Hacia a donde va China, en que dirección orienta sus esfuerzos y en que proyectos concentra su crecimeinto, todas esas interrogantes parecen definirse basándose en El mito de la Ruta de La Seda, una leyenda centenaria que revive, a través del presente reportaje seguimos La Nueva Ruta de La Seda esta gigantesca visión de fuerza, ímpetu y poder.
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Hacia a donde va China, en que dirección orienta sus esfuerzos y en que proyectos concentra su crecimeinto, todas esas interrogantes parecen definirse basándose en El mito de la Ruta de La Seda, una leyenda centenaria que revive, a través del presente reportaje seguimos La Nueva Ruta de La Seda esta gigantesca visión de fuerza, ímpetu y poder.
Fluyen cientos de millones de miles en acero, hormigón, en nuevas vías, puertos, carreteras, puentes, túneles, en 65 países, el mundo nunca ha visto nada igual.
Una idea que mueve a las personas, las impresiona y les afecta, que representa el éxito y el sufrimiento.
Una idea de China que quiere ir mas allá de si misma y que va ha cambiar el equilibrio mundial.
China se extiende hacia occidente, el camino hacia allí es la Ruta de La Seda, viajamos por dos rutas de China a Alemania, de Shenzhen a Duisburgo y por una ruta marina.
Presentamos a aporreadores y aporreadoras este trabajo, en dos partes, realizado para ZDF y la versión en español y difusión por la Deutsche Welle, DW, por Normen Odenthal y Thomas Reichart, reportaje que presenta una visión occidental de este majestuoso proyecto.
Es una gigantesca red de infraestructuras. En Pekín afirman que todos se beneficiarían de la nueva Ruta de la Seda. Sin embargo, este reportaje de dos partes muestra algo más: Se trata de plan estratégico de ramificaciones geopolíticas y económicas La antigua Ruta de la Seda es un mito, la nueva Ruta de la Seda, un proyecto gigantesco real. China quiere rediseñar la red de conexión global. Se trata de infraestructura: una red de carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos entre Asia y Europa.
Un equipo de reporteros viaja por mar y tierra a lo largo de la nueva Ruta de la Seda y muestra cómo China, con el programa de inversión más grande de la historia, está expandiendo su influencia por todo el mundo.
El viaje se inicia en Shenzhen, en el Delta del Río de las Perlas. Aquí es donde comenzó hace cuarenta años el legendario ascenso de China a una superpotencia económica. El experimento con las fuerzas desatadas de una economía de mercado privada convirtió a Shenzhen en una mega metrópolis.
Un equipo viaja en un buque de contenedores hacia el sudeste asiático. Primera parada: la ciudad portuaria de Sihanoukville, en Camboya. Entre la población se comenta que ahora se podría viajar a China sin pasaporte y sin salir del propio país. ¡Porque Sihanoukville es prácticamente China! Humor negro contra un desarrollo que disgusta a muchos camboyanos. Casi todo lo que se ha construido aquí recientemente fue financiado por los chinos: La ampliación del puerto, nuevas carreteras, puentes y fábricas. Muchos camboyanos sienten que son los perdedores del auge de China. El aumento de los precios y los alquileres hace que los pobres sean aún más pobres. Para los propietarios de tierras y viviendas, por otro lado, se avecinan tiempos dorados.
En Myanmar ya se está formando una resistencia. En Kachin, los residentes locales han protestado con éxito contra el proyecto de una represa: “¿Cómo puede ser que los chinos produzcan energía para China en nuestras tierras, mientras que nosotros mismos carecemos de electricidad en nuestras viviendas?”, preguntan. El gobierno puso el freno de emergencia y el gran proyecto de la represa no superó los primeros pilares de hormigón en el río.
La autopista Karakorum desde Kashgar, en China, pasando por el techo del mundo hasta Islamabad, en Pakistán, es una de las carreteras más difíciles y peligrosas en un impresionante paisaje montañoso. Los tramos de carretera terminados a menudo vuelven a destruirse al quedar sepultados por derrumbes y desprendimientos de rocas. Es como si Karakoram quisiera negarle a China el estratégico acceso al Mar Arábigo. En Islamabad finaliza la primera parte de este reportaje.
La nueva Ruta de la Seda. Un proyecto colosal. Debe conectar a China con Occidente. Es un proyecto de infraestructura gigantesco. Todo el mundo debería beneficiarse de la nueva Ruta de la Seda, dice Pekín. Pero este documental dividido en dos partes también apunta que, sobre todo, China quiere ayudarse a sí misma. Es geopolítica.
La legendaria ruta comercial abre el camino de China hacia el poder global.
Los autores viajan hacia poniente de dos maneras: un equipo sigue la ruta marítima, a lo largo de la cual China está construyendo sus emporios, mientras que el otro recorre la antigua Ruta de la Seda, a través de Asia Central.
En su viaje, descubren paisajes asombrosos, lugares mágicos y caravasares ancestrales, donde el mito de la Ruta de la Seda aún sigue vivo.
Al mismo tiempo, se encuentran con nuevas y poderosas influencias a través de las megaconstrucciones y de las grandes áreas de transbordo de mercancías de China.
En todas partes, la gente espera que el comercio y el intercambio de bienes les traiga trabajo y prosperidad; a ellos y a sus hijos. Como con la antigua Ruta de la Seda, hace cientos de años. Otros temen que el futuro bajo el signo del dragón chino no les deje nada bueno.
“El agua limpia, las montañas, la naturaleza son mucho más importantes que todo el dinero que nos dan”, escuchan los cineastas en Kirguisia. Porque las inversiones chinas no sólo trajeron al país mejores carreteras, líneas eléctricas y ferroviarias, sino también daños ambientales, corrupción y un sinfín de deudas.
Omán es otra escala. Aquí, China se ha asegurado una parte considerable de la nueva zona económica especial en la ciudad de Duqm. En Sur, la antigua ciudad portuaria, se construyen barcos en el astillero de Jali al-Erami, pero de forma tradicional. Barcos que en el mercado internacional no tienen salida. En el horizonte se observan grandes buques portacontenedores, muchos de ellos bajo pabellón chino.
En la francesa Marsella, la gente sueña con que la ciudad se convierta en la cabeza de puente de la nueva Ruta de la Seda. Un pequeño grupo de contenedores en las colinas sobre la ciudad delata el comienzo: “Marseille International Fashion Center”, o abreviado, “MIF 68″. Se supone que el número de la suerte chino, el 68, aportará sólidas ganancias al nuevo centro de transbordo para las mercancías provenientes de China. Aquí se desembarcan textiles baratos del Lejano Oriente para ser distribuidos por toda Europa. El reportaje, presentado en dos partes, muestra la dimensión de este gigantesco proyecto que, al parecer, el gobierno chino ha diseñado al detalle.
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