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La esencia del capitalismo no se ha modificado, solo cambia su capacidad de explotación del trabajador

Silvio Amodei :: 17.06.20

Un avance sobre las nuevas condiciones del trabajador en la era digital

16.JUN.20 | PostaPorteña 2121

La esencia del capitalismo no se ha modificado, solo cambia su capacidad de explotación del trabajador

Por Silvio Amodei

20 de mayo de 2020

Un avance sobre las nuevas condiciones del trabajador en la era digital

“Con la aplicación de las tecnologías digitales en el mundo del trabajo han llegado diferentes transformaciones simultaneas. Brevemente: el modo de producción capitalista se concentra, los grandes grupos industriales más fuertes se consolidan; las figuras tradicionales del trabajo, a cualquier nivel, sufren cambios radicales; la productividad por cada uno de los trabajadores aumenta, el control a distancia del ciclo productivo se intensifica permanentemente”(1)

Con mucha simplicidad podemos constatar a nuestro alrededor que más allá del lugar físico o país donde habitamos comprobamos en esta cita una verdad que salta a nuestros ojos diariamente. Vayamos por partes, bastaría mirar alrededor de nosotros para preguntarnos cuáles y cuántos han sido los cambios que, en cada uno de nuestros trabajos, hemos visto asomarse en los últimos treinta años.

Es un hecho indiscutible que aproximadamente los grandes grupos industriales hoy transnacionales, desde la industria automotriz, transportes, cadenas de supermercados, el sector de las finanzas y tantos otros han concentrado sus fuerzas, es decir su capital, más allá de los países de origen de las marcas, para expandirse en intercambios comerciales acordes a sus planes de negocios.

Hasta acá nada de original, pero, quizás lo nuevo que ha llegado implica en su esencia un salto cíclico y el reacomodo del sistema capitalista. La fábrica como productora de bienes ha tenido un notorio cambio en su forma de producción con la llegada de la robótica y la informática permitiendo un aumento de la producción, el traslado de sus fábricas a países periféricos, disminuyendo el empleo de mano de obra y localizado los stocks de mercaderías en polos logísticos ubicados en zonas francas diseminadas en diferentes regiones geográficas. (2)

Por otra parte, cada uno de nosotros ofrece gratuitamente a Google, Facebook, Amazon, una enorme cantidad de datos que son transformados en “mercancía” y hace de nosotros clientes potenciales, y son utilizados por parte de las transnacionales para aumentar el consumo y el comercio de bienes y servicios. Solo me interesa hacer notar que en este momento, y así salta a la vista de manera desfachatada, cómo la llegada de internet y de las grandes empresas que se mueven en ese sector son hoy las grandes beneficiarias y de alguna manera las grandes transformadoras de este ciclo histórico. Las empresas digitales juegan a su vez un rol hegemónico en la conformación de las nuevas tendencias económicas y culturales que se manifiestan a partir del fin del siglo XX y reposicionan el capitalismo global del siglo XXI.

Es evidente que en este contexto el proletariado industrial, como lo conocíamos, ha sufrido cambios con la llegada de nuevas máquinas creándose empleos acordes a las nuevas y diferentes necesidades que tiene el capital tanto sea en la producción de bienes como en el stock y distribución de mercaderías y servicios. Las multinacionales realizan el diseño y el posicionamiento de marca, generalmente en las economías de altos ingresos, y en muchos casos dislocan geográficamente la producción de bienes y su logística en economías de bajos ingresos. Mientras que sus sedes legales se encuentran en los estados que les abren sus puertas bajo el amparo de la exoneración fiscal y las rebajas de impuestos (3)

Por otro lado en los diferentes continentes millones de trabajadores, han debido abrir sus propias empresas unipersonales (cuentapropistas) para lograr trabajar, pagando impuestos cada vez más altos, y que generalmente están ajenos a organizaciones sindicales y por lo tanto de convenios colectivos. En pocas palabras la flexibilización laboral conlleva dentro de sí misma la pérdida o recorte de beneficios que aun hoy conservan los trabajadores sindicalizados. Por un lado encontramos entonces a una masa importante de trabajadores públicos y fabriles sindicalizados (con ciertas garantías y derechos) a las mayores centrales sindicales de sus países, por otro lado crece la masa de trabajadores sin organización sindical (trabajadores geográficamente dislocados, cuentapropistas, precarios con contratos a término, trabajadores de la cultura, del sector turístico, choferes, etc.) los cuales prácticamente no poseen derechos laborales y sindicales. A su vez, crece mundialmente en forma continua, el ejército de desocupados.

La nueva clase trabajadora explotada y desprotegida se ve obligada a aceptar una nueva cultura de trabajo cada vez más alienante. Entre otras cosas asume que el actual distanciamiento social por el Covid 19 que obliga al teletrabajo tendrá mayores y mejores márgenes de libertad. El smartworking (trabajo inteligente) parecería ser ya una realidad, y lo que se discute en ámbitos empresariales es regular las diferentes problemáticas de organización del trabajo entre la empresa y el trabajador desregulado, (privacidad, horarios de trabajo o proyectos, tiempos y métodos de organización laboral). Para el capitalismo se hace imprescindible, necesario, obtener el consenso de masas y convencer al trabajador de que la moderna tecnología (aséptica y sin patrones es, además, democrática) a través de nuestro celular y de los instrumentos digitales nos brinda un futuro de nuevas oportunidades y mayores espacios de libertad.

Esta fantástica ilusión, es una nueva forma de colonización cultural a la que nos vemos sometidos y bombardeados por toda clase de medios de comunicación, fieles servidores de una nueva cultura del trabajo que hoy nos viene impuesta globalmente.

Creer que Internet es democrática y plural, es solo una triste ilusión. Basta solo ver las enormes ganancias que las corporaciones digitales acumulan día tras día. Las grandes corporaciones digitales se encuentran ligadas profundamente a la empresa manufacturera y a su vez a los estados poderosos como a sus servicios de inteligencia y represión.

Es de hacer notar que en este marco, y ya desde hace varios años, muchos pensadores han dado por muerta la lucha de clases. Olvidan que el aumento de la desigualdad social la genera el gran capital y el capitalismo global. Este ha generado con mucha rapidez una enorme concentración de riquezas en primer lugar hacia las multinacionales las cuales aplican sus políticas globales regionalmente de acuerdo a la situación concreta de cada estado

La contradicción fundamental, continúa siendo entre capital y trabajo. Entre los asalariados más allá de la forma del contrato de trabajo que el trabajador haya suscripto –individual o colectivo– y aquel o aquellos poseedores de los medios de producción cuya última finalidad es la producción y comercialización de los bienes o servicios que produce en mayores cantidades y a un menor costo. En definitiva, la esencia del capitalismo no se ha modificado, solo cambia su capacidad de explotación del trabajador, la voracidad en el desarrollo del aumento de producción y por consiguiente la necesidad de aumentar la demanda del consumo. La sociedad es impulsada a través de las necesidades intrínsecas del capital al aumento del consumo, independientemente de los problemas que ello traerá aparejado al planeta tierra y a las especies que lo habitan.

Esta nueva fase histórica del capitalismo del siglo XXI nos impone una nueva mercancía: la acumulación de datos que proporcionamos en forma gratuita a través de las múltiples plataformas digitales. Cada uno de nosotros produce, por lo tanto, consciente o inconscientemente una nueva mercadería: los datos, que son utilizados por el sistema para el desarrollo de nuevos bienes y servicios que serán “colocados”; es decir vendidos a cada uno de nosotros trabajadores/consumidores y a su vez los productores de la mercadería.

Es posible afirmar que jamás en la historia de la humanidad, a excepción quizás, de la época de la esclavitud, que desde la aparición de las plataformas digitales cada uno de nosotros ha proporcionado tanta materia prima (datos, que serán elaborados y sistematizados por las empresas del sector digital para ser transformados y comercializados como una valiosa mercancía) en forma de trabajo gratuito a quienes poseen la propiedad de los medios de producción.

El nuevo trabajador/a, aislado, distanciado socialmente, dislocado geográficamente, prestador de servicios es consumidor al mismo tiempo. Solo/a, en su casa, en muchos casos cuidando hijos, con contratos de trabajo flexibles, precarios, sin asistencia o con mínima asistencia social. Sin horario de trabajo, siempre pronto a responder a las necesidades de su líder o jefe.

Noticias de prensa informaban días atrás que mitad de sus 48 mil empleados de Facebook en EEUU ya están trabajando en sus casas (remotos) y prevén que de ahora en adelante sus nuevos empleados serán asumidos a condición de trabajar desde sus hogares. (4)

La llegada del Covid 19 permite a las grandes corporaciones de la información, de los servicios, etc., impulsar modificaciones a las ya precarias relaciones laborales, dislocar geográficamente el personal, etc. Cambiar la organización de trabajo, conlleva indudablemente al cambio en las relaciones políticas, sociales y culturales de la sociedad en su conjunto y obviamente a un nuevo y diferente contrato social que el capitalismo intentará imponer acorde a esta fase histórica.

Romper el aislamiento social, tanto material como cultural es central para lograr buscar formas múltiples, diferentes y concretas para defender y conquistar espacios nuevos de libertad y conciencia social.

Capítulo aparte merecen los científicos  o parte de ellos (para nada neutrales o imparciales), en sus idas y venidas sobre el Covid 19. Han proclamado como verdades “todo y el contrarío de todo” o si lo queremos decir con más claridad: “como te digo una cosa te digo la otra”. Nos han culpabilizado y han dado la motivación para que los gobiernos de turno nos recluyeran en nuestras casas avalando de esa forma la ruptura de todo tipo de sociabilidad. Cerradas empresas, escuelas, clubes deportivos, patrulladas las calles con drones, helicópteros, etc., policías y militares se han apropiado del espacio colectivo de las ciudades y pueblos. Países enteros en estado de emergencia, multas, etc. ¡Represión y violencia en nombre de la salud!

Todo impuesto desde la autoridad y avalado por sectores de la “ciencia”, aceptado y consensuado por la sociedad en su conjunto. Asistimos impasibles a un avance del control social, más desbastador, ideológicamente totalizante, que abarca geográficamente las poblaciones de todos los continentes en un mismo segmento de tiempo.

El impacto de estas políticas hace que recién ahora comienza a abrirse el debate y lentamente el periodismo, parte de la academia y una porción de hombres y mujeres comiencen a dudar de los protocolos, noticias y verdades absolutas a las que nos vimos sometidos con el constante bombardeo mediático de los últimos meses.

Los medios repiten diariamente que, “nada será ya como antes”. El mercado global indudablemente es quien en este momento impone las reglas entre el capital y el trabajo.

La pregunta que salta a la vista, es: ¿cómo y qué formas de organización política y social asumirá esta nueva clase trabajadora para no solo defender sus intereses, sino además pensar qué sociedad queremos?

Conocer y analizar colectivamente la realidad es el primer paso que el trabajador del siglo XXI deberá dar para encontrar instrumentos que le permitan luchar por una nueva sociedad más justa y equitativa.

Notas:

(1) La Societa Artificiale Renato Curcio Sensibiliallefoglie 2017.

(2) “El capitalismo cuando una crisis golpea, tiende a ser reestructurado. Nuevas tecnologías, nuevas formas organizacionales, nuevos modos de explotación, nuevos tipos de trabajo y nuevos mercados emergen para crear una nueva manera de acumular capital.” Nick Srrnicek Capitalismo de Plataformas Ed. Caja Negra.

(3) “Al uso de deuda corporativa por parte de estas empresas se lo debe ubicar por lo tanto en el contexto de una estrategia de evasión fiscal. Esto también es parte de una tendencia más amplia hacia el uso creciente de paraísos fiscales”. Países como Holanda e Irlanda alojan sedes legales de varias corporaciones multinacionales.

Reservas en el país y en exterior.

 

Reservas (miles de millones de dólares )

Montón en el exterior (miles de millones de dólares)

Monto en el exterior (porcentaje)

Apple

215.700

200.100

92,8

Microsoft

102.600

96.300

93,9

Google

73.100

42.900

58,7

Cisco

60.400

56.500

93,5

Oracle

50.800

46.800

92,1

Amazon

49.600

18.300

36,9

Facebook

15.800

1.800

11,4

Total

568.000

462.700

81,5

Fuentes: 10-Q o10-KSecurites and Exchange Commission archivosmarzo 2016

Nick Srnicek. Capitalismo de Plataformas. Ed. Caja Negra.

(4) Mark Zuckeberg declaro últimamente en diferentes medios: “vamos a ser la compañía más avanzada también en el trabajo remoto a nuestra escala” - 20 minutos Editora SRL. 


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