidar algunos peligros, límites y obstáculos que se
han dado y pueden llegar a darse:
1) Poca incidencia en las agendas políticas. Se ha cuestionado repetidas veces
la dudosa capacidad de Internet para “sacar” de los propios movimientos
sociales sus discursos y para perturbar la idílica vida del modélico ciudada-
no moderno, ajeno a sus demandas y quebraderos de cabeza. ¿Qué grado
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de incidencia en las agendas políticas ha existido en comparación a como
pudo hacer la Insumisión/Objeción a través de la prensa escrita75? ¿Se
puede considerar que Internet ha ayudado a sensibilizar las conciencias de
los “no militantes” (suponiendo que esa fuera una de las metas)? ¿Y para
crear un “colchón social” que haya hecho más “simpática” la okupación
para los vecinos y urbanitas76? Internet sigue estando reservado a un per-
fil sociodemográfico concreto, sigue cumpliendo una labor esencial de
cara al “interior” de los movimientos y sigue yendo a la zaga (en este tema)
frente a la televisión o a los periódicos77. Son asignaturas pendientes que
deben tenerse en cuenta. Una de las supuestas labores de los movimientos
sociales es alterar las agendas políticas, desafiando conformismos
impuestos y activando la participación ciudadana. Sin embargo, el impac-
to de Internet parece surtir mayor efecto como reforzamiento de lo exis-
tente y consolidación de las redes de coordinación internas que como
incentivo hacia el exterior. No se ha conseguido articular del todo la utili-
zación interna de la comunicación (organización, coordinación, difusión
entre los movimientos, elaboración de un discurso propio, etc.) con el
aprovechamiento “hacia fuera” para enfrentar realmente a las ideologías
hegemónicas. La escasa complementariedad con sectores sociales no poli-
tizados podría suplirse con la construcción de vasos comunicantes con
otros sectores y otros mass media78.
2) Internet, por sus rasgos característicos (instantaneidad, globalidad,
soporte multimedia, etc.) supone una suerte de espectacularización de la
política. Espectáculo que puede hacer atractiva la participación y servir
como llamativo estímulo para la gente. Pero espectáculo que también
puede caer en una vorágine colorista y sonora, simplemente consumida
por su propia imagen autorreferente (Turkle, 1997). Existe el peligro de
estetizar virtualmente la acción política (como alertara el viejo Benjamin)
y perder los enganches con la materialidad de otros procesos sociales.
Corre el riesgo de convertirse en una simple distracción alrededor de una
“mitología neotecnológica” desvinculada del resto de problemas sociales.
3) Debido a la facilidad y comodidad de uso de las redes telemáticas, puede
propiciarse un repliegue hacia comunidades cerradas en lo meramente
tecnológico y a la construcción de guetos virtuales. Las redes telemáti-
cas pueden proveer a los movimientos de un medio de marketing político
muy potente que se quede en la simple autocomplacencia, en el enclaus-
tramiento narcisista o en la contemplación pasiva de las competencias
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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técnico-comunicativas de cada uno. Ello conduce, además, a la formación
de jerarquías internas que consolidan los diferentes grados de conoci-
miento, experiencia y aptitud para las nuevas tecnologías. Intentar no capi-
talizar simbólicamente los saberes es precisamente lo que se predica pero
no siempre se practica dentro de algunos movimientos. Las distribuciones
desiguales de conocimiento y manejo técnico y su no socialización pueden
alentar competitividades internas y recortar las potencialidades políticas
de estos medios.
4) El peligro de saturación por ruido y excesiva información es otro de los
miedos latentes que emergen asiduamente. Las rutinas comunicativas,
multiplicadas por el número de centros emisores, acaban hartando a los
militantes, incapaces de discernir y de gestionar un “atracón de informa-
ción”. La cultura de “corta y pega” puede generar confusión no sólo por
saciedad (que no sociedad) de información sino también por dudosas fia-
bilidades (de dónde viene la información, qué grado de veracidad tiene).
Los espacios de expresión libre, además, pueden generar tal cantidad de
debates, noticias, consignas, conflictos internos, etc., que acaben parali-
zando e inmovilizando dinámicas más productivas en los movimientos.
Hay que implementar desde los movimientos sociales dispositivos técni-
cos que reduzcan y filtren el ruido mediático para hacer accesible la infor-
mación a sus militantes.
En definitiva, las TIC han transformado la práctica, la organización y el dis-
curso de muchos movimientos sociales contemporáneos. Se han convertido en
herramientas privilegiadas “para actuar, informar, reclutar, organizar, dominar y
contradominar” (Castells, 2003: 179), formando redes complejas que permiten
construir espacios virtuales sobre los que operan los MS locales, facilitando con-
tactos capilares e interacciones constantes. Las condiciones de un mundo hiper-
tecnologizado han animado y estimulado a algunos movimientos que han sido
modificados de raíz, redefiniéndose decisivamente. Han hecho entrar la gestión de
conocimientos, la creación de comunidades79 y el intercambio de informaciones
en otro régimen de relaciones. Internet no es tan sólo un utensilio cómodo sino un
medio maleable y adaptado al tipo de movimientos sociales que nacen en la era
informática o el capitalismo globalizado. En cualquier caso, es evidente que no
podemos extrapolar lo aquí expuesto sobre las okupaciones a otros movimientos,
protestas, temáticas conflictivas, geografías o periodos. A partir del mítico 1999
(Seattle y el Movimiento de Resistencia Global), auténtico momento fundacional
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de la antiglobalización, se han centuplicado los centros emisores en la red, hacien-
do de Internet el medio predilecto de los NMS80. Pero esa es otra historia para con-
tar en otro momento y otro lugar.
NOTAS
Mario Ortí, la corrección ortográfica de Elena Rodríguez.
esencial. Durante los años de la Revolución Francesa se calcula que llegó a haber 350 periódicos en París:
“Los episodios revolucionarios han sido terreno abonado para nuevos periódicos” (Tarrow, 1997: 104).
to para hacer llegar los discursos de Hitler a los más recónditos rincones de Alemania. Además, es el único
medio de comunicación más consumido por mujeres que por hombres.
tiva de las últimas décadas: “Se denominan Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), al con-
junto de tecnologías que permiten la adquisición, producción, almacenamiento, tratamiento, comunicación,
registro y presentación de informaciones contenidas en señales de naturaleza acústica (sonidos), óptica (imá-
genes) o electromagnética (datos alfanuméricos)” (http://www.transformando.com/minisites/tecnologia/
escritorio/Paginas/Cont1D.htm). [Nota: todas las direcciones electrónicas, de ahora en adelante, fueron con-
sultadas en mayo de 2003].
y los movimientos sociales. Un magnífico estudio desde las teorías de la acción colectiva del uso de
Internet por parte de los movimientos ecologistas en el desastre de Aznalcóllar (Doñana) puede verse en
Rodríguez (2002). Otro caso algo explorado es el de los zapatistas (Castells, 2000).
matiza al movimiento como tribu urbana, pose juvenil, algarabía violenta, marginalidad barrial, malestar
adolescente e inadaptación, nido de drogas, etc.
tivamente. Dicho caricaturizadamente: cuando la ocupación empieza a ser realizada por jóvenes y se
comienza a escribir con K. Para adentrarse en las ocupaciones vecinales anteriores ver Villasante (1976),
Alía (1978) o al Castells marxista (1975 y 1976).
tiempo que el movimiento de okupación se diluye o se mimetiza en el movimiento Antiglobalización,
también se expande, se fortalece en sus relaciones con otras redes sociales, intercambia militantes, com-
parte espacios, ofrece infraestructuras, etc.
a la segregación del sector prosoviético (PCPE-Ignacio Gallego) y del sector socialdemócrata (MUC-
Santiago Carrillo).
interesante historia en: http://www.xs4all.nl/uk/overxs4all/geschiedenis/index.html
tas: HELP en Barcelona y Revolware en Madrid. Estas eran pequeños proyectos que aglutinaban a un reduci-
dísimo grupo de ‘cibermilitantes’ y se soportaban sobre sendos ordenadores 286 (uno de ellos robado en
Alemania) con tecnología Fido sobre MS-DOS. HELP estaba soportada por el ímpetu de un solo individuo:
Manolo Barberá, aunque apoyado muy de cerca por la gente de El Lokal, la agencia ADAI y GEA, a quien la BBS
daba soporte para la difusión de datos de radioactividad post-Chernobil de la Red RAD. Por su parte, Revolware
surgía de un grupúsculo —con el mismo nombre— dedicado a la crítica y apropiación social de las nuevas tec-
nologías, y con estrecha relación con la agencia de contra-información UPA. L@s usuari@s de estas BBS eran
cuatro chalad@s que aunaban su militancia política con el interés por la informática” (Jiménez, 1999).
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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Francisco (EE.UU.). […] Su intención era crear un programa para intercambiar información y ficheros
con su amigo John Madill, que vivía en Baltimore. Diseñó un sistema que permitía realizar una conexión
de acceso telefónico entre ambos ordenadores sin necesidad de intervención humana. […] Tres meses
después de que Tom Jennings diseñara su programa Fido, ya lo usaban 30 BBS, al año siguiente había
160… de modo que se formó una red de BBS que intercambiaban correo y ficheros entre ellos y sus usua-
rios por todos los Estados Unidos. Y esa red se fue extendiendo paulatinamente por todo el mundo, dando
lugar a lo que hoy es Fidonet” (http://www.fidospain.org/fidowebs/fidoweb1.htm).
nos puede ser cronológicamente distinta. En algunas zonas europeas la okupación lleva varios años de
adelanto con respecto a España y a Internet.
ta acartonado, no se sea coherente apostando por el uso masivo de las nuevas tecnologías como parte de lo
que se entiende como desarrollo de las fuerzas productivas. No olvidemos que en el manual de materialismo
histórico básico este desarrollo desemboca en una crisis en las relaciones de producción, es decir, en una
crisis revolucionaria. La tecnofobia se demuestra muy poco marxista, al menos en sus versiones clásicas.
lización mucho más rápido que la electricidad, la radio, el PC o la televisión.
ción sociológica de este mismo tema con mayor o menor fortuna (Navarrete y otros, 1999).
casas que se han dedicado únicamente a viviendas. Si diferenciamos los espacios colectivos culturales
(centros sociales) y las okupas “sólo para vivir” (viviendas), nuestro estudio se queda con los primeros, lo
que restringe las posibles conclusiones sobre todo el movimiento. Queda el “aviso a navegantes” de que
la dimensión meramente residencial, por tanto, no aparecerá aquí. Habría que realizar una segunda obje-
ción y es que muchos centros sociales tampoco han optado por su presencia virtual con lo cual la repre-
sentatividad de lo dicho en las líneas posteriores puede ser cuestionada.
“WayBackMachine” muestra un archivo histórico de páginas web antiguas, una especie de “memoria de
la Red”.
Sindominio (http://www.sindominio.net), Rebelión (http://www.eurosur.org/rebelion), La Haine
(http://www.lahaine.org) y los Indymedias (http://barcelona.indymedia.org, http://madrid.indymedia.
org, http://euskalherria.indymedia.org y http://galiza.indymedia.org).
pasqual/), la Kasa Okupa de Logroño (http://www.geocities.com/Baja/9842/), Laldea Okupa de Leganes
(http://www.redestb.es/Laldea/), el Pueblo okupado de Sasé (http://cascall.org/sase), el Can Mas Deu
(http://www.canmasdeu.net/) y la Casa de las Iniciativas de Málaga (http://centrosocial.cjb.net/).
otros proyectos, otros seres… disfruto al experimentar con diversos lenguajes y protocolos, aprender y ser
aprendido, participar de los procesos tecnológicos y humanos que me constituyen, interactuar con mis
entornos a través de mis diversos cuerpos para defender la autoorganización y la autonomía que me da la
vida” (Manifiesto Metabolik).
http://www.sindominio.net/metabolik/wiki/index.pl? (ManifiestoMetabolik).
(Sevilla), CSO Camino de Ronda 190 (Granada), CSA Can Vies (Barcelona), CSA Hamsa (Barcelona),
CSAO de Kórdoba, CSO ‘Julio Velez’ de Morón (Sevilla), CSO Pepika la Pilona (Valencia), Kasa de la
Muntanya (Barna) y La bola okupada (Madrid).
go, en este caso las medidas son propias, automáticas y, normalmente, no mediadas.
diada. Midiendo el número de enlaces que nos dirigen a la página en cuestión podemos interpretar la
“popularidad” de la misma. Este cálculo se puede hacer a través de algunos buscadores (Google, por ejemplo).
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Por otra parte, señalar que los CGI que controlan los contadores tienen la capacidad de descartar múlti-
ples visitas desde el mismo ordenador en un periodo determinado de tiempo para evitar falsificar o dis-
torsionar los resultados globales.
http://www.casaencantada.org/encanta/historia/gz/hist_01.htm
http://www.sindominio.net/dga/quienes.html, http://www.cascall.org/canpasqual/texts/
http://www.sindominio.net/karakola/presentacion.html
http://www.canmasdeu.net/web_pages/idees.ct.htm o http://www.redestb.es/Laldea/
tema=Okupació&idioma=ct, Revista de Pangea: http://revista.pangea.org/search.php?query=&topic=6,
Los Indymedias: http://barcelona.indymedia.org, http://madrid.indymedia.org y http://euskalherria.
indymedia.org o Actualidad en los Centros Sociales: http://www.sindominio.net/acs
http://www.casaencantada.org/encanta/desaloxo/gz/cursillos.htm
http://www.sindominio.net/karakola/events.htm, http://www.canmasdeu.net/web_pages/noticies.ct.htm
http://www.sindominio.net/labiblio/agenda.htm
rebaten algunas de las acusaciones típicas y tópicas de los poderes oficiales (violencia, vinculación con el
entorno abertzale, droga, etc.).
http://www.sindominio.net/lesnaus/materiales/Dossier.pdf, Desalojo del pueblo de Sasé: http://cas-
call.org/sase/noticies.shtml, Montaje policial de los Butrones: http://www.nodo50.org/butrones,
Noticia de jóvenes detenidos en un desalojo en Valencia: http://www.casaencantada. org/encanta/novas/
gz/valencia.htm, cine Princesa: http://orbita.starmedia.com/~k-gate/okupa/princesabar.htm, Desalojo
de El Casal Popular de Valencia: http://orbita.starmedia.com/~k-gate/okupa/ kasal.htm, Desalojo y derri-
bo de la Kasa Okupada Tararena de La Punta: http://euskalherria.indymedia.org/eu/2002/08/683.shtml
o Victoria del movimiento okupa en Barcelona: http://www.lahaine.org/ espana/juez_can.htm
den11/lesliens.htm, Squat!net: http://www.squat.net/, Reclaim the Streets de Squat Net: http://rts.squat.net/,
Centros Sociales Okupados de Italia: http://www.tmcrew.org/csa/csa.htm, Paginas okupas: http://www.
geocities.com/CapitolHill/7996/links.html#squat, Okupas en la República Checa: http://www.ssp.cz/
Styl/index.html y Okupas en Holanda: http://www.xs4all.nl/~keyser/
orientaron pues hacia la utilización de herramientas de comunicación ‘modernas’ y alternativas, directas
y difícilmente censurables, como la red Internet, desde sus primeros estadios. Como atestigua el website
squat!net, desde 1999 […], que albergan cantidad de páginas de okupas o demás grupos políticos, inicia-
tivas alternativas vinculadas al movimiento okupa. Muy popular, este website ofrece a los okupas la posi-
bilidad de comunicarse más allá del marco restringido de su entorno inmediato, algo que aparte de la
difusión de información que supone, puede llegar a ser un instrumento de presión suplementario para
la creación de relaciones de fuerza entre okupas y autoridades […] Internet proporciona asimismo otra
dimensión a las iniciativas orientadas hacia el ámbito local: además de textos publicados en la red, los
okupas de Amsterdam añadieron programas de sus radios y de sus televisiones piratas, accesibles en
directo. En Francia, los okupas de Dijon dan noticias de su actualidad, entre otras acciones, por medio de
una lista de difusión (la malokaliste) y de un website […] Por supuesto, Internet es también una herra-
mienta de comunicación entre casas okupas. Squat!net y otros servidores alternativos albergan decenas
de listas de discusión (foros) y difusión que hacen posible la coordinación de grupos y el intercambio de
informaciones […] el caso del ‘Intersquat francophone’, que federa a las casas okupadas de Francia, Suiza
y otros países, en torno a un espacio de debate, comunicación y solidaridad que utiliza la red Internet
como instrumento de enlace”.
(http://www.lahaine.org/pensamiento/movimiento_encrucijada.htm).
crackers). Ver la definición canónica que aparece en The Jargon File, v. 4.3.3., http://jargon.watson-
net.com/. Los hackers son una comunidad de programadores, físicos, radioaficionados, mentes inquietas
y apasionados en la investigación sobre las nuevas redes y las aplicaciones de software relacionadas con la
comunicación y la informática.
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
¿Dónde están… M1 (filmar) 16/6/14 10:27 Página 289
sw.es.html y http://www.fsfeurope.org/documents/whyfs.es.html
especialmente: http://www.hispalinux.es/.
mundo está lleno de problemas pendientes de solución, está en la vocación y en la curiosidad del hacker la
predisposición a resolverlos. El tiempo y las energías son limitados de ahí la necesidad de compartir
experiencias sin desgastarse en la reinvención de lo que ya existe y funciona: operatividad, pragmatismo,
cooperación, inteligencia colectiva. E.S. Raymond lo explica con claridad: “Para comportarte como un
hacker, debes creer que el tiempo para pensar que emplean otros hackers es precioso, tanto, que es casi una
obligación moral para ti el compartir la información, resolver los problemas y luego exponer la solución
de manera que los otros hackers puedan resolver nuevos problemas, en lugar de enfrentarse perpetua-
mente a los viejos”, E.S. Raymond, en http://nbk.hackindex.com/library/howtos/cceh.htm
squatters, punks, hackers, etc.) try to work together and collect news and important stuff on the squatter scene”
(http://www.squat.net). (El subrayado es nuestro.)
te en diversos centros sociales ocupados de ese país desde 1998 (Ver: http://www.hackmeeting.org/). El
último se organizó en Bolonia, entre el 21 y 23 de junio de 2002. De la misma manera que buena parte del
universo político de un sector del movimiento de okupación de este Estado se inspira en la experiencia
del movimiento de los Centros Sociales Okupados italianos, también se asume en diferentes círculos de
militantes la reflexión sobre la tecnología y del hacktivismo político italiano. A su vez, la tradición italia-
na bebe de otros encuentros previos y posteriores como el Galactic Hackers Party (Amsterdam, 1989), las
conferencias Next Five Minutes (Amsterdam, 1993 1996 y 1999), Hacking at the end of the Universe (Holanda,
1993), Hacking in Progress (Holanda, 1997), ZeligConf (París, 2000) y Hackers at Large (Holanda, 2001).
una serie de novelas (Vogliamo Tuto, Los Invisibles, L’Editore, etc.) que perfilan magníficamente la expe-
riencia política y generacional de la autonomía italiana de los setenta, libros de culto de la militancia y los
activistas de los Centros Sociales: “ampliar la ofensiva significa radicalizar la insubordinación a cualquier
jerarquía ejercer nuestra creatividad destructiva contra la sociedad del espectáculo sabotear las mercan-
cías que sabotean nuestras vidas reunirse en asambleas eligiendo delegados siempre revocables por la
base conectar todos los lugares de lucha no descuidar ninguno de los medios técnicos útiles para la comunicación
liberada dar un valor de uso directo a todo lo que tiene valor de cambio organizar la Autodefensa de los
territorios conquistados…” (Balestrini, 1988; cursiva nuestra).
to vegetarianismo en los espacios comunes del centro social) y a los medios de comunicación. En este
sentido se imprime al encuentro una de las históricas limitaciones que ha arrastrado desde sus orígenes
a la hora de establecer un método en el trato y la relación con los media convencionales (agencias, televi-
sión, prensa, radio, profesionales), reflejado en el tratamiento que estos dan al evento (escasa difusión,
maniqueísmo, tópicos, criminalización), iniciando un proceso que se retroalimenta en una espiral vicia-
da desde la que no se consigue romper con la imagen de gueto que proyecta el movimiento (los medios no
informan o intoxican, el movimiento no informa a los medios, los medios no informan o intoxican); idea
fuerza adherida a su imaginario político.
ya a dividir el fenómeno hacker en dos momentos: Uno, más cercano a esa idea de joven solitario encerra-
do ante un ordenador, apolítico, solidario si acaso con sus compañeros e implicado en una defensa gené-
rica de la libertad de acceso a la información. Y un segundo momento, el del hacktivismo, en el que el
hacking, phreaking e incluso la creación de tecnología pretende conseguir objetivos sociales o políticos.
Estas líneas de trabajo engarzan con las que consideran que el hacking ha de entenderse como un nuevo
movimiento social en la medida en que tiene una mínima organización (BBS, redes, publicaciones…),
configura colectivos no institucionalizados, propone programas de cambio en los ámbitos de la normati-
vidad social y moral, se opone a determinadas políticas, normativas e incluso ordenes establecidos, tiene
un amplio alcance social.” (C. Olmo. http://www.sindominio.net/hmleioa01/material/comunicacion.txt).
ten habilidades y se colabora en proyectos y puestas en común. También se intenta concienciar a la pobla-
ción del control que se intenta llevar sobre los usuarios en las nuevas tecnologías así como también en la
vida real y del aprovechamiento que hacen de ellos monopolios ofreciéndoles alternativas no solo más
potentes que las impuestas por el sistema sino además gratuitas y de mayores ventajas hacia el usuario
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como el software libre, la idea es mostrar que esto no es sólo de un par de locos de la línea de comandos,
concienciar de que este tipo de software es para todos y que no es necesaria la piratería.” FAQ de hac-
klabs.org, web de coordinación del conjunto de Hacklabs del Estado español. (http://www.hacklabs.org/
wiki/wiki.pl?Faq).
2003: http://www.sindominio.net/metabolik/wiki/index.pl?AgendaDel2003.
rro, Jornadas Renta Básica, comedor, cafetería, sala de cine, sala palomar, área telemática , wireless, coo-
perativa de consumo, Lavapiés, artes plásticas, sala Petras, fotografía, enlaces, yomango, sobre SinDominio,
webs anteriores y archivo (http://www.sindominio.net/laboratorio).
ratorio/lab.htm. La versión 0.1 es la del primer Laboratorio de la calle Embajadores: http://www.sindo-
minio.net/laboratorio/lab_antes_desalojo.htm
rio/atl/home.htm
espacios de los centros sociales y se puede situar en el sentido de los nuevos proyectos de hacktivismo
político, su materialización en un servidor de Internet desborda el ámbito de la ocupación y se sitúa en el
de los usos y la participación de los movimientos sociales en la red. Para indagar más ver: http://www.sin-
dominio.net/laboratorio/lab03/sindominio.php
03/23/2043243&mid=03-03-23-2045210
(Colectivo Fotográfico): http://causaencantada.org/negativopositivo/, HackLab da Casa Encantada:
http://hacklab.casaencantada.org/, Iris - Filosofía encantadora: http://hacklab.casaencantada.org/~iris/
Ultreia: http://www.ultreia.org/, Redes Negras: http://causaencantada.org/redesnegras/ y Mujeres
Nacionalistas Galegas también figuran como parte del proyecto pero alojan su web en un portal feminis-
ta enlazado desde la Casa Encantada: http://www.feminismo.org/mng/
una manera bastante provechosa, conjugando los intereses específicos del movimiento con las coyuntu-
ras políticas y empresariales de algunos periódicos y grupos mediáticos (Sampedro, 2000).
77 por ciento de las personas de más de 45 años opinaba en contra de los okupas, “las pandillas de jóve-
nes que invaden ciertos edificios” (sic). Por debajo de los 45 años “sólo el 53 por ciento se opone a los
okupas” (De Miguel, 2002: 120). No existió diferencia alguna en las repuestas entre hombres y mujeres.
tas en una web o 1 minuto en el telediario de la primera o una foto en la portada de El País?
medios de comunicación. Dicho provocativamente: la contrainformación es necesaria pero no sufi-
ciente.
sito imprescindible para hablar de política, ciudadanía y movimientos sociales (Kroes, 2002: 265-266).
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EL MOVIMIENTO DE OKUPACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS…
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CAPÍTULO 11
LA REPRESIÓN AL “MOVIMIENTO DE LAS OKUPACIONES”:
DEL APARATO POLICIAL A LOS
MASS MEDIA
JAUME ASENS LLODRÀ
Cada movimiento social se organiza, desarrolla, y eventualmente, ve satisfechas
algunas de sus demandas o todas en función del contexto político-social en el que
se desenvuelve. Pero ese contexto también influye a su vez en las estrategias y for-
mas organizativas que el movimiento adopta (Tarrow, 1994).
En el estudio de ese contexto político-social, los sociólogos de la acción colec-
tiva han analizado abundantemente la reacción estatal a la protesta, pero, en cam-
bio, se han despreocupado de uno de sus aspectos concretos, la represión policial,
a pesar de que es un decisivo indicador de la actitud institucional, en su grado de
abertura o receptividad ante la protesta. En ese sentido, Charles Tilly considera la
represión gubernamental a los movimientos sociales como un barómetro explica-
tivo de sus oportunidades políticas que además incide enormemente en el reper-
torio de acción o de lucha que estos utilizan, es decir, en su forma de actuar (Tilly,
1978).
Los procesos interactivos entre la represión y la protesta son complejos pues-
to que tanto los costes como los beneficios que la represión supone para la acción
colectiva dependen de diversos factores. Así, si bien es cierto que normalmente
un grado de represión alto dificulta el desarrollo de la acción colectiva y desincen-
tiva la protesta masiva, también lo es que algunos tipos de represión dura pueden
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incentivarla creando “situaciones de injusticia” que ahondan los problemas que
generaron la protesta (Della Porta, 1995).
En este capítulo se pretende analizar el papel que ha jugado la persecución
penal —así como la consiguiente represión policial— en la formación, expresión y
extensión de las movilizaciones de protesta okupa, partiendo de la base que ha sido
una de las condiciones catalizadoras relevantes para su surgimiento. Por eso, en
primer lugar consideraremos los aspectos o variables más relevantes del contexto
sociopolítico de la protesta okupa con relación a la represión posterior a la pena-
lización de la okupación, y las diferentes estrategias policiales manejadas. En
segundo lugar se analizará de forma más específica cómo, en ese contexto, la inte-
rrelación de los mass media con el aparato policial (desde los antidisturbios a los
servicios secretos) juega un papel decisivo para establecer, limitar o ampliar las
oportunidades políticas del movimiento.
Este estudio se deberá contextualizar dentro del marco más general de la repre-
sión contra el conjunto de los movimientos sociales de carácter radical o alternativo,
partiendo de la base de que la criminalización de la okupación ha influido decisiva-
mente en el inicio de un ciclo represivo también para ellos. Por otro lado, aunque el
ámbito de estudio se centra sobre todo en Cataluña, donde el auge del movimiento ha
sido seguramente más importante, consideramos que la mayoría de observaciones o
conclusiones son fácilmente aplicables al resto del Estado1.
LA REPRESIÓN LEGAL AL MOVIMIENTO OKUPA
El contexto socioeconómico y político de los años 1984-1996 facilita el surgimien-
to y consolidación del fenómeno de las okupaciones, sobre todo en las grandes ciu-
dades españolas, como Barcelona, Bilbao o Madrid, donde las okupaciones se
convierten en una forma de respuesta reivindicativa ante la dificultad de acceder a
una vivienda. Durante este periodo las okupaciones duran más (en parte por los
relativamente lentos procesos judiciales de desalojo), y los centros sociales se con-
vierten en un referente e importante espacio de socialización política alternativa.
En un creciente contexto de contestación a la transformación global del capita-
lismo y la democracia liberal, los colectivos que allí se reúnen o realizan sus acti-
vidades cotidianas se convierten en el caldo de cultivo de nuevas prácticas
contraculturales así como nuevas formas de participación, de carácter más radical
o autónomo, en luchas urbanas o sociales de los barrios, especialmente a partir
de los años noventa. En resumen, durante este periodo, los Centros Sociales
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Okupados se consolidaran como un laboratorio cultural, configurador de una
identidad antagónica con un fuerte potencial transformador de base, que facili-
ta la creación o conexión de redes con otros movimientos sociales alternativos
(Martínez, 2002).
La respuesta estatal para contener esta creciente subcultura de oposición ven-
drá con la aprobación del nuevo Código Penal en 1995 (el llamado “Código de la
democracia”), cuando se incluye el delito de usurpación. A partir de entonces, los
conflictos derivados de la okupación dejan de resolverse desde la jurisdicción civil
y pasan directamente a la penal, pudiendo comportar penas de prisión. Se trata de
una figura punitiva introducida por el legislador fascista de 1928 y desterrada del
ordenamiento jurídico hace casi más de ochenta años. El legislador republicano la
consideró una opción político-criminal de carácter autoritaria o reaccionaria,
atentatoria de los valores más elementales de un Estado de Derecho. Ni el Código
Penal franquista de 1944 consideró necesario recurrir al Derecho Penal para
resolver un conflicto que encontraba su acomodo en el Derecho Civil2(Asens,
1999; Baucells, 1999). Así pues, el referente es el Código fascista de 1928, cuando
el sistema dictatorial del General Primo de Rivera incluyó por primera vez el deli-
to con la finalidad principal de evitar “la fuerza difusiva y de contagio” de las ideas
comunistas y anarquistas. Ahora, más allá de la inédita protección penal que el
legislador de 1995 confiere al lucro especulativo de los inmuebles abandonados o a
la desconfiguración social de la propiedad privada, el delito tendrá, pues, la misma
función política de persecución penal de la disidencia crítica que en el Código
Penal de 1928.
No obstante, contrariamente a las expectativas legislativas, la criminalización
no tuvo los efectos disuasorios o preventivos esperados y, más bien, podemos afir-
mar que la persecución penal de los okupas incluso llegó a ser un revulsivo o recur-
so externo para ellos. Así, se inicio a partir de 1996 un novedoso ciclo de protesta
más desafiante y disruptivo que el anterior, pese al contexto punitivo del nuevo
Código Penal y el ascenso al poder del Partido Popular.
EFECTOS EN EL MUNDO DE LA OKUPACIÓN
Desde el punto de vista interno del movimiento, la represión intensificó el com-
promiso político de los propios activistas y aumentó el grado de organización
interno, superando, al menos momentáneamente, ciertas discrepancias organiza-
tivas de carácter interno —así, sobre todo en Madrid, en el contexto del desalojo de
Minuesa en 1994 (Wilhelmi, 1998)—. Eso se reflejó en la posibilidad de una acción
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colectiva mantenida. Al irse difundiendo nuevas formas de acción, esos cambios
contribuyeron a superar el carácter episódico y localizado del anterior ciclo de pro-
testa y facilitaron la formación de coaliciones entre diferentes localidades y entre
activistas que no se conocían entre sí, a partir de una extensa coordinación inclu-
so en el ámbito estatal. La Asamblea de Okupas de Madrid y Barcelona se reúne
más regularmente, se organizan jornadas de discusión y las primeras asambleas o
manifestaciones estatales, entre las que cabe destacar por su espectacularidad la de
abril de 2000 en Barcelona convocada con el lema “Stop especulación”. Las okupa-
ciones, lejos de disminuir, entre el periodo 1996-1998 aumentaron en la mayoría
de las ciudades hasta llegar seguramente a más de 300 por todo el Estado. En
Barcelona, este ciclo efervescente se inaugura en marzo de 1996 con la okupación
de dos grandes centros sociales: La Hamsa y el cine Princesa y sus posteriores
intentos de desalojo —frustrados en el primer caso y finalmente conseguidos en el
segundo—.
Por otro lado, la penalización generó un foco de conflicto permanente, incre-
mentándose la espiral de okupaciones y desalojos, donde el incremento de las tác-
ticas policiales más duras generan formas de resistencia también más duras. Si
antes la actividad principal era la gestión de los Centros Sociales, después la acti-
vidad contracultural se politiza y se expande hacia otros escenarios. Se trata de una
confrontación abierta y pública con las autoridades y otros actores antagónicos,
donde destacan acciones espectaculares o cargadas de simbolismo, como las suce-
didas en Cataluña con la tapiada de la casa de Queralbs del presidente de la
Generalitat, la okupación durante dos días de unas antiguas y abandonadas insta-
laciones olímpicas, situadas en la Ronda Sant Pau de Barcelona, así como la colo-
cación de la bandera okupa en el mástil de las dos instituciones más relevantes de
Barcelona: el Ayuntamiento y el Parlamento catalán.
La protesta toma la calle con un variado repertorio de acciones: acampadas,
ruedas de prensa, exposiciones, happenings, pintadas o murales, bloqueos de vías
circulatorias importantes, eskratxes, sentadas, pasacalles, cacerolazos u okupa-
ciones de inmobiliarias y instituciones públicas, en lo que representará una inno-
vación significativa respecto del anterior marco de protesta, más discreto y
convencional. En este contexto, también debe señalarse el aumento de los enfren-
tamientos con la policía durante las manifestaciones, así como de acciones más
duras de sabotaje.
En resumen, en el ámbito interno, la represión se convierte en un fuerte cata-
lizador que hace emerger y consolidar una movilización más desafiante, que se
visualiza con más facilidad en escenarios de confrontación con la policía —ya sea en
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el transcurso de los desalojos o en otras acciones de protesta— y eso representará,
para bien o para mal, un salto significativo a las agendas públicas. Por lo que pode-
mos concluir que la criminalización de la okupación a partir de 1996 no sólo no
impide la consolidación, sino que incluso, al menos inicialmente, favorece una
dinámica de acción colectiva mayor, con la creación de un movimiento público de
apoyo o solidaridad destinado a mostrar los efectos negativos de su persecución.
EFECTOS EN EL MUNDO DE LA SOCIEDAD CIVIL
A nivel externo, esa formación de un movimiento de solidaridad se visualizará con
la entrada en escena de diversos actores sociales o políticos que saldrán a la calle en
señal de protesta por la criminalización a la okupación. Esa nueva alianza social
asumirá parte de su discurso crítico y se movilizará no sólo en respuesta a situacio-
nes represivas sino también para evitar desalojos. Por ejemplo, en la manifesta-
ción de más de 5.000 personas, en febrero de 1997, que recorre el centro de
Barcelona hasta el barrio de Sants, evitando el desalojo previsto al día siguiente en
el CSO Hamsa. Debe tenerse en cuenta que la penalización se produce en un con-
texto social que es sensible al problema de la vivienda y la especulación inmobilia-
ria del suelo urbano. Eso facilita que una parte de la opinión pública hasta entonces
recelosa hacia la práctica okupa después de su contundente represión se reoriente
a su favor.
El apoyo principal de esa solidaridad proviene tanto de los otros movimientos
sociales como de las asociaciones de vecinos. Con relación a los primeros, la pro-
testa okupa adquiere muchos de sus rasgos ya que comparte similares experiencias
o definiciones colectivas de los problemas3. Pero es a partir de 1996 cuando la pro-
testa okupa sufre su criminalización más fuerte, que aumenta su interrelación con
ellos y se convierte en un actor principal, catalizador o cristalizador de luchas ante-
riores en una nueva cultura de movilización. Ciertamente, la mayoría de movi-
mientos alternativos tienden cada vez más a confluir en un mismo campo de
acción, donde la protesta okupa adquiere un protagonismo o centralidad indiscu-
tible en la formación del nuevo ciclo de protesta dominante de finales de los
noventa (de este modo, por ejemplo, muchos activistas antimilitaristas, desencan-
tados ante la creciente desmovilización de su protesta, se reactivarán e incorpora-
rán a las movilizaciones okupas).
Con relación a los segundos, resulta evidente que también se convierten en
uno de los aliados influyentes de las reivindicaciones okupas, estableciendo una
relación discontinua pero, en lo general, de colaboración fluida en la organización
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de actos de protesta de envergadura. En el caso de Barcelona, la FAVB (Federación de
Asociaciones de Vecinos de Barcelona), uno de los actores principales del tejido
social, desde que en el 1996 reconoció la legitimidad de la protesta, le ha propor-
cionado un apoyo casi incondicional. No obstante, en las propias entidades fede-
radas la actitud ha sido dispar. Observamos la siguiente pauta: las asociaciones más
institucionalizadas, dedicadas más a la prestación de servicios a sus afiliados y
dependientes de las autoridades —en su organización y financiación—, manten-
drán ciertas actitudes de desconfianza hacia la protesta, mientras que aquellas más
reivindicativas, sensibles o permeables a las demandas urbanas y sociales, no sólo
realizarán un rol mediador con las autoridades, sino que se movilizarán activa-
mente a favor de la protesta4.
Por otro lado, este contexto también facilita que no sólo se den muestras de
solidaridad provenientes de ámbitos afines o próximos, sino también que actores
menos receptivos a sus demandas se movilicen contra su criminalización, forman-
do “coaliciones antirrepresivas” enfrentadas a las “coaliciones pro ley y orden”. En
Cataluña, por ejemplo, ya en 1997 sindicatos como CCOO, UGT o CGT, partidos
como Els Verds, IU-Iniciativa per Catalunya o ERC y más de un centenar de enti-
dades ciudadanas firman un manifiesto de apoyo al colectivo, exigen la despenali-
zación y una política que fomente el acceso a la vivienda para los jóvenes y las capas
más desfavorecidas de la sociedad como alternativa a la represión penal. Este apoyo
externo se visualiza claramente en 1997 con el concierto multitudinario de más
de 10.000 personas, organizado con la ayuda de la FAVB, en el Mercado del Born de
Barcelona, así como en multitud de otras manifestaciones y protestas públicas en
el contexto de una efervescente movilización popular durante el periodo 1996-
1998.
EFECTOS EN EL MUNDO INSTITUCIONAL
A pesar de esa importante presión social, los poderes públicos se mostrarán inal-
terables en su cerrazón, y lejos de variar su política punitiva, con la subida al poder
del PP en 1996, la mantendrán para intensificarla posteriormente en una nueva
escalada de represión más dura, donde reaparecen antiguas formas de persecución
policial y se innovan otras.
Mientras Izquierda Unida y otros partidos políticos de ámbito autonómico
intentarán modificar ese proceso represivo —del cual inicialmente participaron
con la aprobación del Código Penal de 1995— en cambio el PSOE tendrá un papel
decisivo en su impulso y se opondrá de una forma extremadamente beligerante
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hacia la protesta okupa —de igual forma que con los antimilitaristas—, situándose
mucho más a la derecha del PNV o incluso de CIU. Tanto en el Congreso de los
Diputados de Madrid como en algunos Parlamentos autonómicos —así en
Cataluña—, el PSOE y el PP rechazarán las propuestas de ley instando a la despena-
lización de la okupación5.
En el ámbito político, a nivel estatal la configuración del poder —con la hege-
monía del PP y el PSOE— bloquea posibles alianzas políticas menos beligerantes
con la protesta. En cambio, a nivel autonómico y municipal, la presencia de otros
partidos favorece coaliciones más beneficiosas, sobretodo en el País Vasco y
Cataluña6.
A nivel autonómico cabe destacar que se producen algunas iniciativas parla-
mentarias, aunque en la práctica con un contenido más retórico o simbólico que
real. Así, por ejemplo, en 1998, el Parlamento catalán aprobó —en el contexto de
una escalada represiva que terminó con varios desalojos como el de la Vakería
de Hospitalet y multitud de detenidos— crear la Comisión Parlamentaria para el
Diálogo con el Movimiento de Okupación, que finalmente no conseguirá ningún
fruto destacable en parte porque el contexto represivo —de origen estatal— limita
las posibilidades de acuerdos en el ámbito autonómico.
A nivel local se producen algunos intentos de acercamiento o diálogo con el
movimiento okupa, destacándose en primer término las “legalizaciones de hecho”
de gaztextes en Euskadi, como el Gazteizko Gaztetxea (AA.VV., 2001), y en segun-
do, los procesos de aproximación o diálogo en Cataluña7. No obstante, en general,
las autoridades municipales han tenido una posición no sólo ambivalente sino
también contradictoria, porque a pesar de mostrar su apoyo público a iniciar un pro-
ceso de negociación o diálogo con el movimiento, cuando la okupación es de un
edificio municipal no dudan en reclamar la intervención penal ni en reprimir con-
tundentemente a los okupas8. En este sentido se puede apreciar que los ayunta-
mientos salidos de la Transición tuvieron una mayor sensibilidad hacia las
okupaciones que los posteriores, sobre todo en Euskadi, en parte por el acceso al
poder municipal de sectores provinentes del mundo vecinal (Castells, 1983).
En definitiva, después del contexto represivo posterior a 1995 se genera un
movimiento de respuesta o reivindicación que no consigue alterar un escenario
institucional absolutamente cerrado u hostil a la protesta. Tanto el Gobierno como
el principal partido de la oposición mantiene la misma actitud inmovilista y anta-
gonista, con lo que no es previsible que a corto o medio plazo se produzca ninguna
división de las elites políticas que facilite una apertura parcial o una modificación
sustancial en las oportunidades políticas de la protesta en el ámbito institucional.
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EFECTOS EN EL MUNDO DE LA JUSTICIA
En el mundo de la justicia, la movilización social tiene una favorable acogida y las
posiciones contrarias a la aprobación del delito son mayoritarias. Ciertamente,
diversos operadores jurídicos se movilizan activamente en contra de la penaliza-
ción, reforzando la presión social en el ámbito penal. Esta coalición legal de apoyo,
formada principalmente por abogados, será la más influyente en la elaboración y
difusión de un discurso antirrepresivo del movimiento ante la opinión pública. Cabe
destacar la Comisión de Defensa del Colegio de Abogados de Barcelona —que rea-
liza un amplio informe jurídico en febrero del 19989—, así como algunas asociacio-
nes de abogados como ALA en Madrid o ACDDH en Barcelona. Se trata de una
auténtica red crítica de profesionales de la justicia, especializada en la defensa legal de
la protesta, que abrirá un constante campo de batalla en el escenario judicial. No
obstante, también desde el ámbito de la judicatura se producen algunas reacciones
destacables; así, después del desalojo del cine Princesa, en octubre de 1996, la aso-
ciación judicial llamada Jueces por la Democracia aprobó, en su congreso anual
celebrado en Santander el 8 de noviembre de 1996, un manifiesto en el que des-
aprueba y critica la inclusión del delito de usurpación en el nuevo Código Penal
como una política criminal equivocada y no necesaria —puesto que ya existe pro-
tección civil suficiente de los bienes inmuebles—, que además “radicaliza las pos-
turas y puede crear nuevos delincuentes sin abordar el problema de raíz” (La
Vanguardia, 12/11/96).
Estos apoyos desde el mundo de la justicia facilitaron que diversos juzga-
dos, audiencias penales e incluso Tribunales Superiores de Justicia —como el de
Madrid10— realizaran un esfuerzo de interpretación jurídica del delito más
favorable y benévola para los okupas (y de acuerdo, por otro lado, con las exi-
gencias constitucionales). Se dictan las primeras resoluciones absolutorias o de
archivo que después consolidarán una doctrina mayoritaria restrictiva del
ámbito de aplicación del delito. El alcance de la conducta penalmente persegui-
ble se matiza, considerando necesaria la concurrencia de ciertas circunstancias
o requisitos para sancionar la okupación pacifica. Por ejemplo que la vivienda
no disponga de condiciones de habitabilidad y no se encuentre en una situación
de abandono o deterioro prolongado; que la permanencia no sea simplemente
temporal; que exista un uso efectivo y real de la posesión por parte del propieta-
rio o el inquilino del inmueble; que exista una querella o denuncia por parte
del mismo. En algunos casos, a pesar de la actitud de control del CGPJ11, algu-
nos jueces incluso irán más lejos y realizarán valoraciones críticas de la política
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criminal legislativa sobre el fenómeno okupa o sobre la permisividad institucio-
nal con ciertas actitudes especulativas. De las últimas sentencias más significa-
tivas o emblemáticas cabe destacar la dictada por la Audiencia Provincial de
Barcelona, el 16 de enero de 2003, absolviendo a los más de 30 okupas deteni-
dos durante el desalojo del cine Princesa y condenados en primera instancia por
el delito de usurpación y resistencia. Esta sentencia representará no sólo un giro
sustancial en la reconstrucción jurídica de ese episodio histórico, sino también
uno de los precedentes judiciales más favorables para los okupas en los últimos
años12.
A pesar de este criterio mayoritario en el campo judicial, también se pro-
ducirá una reacción conservadora, y algunos jueces aplicarán el delito de una
forma expansiva, a partir de una interpretación estrictamente formal y literal,
sin matices y sin realizar un mínimo análisis hermenéutico o contextual —es
decir, obviando la sistemática del resto del ordenamiento jurídico y los princi-
pios constitucionales—. Por otro lado, no es improbable que, tarde o temprano,
alguno de los juzgadores se plantee la conveniencia de formalizar la cuestión
previa de constitucionalidad, que suspendería cautelarmente la aplicación del
delito en todo el Estado hasta que el Tribunal Constitucional se pronunciara al
respecto13.
En cuanto a la fiscalía, otro de los operadores judiciales, la incidencia
social es más tímida, entre otros motivos por su mayor vinculación jerárquica
u orgánica con el Gobierno español. Pero a pesar de eso, debe resaltarse la
actuación de ciertos fiscales adscritos a la minoritaria asociación de Fiscales
Progresistas (UPF) que atemperan el criterio mayoritario de la Fiscalía General
del Estado, fundamentalmente a partir de la circular de 20 de febrero de 1998 del
Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña14, en la que se indica
la necesidad de no actuar de oficio contra la okupación, restringiendo el ejer-
cicio de la acción penal pública cuando existe una firme oposición explícita de
los propietarios. A esa circular debe añadirse otra nota de servicio aprobada a
finales de 2002 por la misma Fiscalía en la que se considera que con la entrada
en vigor de la nueva reforma de la legislación civil de 2000 (LEC 1/2000 de 7 de
enero) —donde se agilizan y facilitan los procesos de desahucio— se produce
una derogación tácita del delito de usurpación. Debemos recordar que una de
las supuestas funciones principales (según el Partido Popular) para aprobar
el delito de usurpación pacífica era la lentitud de la vía civil. Por ese motivo,
algunos fiscales retiran las acusaciones públicas en beneficio de las instancias
civiles.
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LA REPRESIÓN AL “MOVIMIENTO DE LAS OKUPACIONES”…
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EFECTOS EN EL MUNDO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
La relación de los media con la protesta okupa ha sido dispar. En el ámbito del
movimiento no se han dedicado demasiados esfuerzos a acceder a los mass media.
A diferencia de la mayoría de movimientos sociales —que utilizan los mass media
para ampliar su capacidad movilizadora o para comunicarse con el resto de la
sociedad, generándose una importante dependencia con ellos15—, la protesta
okupa, desde una visión profundamente crítica con estos, apuesta principalmente
por canalizar sus esfuerzos en la creación de medios de comunicación propios, lo
que se ha llamado “medios de contrainformación” (Egia y Bayón, 1997).
En los años ochenta se impulsa la creación de importantes radios libres o
boletines contrainformativos —como UPA o Molotov en Madrid, Tas-Tas en Euskadi
o ANA en Barcelona—, así como fanzines o revistas como Ekintza Zuzena en Bilbao,
la Lletra A en Barcelona o Sabotaje en Madrid, que se estabilizan y consolidan en los
noventa. Estas iniciativas serán un legado indispensable para el resto de movi-
mientos sociales, ya que aportarán formas alternativas de percibir la realidad,
decisivas para su campo de oportunidades en el nuevo ciclo de protesta iniciado.
No obstante, la creciente represión de la okupación posterior a 1996 reorien-
ta esa tendencia, obligando a los activistas a complementar sus actividades con-
trainformativas con labores informativas convencionales, sobre todo cuando el
papel de los mass media pasa a primer plano y resulta decisivo para contrarrestar
los efectos de las acciones informativas de la policía en el campo de batalla de la
opinión pública.
En la primera etapa, comprendida entre 1984-1996, los mass media tratan el
fenómeno okupa desde los aspectos más anecdóticos, superfluos o espectacula-
res de sus acciones, usando a veces clasificaciones desacreditadoras del colectivo
—como los okupas “pijos”, los “cutres” o los “okupas buenos” y “okupas malos”
(Briz, 1997)16—. En este periodo no se producen confrontaciones destacadas con la
policía durante los desalojos, por eso los media son más benévolos, aunque tampo-
co ayudan al movimiento a difundir su protesta. En vez de tratar los problemas sub-
yacentes a su acción, destacan tan sólo cuestiones intrascendentes o ajenas al
conflicto, caricaturizando a los okupas por su aspecto y vestimenta como indivi-
duos “desviados” o “anormales”, en lo que podríamos llamar proceso de “estigma-
tización mediática”17.
En el contexto represivo posterior a 1996, la protesta funciona a todo gas y se
genera un ciclo de atención mediática, pero los mass media tienden a focalizar su
interés en las confrontaciones callejeras, cada vez más periódicas, entre activistas
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y policía, atribuyendo progresivamente una imagen incívica o violenta a la protes-
ta, que perjudica claramente al movimiento. El acceso a los mass media se convier-
te en un arma de doble filo, ya que si por un lado ganan su atención, por el otro
puede generar consecuencias no deseadas para sus reivindicaciones, repercutien-
do negativamente en su imagen pública (Gamson y Wolfsfeld, 1992)18.
Por otro lado, la cobertura mediática también visualiza la represión policial y
eso permite al movimiento saltar a las agendas públicas, al menos en el tema “can-
dente” de su represión. Argumentos y contraargumentos, que habían estado laten-
tes hasta el momento, pasan a ocupar un lugar central. Los actores sociales toman
postura en el debate y, evidentemente, eso da gran resonancia al asunto. Desde
entonces, la cobertura va dando bandazos y a veces se ve alterada por cambios
importantes en la opinión pública que favorecen la protesta. En estos casos se
generan oportunidades fortuitas que permiten un acceso, a corto plazo, a las agen-
das, como en el desalojo del cine Princesa en 1996. No obstante, a largo plazo, a
medida que se recrudece el conflicto, la protesta paga un alto precio ante los mass
media, sobre todo a partir del tratamiento informativo de episodios como el del 12
de octubre de 1999 en Barcelona, que facilitan que la “coalición pro ley y orden”
gane influencia política o judicial respecto la “coalición pro derechos civiles”. Por
lo que podemos decir que, aunque bascule de un lado a otro según el contexto
sociopolítico, tiende más a disminuir que a ampliar las oportunidades políticas del
movimiento, particularmente en sus aspectos sustanciales.
En definitiva, la relación de los media con la protesta okupa ha sido ambivalen-
te y no siempre homogénea. Mientras en algunas ocasiones ha tenido una incidencia
positiva decisiva en el desenlace de ciertos conflictos posteriores a 1996 —sobre todo
la televisión, con su capacidad de captar situaciones complejas en imágenes visuales
breves, como durante el desalojo frustrado de Can Masdeu de Barcelona en 2002—,
en la mayoría ha sucedido lo contrario, especialmente cuando el conflicto se endu-
rece y se presenta como un juego suma-cero entre ambas partes. No obstante, dada la
inestabilidad propia de la atención mediática, eso puede cambiar en el futuro.
EL APARATO POLICIAL FRENTE A LA PROTESTA OKUPA
Para examinar cómo ha evolucionado la relación entre la policía y el “movi-
miento de las okupaciones”, debemos analizar primero el uso del poder puni-
tivo por parte del aparato policial así como sus posibilidades o medios de
intervención en el manejo de los actos de protesta, para comprobar después
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LA REPRESIÓN AL “MOVIMIENTO DE LAS OKUPACIONES”…
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cómo a su vez el movimiento reacciona o se adapta, en su repertorio de lucha, a
cada situación represiva.
Se suele decir que el aparato policial tan sólo es la longa manus del poder eje-
cutivo, pero lo cierto es que, en su mediación entre la sociedad y el Estado, dispo-
ne de un importante “plus” de poder derivado, entre otras cosas por su capacidad
de coacción directa, que hace difícil que se pueda considerar como un simple ins-
trumento inerte al servicio del Gobierno19.
Si eso resulta cierto para cualquier aparato policial europeo, aún lo es más para
los cuerpos policiales españoles concebidos, formados y utilizados durante déca-
das, en el anterior Régimen, para reprimir todo tipo de derechos y libertades ciu-
dadanas. Así, el Cuerpo Nacional de Policía, la fuerza urbana de orden público por
excelencia, ha sido una institución con un notorio poder fáctico propio que no ha
dejado de incrementar su autonomía de acción y su dotación humana. A pesar de
los cambios sufridos con el fin del régimen franquista, este cuerpo policial sigue
arrastrando muchos de sus anteriores rasgos: por ejemplo, en su forma de recluta-
miento, en su organización rígida, jerárquica e incluso militarizada, a nivel cultu-
ral o simbólico con la persistencia de ciertos tics castrenses, valores o hábitos
predemocráticos. No obstante, en el ámbito político y judicial ha existido un cier-
to desinterés o despreocupación por investigar esos excesos y desmanes cometi-
dos, normalizándose una cierta impunidad policial, en parte porque algunos de los
actores principales implicados han hecho dejación de su antigua labor de denun-
cia o vigilancia, en un acto de confianza excesiva en la democratización de los cuer-
pos policiales. Esa preocupante situación se produce en un contexto de ascenso de
políticas policiales duras que facilita el actual proceso de relajamiento de los dere-
chos de la protesta en beneficio de las actuales coaliciones pro ley y orden.
Tampoco han sido ajenos a este proceso autoritario los otros cuerpos estatales,
no sólo la Guardia Civil, sino también las policías locales o autonómicas (en el País
Vasco o en Cataluña) con un ámbito competencial cada vez mayor. En Barcelona,
por ejemplo, en los últimos años la Guardia Urbana se ha dotado de una brigada de
información propia y de una dotación de antidisturbios, llamada UPAS, caracteri-
zada por un endurecimiento notable de sus actuaciones20.
Con relación al “movimiento de las okupaciones”, así como a la protesta en
general, el complejo policial se organiza con estrategias y funciones represivas
diferentes a partir de dos instancias o mandos; por un lado, están las Unidades de
Intervención Policial que asumen un papel represivo más reactivo, generalizado
y duro contra la protesta; y por el otro, los servicios secretos, como los de las
Brigadas de Información, que asumen un papel represivo más “blando”, selectivo
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y preventivo. Por lo que resulta conveniente analizar por separado una y otra ins-
tancia, para comprobar después la relación que establecen con los medios de
comunicación y su incidencia en la protesta okupa.
LAS UNIDADES DE INTERVENCIÓN POLICIAL
Las Unidades de Intervención Policial son un cuerpo policial dependiente del
Ministerio de Interior, con una organización jerárquica de carácter militar y acuar-
telada en “reservas móviles” e itinerantes. Su función no es la investigación crimi-
nal, sino la protección del orden público, y sus actuaciones más destacadas
consisten en planificar y ejecutar operativos policiales, como desalojos o manifes-
taciones, bajo directrices políticas del Gobierno. Para esta misión están equipados
con escudo, porra, pistola y un equipo con un casco protector de visera que les per-
mite ocultar su identidad y facilita un alto grado de impunidad en su actuación.
Están organizados en unidades policiales adscritas a diferentes demarcaciones,
compuestas por unos 200 agentes cada una. El mando último de la cadena jerár-
quica del cuerpo la ostenta el Comisario Jefe de Madrid, y después los Jefes de
Unidad; por debajo de estos últimos están los jefes de grupo, después los inspecto-
res y finalmente los agentes. Así, por ejemplo, la UIP de Barcelona ha estado com-
puesta por 200 agentes organizados con seis jefes de grupo y en cada grupo treinta
agentes dirigidos por tres inspectores.
Desde la aprobación del nuevo Código Penal, el fenómeno okupa es tratado
sólo como un problema de orden público y por ese motivo se detecta una sobreuti-
lización de este cuerpo policial en los escenarios de confrontación. Básicamente
dos: los desalojos y los enfrentamientos.
(1)En los desalojos es donde se convierte en la fuerza de asalto por excelencia,
en detrimento de otros cuerpos policiales. Así, la Guardia Urbana, que
antes del nuevo Código Penal actuaba habitualmente en los desalojos, casi
siempre con el apoyo del Cuerpo Nacional de Policía, ahora se limita al
control del tráfico y la vía pública, generándose por ese motivo un cierto
malestar en la policía antidisturbios, que debe asumir en exclusiva esa fun-
ción (La Vanguardia, 30/10/96).
En los desalojos siempre se siguen ciertas pautas. Primero, se estudia sobre
el terreno las calles, el lugar, los accesos del inmueble, las personas que lo
frecuentan, a menudo con la ayuda de otras unidades policiales21. Después
se diseña un plan técnico, donde se determina la dificultad o viabilidad del
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operativo, que se activará en función de un conjunto de variables de carác-
ter político-social. La decisión final la adopta la autoridad judicial,
siguiendo las recomendaciones de la policía, a la que le da un amplio mar-
gen de actuación en el cómo y el cuándo del desalojo. No obstante, en un
proceso creciente de autonomización del cuerpo de antidisturbios, a veces
incluso también la toma la autoridad gubernativa o policial; así cabe desta-
car el asalto a Kasa de la Muntanya en 2001, cuando el jefe de las UIP de
Barcelona decide desalojar y detener a una treintena de personas que se
encontraban en el Centro Social, sin ninguna autorización judicial (de
hecho, el juez de guardia desestimó la petición policial de entrada y regis-
tro del inmueble a pesar de que esta ya se había producido) y con la excusa
de repeler una supuesta agresión mientras se estaba practicando el desalo-
jo de otro inmueble.
Frente a esta coyuntura, enmarcada en un proceso creciente de represión,
el colectivo okupa considera legítima la resistencia defensiva en los des-
alojos, con métodos también más desafiantes, fortificando a veces el
inmueble okupado. Se pasa más a menudo de una resistencia pasiva a una
activa — violenta o no— y los desalojos se convierten en el lugar central
de colisión simbólica de los okupas con la policía. Estos enfrentamientos
polarizan a la opinión pública sobre todo cuando el escenario desalojo/
manifestación/confrontación violenta entra en una escalada progresiva de
tensión que se traslada a los barrios donde se produce el conflicto, como en
la posterior manifestación de protesta al desalojo del cine Princesa de
Barcelona.
Durante los desalojos se normalizan las detenciones masivas, aunque no se
produzcan enfrentamientos o situaciones conflictivas con la policía22.
También se incrementan las acusaciones policiales. De este modo, aparte
del delito de usurpación, a menudo se añade el de desobediencia e incluso
en ciertas situaciones se imputan desórdenes públicos o atentado contra la
autoridad.
(2)En los enfrentamientos con los activistas este cuerpo policial acostumbra a
utilizar los métodos de confrontación más duros y clásicos, con finalidades
meramente punitivas, pero también se detectan tácticas más sofisticadas
que se activan en determinadas circunstancias. Estas nuevas formas varían
o se adaptan al contexto político-social en el que se interviene23, partien-
do de la premisa de que, en general, las tácticas más duras se utilizan tras
la adopción de una decisión política respecto de la necesidad de optar por
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una estrategia de confrontación. A veces, incluso algunos sectores del
cuerpo de policía se muestran contrarios a las estrategias más represivas,
invitando a los políticos a enfocar los problemas desde un punto de vista
político y no sólo policial.
En Barcelona, en enero de 1999, después de la represión de la protesta estu-
diantil de la Universidad Autónoma, el Secretario del Sindicato Unificado de
Policía (SUP) utilizó los mass media para hacer un llamamiento a los políticos en
ese sentido y responsabilizó directamente a la delegada del Gobierno de Cataluña
de lo sucedido, asegurando que “no es la primera vez que ordena una carga policial
que no tenía que haberse llevado a cabo”, así como afirmando que la delegada “da
órdenes tajantes y es muy poco respetuosa con los conflictos sociales, y siempre quie-
re resolverlos por la vía de la contundencia policial” y que “debería dimitir si tuviera
un poco de vergüenza, que me parece que le falta bastante” (El País, 22/01/99). En
esos momentos, lo que más preocupaba a la policía era la negativa imagen pública
que esos y otros sucesos les habían causado, por eso el mismo mando policial consi-
deraba que “se tendrían que revisar las actuaciones que hemos llevado a cabo en
Cataluña desde que está esta señora y sólo con esto ya sería suficiente para entender
qué instrucciones se están dando a la policía” (La Vanguardia, 22/01/99). En el nuevo
contexto represivo, la policía también mostraba signos de insatisfacción por deter-
minados planes policiales como el Plan 2000 de incentivos, que motiva la mayor
manifestación de policías en Madrid, en enero del 1999, donde se reunieron unos
8.000 bajo el lema “policías sí, mercenarios no”. Su portavoz considera que su
“sueldo miserable puede forzarles a actuar en el límite de la legalidad” y realizar
“detenciones injustas” (El Periódico, 22/01/99). Si bien su mayor descontento se
refiere a sus condiciones de trabajo (por ejemplo, durante el enorme despliegue
policial de la presidencia española de la Unión Europea).
Cuando los eventos que deben gestionar los antidisturbios son de alcance
local existe una importante autonomía de actuación en las subunidades territoriales.
Pero cuando se trata de protestas de envergadura se organizan centralizadamente
bajo el mando del Jefe Comisario de Madrid. En estos casos, la mayor dificultad de
coordinación y el escaso conocimiento del terreno de muchos de los agentes puede
contribuir a generar consecuencias imprevisibles en su actuación y episodios
incontrolados de violencia policial, como durante las protestas del 24-J de 2001 en
Barcelona, donde los agentes camparon a sus anchas.
Por otro lado, también debe mencionarse la incidencia del nuevo panora-
ma internacional de la protesta en este cuerpo, cuando se empieza a normalizar
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la bunkerización o atrincheramiento de las instituciones internacionales ante la pre-
sión ciudadana (fortificación de los ricos en Davos, muro de la vergüenza en
Québec, aislamiento inexpugnable en el lejano Qatar, cierre medieval de la ciudad
en Génova). En el interior de estos escenarios marciales los antidisturbios tienden
a participar de un clima prebélico de amenaza o tensión, justificativo de las habi-
tuales restricciones de derechos de la protesta durante el transcurso de las con-
tra-cumbres. En estas situaciones, los altos mandos españoles de la policía
antidisturbios se coordinan en su manejo con los de unidades de distintos estados
europeos. Así, en 2001 la Escuela Europea de Policía (CEPOL) —creada un año
antes por decisión del Consejo Europeo— emite su programa de trabajo, donde a
causa de “los problemas surgidos en Goteborg y Genova” se acuerda formar a los
funcionarios policiales de rango superior de los Estados miembros en lo que lla-
man “gestión no militar de crisis” a partir de sus experiencias en los respectivos
operativos policiales (Asens, 2003).
Esta iniciativa, después de la aprobación de un reglamento y un presupuesto,
se impulsa durante la cumbre española, pionera en organizar “cursos de orden
público”, por el Ministerio de Interior español, con meses de antelación al inicio
de la presidencia. Ciertamente, se diseña la llamada Operación Añil, en la que
debían participar 10.000 efectivos policiales en la protección de las reuniones de
Sevilla, Madrid y Barcelona24. En este contexto, varios ministros de interior euro-
peos defienden la creación de una policía antidisturbios europea que haga frente al
“fenómeno nuevo de la violencia durante el transcurso de las cumbres internacio-
nales” (El Periódico, 5/8/01).
En lo general, y volviendo a la actuación de los antidisturbios españoles,
podemos decir que, después de 1996, cargan con más facilidad en las concen-
traciones o en las manifestaciones, donde a menudo se hace sobre el grueso de
la marcha, hiriendo tanto a los manifestantes pacíficos como a los más extre-
mistas.
En este periodo, en el balance represivo de las UIP están más de 150 desalojos
con más de 800 personas detenidas, numerosas personas heridas de diversa con-
sideración —así, una persona pierde el ojo por el impacto de una bala de goma dis-
parada por un policía durante el desalojo de Kasa de la Muntanya en 2001— y un
muerto, en octubre de 1999, durante el desalojo del antiguo teatro Princesa de
Valencia. Por eso sus intervenciones, caracterizadas por una violencia escénica
ejemplar, han sido las que han creado mayor controversia pública, a la vez que han
desencadenado numerosas protestas, iniciativas antirrepresivas e intensas movi-
lizaciones que han facilitado una radicalización del conflicto.
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LOS SERVICIOS SECRETOS DE INFORMACIÓN
La Brigada de Información de la Policía Nacional es un cuerpo policial dependien-
te del Ministerio de Interior que hereda la estructura organizativa de la antigua
Brigada Político-Social y empieza a funcionar de forma visible a partir de 1995,
nutriéndose de componentes procedentes de otros cuerpos como las brigadas de
estupefacientes o antiterrorista, así como de algún agente de otros servicios secre-
tos europeos25. Por otro lado, la brigada mantiene una fuerte coordinación con el
CESID —ahora llamado CNI (Centro Nacional de Inteligencia)26—, así como con
otros servicios secretos europeos. En su inicio la brigada fue creada para cumplir la
función básica de prevención, control e investigación de determinados sectores
pertenecientes a los movimientos sociales alternativos, pero después —a diferen-
cia de los antidisturbios— adoptó facultades más operativas y amplias, convirtién-
dose, durante los últimos seis años, en el artífice principal de su represión.
Efectivamente, coincidiendo con la aprobación del nuevo Código Penal y la
primera victoria electoral del Partido Popular en 1996, se abre una “etapa dorada”
para la policía, pero sobre todo para los servicios secretos de información, cada vez
más profesionalizados y especializados en el control de los movimientos sociales.
En el nuevo contexto político, la mejora de los medios técnicos y el aumento de su
plantilla le permitirá llevar a cabo una estrategia represiva más elaborada, incisiva
y selectiva (así, por ejemplo, con nuevas tácticas destinadas al aislamiento de los
portavoces o los miembros más destacados del colectivo okupa). Se trata de una
“guerra sucia de baja intensidad” que no hace más que seguir el patrón organizati-
vo característico de la mayoría de los cuerpos policiales cuando tienden a buscar el
control policial más sofisticado y sutil, que reduzca la necesidad del uso de la fuer-
za y aumente su eficacia mediática (Monjardet, 1990). No obstante, estas nuevas
estrategias se combinarán con métodos antiguos menos discretos y propios de la
anterior Brigada Político-Social, como los llamados “montajes policiales”, y pos-
teriormente —como ya veremos más adelante— con dispositivos u operativos de
carácter espectacular que buscan decantar las controversias mediáticas a su favor.
Uno de los métodos más usados por la brigada para investigar a los movi-
mientos sociales alternativos ha sido la infiltración —por otro lado, una práctica
habitual y una constante histórica de control y espionaje de todo servicio secreto —
como reconoció el propio director de los servicios secretos del CNI en su primera
comparecencia parlamentaria: “El CNI tiene infiltrados en los grupos antiglobali-
zación” (El Periódico, 5/02/03). En el caso de los okupas, el proceso de infiltración
policial se ha realizado con la figura del “agente encubierto” 27 y se ha intentado
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con “soplones” o “confidentes pagados” a los que se les ofrece una remuneración
por su colaboración (La Vanguardia, 15/01/03). Una de las actividades principales
de esas infiltraciones será la elaboración de archivos, ficheros o abundantes álbu-
mes fotográficos, así como la confección de informes internos, y a veces externos,
para difundir a la prensa en contextos políticos favorables.
La Brigada, en el contexto de la protesta internacional, también se coordina
más intensamente con las agencias de espionaje de otros países en el intercambio
de información a través del Sistema de Información Schengen (SIS) y los ficheros
Sirene, así como la organización de dispositivos conjuntos desplegados durante
protestas de envergadura. Eso sucede específicamente a partir de febrero de 2001,
cuando se aprueba el Documento Madrid, guía de la policía europea (Europol) en
la lucha antiterrorista, donde se siguen las directrices del acuerdo de colaboración
policial de Italia, España y Grecia para “combatir el terrorismo de grupos radicales
que actúan en los tres países”, lo que se ha llamado “terrorismo anarquista del eje
mediterráneo”. Dos casos claros de esta colaboración hispanoitaliana (el CNI y la
DIGOS) se producen en 2001. Primero en junio durante la “Operación Sellado”
contra la protesta antiglobalizadora en Barcelona y después en julio en el operati-
vo policiaco-militar de Génova.
En definitiva, la valoración del funcionamiento de la Brigada de Información
es más compleja que la de las UIP, ya que podremos observar que, si bien en el ini-
cio predomina esa función preventiva de servicio de inteligencia destinado a la
investigación, infiltración y control difuso, después adopta una autonomía crecien-
te e interviene activamente con iniciativas represivas más “sucias”, moviéndose en
un mayor margen discrecional de actuación, hasta el punto que a partir de su inter-
vención del 24 de junio de 2001 en Barcelona empieza a hablarse de una “nueva
desviación policíaca” (Asens, 2002 y 2003).
EL APARATO POLICIAL Y LOS MASS MEDIA
Se podría decir que una sociedad es tanto más democrática cuanta más facilidad
existe para que los diversos grupos sociales accedan al mercado de la opinión
pública y a la vez cuanto más se contraste la información policial con otras fuentes,
a diferencia de un régimen autoritario, donde puede constituirse en la única fuen-
te de información.
No obstante, el hecho es que cuando un problema o suceso entra en el proce-
so de conversión en noticia, las fuentes no disponen siempre del mismo poder
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o capacidad de acceso a los media, y algunas son más silenciadas que otras, espe-
cialmente cuando la fuente de una noticia es policial. Esto se explica en parte por la
asignación o especialización de los periodistas en ámbitos institucionales concre-
tos, siguiendo las pautas de los que se ha llamado “periodismo beat” (Ryan, 1991),
hasta el punto que acaban manteniendo una relación rutinizada de mutua depen-
dencia con las fuentes tradicionales, como los especializados en sucesos respecto a
los gabinetes de prensa policiales.
En consecuencia, los gabinetes de prensa policiales diariamente suministran,
con procedimientos estandarizados y regularizados, noticias a los media, que pri-
vilegian, por cuestiones de lealtad e interés mutuo28, la fuente policial. Muchas
veces no contrastan las informaciones proporcionadas, las publican como si fuera
información investigada por el propio periodista u ocultan su procedencia policial
bajo el pseudónimo “según fuentes bien informadas” (Rodríguez, 1999). En defi-
nitiva, las fuentes policiales son las más ventajosas o prácticas para los media, no
sólo por considerarlas más fiables sino también por ciertos incentivos personales
que facilitan la relación, en un contexto que favorece las “reglas del juego”(así la
obtención o no de exclusivas) o las propias presiones institucionales, sobre todo en
contextos de crisis29.
Ante ese exceso de confianza mediática con la fuente policial no resulta extra-
ño que las rutinas periodísticas divulguen informaciones sin contrastar que des-
pués se desvelan falsas y así se produzcan hechos tan graves como los ocurridos en
Barcelona en 1997 cuando el gabinete de prensa policial filtró la desarticulación de
una supuesta red de pederastia, en lo que se llamó el “caso del Raval”30, o cuando
en el año 2000 el gabinete “se inventó una brutal agresión de un grupo de ‘skins’
contra una joven que supuestamente quedó tetrapléjica” (El Periódico, 31/03/00).
Esta era, según El País (31/03/00), “sólo una de las andanzas de un personaje con-
trovertido”, el Jefe Superior de la Policía de Barcelona. En ese último episodio
algunos medios desvelaron públicamente y sin complejos el funcionamiento habi-
tual del gabinete policial de prensa: “la noticia se había generado siguiendo un sis-
tema empleado por la policía en determinadas ocasiones. Un policía filtra una
información exigiendo reserva de la fuente, se consigue un determinado impacto
social y luego, si conviene, se desmiente o incluso se atribuye su origen a la pren-
sa” (El País, 31/03/00).
Pues bien, la policía en su relación con la protesta okupa, consciente de la cada
vez mayor importancia de los medios de comunicación, maneja estrategias infor-
mativas de lo más dispares, que variarán según el contexto socio-político, pero que
tendrán como objetivo general inducir o generar “estados de opinión” favorecedores
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de la acción policial represiva. En este cometido, a partir de 1996 la Brigada de
Información tendrá el principal protagonismo con la filtración de informes poli-
ciales, en el contexto de una reorientación estratégica de la labor policial hacia los
media para lograr una mayor eficacia o legitimidad de su actuación. Esa reorienta-
ción viene beneficiada por los incentivos económicos que el “Plan Policía 2000”
previene para los mandos policiales cuando estos demuestren tener “fácil acceso a
los medios de comunicación y utilizarlos en beneficio de la imagen y operatividad”
(“El proyecto de Interior ‘Policía 2000’ choca con la técnica y la ley”, El Periódico,
23/01/99).
Con relación a estos informes policiales podemos detectar básicamente dos
tipos, a partir de su procedencia o autoría, que corresponden con dos etapas dife-
rentes:
(a)Informes policiales externos (1986-1996). Estos documentos pretenden
basarse en investigaciones de carácter científico o riguroso, y están redac-
tados por otros profesionales ajenos a los cuerpos policiales, general-
mente sociólogos, psicólogos o expertos en seguridad. Así en el periodo
1984-1996 cabe destacar dos. En primer lugar, en 1986, las conclusiones
de un simposio entre psicólogos, sociólogos y policías para discutir las
Ponencias de Seguridad Ciudadana redactadas por la Escuela de la Guardia
Urbana de Barcelona. En segundo lugar, en 1993, un informe elaborado
por un grupo de sociólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona
sobre las llamadas “tribus urbanas” que operan en la ciudad de Barcelona.
A menudo, estos informes o estudios, de escasa o nula cientificidad, pre-
tenden asignar responsabilidades “tribales” a todo tipo de acciones de
gran magnitud y basan sus interpretaciones a partir de la terminología
de Psicología Social o de las deterministas “teorías de la desviación social”
sobre la “violencia juvenil” (que encuentra en las disposiciones natura-
les del sujeto y las presiones de su medio social su supuesta explicación
causal).
En definitiva, podemos afirmar que a través de burdas generalizaciones y
conceptos de escaso valor explicativo o científico, los “sociólogos de las tri-
bus urbanas” (como Moraza y Lasa) llegan a conclusiones absolutamente
banales pero que sirven para sobredimensionar, de forma sensacionalista,
esos supuestos comportamientos “desviados” desde una perspectiva poli-
cial eficaz para su posterior represión. Por lo que se convierten —volunta-
ria o involuntariamente— en colaboradores académicos de la policía.
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(b)Informes policiales internos (1996-2003). Estos documentos están redactados
por la propia policía sin excesivas pretensiones científicas y básicamente con
el acopio de información exclusivamente policial. Cabe destacar, por ejemplo, el
eco mediático en marzo de 1998 de un informe policial de unas 20 páginas titu-
lado Estudio sobre okupas de la ciudad de Barcelona, donde se habla de las “moti-
vaciones reales” de los okupas, su condición social, la limpieza de los inmuebles
como una estrategia para “hacer comprensible la ocupación a los ojos de los
vecinos” y de su manipulación por “grupos antisistema, independentistas y
extremistas que utilizan la ocupación como método para dotarse de compresión
social y atención mediática” (ABC, 6/3/98). En general, estos informes no se
difunden cuando finaliza su elaboración, sino que se escoge el momento opor-
tuno, normalmente en contextos de intervenciones policiales polémicas, para
conseguir un resultado mediático favorecedor de la acción policial.
Por otro lado, en esta etapa, la Policía Nacional no es el único cuerpo que
redacta estos documentos; así cabe destacar también la radiografía que los
Mossos de Esquadra de Cataluña realizan del movimiento después del des-
alojo del cine Princesa. El estudio, de 32 páginas, divide el colectivo en tres
grupos: “trabajadores”, “bienestantes” y “radicales” (“Okupas: retrato de
grupo”, La Vanguardia, 1/2/98).
Si analizamos la interacción entre la policía y los mass media respecto a la pro-
testa okupa podremos observar su evolución desde la perspectiva de los diferentes
tipos de estrategias represivas manejadas, a partir de dos hipótesis formuladas por
la socióloga Donatella della Porta: (1) La protesta y las tácticas policiales se adap-
tan la una a la otra en un proceso de influencia recíproca. (2) Esa relación no es
negativa ni positiva sino curvilínea. Es decir, si bien el incremento de la represión
normalmente supone más costes que beneficios para la acción colectiva, produ-
ciéndose una vuelta a la esfera privada o desmovilización política, a veces en un
determinado contexto sociopolítico puede generar el efecto inverso, cuando se
percibe una necesidad de “hacer algo” ante una situación de mayor injusticia y
se crea un incentivo mayor para la movilización (Della Porta, 1995; Tilly, 1978).
PRIMERA ETAPA (1984-1996). LA ESTIGMATIZACIÓN POLICÍACA
El periodo comprendido entre los años 1984-1996 es el del surgimiento, consoli-
dación y expansión de las okupaciones, sobre todo en las grandes ciudades espa-
ñolas, como Barcelona, Bilbao o Madrid.
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En el contexto postfranquista los movimientos sociales —principalmente el
obrero y el vecinal— aún conservan una destacada subordinación o dependencia
organizativa al escenario partidocéntrico, propia del marco anti-régimen anterior
(Laraña, 1999). No obstante, a partir de 1982, con el PSOE en el Gobierno, se pro-
ducen importantes movilizaciones de masas que desbordan a las organizaciones
convocantes de la izquierda institucional (Álvarez, 1994), con nuevas formas de
acción colectiva, caracterizadas por un alto nivel de espontaneidad y autoorganiza-
ción anti-aparato institucional. Esas nuevas formas emergentes de conflicto social
anuncian el choque entre la Izquierda tradicional —vinculada a los partidos políti-
cos— y la Nueva Izquierda radical —vinculada a los movimientos sociales— que se
desarrollará en toda su intensidad en los años noventa. En este periodo de cre-
ciente desencanto o impugnación del modelo partidista, cabe destacar el conflicto
de los estudiantes (1986-1987), las huelgas generales (sobretodo la del 14-D 1988
o 27-E 1994), contra la OTAN (1986) o contra la Guerra del Golfo (1990-1991). Al
calor de ese nuevo ciclo de movilizaciones sociales también aparece un nuevo movi-
miento urbano autonomista, donde la okupación será la principal vía de acceso al
activismo político para centenares de jóvenes.
En los años noventa, el constante declive de las formas de participación par-
tidista junto al incremento del malestar popular abren camino para la acción polí-
tica de los denominados “nuevos movimientos sociales”, que ganan centralidad en
la esfera pública con un discurso postmaterialista más desafiante31. En este contex-
to, el nuevo repertorio de confrontación genera mayores situaciones conflictivas
con la vieja izquierda, sobre todo desde movimientos —como el antifascista o con-
tra el trabajo temporal— situados en el área de la autonomía. Así ya desde el inicio
de este periodo se producen destacados episodios represivos, como la “operación
Garzón” contra las movilizaciones contra los Juegos Olímpicos de 199232, que
endurecerán paulatinamente el choque entre la nueva izquierda y la coalición de
ley y orden de la vieja izquierda y la derecha. Con el paso del tiempo, las relaciones
entre contestatarios y la policía no hicieron sino empeorar, con una política de
orden público cada vez más conservadora.
Respecto a las okupaciones, a pesar de esa escalada de tensión de los noventa,
aún existe una cierta tolerancia, que ayuda a su consolidación como espacios con-
traculturales o de socialización urbana alternativa, sobre todo para colectivos de la
izquierda radical o anarquista.
Los desalojos, de forma mayoritaria, se producen mediante lentos procesos de
desahucio civil, que permiten que las okupaciones duren más tiempo y que los
enfrentamientos duros con la policía sean menos habituales o frecuentes33, por lo
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que la dinámica cotidiana se concentra más en el desarrollo de las activida-
des propias de los Centros Sociales que en su defensa o resistencia. El número
de okupaciones es siempre superior al de desalojos, sobretodo en la etapa de
expansión comprendida entre el periodo 1991-1995, y las okupaciones duran
una media aproximada de dos o tres años (Martínez, 2002). En las okupaciones
iniciales de los ochenta el movimiento punk tiene un destacado peso y su prin-
cipal objetivo es cubrir una necesidad de vivienda, pero progresivamente se
empiezan a crear importantes CSO reivindicados políticamente, en un proceso
de apertura, derivado de la incidencia de otros movimientos sociales, como el
antimilitarista, el estudiantil o el ecologista. Así, en julio de 1994 se producen en
el Centro Social Seco de Madrid los primeros encuentros estatales de debate entre
grupos autónomos, donde se pretende impulsar una mayor coordinación a nivel
estatal.
En este periodo aparecen los primeros embriones de asambleas de okupas
y algunos CSO destacados, como Amparo, Minuesa o David Castilla en Madrid,
los gaztextes de Bilbao, la Kasa de la Muntanya en Barcelona o el Ateneu de
Cornellà de Llobregat acaban convirtiéndose en referentes simbólicos para al
movimiento.
En esta etapa la incidencia mediática de las okupaciones y desalojos es más
bien escasa y por eso la policía no mantiene una excesiva relación de contacto con
la prensa. No obstante, en determinadas situaciones represivas de mediados de los
noventa ya se manejan ciertas “tácticas sucias” mediante la infiltración policial y
posterior elaboración de informes que se difunden o filtran a los media. En
Madrid, por ejemplo, cabe destacar el montaje periodístico-policial de noviembre
de 1995, donde el proceso de criminalización de la coordinadora Lucha Autónoma
culmina con la detención bajo la ley antiterrorista de cinco personas (Wilhelmi,
1998). Los medios acusan a Jarrai de estar tras las movilizaciones contra la penaliza-
ción de la okupación y la insumisión del Código Penal de 1995 (“La policía acusa
a Jarrai de organizar disturbios”, El País, 14/12/95).
Los informes policiales son, principalmente, de origen externo y tienen como
objetivo aportar elementos tribales o sensacionalistas de la protesta okupa para
distorsionar su sentido o significado y así desacreditarlos ante la opinión pública.
Así, por ejemplo en Madrid, en el contexto de una creciente impunidad de los gru-
pos fascistas como Bases Autónomas —que en 1994 asesinan a la inmigrante domi-
nicana Lucrecia Pérez y al activista Ricardo Rodríguez—, se criminalizan las
respuestas antifascistas del 20-N y 12-O y se frivolizan las agresiones fascistas lla-
mándolas “peleas de tribus urbanas”.
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SEGUNDA ETAPA (1996-1999): INICIO DE LA CRIMINALIZACIÓN POLICIAL
Este periodo se caracteriza por la respuesta estatal, de carácter represivo, al creci-
miento de las okupaciones, en un contexto de desarrollo de los movimientos
sociales, con la intención de frenar su mayor incidencia en los conflictos político-
sociales de la escena urbana. Es el inicio del proceso de criminalización o persecu-
ción policial de los okupas, en lo que hemos llamado anteriormente como “ciclo de
represión”, generador a su vez de un ciclo de protesta con multitud de actividades
y acciones reivindicativas. Por otro lado, los activistas y la policía se enzarzarán en
confrontaciones callejeras cada vez más periódicas. Las continuas amenazas de
desalojo y el desgaste de energías dedicadas a una defensa de los Centros Sociales
tienen una repercusión directa en su dinámica diaria, donde la lógica de resisten-
cia y confrontación con la policía concentra muchos esfuerzos que antes se canali-
zaban en el desarrollo de sus actividades contraculturales, y que ahora facilitan un
mayor nivel de reflexividad o conciencia política. En este periodo cabe destacar el
desalojo de tres Centros Sociales importantes: en 1996, el Kasal Popular de Valencia
y el cine Princesa de Barcelona; en 1997, La Guindalera de Madrid.
“Efecto cine Princesa”: En Barcelona, a pesar de la importante movilización
para evitar el desalojo del cine Princesa, finalmente, ocho meses después de su
okupación, se desaloja en una espectacular operación policial que concluyó con 48
detenidos y 15 heridos34. La retransmisión en directo del desenlace —y la repro-
ducción de algunas imágenes en el Telediario— dejó atónita e indignada a la socie-
dad catalana, que no comprendía la exagerada utilización de medios y violencia
policiales. La actuación policial fue criticada desde todos los ámbitos y sólo el PP la
respaldó (El Periódico, 29/10/96). A partir de ese desalojo se produjo un giro subs-
tancial con un amplio acceso mediático, que en palabras de un medio “puso a los
okupas en el ojo del huracán” (El Periódico, 3/11/96). Ese salto mediático a su vez
facilitó la extensión de oportunidades políticas para el “ciclo de protesta okupa”,
con constantes movilizaciones. De hecho, los efectos de ese impacto mediático y
social ya se pudieron comprobar la misma noche del desalojo, cuando, espontá-
neamente, la gente salió a la calle, en una manifestación improvisada, de más de
2.000 personas, que finalizó con el inédito asalto a la sede de la Jefatura Superior
de la Policía en Via Laietana y lo que los medios calificaron de “segunda batalla
campal” (29/10/96) con varios heridos y 15 detenidos, que en febrero de 1997 fue-
ron condenados por delitos graves35. La Asamblea de Okupas hace un balance de
los incidentes y anuncia una escala de nuevas okupaciones (Avui, 01/11/96), accio-
nes de protesta como la acampada de cinco días delante de los juzgados (El Periódico,
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5/10/96) o la primera manifestación estatal por la despenalización, que termina en
una reokupación simbólica del cine Princesa (El Mundo, 9/11/96). El “efecto
Princesa” también se extendió a otras localidades, como Terrassa, donde se produ-
ce la primera okupación y desalojo de un ciclo de represión local especialmente
duro, con más de diez desalojos en dos años y numerosos detenidos.
Por tanto, podemos decir que la cobertura mediática de los hechos se convir-
tió en un recurso externo al movimiento en la difusión del “marco de injusticia”
que suponía la desproporción entre la represión y la protesta. Fomentó una con-
troversia pública que se decantó en contra de la actuación policial, repercutiendo
significativamente en la vida política y ciudadana (La Vanguardia, 5/11/10), donde
los actores más destacados tomaron partido —así, por ejemplo, el presidente de la
Generalitat, Jordi Pujol, y el alcalde de la ciudad, Pascual Maragall, se enzarzaron
en un cruce de acusaciones mutuas—.
En Madrid, el desalojo del CSO Guindalera, en marzo de 1997, fue el tercero
en dos meses —después de Lavapiés y David Castilla— y el clima estaba tan tenso
que se producen importantes disturbios por toda la ciudad. El balance fueron 65
personas detenidas durante las protestas y 100 durante el desalojo. Posteriormente
se produjo una amplia respuesta social con una importante cobertura mediática
(sobre todo de El País y El Mundo) en lo que fue también el inicio de un nuevo ciclo
de protesta y represión en Madrid.
En este contexto polarizado el papel de los media había pasado a primer plano.
Se trata del periodo de mayor visibilidad social de la protesta okupa y su represión,
en lo que llamamos un nuevo “ciclo de atención mediática”36. La policía no es ajena
a esa variación fundamental en el contexto socio-político de la protesta y se adap-
ta rápidamente a las circunstancias, dedicando mayores esfuerzos logísticos a la
acción informativa. El objetivo es mejorar su capacidad de incidencia mediática y
consolidarse como principal fuente de información en los contextos de enfrenta-
miento, que hemos mencionado antes: en los desalojos y en las acciones de pro-
testa.
(1)En los desalojos: El primer caso —quizá el más significativo— de esta nueva
etapa es el desalojo del cine Princesa, en octubre de 1996. Las autoridades
gubernativas y policiales manejan estrategias informativas de desprestigio,
que llaman “campañas de sensibilización” (La Vanguardia, 30/10/96),
para justificar públicamente una intervención policial de difícil apoyo
social; así, incluso intentan provocar situaciones de tensión o malestar
vecinal —tal como recogieron los propios mass media (La Vanguardia,
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31/10/96)37—. En ese contexto, la policía vincula los okupas del cine
Princesa con Jarrai. Después del cine Princesa esa estrategia policial de
“intoxicación mediática” se seguirá manejando cuando la policía prevé que
los desalojos serán medidas polémicas o impopulares con costes políticos
relevantes (por ejemplo, en 1998 la policía relaciona a los okupas de
Terrassa con grupos armados, antes de realizar un desalojo).
(2)En las protestas: También se utilizarán este tipo de artimañas desprestigia-
doras después de intervenciones policiales con una mala acogida mediáti-
de la protesta estudiantil ante la visita de Aznar a la Universidad Autónoma de
Barcelona el 14 de enero. Después de la polémica, el ministro de Interior
se ve obligado a comparecer en el Parlamento con una “lista de estudiantes
peligrosos” y de “trayectoria radical” (El Mundo, 19/01/99) que la Brigada
relaciona en un informe con Jarrai38; (b) los incidentes del 12 de octubre
en Barcelona, cuando los mandos policiales relacionan al movimiento anti-
fascista catalán otra vez con Jarrai, y a los okupas de ser una cantera proe-
tarra (La Vanguardia, 14/10/99).
Por eso, en esta etapa se radicalizan las estrategias policiales de carácter infor-
mativo y se pasa de unas tácticas represivas más difusas o blandas a otras más duras
o reactivas. En la anterior etapa, la policía difundía ciertos estereotipos estigmati-
zadores —a partir de la indumentaria, supuestos hábitos o gustos musicales, etc.—
con el objetivo de desacreditar o deslegitimar a la protesta okupa ante la opinión
pública, con ayuda de informes policiales de carácter externo. Ahora se produce un
importante salto represivo, cuantitativa y cualitativamente, puesto que la estrate-
gia consistirá en asignar a los okupas una imagen de violentos e incívicos a través
de la difusión de información estrictamente policial, hasta el punto de empezar a
buscar conexiones o vinculaciones con la izquierda abertzale. El objetivo no sólo
será desacreditar el sentido o significado político de su protesta (como en la ante-
rior etapa), sino también criminalizarla para inducir o fomentar una mayor acep-
tación por la opinión pública de la política criminal adoptada a partir de 1996, con
la aprobación del nuevo delito y la posterior persecución policial.
En esta etapa, los antidisturbios endurecen sus técnicas represivas, realizan-
do actuaciones policiales más comprometidas. Por otro lado, los servicios secretos
también salen más a la calle e intensifican los seguimientos personales, escuchas,
intimidaciones, retenciones39, infiltraciones, así como otras actuaciones de lo que
es el inicio de una “guerra sucia” contra el movimiento. Un punto álgido de este
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clima de asedio policial es el de los “episodios de las pistolas”, donde policías, nor-
malmente camuflados, desenfundan y encañonan con su pistola a los manifestan-
tes, a veces ni tan siquiera en contextos problemáticos de detención o de
enfrentamiento. En escasas ocasiones se puede fotografiar o grabar estas anómalas
actuaciones, pero en este periodo se consigue unas cuatro veces, destacando la del
7 de marzo de 1999 durante el transcurso de una detención de un joven de Cornellà
por parte de un policía de la Brigada de Información40, que provocará numerosas
acciones de protesta, como una importante manifestación tres días después, de
más de 3.000 personas, que terminó con algún incidente en la entrada del
Parlamento de Cataluña (El Periódico, 11/03/99).
La difusión mediática de algunos de estos episodios situará en una posición
delicada a la policía, que intentará contrarrestar su mala imagen pública con un
aumento de las acciones informativas contra el movimiento. En este contexto apa-
rece una de las técnicas policiales más sucias de los servicios secretos, los llamados
“montajes policiales” contra los movimientos sociales; es decir, actuaciones poli-
ciales que permiten —a veces incluso fuera del contexto de una investigación—
detener a activistas sobre la base de acusaciones falsas, manipulando pruebas o
directamente “fabricando el delito” para llevarlos a juicio.
Al igual que los movimientos sociales tienden a adoptar fórmulas organizati-
vas que les resultan conocidas, así también las fuerzas policiales utilizan las formas
represivas que les son más familiares. Los “montajes policiales” fueron intensa-
mente manejados por la policía en el anterior Régimen para reprimir más selecti-
vamente a los miembros más activos o destacados de la protesta. Algunos sectores
de la abogacía y la judicatura llaman la atención de los peligros de la deriva poli-
cial de este tipo de actuaciones: así, por ejemplo, cabe destacar, en 1999, una sen-
tencia absolutoria para los okupas que muestra preocupación ante la actuación de
la Brigada de Información, que considera más propia de la extinta Brigada Político-
Social41.
En este periodo se producen, como mínimo, unos quince casos significados
de montajes “selectivos” del Grupo 6 de la Brigada de Información de Barcelona,
en la mayoría de los casos como respuesta inmediata a controversias mediáticas en
las que se ponía en tela de juicio su actuación. Así, en los “episodios de las pisto-
las” cabe destacar dos casos:
(1)Durante la “bicicletada de abril de 1999” en Barcelona, cuando un policía
encañonó a los asistentes y su fotografía apareció en los periódicos del día
siguiente (El Periódico, 25/4/99). Pocos días después la Brigada organizó
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una amplia operación policial mediante la persecución personalizada de
algunos de los miembros más destacados del movimiento, llegando a
incriminar a personas que pudieron probar que en esos momentos traba-
jaban o que ni tan siquiera estaban en la protesta42.
(2)Durante unos disturbios posteriores a una manifestación de protesta por el
desalojo del CSO Vallparadís de Terrassa en diciembre de 1999, donde un
policía desenfundó su pistola. Una fotógrafa captó la imagen para un perió-
dico (El País, 14/12/99) y se generó una cierta polémica en la ciudad.
Posteriormente, la brigada incriminó por varios delitos a la fotógrafa, así
como a uno de los portavoces destacados del movimiento, que se encontra-
ba en esos momentos en una reunión con representantes municipales.
Estas actuaciones policiales, que hemos denominado “montaje policial”,
motivaron la creación de una Campaña Contra la Impunidad Policial y una mani-
festación, el 5 de junio de 1999 en Barcelona, convocados por un centenar de
colectivos y entidades civiles (C-I, nº 49). Durante esta campaña se acusaba a la
Brigada, por primera vez de forma pública, de instigar la persecución contra los
movimientos sociales alternativos (en lo que se califica como “caza de brujas”), y se
realiza el primero de una serie de informes antirrepresivos que se difunden, con
poco o nulo éxito, a los medios. Y es que estos durante esta etapa tan sólo visuali-
zan las acciones represivas protagonizadas por los antidisturbios, siendo muy
excepcionales —como hemos visto— las veces que lo hacen con la Brigada.
TERCERA ETAPA (1999-2001): LA RADICALIZACIÓN Y EXPANSIÓN DE
LA CRIMINALIZACIÓN POLICIAL
Este periodo coincide con el recrudecimiento de las políticas represivas impulsa-
das por el Partido Popular en un contexto europeo que le empieza a ser cada vez más
favorable. La Unión Europea necesita políticas duras para contener la inmigración
y todas aquellas expresiones de malestar o disidencia política que puedan alterar la
estabilidad monetaria de la zona “euro”. Por eso, mientras se adoptan nuevas polí-
ticas de orden público, también se intensifica la represión policial contra las cre-
cientes movilizaciones del nuevo ciclo de protesta global. Este periodo represivo,
después de los hechos de Praga, Niza o Davos, encuentra su máxima expresión en
la brutal actuación policíaca de Goteborg (14-16 junio de 2000) y finalmente llega
a su punto álgido en la reunión del G-8 en Génova en julio de 2001 (Asens, 2002,
2003).
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El Estado español, junto a Italia, juega un papel destacado en este impulso
europeo de las políticas más duras de seguridad. En el ámbito interno se aprueban
nuevas reformas regresivas de carácter penal, la mayoría inspiradas por la política
de “tolerancia cero” elaborada en EE.UU. de la mano del alcalde de Nueva York,
Giuliani, y traspasadas a Europa a través de Gran Bretaña43. En el ámbito policial,
entre las medidas más involucionistas, cabe destacar el llamado Plan 2000, tam-
bién inspirado en la doctrina de “tolerancia cero” e ideado por el anterior director
general de la Policía, en el que, junto a la multiplicación de los efectivos, se crea un
programa de incentivos económicos para practicar más detenciones44. En el ámbi-
to legislativo sustantivo, en este periodo cabe destacar la reforma en el año 2000
del Código Penal con la introducción de nuevas figuras penales —como “la exalta-
ción y justificación del terrorismo” o la del llamado “terrorismo anarquista o urba-
no”—, así como la aprobación de la Ley de responsabilidad penal del menor, donde
se regula un tratamiento especial para los llamados “menores terroristas”.
Por eso no resulta extraño que, con relación a la protesta okupa, en esta corta
etapa comprendida entre 1999 y 2001 (antes del 11-S) se radicalice y expanda el
proceso de criminalización policial iniciado en 1996, produciéndose un agrava-
miento represivo. Para los okupas, el escenario de enfrentamiento se produce más
en la calle que en los desalojos. Las estrategias policiales más duras incentivan los
sectores más radicales, que utilizan un repertorio de acción más disruptivo, con un
mayor grado de confrontación. Se empiezan a normalizar situaciones en las que la
Fiscalía solicita medidas de prisión provisional para los detenidos, y así es como
los enfrentamientos del 12 de octubre de 1999 terminan con decenas de detenidos
en prisión.
En esta etapa los medios de comunicación jugarán un papel decisivo en la
reconstrucción social del conflicto. Si bien es cierto que en la anterior etapa, 1996-
1999, la tendencia de los mass media a centrar su interés en los acontecimientos
espectaculares que tienen un impacto visual mayor sirvió al movimiento para acce-
der a los medios y dar a conocer ciertos desmanes o excesos policiales, progresiva-
mente, sobre todo a partir de 1999, se utiliza para frivolizar su lucha, asignándole
una imagen de violencia e incivismo contraproducente para sus reivindicaciones.
Esta tendencia la podemos detectar al principio de esta etapa, en los años 1999-
2000, pero destacadamente a partir de 2001.
1999-2000. Efecto “12 de octubre”. Precisamente, el caso del 12 de octubre de
1999 en Barcelona marcó el inicio de esta etapa y fue paradigmático de esa influen-
cia mediática negativa. Los media otorgaron un fuerte componente sobredimen-
sionador y dramático a las imágenes de los disturbios, haciéndose además eco de
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informaciones policiales alarmistas no contrastadas, donde se relacionaba a los
manifestantes con Jarrai. Fue una “bomba informativa” que atemorizó a ciertos
sectores de la audiencia —con la ayuda de titulares catastrofistas como “Arde
Barcelona”, “Vandalismo en la ciudad”, “Alarma Social”— y provocó el propio des-
enlace judicial inmediato del conflicto, con la puesta en prisión de 14 de las 26 per-
sonas detenidas (entre ellas, numerosos menores de edad). Podríamos decir que
fue una “decisión judicial de carácter mediático” (Asens, 1999), donde las órdenes
de prisión se dictan más desde el mundo de los mass media que desde el judicial.
Ciertamente, el Consejo de Información de Cataluña en su dictamen posterior —a
instancias del Aula de Investigación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación
Blanquerna— concluyó que algunos media habían vulnerado el Código
Deontológico del Colegio de Periodistas, reproduciendo filtraciones policiales fal-
sas y no contrastadas, que propiciaron un clima de alarma social determinante para
el desenlace judicial.
No obstante, días después, la desproporción de la medida generó una sensa-
ción de injusticia generalizada y una respuesta social de rechazo de carácter masi-
vo —de la cual algunos medios se hicieron eco—, con continuas acciones de protesta
y solidaridad con los presos, hasta el punto que la propia jueza consideró que la
“alarma social” de los hechos ya había menguado, y decretó la libertad de los pre-
sos, dos días antes de una masiva manifestación de protesta, el 21 de octubre, con
más de 10.000 personas (El País, 22/11/99). El “efecto del 12-O” se prolongó hasta
el año siguiente. En octubre de 2000 se organiza un inédito encuentro con los
media para debatir su posicionamiento en el conflicto a partir de un estudio reali-
zado por la Universidad Ramón Llull, en lo que seguramente fue el intento más
importante de acercamiento a los media. Por otro lado, mientras en Madrid la tra-
dicional manifestación antifascista del 20-N reúne a unas 3.000 personas pero
termina con enfrentamientos con la policía, 40 heridos y 7 detenidos (C-I, 2000),
en Barcelona se crea una amplia coalición de colectivos, partidos y sindicatos, lla-
mada Plataforma Cívica por un “12 de Octubre en Libertad” que consiguió que el
acto fascista se trasladara a la montaña de Montjuic y que la manifestación antifas-
cista, convocada bajo el lema de “Fascismo nunca más, ni en Sants ni en ningún
lugar”, reuniera a más de 10.000 personas. En esta ocasión, se evidenció una capa-
cidad de organización y coordinación del movimiento con otros grupos sociales.
En el año 2000 el “efecto 12 de octubre” se extiende a otros movimientos
sociales, con la doctrina de “tolerancia cero”, manejándose técnicas policiales de
represión más duras y reactivas, propias de una “policía intensiva” que apunta más
a grupos e ideas políticas que a individuos y hechos concretos45. En el ámbito de las
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acciones informativas se utilizarán técnicas de “intoxicación mediática” que se
complementan o forman parte de las estrategias de “crispación previa” al inicio de
operaciones o acciones policiales durante la celebración de eventos de gran impor-
tancia simbólica. Cabe destacar en el 2000 el dispositivo policial llamado
“Operación Tambor”, organizado con motivo de los actos de protesta contra el des-
file militar en Barcelona, y que concluyó con más de 150 identificaciones, 18
detenciones, un desalojo y numerosas cargas policiales. Este dispositivo venía pre-
cedido por la difusión de un informe elaborado por la Brigada en el que se acusaba
a los antimilitaristas de “proetarras”. Hasta el propio ministro de Exteriores decla-
ró que detrás de las protestas antimilitaristas contra el desfile militar en Barcelona
se encontraba ETA, y que “grupos de proetarras preparan actos de sabotaje” (El
Periódico de Cataluña, 20/05/00). No obstante, en este episodio se produce una
importante reacción del Consejo de la Información de Cataluña, que adopta, en
noviembre de 2000, un acuerdo de condena ante la “criminalización mediática” de
los antimilitaristas realizada desde periódicos como La Razón, por considerar que
difundía como ciertas informaciones falsas46.
En este contexto se detecta un aumento en la proliferación de acciones infor-
mativas de las autoridades gubernamentales, caracterizadas por su mayor grado de
criminalización de la protesta. En los informes policiales difundidos a los medios
se realizarán todo tipo de conexiones o colaboraciones de los okupas con otras
organizaciones, desde la vinculación de los disturbios del 12 de octubre de 1999
con Jarrai —ahora ya tradicional y recurrente— hasta la más novedosa de GRAPO,
en junio de 200047. Esto también obliga al movimiento a dedicar mayores esfuer-
zos informativos y antirrepresivos que en la anterior etapa48.
2001.“Efecto ETA”. En este segundo momento, que se produce a partir de 2001,
ya no sólo se trata de la difusión a los media de genéricas e inconcretas acusaciones,
sino que se pasa a la acción con amplias operaciones antiterroristas contra algunas
personas relacionadas con la protesta okupa, acusadas de pertenecer a ETA en
Barcelona (la “red catalana de apoyo a ETA”) o GRAPO en Madrid.
El momento álgido de este proceso de criminalización sucede en enero de
2001 cuando la delegada del Gobierno de Cataluña relaciona a los okupas con la
organización armada ETA, al declarar que “activistas de estos colectivos van a
Euskadi, donde reciben de Jarrai adoctrinamiento ideológico y adiestramiento en
violencia de calle, como una fase previa a su colaboración más o menos activa con
ETA” (“Valdecasas vincula ETA con los grupos antisistema”, El Periódico de
Cataluña, 25/01/01)49. Estas declaraciones se realizan en el contexto de la deten-
ción de supuestos miembros de ETA acusados de integrar el “Comando Barcelona”
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y serán la excusa para intensificar la campaña de desprestigio y persecución poli-
cial contra los okupas y otros grupos alternativos, trasladando la política antiterro-
rista del País Vasco al resto del Estado.
El contexto represivo de esta etapa (1999-2001), sobre todo en 2001 con las
operaciones antiterroristas, tendrá importantes consecuencias para la protesta y el
aparato policial.
1) En la protesta. Se produce un cierto repliegue ante la severidad del con-
texto represivo, que obliga al movimiento a dedicar mayores esfuerzos
al campo antirrepresivo, donde se detectan, básicamente en Terrassa
—donde el movimiento siempre ha sido especialmente fuerte—, algunas
divisiones estratégicas a la hora de elaborar y difundir el discurso antirre-
presivo. Algunos sectores inician un proceso de reflexión sobre la necesi-
dad de conseguir una mayor apertura a la sociedad, sobre todo a partir de
las últimas ofensivas mediáticas gubernamentales. Por eso, podemos decir
que en esta etapa el movimiento tiende a centrarse más en la consolidación
de la amplia red antirrepresiva, configurando coaliciones más sólidas,
capaces de protagonizar acciones multitudinarias, como la manifestación
del 12 de octubre de 2000 en Barcelona, ante un contexto represivo mucho
más duro.
De todas formas, en esta etapa también se producen importantes acciones
de protesta de carácter reivindicativo, ya sea de tipo defensivo u ofensivo.
Del primer grupo destacaremos dos: las movilizaciones de protesta ante la
amenaza de desalojo del CSO Palomar en el barrio de San Andreu de
Barcelona —finalmente realizado en abril de 2002— y las protestas que evi-
tan el desalojo de Torreblanca en San Cugat del Valles en julio de 2000, con
una amplia movilización ciudadana (C-I, 2000). Del segundo grupo, tam-
bién destacaremos dos manifestaciones por su carácter innovador. La pri-
mera, la que en enero de 1999 recorre el centro de Barcelona para acabar
en una okupación masiva en la ronda Sant Pau50; y la segunda, la que reúne
en Barcelona a más de 4.000 personas, en abril de 2000, con el lema “Stop
Especulación”51.
2) En el aparato policial. La policía utilizará el nuevo escenario para practicar
re-lecturas de episodios represivos —como el de enero de 1999 en la UAB—,
donde la opinión pública se había posicionado claramente contra los exce-
sos policiales52. Por otro lado, este contexto también facilitará que las téc-
nicas de represión de los servicios secretos empiecen a tomar vida propia,
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promoviendo intereses propios a su dinámica interna de aparato represi-
vo, al estilo de grupos policiales autónomos como los “escuadrones espe-
ciales” de los antiguos servicios italianos. Así, los okupas acusan a la Brigada
de proteger e incluso de participar en agresiones fascistas contra ellos53.
Durante esta etapa, la mayoría de las acciones informativas de la Brigada
sobre los grupos alternativos tendrán una amplia y destacada inciden-
cia, sobre todo en cuestiones de terrorismo —dándose una veracidad casi
absoluta a la fuente policial dadas las características mediáticas del fenó-
meno (Rodrigo, 1991)— y eso dificultará aún más el acceso mediático de las
denuncias del movimiento contra la Brigada. Ese grado de “impunidad
mediática” conquistada por la Brigada, junto a un contexto general más
favorable hacia su actuación, seguramente provoca un grado de confianza
mayor en sus agentes, que en sus intervenciones dejan de adoptar anterio-
res cautelas o precauciones de protección. Ese relajamiento policial facili-
ta que los media ocasionalmente puedan captar algunas situaciones
represivas de la Brigada inéditas desde el punto de vista mediático.
“Efecto 24 de junio 01”. Un claro punto de inflexión de esa tendencia se produ-
cirá en Barcelona con la mayor controversia pública de los últimos años sobre una
de sus actuaciones durante la manifestación del 24 de junio de 2001, cuando mani-
festantes y periodistas pueden observar cómo sus agentes, camuflados y con palos,
intervienen al final de la marcha, junto a los antidisturbios.
Debemos recordar que la manifestación, convocada por más de 350 entidades
y colectivos en el marco de la Campaña contra el Banco Mundial, terminó con una
contundente carga policial contra el grueso de los manifestantes pacíficos que se
encontraban en la plaza Cataluña (23 detenidos y más de 60 heridos). Estos hechos
provocaron tal indignación en la mayoría de la sociedad catalana que un cente-
nar de entidades, sindicatos y partidos políticos presentaron una querella popu-
lar, dirigida por un grupo de abogados de la Comisión de Defensa del Colegio de
Abogados de Barcelona y avalada con más de 100 testigos y 13 horas de vídeo. En
síntesis, la tesis de la acusación es que existía un “plan criminal para crear una
confrontación” y que los policías actuaron de manera premeditada e injustificada
para evitar el éxito de la manifestación (El País, 4/07/01).
Lo más destacado del dispositivo desplegado, llamado “Operación Sellado”,
fue la coordinación en su ejecución de los antidisturbios y la Brigada de Informa-
ción (junto a la Brigada Internacional, un grupo especial de investigación formado
por europolicías), pero también la aparición pública de esta última, cuando, según
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muchos testimonios (diputados y regidores incluidos), actuaron como “agentes
provocadores” de la manifestación, participando en los alborotos para justificar
posteriormente la disolución de los antidisturbios (Asens, 2002).
El Ayuntamiento y la mayoría de los partidos catalanes también atribuyeron la
violencia a los policías infiltrados (El Mundo, 25/05/01) y el presidente del Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña calificó de auténtico peligro el modo de actuación
de la policía infiltrada, señalando que los policías “no tienen por qué llevar palos,
porque no es el arma reglamentaria y por lo tanto no tienen por qué ir con palos ni
barras de hierro” (El Mundo, 29/05/01).
Esa controversia pública, una de las mayores “tormentas políticas y sociales”
según los media, se generó en parte porque la represión se extendió a un sector más
amplio de la protesta. Por otro lado, existía abundante material videográfico y los
profesionales del periodismo fueron un blanco destacado de los excesos policiales.
A pesar de que resulta habitual que los fotógrafos de prensa que cubren los episo-
dios represivos se conviertan en blanco de las iras de la policía para evitar pruebas
de sus excesos o desmanes, en el 24-J se produjo contra ellos una represión espe-
cialmente selectiva y dura. Algunos fueran amenazados o agredidos verbal y físi-
camente, y eso facilitó una reacción generalizada de rechazo en el mundo del
periodismo. La Comisión de Defensa del Colegio de Periodistas de Cataluña emi-
tió un informe sobre las agresiones sufridas en el que se afirma que en “el decurso
de la manifestación, diversos profesionales de la información, en especial fotó-
grafos de prensa, no solamente sufrieron serios impedimentos a la hora de des-
arrollar su normal labor informativa, sino que fueron objeto de agresiones
físicas y verbales de todo tipo, así como de absoluto desprecio hacia las acredita-
ciones profesionales que llevaban y exhibían, entre ellas la del propio Colegio de
Periodistas de Cataluña” (24/06/01). La indignación es especialmente significati-
va en el colectivo de fotógrafos UPIFC, que dedicó el número 25 de su revista
L’Agenda de la Imatge a la delegada del Gobierno en Cataluña, contra la cual tam-
bién se querelló. Finalmente tan sólo se pudo identificar a uno de los antidistur-
bios que agredió a un periodista. Cuando es juzgado ante el Juez de Instrucción 32
de Barcelona, en su defensa alega que “tan sólo cumplía órdenes de sus superiores”
y es condenado en mayo de 2002.
Por tanto podemos decir que el final de este periodo se cierra con un contex-
to mediático más perjudicial para la policía y más favorable para la protesta, que
incide en el tratamiento mediático de situaciones represivas inmediatamente pos-
teriores, como la del desalojo de la Kasa de la Muntanya, el 17 de julio de 2001. Esta
vez la policía asalta, inesperadamente y sin orden judicial, el emblemático CSO
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Kasa la Muntanya del barrio de Gracia de Barcelona, con la excusa de la protesta
okupa ante el desalojo de un inmueble cercano. La operación policial se salda con
la detención de quince personas que se encontraban en el interior del inmueble.
En la calle, se producen acciones de protesta que finalizaron en fuertes enfrenta-
mientos con la policía, donde se detiene a dos personas y se producen diversos
heridos, como un joven que perdió un ojo por el impacto de una bala de goma (La
Vanguardia, 18/07/01)54.
La incidencia mediática de los disturbios posteriores, con titulares como
“Batalla okupa en Gracia” (Avui, 18/07/01) o “Valdecasas equipara okupas con
terrorismo de baja intensidad” (La Vanguardia, 18/07/01), revierte negativamente
sobre la situación legal de los detenidos —sobre los cuales la fiscalía pide prisión—,
pero el contexto mediático no es el mismo que en el 12 de octubre de 1999. La
anterior refriega policial está muy fresca y, además, unos días antes se había pre-
sentado la querella popular contra la actuación policial del 24-J de 2001, donde la
delegada del Gobierno de Cataluña era una de las principales querelladas.
La Delegación del Gobierno de Cataluña emite un comunicado en el que com-
para a los grupos alternativos de Barcelona con la kale borroka y se refiere a las accio-
nes de los radicales como “terrorismo de baja intensidad”55 (El País, 18/07/01).
Pero esa teoría criminalizadora crea un rechazo absoluto en las diferentes entidades
y partidos políticos, hasta el punto de que los media se hacen eco de su solitaria
posición con titulares como “El PP se queda solo en la denuncia de una kale borro-
ka en Cataluña”56 (El avui, 22/07/01). Además, en respuesta a esta acusación,
diversas entidades cívicas y partidos organizan una campaña de protesta que ter-
mina con una multitudinaria manifestación, con más de 7.000 personas, el 28 de
julio de 2001, bajo el lema “Stop brutalidad policial, Valdecasas Dimisión”.
CUARTA ETAPA (2001-2003). INCIDENCIA DE LOS “ATENTADOS DEL 11-S” DE 2001
Este periodo coincide con el desarrollo de la nueva era de la “guerra global perma-
nente” iniciada después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. El “terro-
rismo internacional” será la excusa en todo el mundo —desde Israel a Colombia—
para extender la represión al conjunto de los movimientos sociales reivindicativos
bajo una lógica de “guerra de la subversión” parecida a la desarrollada en las dicta-
duras de América Latina, donde la disidencia es el principal “enemigo interior” a
combatir como representante del “enemigo exterior”.
Esa dinámica involucionista no será ajena a Europa, cuando después del 11-S
decidió que la lucha antiterrorista fuera el “objetivo prioritario de la UE”, aprobando
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un conjunto de medidas normativas de carácter “ultraseguritario” —inspiradas en
la “cultura de la emergencia” de los años setenta— contra los “focos subversivos”,
que en realidad subvertirán los mismos fundamentos legitimadores de la UE. Así,
por ejemplo, la libertad de circulación del Tratado de Maastrich es subvertida por
el conjunto de medidas restrictivas como los bloqueos ilegales de los antigloba-
lización en fronteras que ya no existen. También se impulsa la policía europea
(Europol) y las listas de disidentes (Sirene), se aprueba el Eurojust, la nueva defi-
nición europea de terrorismo y el mandamiento europeo de detención (euroor-
den), que subvertirán derechos y garantías democráticas históricamente
consolidadas en el Estado de Derecho57.
En el interior de Europa se produce un escenario represivo inédito, sobre
todo en Italia y España. Así, a la vez que en Italia, en noviembre de 2002, se utiliza
el Código Rocco —código fascista que nunca antes se había utilizado— para acusar
de delitos de “conspiración política”, “subversión del orden constitucional y eco-
nómico” a los antiglobalización58, en España se utiliza la legislación antiterrorista
para acusar de “pertenencia a banda armada” a okupas, anarquistas e independen-
tistas por acciones de sabotaje político.
Si antes, en la etapa 1999-2001, las operaciones policiales antiterroristas
contra miembros de grupos alternativos buscaban el pretexto de un apoyo a orga-
nizaciones armadas como el GRAPO o ETA, ahora se observa una tendencia repre-
siva a considerar que ellos mismos pueden llegar a ser organizaciones armadas. Los
actos de la llamada “violencia urbana”, perseguidos como daños, desórdenes o
incendios, ahora son calificados directamente de “acciones terroristas” y a los
detenidos se les aplica la legislación antiterrorista.
En esta etapa cabe destacar tres episodios represivos, en forma de “operacio-
nes antiterroristas”, de estas características:
1) En octubre de 2002 un juez de Valencia ordena la detención de cuatro per-
sonas vinculadas al Centro Social Malas Pulgas, que permanecerán en pri-
sión hasta marzo de 2003, después de pagar fianzas millonarias. Durante la
operación policial se desaloja el Centro Social. El juez considera que se
trata de un “grupo en tránsito insurreccional violento” llamado “Malas
Pulgas”, una “asociación ilícita que comete acciones terroristas” contra
inmobiliarias. En este contexto, incluso una lista con nombres de perio-
distas se convierte en una lista de objetivos (Levante, 23/11/02).
2) En febrero de 2003, el juez Garzón dirigirá una operación policial de la
Brigada que se saldará con la detención e incomunicación bajo la ley
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antiterrorista de cinco anarquistas vinculados al movimiento okupa del
Baix Llobregat de Barcelona. En total serán siete personas imputadas
de “pertenencia a banda armada” por su supuesta participación en actos de
sabotaje contra cajeros automáticos. Dos ingresarán en prisión provisional
y después serán puestos en libertad bajo fianzas millonarias.
3) En abril de 2003 el mismo juez Garzón dirige otra operación contra tres
personas vinculadas a grupos alternativos de la localidad de Torà, a los que
envía a prisión, acusados también de “pertenencia a banda armada” por
hechos similares59.
Son muchas las explicaciones que se pueden encontrar a esta escalada repre-
siva, entre las que se puede destacar el afán incontenible o megalómano del juez
Garzón por ampliar su ámbito jurisdiccional60, pero está claro que ha tenido un
peso específico la agresiva posición ideológica antiterrorista de los EE.UU. La
emergente cultura jurídica de la emergencia o la excepcionalidad permite al presi-
dente del Gobierno español anunciar una “ofensiva legal por la seguridad, contra
el terrorismo y la delincuencia”, o sea el “we are at war” español con un doble obje-
tivo: satisfacer los “deseos emotivos de pena” de algunos sectores sociales permea-
bles a la actual “ideología seguritaria hegemónica” a la vez que desviar la atención
mediática o el creciente descontento ciudadano por ciertos disparates políticos
(Decretazo, el Prestige, el apoyo del Gobierno a la guerra de Irak…).
Por otro lado, los tres episodios descritos, como otros, obedecen a un contex-
to de envalentonamiento de la policía, que dispone de más facultades discrecio-
nales dado el mayor grado de autonomía de la autoridad ejecutiva. Los servicios
secretos aprovechan el nuevo contexto internacional para reabrir casos no resuel-
tos en la anterior etapa. Ahora no se inicia una investigación para esclarecerlos
—recogiendo las correspondientes pruebas—, sino que la estrategia policial
consistirá en presentar a los sospechosos detenidos como terroristas para así
poder aplicarles la legislación terrorista, que facilita la práctica de la tortura y la
posterior confesión, como denunció, en abril de 2003, el propio relator especial
del Comité Contra la Tortura de la ONU, Theo van Boben. Para ese torticero come-
tido el mejor destinatario es el juez Garzón, especialmente inactivo ante las denun-
cias por torturas y otros abusos policiales en la obtención de pruebas. La “lógica
preventiva” en boga permite también a la Audiencia Nacional mantener en prisión
provisional durante un largo periodo de tiempo a ciertos detenidos (como a los
16 magrebíes detenidos en Girona acusados de pertenecer a Al Qaeda, el llama-
do “Comando Dixan”) sin disponer de ninguna prueba o indicio incriminatorio,
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consolidándose una nueva cultura penal preventiva que facilita una praxis judicial
cada vez más reacia a la libertad provisional.
En este periodo, la lógica preventiva de la ofensiva policial empezó ya en el
julio de 2001 en Génova —con los militares en la calle, la utilización de armas,
carros blindados o gas prohibido por las Convenciones de Ginebra— y se expande,
después del 11-S, a otros países como España. La policía cargará bajo esa lógica
antes del inicio de las marchas y, además, con más facilidad sobre el grueso de las
manifestaciones —hiriendo tanto a los pacíficos como a los más extremistas—. Así,
las detenciones masivas de carácter preventivo no sólo se practican en las ciudades
norteamericanas —como en las movilizaciones contra la guerra de Irak— sino tam-
bién en Barcelona, cuando en la protesta convocada en el centro de Barcelona, el 12
de octubre de 2003, la policía organiza “filtros” previos a la marcha y detiene de
“forma preventiva” a unas 30 personas (El País, 12/10/03). También aumentan las
prohibiciones de celebraciones o reuniones públicas, acompañadas de barreras
policiales y otras actuaciones de carácter preventivo que terminan a menudo en
contundentes cargas: así, por ejemplo, en Barcelona se organiza una barrera poli-
cial que impide el inicio de la tradicional manifestación del 23 de abril de 2003,
disolviendo con cargas a los concentrados (El Periódico, 24/04/03) y en Madrid se
reprime con extrema dureza las protestas contra la guerra de Irak.
Con relación a la protesta okupa debemos decir que en este periodo pierde
visibilidad pública y cede su protagonismo a las importantes movilizaciones que se
producen en el contexto de la formación de un ciclo de protesta más global (la cam-
paña contra la globalización y el Banco Mundial en junio de 2001; las movilizacio-
nes contra la reunión del Consejo de Ministros de la UE en marzo de 2002; y
finalmente las acciones de masas contra la guerra de Irak, en el 2003), en las cua-
les participa de forma amplia. De hecho, resulta obvio que en este periodo los
Centros Sociales Ocupados, en una actividad menos visible, han contribuido a
crear las condiciones de aparición y eclosión del conjunto de movimientos socia-
les emergentes, difundiendo repertorios de acción más desafiantes —como la des-
obediencia civil o la acción directa—, e influyendo en que estos incorporen
experiencias y prácticas políticas —como el trabajo descentralizado y en horizon-
tal— aprendidas dentro del movimiento (Herreros, 2003). En Barcelona esas con-
fluencias entre la protesta global y la okupa se materializan en proyectos
innovadores como el del CSO Can Masdeu, okupado en el 2002, o en iniciativas
contra-informativas ambiciosas como los periódicos surgidos en el contexto de las
contra-cumbres de 2001 (EstàTotFatal) o de 2002 (Altaveu). Especial interés tienen
los “Espacios liberados contra la guerra” de 2003, protagonizados mayoritariamente
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por personas y colectivos ajenos al movimiento de las okupaciones pero que utili-
zan la okupación como medio de protesta. En este caso, la okupación de edificios y
espacios públicos no sólo se convierte en una herramienta que permite visualizar
el conflicto que genera la guerra de Irak, sino que además vincula la guerra exterior
con la guerra interior con lemas como “Otra guerra es posible” o “¿Cuál es tu gue-
rra?”, en referencia a problemas sociales como la especulación, la precariedad o la
inmigración.