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Chile: Los cuatro ejes principales de las ollas comunes

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 15.07.20

La olla común reúne y sintetiza cuatro grandes principios del cambio civilizatorio: lo primero es eliminar la diferencia entre lo público y lo privado, lo segundo es acercar la naturaleza y la ecología a lo cotidiano, lo tercero es reunir a los vecinos a interactuar, a conocerse, a confiar y sentar las bases de la gran familia del barrio, el común, la comunidad, y lo cuarto es aprender que es allí donde está la administración barrial y el autogobierno del pueblo.

LOS CUATRO EJES PRINCIPALES DE LAS OLLAS COMUNES

 

La olla común reúne y sintetiza cuatro grandes principios del cambio civilizatorio: lo primero es eliminar la diferencia entre lo público y lo privado, lo segundo es acercar la naturaleza y la ecología a lo cotidiano, lo tercero es reunir a los vecinos a interactuar, a conocerse, a confiar y sentar las bases de la gran familia del barrio, el común, la comunidad, y lo cuarto es aprender que es allí donde está la administración barrial y el autogobierno del pueblo.

 

Sea cual fuere la forma o modalidades del surgimiento de la olla o comedor popular, estos cuatro principios operan como una pedagogía de la acción o una filosofía del hecho, pues son formativos en la medida de su permanencia y multiplicación, o sea que más va a influir en comportamientos, reflexiones y ejemplos cuanto más ollas se hagan en barrios y poblaciones, pues se va  imponiendo como escuela y generando nuevos usos y costumbres nacidos del seno del pueblo y no en la mentalidad de arquitectos-sociólogos de las burocracias universitario-profesionales que se incrustan en las marañas dominantes tras ser subsumidos, abducidos y asimilados por el poder y el dinero en la escuela individualista en que nos han tenido hasta ahora.

 

LA ELIMINACIÓN DE LA DIFERENCIA ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

 

Normalmente se cocina y se come en casa y separados de los vecinos sin tomar en cuenta que el trabajo doméstico es enorme y agotador, lo que sumado a los cuidados de niños, enfermos y abuelitos, hacen de la mujer, en especial la madre, un sinónimo de mula de carga. Así, tal cual. Hay que sacarse el sombrero preguntándose cómo aguantan, mientras el macho, poseedor de una fuerza física muy superior que destina para servir a un patrón a cambio de migajas, tiene la osadía de pegarle o de matarla si no se somete a su santa voluntad, a la dominica potestas (potestad o derecho de dominio).

 

Pero esa es la educación recibida, de modo que ni el hombre es culpable de ese dominio hogareño y servilismo externo, ni la mujer es culpable de resignarse y aguantar. La liberación de esos comportamientos patriarcales es una tarea de ambos, en conjunto. Para comenzar se recomienda conversar entre todos los miembros del hogar y distribuir equitativamente las labores domésticas y de cuidado, lo que permitirá una mejor actitud y relacionamiento interno.

 

Es impresionante constatar como son esas mismas mujeres agotadas en el hogar, las que dan fuerza, brillo, alma y savia a las ollas comunes, donde no son explotadas y el cariño de madre se distribuye hacia los vecinos como gallina cuidando los polluelos. El carácter liberador de las ollas comunes no está en “liberarse del trabajo doméstico”, pues el trabajo es aún mayor, sino en la enorme satisfacción, ternura y alegría que da el entregar el mismo esfuerzo que hace como titán del hogar, hacia afuera sin obligación o limitación ninguna, lo que hace pensar que las mujeres son infinitas, que su amor es gigante, y es allí justamente donde radica el secreto del común, la comunidad, la forma de vivir compartiendo que siempre existió antes del patriarcado.

En la olla común no tiene cabida el patriarcado, pues es un reordenamiento y potenciamiento de funciones: la misma que se hace en el hogar y sin retribución material ninguna (no es que reivindiquemos la retribución económica de las tareas domésticas, lo que sería espantoso en términos de entrega a las relaciones mercantiles capitalistas, sino que reivindicamos la democratización interna y distribución equitativa de las labores domésticas y de cuidado), esa misma es la que se hace en la olla común, y ahí está su carácter pedagógico, pues todos, hombres, mujeres y los otros modos de entender y practicar la sexualidad, todos se reparten las tareas y nadie hace el quite.

 

ACERCAMIENTO DE LA NATURALEZA Y LA ECOLOGÍA A LO COTIDIANO

 

La tarea positivista o meramente funcional de los ecologistas o ambientalistas se entendía –y se menospreciaba- que era cuidar y amar lo árboles para luego verlos como quienes iban a donde estaban los árboles, los cuidaban y les ponían cartelitos con su nombre y criticaban los modos de dañar la madre tierra hasta llegar a la crítica de los transgénicos, la lucha contra hidroeléctricas, etc.

 

Hoy se entiende que la naturaleza está en todas partes y nutre nuestras ollas comunes, nuestro barrio y nuestras vidas. Las ollas necesitan vegetales, frutas, legumbres, aliños, etc. que hoy día conseguimos comprando, reciclando, pidiendo, etc. pero aún están subordinados a las redes mercantiles, precios, transporte, etc., por lo que algunas ollas están estimulando la creación de huertas para contar con sus propios alimentos, lo que deberá de ampliarse masivamente.

 

INTERACCIÓN DE VECINOS EN CONSTRUCCIÓN DE COMUNIDAD

 

Reunir a los vecinos a interactuar, a conocerse, a confiar y sentar las bases de la gran familia del barrio, el común, la comunidad, es uno de los principios fundamentales del cambio civilizatorio y la olla común es un día uno de sus componentes y ejes de la labor del barrio, pues cumpliendo la función de combatir el hambre está tejiendo una nueva forma de relacionarse que en muchos casos es forma vieja o ancestral.

 

LA ADMINISTRACIÓN BARRIAL Y EL AUTOGOBIERNO DEL PUEBLO

 

Las ollas comunes en conjunto con las huertas, brigadas de apoyo mutuo, brigadas sanitarias, brigadas pedagógicas y otros medios de autoorganización y autogestión social constituyen el campo de iniciativas posibles para desarrollar el protagonismo social autónomo y autogobernante desde el barrio a la población y desde allí a la comuna propia, la comuna autónoma, cuyo conjunto articulado horizontalmente con las formas de vida y organización de los pueblos originarios a los cuales habrá que devolver los territorios ocupados, pueden determinar algún tipo de pacto social que sustituya la constitución y reemplace la vieja estructura vertical del estado colonial que nos dejaron los europeos.

 

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