Los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, o sea, sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos, y la realización de esa producción de sí mismo como sistemas moleculares constituye el vivir
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¿Qué es la vida?
La pregunta es tan antigua que parece extraño que alguien contemporáneo haya podido dar una respuesta tan radicalmente innovadora como para influenciar áreas del conocimiento tan dispares como la neurociencia, la sociología, la computación, la literatura y la filosofía.
Ese hombre es el biólogo chileno Humberto Maturana y su teoría, desarrollada hace casi 50 años en conjunto con su exalumno y compatriota Francisco Varela, se llama “autopoiesis”.
“La pregunta básica que me hice fue qué es lo vivo y qué muere, o qué tiene que estar pasando en su interioridad en un ente para que yo, mirándolo desde afuera, pueda decir que es un ser vivo”, dijo Maturana a BBC Mundo.
Su teoría, publicada en una serie de trabajos desde principios de los años 70, fue “revolucionaria porque dio una respuesta para lo que antes no había”, agregó.
No en vano fue uno de los 23 investigadores invitados por la Fundación Nobel para exponer el sábado pasado en la conferencia “Nobel Prize Dialogue” realizada en Santiago de Chile.
Maturana no solo fue recibido con el anfiteatro entero ovacionándolo de pie, sino que Anil Seth, el neurocientífico británico con quien compartía panel, agradeció la oportunidad de estar junto al “legendario biólogo”.
“Leí sus obras por primera vez hace más de 20 años, cuando estudiaba para mi doctorado en la Universidad de Sussex, en Inglaterra, y me he inspirado en ellas desde entonces, como muchos otros científicos en el mundo”, dijo Seth.
El trabajo de Maturana, continuó, “es un maravilloso ejemplo del legado de la ciencia chilena”.
La obra de Maturana se centra en un término que acuñó combinando dos palabras del griego: “auto” (a sí mismo) y “poiesis” (creación).
“Los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, o sea, sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos, y la realización de esa producción de sí mismo como sistemas moleculares constituye el vivir”, afirmó el biólogo.
Según su teoría, todo ser vivo es un sistema cerrado que está continuamente creándose a sí mismo y, por lo tanto, reparándose, manteniéndose y modificándose.
El ejemplo más simple quizás sea el de una herida que sana.
La prestigiosa Enciclopedia Británica, que enlista a la autopoiesis como una de las seis grandes definiciones científicas de vida, explica: “A diferencia de las máquinas, cuyas funciones gobernantes son insertadas por diseñadores humanos, los organismos se gobiernan a sí mismos”.
“Los seres vivos -agrega- mantienen su forma mediante el continuo intercambio y flujo de componentes químicos”, los cuales son creados por el propio sistema.
Pero Maturana y Varela no solo respondieron qué es la vida, sino también qué es la muerte.
La autopoiesis, dijo Maturana a BBC Mundo, “tiene que estar ocurriendo continuamente, porque cuando se detiene, morimos”.
“Antes usted le preguntaba a un biólogo cómo es un ser vivo y no sabía qué contestar”, contó Maturana.
Sin embargo, tras publicar su teoría, “el vivir pasó a ser explicable”.
“Es un fenómeno de una dinámica molecular que constituye entidades discretas que son los seres vivos“, dijo el biólogo, quien también se define como filósofo.
De hecho, las palabras de Maturana muchas veces suenan más a una reflexión intelectual sobre la vida que a una definición científica y objetiva de la misma.-
Por ejemplo, para explicar ese cambio de paradigma que incitaron, afirmó: “Lo central es mirar el modo de vivir entre las distintas clases de seres vivos y eso contesta la pregunta de qué es estar vivo: no es la vida como una entelequia, sino que es la vida o el vivir como un proceso“.
Es que el eje de su obra aborda un tema tan amplio que hablar con él necesariamente implica exceder lo estrictamente científico.
Sobre la educación, opinó: “Lo fundamental en la educación es la conducta de los adultos. Los niños se transforman en la convivencia y va a depender de cómo se conduzcan los mayores con ellos, no solamente en el espacio relacional, material, sino en el espacio psíquico”.
Del lenguaje dijo que “no es un sistema de comunicación o transmisión de información, sino un sistema de convivir en las coordinaciones de los deseos, los sentires, los haceres, en cualquier dimensión del convivir que está ocurriendo”.
Incluso asesora organizaciones a través del Instituto de Formación Matríztica, que cofundó hace dos décadas junto a la docente Ximena Dávila, por lo que también se apasionó hablando de recursos humanos.
“Las personas generan todo lo que sucede en la empresa y lo fundamental es que estén haciendo lo que saben hacer de manera cuidadosa en el momento oportuno. Para que eso ocurra -explicó-, tenemos que escucharnos recíprocamente porque si no, resulta en incoherencias en lo que hacemos como comunidad empresarial”.
Es justamente esta diversidad y combinación de saberes que encarna Maturana lo que atrajo al dalái lama.
Hace 5 años, Maturana y Dávila visitaron en India al líder religioso y político, cuya extensa oposición no violenta a la ocupación del Tíbet por parte de China le hizo ganador del premio Nobel de la paz en 1989.
La web oficial del dalái lama presentó el encuentro con Maturana diciendo que “es el científico al que su santidad suele citar como la persona que le dijo que intenta no apegarse a su campo de investigación porque ello estropea la objetividad”.
Si bien hablaron de temas tan variados como el funcionamiento del cerebro, el lenguaje y los sentimientos en plantas y animales, Maturana recordó en particular su diálogo sobre la vida.
“La conversación fue esencialmente en torno a cómo vivimos, qué clase de vivir estamos haciendo y cómo estamos realizándonos como seres humanos”, contó.
“Fue en ese sentido una conversación filosófica a la vez que biológica y biológica cultural“.
Maturana detalló: “Él dijo que había aprendido conmigo el tema del desapego, porque en algún momento habíamos conversado sobre esto del dejar aparecer”.
“Con Ximena hemos mostrado que en las relaciones humanas lo fundamental es escucharse, pero para eso tenemos que dejar que el otro aparezca sin anteponer prejuicios, supuestos o exigencias. Ese es el desapego, según el dalái lama“, explicó.
Según el biólogo, el líder tibetano les dijo: “Ustedes tienen razón”.
Y, ya en su carácter de filósofo, agregó: “Lo central en la convivencia es escucharnos para poder hacer cosas juntos en el mutuo respeto, y sobre eso conversamos: sobre el dejar aparecer que viene a ser el amar”.
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