Amparo Carvajal, cofundadora y actual presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), fundó el Comité Nacional de Defensa de la Democracia junto al rector de la UMSA, Waldo Albarracín y otras personalidades, nos entrega algunas visiones sobre la actualidad boliviana
Amparo Carvajal, la mujer emblemática en la defensa de los derechos humanos y la democracia boliviana, acaba de expresar un sentimiento que lo tenía guardado desde febrero de este año, cuando retornó de España y se enteró que la actual mandataria de transición decidió postularse para continuar en Palacio de Gobierno.
Dijo que con Jeanine Añez tenía muchas esperanzas, como cuando se aprobó la nueva Constitución Política del Estado y lloraba de emoción en Plaza Murillo, junto a otros activistas de derechos humanos, por la inclusión de sectores marginados a la vida nacional.
Relata que un día Añez le hizo una preferencia enviándole un hermoso ramo de flores porque la conocía desde Trinidad. “Cuando volví de España, donde permanecí dos meses por una operación de cataratas, me encontré que ella se había presentado, pues se me ha roto el alma, era de no creer. No es que me desencantó la noticia, pero para mí ya todo era igual”, dijo durante una entrevista con Erbol.
“Entró como Lidia Gueiler, dije país maravilloso; pero yo esperaba que ella le hubiese hablado claramente al pueblo, como esperé también del Evo, que con esa sencillez hubiera dicho bueno: vamos, vamos, perderemos este Legislativo, hubiéramos podido hablar”. Ahora todos estamos ciegos y ¡esto es un descalabro!”, exclamó la presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB).
Lúcida a sus 81 años, de los que 49 pasó en Bolivia como activista de derechos humanos en 17 golpes de estado y gobiernos democráticos, Amparo Carvajal tiene clara la película sobre la crisis política con poderes públicos enfrentados y la emergencia sanitaria por el coronavirus.
Parte de ver la causa del problema y apunta al referendo del 21F convocado por “el dueño de la nueva Constitución Política del Estado, Evo Morales”, a quien reconoce el derecho de llevar al pueblo a una consulta, pero no a desconocer el resultado.
Critica a algunos politólogos, periodistas y líderes políticos porque no van al fondo de la cuestión. “Este momento que estamos viviendo es culpa del Legislativo porque patrocinó a esa persona, a ese presidente (Evo Morales). Y ese Legislativo es cómplice del fraude electoral”.
Plantea que para salir de esta crisis política “tiene que haber una renuncia lógica del Legislativo” y que la presidente deja la candidatura, que el MAS y JUNTOS declinen participar de la carrera electoral. “Y si aceptan ya ese medio arreglo, esos primeros que han ganado con fraude, no tienen derecho (a participar de las elecciones), porque además lo demostraron huyendo. Ese binomio no”, afirmó la religiosa.
Propone que Añez se dedique a atender la crisis sanitaria porque también los militantes de Oscar Ortiz “vieron cómo quedaron de mal porque nunca hubieron podido acceder al gobierno” con el 4% que sacaron.
Explicó que para evitar se prolongue la crisis política, incluso después de las elecciones, únicamente participe el candidato que quedó segundo y otros postulantes, porque “de continuar así aunque vayamos a segunda vuelta esto no se va a arreglar”.
Señala que el actual servicio de salud en medio de la pandemia y educación es terrible, con unos maestros que paran y protestan teniendo sueldo fijo y unos trabajadores en salud que reclaman por seguridad para realizar su trabajo. Adicionalmente hay gente desempleada y otra que muere y no puede ser enterrada por el colapso de los cementerios.
Cree que la historia de Bolivia sigue siendo mal estudiada por los mismos bolivianos porque no acaban de entender su pasado y ya están escribiendo otra historia de crisis, al igual que pasó con Hernán Siles Zuazo, a quien asegura haber apoyado en 1982 en el rescate de la democracia de los gobiernos militares.
Recuerda también su respaldo a Evo Morales y sus visitas a Álvaro García Linera en la cárcel y luego en el gobierno, pese a que le advertían que éste era un jacobino, o a Sacha Llorenti quien en una ocasión saliendo del Banco Central le dio alcance para darle un beso en la mejilla y ella le decía: “espero que no fuera un beso traidor”.
“Un Estado nuevo no cae del cielo, tiene antecedentes, tiene valores que rescatar y los jóvenes deben investigar para no saltarse la historia”, declaró al indicar que no deja de soñar con una democracia más justa para tanta gente que conoció a lo largo de su vida como religiosa y educadora de niños en Bolivia.