Según una investigación publicada en la Revista Nature, islas de la Polinesia y pueblos originarios del continente tuvieron contacto hace 800 años.
Luego de realizar un estudio al ADN de 807 personas procedentes de 14 islas polinesias y poblaciones nativas americanas de la costa del Pacífico, desde México hasta Chile, se puede comprobar que hay una mezcla mestiza que se remonta hace 800 años aproximadamente.
El estudio fue realizado por científicos Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, en la que además participaron investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile.
En esta investigación se estimó que hace 32 generaciones atrás hubo una mezcla entre nativos sudamericanos y polinésicos luego de un viaje transoceánico, consignó la Revista Nature.
Sin embargo, hay teorías que apuntan a que el cruce del Pacífico pudo haberse realizado por polinesios que fueron hasta el este y llegaron a Colombia o Ecuador; o que sudamericanos viajaron hasta las islas del oeste.
“Estoy a favor de la teoría polinesia, ya que sabemos que los polinesios estaban explorando intencionalmente el océano y descubriendo algunas de las islas más distantes del Pacífico en el momento exacto del contacto”, indicó al respecto el autor principal de esta investigación, el genetista computacional de la Universidad de Stanford Alexander Ioannidis.
Esto va de la mano con que la batata, un vegetal, que era parte de la dieta básica de la Polinesia, tenía su origen en Sudamérica y Centroamérica. Al igual que la preparaciones como el curanto mapuche en Chile, con similitudes a recetas de la preparación de mariscos y aves en la Isla de Rapa Nui.
Asimismo, en las islas Mangareva y Palliser en el archipiélago Tuamotu y Fatu Hiva y Nuku Hiva en las Islas Marquesa, se descubrieron habitantes con un ADN cuyo material genético tiene un vínculo con los colombianos indígenas.
Incluso, habitantes de Rapa Nui también tienen ascendencia sudamericana.
“Los habitantes de Rapa Nui tienen dos segementos, uno más corto y otro más largo y por lo tanto, más reciente”, indica Ricardo Verdugo, investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
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Thor Heyerdahl y la aventura de la Kon Tiki
El explorador noruego emprendió el 28 de abril de 1947 una apasionante aventura: llegar a la Polinesia desde Perú en una balsa de madera a la que bautizó como Kon Tiki. Tras numerosas peripecias, la peligrosa travesía se saldó con éxito en agosto de ese mismo año
El 28 de abril de 1947, el aventurero y etnógrafo noruego Thor Heyerdahl aceptó el reto de la comunidad científica, que afirmaba que era imposible llegar a la Polinesia cruzando el océano Pacífico. Así, a bordo de una balsa, la famosa Kon Tiki, partió del puerto peruano de El Callao rumbo a los mares del Sur en compañía de cinco tripulantes y un loro.
Heyerdahl bautizó a su nave con este nombre polinesio al descubrir que en ciertas regiones de Oceanía se adoraba al mismo dios solar que las antiguas culturas preincaicas, al que llamaban Kon-Tiki Viracocha. Esa coincidencia, le llevó a pensar que no solamente los europeos podrían haber llegado a los archipiélagos del Pacífico, sino que también pudieron haberlo hecho los indígenas del Perú. Ante estas especulaciones, un grupo de antropólogos puso en tela de juicio las ideas de Heyerdahl y retaron al explorador a que demostrara tal afirmación.
Ante el desafío de la comunidad científica, Heyerdhal partió a bordo de una balsa de madera rumbo a los mares del Sur
Rumbo a los mares del Sur
Para llevar a cabo su aventura, Heyerdahl reclutó a cinco tripulantes, cada uno experto en una área concreta. El equipo puso rumbo hacia Ecuador en busca de la madera que usaría para la construcción de la balsa, y desde allí viajó hasta Perú donde se fabricaría. La expedición de Heyerdahl fue financiada con préstamos y además recibió donaciones del Ejército de Estados Unidos en forma de comida enlatada, sacos de dormir y diversos instrumentos de radio y medición. Para las funciones de coordinación entre la expedición y tierra firme, Heyerdahl contó con la inestimable ayuda de Gerd Vol, que entonces trabajaba en la embajada noruega en los Estados Unidos. La legación diplomática estuvo dispuesta desde el primer momento a asumir esa tarea convirtiéndose, de hecho, en el séptimo miembro de la expedición.
El éxito de la aventura
Varios expertos afirmaron que la balsa –construida con nueve troncos de 13,7 m de largo y 60 cm de diámetro, unidos entre sí con lazos de cáñamo, y con otros troncos unidos transversalmente de 5,5 m de longitud y 30 cm de diámetro– se desintegraría antes de llegar a su destino. Pero tras 101 días de navegación, el 7 de agosto de 1947, Thor Heyerdahl y sus cinco compañeros encallaron en un arrecife de coral en el atolón Rairoa, en el archipiélago Tuamotu, situado en la Poliniesia francesa, demostrando de esta manera que los antiguos indígenas de América del Sur podrían haber sido capaces de llegar con sus balsas a las islas del Pacífico.