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Discurso nacionalista y colonialidad

Raúl Prada Alcoreza :: 16.08.20

¿Cuál es el horizonte, cuál es el mundo que se ofrece? Esta es la pregunta fundamental a las corrientes ideológicas y políticas. Si es el mismo mundo, por lo tanto, no hay otro horizonte, es el mismo gris y opaco que el del mundo impuesto; no se ofrece nada, salvo la demagogia que infla las palabras, pretendiendo decir algo, cuando dice lo mismo que la decadente casta política.
Volver al discurso nacionalista, en otra forma de expresión singular, es caer en la recurrente colonialidad. Las cosmovisiones nativas son integrales, territoriales y ecológicas, además de ser inclusivas.

Discurso nacionalista y colonialidad

Oscar Prada

¿Cuál es el horizonte, cuál es el mundo que se ofrece? Esta es la pregunta fundamental a las corrientes ideológicas y políticas. Si es el mismo mundo, por lo tanto, no hay otro horizonte, es el mismo gris y opaco que el del mundo impuesto; no se ofrece nada, salvo la demagogia que infla las palabras, pretendiendo decir algo, cuando dice lo mismo que la decadente casta política.

La utopías modernas ofrecieron el cielo en la tierra, el retorno al paraíso; lo hiciera universalmente, incluyendo a todos. Estas utopías no se cumplieron, quedaron en eso, en ninguna parte, mientras las nuevas élites se convertían en las nuevas burguesía. Era como la venganza de la historia y de la realidad, en respuesta a las revoluciones que buscaban abolir la historia y la realidad, para ir más allá de la historia y liberar a la realidad de sus ataduras institucionales.

Los nacionalismos emergergieron, primero, en las colonias, contraponiendose a la ocupación colonial. Después se extendieron a Europa y al mando, adquiriendo distintos matices, tonalidades y colores, incluso formas opuestas y extremas. En el continente los nacionalistas eran criollos, después mestizos. Estos nacionalismos inventaron la política gamonal, el liberalismo de casta y la República restringida, algo contradictorio. El nacionalismo mestizo, nacional popular, amplío los derechos democráticos, efectuó la reforma agraria y nacionalizó los recursos naturales; al hacerlo establecía las bases materiales e institucionales del Estado nación. Sin embargo, conformó un burguesía nacional, subalterna a la burguesía imperialista. Ciudadanizó a los pueblos indígenas, pero los mantuvo en la colonialidad.

La guerra anti-colonial no puede circunscribir sus expresiones de lucha a las restricción ideológicas del discurso nacionalista; esto es caer en las formas variadas, recurrentes y proliferantes de la colonialidad. El primer acto radicalmente anticolonial y desvolonizador es desconocer los Estados nación conformados, las fronteras inventadas. Esto implica recuperar la Confederación de Pueblos de Abya Yala, las autonomía de las pueblos y las gestiones territoriales como parte de los ciclos vitales.

Volver al discurso nacionalista, en otra forma de expresión singular, es caer en la recurrente colonialidad. Las cosmovisiones nativas son integrales, territoriales y ecológicas, además de ser inclusivas. Reducir estos horizontes nómadas, está consciencia cultural de la pertenencia a la Madre Tierra, a las formas del discurso nacionalista es recurrir nuevamente a la continuidad colononial en las formas perversas y camufladas con las que se inviste. Todo nacionalismo no deja de ser un discurso exacerbado del desarrollo capitalista, por lo tanto anti-indígena.


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