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La crisis también es personal: La pugna entre el individualismo y el común

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 06.07.20

Tuvieron que ser lxs feministas y lxs ecologistas los que retiraran el utilitarismo y el individualismo de las propuestas de nuevas relaciones, lxs feministas para recuperar las formas comunitarias, compartidas, horizontales, no jerárquicas de la vida cotidiana, y lxs ecologistas para hacerlo en común con la madre tierra, con lo que las dinámicas sociales se aproximarían al Buen Vivir de los pueblos originarios superando las formas religiosas de mirar el mundo para recuperar las formas espirituales, superando las formas estatales y partidarias de organización, y superando las formas económicas capitalistas mercantiles basadas en la propiedad para recuperar la libertad y el autogobierno desde abajo.
Por eso las ollas comunes, huertas y demás formas de expresión de la iniciativa autónoma del pueblo que despliega su potencia desde abajo representan una manera de ponernos a prueba y de forjarnos como seres no individualistas entendiendo que quienes comen y quienes cocinan somos los mismos aunque estemos en una u otra función alternadamente. No es limosna, sino la autopiesis.

La crisis también es personal: La pugna entre el individualismo y el común
 
Jaime Yovanovic (Profesor J)
 
 
“Si me quieres escribir ya sabes mi paradero: En el frente de batalla primera línea de fuego”
(Canción de la resistencia contra el golpe militar de Franco en la Península Ibérica)
 
“No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones”
(Alto dirigente del partido comunista chino)
 
En Chile tras el estallido social que hizo emocionarse a todo el mundo, fue apagado por la cuarentena que mandó a la gente a encerrarse en casa por la pandemia, y en todas partes los estados y las empresas aprovecharon de golpear duramente las condiciones de vida cambiando la economía, el trabajo, la centralidad del estado y las formas virtuales de relacionarse social y económicamente modernizando aceleradamente la estructura de comunicaciones y las formas de “trabajar” en casa operando a la distancia las tareas y estudios que encomiendan las empresas, al tiempo que modifican sustancialmente las metodologías de vigilancia y control de población.
Todo ello se ha conseguido sometiendo despiadadamente a los trabajadores de salud haciendo creer que es el estado el que se preocupa de la salud y la vida de la población, en tanto los operadores de salud están dejando la vida cayendo como moscas con una dignidad que brilla como el sol.
 
La orden de los gobiernos, del color que sean, es quedarse en casa, que “ellos” se encargarán de la salud y la vida enviando los delantales blancos por delante que no tardarán mucho en darse cuenta que están siendo utilizados como ratas de laboratorio.
Si eso queda así, la mortandad sería multitudinaria, pero la gente se ha dado cuenta y se ha puesto las pilas organizándose desde abajo por barrios, levantando ollas comunes, huertas y brigadas “Sólo el pueblo salva al pueblo” demostrando que no nos han podido meter el dedo en la boca.
 
El asunto es peligroso para el poder, que puede absorber tranquilamente las experiencias generosas al estilo limosna para pobrecitos que desarrollan las iglesias, las ONGs, los sindicatos y los partidos políticos, que como se hizo en dictadura, todos ellos corrieron a ponerse al alero del contubernio que hicieron los milicos con las burocracias de los partidos que nos han tenido mal y pésimo estos últimos años con la Concertación y la Nueva Mayoría a los que se sumó alegremente el Frente Amplio que ya no es tan amplio.
La mayor parte de las ollas comunes, huertas, brigadas y otros emprendimientos populares son realmente populares, sin partidos ni ases en la manga o cuchillo bajo el poncho.
Por ejemplo en Valparaíso no es secreto para nadie que la municipalidad dirigida por los que quedaron del frente amplio, hoy están apoyando o participando en varias ollas por la necesidad de abrirse camino hacia las próximas elecciones, o sea, generosos nada, pero así es el oportunismo hacer generosidad para con ello comprar conciencias agradecidas y votos, lo que descalifica totalmente el hecho.
Algunas personas sostienen que mientras más mejor, con lo que estamos de acuerdo, pero que no nos pidan dejar de mostrar el puñal escondido, que reconozcan que lo hacen con fines electorales. Otras personas sostienen que eso es revitalizar divisiones añejas de años anteriores, con lo que muestran abiertamente su oportunismo sin confesar que defienden a los partidos, que son ellos los que dividen al pueblo.
 
¿Necesitamos bastantes ollas y que coma bastante gente? Claro que sí, pero esta noche oscura ya la vivimos y sabemos que cuando podamos salir a la calle van a clavarnos el puñal que guardan y nos van a llevar nuevamente a la normalidad del hambre y la miseria.
¿Cuál es la mentalidad que impide que algunos vean la importancia de que el propio pueblo se está organizando en los barrios y sólo ven a los aparatos que hacen ollas y similares?
Por una parte están acostumbrados a que las soluciones vengan por fuera, por arriba, y se entregan a las instituciones, sea el estado, el municipio, la iglesia, la ONG o el partido. Eso es cómodo, es fácil ser generoso o solidario desde fuera y aplaudir a quien lo hace, porque se sigue quieto en el papel de observador o de opinólogo. Reconocer que el pueblo se organiza por sí mismo es reconocer que yo no lo hago. Y eso es muy complicado de reconocer.
 
Fácil es que uno se quede en casa con su emprendimiento y pueda vender pan o alguna otra cosa aplaudiendo las ollas, pero son pocos los que amasan para que la gente se alimente. El militante de partido puede hacerlo, pero lo hace por obediencia debida. La militante religiosa porque tiene dependencia a su autoridad pastoral o al supremo todopoderoso. Si lo miramos del punto de vista ético, podemos ver el enorme valor de quien amasa por amor, por los demás, por nosotros, por todos, ni por interés personal ni de un aparato.
A algunos no les importa, como a los chinos no les importa el color del gato y así los partidos al tener esa mentalidad utilitaria les da lo mismo si el ganso o el gallo es generoso o es disciplinado. “lo importante es que cace ratones”. Y Así los chinos por burócratas y utilitarios fueron a parar al más desarrollado capitalismo tecnológico del planeta. Pisoteando valores.
 
El Che Guevara había alertado a los cubanos lo que se venía cuando discutían la organización de los campesinos, que la dirección decidió que se eligieran de arriba-abajo, en cambio él proponía que se eligieran por localidades, luego por regiones y así se llegaría a una dirección nacional del campesinado revolucionario. Luego propone que el socialismo debía ser cotidiano, o sea parte de las formas de vida y relaciones cotidianas de la gente. Tampoco se lo aceptaron. Después propone que los incentivos del trabajo voluntario fueran estímulos morales, pero no se lo aceptaron y la burocracia optó por los estímulos materiales. Así el guevarismo no es una forma de lucha, sino una forma de vivir. Después ante la agresión yanqui, el partido comunista cubano se entrega a la Unión Soviética porque no le quedaba otra, pero Guevara sostiene que no se acepte el modelo económico leninista del cálculo económico, sino que se siga el modelo económico de la planificación centralizada mediante el cual se podía avanzar hacia la sociedad sin clases y el fin del estado. Tampoco se lo aceptaron y le juraron que los campesinos bolivianos se sumarían a la guerrilla del ELN y así lo dejaron morir sacrificado porque el partido comunista boliviano le cortó los vínculos con el campesinado y con las ciudades.
 
En fin que los gatos que comen ratones siendo de cualquier color finalmente se mostraron como capitalistas muriendo sus mejores cuadros y escapando millones de sus países.
 
Tuvieron que ser lxs feministas y lxs ecologistas los que retiraran el utilitarismo y el individualismo de las propuestas de nuevas relaciones, lxs feministas para recuperar las formas comunitarias, compartidas, horizontales, no jerárquicas de la vida cotidiana, y lxs ecologistas para hacerlo en común con la madre tierra, con lo que las dinámicas sociales se aproximarían al Buen Vivir de los pueblos originarios superando las formas religiosas de mirar el mundo para recuperar las formas espirituales, superando las formas estatales y partidarias de organización, y superando las formas económicas capitalistas mercantiles basadas en la propiedad para recuperar la libertad y el autogobierno desde abajo.
Por eso las ollas, huertas y demás formas de expresión de la iniciativa autónoma del pueblo que despliega su potencia desde abajo representan una manera de ponernos a prueba y de forjarnos como seres no individualistas entendiendo que quienes comen y quienes cocinan somos los mismos aunque estemos en una u otra función alternadamente. No es limosna, sino la autopiesis. Veamos lo que dice Humberto Maturana sobre la autopiesis:
 
La obra de Maturana se centra en un término que acuñó combinando dos palabras del griego: “auto” (a sí mismo) y “poiesis” (creación). “Los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, o sea, sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos, y la realización de esa producción de sí mismo como sistemas moleculares constituye el vivir”. Según su teoría, todo ser vivo es un sistema cerrado que está continuamente creándose a sí mismo y, por lo tanto, reparándose, manteniéndose y modificándose. El ejemplo más simple quizás sea el de una herida que sana.
“Los seres vivos mantienen su forma mediante el continuo intercambio y flujo de componentes químicos”, los cuales son creados por el propio sistema. La autopoiesis tiene que estar ocurriendo continuamente, porque cuando se detiene, morimos”.
 
Así decimos que el ser humanos no es un sujeto individual, sino un sujeto nosotros, un sujeto común, una comunidad, como hormiguero o enjambre, y que en el barrio al reconocer sus lazos con la naturaleza y unirse a ella, identifica su existencia en un nicho ecológico que se produce y reproduce a sí mismo continuamente.
 
Las ollas comunes y las huertas son por ahora los cordones umbilicales que nos unen a la madre tierra de la cual somos sus hijos y nuestros hijos son sus nietos.
 
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