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La cara oculta de los sindicatos en Uruguay

Posta Porteña :: 03.08.20

el sindicalismo uruguayo no ha aprendido las lecciones de la URSS y por eso fue virando hacia prácticas estalinistas.

31.JUL.20 | PostaPorteña 2133

La cara oculta de los sindicatos en Uruguay

Por César Bianchi

 

Urruzola: “En los sindicatos hay una cultura de la opacidad y el secretismo”

 

La periodista acaba de publicar un libro sobre el movimiento sindical. “El PIT no tiene personería jurídica para que no lo intervenga el MEC”, opinó.

César Bianchi Montevideo Portal 23/7/20

María Urruzola dice, con un pie en el avión que la llevará a Suecia a visitar a sus hijos y nietos, que a su edad -66 años- ya no tiene la energía para vivir la adrenalina que impone un medio de comunicación hoy en día. Pero sigue ejerciendo el periodismo a través de investigaciones de largo aliento, que luego publica en forma de libros. Así lo hizo alguna vez con el proxenetismo y la trata de blancas (su libro El huevo de la serpiente fue best-seller e inspiró la exitosa película En la puta vida) o la biografía del extinto tupamaro devenido en hombre de gobierno, Eleuterio Fernández Huidobro. Ahora, Urruzola acaba de publicar La cara oculta de los sindicatos en Uruguay (Lucha, pero no mucha), de editorial Planeta, donde interpela duramente al movimiento sindical uruguayo.

Urruzola, quien se define como una mujer de izquierda, dice -entre otras cosas- que los sindicalistas “deberían ir a terapia para ver dónde están parados”, que los sindicatos han perdido vigencia y legitimidad como voceros del anticapitalismo a manos del movimiento feminista o los ambientalistas. Señala el hermetismo y la opacidad que hay cuando se les piden números de sus finanzas, lo intolerante que es el PIT-CNT ante el surgimiento de voces discordantes que pongan en tela de juicio su hegemonía, y la “puerta giratoria” entre el mundo sindical y el político, con arraigo en sillones de gobierno. Esto, cree, se hizo carne durante los gobiernos del Frente Amplio y le hizo mal al sindicalismo y al partido.

Para la escritora, el sindicalismo uruguayo no ha aprendido las lecciones de la URSS y por eso fue virando hacia prácticas estalinistas.

-¿Por qué te dedicaste al periodismo? ¿Por vocación?

-Bueno, yo soy hija de un periodista (Juan Carlos Urruzola), que se dedicó toda la vida  al periodismo. Trabajó en todos los medios que tuvo el Partido Comunista, desde el primer Justicia. Él fue autodidacta, por supuesto, y decía que yo iba a ser periodista. Y subliminalmente me fue dando las enseñanzas básicas del periodismo, me las repetía y repetía. Y además me crié adentro de un diario, en El Popular. Ir al diario, estar ahí, ir a los talleres y estar con los linotipistas, yo me crié ahí. Ver los turnos, los cierres. Yo voy a escribir un libro sobre mi viejo; el libro se va a llamar Pasó algo en el diario. Porque muchas veces preguntábamos: “¿Y papá?” y mamá nos contestaba: “Pasó algo en el diario”. Mi viejo era el jefe de la sección Internacional, entonces ese “algo” podía ser una guerra, un atentado, un golpe de Estado en Indonesia…

-A principios de los ‘90 investigaste para Brecha el tráfico de personas y la trata de blancas, reporteo que derivó en el libro El huevo de la serpiente (1992), que a su vez inspiró a Beatriz Flores Silva para llevar la historia al cine en lo que fue En la puta vida. ¿Qué te dejó, como periodista, esa investigación? ¿Qué significó en tu carrera?

-Significó un gran impacto en la sociedad uruguaya. En mi vida personal significó también un gran impacto, porque descubrí un Uruguay que no conocía, porque me vi involucrada en unas peripecias absolutamente de película, porque me amenazaron, porque sentí el miedo que la sociedad tenía. Tal vez a nivel profesional lo que me dejó fueron muchas preguntas: el poder de los intocables, el temor de los jueces a meterse en ciertos temas, hasta donde la sociedad estaba dispuesta a mirarse en el espejo, interrogantes que 28 años después siguen presentes. Vos sabés, porque sos periodista, que nuestro único capital son las fuentes. Así que me dejó fuentes. Pero a nivel personal creo que me dejó más cosas que a nivel profesional. A nivel personal fue un antes y un después.

-En 2017 publicaste Eleuterio Fernández Huidobro: sin remordimientos. ¿Cómo crees que recordará la historia al Ñato Huidobro?

-La historia nunca tiene una sola lectura de las cosas, porque la historia es como aquellos hechos importantes de una colectividad que permanentemente se están revisitando. Entonces no creo que la historia lo recuerde de una sola manera. Cuando se recuerde quiénes eran los tupamaros, lo recordarán de una manera. Tal vez la historia lo recuerde sobre todo por el papel que jugó en el Ministerio de Defensa y la reinstalación de (la logia militar) Tenientes de Artigas en los mandos del ministerio, que con Azucena Berrutti había empezado un proceso de volver civil las direcciones del Ministerio de Defensa, y el Ñato rebobinó todo eso.

Seguramente la historia lo recuerde también como el padrino de Manini Ríos. Fijate que en mi libro, en la primera página yo pongo las palabras del comandante en jefe del Ejército en su velorio, que era Manini, donde dice que se está muriendo “un héroe”, algo así. (NdeR: “Él era un hombre valiente, él era un gladiador. Creo que quienes vestimos el uniforme de las instituciones armadas de la República le debemos un sincero homenaje a don Eleuterio Fernández Huidobro”, dijo el entonces comandante en jefe del Ejército el 5 de agosto de 2016 en su entierro)

-Acabás de lanzar La cara oculta de los sindicatos en Uruguay con editorial Planeta. Ya desde el prólogo recordás una encuesta del Latinobarómetro de 2018, que tienen una aprobación del 34% (la gente les tiene “mucha confianza” o “algo de confianza”), 20 puntos menos que los bancos (54%), 28 puntos menos que las Fuerzas Armadas (62%), 25 puntos menos que la Policía (59%) y 18 puntos menos que las ONG (52%). Solo están por encima de los políticos (21%). Y claramente, los sindicatos se sienten un actor relevante en la vida del país. ¿Lo son? ¿Tienen la legitimidad que se creen que tienen?

-Son un actor relevante en la vida democrática de los países, así como los partidos. El sector asalariado de la población, que es la inmensa mayoría, la única institución que tienen de referencia para sus derechos, sus reclamos, incluso para su comprensión del mundo del trabajo son los sindicatos. Ahora bien, los sindicatos también tienen una historia, formaron parte de la lucha por los derechos. Los sindicatos hicieron mucho para que la sociedad de bienestar se creara en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Las luchas sindicales forman parte de la mejor historia de las luchas populares por los derechos del ciudadano común y corriente.

-Pero la central sindical, ¿tiene hoy la legitimidad que cree tener?

-Yo creo que hoy no tienen dos o tres atributos fundamentales para esa importancia. Uno es la confianza de la gente. En el momento en que ellos dicen tener el mayor número de afiliados en su historia (400.000 afiliados) solo el 30% de la población los aprueba. Ahí hay una incongruencia. No tienen transparencia. La inmensa mayoría de la gente no sabe ni cómo son sus finanzas, ni cómo dirimen sus conflictos internos ni cómo eligen sus dirigentes. Y además no tienen un lenguaje común con la gente, ellos hablan un lenguaje que se ha ido distanciando del lenguaje común y corriente y se han transformado en un código solo comprensible para los sindicalistas. También le pasa a los políticos, ojo. Entonces, me parece que los sindicatos están en problemas.

-¿Es una central o una convención?

-No es una central, es una convención. Su modo de funcionamiento hace que sea una convención. Cuando vos le preguntás algo muy importante a la FUS sobre el Sunca, te dicen: “Ah no, nosotros somos autónomos, cada sindicato es autónomo”. Yo le pregunté a (Oscar) Andrade sobre (Jorge) Bermúdez y me dijo: “Ah no, yo soy del Sunca”. Le pregunté a (Richard) Read por COFE y Joselo López y me dijo: “A mí nunca nadie me vino a golpear la puerta y traerme una denuncia sobre Joselo”. Cada sindicato es autónomo de los demás, eso es una convención, no es una sola organización. Es un encuentro de organizaciones. Eso que en su momento fue una virtud porque permitió agrupar a los diferentes, darle lugar a las minorías y solucionar conflictos que se arrastraban entre socialistas, comunistas y anarquistas, hoy en día es un problema, porque para dar ciertas respuestas éticas, ciudadanas y transparentes, esa autonomía es un problema. Yo digo en el libro: el movimiento sindical es un archipiélago, donde cada uno es una isla.

El secretariado del PIT-CNT se ha arrogado decisiones que en realidad le corresponden a la mesa representativa. La mesa representativa fue un invento, en los años ‘60 muy inteligente, después de muchos fracasos de formación de la central, para que los gremios minoritarios tuviesen la misma representatividad que los gremios mayoritarios. En el fondo lo que está en discusión es cómo funciona la democracia. Las minorías, ¿tienen derecho a voz y voto, o las aplastás porque no tienen la suficiente cantidad de votos? ¿Cómo es la relación entre la mayoría y las minorías? Yo te diría que aquellos dilemas que tenía planteada la CNT en los ‘60 son los mismos dilemas que tiene hoy el PIT-CNT: cómo se gestiona una mayoría, cómo se relaciona la mayoría con la minoría, tienen derecho a voz aunque tengan distinto caudal de votos. El PIT tiene un estatuto -el que era de la CNT- donde en teoría todo eso está dirimido, ahí se dice cómo se resuelve, lo que pasa que después en los hechos no se hace.

-Vos hablás en el libro de patologías, oscuridades y secretismo, sobre todo cuando uno quiere hurgar en el dinero que mueven. Esto último me consta. Advertí esa opacidad cuando investigué a los sindicatos y el dinero que manejan para un informe para revista Noticias en 2018. Jorge Bermúdez me contestó de mala manera que él no me iba a dar ningún número y ni siquiera me concedería una nota. ¿A qué atribuís esa opacidad?

-No sólo los sindicatos, también los partidos políticos son bastante opacos en el manejo de las finanzas. Los empresarios también lo son. Hay como una cultura de la opacidad. Es como que todavía no hemos dado el paso hacia una cultura de la transparencia. Ellos primero dicen que ellos le rinden cuentas a sus afiliados, y yo digo en el libro que no es real y no se corresponde con su rol porque cuando ellos van a negociar a los consejos de salarios negocian en nombre de los trabajadores. Cuando van a la OIT hablan en nombre de todos los trabajadores, cuando asesoran al gobierno lo hacen a nombre de todos los trabajadores, no solo en nombre de sus afiliados. Entonces, si hablan en nombre de todos los trabajadores, los trabajadores tendríamos derecho a conocer sus finanzas.

¿Por qué lo hacen? Es una vieja cultura en la izquierda el secretismo, ¿no? Es como una rémora del estalinismo: la información se supone que es poder. Si vos no sabés, no tenés cómo controlar.

-La central tiene “un estatuto de corte anarquista” dijo una vez en la Justicia, Juan Castillo, y tú lo recordás en el libro. ¿Por eso, quizás, no quieren que los controlen?

-Sí bueno, pero el corte anarquista fue de principios del siglo XX. Toda la izquierda tiene un origen anarquista, porque fueron los anarquistas los primeros que organizaron a la clase obrera industrial en 1840. Toda la izquierda abreva del anarquismo. Esa no puede ser una explicación cuando estamos entrando en el tercer decenio del siglo XXI. A mí lo que me parece que es una forma de no rendir cuentas de qué hacen, cuánto dinero tienen. El dinero es poder, la información es poder.

Ellos tienen un discurso. Por ejemplo, (Fernando) Pereira dice: “Somos la central sindical más pobre de América Latina”. ¿Y yo cómo hago para saber si eso es verdad o no, si no tengo los datos para saber cuánto dinero manejan ellos y cuánto dinero manejan otras centrales? Tenemos que recuperar la dignidad de los hechos. En Uruguay priman los dichos: Fulano dijo tal cosa, Mengano le contestó. Yo quiero saber cuánta plata recogen los sindicatos de los afiliados, yo quiero saber cuánta plata reciben de donaciones del exterior. Tuve que llevar a la Justicia a varios organismos para que me dieran información, entre ellos Inefop. Y resulta que les dieron ocho millones de dólares al PIT-CNT y ocho millones de dólares a algunas cámaras empresariales para formación. Un millón, un poco más, por año. ¿Es mucho? ¿Es poco? ¿Se hizo formación o no? El Inefop le dio cuatro veces más al BPS para empleo juvenil: ¿es mucho? ¿Es poco? Depende. ¿Hubo empleo juvenil? ¿Se formó gente? ¿El PIT hizo cursos de formación? Entonces, ¿cuál es la manera de no someter todo eso a un análisis crítico? No te dan los datos.

¿Cuánto gana un dirigente sindical? Te dicen: “Yo gano lo que me paga mi profesión”. ¿Cuál? ¿Qué parte de tu profesión? Pereira, el presidente del PIT-CNT, era administrativo de Magisterio. ¿Cuánto gana? Yo le pregunté a Andrade cuánto ganaba como sindicalista del Sunca y me dice: “Yo soy un oficial”. Bueno, ¿cuánto gana un oficial? Hay como 10 categorías de oficiales…

-Decís que la llegada del Frente Amplio al gobierno “no solo modificó de manera radical las relaciones laborales y su marco legal e institucional, sino que inauguró lo que podríamos llamar el remedo plebeyo de la puerta giratoria, largamente utilizada por los partidos Colorado y Nacional”. Eso de pasar de un lado al otro de la mesa, de sindicalista a jerarca. ¿Eso fue una afrenta al discurso histórico de la izquierda? ¿Le hizo mal al Frente?

-Fue un cambio, sin dudas. Uno de los sociólogos que estudian el nacimiento de una nueva élite de dirigentes, Marcos Supervielle, dijo: “En el momento en que el FA gana el gobierno, ¿de qué lugares puede sacar gente formada? De la Universidad y del movimiento sindical. Son las dos fuentes de la que se nutrió. A la larga, a lo mejor le hizo mal al FA porque el partido político tiene un rol, que no es el mismo rol que el gobierno. Históricamente le hizo mal al Partido Colorado, que se derrumbó porque se había transformado en el partido del Estado. Era lo mismo que el Estado. Después vino el FA y le pasó lo mismo. Lo dijo Andrade en la campaña electoral: “Uno mira a los dirigentes de los partidos y la mayoría son jerarcas del Estado”. ¿Eso le hace bien o le hace mal? A la larga, me parece que le hizo mal al Frente.

-¿Cuántos sindicatos hay en Uruguay?

-No lo sé. Uno dice la FUS y ellos dicen que tienen 130 sindicatos. El Sunca es una organización que tiene un gremio de base en cada una de las obras. La FUM tiene en todos los departamentos, por regiones, en las escuelas, Fuecys, ¿cuántos gremios de base? Es imposible saber cuánto suman… Y en el PIT-CNT no saben tampoco, porque como ellos son autónomos, son una convención y de corte anarquista, no tienen una lista. Nada los obliga, ni sus estatutos, a llevar una base de datos.

-En el 2015 se formó la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay (CSGU) que cuatro años después reunía a 20 sindicatos y afirmaba tener 10.000 afiliados, y en su momento criticó el estilo de dirigentes “de aire acondicionado”. Fernando Pereira, Marcelo Abdala y Gabriel Molina salieron a minimizar esa confederación, los ningunearon. ¿Qué evidenció eso, a tu juicio?

-La manera del ninguneo, los procedimientos, las formas, también hacen al contenido. El hecho de intentar decir que eran sindicatos vinculados a la ultra-izquierda, el destrato, traduce una soberbia. Puede ser la soberbia de creer que ellos son la mayoría, la soberbia de que ellos pueden contra todo, de creer que las cosas nunca van a cambiar. Parecen haber aprendido poco de la historia. Ellos están convencidos de que no habrá una segunda central sindical, porque en todo caso -si apareciese- la tacharán de amarilla, de traidora… Además, en un país tan chico como éste donde la exposición social es tan grande es complicado crear una segunda central. Pero se terminó creando, y cuando Fuecys de San José se va del PIT para la CSGU yo creo que para el PIT-CNT fue una derrota, porque Fuecys no es cualquier gremio, el del comercio. Pero insisto: (el PIT-CNT) transmite soberbia.

-”La mejor amiga de una trabajadora alguna vez fue la solidaridad. Hoy parecería que solo se practica entre barras de similar signo ideológico”, decís. ¿Por qué falta solidaridad?

-Porque fui descubriendo que las discrepancias en lo político o lo filosófico han llevado a que la gente sea destratada. Yo cuento un caso en el libro: cómo trata el consejo directivo central de AEBU a la presidenta del consejo de banca pública, que es una mujer. Ella ganó las elecciones, es de izquierda independiente, y como no forma parte de la mayoría política que conduce AEBU, no le dan la llave del salón principal de la sede del sindicato para que se reúna y no le dan la firma de los pagos del sector que ella dirige. No se puede creer que en el siglo XXI pasen esas cosas.
Y recogí una cantidad de testimonios de gente que no solo destratan por la discrepancia, sino que tienen miedo de decir cosas que saben, miedo de denunciar malos manejos, miedos de decir que los dirigentes no van a trabajar. Mirá, yo soy una persona de izquierda, y mi origen es comunista. Así se llegó al estalinismo, de esa manera: ocultando, no diciendo, los dirigentes mayoritarios siempre tenían razón… Así se llegó al estalinismo. El mutualismo -por ejemplo- nace como un ámbito de los sindicatos: un ámbito de solidaridad, de apoyo, de lectura, de estudio, de enseñarle al trabajador a pensar con cabeza propia.

-La representatividad, la democracia interna y la pluralidad son valores de los que siempre se jactó el movimiento sindical. ¿Se siguen dando? ¿Las mayorías respetan a las minorías?

-Y no… ¿Sabés lo que pasa? Que hay nuevas mayorías. ¿Cuál es la movilización popular de mayor participación en los últimos años? El Día de la Mujer, la Marcha del Silencio y la Marcha por la Diversidad. Entonces, las mujeres, la diversidad sexual, los derechos humanos, ¿cómo están representados en el mundo del trabajo? ¿Los respetan? ¿Los tratan de igual a igual? El 1° de mayo no quisieron que subiera a hablar una representante de la Intersectorial Feminista porque no estaban de acuerdo con nosequé… pasó con Valeria Ripoll, de Adeom, que no la dejaron subir tampoco. Si ese es el clima, si la manera de resolver las contradicciones es votar con los pies e irse del secretariado, entonces bueno, la fraternidad que era la base de la existencia de los sindicatos, cuando el sindicato era tu segunda casa, eso ya se perdió.

-¿Son los principales dirigentes sindicales una casta privilegiada?

-Se fueron transformando en jerarcas con una serie de beneficios que tal vez suenen mezquinos nombrarlos, pero si vos tenés un celular gratis, viajes gratis, un sueldo asegurado todos los meses, si te invitan a lugares… Yo formulo una pregunta en el libro: ¿se vive como se piensa o se piensa como se vive? Lo decía (Líber) Seregni: “Hay que tener la capacidad de decir lo que se piensa, y hacer lo que se dice”. Yo creo que estamos en una época donde todo está en mutación, incluido el papel de los sindicatos y el rol que tienen que jugar en la democracia.

Yo te diría que ellos deberían hacer una terapia de psicoanálisis. Deberían ir a terapia, para ver quiénes son y dónde están parados. Según Equipos Consultores, que tiene una sección que hace un monitor de trabajo, solo el 17% de la clase empleada hace paro el día de paro general. Es decir, hay un 40% que no va a trabajar, pero porque no tiene la escuela para los niños, porque no hay transporte. Los que hacen paro por convicción ideológica son entre el 10 y el 17% según el paro. Es muy poco. Algo no funciona.

-¿La legitimidad de los sindicatos está en los votos? Vos recordás que Jorge “Fogata” Bermúdez perdió en la interna de su mutualista, su lista salió tercera, pero sigue siendo el principal vocero de la Federación Uruguaya de la Salud (FUS). ¿Por qué?

-Esa pregunta -por qué- es muy interesante, porque tiene que ver con cómo se modificó la forma de elección de las planchas de candidatos en el congreso. Porque después se hace una plancha de candidatos a la mesa representativa, que en realidad no sé si no se hace por afinidad ideológica más que por representación del gremio.
Es una complicadísima ingeniería para empezar: cómo se representan los gremios, cuántos representantes tienen… fíjate que los gremios no declaran a todos sus afiliados porque en realidad le tienen que pagar al PIT una parte por cada afiliado. Cuando llegan a tener determinada cantidad de afiliados al congreso ya dejan de declarar porque con eso ya tienen mayoría. Si el Sunca, ponele, tiene mayoría, tiene 100 delegados, y COFE tiene 100 delegados, y entre esos delegados, el PCU logra tener la mayoría, toda esa extraña ingeniería hace que en realidad terminan votando a Bermúdez como miembro del secretariado (del PIT-CNT). Él perdió con su mutualista, Universal, la que se unió con el Hospital Italiano. Él trabaja -en teoría, porque no va a trabajar- en el archivo de la mutualista Universal. En esa mutualista su lista salió tercera. Esa es una pregunta que la tiene que responder el PIT-CNT, o la FUS.

-Opinás que hoy el anticapitalismo lo representan mejor los ambientalistas y el movimiento feminista más que el movimiento sindical. ¿Por qué perdieron pie los sindicatos como voceros anticapitalistas, que ni siquiera condenaron duramente el contrato ROU-UPM?

-El discurso feminista pone en discusión las bases sobre las cuales se sustenta el capitalismo (el libre mercado, el volver todo a mercancía), es un discurso más filosófico, ideológico, que ataca el sustento filosófico del capitalismo que el de los sindicatos. El dilema que tienen los sindicatos es el dilema de la cooperación o confrontación. Marcos Supervielle dice: “Los sindicatos no ponen en cuestión el capital, lo que está en cuestión es la negociación con el capital”. Entonces, si vos vas a negociar con el capital para establecer condiciones de trabajo y no vas a confrontar… A las feministas no les importa confrontar con el capital, porque consideran que hay que cambiarlo. A los ambientalistas tampoco les complica confrontar con el capital.

Yo lo menciono porque me parece que uno de los eslóganes del PIT-CNT es “la unidad en la diversidad”. Y me parece que lo que ha cambiado es la diversidad. Hay nuevas diversidades que deberían traducirse en nuevas unidades. En el PIT-CNT son mayoritariamente hombres, mayoritariamente entre 40 y 50 años, parece ser un ámbito machista. Hicieron ingresar un 30% de mujeres al secretariado a mujeres como si fuera una decisión súper moderna, cuando en realidad está planteado como reclamo de la OIT hace más de 20 años. Me parece que en el sindicalismo también se conjuga una visión muy patriarcal del mundo.

-¿Cómo se explica que el PIT-CNT, una central sindical que nuclea más de 400.000 trabajadores, no tenga personería jurídica? ¿Qué respuesta te dieron para el libro?

-Ellos dicen que los modelos de personería que existen en el MEC, que es la cartera que regula eso, no se condicen con la forma de funcionamiento de los sindicatos. Eso es lo que ellos dicen. Eso después de 40 años que la CNT aprobó no tener personería lo podían haber modificado una y mil veces. Le podían haber pedido a la OIT un modelo, o auxilio a los distintos gobiernos, lo podían haber hecho cuando el FA estaba en el gobierno… En el fondo, creo que ellos tienen miedo de que al tener personería, le están dando a un organismo -en este caso el MEC- el poder de que intervenga.

-Los dos dirigentes más notorios del PIT-CNT, Fernando Pereira y Marcelo Abdala, han dicho que si fuera por ellos, la central sindical tendría personería jurídica…

-Los estatutos del PIT-CNT dicen que tendrían que haber sacado personería jurídica, y apenas aprobado los estatutos se iba a gestionar la personería jurídica. O sea que no hay ningún impedimento, y la mayoría de los sindicatos que integran la mesa representativa del PIT-CNT tienen personería jurídica (tienen bienes, casas, clubes, colonias, empleados). Para todo eso se precisa tener vida jurídica. Yo creo que le temen a una posible intervención del Estado. Es la misma ambivalencia que tienen respecto a su relación de confrontación o cooperación con el capital. ¿Confrontan o cooperan? Esa disyuntiva no la tienen resuelta.

-Publicás una extensa entrevista con Andrade para el libro, donde machacás en el concepto de que fue diputado y renunció para volver al Sunca, pero luego volvió al Senado y ahora deja abierta la puerta para volver a renunciar. Por lo que noté, no te convenció que le haya quitado relevancia al asunto y él entienda que son dos lugares válidos de lucha el parlamentario y el sindical…

-No, no me convenció. Vos no podés estar en dos lugares al mismo tiempo. Es lo de la puerta giratoria. Él dice: “A mí me eligieron para ser diputado”, pero vos renunciaste y te fuiste al Sunca. “Me eligieron para ser dirigente del Sunca”, sí, pero vos renunciaste y te tiraste al Senado. Ponete de acuerdo. Él me dijo que ahora que es senador tiene la renuncia pronta para irse en cualquier momento y volver al Sunca. ¿De nuevo? A ver, la gente lo eligió para ser senador. Hay una cosa de lealtad, de coherencia, de cumplir la palabra con el que te votó. Andrade se comporta como imprescindible, como si no hubiera nadie que lo pudiera sustituir. Eso es lo que hace ruido. En un comunista eso es más llamativo, porque si de algo se vanagloriaron siempre los comunistas es del colectivo. Que él diga que los dos lugares son importantes como lugares de lucha es verdad en abstracto, pero no para la misma persona. Si vos pensás que cuando hay un problema en el sindicato, renunciás al Parlamento para ir al Sunca suena más a individualismo que a colectivo.

-Hablás de “la ambivalente independencia” y aludís a la última campaña electoral, en la que el PIT-CNT se expresó a favor de un modelo de país asociado al FA. ¿Le crees a Fernando Pereira cuando dice que la central es independiente pero no indiferente? ¿O pensás que no hubo independencia de clase?

-El estatuto del PIT-CNT establece que la central será independiente de todo partido o iglesia… Es difícil creer en esa independencia cuando uno ve la ida y vuelta de una cantidad de dirigentes que son dirigentes del PIT y además son… Fijate Marcelo Abdala: es el secretario general del PIT, además integra el comité central del PCU, además es dirigente notorio del Untmra, o sea… hay una cercanía que hace que si ellos no se hubieran pronunciado a favor del Frente. Porque ellos hicieron una campaña pública, en medios y redes sociales. Me parece que es bastante evidente que ellos propugnaban el voto al FA. Porque había gente dentro de la central que estaba en contra de propugnar un voto tan abiertamente y no le dieron bolilla.
Vos podés tener sensibilidad de izquierda… Pero si te definís como independiente, eso se tiene que traducir en acciones, en hechos. Y eso es lo que creo que al PIT-CNT se le complicó. Porque en los hechos ellos llamaron a votar por el Frente Amplio. Yo puedo estar de acuerdo en que había dos modelos de país en pugna, pero no necesariamente eso avalaba que el PIT hiciera una campaña en favor del FA.

-¿Qué distanció a la izquierda institucional de la social, como dice Andrade, para haber perdido las elecciones?

-La soberbia. Cuando vos me contás que el “Fogata” (Jorge Bermúdez, de la FUS) ni siquiera te contestó cuando lo llamaste para pedirle números de su sindicato y te destrató, ponete a pensar que no debe haber sido solo contigo. Yo recogí muchos testimonios de la salud privada que me contaron muchas anécdotas de cómo los destrataban, de cómo los aislaban porque discrepaban. Recogí testimonios de gente del Sunca en ese sentido (por supuesto que Andrade me lo negó). No es nada nuevo además. La URSS no explotó, sino que implotó. ¿Y por qué implotó? Hay libros que ha escrito esta periodista soviética premio Nobel de Literatura (se refiere a la bielorrusa Svetlana Alexievich) donde cuenta con testimonios cómo se fue gangrenando todo por adentro, que son impactantes. De esa historia parecen no haber aprendido.

-¿El movimiento sindical es feliz?

-En este momento creo que no. Pero no sólo porque el gobierno cambió de signo y no están más sus amigos en el gobierno, sino porque viene acumulando tensiones sin resolver desde hace mucho tiempo, y más bien me parece que no.

 

Algunas frases del libro

Me resultó complicado hacer un mapa porque nadie sabe cuántos gremios de base hay. En la mesa representativa hay 46. El PIT-CNT es una gran convención de sindicatos.

Hay un gran estatuto que no obliga a los sindicatos a dar algunos resultados. Juan Castillo explicó que el PIT-CNT es una organización de origen anarquista.

Los sindicatos juegan un rol muy importante en las negociaciones salariales y hablan en nombre de las sociedades. No sabría decir  qué porcentaje representan de la sociedad.

Hay como tres estilos de afiliación: el que lo hace porque en algún momento le puede servir, el que lo hace porque la barra lo hace y el ideológico. Este último es progresivamente menos. 90 % de las empresas uruguayas son pymes.

La representatividad, democracia interna y pluralidad están en los sindicatos desde antes de que se fundara al CNT. Se estructuró de forma tal que represente a todas las minorías.

Las mayorías tienen derecho que es de su condición, pero ¿cómo se relacionan las minorías? No hay ninguna otra figura que represente a la clase asalariada. Es la única que lo hace y tiene menos aprobación que los bancos.

El mundo sindical es un archipiélago de una diversidad. Cuando se empiezan a repetir prácticas que tienen que ver con el mal uso del dinero, ahí se preguntan si hay un ambiente que tolera eso.

Hay un viejo dilema: confrontación o diálogo. O confrontan con el Estado o dialogan con el capital.

Me parece que las nuevas épocas exigen nuevos debates. El anticapitalismo está mucho más representado por las feministas y ambientalistas que los sindicalistas.

Las dos manifestaciones de masas en Uruguay han sido el 8 de marzo y la Marcha del Silencio. Los derechos humanos y la igualdad de género cuestionan más el sistema capitalista que el sindicalismo, y sin embargo van y se sientan a negociar.


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