No olvidemos, en este conflicto y lucha, que el desdén ha estado desde siempre con el pueblo mapuche y ese es el peligro. Que Celestino Córdova Tránsito, el machi de la comunidad de Chicahual, no dé el último salto ritual de la vida porque necesitamos el coraje desafiante de su fuego.
La existencia en el Sur es una bruma inquieta mientras la vida en los campos de las regiones del Bío Bío, Los Ríos, Los Lagos y mucho más allá, en todas las comunidades y territorios indígenas, no son ninguna postal. Rumiar la tribulación angustiosa, si históricamente te han despojado de todo pretendiendo eliminar la propia cultura, deja huellas en la supervivencia.
Es la realidad en el silencio. Porque es difícil poblarse de ideas o deseos cuando, en rigor, no tienes oportunidades en lugares que han sido de abuso y de expoliación que no acaban. O cuando caminas, en plena lluvia, por caminos de piedras y barro, y te demoras horas y horas para llegar al pueblo más cercano donde comprar tus cosas o para ir a la escuela porque has quedado a la intemperie de todo. Y cuando nadie te pasa a recoger en la huella, mientras te lanzan, desde vehículos que pasan raudamente, el agua sucia, muchas veces, o piedrillas hacia el cuerpo, sientes que se ha perdido el corazón o el espíritu como algo que se borra.
La vida, en esos lugares espesos y brumosos, con sombras vacilantes que contornean alguna colina o cerro, no es fácil porque se confunden entre el murmullo del agua, el sufrimiento por la misma pobreza y las cautelosas desconfianzas de las familias que sólo desean un mejor pasar. La fuerza arraigada del trabajo y de asegurar la verdad, tanto como ver las estrellas o las nubes, es lo que mitiga, en parte, lo difícil que es descubrir el maleficio de los winkas.
Mientras escucho, en estas últimas horas, la voz del machi Celestino Córdova, escucho también la voz de mis propios parientes mayores, herederos de ese mundo en que el espíritu se adormece en el agua y la luna y, aunque la vida tuvo múltiples dificultades, para nosotros siempre hubo un trato dulce como el único secreto. Es que la propia humildad, la particular forma de vida y de mirar la existencia sin más pretensiones que observar una conducta encontraron en lo vivo y lo terreno sólo hacer el bien. Es de seguro, entonces, que el machi Celestino concentra ese temblor, ese volcán, con todo su enojo, también, y esa narrativa mapuche desde los nütran y los epeu, como fuente de sustento, porque no se pide nada al destino. Ya que, aunque creces signado en el ostracismo y en el ninguneo avasallador, ya por el apellido o simplemente por la censura y con el espíritu para adentro, se trata de recoger la riqueza ancestral salvando del silencio lo que significa ser mapuche.
Antes de que se levante el sol, de seguro, los pájaros en el Sur habrán visto montañas, árboles y ofrendas en el alba. Mientras, Pillañ protector tributa, benéfico, la vida y la guía a los hijos mapuche que se colocan con su emblema de dignidad en medio de las “piedras de la tormenta”. Por esa razón, Celestino, no se puede morir. No puede irse, aunque nos haya hablado en un audio de cuatro minutos acerca de su creencia espiritual y de su pensamiento de lucha. Y, también, de su final. El orgullo por su sangre, tiene sueños y tiene fuerzas como un terremoto. ¿Cuántas personas tienen la valentía de hacer y de recuperar la propia voluntad de lo ancestral?
El mundo mágico de los limpios sólo se comprende en la acción y la palabra. Pensador, sanador y hombre de acción, Celestino Córdova asumió la claridad acerca de lo que significa ser una persona de la tierra y denunciar todo lo que significa, también, de aquellos que defienden al Estado. Un Estado opresor, mancillador y oprobioso que ha desatendido, entre otras cosas, la restitución territorial de las demandas de todo un pueblo que se desarrolla, desde tiempos inmemoriales, en armonía con la naturaleza y en actitudes vaciadas en el tiempo sin tiempo.
Por supuesto, que hay un rencoroso pensamiento contra las autoridades que representan a ese Estado que nada brinda pues entrega abusos, peligros y faltas de respeto. Son ya muchas décadas de décadas en que el aire y la piedra, la tierra y los recursos naturales se han ido por las posturas de las Constituciones, el Código de Aguas, las regulaciones de las empresas forestales, hidroeléctricas o salmoneras y cuánta figura legal y perturbadora se le ha ocurrido a la visión chilena.
No olvidemos, en este conflicto y lucha, que el desdén ha estado desde siempre con el pueblo mapuche y ese es el peligro. Un desafío, a la vez, por serpentear el destino en el bosque espeso de lo que se vive y de lo que se interpreta como augurio. Celestino debiera decirnos, ahora, en esta lucha azul de su corazón, que tiene que estar tranquilo en su rewe, con las ramas de canelo, maqui o laurel, y no ausente de su tierra; debiera estar en medio de su pueblo alzando la rogativa de la patria montañesa o boscosa. Que Celestino Córdova Tránsito, el machi de la comunidad de Chicahual, no dé el último salto ritual de la vida porque necesitamos el coraje desafiante de su fuego.