Además de los artículos que publicó constantemente en su columna Una voce en el sitio web de Quodlibet entre el 26 de febrero de 2020 y el 11 de mayo de 2020, incluye algunas modificaciones de los mismos, así como una Advertencia, un texto rechazado por el Corriere della sera («¿En qué punto estamos?»), una entrevista con la Radio Pública de Suecia («La nuda vida»), una entrevista con la revista griega Babilonia («Polemos epidemios») y un texto inédito («El derecho y la vida»).
A continuación compartimos la traducción de la contraportada, el índice y la Advertencia que lo inaugura, con los respectivos enlaces a las traducciones en castellano. Asimismo, con el acceso al libro completo ha sido posible corregir las traducciones de los textos en conformidad con los cambios de Agamben, así como compartir en Artillería Inmanente este PDF donde se incluye la traducción integral del libro ¿En qué punto estamos?
Agamben ha recogido en este libro todas sus intervenciones sobre la emergencia de salud por la que estamos pasando. Más allá de las denuncias y de las descripciones puntuales, los textos proponen de diversas formas una reflexión sobre la Gran Transformación que se está produciendo en las democracias occidentales. En nombre de la bioseguridad y la salud, el modelo de las democracias burguesas con sus derechos, sus parlamentos y sus constituciones está dando paso en todas partes a un nuevo despotismo en el que los ciudadanos parecen aceptar limitaciones sin precedentes a las libertades. De ahí la pregunta urgente que da título a la colección: ¿en qué punto estamos? ¿Cuánto tiempo estaremos dispuestos a vivir en un estado de excepción que se prolonga continuamente y cuyo final no se consigue vislumbrar?
Índice
Advertencia
9. La nuda vida (entrevista con Ivar Ekman en la Radio Pública de Suecia, 19 de abril de 2020)
14. Polemos epidemios (entrevista con Dimitra Pouliopoulou para la revista griega Babilonia, 20 de mayo de 2020)
Otras intervenciones no incluidas
Advertencia
El barco se está hundiendo y estamos discutiendo sobre su cargamento.
Girolamo
He recogido aquí los textos que escribí durante los meses del estado de excepción por la emergencia sanitaria. Se trata de intervenciones puntuales, a veces muy breves, que tratan de reflexionar sobre las consecuencias éticas y políticas de la llamada pandemia y, al mismo tiempo, de definir la transformación de los paradigmas políticos que las medidas de excepción estaban diseñando.
Más de cuatro meses después del comienzo de la emergencia, es, de hecho, el momento de considerar los acontecimientos que hemos presenciado en una perspectiva histórica más amplia. Si los poderes que gobiernan el mundo han decidido aprovechar el pretexto de una pandemia —en este momento no importa si es verdadera o simulada— para transformar de arriba a abajo los paradigmas de su gobierno de los hombres y las cosas, esto significa que esos modelos estaban a sus ojos en un declive progresivo e inexorable y ya no se adaptaban a las nuevas exigencias. Así como ante la crisis que sacudió al Imperio en el siglo iii, Diocleciano y luego Constantino introdujeron esas reformas radicales de las estructuras administrativas, militares y económicas que culminarían en la autocracia bizantina, del mismo modo los poderes dominantes han decidido abandonar sin pesar los paradigmas de las democracias burguesas, con sus derechos, sus parlamentos y sus constituciones, para sustituirlas por nuevos dispositivos cuyo diseño apenas podemos vislumbrar, probablemente aún no del todo claro incluso para quienes están trazando sus líneas.
Sin embargo, lo que define la Gran Transformación que tratan de imponer es que el instrumento que la hizo formalmente posible no es un nuevo canon legislativo, sino el estado de excepción, es decir, la pura y simple suspensión de las garantías constitucionales. En esto ella presenta puntos de contacto con lo que ocurrió en Alemania en 1933, cuando el nuevo canciller Adolf Hitler, sin abolir formalmente la constitución de Weimar, declaró un estado de excepción que duró doce años y que de hecho desbarató el dictado constitucional aparentemente mantenido en vigor. Mientras que en la Alemania nazi el despliegue de un aparato ideológico explícitamente totalitario fue necesario para este propósito, la transformación que estamos presenciando opera a través del establecimiento de un terror sanitario puro y simple y una especie de religión de la salud. Lo que en la tradición de las democracias burguesas era un derecho del ciudadano a la salud se convierte, sin que la gente parezca darse cuenta, en una obligación legal religiosa que debe cumplirse a cualquier precio. Y por muy alto que sea este precio, hemos tenido amplias posibilidades de medirlo y presumiblemente seguiremos haciéndolo cada vez que el gobierno lo considere nuevamente necesario.
Podemos llamar «bioseguridad» al dispositivo de gobierno que resulta de la conjunción de la nueva religión de la salud y el poder estatal con su estado de excepción. Es probablemente el más efectivo en la historia de Occidente hasta la fecha. De hecho, la experiencia ha mostrado que una vez que está en cuestión una amenaza para la salud, los hombres parecen dispuestos a aceptar limitaciones de la libertad que nunca soñaron que podrían tolerar, ya sea durante las dos guerras mundiales o bajo las dictaduras totalitarias. El estado de excepción, que se prorrogó hasta el 31 de enero de 2021, será recordado como la suspensión de la legalidad más larga de la historia del país, aplicada sin que los ciudadanos o, sobre todo, las instituciones diputadas hayan tenido nada que objetar. Después del ejemplo chino, Italia ha sido precisamente para Occidente el laboratorio donde se experimentó la nueva técnica del gobierno en su forma más extrema. Y es probable que cuando los futuros historiadores hayan aclarado lo que realmente estaba en juego en la pandemia, este período aparezca como uno de los momentos más vergonzosos de la historia italiana y quienes la guiaron y gobernaron como irresponsables sin ningún escrúpulo ético.
Si el dispositivo jurídico-político de la Gran Transformación es el estado de excepción y el religioso es la ciencia, en el plano de las relaciones sociales ha confiado su eficacia a la tecnología digital, que, como ya es evidente, hace un sistema con el «distanciamiento social» que define la nueva estructura de las relaciones entre los hombres. Las relaciones humanas tendrán que evitar la presencia física en la medida de lo posible en todas las ocasiones y se llevarán a cabo, como ya ocurría de hecho con frecuencia, mediante dispositivos digitales cada vez más eficaces y extendidos. La nueva forma de la relación social es la conexión y quienes no están conectados tienden a ser excluidos de cualquier relación y condenados a la marginalidad.
Lo que constituye la fuerza de la transformación en curso es también, como sucede a menudo, su debilidad. La propagación del terror sanitario ha necesitado un aparato mediático acorde y sin fallos, que no será fácil de mantener intacto. La religión médica, como toda religión, tiene sus herejías y sus disensos y ya desde muchas voces autorizadas se ha impugnado la realidad y la gravedad de la epidemia, que no puede ser sostenida indefinidamente por la difusión diaria de cifras sin ninguna consistencia científica. Y es probable que los primeros en darse cuenta de ello sean precisamente los poderes dominantes, que, si no presintieran estar en peligro, ciertamente no habrían recurrido a dispositivos tan extremos y deshumanos. Desde hace décadas se ha producido una pérdida progresiva de legitimidad de los poderes institucionales, que no han sido capaces de detenerla más que a través de la producción de una emergencia perpetua y la necesidad de seguridad que ella genera. ¿Cuánto tiempo más y de qué manera se puede prolongar el actual estado de excepción? Lo que es seguro es que serán necesarias nuevas formas de resistencia, a las que deberán comprometerse sin reservas quienes no renuncien a pensar en una política venidera, que no tendrá ni la forma obsoleta de las democracias burguesas ni la del despotismo tecnológico sanitario que las está sustituyendo.