Como latinoamericano siempre me ha atraído sobremanera la lucha de los pueblos vasco, catalán y otros que aspiran a su autonomía e independencia. Las razones van desde que los nacidos en estas tierras invadidas por los mismos que dominan Euskal Herria y Catalunya tenemos sangre proveniente de esos lados, hasta el hecho de que seguimos enfrentando a los mismos en la actualidad. Los empresarios y aparatos del estado español se pasean por nuestras tierras como Pedro por su casa propinando golpe tras golpe a nuestra población, siendo uno de los últimos la construcción de la represa Ralco en territorio mapuche.
Tenemos tanto odio a los españoles como tienen los vascos y los catalanes, y siempre estaremos de su lado en la lucha por la independencia.
Cuando la dictadura de Pinochet, fue en locales del Partido Socialista Obrero Español que se reunieron representantes de los militares chilenos con socialistas de la misma nacionalidad y demócratas cristianos para buscar vías de contener la resistencia que crecía a ojos vistas con la farsa de la transición a la democracia, cuestión en que los españoles son duchos. Motivos de sobra tenemos para estar “agradecidos” a los españoles.
Después de Franco, asume el rey para garantizar la continuidad del dominio y control de la península, con la herencia del crimen que Franco había hecho contra los luchadores. Todos sentían enorme simpatía hacia ETA, cuya consecuencia ha sido indesmentible. La imposición de un modelo centralizado fue aceptada por las izquierdas derrotadas, las mismas que ahora exigen cuentas a los que siguen luchando por lo que siempre han creído. La farsa de la democracia ha calado hondo en sectores de la ciudadanía española cerrando los ojos al cercenamiento cotidiano que se realiza en las regiones ocupadas: cierres de diarios, torturas, ilegalización de partidos, represión al idioma nacional, en fin, la ley de la zanahoria y del garrote. Los que no se rinden son anatemizados por los discursos y los candidatos del consenso.
La fuerte votación de sectores nacionalistas catalanes modifica tremendamente el panorama, haciendo ver que la conciencia nacional no estaba aniquilada, muy por el contrario, ha ido creciendo a pesar de los pesares, como diría un poeta. Ello legitima, quiérase o no, la lucha abierta de las otras nacionalidades y sus principios históricos e identitarios. He allí el gran miedo del poder central.
Los independentistas catalanes, como los irlandeses, han mostrado que pueden avanzar si se les permite hacerlo, aunque diversas tendencias pretenden acorralarlos en acuerdos y alianzas, que hasta ahora se han hecho con diplomacia y cautela por parte de los sectores mas claros, lo que obviamente merece el reconocimiento de los luchadores vascos, pues, de paso, legitima también sus aspiraciones.
Nada mas justo que declarar una tregua en dicho territorio, pues allí se ha podido caminar, mientras en Euskal Herria y otras regiones se aumenta la represión, permitiendo solamente la presencia de aquellos que de alguno manera se someten a las reglas del juego. La izquierda independentista vasca es perseguida violentamente, la bandera vasca no puede ser levantada en muchos lugares, el idioma nacional es cercenado donde sea posible por las instituciones del poder, etc. Pero a pesar de ello la conciencia de ese pueblo se acrecienta, como fue demostrado por la elevada votación a las candidaturas alternativas que evadieron la ilegalización de los referentes que defendían los valores vascos.
Resulta admirable que a pesar de ese cerco colonialista, miles de vascos en los territorios ocupados por España y Francia salen a las calles a defender sus derechos históricos. Eso debería llamar a la reflexión a quienes se esconden en el pretexto del “terrorismo” y se empecinan en acabar con uno de los referentes históricos de la lucha independentista vasca como es la ETA, con quien hay que dialogar y no cerrarse.
Pedirle a ETA que abandone la lucha, sin más, es un tanto oportunista e irreal. Es claro que a nadie le gustan las bombas, ni las armas de fuego, ni las torturas, pero que no se diga que ETA es causante de la situación, lo que no hace mas que confundir los hechos y no ayuda en nada. La disposición de ETA al dialogo es algo fuera de toda discusión, pues bastante duro pagaron por aquel más de un año de tregua donde el estado español aprovechó de golpear y no de avanzar.
Ha pasado el tiempo, eso es cierto, pero no se puede olvidar esa situación. La tozudez del estado español es la verdadera causante de la continuidad de la lucha armada en esa región, forma de lucha que no puede ser erigida como principio esencial, pero que si se aplica, hay que entender sus causas.
ETA jamás se ha cerrado al diálogo y la prueba está en la actual tregua en territorio catalán. Si las cosas asumen rumbos de entendimiento o acuerdos mínimos, no hay duda de que sería posible encauzar las formas de lucha por modalidades que incorporen a muchos más.
Pero si no hay disposición, habrá que continuar la batalla desde todos los flancos.
No es cierto, como dicen los oportunistas, que con la tregua en Catalunya salga favorecido el PP, los sucesores del franquismo, como dicen algunos sectores que desean acarrear votantes a sus filas. Todo lo contrario, con esa tregua sale favorecido el diálogo, el camino del encuentro del pueblo vasco con quienes quieran escucharlo.
Hay que aprovechar las condiciones, hay que ver la voluntad y la disposición, hay que extender lazos y comprensión. Los estados español y francés deben detener la persecución, ceder un tanto en su dureza, aceptar que hay interlocutores válidos, aceptar que hay una historia que debe imponerse como realidad.
Y si no lo entienden así, no deben quejarse de que miles de vascos estén dispuestos a integrar las filas de ETA y reforzar la lucha inclaudicable por sus derechos. Ya que no les dejan otro camino.
Y desde este continente sufrido estaremos al lado de ellos.
Profesor J